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Capítulo 20

Marinette estaba en su cuarto, mirándose en el espejo. Se miraba con un lindo vestido rojo con destellos negros. Ya llevaba casi un año encontrándose con Chat Noir y esa noche él le había pedido que se encontraran en el bosque , que le tenía que decir algo importante.

Marinette no tenía ni idea de que era aquello de lo que Chat Noir quería, pero se había notado bastante nervioso al pedírselo. Sin embargo no pensaba que fuera nada malo. Ella y Chat eran realmente muy cercanos amigos y se lo confiaban todo el uno al otro.

Al inicio había sido algo difícil confiar en el. Aunque el aún no le había hecho nada, estaba casi segura de que planeaba hacer algo y terminar con ella en cuanto se ganara su confianza. Pero con el tiempo, se había dado cuenta de que lo único que Chat quería era un amigo, y alguien con quien estar.

Y así, poco a poco, le había abierto su corazón a su gatito, y poco y poco se fue forjando una amistad hermosa y sólida. Claro que Chat Noir no había remplazado a Alya, Alya siempre sería su mejor amiga sin dudarlo. Simplemente, aunque Chat no se había llevado el lugar de mejor amigo que Alya tenía, se había ganado su propio lugar  que nadie podía ocupar.

Y aunque odiaba admitírselo a sí misma, el gatito tonto se había ganado no sólo un lugar, sino todo su corazón.

No sabía cómo era que había pasado, o como era que había terminado cayendo bajo las "garras" del negro felino, como él solía decirlo. No era que simplemente estuviera interesada en su atractivo físico, en su marcada y fuerte espalda, en su sexi y sincera sonrisa, o en sus hermosos ojos verdes.

Tampoco era que el chico fuera el chico más fuerte que jamás hubiera conocido, o que fuera talentoso en varias cosas, o la manera en la que él nunca erraba una flecha, o sus sagas siempre se encontrarán con la garganta de su enemigo sin error. Tampoco era el gran tesoro que el gato había logrado acumulado con los años. El dinero siempre viene y se va, y eso a Marinette no le importaba en lo más absoluto.

No, no era nada de eso. Lo que se había ganado su corazón era la manera en la que miraba juguetona mente, sin importarle lo que ella pensara. Lo que se había ganado su corazón eran las dulces risas o Fuertes carcajadas por las simplezas más estúpidas del mundo. Lo que se había ganado su corazón era la manera en la que él se burlaba de ella, y permitía que ella se burlara de el. Lo que se había  ganado su corazón era la manera en la que se colocaba ligeramente frente a ella cuando oían algún ruido estando en el bosque. Lo que se había ganado su corazón era la manera en la que él colocaba un brazo alrededor de sus brazos y se inclinaba había ella. La manera en la que le susurraba al oído cuando tenía miedo, que todo estaría. La manera en la que al despedirse, depositaba suaves besos en sus mejillas. Pero sobretodo, la manera en la que él la hacía sonreír.

En el mundo, muchas personas la habían sonreír. Sus amigos, su familia, la agradable gente del pueblo, pero la manera en la que él la hacía sonreír era única. No había nadie que la hiciera sonreír tan genuinamente, o nadie que fuera tan incapaz de hacer que sus ánimos cayeran.

No había nadie que hiciera que su corazón comenzará a latir han rápido, no había nadie que la hiciera sentir tantas mariposas en su estómago. No había nadie que la hiciera sentir tan insegura acerca de sus sentimientos, pero al mismo tiempo tan protegida cuando era abrazada por el.

Ella muchas veces había oído hablar a sus amigas acerca de los chicos que a ellas les gustaban y de la manera en la que ellos las hacían sentir. No podían dejar de pensar en ellos y soñaban despiertas pensando en ellos, imaginando un rosa futuro en el que los dos estuvieran juntos.

Pero lo que ella sentía por él no era nada parecido a lo que ellas sentían. Ella no se sentía nerviosa cuando él llegaba o empezaba a soltar sandeces cuando lo veía. Al contrario, el la hacía sentir segura, y como que podía hacer todo lo que ella se imaginara sin miedo a nada. Marinette no se pasaba todo el día fantaseando con estar con él o soñando con que él la besara. Ella no necesitaba todas esas cosas para sentirse feliz con el, lo único que necesitaba era un lugar silencioso para compartir su compañía mutuamente.

En lo único en que se parecía a sus amigas en sus locas imaginaciones, era en que había un sueño que ellas compartían, el sueño de un mundo, en el que ella pudiera estar junto con su gatito tonto.

No había ninguna manera en la que ella pudiera estar con el. Con el monstruo del bosque. Con la pesadilla de la aldea. Con el demonio que atormentaba al pueblo. Marinette, no podía estar junto con Chat Noir.

La aldea jamás lo aceptaría, y Marinette jamás podría tolerar una vida sin sus padres, o sin Alya, o sin Niño. Una vida sin ir a la escuela todas las mañanas o sin robarse unos cuantos dulces de la panadería de sus padres. Una vida sin llegar todas las mañanas con sus amigas a contarse mutuamente el chisme de la semana o sin sentarse con sus padres en las noches, a ver arder el cálido fuego de su hogar.

Pero tampoco podía vivir una vida sin su gatito tonto.

Marinette volteo la cara hacía la puerta de su habitación para ver a su mama parada en el marco de la puerta.

- Hija, hay alguien que vino a verte

Eso era raro, Marinette no recordaba haber invitado a Alya o a ninguna de las chicas a su casa

-Emm, claro ma, quien es?

- Nathaniel



Hola chicas
Capítulo corto y casi casi que de relleno pero bueno, espero que les haya gustado. Voten y comenten si les gusto y nos vemos en el siguiente capítulo

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