Capítulo 11
Marinette caminaba de un lado al otro de su habitación, siempre parándose de vez en cuando a ver por la ventana los tonos rojizos del cielo, pero también los oscuros del bosque. Se encontrarían en cierto punto, justo debajo del árbol con las manchas blancas que estaba al este del pueblo.
Marinette tenía mido, pero sabía que era necesario hablar. Tenía demasiadas preguntas que la atormentaban todos los días. Sabía que no la lastimaría, pero eso no explicaba el por qué?. Por qué le había ayudado? Por qué ella y no alguien más? Por qué no se había aprovechado de la situación? Si odiaba matar, por qué lo hacía? Y sobre todo, si no eran reales las historias, por qué la gente le seguía temiendo?
Desde que lo había conocido, había tenido estas preguntas, pero temía que estando en casa de Chat, él se enojaría con ella y la lastimaría. Sin embargo, por lo menos en el pueblo tenía la seguridad de que si algo sucedía, podría gritar o hacer algo, y él no estaría tan en su ambiente para atacar.
Miro hacia el horizonte y observó cómo se escondía el último rayo de sol. Era el momento.
Para empezar tendría que idearse una excusa para salir de casa. Desde el accidente, sus padres eran muy cuidadosos con ella, y no les gustaba que saliera de casa sin alguien acompañándola. De hecho, sospechaba que sus padres hacían guardias junto a su puerta por las noches.
Marinette había tratado de convencerles de todas formas que había sido un oso y de que Chat Noir no estaba de ninguna manera involucrado en todo este asunto. Sin embargo, también había hecho bastante creíble que no recordaba mucho y Tommy y Félix habían asegurado haber visto a Chat Noir. Aunque el juicio de Félix era muy poco creíble, en estos momentos el de Marinette también, y sus padres no querían arriesgarse a que Chat Noir la hubiera seleccionado como objetivo.
Estaba claro que decir que iba a salir por una caminata nocturna estaba totalmente fuera de discusión. No había manera de salirse con la suya sin un no tajante o en el mejor de los casos, uno de los mayores acompañándola a su caminata. No era una buena idea.
Tal vez podría intentar escabullirse, pero la puerta principal rechinaba demasiado y haría mucho ruido. Eso tampoco era una opción.
Así que no quedaba de otra opción. Tendría que salir por la ventana. No era de las mejores opciones, pues aún le dolía un poco el costado. Pero lamentablemente era la única opción. Tendría que arriesgarse.
Fue un poco complicado, pero al final lo logró. Saltó desde el marco de su ventana y cayó sobre los campos de cultivos de sus padres. Sabía que si alguno de sus padres entraba a su cuarto, estaría en problemas; pero fuera de eso, el mayor problema estaba resuelto. Si se agachaba bien, no había manera de que la vieran tras la espesura de las plantas.
Mientras caminaba a través de los dorados trigos del campo, comenzó a reflexionar. Tal vez todo esto era una muy mala idea. Quizás Chat Noir se arrepentiría de no haber hecho nada antes y lo haría ahora.
Se fue acercando al río sigilosamente, tratando de evitar hacer el menor ruido. Metió sus pies al agua y sintió el frío calmante en sus huesos, pero tenía que saberlo. No podía dejar que las dudas siguieran atormentándola. Cuando iba ya cerca de la mitad del río, el agua helada ya le llegaba a la cintura y casi no podía moverse, pero sabía que ya no había vuelta atrás. Logró cruzar el río a duras penas, y salió de él titiritando.
Caminó hacia el árbol en el que habían quedado, tratando de hacer sus pasos más lentos. Quizás Chat Noir realmente no había querido lastimarla y solo la había ayudado. Pero de todos modos tenía miedo.
Sentía el frío por todos sus huesos, pero siguió avanzando. Miro hacia el árbol y por un momento, pensó haber visto a alguien, pero ya que se fijó bien, no había nadie.
Marinette se quedó ahí unos cuantos minutos, pero vio que Chat Noir no aparecía. Decidió que puesto que no había aparecido, no tenía caso seguir esperando.
Se dispuso a regresar a la aldea cuando de repente, una ráfaga de viento helado, pasó por detrás de ella, helándola por completo. Sintió como se le congelabas cada uno de sus huesos y sentía como si hielo pasara por sus venas.
Marinette se abrazó a sí misma fuertemente, tratando de calentarse a sí misma, pero el frío la rodeaba por doquier. Trato de abrazarse a sí misma antes de regresar sobre sus pasos cuando sintió que le colocaban algo cálido en la espalda.
Casi al instante el frío desapareció de su cuerpo, gracias a lo que ella reconoció como una cálida capa de piel, sintió como se revitalizaba con el calor que le brindaba y sintió una cálida sensación familiar. Muy familiar.
Noto la presencia de alguien detrás de ella, y supuso que habría sido alguien de la aldea, que la había visto paseando por el bosque. Se dispuso a voltear y agradecer al amable desconocido, pero cuando vio los brillantes ojos verdes, supo que había llegado el momento.
oOo
Chicas, que oso. Me acabo de dar cuenta que la semana pasada publiqué el capítulo a medias. Mil disculpas. Se los compensó.
Pero bueno, espero les haya gustado.
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