Capitulo 30
En el lugar donde estaba anteriormente el Castillo Nijou, se libraba la batalla entre los seguidores de Amaterasu, más sus aliados del Santuario contra el ejercito que sirve al Kagutsuchi, en una batalla que decidiría la paz de lo normal y sobrenatural de Japón.
-¡Puño Meteórico!- Marín lanzo su técnica que acabo sin problemas con varios criaturas mágicas de Sintoísmo. Luego de lanzar su técnica, a velocidad Macht 3, Marín golpeaba a los seguidores del Dios del Fuego, que nada podían hacer ni para protegerse de la velocidad de los puños y patadas de la Amazona.
Cuando la pelirroja se detuvo, ya había una gran cantidad de cuerpos tirados, muertos y noqueados a su alrededor. Un grupo de Shinimagis la iban a atacar desde el cielo, pero antes de que ella se los quitara, un dragón de hielo los golpeo y los convirtió en estatuas de hielo en el aire antes de romperse.
Hitsugaya aterrizo de espaldas a Marín. -Es increíble que puedas moverte a esa velocidad-.
-No subestimes la fuerza de los Santos- respondió Marín. -Aunque me sorprende que ningún civil se haya acercado todavía con la desaparición del castillo- comento extrañada.
-Recibí un informe hace poco del Dios Tsukuyomi. Las Cinco Familias se movilizaron rápido, conteniendo a los civiles y enviando ilusionistas para hacer pensar que el castillo sigue aquí junto a varios magos para crear una barrera que haga invisible la batalla-.
-Mis respetos por tan rápida respuesta-.
-Si, pero hay problema con eso...- Marín rodo los ojos debajo de su mascara, siempre hay peros en estas cosas. -Debido a la gran cantidad de presencias mágicas de los seguidores de Kagutsuchi más de nosotros, es un trabajo descomunal para ellos mantener la barrera y la ilusión, si liberamos demasiado poder en nuestros ataques, no lo soportaran-.
-¿Dices que debemos contener nuestros ataques?-.
Hitsugaya asintió, por su ceño fruncido, a él tampoco le gustaba la idea. -Al menos por ahora, recibimos un informe de que la líder de los Yokais enviara sus propias fuerzas para que la barrera y la ilusión sea más fuerte. ¿No te será un problema pelear con tantos enemigos con tu fuerza limitada?-.
Marín sonrió debajo de su mascara y lanzo un golpe khen que derribo a un pequeño grupo de enemigos.
-No me subestimes, niño. La única diferencia es que tardara más tiempo encargarse de estas pestes, nada más-.
El Shinimagi de Alto Rango asintió antes de que ambos se separaran para cubrir más el terreno y derrotar a más enemigos, aunque...
-No soy un niño, de hecho, soy mayor que tu- pensó el Shinimagi peliblanco con una ceja temblando por como lo llamo Marín, odiaba que lo trataran como un niño por su altura.
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En otra parte del área, Byakuya cortaba y degollaba a sus enemigos con su katana con una rapidez sorprendente, parecía estar de pie y al moverse, se movía tan rápido que parecía teletransportarse y lo hacían con tanto silencio que ni el oído más entrenado de cualquiera de estos enemigos podría escuchar cuando se mueve.
las espadas de los Shinimagis que operan bajo el mando de los tres Dioses hermanos no son simples katanas, sino espadas creadas por el Dios Hachiman que son dadas cuando un Shinimagi comienza sus deberes como uno al servicio de los Dioses. Estas espadas tenían la cualidad de crecer en poder junto a su usuario, y cuando tanto el individuo como la espada llegaban a un nivel de poder, despertaba un poder en la espada.
-¡Mantenlo!- Grito uno de los seguidores de Kagutsuchi junto a otros cincuenta más rodeaban a Byakuya, listos para atacar.
El Shinimagi ni se inmuto con los enemigos rodeándolo, solo puso su espada frente de él y cerro los ojos. -Dispersión, Senponzakura-.
La hoja brillo un segundo antes de desvanecerse y convertirse en una cantidad de cuchillas que flotaban encima de la empuñadura, el tamaño de cada cuchilla era el de un pétalo.
-¿Qué es esa técnica?- Se burlo uno de los enemigos. -Parece tan débil y... ¡AGH!- Pero de reírse cuando Byakuya movió la espada, enviando las cuchillas hacía ese tipo que murió lleno de cortes en el cuerpo.
Byakuya siguió agitando la empuñadura, controlando las cuchillas hacía sus enemigos que perecían y caían en el suelo lleno de cortes. Algunos decidieron atacarlo, pero Byakuya esquivo los ataques mágicos aun con los ojos cerrados, no necesitaba abrirlos para esquivarlos, los podía sentir por su Senjutsu.
Más quejidos y gritos ahogados de dolor se escucharon unos segundos antes de que ya no se escucharan. Cuando el Shinimagi abrió los ojos, todos los enemigos que lo rodearon estaban tirados muertos o desangrándose con grandes charcos de sangre que manchaban el suelo.
-La eficiencia de una técnica no reside en cuan grande o llamativa sea, sino en cuan efectiva es para acabar con su enemigo, recuérdenlo para la otra vida-.
Atrajo las cuchillas con forma de pétalo a su espada y al reunirse se agruparon, volviendo a ser de nuevo la hoja de la espada.
Esta era su técnica, Senponzakura: la espada se divide en mil pedazos en el aire que puede controlar a voluntad y reflejan la luz, dando la ilusión de pétalos de cerezos, de ahí su nombre.
Las espadas de los Shinimagis de los tres Dioses, al crecer junto a su portador, llegan a obtener un nombre que al decirlo, libera un poder de acuerdo a las experiencias y la forma del alma de quien lo blande. La Senponzakura de Byakuya y el Hyorinmaru de Hitsugaya eran como representaciones físicas de ataque de sus almas.
Byakuya vio que más adelante se reunían enemigos para seguir atacando en grupo, probablemente piensen que al ser más que ellos, tienen una gran ventaja... que pensamiento más tonto. No siempre la cantidad es lo que gana las batallas.
Y con un paso a gran velocidad, Byakuya se acerco al grupo y los empezó a cortar con su espada, aunque no era fan de derramar mucha sangre de tanto aliados como enemigos en los campos de batalla, tenía ordenes de contenerse por el bien de la barrera y ocultar lo que pasaba, así que las obedecería.
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En otra parte del terreno de castillo, Tsunahi se enfrentaba a los soldados, aunque a diferencia de otros, tenía un poco más de complicaciones, ya que al ser una Diosa, aunque de clase Menor, le era más difícil que al resto contenerse, pero gracias a su entrenamiento y disciplina junto a Amaterasu era capaz de derribar fácilmente a los enemigos que se le acercaban.
-Ustedes se han atrevido a traicionar al Panteón Sintoísta con este acto de rebelión... no esperen piedad- declaro la hermosa mujer fríamente y con una mirada que prometía dolor.
Varios de sus enemigos se sintieron intimidados y temerosos por esa mirada junto a la aura divina que desprendían, pero los muy idiotas, o suicidas, no retrocedieron.
-¡No te creas mucho, perra! ¡Nuestro Dios Kagutsuchi traerá una nueva era a Japón, donde nosotros seremos los gobernantes! ¡Con su bendición, nadie nos derrotara!- Grito un seguidor del Dios del Fuego.
Y así, todos los del lado de Kagutsuchi se lanzaron contra la Diosa Menor, quien solo suspiro por la incompetencia y codicia de sus enemigos. Usando su Senjutsu y Doujutsu, se elevo al aire, esquivando la mayoría de los atacantes, aunque algunos Shinigamis y otros que manejaban el Senjutsu y Doujutsu para volar fueron a atacarla.
Ella solo levanto la mano, y una gran cantidad círculos mágicos con diseños Sintoístas aparecieron detrás de ella, la cantidad de círculos parecía tapar el cielo donde estaban parados. Los seguidores del Dios del Fuego no pudieron retroceder cuando de los círculos mágicos que creo Tsunahi salieron disparados hechizos de todo tipo de elementos que impactaron a los enemigos que estaban tanto en el suelo como en el aire cerca de ella.
A diferencia de sus compañeros en esta batalla, Tsunahi no era una luchadora cuerpo a cuerpo, aunque si era capaz de defenderse en este ámbito y a usar una espada; pero ella era más de un combatiente mágico y de atacar con Senjutsu, y al ser la mano derecha de Amaterasu, ella tiene más especialidad en los hechizos de fuego, que era su elemento divino.
Cuando sus ataques cesaron, la tierra estaba parcialmente destruida con los cuerpos de sus enemigos moribundos o muertos. Si ella pudiera pelear con todo, usaría su aura y poderes divinos para destruirlos a todos, pero si lo hacía, la ilusión y barrera que los ocultaba y ocultaba la desaparición del castillo se iría, creando un gran pánico en las personas de Kioto, algo que no podía permitir.
Vio el espacio vacío que quedo tras desaparecer el castillo. Quería desesperadamente ayudar a su Diosa Amaterasu, pero si en verdad Kagutsuchi la llevo a una Dimensión de Bolsillo, nada podían hacer más que encargarse de los enemigos que tenían acá.
-Por favor, Seiya-dono... salve a Amaterasu-sama- rogó en su mente para que el castaño salvara a su Diosa y líder de su panteón.
Más Shinimagis fueron a ella con sus guadañas en alto, pero Tsunahi los calcino con sus llamas.
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(Con Seiya)
Cuando el puño de Seiya y la espada de Kagutsuchi chocaron hicieron temblar el lugar, así como se creo un destello del choque. Seiya sintió en una fracción de segundo que el poder de su enemigo aumentaba, así que separo su puño del arma, justo cuando la espada de Kagutsuchi se cubrió de llamas y lanzo un corte que Seiya esquivo retrocediendo.
El Dios del Fuego sintió su brazo entumecido y temblar un poco tras el choque inicial, solo fue un golpe, pero la fuerza de este humano era increíble, hasta monstruosa, y solo fue un golpe, ni siquiera estaba peleando con todo todavía.
Sonriendo emocionado, agito la espada hacía adelante, lanzando un lanzallamas desde la hoja hacía Seiya, quien solo extendió el brazo con la palma abierta, bloqueando con facilidad las llamas.
-¿Oh? Tu armadura se ve bastante resistente. Creo que ni mis llamas podrán derretirla- comento Kagutsuchi ante la facilidad con la que Seiya bloqueo sus llamas.
-Las armaduras doradas son las más poderosas entre las 88 armaduras del Santuario, no subestimes su fuerza y resistencia- dijo Seiya. -¡Ahora es mi turno!-.
Kagutsuchi vio como un aura dorada y cósmica rodeo el cuerpo de Seiya mientras empezaba a trazar algo con sus manos. Por primera vez en siglos, sintió una sensación de peligro.
-¡Meteoros de Pegaso!- Los meteoros celestes salieron disparados del puño hacía Kagutsuchi, la cantidad y velocidad de los meteoros era impresionante.
-¡Tch!- Kagutsuchi chasqueo la lengua y libero llamas, no de su espada, sino del interior de su cuerpo que se liberaron como si fuera un tipo de aura de batalla. Agito la espada, que al moverse dejaba un rastro de llamas que choco con los meteoros.
Ambos ataques explotaron en el espacio que separa a ambos enemigos. El impacto hizo que Seiya retroceda un poco en el aire, mientras sentía como el aire del lugar se ponía caliente por las llamas que exudaba Kagutsuchi.
Kagutsuchi había apagado de momento las llamas que salieron de su cuerpo, por las tejas rotas que formaban una línea de adelante hasta donde ahora estaba parado, había sido empujado hacía atrás, también se notaba que la parte superior de sus ropas estaban rotas y quemadas.
-Logre quemar las mayoría de sus meteoros, pero algunos me golpearon, el bastardo es rápido- pensó el Dios. Hubiera querido jugar primero, pero ahora ve que si no se lo toma en serio desde el principio, es probable que muera. -Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me obligo a pelear con todo desde el inicio, siéntete honrado, mortal, no te subestimaré en esta pelea-.
Seiya observo como su enemigo se desvestía desde la cintura para arriba, atando la parte superior de su haori a su cintura, dejando expuesto su torso bien entrenado con cicatrices. Seiya era lo suficientemente listo para saber que el pelirrojo se estaba preparando para liberar todo su poder.
-Ahora si... ¡a quemar todo!- Al rugir esas palabras, la temperatura alrededor se disparo a gran medida y Seiya vio como Kagutsuchi, literalmente estaba en llamas, así como su espada por un fuego infernal que él mismo creaba.
Desde la posición en que estaba encadenada, Amaterasu vio como su hermano liberaba sus llamas... era señal de que pelearía con todo.
-¿Cuánto ha pasado desde la última vez que lo vi pelear con tanta seriedad?- Se pregunto a si misma. -La intensidad de sus llamas incluso superan las mías, es capaz de derretir el cielo y consumir las nubes... ten mucho cuidado Seiya-.
-¡Ahora verás porque soy el Dios del Fuego!- Kagutsuchi agito la espada, creando alrededor de ellos un circulo de fuego infernal en el aire que abarcaba un gran espacio, pero de igual modo los encerraba.
-Esas llamas son muy peligrosas- Seiya sintió como algo de sudor caía de su frente. Estas llamas eran mucho más intensas que las de Ikki. -Aun con una armadura dorada deberé tener cuidado. No podré salir a menos que lo derrote-.
Kagutsuchi respiro profundamente, amplificando el incendio de una temperatura casi insoportables. Seiya empezaba a sudar profundamente; pero por suerte su armadura y Cosmos logro protegerlo de lo peor del calor.
El Dios pelirrojo agito su espada de arriba hacía abajo en un barrido infernal hacía Seiya, que esquivo el ataque de llamas moviéndose a un lado, pero se sorprendió cuando vio que ese ataque de fuego se disperso en ráfagas de fuego más pequeño que impactaron hacía él y explotaron. Seiya salió del humo con leves heridas y al ver, Kagutsuchi ya no estaba de pie encima del castillo.
Al ver arriba, Kagutsuchi se había movido a una velocidad que era superior a la del sonido para cortarlo desde arriba, pero gracias a que podía moverse a la velocidad de la luz, Seiya esquivo el corte de su espada y con su Cosmos ardiendo y a una distancia prudente, lanzo un golpe khen.
Pero a mitad del camino, su golpe de Cosmos se deshizo en el aire, para sorpresa de él. Kagutsuchi sonrió ante el rostro que hacía.
-¿Sorprendido, niño? Escuche que los Caballeros destruyen los átomos con su Cosmos, es lo que hace que sus técnicas sean tan peligrosas y necesiten de armaduras, eso que la naturaleza de nuestros ataques sean similares...-.
Esa declaración sorprendió a Seiya. -¿Estas diciendo que...?-.
-¡Si! Mis llamas arden con tanta intensidad que son capaces de quemar los mismo átomos de lo que mis llamas alcanzan o están cerca de ellas, por lo que ningún ataque a distancia servirá contra mi- se jacto el pelirrojo.
Seiya se puso más serio... no esperaba que existiera alguien que pudiera destruir los átomos sin la necesidad del Cosmos, eso demostraba que el mundo era más grande de lo que imagino y los ataques a distancia no servirían... esta pelea se ponía más difícil a cada segundo.
-Pero...- miro de reojo a Amaterasu. -¡No me detendrá de ganar!-.
Ambos se lanzaron de nuevo al ataque.
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(Con Tsunahi)
-Ya he derrotado a la mayoría de los enemigos de mi posición...- informo Tsunahi a través de un Círculo Mágico a sus aliados. -¿Cómo van ustedes?-.
-"Estoy casi terminando por mi lado, han sido una decepción total"- informo Marín.
-"A mi me quedan varios enemigos, pero no serán un problema"- declaro Byakuya.
-"Es lo mismo en mi caso, aunque es porque trato de congelar a tantos enemigos posibles, lo cual resulta un fastidio"- se quejo Toshiro. -"Tsunahi-sama, usted tal vez debería ir a ayudar a los magos con la resistencia de la barrera para que podamos terminar más pronto"-.
-Tienes razón, ahora voy a...- pero detuvo sus propias palabras sentir una presencia poderosa detrás suya... una presencia divina.
Rápidamente se hizo a un lado, esquivando por los pelos el corte de una espada que apuntaba a matarla. Cerró la comunicación para ver a su nuevo oponente. Era un Dios Menor al igual que ella por el aura que liberaba. Su apariencia era la de un adolescente de cabello rojo corto con un haori azul de un faldón gris. En su mano sujetaba la katana que quiso cortarla.
-Tu eres... ¡Iwasaku!- Tsunahi se sorprendió de ver al individuo que reconoció.
Iwasaku fue un Dios Menor que nació de Kagutsuchi cuando este murió por primera vez cuando era un bebé, nació a partir de una roca que fue manchada por la sangre de Kagutsuchi junto a su hermano Nesaku. En cierto sentido, ambos eran los hijos divinos de Kagutsuchi.
-Hola, Tsunahi, ha pasado tiempo, ¿cómo te va?- Saludo el joven pelirrojo con una sonrisa, como si saludara a una vieja amiga que no ve desde hace tiempo.
-¡¿Qué haces tu aquí?! Acaso... ¿apoyas a Kagutsuchi?- Pregunto la pelinegra.
-Si- respondió directo y honesto. -Puede que el viejo no sea el padre más cariñoso del mundo, pero nos llevamos bien y cuando me conto de su plan, inmediatamente quise participar, aunque mi hermano se negó y se marcho. No lo puedo culpar, es un plan loco de mi viejo, pero por eso me gusta-.
-¡¿Cómo te puede gustar que lo sobrenatural de nuestro país se revele y pueda comenzar una guerra que nos acabaría a todos?!-.
-¡Eso es lo emocionante! Mi viejo tiene razón en que los Dioses nos aburrimos con demasiada facilidad, yo he estado aburrido desde que nací, pero esta idea ¡es genial! ¡Poder luchar contra la humanidad como guerrero y ver que lado saldrá ganando, lo sobrenatural o lo "normal" suena emocionante!-.
-Estas loco...-.
-¿Quién en nuestro mundo no lo esta realmente?-.
Tsunahi respiro para calmarse de las tonterías despreocupadas que decía Iwasaku, era claro que apoyaba totalmente a su padre en su plan y estaba aquí para enfrentarla. El problema es que al enfrentarse a otro Dios Menor, no podría contenerse o no ganaría, lo que podría romper la barrera, pero Iwasaku no le iba a dar muchas opciones.
Ella ataco primero: un símbolo Sintoísta apareció detrás suyo del cual salieron llamas azules a los lados y se fueron volando como balas hacía Iwasaku... pero este las repelió con un movimiento de su espada.
-¡Vamos! Se que puedes hacerlo mejor que eso. ¿O acaso te preocupa la barrera que crearon los humanos para tapar todo? Por que si es así se puede arreglar-.
-¡ESPERA!-.
La katana que sujetaba Iwasaku brillo de un color anaranjado de mana y dio un corte hacía arriba, lanzando un corte de energía que se estrello con el cielo de la barrera, haciéndola añicos fácilmente.
Marín y los dos Shinimagis detuvieron sus ataques al ver la barrera destruida, sin ella y con el poder lanzado, los magos e ilusionistas ya no podrán ocultar lo que en verdad esta pasando.
El Dios Menor sonrió arrogantemente, ansioso de ver las reacciones de los humanos al ver que se desataba una batalla digna de una ficción... pero al ver a los humanos que estaban lejos de la zona, bloqueados su paso por la policía, sus reacciones eran iguales.
-¿Qué rayos? ¿Por que no están sorprendidos?-.
Tsunahi también vio con sorpresa y confusión que los humanos no hayan reaccionado a lo que para ellos, debió aparecer de la nada un combate entre seres sobrenaturales. Sintió un círculo mágico de comunicación aparecer cerca de su oreja.
-"Tsunahi, ¿me oyes?"- Era la voz de Susanoo.
-Si. Susanoo-sama, ¿es usted el responsable de que los humanos no vean nada a pesar de que la barrera fue destruida?-.
-"No, ese fue Tsukuyomi con ayuda de Athena. Que suerte que todo esto esta pasando en la noche"-.
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En el Taka no Hama, en el templo del Dios de la Luna, Tsukuyomi estaba usando su autoridad para crear una ilusión alrededor de la zona del castillo para mantener la ilusión de que nada pasaba. Fue una suerte que lograra crearla antes de que Iwasaku destruyera la creada por los magos.
El problema era que mantener oculta tantas presencias poderosas, como Dios no le era un problema, menos de noche, donde es más fuerte, pero si los ataques eran demasiado fuertes o destructivos, ni él podría ocultarlos.
Por eso estaba Athena.
Ambos estaban de pie en el interior del templo, delante de una mesa donde tenía un pozo y veían todo lo que pasaba ahora en la batalla. Athena estaba al otro lado del pozo, con su Cosmos rodeando su cuerpo y su cetro en mano.
Mientras Tsukuyomi mantenía una ilusión para ocultar la batalla, Athena creaba una barrera con su Cosmos alrededor de la ilusión para que ningún ataque salga y golpee a los civiles, de paso, le da la oportunidad a sus siervos de pelear con todo.
-Ahora todo depende de ustedes- pensó el Dios de la Luna.
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Tsunahi escucho la explicación de que hacían los dos Dioses y se sintió aliviada, por un momento tuvo miedo al ver que Iwasaku destruyo la barrera, pero ahora no había nada de que preocuparse.
Iwasaku chasqueo la lengua con fastidio. -Tsukuyomi siempre metiéndose. Nunca me agrado, siempre tan calmado y sereno, ¡es irritante!-.
El circulo de comunicación se fue y la Diosa servidora de Amaterasu miro con furia fría a Iwasaku. Gracias a la barrera de Athena alrededor, podían pelear con todo su poder sin preocuparse de los civiles.
-Iwasaku... solo por respeto a que eres un Dios y porque mi Diosa Amaterasu es alguien piadosa, te daré una última oportunidad de rendirte ahora-.
-¿Para que dices cosas como esa si sabes la respuesta?- Iwasaku enfundo su katana y se puso en posición de ataque, un aura mágica de color naranja lo rodeo. -Una nueva era de batallas esta cerca, y ni loco me daré para atrás-.
-De acuerdo. Respetaré tu decisión enfrentándote, ¡como una Diosa protectora del Panteón Sintoísta!-.
Iwasaku se lanzo hacía ella a gran velocidad, recubierto con su Touki y Senjutsu, desenfundo su katana a gran velocidad en un movimiento de desenfunde para cortarle la cabeza.
Pero su espada, que estaba reforzada con todo su Senjutsu y energía mágica para un único ataque... fue bloqueado por un círculo mágico del tamaño de la mano de Tsunahi.
-¡¿Qué...?!-.
-Algo de lo que tu, y la mayoría de Dioses de todo el mundo pecan, es que nunca entrenan al nacer con gran poder, o si entrenan, es por poco tiempo, conformándose con ese poder- hablo Tsunahi. -Pero yo soy diferente. Desde que comencé a servir a Amaterasu-sama, aprendí que no puedo conformarme solo con mi poder actual y que siempre debo entrenar para ser más fuerte cada día, porque nunca se sabe cuando saldrá una amenaza que ponga en peligro a mi Diosa y al Panteón entero... toda esta situación causada por tu padre, me dio la razón-.
Iwasaku intento retroceder cuando Tsunahi manifestó su aura divina, todos sus instintos gritaron "peligro" al sentir emerger su poder; pero un círculo mágico del tamaño de una persona apareció detrás suyo y cuando su espalda hizo contacto, inmovilizo todo su cuerpo. En un parpadeo, más círculos mágicos apuntándolo mientras Tsunahi elevaba más su aura y levantaba su brazo.
-E-Esto no debería ser así...-.
-No, Iwasaku... en el momento en que tomaste tu espada por tu propio deseo egoísta, no pudo terminar de otra manera- el aura de Tsunahi aumentaba más, haciendo que la zona en el aire donde estaban flotando brillara.
Iwasaku grito de terror y un segundo después, los círculos mágicos liberaron sus ataques contra el indefenso Dios Menor, que se dio cuenta tarde de que eligió enfrentar a un oponente que era peor de lo que imaginaba.
Los ataques crearon una cortina de humo que se extendió gran parte del aire en donde estaban. Tsunahi empezó a bajar la intensidad de su aura, puede que haya liberado demasiado por el enojo que sintió hace segundos, dejo que las emociones la dominarán un segundo; pero al menos sirvieron, al ver el círculo mágico donde antes estaba inmovilizado Iwasaku, no quedo ni polvo del Dios Menor.
-Después tendré que disculparme con Nesaku-dono, pero creo que entenderá- se dijo la pelinegra para si misma.
En el suelo, todos vieron como la mano derecha de Amaterasu acabo sin piedad y con mucha facilidad al "hijo" de Kagutsuchi como si él solo hubiera sido una plaga. Todos estaban asombrados, y en el caso de los servidores de Kagutsuchi, asustados por enfrentar a tal poder monstruoso. Algunos incluso comenzaron a tirar sus armas al suelo y rendirse.
-Recuérdenme nunca hacerla enojar- comento Marín.
-No se podía esperar otra cosa de la mano derecha de Amaterasu-sama. Probablemente el poder de Tsunahi sea el de un Dios de nivel medio-alto- comento Toshiro.
-No se distraigan, aun quedan enemigos- dijo Byakuya, viendo como a pesar de que muchos comenzaron a rendirse, aun habían muchos que querían seguir peleando.
La batalla por este lado ya estaba ganada, sus enemigos solo alargarían su derrota derrochando inútilmente sus vidas, solo quedaba Kagutsuchi.
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(Con Seiya)
El choque de puño y espada en llamas creo una explosión entre ambos que los hizo alejarse un segundo antes de volver a atacarse.
Los dos oponentes chocaban golpes dentro del círculo de fuego con gran velocidad y potencia increíble, Kagutsuchi atacando con su espada en llamas que Seiya bloqueaba por la protección de su armadura o esquivaba cuando las llamas eran demasiado grandes y atacaba con sus puños y Cosmos lo más cerca.
Kagutsuchi sin duda tenía la ventaja en terreno, sentía que el círculo de fuego le quitaba el aliento y el agua del cuerpo a cada golpe que daba y sus llamas eran demasiado peligrosas, aun si su armadura y Cosmos lo protegen, su cuerpo es humano y si esas llamas lo tocan en la cara o logran pasar al interior de la armadura, sería un infierno de dolor para él.
Pero Seiya tenía la ventaja en fuerza y velocidad, dominándolo en esos ámbitos, gracias a que podía moverse a la velocidad de la luz, Kagutsuchi no podía asestarle ningún golpe, solo atacaba en los lapsos en que él se acercaba a golpearlo, ya que al igual que Susanoo, aunque no pueda moverse tan rápido como él, Kagutsuchi podía seguirle el ritmo, bloqueando sus puños. Tampoco podía usar su fuerza superior para abrumarlo, porque en el momento en que lo intentaba, aumentaba la intensidad de sus llamas para abrumarlo y obligarlo retroceder.
-Demonios, Hyoga es el que tiene experiencia lidiando con tipos que controlan el fuego, esto es fastidioso- pensó para si mismo, lo más cercano que ha enfrentado Seiya a un oponente que maneje el fuego antes de Kagutsuchi fue contra Atlas, el Santo revivido por Abel, y ni siquiera lo pudo derrotar solo.
En uno de los choques de puño y espada, Kagutsuchi logro soportar el puño de Seiya con la hoja de su katana, creando detrás de él círculos mágicos de los cuales salieron serpientes de fuego que mordieron a Seiya y explotaron.
Por suerte del castaño, mordieron en partes que cubría su armadura, por lo que no recibió daño, pero Kagutsuchi aprovecho el humo para acercarse con su llameante espada hacía Seiya, quien aunque sintió venir el ataque, no pudo esquivarlo, solo cruzarse de brazos protectoramente, recibiendo el golpe de la espada llameante que lo derribo y mando a estrellar contra el suelo de la dimensión.
-¡Seiya!- Grito preocupada Amaterasu, su hermano no estaba jugado y aunque Seiya pudo mantenerse contra Susanoo, solo fue un combate corto y amistoso, totalmente diferente a este. -Si tan solo pudiera liberarme de estas cadenas...-.
Seiya se sentó en el suelo, apagando las pequeñas brasas que estaban en la punta de su cabello. Apretó los dientes al sentir lo caliente que se sentía los protectores de los brazos de la armadura y como ese calor tocaba su piel.
-¿Muy caliente para ti, amigo?- Bromeo Kagutsuchi desde su posición en los cielos.
-¿De que estas hablando? Apenas si sentí eso- respondió Seiya poniéndose de pie.
-Que bueno, porque aun no hemos terminado...-.
Un círculo mágico apareció frente al pecho de la armadura dorada, del círculo salió una cadena hecha de fuego hasta las manos de Kagutsuchi, y de un tirón, Seiya fue atraído hacía el Dios, quien tenía listo su espada para una estocada mortal.
Aunque no sabía como diablos lo atrajo, Seiya elevo su Cosmos en su puño cuando ya estaba cercad de él. -¡Meteoros de Pegaso!-.
Los meteoros celestes fueron más rápidos que las llamas del Dios en esta ocasión, dándole de lleno y mandándolo hacía atrás, pero las llamas del círculo se elevaron de altura, siendo una especie de muro con el que Kagutsuchi se estrello en vez de seguir adelante.
Seiya volvió a mantenerse en el aire, viendo extrañado como las llamas del círculo se elevaron solas, para proceder a mirar la cadena de fuego y el círculo mágico en su pecho.
-¿Qué es esta cadena?-.
Kagutsuchi se levanto con un poco de esfuerzo, los meteoros lo golpearon bastante y le hicieron más daño del que demostraba, escupió un poco de sangre antes de responder:
-El círculo de fuego es más que solo ser llamativo: es un hechizo de campo que al rodearnos, nos coloca una cadena a ambos discretamente que impide que uno de los dos salgamos del circulo hasta que uno caiga, tu te estrellaste porque el círculo no cubre el suelo, pero de todos modos eres atraído de vuelta al interior por la cadena, y si vas a salir volando, como me lo hiciste recién, las llamas se elevan lo suficiente para impedirlo-.
-Como supuse: tengo que derrotarte para salir de este círculo infernal- resumió Seiya lo único que le importaba. Se limpió el sudor que caía de su frente.
-¿Crees que podrás? Admito que me superas en velocidad, y puede que incluso en poder; pero sigues siendo un humano. Aunque tu armadura te proteja de mis llamas, el calor de estas igual te afecta-.
Seiya no respondió, porque Kagutsuchi tenía razón, pero no le daría el placer de verlo retorcerse, lo acabaría con los siguientes ataques.
Elevo su Cosmos al punto más alto mientras formaba la constelación de Pegaso y reiteraba los Meteoros de Pegaso. Kagutsuchi elevo las llamas de su cuerpo y su espada a tanta intensidad y altura, y lanzo todo ese fuego contra los meteoros celestes. El choque de ataques hacía temblar la dimensión y la intensidad también dañaba el castillo Nijou por lo cerca que era la batalla del antiguo castillo Japonés.
Las llamas del Dios contenían por el momento los meteoros de su enemigo, pero vislumbro algo avanzar por sus llamas. Abrió los ojos como platos al ver la respuesta. ¡Seiya había atravesado su muro de fuego!
El antiguo Pegaso había avanzado junto sus meteoros para acercarse lo suficiente a Kagutsuchi para asestarle un golpe directo, aunque significo cruzar esas llamas infernales, pudo amortiguar la mayoría creando una barrera de Cosmos, aunque no salió ileso, pero logro su objetivo de acercarse a Kagutsuchi lo suficiente para golpearlo.
Por un segundo, Kagutsuchi pareció ver el Universo cuando Seiya se puso peligrosamente cerca suyo.
-¡Cometa de...!- Cuando Seiya iba a lanzar una de sus técnicas más poderosas para terminar el combate, Kagutsuchi hizo algo que incluso para los estándares del Santuario se consideraría cobarde.
Hizo aparecer a Amaterasu atada delante suyo en el poco espacio que los separaba como un escudo. El bastardo usaba a su hermana como escudo para que recibiera el ataque.
A la velocidad que su puño iba no podría detenerlo, por lo que no le quedo de otra que inclinar su cuerpo hacía atrás en el aire en fracción de segundos para que su ataque se lanzara al cielo. Un cometa celeste del tamaño de una persona salió disparada de su puño al aire hasta chocar con algo en el cielo que detuvo su impacto, pero hizo temblar la dimensión. Parece que la Dimensión de Bolsillo tiene sus limites de tamaño.
Kagutsuchi aprovecho que su enemigo no ataco para su turno. Aparto a Amaterasu y coloco el filo de su espada encima de la armadura dorada desde el hombro.
-¡Técnica infernal: Gurenkanina!-.
La hoja de metal se rodeo de llamas y descendió en corte a su enemigo, creando una explosión de llamas tan potente y salvaje que incluso lo hubieran quemado a él de no ser el Dios del Fuego.
-¡HAAAAAAAA!- Seiya grito de dolor, aunque su armadura lo protegió de la letal explosión, las llamas de la técnica pasaron por debajo de los pequeños espacios de la Cloth y quemaron directamente su piel. Quemaban su piel con una intensidad y ardor en su piel que nunca había sentido, las llamas de Atlas no se comparaban en nada a estas.
Sagitario habría caído al suelo de no ser por la magia del círculo de fuego que lo obligo a seguir de pie. Kagutsuchi no perdió el tiempo y siguió atacando: cubrió su puño de fuego y golpeo a un aturdido Seiya en el rostro, mandándolo a estrellarse contra el muro de llamas que evito que fuera muy lejos. Cuando Seiya caía un poco del impacto, Kagutsuchi hizo surgir llamas debajo de él que se elevaron y lo cubrieron, calentando demasiado su armadura y quemando su rostro.
Parecía que esas llamas fue lo que se necesito para que Seiya reaccionara e ignorara el dolor para actuar. Elevo su Cosmos y lo concentro en las alas de su armadura... hora de usar una de sus nuevas técnicas.
-¡Impulso de Luz de Quirón!- Liberando una gran cantidad de Cosmos de las alas de Sagitario y manipulándolo, creo un poderoso viento dorado que al estar hecho de Cosmos, no avivo las llamas, sino que las aparto de él y sacudió el anillo de fuego que los rodeaba, el torbellino masivo y de fuertes vientos se acerco a Kagutsuchi y lo arrojo contra el suelo de abajo, siendo atraído segundos después de estrellarse de vuelta al círculo.
Kagutsuchi escupió más sangre de la que quería, se salvo apenas del último ataque, y si no fuera porque esa técnica buscaba repeler las llamas más que dañarlo, ese torbellino le pudo haber dejado peor; pero estaba mejor comparado a su enemigo con quemaduras.
-Eres un cobarde...- escucho a Amaterasu escupir esas palabras. -¿No dijiste que querías que Japón volviera a tener esa gloria y honor de samurái que tu viviste? ¿Dónde esta el honor de en usar a un rehén como escudo para evitar un golpe? Has caído bajo, hermano-.
-¡Cállate! ¡Tu no puedes decirme nada, Amaterasu! Tu has vivido de lujos y una vida cómoda y eres querida por todos, yo gane mi poder y reputación por mis propios méritos, así que no tienes derecho a decirme nada-.
La Diosa del Sol se quedo callada, no solo porque no podía negar del todo las palabras de Kagutsuchi, sabe que comparado a él, ella ha tenido una vida privilegiada, pero tampoco es que la haya tenido fácil. Tuvo que luchar con uñas y dientes para ganar el puesto de líder de su panteón y demostrar todo el tiempo su autoridad para que nadie cuestionara su posición.
La otra razón por la que guardo silencio fue para estudiar las expresiones de Kagutsuchi. Tenía respiración entrecortada, sudaba, y era imposible que fuera por el calor de sus propias llamas y podía notar como algunas heridas en su cuerpo, incluyendo las que la última técnica de Seiya le dio, seguían sangrando un poco.
Su hermano había entrado en pánico cuando Seiya paso sus llamas para golpearlo, claramente no lo esperaba y por eso recurrió a una táctica tan cobarde como usarla como escudo. No cree que subestimo al Santo, sino que Seiya era más poderoso de lo que imagino e impredecible, no conoce a nadie que se atreviera a cruzar las llamas de su hermano para poder acercarse lo suficiente para golpearlo.
Con el castaño. Apenas se mantenía flotando con las alas, pero estaba fatigado, las quemaduras han sido horribles para su cuerpo, y aunque las heridas no lo detendrían para seguir peleando, el problema era que supero su resistencia al calor y ya estaba agobiante: veía todo borroso y no podía mantener la mirada fija, incluso su cuerpo empezó a tambalear.
-Parece que ya fue demasiado calor para ti, chico- dijo Kagutsuchi al notar que Seiya ya estaba enfermo del calor de sus llamas. -Diste una buena pelea, la mejor que he tenido en siglos, así que te recompensaré con una muerte rápida y sin dolor-.
-¡Espera, Kagutsuchi!- Grito Amaterasu, las cadenas mágicas que la retenían se frotaron cuando intento liberarse.
El Dios ignoro el grito mientras enfundaba su katana para terminar la pelea con un ataque de desenvaine; pero una intensa luz en el cielo detuvo sus acciones. Todos vieron hacía arriba, pudiendo ver una figura descender de la luz cerca del Santo.
-¡Tus acciones terminan de una vez y para siempre, Kagutsuchi!- Declaro Athena con firmeza, apuntando el cetro Nike al Dios del Fuego.
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(Momentos antes)
Cuando el Cometa de Pegaso choco con el límite del cielo de la Dimensión de Bolsillo, había liberado una onda de Cosmos al exterior que Saori sintió desde el templo de Tsukuyomi.
-¿Pasa algo, Athena?-.
-Siento el Cosmos de Seiya, esta luchando contra Kagutuschi, pero parece tener complicaciones en el combate-.
-Debo alabar el poder de tu Santo, Athena. No muchos pueden pelear contra Kagutsuchi a todo su poder, menos seres que no son Dioses-.
Saori asintió, confiaba en el poder de Seiya, pero por lo que sintió en esa onda de Cosmos, parecía tener complicada la pelea, además que si sigue el rastro, puede entrar a la Dimensión de Bolsillo y ayudar a rescatar a Amaterasu.
-Lamento preguntarte esto, ¿pero puedes mantener la ilusión sin mi barrera?-.
Tsukuyomi sonrió reconfortantemente. -No me subestime Athena, que no domine el Cosmos no me hace un Dios débil, mucho menos de noche, podré con el resto por mi cuenta, además que nuestros servidores ya están a punto de terminar con los enemigos que quedan. Usted ayude a su Caballero y a mi hermana-.
Athena sonrió, y dejo de elevar su Cosmos en la barrera, para luego ser rodeada de su Cosmos divino, separando su espíritu de su cuerpo para seguir el rastro del Cosmos de Seiya.
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Kagutsuchi apretó los dientes. No esperaba que Athena en persona lograba entrar a esta Dimensión, aunque por su apariencia fantasmal no estaba aquí en cuerpo, sino en alma. Tal vez podría usar eso a su ventaja.
-No esperaba que aparecieras, Athena. Aunque me gustaría ver que tan bien te desempeñas en un combate, ya he perdido mucho tiempo- el pelirrojo apunto la espada a la Diosa. -Tengo que regresar el castillo Nijou y mostrarle a toda la humanidad la farsa de paz en la que han estado viviendo engañados-.
-Kagutsuchi... aunque tus intenciones sean puras, el método por el que quieras cumplirlas no lo es, solo traerás caos al país y al mundo. Tu deseo de venganza no esta injustificado, pero deberías dirigir esa ira al culpable, no a personas inocentes, tanto en el mundo humano como el sobrenatural. Que hayas tenido una vida de aburrimiento como Dios o añores tu pasado no es excusa-.
-Je... tal vez tengas razón, ¿pero que otra cosa puedo hacer? Tu tienes suerte, Athena... reencarnas como humana, tu piel es humana, sientes lo mismo y vives como ellos, eres uno de los Dioses más humanos que existen y tienes mis respetos por déjame preguntarte algo... ¿realmente somos libres?-.
Saori miro con algo de duda al Dios, mientras ayudaba discretamente con su Cosmos a sanar a Seiya para que recuperara los sentidos.
-A diferencia de los humanos, las razas sobrenaturales, e incluso los Dioses, estamos atados a nuestros papeles, no solamente dictado por nuestros superiores, sino a los papeles que el destino nos dio desde que existimos. Yo no elegí ser el Dios del Fuego y tu no elegiste ser la Diosa de la Guerra. ¿Debemos vivir de acorde a nuestro papel como Dioses o podemos elegir nuestro propio destino?-.
La mirada de Kagutsuchi se relajo un momento mientras monologaba...
-Los humanos son los que dictan del destino del planeta, sus acciones serán las que en el futuro decidirán si estamos condenados a la extinción o a la prosperidad, ¿y nosotros que? Tan solo nos divertimos con su sufrimiento, otros los apoyan en secreto y muchos son los supuestos villanos... quería intentar ser quien guiara a los humanos, no del mundo, sino de Japón, el país donde viví como humano, quería demostrar que podía llevar a una era de honor, que aunque estuviera constituida en combates y matanzas, podía abrir el camino a un futuro más glorioso, ahora que casi toda la humanidad nos considera un mito o viejas historias que se mezclan. Incluso si yo no lo hacía o fracaso en este instante, tarde o temprano aparecerán otros que intentaran lo mismo que yo, aunque no de la misma manera o con los mismos motivos-.
-¿Aun cuando significara casi destruir el estatus quo y el equilibrio de lo sobrenatural en Japón que tanto nos ha costado mantener?- Pregunto Amaterasu. En su mirada y voz no había enojo, sino más bien comprensión por las palabras de Kagutsuchi.
-Si- Kagutsuchi suspiro, alzando la mirada al cielo de la Dimensión un momentos antes de que sus ojos se encontraran con los profundos ojos azules de Athena. -¿Esta mal añorar el pasado? ¿Esta mal querer un futuro para la humanidad en que yo participe, aun si no parece lo mejor para ellos? ¿Esta mal desear algo con tanto fervor? Dime Athena, ¿nunca has deseado algo, o a alguien, con tanta intensidad que dejarías todas tus responsabilidades y títulos como Diosa solo por tenerlo?-.
Saori se mordió el labio con tanta fuerza que de ser su cuerpo, hubiera sangrar porque... Kagutsuchi tenía razón.
Desde que experimento lo que es ser humana, en el fondo de su ser, ha anhelado vivir como ellos, experimentar esos pedazos de felicidad que para un Dios son insignificantes, pero para un humano son la felicidad pura donde responsabilidades y proteger el planeta no importaban; p ero sentía que traicionaba su juramento y a todos sus Santos al desear algo como eso... pero sobre todo... en el fondo de su ser, una de las más importantes razones por la que Athena deseaba ser humana, es que no habría nada para impedirle estar junto a...
-¡Tu no tienes derecho a imponernos tus deseos egoístas!- Cuando parecía que las dos Diosas estaban de acuerdo con el deseo de Kagutsuchi, fue Seiya quien grito en desacuerdo. -¡El futuro del que tu hablas no será bueno con la humanidad, sino contigo!-.
-Tu no sabes nada, mocoso...-.
-No entiendo de cosas complicadas y tampoco entiendo la mentalidad de los Dioses, ni me interesa entenderla, pero si puedo ver que a ti no te interesa el futuro, tu añoras el pasado y quieres recrearlo por tu bien. ¡Eso no es por el bien de la humanidad, es por tu propio bien! ¡Ningún humano desearía estar en una época de guerra eterna! Incluso los humanos del pasado libraban guerras para que su gente tuviera un futuro mejor, lo que tu dices es egoísmo-.
Las guerras no siempre han sido por el deseo egoísta de los líderes que gobiernas las potencias: las revoluciones, las rebeliones, las guerras por independencia. Esas guerras han sido porque la gente que las comenzó no podía tolerar que vivieran oprimidos y sin esperanza entre su gente, porque querían ser libres y decidir sus propios destinos, ese tipo de guerras comenzaron, no por el deseo de poder, sino por el deseo de libertad y un futuro mejor.
-¡Los humanos son egoístas y violentos por naturaleza! ¿Quién dice que no comenzaran otra guerra en el futuro? ¿Quién asegura que no consumirán los recursos del planeta hasta matarlo? Ustedes culpaban a los seres sobrenaturales por todo lo malo que les pasaba en el pasado, pero la humanidad estaba condenada a pudrirse y destruirse por si misma sin la involucración de un factor externo. Son incapaz de trabajar juntos a menos que una amenaza mayor a ustedes los obligue- Kagutsuchi se veía furioso por las replicas de Seiya.
-Tal vez tengas razón, pero tu y el resto de seres sobrenaturales solo ven lo malo de la humanidad, no el bien que crean- espetó Seiya. -Puede que la humanidad haya cometido errores imperdonables en el pasado y puede que lo vuelvan a hacer en el futuro como dices. ¡Pero! También han existido muchas personas a lo largo de la historia que solo han deseado el bien del mundo, de las personas y sus familias, que han peleado y sacrificado sus vidas por eso. Incluso en la actualidad, muchas personas hacen su mejor esfuerzo por el bien de las personas y el planeta sin esperar reconocimiento y la gente siempre se esfuerza para ser mejor que en el pasado-.
Siempre se sopesa más el mal que el bien, la gente tiende a olvidar que aunque pasen cosas malas tanto en el pasado como en la actualidad, siempre hay acciones buenas y desinteresadas que no se le toman la importancia que merecen.
Donde hay un tirano, hay un revolucionario. Donde hay un Villano, hay un Héroe, donde hay un asesino, hay alguien que protege.
Si. Tal es el poder y voluntad de gente que solo quiere buenas acciones, que incluso son capaces de pelear y mancharse las manos de sangre para que nadie lo haga.
-Si. Porque soy humano y poseo un poder más allá de lo humano, es que tengo una responsabilidad de usarlo correctamente, no porque Athena o alguien me lo haya impuesto, sino porque yo lo elegí...- Seiya finalmente entendía la importancia de su puesto, el verdadero deber y el peso de un Santo Dorado. -¡Yo elegí seguir peleando como un Caballero de Athena! Ni Saori ni nadie me obligo, ¡yo elegí! Así como tu, Kagutsuchi, que elegiste ser un Dios-.
-¡¿Qué yo lo elegí, dices?!- Repitió el pelirrojo furioso por esa declaración. -¡Fue Amaterasu quien me trajo al Taka no Hama y me convirtió en Dios! Yo solo acepte porque era una oportunidad única, pero nunca lo hubiera hecho si hubiera sabido lo que conllevaba-.
-¡Pero elegiste seguir siendo un Dios!- Las palabras de Seiya sorprendieron y confundieron a Kagutsuchi. -Pudiste elegir pedirle a Amaterasu que te devolviera tu humanidad y te dejara en la Tierra al no sentirte conforme con los otros Dioses, pudiste elegir proteger a la humanidad en vez de imponer tus ideales a ellos, pudiste elegir guiarlos de una mejor manera, una manera más pacifica sin tener que crear caos, ¡y tu elegiste todo lo que paso en tu plan hasta ahora! ¡No vengas a excusarte con que sufriste y no te dejaron opción Kagutsuchi, porque siempre podemos elegir nuestro destino, aunque parezca lo contrario!-.
Kagutsuchi estallo en llamas ante las palabras de Seiya, furioso por ese arrebato. ¡¿Quién se creía este niño de decirle esto?! ¡Él no ha vivido siglos en aburrimiento, él no ha dejado su hogar para ascender a algo que creyó hacerlo feliz, pero fue lo contrario! ¡Nadie lo entiende, y nadie lo detendría!
-Si tienes en que yo elegí todo... ¡entonces yo elijo quemarte vivo!- El anillo del fuego se desvaneció, el fuego que lo componía, más las llamas que salían de Kagutsuchi se concentraron y adentraron en su espada. -¡Terminaré esto con mi técnica más letal!-.
-¡Uno siempre puede elegir luchar por su futuro, así como elegir el camino a seguir!- Seiya empezó a arder al máximo su Cosmos. En su mano izquierda apareció el Arco Dorado de Sagitario y en su mano derecha una flecha dorada que tensó en la cuerda. -¡Saori, aleja a Amaterasu y ambas estén seguras, tenemos que devolver el castillo a su lugar!-.
-¡De acuerdo!- La pelilila iba a ser eso, pero antes... -Seiya, tus palabras... me conmovieron, me alegra ver cuantos has crecido y cuanta fe tienes en las personas. No podría estar más orgullosa de llamarte mi Caballero-.
-Si pude llegar a esta conclusión, fue solo por las palabras que me dijiste antes, Saori. Tu elegiste pelear por la humanidad y guiar a tus Caballeros para protegerlos de los Dioses Malvados, aun cuando podías elegir vivir como una humana. Yo solo sigo tu ejemplo de pelear por la justicia en la que creo-.
Saori sonrió... por un momento casi se convence de un falso sueño, pero Seiya tenía razón. Ella eligió su destino, tanto en la Era del Mito como en esta época, eligió luchar por la humanidad como Athena no porque su destino, su abuelo o alguien más la obligo, sino porque fue su decisión creer y luchar por un mundo mejor.
Aunque eso signifique que a veces deba renunciar a sus anhelos, su deseo de luchar y las esperanzas que eligió cargar sobre sus hombros son el precio justo.
Athena tomo a la encadenada Amaterasu, aunque cuando su mano hizo contacto con las cadenas, salieron chispas que la repelieron. La Diosa Griega frunció el ceño, estas cadenas eran más que simples cadenas si tienen la fuerza para retener a una Diosa como Amaterasu, por lo que uso su Cosmos para hacer flotar a la Diosa Sintoísta y alejar a ambas de lo que sería el gran y último choque de poder de esta pelea.
Kagutsuchi seguía almacenando todas las llamas dentro de su espada mientras Seiya elevaba al infinito su Cosmos y lo reunía en la punta de la flecha dorada, como tantas veces hizo en el pasado para derrotar a otros Dioses.
-¡Los humanos solo son corderos que buscan a alguien que los lidere, solo viven una existencia aburrida que espera a morir! ¡Yo pude darles un sentido a esa existencia y hacer que Japón recordara sus costumbres!- Ladro Kagutsuchi.
-¡Tu solo te preocupas por ti mismo! Aunque tus intenciones puedan ser justas y tengas razón en algunas cosas que me dijiste en la cafetería, ¡las personas, tanto humanos como sobrenaturales, deben decidir por si mismos! ¡Ser controlados por Dioses egoístas como tu solo nos llevaría a la muerte!- Grito Seiya.
-¡Ya estoy harto de ti! ¡¿Quién te crees que eres para desafiar a los Dioses?!-.
Si... en este momento, es cuando Seiya ya sabe bien quien es, finalmente se conoce a si mismo a la perfección y su camino a seguir.
-Yo soy Seiya... ¡el Santo Seiya! ¡Y esta flecha será la que guiará al Santuario y al Panteón Sintoísta a una nueva era, JUNTOS!-.
-¡Muéstrame esa determinación de la que tanto hablas, Santo Seiya!- Kagutsuchi estaba listo... este sería su último ataque. -¡Técnica infernal: Ryujin Jakka!-.
Kagutsuchi levanto su katana y la descendió, liberando todo el fuego que almaceno dentro de la hoja como un mar de llamas que iba con el único objetivo de incinerar hasta el alma de su enemigo.
Pero Seiya no se intimido.
Él ha enfrentado a muchos Dioses que para otros hubieran muerto: hirió al Emperador de los Mares, derroto junto a sus amigos al falso Dios del Sol, venció al Dios de la Muerte que disfrutaba quitando vidas y sobrevivió a la espada del Rey del Inframundo.
Estas llamas no lo intimidarían, porque su voluntad era más fuerte y su Cosmos hervía más que cualquier fuego.
-¡Perfora las estrellas! ¡Flecha Estelar de Sagitario!- Seiya soltó la flecha, saliendo disparada emanando un gran Cosmos dorado que hacía parecer que era una estrella surcando el cielo.
Cuando la punta de la flecha y las llamas salvajes se encontraron, se libero un gran choque de poder que hizo temblar toda la Dimensión de Bolsillo, el poder de tal choque incluso se sintió afuera de la Dimensión, todos los seres sobrenaturales de Japón sintieron ese choque, incluso algunos seres importantes de otros Panteones sintieron ese gran poder.
Y en choque de poder, Kagutsuchi se embeleso por la luz dorada que irradiaba la flecha que se mezclaba con la luz de sus llamas... y fue cuando vio algo en esa mezcla de luces... una visión de un futuro...
Una armadura dorada de grandes alas como de un ángel junto a otras 4 armaduras doradas, todas irradiando un aura divina, y a pesar del poder que transmitía, incluso en esa visión, Kagutsuchi sintió lo que transmitían...
Esperanza.
Esa visión solo fue vista unos segundos del choque, siendo reemplazada por la realidad, donde la voluntad y Cosmos de Seiya depositados en la flecha fueron superiores a las llamas del Dios del Fuego, partiéndolas a la mitad avanzando por su camino, la punta de la flecha clavándose en el corazón del Dios del Fuego, quien dio un grito ahogado.
Y todo se rodeo de luz.
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En la realidad, Marín y los demás ya habían terminado con los servidores de Kagutsuchi, gracias a la barrera de Athena alrededor de la ilusión, pudieron pelear de mejor manera y terminar mucho más rápido. Algunos servidores de Tsukuyomi y otros Shinigamis del Taka no Hama llegaron para llevarse a los heridos y los que se rindieron, así como tratar de limpiar el terreno de cadáveres.
Una intensa luz surgió de repente en el espacio vacío, y un segundo después, el castillo Nijou estaba de vuelta, con algunos daños visibles, y tres figuras flotando en el aire, aunque una pronto cayó secamente al suelo y otra parecía seguirle, de no ser porque la tercera figura tomo a la segunda y descendieron lentamente.
Al estar al nivel del suelo, pudieron ver que eran Seiya y Amaterasu, donde la Diosa del Sol Sintoísta ayudaba al castaño que tenía quemaduras visibles y graves, además que sudaba peor que un perro en verano. El alma de Saori volvió a su cuerpo cuando la Dimensión de Bolsillo se rompió.
-¡Amaterasu-sama!- Tsunahi y otros individuos se acercaron a la Diosa angustiados por su bienestar, pero aliviados de verla bien.
-Hola, Tsunahi, lamento haberlos preocupado, a todos- se disculpo la pelinegra con una pequeña sonrisa. -Pero ya termino-.
Todos vieron al primer cuerpo, que era el de Kagutsuchi que había muerto al ser atravesado por la flecha dorada, que se desvaneció en partículas al alcanzar a su objetivo.
-Esta realmente muerto... es difícil creerlo- comento Tsunahi al ver el cadáver del hermano de su Diosa. Su incredulidad era normal. Ningún Dios había muerto desde que comenzó la Era del Hombre, aunque han habido rumores de que el Panteón del Olimpo habían muertos unos pocos Dioses.
Y todos esos, a manos de la misma persona que volvió a cometer la acción de matar a un Dios, esta vez de sus tierras.
Todos vieron a Seiya, que sudaba de manera peligrosa y estaba a nada de quedar inconsciente, perdió demasiada agua de su cuerpo y las heridas de las quemaduras estaban sintiéndose al fin al pasar la adrenalina.
-Ganamos, pero no se cuales serán las consecuencias de que Kagutsuchi este muerto... pero él tenía razón en algo... y es que probablemente comenzará una nueva Era, y que la humanidad jugará una parte importante de eso... creo que debemos ser más proactivo con respecto a las otras facciones-.
-Pero no estará sola en esto, Diosa Amaterasu- hablo Marín. -Puedo asegurarle que Athena y todo el Santuario apoyará al Panteón Sintoísta, como los aliados que ahora somos-.
-Y lo mismo va para ustedes. Si el Santuario esta en problemas o necesite ayuda, el Panteón Sintoísta responderá al llamado-.
-Será mejor retirarnos pronto. Él necesita atención de inmediata y hay que encontrar la manera de explicar todo lo que paso, esperemos que el gobierno de Japón nos ayuden y logren persuadir al público civil- hablo Toshiro.
Todos asintieron y por un círculo mágico se retiraron del lugar.
Ese día sería recordado por los civiles de Japón como un pequeño intento terrorista a Kyoto, pero que fue detenido por los oficiales de la ciudad con ayuda de las familias más antiguas, y todo el Panteón Sintoísta como casi uno de los suyos rompe el mayor tabú de lo sobrenatural; pero fue detenido gracias a la ayuda de un Japonés, que a pesar de servir a otro Panteón, peleo fervientemente por el Panteón de su país, volviéndose un héroe para ellos.
Y lo que nadie todavía se da cuenta, es que este día también sería un punto importante para la historia del mundo, ya que marcaría un antes y un después en la historia del Santuario y de todo lo sobrenatural... sería el pequeño paso para un futuro mejor.
....................................
N/A: 9000 palabras, si que estuve inspirado para este capitulo.
Originalmente pensé hacer la batalla de Seiya y Kagutsuchi en dos capitulos, pero me sentí que no sería lo mejor y decidí que fuera todo el capitulo, aunque se volvió más largo de lo que pensaba, valió la pena.
Y ya con esto terminaríamos el mini arco, el siguiente capitulo será las reacciones de todos tras escuchar la historia de Seiya y también ciertas cosas que paso después de la batalla.
Estoy seguro que muchos se sorprendieron cuando Seiya ejecuto una de las técnicas de Sísifo de TLC. Como dije, no tomaré a personajes de esa obra, pero si algunas temáticas y técnicas. De como Seiya conoce esa técnica si ni Aioros o Gestalt, que son los dos Santos de Sagitario anterior a él la sabían, se explicará más adelante.
Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.
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