Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. EL PLAN PERFECTO.


No se si funcionará. No se si estoy haciendo lo correcto o simplemente estoy ungiéndome a mi mismo como suelo hacerlo siempre. Solo sé que esta vez quiero hacer todo a mi manera, quiero pensar que estar dispuesto a ir a buscar lo que realmente quiero podría ayudarme a casi la mitad de todos mis problemas.
Cuando era niño solía aferrarme tanto a las cosas y no lo soltaba sin tener un porqué antes. Por primera vez quisiera ser ese niño, quiero aferrarme tanto que por una sola vez pueda obtener lo que realmente quiero por mi mismo. Porque sé que puedo hacerlo, puedo esforzarme más y puedo dejar de ser Darcy él que se marcha de la casa del señor Collins sin explicarse de los verdaderos motivos de su inexplicable e hiriente forma de ser y de sus sentimientos tan abruptos hacia Elizabet como errados por un orgullo devastador, amargo y sin sentido.
Por primera vez estoy dispuesto a romper con todo este desmadre para guiarme por mi mismo, debo ir a Seattle cuanto antes y mostrarle que estoy dispuesto a lo que sea que tenga que pasar con nosotros. A charlar por horas detrás de una pantalla, que me platiqué sus vivencias de niña mientras comemos helado, y que aunque peleemos siempre lo arreglaros volviendo. Porque las almas que están destinadas las unas a las otras es lo que hacen. No importa la distancia, la tempestad, el tiempo, o la ruina. Siempre vuelven.

Saco la maleta de la puerta del departamento tomando las llaves es antes de salir. Mía me ha dicho dónde estaría quedándose Angie y adivino que lo ha sabido por Brent, porque creo que ninguna de las chicas parece hablarle después de todo el alboroto que hubo en el baile. Quiero pensar que Angie puedo habérselo mencionado antes de irse, pero lo dudo enseguida en cuanto la idea me cruza por la mente.

Estoy ansioso; lo noto por cómo siento el hueco en el estómago al bajar al edificio. Saludo a Samantha de la puerta antes de salir para pedir el taxi directo al aeropuerto. Mi padre se ha disculpado por no poderme llevar, pero lejos de importarme me hizo sentir un peso menos con la idea de su presencia por unos largos y eternos diez minutos.
Miro el Rolex sobre mi muñeca en espera de los cinco minutos pertinentes al tiempo de llegada mientras saco un cigarrillo matutino para los nervios. No podré fumar durante casi tres horas por el vuelo, así que no lo veo como una mala opción.
Apenas doy unas dos caladas cuando entrecierro los ojos viendo la figura que viene a paso veloz hasta donde estoy.
Me tensó enseguida viendo a Brent con el cabello desalineado, los ojos hinchados y la respiración al borde llegar enseguida frente a mi.
¿Que puta madre es esto?

—No puedes irte—me apunta una vez frente a mi pero le ignoro—Hablo en serio Evan, escúchame...

—Ya déjate de tonterías, no voy a caer esta vez en tu juego Brent—saco el humo al aire frío mezclándose.
Me giro pare verlo sin ganas—Debí saber que Mia iba a abrir la boca tratándose de ti.

No lo niega pero tampoco lo acepta.
—No puedes irte a Seattle.

—Tu no vas a decir que chingados puedo hacer y que no. Está decidido, voy a irme y dentro de unas horas Angie sabrá toda la verdad—digo aunque una parte de mi niega hacerlo. Porque tal vez esté mintiéndome.

El taxi llega y no pierdo tiempo de seguir hablando tomando mi maleta. La arrastró sobre el pavimento todavía escuchándolo llamarme casi a gritos haciendo que el taxista me vea extrañado. Yo ni siquiera me inmuto subiendo la maleta a la parte trasera del auto amarillo. Le agradezco al chofer abriendo la puerta para montarme y largarme pero un empujón me hace perder el equilibro.

—¡¿Que diablos te ocurre?! Ya dije que no volveré a confiar en ti, ahora lárgate a jugar a la puta casita.

—¡Cierra el hocico de una puta vez! No puedes largarte así como así—esta agitado y comienzo a enfadarme. Las ojeras debajo de sus ojos me hacen saber que ahora somos dos los que no hemos podido dormir del todo bien. Pero entonces habla:
—Lo sabe.

Entrecierro los ojos confundidos.
—¿Que? De que estás hablando...

—De Angie, Angie lo sabe todo—se pasa la amamos por el cabello desesperado—Sabe que tú le mentiste, que yo lo sabía. Que ambos le mentimos.

Me tensó antes de hacharme encima de este. El taxista maldice a los espaldas antes de mencionar que se hará más tarde, pero mis puños ya están tomando fuertemente de la camisa de Brent.

—¡Tú lo hiciste, se lo dijiste! Eres un...

—¡Yo no tengo nada que ver!—interpone las manos dándome un empujón—Y aunque quisiera habérselo dicho porque te lo merecías; no fui yo, alguien más lo hizo, alguien aparte de nosotros dos habló.

Una sonrisa sarcástica sale de entre mi boca pero este parece no tener sentido del humor, una cosa más para hacerme pensar si fue realmente él o no,
El taxista me pide que le diga si iremos y entonces me pincho la nariz terminando por negar.
Le agradezco cuando baja la maleta para tomar otro viaje de vuelta. Brent parece más aliviado una vez que el conductor de taxi desaparece pero yo sigo sin entender absolutamente nada.

—Déjame ver si entendí; alguien más le contó a Angie algo que sólo tú y yo sabemos a la perfección —Me froto la cara cuando asiente—Vaya chingadera.

—Estamos jodidos—se pone las manos en la cadera.
—Barbara me dijo que había hablado con ella, que Angie sonaba diferente, más apagada que antes.

—Tal vez estuviera así porque acaba de mudarse.

—No estoy muy convencido, debería estar feliz.
—Brent me ve mientras vacila—¿Que vamos a hacer?

—¡Esto es una puta mierda!—pateo el bote de basura frente a mi mandándolo a la acera de enfrente, me agito intentando concentrarme antes de volver a oír a Brent:

—Tal vez nos estamos adelantando y solo es una falsa alarma. Tal vez Barbara se equivocó.

—Eso aún no lo sabemos.

Me recargo en el auto sacando un cigarrillo, Brent me pide uno pero le ignoro mientras pienso en como se me acaba de arruinar el momento de largarme a Seattle como un niño pequeño que ha roto un jarrón.
Inhalo profundo intentando calmar mis ganas de salir de aquí e ir a patear la puerta en casa de Lily.

—Esto también es culpa de tu prima, estamos de acuerdo en que tampoco puede salir impune de esto ¿verdad?—dice haciéndome reír.

—Tampoco es como que haya matado a alguien.

—Claro que lo hizo, mató mis ganas de siquiera salir a divertirme—me ve—Ya ni siquiera puedo tener sexo tranquilo sin molestarme por su culpa.

—Tus incapacidades sexuales no son mi problema.
—niego dándole la última calada al cigarrillo.
—Pero también necesito los papeles de la propiedad de mi padre.

—¿Eso que tiene que ver con Lily?

—Que ella los tiene y conociéndola va a vender.

Brent se queda con los ojos entornados.
—¿Y cómo diablos los tomó? Si tu padre se entera seguramente no le va a divertir.

—Ni que lo digas, ese es el mayor de todos los problemas—me talló la cara—No tengo idea de cómo fue que los consiguió, pero los necesito de vuelta.

—Evan, Es Lily, está loca—se recarga en el auto.
—Tienes que encontrar la manera de conseguirlos.

Ruedo los ojos.
—Dime algo que no sepa. De todas maneras necesito hacer una cosa a la vez.

—Claro, ¿Y porque no sentarnos a jugar a la casita también? ¡Necesitamos un plan, carajo!—se queda mirando al frente—Pero uno bueno, que esta vez si funcione. Por Angie.

El silencio de la mañana nos despierta. Le ofrezco un cigarrillo mientas pienso todavía en tantas cosas que no puedo aclarar mis pensamientos. Nada nuevo.
El timbre de mi reloj suena indicando que debería de haber estado a esta hora en el aeropuerto, que aún puedo irme si puedo, pero sé que no servirá de nada. Ella no querrá una simple disculpa, yo merecía decírselo en persona, por mi mismo. Y ahora alguien ha hablado de más y lo ha arruinado todo.

—Debiste alejarte de ella como habíamos quedado.
—digo haciéndolo verme pero antes de que hable aclaro—Tal vez no arreglaríamos nada pero la hubiéramos podido prevenir—me quedo callado antes de soltar:—Eres su mejor amigo.

—No soy tan importante—chista—No como tú.

Su respuesta es corta y fría. No pregunto más mientras este se vuelve tomando su celular leyendo un mensaje. Suelta un gruñido para después verme.

—Es Mia, quiere que vuelva ahora.
Dice y no evito reír haciéndolo mofar.

—Casi olvido que tu mujer te controla ahora.

Me da un golpe en el hombro haciéndome gruñir.
—No me controla, y no es mi mujer—se pincha la nariz—Pero está embarazada y trae un humor de mil demonios, así que debo irme ahora si quiero sobrevivir a la noche.

Parece despedirse sin más cruzando la calle. No quedamos en vernos luego aunque sé que tenemos que hacerlo, tomo la maleta mientras regreso con ella a la acera de enfrente pero entonces una duda me explota haciéndome regresar aunque ya tengo idea de cual es la respuesta.

—¿Cómo sabias que iba a irme esta mañana?
Le grito haciéndolo voltearse enseguida alejándose el celular de la oreja. Vacila un rato hasta que termina por sonreír rascándose el entrecejo:

—Si bueno, mi mujer me lo dijo.
Lo sabía.

5hrs después...

—Si Lily sigue así juro que no voy a pensar dos veces en mandar a la mierda todo—digo cuando James pregunta que porque me veo de la chingada.

Estoy en su casa. Esta tarde me llamó para ver si salíamos al bar en la noche pero no tengo muchas ganas de estar ebrio, las resacas pasadas me han cobrado factura estos días.
Intento pensar en una cosa a la vez, si conseguir los papeles es tan importante como todo lo demás. La sola idea de que pueda llegar a moverlos y dárselos a su padre comienza a darme vértigo. Necesito pensar que puedo hacer, saber si hay algo que a demás de todo lo demás; no salga mal.

—Tenemos que hacer un plan, tienes que recuperarla a ella, y recuperar los putos papeles—James niega.
—Puedes meterte a su casa e intentar encontrarlos.

—Lo pensé pero Lily no es tonta, debió guardaros en un buen lugar. Tengo acceso a su casa veinticuatro siete gracias a Wesley—pienso—¿Crees que Wesley se preste a ayudarme con todo esto?

Menea la cabeza casi negando.
—No creo que quiera ayudarte para ser el Alcon a su hermana. Después de todo son hermanos.

—Ya lo sé.
Me recargo en la silla de la terraza mirando el jardín. Las flores se mecen contra el aire haciéndome perder la noción del tiempo por un segundo.

—Hagamos un plan. Vayamos a Seattle, los cuatro.
James propone haciéndome voltear a verlo.

—¿Cuáles cuatro?

—Brent, Wesley, tú y yo—eleva un puño para chocarlas pero enseguida niego.

—No, no voy a chocarlas contigo. Es una locura.

—Corrección, es una grandiosa idea y salida a tus problemas—me señala—Si consigues decirle la verdad a Angie, tal vez Lily se de por vencida.

Chisto riéndome antes de negar.
—Se nota que no la conoces; no lo hará.

—Tal vez ella no, pero Apolo si—en cuanto dice mis nervios se afilan—Piensa en esto; sin Wesley en la casa, Será mas fácil entrar y buscar los papeles.

