Capítulo 6
El camino de regreso a la casa de Chat Noir fue... una experiencia, por no decir otra cosa.
Su tobillo punzaba con cada paso y el dolor subía hasta su rodilla, impidiéndole avanzar realmente con dignidad hacia la casa, obligándola a cojear miserablemente hacia la casa. Incluso sin su tobillo, avanzaba encorvada hacia la casa.
Todas pruebas de lo que realmente sabía desde el fondo. Nunca hubiera logrado escapar de todos modos.
Pese a haber aceptado su destino, cada paso que daba le hacía sentirse que caminaba voluntariamente hacia el matadero.
La presencia de Chat Noir detrás de ella no ayudaba en absoluto con el sentimiento de impotencia.
Tan pronto como se hubo levantado del suelo, Marinette se zafó de su mano. Solo porque fuera la opción más inteligente no significaba que tuviera que gustarle o que tuviera que aceptar cualquier tipo de ayuda de su parte.
En todo el tiempo en el pueblo, todas las historias y leyendas que había escuchado, jamás había escuchado que la manipulación fuera una de las tácticas preferidas del monstruo. Fuerza sí. Sigilo, acecho, trampas; todas ellas eran clásicas en las historias de terror que contaban en la fogata. Esto no. Pero solo porque no fuera ampliamente conocido no significada que no fuera verdad.
El monstruo abrió la puerta de la casa, permitiéndole pasar de regreso.
Todo encanto, toda belleza, toda mentira de estar en un lugar seguro y cálido se había esfumado completamente.
Los muebles tirados, objetos caídos y charcos de sangre en toda la casa.
Y por su puesto, el lobo tirado en el suelo, con sus múltiples cortadas. Ya no la miraba. No sabía si eso era una bendición o una cosa más para torturarla.
Tragó saliva, con su corazón golpeando su pecho, pero no se podía dar el lujo de demostrar más debilidad de la que ya había hecho si quería sobrevivir. Caminó con toda la dignidad que pudo hacia la cama. O bien, con toda la dignidad que una chica cojeando podría.
Evitando dejarse caer en la cama, logró sentarse en la orilla. La herida en su vientre punzaba peor se negó a hacer ni un sonido al respecto, y resistiendo el impulso de acostarse.
El monstruo por su parte parecía haberse olvidado por completo de su presa para comenzar a recoger la casa, como si eso pudiera esconder su verdadera naturaleza. Como si recoger los muebles y limpiar la sangre con un trapo pudiera esconder el horror.
Marinette no le quitó el ojo de encima ni un solo segundo, estudiando cada movimiento. Estaba segura de que todo era una trampa. Podría haberse visto incluso humano o real en la puerta de su casa, pero bastaba una mirada para saber que no era más que un monstruo. Bastaba con ver las manchas en su piel. Bastaba con ver la sangre negra que comenzó a gotear de su espalda cuando el ser se arrancó su daga favorita de la espalda sin gritar ni gemir.
Marinette trató de resistir las arcadas por el miedo.
Chat Noir cruzó su mirada con la suya. La chica volteó rápidamente hacia el suelo, donde el lobo seguía tirado, con su mirada perdida y grito silenciosos. El monstruo siguió su mirada.
"Son animales feos," dijo con voz rasposa. "Realmente feos. ¿No lo crees?"
La chica no contestó, limitándose a mirarlo con odio. Claro que eran animales feos, pero no era más que prueba de que él solo era un monstruo incapaz de ver nada más que fealdad a su alrededor.
El chico pareció decepcionado con su falta de respuesta, pero no se detuvo a recoger al animal del suelo y subirlo a la barra de la cocina. "No son realmente la gran cosa, y honestamente son algo aterradores; ¡pero hey! Son muy buenos para una carne asada." Y mientras limpiaba el suelo le guiñó un ojo.
Bueno, las opciones se ampliaban. ¡Chat Noir podía ver las cosas como inconveniencias Y como presas! Olvídenlo. Definitivamente iba a vomitar ahora.
Después de recoger el lobo del suelo, el monstruo de volteó hacia ella, con sus ojos verdes brillantes. Demasiado brillantes.
"Déjame ayudarte con tu tobillo."
Marinette se negó inmediatamente "Estoy bien, gracias."
