Capítulo 1
La suave luz de la mañana entró por las cortinas, despertando a la chica somnolienta. Los cantos de los pájaros se escuchaban, al igual que la brisa al pasar por los árboles. Sería verdaderamente hermoso quedarse dormida solo un rato más... de no ser porque, para variar, se había despertado tarde.
"¡MARINETTE! ¡VAS A LLEGAR TARDE AL TRABAJO OTRA VEZ!"
La chica saltó de la cama. Corrió de un lado al otro a ponerse su vestido. ¿Dónde estaban sus malditos zapatos? ¿Y qué hora era?
Siete campanadas sonaron desde la iglesia, contestando su pregunta muy a su pesar.
"¡AHH! ¡oh, no oh no oh no!"
Finalmente encontró sus zapatos. Se los puso a toda velocidad mientras maldecía al terrible gallo ronco que no hacía su trabajo como debía. ¿Cuánto costaba conseguir un gallo que cantara a la hora? Corrió hacia las escaleras donde casi se tropieza y cae al suelo.
"Finalmente te despiertas. Se supone que deberías de estar en tu trabajo hace unos... 15 minutos".
Su madre sonrió desde la cocina, en la que preparaba una bandeja de croissants para la panadería.
"¡No me lo recuerdes! ¡Tengo prisa!"
Su madre le lanzó una hogaza de pan, ella la cachó en el aire, pero no sin caerse en el intento. La mujer rió suavemente en la cocina. "No te vayas sin comer Marinette; no nos hará bien a nadie que te desmayes a mitad de camino."
La chica sonrió detrás de su hombro. "No te preocupes Ma, no desmayarme es mi especialidad."
Comenzó a quitar los cerrojos de la puerta tan rápido que se le cayeron las llaves. Típico. "¿Papá está ya en la panadería?"
Su madre lentamente bajó la charola.
"No... tu padre, hoy salió al bosque."
Las llaves volvieron a caer al piso, pero ahora por una razón completamente distinta a solamente su torpeza. La sangre se le heló en el corazón y por un momento dejó de respirar antes de poder controlarse.
"Pensé que había dicho que teníamos suficiente dinero para terminar la estación seca... había dicho que no volvería a salir hasta la temporada de lluvias."
Su madre cruzó la cocina hasta llegar a ella.
"Marinette, tu sabes que la temporada seca es la más difícil... en especial ahora. Los precios de varios ingredientes han estado subiendo y... lo ganado en la panadería no ha sido suficiente en estos días."
"¿Y qué hay de mi sueldo? Tal vez si trabajo algunas horas extras..."
"Oh no mi amor." Su madre la envolvió en un abrazo. "No es tu responsabilidad mantener la economía de la casa. Aún estás aprendiendo."
La chica cerró sus ojos. "Lo sé."
"Además, tu padre es fuerte y valiente. Ha ido a conseguir madera varias veces y nunca ha pasado nada. Estoy segura de que estará con nosotras esta tarde. Las lluvias llegarán pronto."
"Si... tienes razón."
Sabine limpió la cara de la chica con su delantal.
"Bien, ahí está esa sonrisa. Ahora vete al trabajo. No queremos que llegues aún más tarde en una mañana tan bonita."
La chica le dedicó una última sonrisa a su madre y agarrando las llaves del piso salió hacia la calle.
Su madre tenía razón. Era un hermoso día. El sol resplandecía en el cielo azul y unos niños corrían felices por las calles, probablemente dirigiéndose a la escuela, y ya varias personas comenzaban a abrir sus trabajos. Cruzando el río por el puente, Marinette vió como el viento sacudía los dorados campos de trigo. Trató de ignorar el oscuro bosque que se asomaba detrás. Ahora no era el momento adecuado para pensar en ello.
La chica se arremangó las faldas y corrió con una falta de decoro impresionante hasta que llegó a un humilde negocio, pintado con una fachada verde y varias flores en macetas a la entrada. Un letrero marcando "Moda y modistas Bustier" colgaba sobre la ventana.
Marinette se arregló el cabello despeinado tanto como pudo y entró al edificio.
"Tarde otra vez, señorita Dupain?"
El señor Bastian Bustier la miraba fijamente detrás del mostrador.
"Lo siento mucho! Me desperté tarde."
El hombre levantó una ceja, nada impresionado, pero al final le hizo una seña con la cabeza para dejarla pasar.
"Espero que no hayas olvidado los hilos nuevos."
"No señor, aquí los tengo."
"Bien."
Marinette pasó por detrás del mostrador y hacia el pequeño taller que había en la parte de atrás.
"¿Está la señorita Bustier para saludarla?"
"No, Caline salió hace rato a la escuela. Tú deberías de saber sus horarios más que nadie."
La chica rio nerviosamente.
La tienda de ropa era propiedad de su maestra, la señorita Bustier, y de su esposo. La habían tenido ya por muchos años y su maestra manejaba la tienda por las tardes, mientras que su esposo atendía por las mañanas.
Cuando Marinette iba a la escuela, su maestra todo el tiempo la notaba dibujando diseños de ropa o cosiendo pequeños vestidos a sus muñecas. Otro maestro la hubiera regañado o le hubiera quitado sus cosas, pero la señorita Bustier siempre la había alentado e incluso le daba consejos o ideas.
Cuando había terminado la educación superior, su maestra le había ofrecido un empleo en su tienda, algo con un sueldo sencillo y una carga de trabajo ligera, pero era el trabajo que Marinette siempre hubiera deseado. Claro, no siempre podía trabajar en sus diseños extravagantes y la mayoría del tiempo cosía cosas relativamente sencillas; pero era un paso más adelante para cumplir sus sueños.
Aquella tarde estaba trabajando en un sencillo vestido azul, perfecto para un día común en el pueblo. Arremangándose las mangas se puso a trabajar y se perdió por horas en el baile del hilo y la aguja, todo para ella.
Para cuando Marinette estaba arreglando el dobladillo de la falda, una voz ronca la interrumpió a sus espaldas.
"Tengo que ir al mercado a recoger unos hilos. ¿Puedes cuidar la tienda hasta que regrese?"
"Por su puesto señor; pero ¿seguro que quiere ir usted?" preguntó dudosa, mirando con reproche las muletas del hombre. "Podría ir yo sin problemas."
El hombre soltó una carcajada.
"Una pierna es más que suficiente para ir al mercado y de regreso Marinette. Si me quedo encerrado por un momento más me sofocaré entre todas estas telas."
"Bueno, valía la pena intentarlo," la chica rio. "Yo cuido la tienda por usted."
El hombre le dedicó una sonrisa y tras agarrar sus muletas salió por la puerta principal.
Marinette suspiró y comenzó a recoger el vestido y todas las cosas necesarias para mudarse a la recepción de la tienda. No le molestaba estar en la recepción en absoluto, siempre era divertido hablar con los clientes; pero a veces era mucho más cómodo quedarse en la habitación trasera con sus propias cosas.
Pero bueno, no se puede tener todo en la vida.
La chica se sentó detrás del escritorio y se dispuso a terminar el dobladillo de su falda, pero no había dado ni dos puntadas cuando la puerta de la tienda se abrió con gran estruendo.
Marinette se sobresaltó y soltó un pequeño grito cuando sintió su aguja en su dedo. Al bajar la mirada vio que unas cuantas gotas habían caído sobre su vestido. ¡Demonios!
"Bienvenido a Moda y Modistas Bustier" dijo con una mueca, "en que puedo..."
"Vaya, cada vez te vuelves más ciega chica, si no me puedes reconocer."
Levantó la mirada con una sonrisa. "¡Alya!"
La morena rio, colocando sus manos en la cadera. "Realmente deberías prestar más atención a tus clientes Marinette. Alguno de estos días alguien se va a quejar del servicio."
"Bah, deja de decir tonterías. Mis clientes me aman."
"Si si, por supuesto." La chica se arrimó hacia el mostrador. "¿Cómo vas con tu último proyecto? ¿Ya lo terminaste?"
"No, gracias a tí," rezongó la chica "¡Ahora está manchado!"
Alya se acercó y miró con el ceño fruncido su herida. Ya no sangraba tanto, pero el daño estaba hecho, y la tela estaba manchada con vibrante rojo.
"Mmm eso no se ve bien. ¿Crees que podrás cubrirlo?"
"¡No lo sé! Creo que se vería mal."
"¿Tal vez con pintura?"
"... no es tan mala idea... Bueno no importa lo del vestido," dijo soltando la tela a la mesa. "¿Qué pasó que tenías que venir con tanta urgencia a molestarme en mi trabajo?"
La morena volteo a ambos lados antes de sacar algo de su bolso.
"Mira lo que consiguió Nora de su último viaje."
La chica soltó un grito de sorpresa.
"Acaso es...?"
"Lo es chica! Los mejores hilos de seda de toda la región, cortesía de tu mejor amiga."
Marinette los tomó entre sus manos. Eran unos suaves hilos de colores enrollados en una barra de cartón. No eran mucho para para una modista como Marinette, valían oro "Son hermosos Alya."
"Pues claro que lo son. Le pedí a Nora que consiguiera unos cuantos retazos en su último viaje, así que... uf."
Marinette se lanzó hacia los brazos de su amiga.
"Gracias amiga."
La chica devolvió el abrazo por unos minutos antes de darle unas palmadas incómodas. "Si si, soy increíble."
"Lo eres."
"Bueno, suficientes sentimientos de mi parte por hoy. te tengo unas noticias increíbles."
Marinette rio. "Cuéntamelo todo."
Los padres de Alya eran mercaderes, y hace poco su hermana mayor Nora se había involucrado en el trabajo. Era una profesión peligrosa, pero totalmente indispensable. Y como consecuencia, Alya se sabía las historias de TODA la comarca.
"... y la señora Doris al parecer había iniciado un mercado negro de RUECAS. ¡Ruecas! ¿Por qué haría eso?"
Las dos chicas soltaron una carcajada.
"No puedo creer que Nora se haya enterado de eso! Que locura!"
"Si si, ella se entera de todo, y lo más importante, lo reporta todo."
"Jajaja, supongo que sí es algo bueno." Marinette suspiró. "¿Como van los caminos para ella?"
Su comentario ensombreció el ambiente.
"... pues no se que decirte chica. Las cosas están feas." Alya se cruzó de brazos. "Nora se cuida. Se mantiene por los caminos. Pero cada vez hay más animales salvajes atacando. No se por cuánto tiempo más sea seguro salir del pueblo."
Marinette pensó con miedo en su padre, que ahora se encontraba fuera del pueblo.
"Además, hace unas semanas..." La morena se cayó y miró hacia los lados "No se supone que debería decirte esto, pero... hace unas semanas hubo un ataque de Chat Noir en el pueblo del noreste"
Marinette sintió como se le helaba la sangre.
"Los soldados no quieren que la gente se entere que sucedió tan cerca, pero fue confirmado y todo. Estar en el bosque es peligroso ahora"
Visiones de un monstruo cruzaron su mente, leyendas de un ser escalofriante con garras de animal y una oscuridad pegajosa goteando por su espalda. Muertes sin sentido o sin heridas aparentes, solo una pus negra emanando de sus cuerpos. La pierna de Bastian Bustier... y su padre en medio de todo.
"¡Hey! ¿Estás bien?"
"Emm si. Si estoy bien."
Su amiga se cruzó de brazos.
"Me preocupaste chica. Te le quedaste viendo al vacío como si hubiera un fantasma."
Marinette sacudió la cabeza.
"No te preocupes. Me quedé pensando."
Su amiga la empujó suavemente. "No te preocupes tanto Marinette. Los ataques de Chat Noir son escasos y no tan comunes. Estaremos a salvo siempre que nos quedemos en el pueblo."
"Eso es lo que me preocupa."
Su amiga comenzó a hablar otra vez pero en ese instante el señor Bustier entró de regreso del mercado.
"Marinette, Alya."
"Hola señor."
"Buenas tardes señor Bustier," saludó su amiga. A continuación comenzó a recoger sus cosas. "Bueno Marinette, yo por mí me quedaría eternamente, pero me temo que tengo que ir a hacer unas cuantas cosas en la calle. ¿Estarás bien?"
Marinette sonrió "Claro que sí Alya. Te cuidas."
"¡Igualmente chica!" y la morena salió hacia la calle.
Y por supuesto, dejó a Marinette preguntando qué demonios iba a hacer con las manchas de sangre en el dobladillo.
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Para cuando la tienda estaba cerrando, el sol se escondía por el horizonte y la luz dorada se filtraba por la ventana.
Caline Bustier le había invitado a Marinette a tomar la cena en su casa como casi todos los días, y como casi todos los días Marinette se rehusó, esperando a comer en su casa con sus padres.
Las piedras de la calle resonaban bajo sus pies. Pero las calles estaban sorprendentemente... vacías.
Generalmente a esta hora todas las personas se estaban dirigiendo a sus casas, a poner cerrojos y cerrar ventanas. Pero ahora estaba... silencioso. Vacío.
La chica pensaba en ello con las campanas del centro sonando en el fondo. probablemente no estaban más que marcando la hora.
Pero cuando el reloj llegó a las 6 campanadas, y siguió tocando, Marinette supo que algo andaba mal. Las campanas solo se usaban para dos cosas: para marcar la hora, y para...
La sangre se le helo. Sus piernas comenzaron a temblar y su visión se le nublo. Dando media vuelta, salió corriendo hacia el centro.
Las campanas se usaban para marcar una amenaza...
O una desaparición en el bosque.
Cuando Marinette llegó al centro, una gran multitud de personas estaban reunidas, hablando sobre el bullicio. La chica corrió hacia el pabellón donde los guardias del pueblo hablaban nerviosos.
¿Dónde estaba su madre? ¿Seguiría en su casa? ¿Su padre ya habría regresado del bosque?
Giro desesperada, buscando a un rostro familiar, hasta que se encontró con la familiar silueta morena del novio de Alya.
"¡Nino!"
"¡Marinette!"
La chica se abrió paso entre la gente. "¿Qué sucede? ¿Hubo un ataque?"
El chico frunció el ceño.
"No, un ataque no. Pro hubo una desaparición."
La chica se congeló
"¿Quien?"
"Marinette..."
"¿Quién fue el desaparecido Nino?"
El chico la miró fijamente.
"Tu padre. Tu padre está desaparecido."
Primer capítulo completamente mejorado. Les gustan los cambios? Mencionen lo que piensan en los comentarios!!!
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