No suena mal, pero aún así tengo mis dudas.
—Apolo ya le ayudó a Angie, Lily no va a volver a caer en su trampa de nuevo.

—Oh vamos, no creerás que no va a hacerlo. Esa mujer está endiosada por Apolo, lo cual es terrible pero aún así que más da. Ella te robó algo, tú solo lo obtendrás de vuelta.

Le miro asintiendo. Ahora que todo parece ir "mejor" y que tendré que convivir más con mi padre no me conviene que siquiera se entere de cómo desaparecieron los papeles que Sebastián me dio a guardar hace tres meses atrás. Hubiera querido contarle a Sebastián lo qué pasó con esos peleles pero conociéndolo, es mejor aguardar el secreto solo para mi y para Maggie. Como dije, normalmente tengo que notificarle todo lo que haga para que me deje respirar tranquilo. Comienza a molestarme más todavía, me gustaba más ser el chico solitario del pasado en Canadá; aunque ahora creo que nunca he dejado de serlo del todo.

—Mira, piénsalo. No sería tan mala idea Evan. Puedes recuperar ambas cosas y yo te puedo ayudar.
—me da un golpecito en el hombro mientras le da un trago a la cerveza haciéndome seguirle.

—En caso de que acepte, ¿crees que puedas ir a Seattle sin ningún problema? Hablo de tus padres y tus hermanas—pregunto y este rápido le resta importancia con una mano.

—Tranquilo, tengo todo bajo control. Mi madre suele pedirme que vaya a Seattle de vez en cuando para visitar a la familia; puedo usarlo esta vez como pretexto—vacila—Pero solo si quieres hacerlo.

Me quedo con la cerveza dándole ligeras vueltas en la mesa antes de acabármela de un trago. James trae un par más, y creo que comienzo a sentirme más relajado que antes al pensarlo.

Me giro a ver al moreno de mi lado.
—Sabes que; lo voy a pensar.

Brent Young.

—Llegas tarde, como siempre.
Mia susurra en cuanto entro a la habitación haciéndome mofar. No me deja siquiera pensar.

—No miré la hora, lo siento.

—Siquiera pudiste avisarme que no vendrías a cenar.
—dice sobre el eco de la habitación.

La media noche ha caído y espero que no huela el alcohol sobre las paredes enmohecidas de este lugar.

—Lo siento, quede con James—miento.

—Y con Evan, al parecer no se fue como pensé.
—no digo nada—Vi unos estados de James en Instagram, lo curioso es que no te vi a ti, solo a Evan.

Me rasco el cuello frustrado mientras me des abrocho el pantalón lanzándolo a una esquina de la habitación seguido de la playera.

—Tal vez lo tomaron cuando fui al baño, o ya no estaba. No tengo idea.

—No soy tonta Brent.

—Jamás asumí que lo fueras—le miro intentando relajarme cuando se sienta un poco más en la cama.
—¿Cómo te sentiste hoy? ¿Se fueron las náuseas?

—No del todo, casi no puedo comer sin terminar vomitándolo enseguida—suspira recargando la cabeza en la cabecera. Me acerco a ella dándole un ligero beso en la cíen haciéndola sonreír ligeramente.

—¿No crees que sería bueno ir al doctor?

—Es parte de un embarazo Brent—intenta no reírse
haciéndome negar metiéndome entre las sábanas.

—Lo lamentó, no se si sabes pero nunca antes he tenido un hijo—juego haciéndola reír enseguida riéndome igual.

—Estaré mejor cuando por fin sepa que va a ser—sus manos delgadas masajean su vientre aún plano sobre la ligera playera de satin.