El monstruo frunció el ceño. "Si no lo arreglas se inflamará pronto. Te lastimará aún más en el futuro."
La chica contrajo sus piernas, suprimiendo un gemido de dolor. "No necesito tu ayuda. Estoy bien por mi cuenta."
"No quiero lastimarte. ¡Solo quiero ayudar!" Chat Noir comenzaba a impacientarse, moviendo las manos de un lado a otro, pero Marinette no se echaría atrás. No con esto.
"No."
La chica temblaba de la cabeza a los pies. Era un juego peligroso lo que estaba haciendo. Negarse rotundamente a lo que fuera que él quisiera de ella, pero no podía permitirle tocarla. No después de todas las historias que había escuchado. No después de la pierna del señor Bustier. Y definitivamente no después... no después de Félix.
El chico la miró con desconcierto, pero unos minutos después, algo en su mirada se suavizó. Se alejó de ella unos pasos, encorvándose sobre sí mismo.
"Está bien, entiendo." El chico sonrió, mostrándole los colmillos. "¿Por qué no te paso mejor las cosas para que lo hagas tú?"
El rubio no espero a que le contestara, sino que rápidamente corrió hacia el baúl, abriéndolo y sacando todo tipo de materiales curativos: vendas, gazas y todo tipo de frascos.
Marinette parpadeó perpleja. ¿Qué?
El chico tiró todas las cosas sobre la cama, ordenándolas a su alrededor. "No tengo demasiados materiales, pero seguramente esto será suficiente. Este tipo de lastimadas son desesperantes pero no demasiado complicadas de curar, y siempre se arreglan en unos días. Tengo además algunas cremas y ungüentos que te ayudarán con la inflamación y el dolor."
El monstruo subió sus ojos, mirándola fijamente. "¿Es esto suficiente?"
Esto... esto estaba mal. Así no era como deberían de ser las cosas. Aún así, lentamente Marinette asintió con la cabeza.
"Bien." Y con una última sonrisa, el monstruo se volteó hacia su mesa, a continuar su labor con el lobo.
La chica se quedó en la cama, mirando su espalda. Estaba... confundida. Demasiado confundida como para realmente comenzar a procesar lo que acababa de pasar.
Volteó con cuidado hacia los artículos regados en la cama. Tomó lentamente las vendas hacia su cara y las olió cuidadosamente. No logró captar ningún tipo de olor que le advirtiera de peligro, y más allá de haber sido un regalo de Chat Noir no parecían ser nada mas que vendas comunes y corrientes.
Comenzó rápidamente la tarea de vendar su tobillo. Durante unos minutos consideró la idea de aplicarse alguno de los ungüentos para el dolor antes de vendarlo, peor descartó rápidamente la idea. Después de todo, Chat Noir no era la vieja Sae y Marinette estaba más que consciente sobre la variedad de efectos que las plantas del bosque podrían tener, aun cuando solo fueran aplicadas a la piel.
El trabajo fue mucho más arduo y lento de lo que normalmente hubiera sido. Cada movimiento lanzaba puñaladas de dolor por su espalda y cada pocos minutos la chica tenía que detenerse a respirar con el único propósito de evitar lanzar un grito. Para cuando hubo terminado su respiración era laboriosa y su cada estaba cubierta de sudor y lágrimas, pero lo había logrado.
Y lo más importante de todo: el monstruo no había volteado a verla en ningún momento. No dudaba que la hubiera escuchado. Tendría que haber sido sordo para ello. Pero aún así Chat Noir se mantuvo firmemente con su espalda hacia ella y sus manos ocupadas en la carne del lobo. Bueno, lo que quedaba del lobo. Para este punto era prácticamente un montón de filetes, una piel por lavar y una cubeta con vísceras.
La rapidez con la que había limpiado a un animal casi de su tamaño era bastante perturbadora.
El chico continuó con su trabajo, pasando a limpiar la cocina y guardar al animal. La piel la colgó frente a la ventana para secarla y las vísceras las sacó fuera de la casa. Cuando regresó comenzó a separar la carne en varios montones, pero uno de ellos lo acercó a la lumbre. Tomó uno de los sartenes colgados y lo acercó hacia el fuego.
El chico levantó la cabeza hacia ella con una sonrisa en el rostro.
"¿Se siente un poco mejor tu tobillo?"
Marinette tragó saliva nerviosamente, peor asintió con la cabeza.
Chat Noir le sonrió suavemente. "Me alegro de eso," dijo mientras acomodaba los filetes en el sartén. "No quería que estuvieras en más dolor."
La chica se mordió el labio, peor no dijo nada.
EL monstruo bajó su mirada de regreso a las llamas del fuego. "Sé que debes de estar asustada. Estas lejos de casa, lastimada y en medio de la nada. Yo también lo estaría. Pero quiero que sepas que realmente estás a salvo aquí. Nadie va a hacerte nada." dijo el chico mostrándole una sonrisa.
Marinette reprimió rodar los ojos. Claro que diría algo así, para tratar de que bajara sus defensas.
"Te lo prometo," siguió el monstruo, "estás a salvo aquí."
La chica frunció el ceño y antes de que pudiera detenerse, las palabreas estaban saliendo de su boca. "Si tan a salvo estoy contigo, ¿por qué estoy en tu casa y no en el pueblo, con la gente que me podría ayudar?"
El chico la miró con expresión desconcertada. Se le heló la sangre. ¿Cómo había podido decir algo tan tonto? Oh iba a morir. "Quiero decir... emm... la gente del pueblo... tiene..."
Pero el monstruo levantó una de sus manos negras hacia ella. "Está bien. Es una pregunta válida. Debes de extrañar a tu familia y amigos."
Marinette sacudió las imágenes de su madre llorando y su padre sangrando recostado contra el tronco. Éste no era el momento. Pero el monstruo solamente volteó a ver a sus manos.
"Cuando te encontré en el bosque estabas mal. Muy mal. Honestamente ni siquiera sabía si estabas viva." El chico jugueteaba con sus manos, como si estuviera nervioso. "En cuanto ví que seguías viva super que necesitabas atención medica de inmediato. No había nadie cerca y si te dejaba en donde estabas no sobrevivirías para ver una nueva mañana. No podía dejarte ahí, así que te traje a casa."
Eso... tenía lógica, peor aún así... "¿Pero por qué a tu casa y no al pueblo donde podrían ayudar? No estábamos tan lejos del pueblo y hay mucha gente que tendría los conocimientos necesarios para ayudar." Eso era mentira. Solo estaba la Vieja Sae, pero Chat Noir no necesitaba saber eso.
El chico soltó una risa sombría. "¿Alguna vez has visto al cuerpo de seguridad que tiene tu hogar? Están muy bien preparados, y disparan a matar a lo que se acerque. No hubiéramos llegado ni siquiera a las puertas."
Marinette supuso que era una buena excusa, ignorando por el momento los sospechosos conocimientos de la defensa del pueblo que el monstruo parecía tener.
"Además, tú necesitabas ayuda inmediatamente. No quería correr el riesgo de que murieras antes de llegar."
La chica quería decir algo, pero al parecer Chat Noir pensaba que la carne ya estaba lo suficientemente cocinada, porque se las llevó de regreso a la mesa, donde tomó dos platos de madera y comenzó a servir la comida. Debajo de la mesa acercó una canasta de la que sacó una hogaza de pan. La partió en dos y las colocó en los platos. Finalmente tomó la daga de Marinette y uno de los platos y se los entregó.
"Necesitarás recuperar tus fuerzas. Y tus defensas." Dijo con una sonrisa asintiendo hacia la daga.
El chico tomó tu plató y se dirigió a la puerta. "Comeré fuera. Hay algo que quiero checar en el jardín."
Marinette bajó su mirada hacia la daga en sus manos. Sintió sus mejillas colorarse al pensar en la herida que aún goteaba en la espalda del chico. Un nudo desagradable se formó en su estómago. No debía de confiar en él. No podía confiar en él. Era Chat Noir. Pero... no le había hacho nada. Y hasta ahora no había hecho más que ayudarla.
"¿Chat Noir?"
El chico se tensó en la puerta.
"Lo siento por tu espalda."
El rubio sonrió detrás de su hombro. "No te preocupes princesa, me curo rápido."
Y sin otra palabra cerró la puerta detrás de sí, dejando a Marinette sola con sus pensamientos y con su sorprendentemente buena comida.
He regresado :3
Les gustó el capítulo? Recuerden que comentarios y likes son fuerzas para sacar próximos capítulos, Los quiero muchoooooo
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro