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Capitulo 14

Luego de escapar exitosamente del Inframundo, Mei y Shun se reportaron de inmediato delante de la sala patriarcal, donde Athena los recibió cálidamente con un abrazo. Algo que como Diosa no debería hacer, pero para ella no eran solo unos Santos, eran miembros de su familia, tanto dentro del Santuario como fuera.

-Me alegro verte sano y salvo Mei, por un momento me preocupe de lo que te podrían haber hecho- dijo Saori feliz de verlo a salvo al peliazul.

-Perdón por preocuparte, Saori, pero estoy bien, por suerte- respondió Mei.

-Mei, ¿pudiste averiguar algo mientras estuviste aprisionado por Perséfone?- Pregunto Nicole, no quería sonar insensible, también se alegraba de la recuperación de su amigo, pero cualquier información era vital.

-Como era obvio, Perséfone lidera los Espectros de Hades, además que el Cuarto Juez del Inframundo llamado Triptolemos, es fuerte- Mei señalo con sus manos su armadura para que vieran las fisuras que tenía, dando a entender su último punto. -También, la señora del Inframundo me tentó-.

-¿Te tentó?-.

-Si, quería que me comiera la granada del Inframundo, la única fruta que crece en ese lugar de muerte y atar mi alma al Inframundo. Por supuesto que me negué y ella tampoco podía obligarme a comérmela, ya que para que la granada tenga su efecto, uno debe comerla voluntariamente. Tuve suerte que Shun viniera a mi rescate rápido, no creo que ella sea la más paciente de los Dioses-.

Saori asintió, apenas tenía recuerdos de la Era del Mito de su hermana Perséfone; pero después de estar tantos siglos como esposa de Hades, tampoco creía que ella se mantuviera paciente y pura de alma.

-Aunque... creo que yo si descubrí algo- menciono Shun.

-¿Qué cosa?- Pregunto el Patriarca.

-De camino, me encontré a tres Espectros que derrote y me dieron la ubicación de la prisión donde estaba Mei, pero antes alcance a oírlos hablar sobre los Demonios y que Perséfone esta involucrada con ellos... puedo equivocarme pero, ¿tendrán tal vez una alianza?-.

-Pero Seiya y Kiki confirmaron que los Demonios en Kuoh no eran malignos-.

-¿TODOS los Demonios? Además, aun desconocemos mucho de los altos mandos del Inframundo y del resto de las Facciones- ante el argumento de Mei, nadie pudo objetarlo.

-Mei tiene razón, es por eso que me reuniré con los líderes en la reunión que harán- declaro Athena.

-¡¿Qué?!- Exclamaron ambos Dorados que no tenían ni idea de las intenciones de su Diosa.

-Seiya nos lo dijo en la mañana, que los lideres de las tres facciones harán una reunión para tratar el atentado de paz que un Ángel Caído hizo, además de asegurar finalmente la paz entre ellos. Athena fue invitada, para así poder sellar una relación entre el Santuario y el Panteón Bíblico- explico Nicole.

-Pero es muy peligroso en esta situación, donde podemos recibir un ataque de los Espectros y Athena quedaría expuesta, ya que de Grecia a Japón es casi todo un día, aun con jet privado- protesto Shun.

-No te preocupes, no viajare en un avión- ante la cara de confusión de los dos Santos, y del mismo Nicole, Athena decidió mostrarles algo. -Miren...-.

Extendió la mano hacía adelante, y para sorpresa de todos, un escudo del símbolo Ying-Yang apareció en la mano de Athena y de este salió un fuego azul que se disparo al centro de la sala y se dividió en 9 nuevos que formaron un circulo alrededor.

-¿Qué es eso?- Pregunto Mei, esas llamas no eran llamas infernales, además que no sentía cosmos en ellas, pero si otro tipo de energía.

-Athena, ¿eso es...?- Pregunto Nicole.

-Si, Amaterasu me ha estado enseñando Senjutsu estos últimos años, pero debido a las obligaciones de cada una como Diosas, hemos avanzado muy lentamente- Saori cerro su mano, apagando las llamas. -No puedo llamarme una experta todavía, pero es muy útil-.

-¿Que le enseñe Senjutsu tiene que ver con parte de la alianza?- Pregunto Shun.

Saori asintió. -Así como me ha enseñado a usar Senjutsu, yo le he estado enseñando a Amaterasu sobre el principio de la destrucción del cosmos-.

Los tres varones abrieron los ojos sorprendidos y un poco asustados. Que Athena aprenda a usar el Senjutsu es una cosa, ya que por lo que han visto, no es tan difícil de dominar como el cosmos, pero que ella le enseñe a otra Diosa el uso del cosmos, que es un conocimiento exclusivo del Santuario y del Panteón Griego si es de alerta.

-¡Athena, pero eso es...!-.

-Si lo que dirás Nicole, y reconozco que no fue mi idea; pero Amaterasu esta compartiendo sus conocimientos conmigo por nuestra alianza, no sería justo y bien visto si yo no comparto el mismo tipo de información con una aliada. Esto es un secreto entre nosotras por ahora, ni sus hermanos saben que me enseña a usar el Senjutsu. Si yo les cuento esto, es porque confió en ustedes- dijo Athena con un tono serio.

-¿Pero no es peligroso que le enseñe el cosmos? ¿Qué pasa si ella se lo enseña al resto de Dioses y a sus tropas? Se volverían demasiado fuertes- dijo Mei, él no conocía a esa Diosa a diferencia de Seiya y sus hermanos, así que no podía confiar mucho en ella.

-No te preocupes, de hecho, es lo acordado-.

-¿Qué?-.

-Acaso... ¿usted y Amaterasu-sama planea enseñarles a la otra los conocimientos de cada una, para luego enseñarles a sus ejércitos?- Fue la conclusión que saco Nicole al analizar todo lo dicho por anterioridad por Athena.

-Así es-.

-¡Pero sigue siendo peligroso! Aun con una alianza, dar el conocimiento del cosmos así de fácil es imprudente, Athena-.

-No te preocupes, Nicole, también pensé eso, y no hay problema- aseguro Athena.

-Cuando dices "no hay problema", ¿que quieres decir exactamente, Saori?- Pregunto Shun con calma.

-A pesar de que yo le enseñe el uso del cosmos a Amaterasu, solo le enseñare a despertar su cosmos y a dominarlo un poco, el de expandirlo más o enseñarle a alguien dependerá de ella, y aun así, tomara mucho tiempo- Amaterasu recién había despertado su cosmos, aun siendo una Diosa, le tomaría mucho tiempo controlarlo y apenas incrementarlo. -Además, nosotros aun tenemos una ventaja que otros no-.

-Las armaduras...- termino Shun, entendiendo mejor el plan de Saori.

A pesar de que todos los Santos tienen el poder del cosmos en su interior y es lo que les da fuerzas, las armaduras son vitales para eso, ya que permiten una mejor elevación del cosmos, así como mantener el cosmos base de uno al nivel cósmico correspondiente, aparte que al estar conectadas a las estrellas, les dan poder a los Santos y les permiten crear/usar las técnicas creadas a base de dicha constelación.

Así que, aunque Amaterasu, y todo el Panteón Sintoísta y sus hombres aprendieran a despertar y usar el cosmos, despertar siquiera el Séptimo Sentido sería una hazaña muy difícil, casi imposible, además no podrían mantener el nivel de cosmos tanto tiempo y tampoco podrían crear técnicas tan poderosas como las que usan los Caballeros.

Y a diferencia de ellos, el Senjutsu no es tan difícil de aprender como el cosmos, así que varios, o todos los caballeros podrían aprenderlos y hasta usarlas perfectamente, tal vez no al mismo nivel que un Yokai, pero sería un leve aumento de habilidades.

Era un ganar-ganar para ambos lados, pero el Santuario tenía más ventaja.

-Athena, usted es diabólica- sonrió Mei. Athena era la Diosa de la estrategia por algo.

Saori sonrió, como una chiquilla que hizo una travesura. -No se de que hablas, Mei-.

-Creo que nos fuimos por las ramas- aunque Nicole estaba aliviado de que no supondría una amenaza que otro panteón aprenda el cosmos, no era el tema a tratar. -¿Qué tiene que ver el Senjutsu con viajar a la ciudad de Kuoh?-.

-Cierto- a Saori casi se le olvida ese detalle, sacándole una gota de sudor a los varones. -Amaterasu me enseño a usar un circulo especial para teletransportarme del Santuario a uno de sus templos en la ciudad. Es como los círculos de teletransportación mágica que usan los Demonios, pero este usa Senjutsu en lugar de magia-.

-Entiendo; pero aun así no apruebo que usted vaya sola, aunque Seiya y Kiki estén en la ciudad- dijo Nicole.

-Lo se, por eso Shoko y Mii, me acompañaran. También me gustaría que vinieras tu, Mei- respondió la peliila, mirando a Cáncer.

-¿Yo?-.

-Tu armadura esta dañada, además que Perséfone volverá a atacarte, así que sería más seguro que me acompañes, mi hermana no es tan tonta para atacarme directamente. De paso, Kiki puede reparar tu armadura-.

El Santo de Cáncer no veía fallas en esa lógica.

-Si esa es su voluntad, entonces no la voy a contradecir-.

Con la orden de retirarse, Virgo y Cáncer salieron de la sala patriarcal, dejando a Saori y Nicole a solas. Aun había algo que no cuadraba en todo esto.

-¿Por que la Reina del Inframundo quiere a Mei? Pudo matarlo y eso hubiera sido un fuerte golpe para el Santuario, pero lo dejo vivo por una razón- cuestiono el Patriarca.

-No lo se, ha pasado tanto desde la última vez que tuve algún contacto con Perséfone, además que no dudo que su tiempo en el Inframundo la cambio... ya ni siquiera creo conocerla como creía- susurro la Diosa con tristeza en su voz. -Pero no podemos subestimarla, mi hermana no es una guerrera como yo; pero puede tener trucos que no sepa-.

-Lo bueno es que es imposible que sepa que ira a Kuoh- destaco Nicole. -¿Cuando planea ir?-.

-En dos días más, ya que Heracles me pidió verlo mañana, dijo que hay algo que quiere decirme-.

Nicole asintió, el Dios de la Fuerza es aceptado de buena manera en el Santuario por ser un aliado de Athena, además de pertenecer a la primera generación de Caballeros Dorados que se formo en la Era del Mito.

(...)

Mei caminaba de vuelta a su templo, ya estaba caminando las escaleras que daban de Leo a Cáncer, donde alcanzo a ver a Ikki, que solo lo miro un momento antes de darle el pase, sabía que eso era lo máximo de preocupación que recibiría de él. Aunque se acostumbro como el resto de sus hermanos al carácter serio del antiguo Fénix.

Al menos es un poco más abierto que antes, volverse el guardián de Leo mejoro un poco su contacto con otros, pero solo un poco.

-¿Hm?- Cuando llegó a la salida de la Cuarta Casa, sintió el cosmos de alguien en el interior del recinto privado que solo los Dorados y las doncellas del templo tienen permiso de entrar. Ya era de noche y la Luna se podía ver claramente desde cualquier lugar de las Doce Casas. -Las doncellas debieron de ser retiradas hace mucho-.

Camino con cuidado para no alertar al intruso y noto una luz salir de la cocina de su Templo y escucho el sonido de platos moverse, alzo las cejas curioso, ahora que estaba más cerca, sintió que el cosmos no era agresivo, de hecho, era conocido.

Aprovechando la penumbra de la noche, se acerco hasta su puerta, donde la abrió con el dedo lentamente, que bueno que le hecho aceite para que no rechine, así la abrió en sin emitir ruido. Al abrirla lo suficiente, asomo la mitad de la cabeza para ver quien es el intruso.

Se sorprendió de ver una figura femenina curvilínea y una cabellera café. Eso y el cosmos la hicieron reconocer de inmediato.

-¿Qué haces aquí tan tarde, Erda?-.

La mujer dio un brinco del susto al no percatarse, por suerte no tenía nada en mano o se hubiera caído al suelo. La chica se volteo, mostrando a una mujer atractiva de la edad de Mei, de cabello castaño oscuro largo hasta la mitad de su espalda y esta peinado con un flequillo hacía el lado derecho, con un cuerpo delgado pero atlético que no le quita feminidad.

La chica usaba una armadura igual que Mei, pero esta tenía un brillo plateado, detonando su rango de Plata. Esta armadura protege la zona del centro del torso y tiene placas que la conecta con sus grandes hombreras, en que la de la izquierda tenía un pequeño pico, la parte de la cintura es un cinturón con placas a los lados y esta unida a una tela blanca que hace función de una faldón que llega hasta las rodillas de la chica. Tiene protección en brazos y piernas y su casco es más una tiara que cubre toda la frente y los lados de la cara.

Algo que no es parte de la armadura es una pañoleta que cubre el cuello de la chica y que es un rasgo distintivo de ella.

Mei tenía delante a Erda, anteriormente conocida como Cassiopeia, ahora conocida como Erda de Centauro, Saintia de Plata al servicio de Athena. Cuando se conocieron por primera vez después de la Guerra contra Hades y volverse Santo Dorado, la chica lo evitaba y no le agradaba estar con él, lo cual lo confundía ya que nunca antes la había visto, pero fue una de sus amigas, Mii, quien le explico que ella le guardaba un rencor a su maestro por destruir la Academia de Saintias que Mitsumasa Kido fundo y asesinar a todas las estudiantes del lugar en una misión en que la Diosa maligna Eris, estaba involucrada.

Con ese contexto, Mei dejo en paz a la chica un tiempo, sabiendo que un odio así no es fácil de quitar, aun cuando él no tenía nada que ver. Pero en una misión hace tiempo, donde ambos fueron asignados a ir en conjunto, tras unos gritos de la chica hacía él y su signo, salvarla de algunos peligros y otras cosas, pudieron llegar a entenderse sin problemas y ella se disculpo por el trato que le estaba dando, ya que él no tenía culpa de lo que hizo su maestro. Curiosamente, fue en esa misión en la que ella ascendió de Bronce a Plata.

Luego de aquella misión, se volvieron amigos, incluso él no tenía problemas en que ella lo visitara a su Templo de vez en cuando, volviéndose regular su presencia... aunque últimamente la ha alejado un poco de él, no porque ella hiciera algo malo sino... por cosas que le están empezando a surgir y que no debe ser.

-¡Mei! ¡No me asustes así, tonto!- Gruño Erda, roja de vergüenza por ser sorprendida y no haber sentido el cosmos del Dorado.

-Es mi Templo, puedo pasearme por donde quiera. Aun no respondes mi pregunta. ¿Qué haces aquí? Las Saintias deberían estar en el templo de Athena con ella-.

Las Saintias, al ser damas de compañía y guardianas personales de Athena, tenían su propio lugar cerca de la sala patriarcal y del Santuario de Athena que podría considerarse la habitación privada de la Diosa. La ubicación en donde se quedaban las Saintias fue construida para ser casi una mansión en donde aparte de las cinco Saintias, también pudieran vivir más personas, ya que se usaría como el hogar donde todas las Saintias se quedarían.

Aun al día de hoy, muchos soldados, y algunos Santos, no saben como Athena pudo construir una casa tan grande cerca de la sala patriarcal, cosas que solo Dioses, o gente rica pueden hacer, supuso Mei.

-Pues...- Mei miro con ligera sorpresa como Erda parecía obtener una actitud tímida, cosa muy rara de ver en ella. -Me entere que fuiste al Inframundo y te habían capturado, así que me preocupe y antes de que me diera cuenta... ya estaba en la Cuarta Casa-.

El corazón de Mei dio un vuelco al escuchar esas palabras. ¿Se preocupo por él? Eso lo ponía en una situación más difícil...

-Bueno... me halaga que te preocuparas Erda, pero estoy bien, soy un Santo Dorado, así que estoy acostumbrado a las cosas difíciles, además, no fue nada aquella misión- dijo despreocupadamente. -Pero ya que estas aquí y yo tengo hambre, ¿por que no te quedas a cenar? No sería de caballeros hacer que una dama-.

Ante el cambio de aire y de tema, Erda rio un poco. Este chico a veces era un sonso. Acepto gustosa, a pesar de su apariencia algo desprolijas, cocinaba muy bien.

-De acuerdo, te tomo la palabra, el bistec de aquella vez quedo muy bien. ¿Cuál es tu secreto?-

-Un chef no revela sus condimentos-.
...................................

Perséfone y Radamantys se detuvieron frente a un gran pilar de roca que arriba de el tenía una roca con la forma de una media luna. La razón de detener sus pasos fue que delante suyo aparecieron varios caminos distintos, no sabían cual tomar para llegar al templo de la luna.

-Tch, que molesto- gruño Radamantys.

-¿Oh? Que sorpresa, no espere volver a verla después de tanto tiempo, señora Perséfone-.

Ambos alzaron la vista, viendo a una niña de cabello corto de color verde con coletas que usaba un trapo negro algo descuidado como ropa sentada en la roca de media luna.

-Vaya, pero si eres tu, Hécate. Te ves diferente de la última vez que te vi, ¿cómo rejuveneciste?- Pregunto Perséfone.

A quien le habla era Hécate, la bruja de la Luna, la misma persona que Saori y los demás Santos de Bronce en ese entonces se encontraron y los guio hacía Chronos para viajar al pasado. La bruja originalmente era una anciana, pero luego de que Athena le diera gran parte de su cabello como pago para que les enseñe el camino hacía el templo de la Luna, pudo rejuvenecer hasta tener la apariencia de una niña.

-Athena me dio sus cabellos hace tiempo como pago, y ahora disfruto esta nueva juventud- respondió felizmente Hécate. -Pero si me deja preguntar, ¿qué hace usted aquí, señora Perséfone? ¿No debería estar en el Inframundo? Ya estamos por esa época del año- pregunto.

-Vine a tratar unos asuntos con mi querida hermana Artemisa. Si fueras tan amable para mostrarme el camino, te lo agradecería- respondió Perséfone.

-Ya veo, ya veo... ¿y que me dará a cambio de ayudarla?- Pregunto con una mirada jugosa, Hécate nunca hacía nada sin un pago.

-¿Qué dijiste, impertinente niña?- Pregunto molesto Radamantys de que esta mocosa le este exigiendo un paco a la esposa de su señor.

-Veo que no has cambiado... Radamantys-.

-Si- asintiendo a la orden de su Diosa, Wyvern le dio una patada al pilar, ocasionando que Hécate pierda el equilibrio y caiga, siendo atrapada por él. -¿Te parece un buen pago conservar tu cabeza?- Gruño amenazantemente, tomando a Hécate del cuello de su trapo para verla a los ojos.

-¡Cl-Claro, más que suficiente!- Exclamo asustada Hécate. No quería ayudar a Perséfone en verdad, pero tampoco quería perder su cabeza, así que la elección era obvia.

En un abrir y cerrar de ojos, los caminos desaparecieron, mostrando solo un camino que era recto. Ese era la estafa que la Hécate hacía. Les hacía ver a las personas que iban al templo de la Luna distintos caminos para que le paguen y así mostrar que solo había un único camino.

-¿Ves? Conversando, todo se resuelve- Perséfone sonrió y le indico a Radamantys que la soltara, acción que hizo. -Gracias por ser tan cooperativa, Hécate, disfruta de tu nueva juventud-.

Diosa y Espectro avanzaron, dejando a la bruja en el suelo y con el corazón palpitando del susto que se llevo.

-Dios... espero que la señora Artemisa no tenga problemas, Perséfone no me da buena vibra-.

Caminando un rato por el sendero recto, Perséfone y Radamantys llegaron a un gran templo que estaba a oscuras desde el exterior. Los dos caminaron en silencio por el interior hasta que una flecha cae a los pies de la Diosa. Radamantys se puso delante de ella en pose de batalla y con las alas de su armadura, rechaza más flechas que fueron contra ellos.

-¿Cobardes atacando por sorpresa? ¡Ja! Pensé que el ejercito de la Luna sería por lo menos decente- se burlo Radamantys, atrapando una flecha entre sus manos y rompiéndola.

En lo alto del templo, aparecieron un grupo de mujeres vistiendo vestidos blancos con armaduras de un plata oscuro encima del vestido y protectores en brazos y piernas. Todas tenían arcos en sus manos y tensaban una flecha cada una, todas listas para disparar.

-¿Te atreves a burlarte de las Satélites de la señora Artemisa? ¡¿Quién te crees que eres, hombre?!- Grito molesta una de las mujeres.

-Radamantys, te presento a las Satélites, el ejercito de mi hermana Artemisa- Perséfone hizo las presentaciones a su Juez. -¿No deberías retirar a tus chicas si quieren que sobrevivan? Mi acompañante no es exactamente el más paciente a la hora de atacar-.

-¡Deténganse!- Se escucho una fuerte voz femenina, deteniendo a las Satélites.

-¡Señora Calisto!-.

Quien apareció era una mujer de cabello y armadura plateados con gemas rojas en el hombro, pectoral y cinturón de su armadura. Tenía en su mano derecha un báculo de plata con la forma de una media luna.

-Retírense. Esa persona es la hermana menor de la señorita Artemisa- las Satélites obedecieron y retrocedieron. Calisto baja las escaleras y avanza hasta estar delante de Perséfone y Radamantys, que la miraba con furia contenida, pero Calisto no le hacía caso al Juez. -Usted es la señorita Perséfone, ¿verdad?-.

-Señora, recuerda que estoy casada, pero si, soy yo- sonrió Perséfone. -Veo que sigues tan fiel a Artemisa como siempre, Calisto-.

La mujer de cabello plateado era la Dama de compañía y mano derecha de Artemisa, Calisto. Ella fue la misma mujer que se presento a Saori y Shun cuando fueron a verla, así como antes de eso, puso a prueba a Erda y Katya y considero que sus corazones eran indignos de unas doncellas.

Calisto se arrodilla delante de Perséfone, colocando su cetro en el suelo. -Perdone la impertinencia de las Satélites, señora. Solo estaban haciendo su trabajo, ellas no son conscientes de su identidad y la de su acompañante-.

-A mi hermana siempre le han gustado las doncellas puras e ingenuas, así que no hay problema, pero deberías al menos enseñarles a reconocer a una divinidad cuando la tienen adelante- respondió Perséfone, restándole importancia al ataque de las Satélites. Radamantys, a su lado, bufo molesto y se cruzo de brazos.

-Lo tendré en cuenta, mi señora-.

-Bien. Con eso arreglado, vengo a ver a mi hermana Artemisa, dile que quiero hablar con ella-.

-Lo mejor... sería que usted no hiciera eso-.

-¿Te atreves a interponerte en el camino de la señora Perséfone?- Gruño Radamantys, pero Perséfone lo detuvo con la mirada, indicándole que guardara silencio.

-¿Por que lo dices?-.

-Las acciones que usted ha hecho, revivir a los Espectros e intentar reiniciar la Guerra Santa contra Athena, además de afiliarse con Demonios del Panteón Bíblico son del total conocimiento de la señora Artemisa. Por ello... esta disgustada-.

Perséfone abrió los ojos sorprendida... Artemisa no era de subestimar, su capacidad de ver todo desde la Luna era peligrosa, una de las cualidades que le ayudaría mucho.

-Si la ve, eso provocara su rabia, por eso le solicito humildemente que regrese- pidió con calma Calisto.

-Entiendo lo que dices, pero ya me decidí, y no dejaré que nadie se interponga en que haga pagar a Athena por lo que le ha hecho a Hades. Calisto, te tengo en buena estima y no quiero un enfrentamiento entre la Luna y el Inframundo... pero si te interpones, no dudes que responderé-.

Y para sorpresa de Radamantys, Perséfone invoco en su mano derecha el tridente de Pandora y lo apunto hacía Calisto. Era una demostración de que la Reina del Inframundo iba en serio.

Calisto, con la mirada baja susurro. -Entiendo... si ese es el caso, pueden seguirme- se puso de pie y tomo su báculo, se giro hacía las escaleras principales, empezando a subirlas.

Wyvern y Perséfone siguieron en silencio a Calisto por las escaleras hasta que llegaron a un gran altar. Dos columnas de fuego que se usan en las olimpiadas estaban encendidas, dándole luz al lugar y más adelante, arriba de un cierto número de escaleras, estaba Artemisa, Diosa de la Luna Griega sentada en su trono. Sus "ojos de insecto" se enfocaron en Perséfone cuando ella entro. Calisto se puso a un lado de la entrada, Radamantys no le quito la vista a la líder de las Satélites, no confiaba en ella y estaba seguro que los atacaría en cuanto tuviera la oportunidad.

-Hermana...- el silencio de la sala fue roto primero por Artemisa. -Fue muy osado de tu parte venir hasta aquí-.

-También me da gusto verte, hermana. Si que ha pasado tiempo desde que podemos hablar solas tu y yo- saludo Perséfone, no quitando su sonrisa de confianza en ningún momento.

-¿Ha que has venido a verme, Perséfone?-.

-Como ya se que sabes, voy a vengarme de Athena por lo que le hizo a Hades y por toda su falta de respeto hacía los Dioses por proteger a los humanos, pero no puedo hacerlo sola, no estoy al mismo nivel de combate que Athena o mi marido, y mi ejercito no es ni 1/3 de lo que debería ser y Athena tiene a la mayoría de sus guerreros, además de esos cinco humanos que fueron a los Elíseos, así que si no puedo ganar por mi cuenta, conseguiré quien me ayude. Quiero que me ayudes, hermana, Athena le ha faltado el respeto a los Dioses y tu sabes bien que eso no puede ser perdonado fácilmente-.

-El gran Zeus ya dio su sentencia aquella vez...-.

-Cuando se trata de Athena, Zeus siempre estará a su favor- interrumpió a la rubia haciendo una mueca. -Athena es la favorita de nuestro padre, él siempre la complacerá, y cuando el deber del Rey del Olimpo se ve obstaculizado por sentimiento, es deber de sus más cercanos hacer cumplir su ley. Puede que no te agrade Hades, pero sabes tan bien como yo que es importante para el poder del Olimpo y del mundo-.

Artemisa tuvo que darle la razón en eso último a su hermana. Hades era el Rey del Inframundo, quien lo gobernaba y custodiaba las almas de los muertos al fallecer. De todos los Dioses del Inframundo de los diferentes Panteones, Hades era el más poderoso y el más temido, así que su Inframundo era mayor a la mayoría de Inframundos de otros Panteones, siendo superado en tamaño solo por el Inframundo Bíblico, donde vivían todos esos Demonios. Sin él, las almas que llegaban al Inframundo Olímpico se iban a Inframundos de otros Panteones, dándoles mas terreno. En algunos años más, esos Inframundos podrían extenderse y amenazar con tomar el Inframundo Olímpico para hacerlos suyo.

-Además, Athena se ha estado mezclando con esos Demonios y otros Dioses de diferentes Panteones como los Nórdicos, que son el Panteón más peligroso para nosotros por también dominar el cosmos, y esos Sintoístas con sus artes extrañas-.

-Tu no tienes derecho a decir eso, cuando tu misma hiciste una alianza con esos Demonios- señalo acusadoramente Artemisa.

-Yo los uso, ellos creen que me están manipulando porque estoy desesperada en aliados, pero es al revés. Los usare a ellos para mi batalla contra Athena y dejare que mueran para darles oportunidades a mis Espectros de acabar con sus Santos- explico Perséfone. Como Minos dijo, "la carne de cañón siempre es útil".

-Aun no veo la razón de porque debo ayudarte-.

-Aparte de tus Satélites, se que tienes a 3 Ángeles del Olimpo bajo tus ordenes, ellos serían un gran aporte para derrotar a los humanos que se atrevieron a desafiar a los Dioses y además...-.

Perséfone detuvo sus palabras al ver a su hermana levantarse de su trono y tomar su báculo, que era uno dorado en forma de luna y guardaba cierto parecido al báculo de Athena y comenzar a bajar las escaleras.

Radamantys dio un paso adelante instintivamente, pero Perséfone coloco el tridente delante de él para detenerlo. Esto era un asunto entre Diosas.

-Si crees que usare a mi ejercito, y a miembros de la fuerza del Olimpo para tus planes, estas equivocada, hermana- declaro Artemisa, deteniéndose cuando faltaban pocos escalones para bajar.

-Eso era una posibilidad, tampoco te voy a exigir, no...- la sonrisa de Perséfone inquietaba un poco a Artemisa. -Lo que yo te quiero pedir, es que uses una vez más tu arco y dispares una flecha al corazón del Asesino de Dioses. Con él muerto, será un golpe devastador del cual Athena no se recuperara y así...-.

Antes que pudiera seguir, Artemisa, con furia coloco el filo de su báculo cerca del cuello de Perséfone. Radamantys se sorprendió del rápido movimiento y con una expresión agresiva iba a atacar a la Diosa Artemisa, pero sintió un filo metálico detrás de su casco.

-No interfieras, hombre- Calisto coloco el filo de su báculo por detrás del cuello de Radamantys.

Radamantys soltó una risa burlesca. -¿Crees que ese juguete que tienes me detendrá? ¡No seas ingenua!-.

Las alas de la Sapuris se agitaron y dieron un golpe ascendente al báculo, levantándolo hacía el aire. Calisto se sorprendió de tal movimiento; pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando Radamantys la tomo del cuello y la estrello contra la pared más cercana, haciendo un pequeño agujero con la forma de su cuerpo. Apretó los dientes para no sacar un quejido de dolor.

Radamantys levanto su mano libre para terminar con la vida de la mujer, pero se dio cuenta que varias presencias lo rodearon rápidamente. Eran Satélites, pero a diferencia de las que vio afuera, estas usaban armaduras y arcos negras, además que lo apuntaban con flechas rojas que desprendían un fuerte cosmos.

-¡Suelta a la señora Calisto o no dudaremos en atacar!- Ordeno la que parecía la líder de ese grupo, una Satélite con una venda por su ojo derecho. Radamantys sabía que no bromeaba y por el cosmos de las flechas, podría estar en problemas si estás le dan.

Las dos Diosas seguían mirándose fijamente sin prestar atención a lo que pasaba. Sabían que ningún lado haría un movimiento más sin que alguna diera una orden.

-Te has corrompido, Perséfone. Antes eras como una bella flor que al florecer, traería alegría y paz a cualquiera que te viera; pero desde que Hades te rapto y te llevo al Inframundo, te pudriste y ahora solo me das lastima- declaro Artemisa con rabia y tristeza. Perséfone pudo ser una gran Diosa si no hubiera pasado eso.

-Así es como tu lo ves; a mi parecer, fue lo mejor que me pudo suceder, ya que conocí al hombre más maravilloso y que es juzgado injustamente. El amor nos hace personas que uno no imagino volverse. Tu una vez comprendiste esto, ¿te acuerdas?-.

-¿De que hablas?-.

-Hablo de la misma razón por la que ya no usas arco y flecha y ahora usas ese báculo como señal de tu poder, la misma razón por la que un día deseaste ser mortal, la misma razón por la que una vez incluso le discutiste a Apolo...- Perséfone ondeo su melena rojiza que parecía desprender fuego. -Orión-.

-¡No menciones ese nombre en este lugar y en mi presencia!-.

La Diosa rubia alza su báculo y lanza su ataque; pero Perséfone, con su tridente, logra bloquear el báculo de Artemisa, aunque con dificultad.

-¿La herida aun duele, hermana?- Pregunto burlescamente la pelirroja durante el forcejeo de armas.

-¡Cállate! ¡Esa vez fue solo un error! ¡Un error que mi hermano Apolo me hizo ver!- El rostro de Artemisa estaba tuerzo de la rabia mientras lanzaba ataques con su báculo.

-¡Señora Perséfone!- Exclamo Radamantys viendo como la esposa de su señor estaba defendiéndose como podía de los ataques de la otra Diosa y él aquí perdiendo el tiempo. -¡Ya no jugare con ustedes!- Soltó a Calisto y lanzo una ráfaga de cosmos contra las Satélites, mandándolas a volar contra paredes y pilares del altar. Algunas muriendo con el ataque de su cosmos y otras tuvieron mejor suerte y sobrevivieron, aunque quedando adoloridas.

-¡Cosas como el amor solo son tonterías inventadas por los humanos para engañar a otros y sentirse bien consigo mismos! ¡Athena ya fue contaminada con los humanos, al punto de que arriesgaría su vida por ellos! ¡Por un humano casi causa la destrucción del espacio-tiempo! ¡Y ahora tu vienes a decirme esas tonterías! ¡Ambas se volvieron locas!-.

Los gritos de Artemisa venían acompañados de un ataque de su báculo. Perséfone apenas podía defenderse, puede que no sea una guerrera, pero Hades e Hypnos le enseñaron a defenderse en combate y estaba usando lo aplicado en eso ahora mismo. Dio una estocada con su tridente, siendo bloqueado por la punta del báculo de Artemisa.

-¡Puede que este contra Athena, pero al menos le doy la razón con respecto al amor! El amor nos hace fuertes, nos da el deseo de proteger lo que más amamos, o de vengarlo si eso que amamos es herido o destruido. Mi amor por Hades me hace desear que Athena pague, y el amor que Athena le tiene a los humanos le hacer ir contra los Dioses. ¡Tu también sentiste ese tipo de amor al conocer a Orión! La única diferencia, es que Apolo te engaño y se aprovecho de tu tristeza para engañarte sobre que el amor es una ilusión-.

Orión, el legendario cazador de la Era del Mito, sus habilidades en la caza y en el arco eran superiores a cualquier mortal. Su fama no tardo en extenderse por el mundo, y con sus grandes habilidades, no tardo mucho tiempo para que se encontrara con la misma Artemisa, quien andaba de caza con sus doncellas personales en ese entonces.

Ambos tuvieron varios enfrentamientos de cacería, ya que Artemisa no toleraba que un humano pudiera tener habilidades semejantes a las de ella, una Diosa. Orión aceptaba gustoso. Rápidamente, esos duelos de ver quien era el mejor cazador se volvieron competencias amistosas, y eso entablo una amistad que se volvió algo más.

Pero Apolo, celoso de que su hermana pasara tanto tiempo con un humano en vez de él, envió a un Escorpión gigante que estaba lleno de su cosmos para matarlo, el Escorpión, aunque era poderoso, no pudo ante el poderoso Orión, cuyo cosmos rosaba incluso el Noveno Sentido. Frustrado por que su plan de matarlo fracaso y no queriendo mancharse las manos, se le ocurrió otro plan.

Ese plan fue engañar a su hermana a disparar una flecha para matar a una supuesta bestia peligrosa, pero en realidad fue para matar a Orión. Artemisa, confiando ciega e ingenuamente en Apolo, acepto y lanzo la flecha que voló hasta clavarse en el corazón del cazador, que ni vio lo que vino cuando la muerte lo reclamo. Cuando se entero de lo que en realidad hizo, Artemisa lloro como nunca antes se vio; pero Apolo estuvo con ella y le metió cosas a la cabeza, como que el amor era una ilusión o que no necesitaba a nadie mientras él estuviera a su lado.

Claro, Artemisa nunca noto las verdaderas intenciones de Apolo, y debido a su estado tan vulnerable, termino creyéndole todo lo que dijo sobre el amor. Su actitud seria y rígida se volvió peor, haciéndose más cerrada incluso entre los Dioses y comenzó a desprestigiar a los humanos.

Una de las cosas que Perséfone se alegraba por estar en el Inframundo es que no había forma de ver a su hermano Apolo. Ese tipo era digno hijo de Zeus, ya que siempre iba a la Tierra de manera discreta a tener amantes, aunque él era más cuidadoso que su padre, así que casi no tuvo descendencia mortal en la historia. Pero a quien el Dios del Sol más deseaba era a su propia hermana Artemisa, tenerla en su cama y hacerla su esposa.

Perséfone nunca entendió porque Athena y Artemisa hicieron ese voto de castidad; pero cuando Apolo aparecía, le parecía lo correcto lo que ellas hicieron, ya que el Dios del Sol, detrás de esa mirada azulada calmada, les dirigía una mirada de deseo a ambas. Todo el Olimpo lo sabía, excepto ellas dos.

-¡Gran Caución!-.

Radamantys lanzo su técnica contra la Diosa de la Luna, quien al sentir el cosmos del hombre elevarse, encendió su poderoso cosmos por primera vez y lanzo un rayo de cosmos que destruyo con facilidad el ataque de Radamantys y lo mando a estrellarse contra una pared del altar. El Juez del Inframundo escupió sangre ante el choque y se desplomo contra el suelo, aun consciente.

Aprovechando esa distracción, Perséfone genero una esfera de cosmos en su mano izquierda que lanzo contra Artemisa, quien sintió el cosmos de su hermana elevarse y levanto su báculo delante suyo, bloqueando el ataque, aunque la hizo retroceder a rastras hasta los primeros peldaños de la escalera a su trono.

Perséfone dio un brinco y aterrizo al lado de Radamantys, quien se estaba levantando. Sabía que el cosmos de un Dios Olímpico era poderoso por servir a Hades, pero no pensó que otro Dios que no sea Hades lo dañara tanto. Subestimo a Artemisa y casi le cuesta la muerte.

-En ese estado ya no escucharas, así que nos retiraremos por ahora, pero te dejare en claro algo: si aceptas ayudarme, ya sea lanzando esa flecha o brindándome aliados, te recompensare dándote el alma de Orión. Esperare pacientemente tu respuesta-.

En ese momento, un grupo de Satélites aparecieron en la entrada y apuntaron sus flechas contra Perséfone y Radamantys.

-¡SUFICIENTE!- Grito Perséfone, deteniendo a sus soldadas. -Ellos ya se van, no mancharan más mi templo con su presencia-.

-¡Pero señora Artemisa...!-.

-¡Dije suficiente!- Artemisa le lanzo una mirada afilada a la Satélite que se atrevió a responderle, quien agacho la cabeza en pena y temor por esa mirada.

Las demás se hicieron a un lado para dejar pasar a la Diosa de la Primavera y a su acompañante, pero cuando ya estaban saliendo del altar...

-Athena se ira del Santuario en dos días para hacer una negociación con los líderes del Panteón Bíblico, llevándose al Santo de Cáncer con ella, quien ya escapo de tu prisión-.

Perséfone se detuvo y giro su cabeza hacía su hermana, quien le estaba dando la espalda y caminando hacía su trono.

-Ya veo... gracias por el dato, hermana-.

Sin nada más, Diosa y Juez se retiraron.

Calisto miro a su señora con confusión. -¿Por que les dijo eso, señora Artemisa?-.

-A pesar de todo, Perséfone es mi hermana, y al igual que con Athena, siempre la voy a querer- respondió Artemisa, de pie delante de su trono. -Déjame sola, Calisto-.

-Pero...-.

-Te di una orden-.

Calisto, con una expresión seria, asintió y ordeno a las Satélites que habían llegado llevarse a las otras que habían sido atacadas por Wyvern. En poco tiempo, la Diosa quedo a solas con sus pensamientos.

Artemisa dejo el báculo a un lado de su trono y se sentó en él. Agacho la cabeza y se llevo una mano a su frente... tenía mucho que pensar.
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(Al día siguiente)

Kiki y Xenovia caminaban juntos hacía la escuela, en el camino se encontraron con Issei, quien estaba solo esta vez, ya que Rias acompaño a su hermano, quien se quedo a pasar la noche en su casa, a buscar un lugar para quedarse antes de la cumbre de las Facciones, mientras Asia se fue a buscar a Kiba.

-Dime, Kiki, ¿le hablaste a Seiya sobre entrenarme?- Pregunto Issei.

-Si. Él no tiene problemas para entrenarte, de hecho, dijo que pueden comenzar hoy mismo después de clases- respondió Kiki.

-¡Bien! Con Seiya-Sensei, de seguro me volveré más fuerte, así podré proteger a la Presidenta, además de estar un paso más cerca de mi sueño-.

-¿Sueño?-.

-¡Si! ¡Es el mejor del mundo! ¡Mi sueño es ser el...!- Pero no termino de hablar, ya que sintió un dolor pulsar en su brazo izquierdo.

Xenovia se extraño de esa interrupción; pero Kiki sintió una gran energía más adelante. Caminaron un poco más y vieron que a la entrada de la academia estaba el mismo joven con el que Seiya se encontró en la noche mientras enfrentaban a Kokabiel.

-Un gusto conocerte, Dragón Emperador Rojo. Soy Vali, el Dragón Emperador Blanco- se presento el joven ahora reconocido como Vali.

Vaya manera de comenzar el día.
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N/A: Hasta aquí el capitulo.

El capitulo se enfoco principalmente en la discusión de Perséfone y Artemisa, donde se revelaron datos interesantes, como que el mito de Orión paso como la vida real y por eso Artemisa no cree en el amor.

Y si, aquí Apolo será más parecido al de la mitología, un HDP siscon, aunque será poderoso.

Planeo hacer que Artemisa tenga cierta aparición en la trama por un tiempo.

Y si, Erda es la nueva usuaria de la armadura del Centauro, además que ya se ve que hay química entre ella y Mei, pero a este último le resulta complicado aceptarlo, ya se explorara más.

Otra cosa, ya decidí el Harem para Seiya y será así: Shoko, Amaterasu, Saori y Penemue.

¿Les parece, no les parece? Bueno, ya esta decidido, punto final.

PD: ¿Ya vieron los nuevos capitulos de Next Dimension? Para los que no lo vieron será spoiler, pero ya se mostro a la Athena del siglo XVIII, que también tiene el nombre de Sasha.

Y para los que digan que puede que no sea Athena, les digo que es bastante obvio que si lo es, recuerden que Lost Canvas tomo mucho del borrador de Next Dimension.

Además espere que Suikyo reviviera, así que fue una ligera decepción que no lo hiciera, pero creo que fue lo mejor, echaría a perder su muerte. Además también explicaron sobre como es la posesión de un alma a un cuerpo. Eso explica porque Poseidón y Hades no poseyeron de inmediato a Julian y Shun respectivamente.

Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.

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