Un ligero nudo en la garganta se me forma cuando sus grandes ojos azules se topan con los míos a través de la Luz de la ventana. Hago mi mejor intento de sonrisa acercándome para darle un beso en los labios. Me lo regresa con ganas pero menciona que está cansada y lo entiendo. Subir y bajar escaleras comienza a ser más cansado por no decir que en un futuro será todavía más peligroso. Ni los niños ni las embarazadas deben vivir en departamentos de ocho pisos.
Me recuesto por completo quitándome el Rolex para dejarlo en la cajonera pero enseguida oigo un golpe en seco haciéndome maldecir, entonces recuerdo que no tengo cajoneras en este pinché departamento de mierda.

—Deberíamos arreglar esta pocilga si vamos a intentar vivir aquí—susurro pero enseguida la oigo reír sabiendo que me a escuchado.

—Ni que lo digas, las cucarachas contribuyen en gran parte a las náuseas matutinas.

Giro para verla recargando la cara en la mano. Tiene una leve sonrisa en los labios, e intento saber si es por el chiste de hace un rato. Definitivamente esto no era lo que quería, y no hablo solo de este departamento de mierda. Hablo de mi vida en general. Y es horrible que lo piense aún cuando sé que no soy quien lleva la parte más difícil de todo.

—¿Extrañas dormir en tu casa cierto?
—susurra pegándose más a mi cuerpo frío calentándome enseguida.

—No, está bien. Solo pensaba.

—¿En Angie?

La veo sin entender su pregunta sintiéndola encogerse junto a mi enseguida. Esto no va bien.

—Oye no, ¿porque preguntas esas cosas?
Me incorporo aunque no logro verla del todo bien.

—Porque te veo. Como dije, no soy tonta Brent. Todo siempre se trata de ella, estos días, todo.
—guarda silencio—Y sé que la extrañas.

—Claro que la extraño, es mi mejor amiga Mia.

—Pero no la extrañas de esa forma.

—Claro que si—le susurro—Deja de hacerte ideas.

—No son ideas, se que siempre has estado enamorado de ella—una corriente me recorre el cuerpo—Lo entiendo, está bien.

Me quedo callado dejando a los coches hacer ruido sobre la calle a las afueras. No tengo nada que decir, porque al decir que no, estaría mintiendo de nuevo. tanto a ella como a mi mismo.
No parece esperar una respuesta y si la estuviera esperando no parece tener mucha esperanza de que conteste. Sus manos frías me abrazan a ella haciéndome sentirme por segunda vez, una mierda.

—Lo más importante para mí ahora eres tú y por supuesto el bebé—le digo—Estaremos bien.

—¿Y qué pasará después?

—¿Después de que?—me separo en un intento por verla sintiéndola removerse incómoda.

—Hablo de nosotros, de esto. Tú necesitas estudiar...

—No lo necesito.

—Claro que si, no quiero que esto sea si y sientas que estoy quitándote una parte de tu vida, no de nuevo.
—lo último lo dice más como un suspiro.

—Hey, No me estás quitando nada, está bien—le beso la punta de la nariz—Estaremos bien y ya veremos cómo haremos las cosas en el presente, no nos adelantemos.

Siento la piel mojada y no evito pensar en la posibilidad de que no sea la primera vez que esté llorando desde que nos mudamos aquí. Se sueña la nariz acurrucando la cara entre mi cuello.

—Gracias.

Arrugo el entrecejo al oírla.
—¿Porque?

—Por no haberme dejado sola—suspira—Por esforzarte. Sé que no ha sido fácil con todo lo que ha pasado, lo que hice y que apenas estamos iniciando pero prometo poner de mi parte más a menudo.

Sonrió siquiera al oírla y un nudo en la garganta comienza a dolerme pero me re incorporo.

—Créeme, ya te has esforzado demasiado viniendo conmigo a esta pocilga—me rio cuando me da un golpe pidiéndome que no le diga así. Entonces suspiro—Pero estaremos bien.

—Ya lo estamos.

Le re acomodo un mechón de cabello suelto tras la oreja asintiendo con la cabeza.
—Pero estaremos mejor, lo prometo.

Una sonrisa esperanzada se ensancha en sus labios haciéndome saber que ahora más que nunca tuve suerte, y aunque suene igual. Me gusta tener suerte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro