29. DESPEDIDA DE SOLTERO 2/2
—¿Porqué todo tiene forma de pene?—Brent gruñe agarrando una pajilla con forma de miembro al igual que todo lo qué hay sobre la mesa. Levantó ambos hombros sin tener idea.
—Cállate y chúpale al glande.
Me burlo haciéndolo darme un golpe en el pecho.
—Ven, dame un abrazo—cuando dice, arrugo la cara enseguida.
—No, no te voy a abrazar.
—Si, si lo harás—se me acerca haciendo que me ponga tieso como tronco. Y no, no es que no quiera darle un abrazo, es que en Brent, pedir abrazos, no es normal—Eso es, dame un poco de tu amor.
—Volverte papá te esta haciendo algo sentimental.
—digo todavía con sus brazos sobre mi.
—Ay, cállate. Las hormonas del embarazo me tienen muy sentimental—se aleja de golpe—Listo.
Se da la vuelta y enseguida se va junto con los otras dejándome confundido. Los chicos estamos en la cabaña de las chicas. Lizzie ha pensado que sería buena idea, claramente no se ha pasado a pensar en mi y el gran aire de incomodidad que se respira; y no solo por Angie y por mi. Si no, porqué ahora resulta que Angie es mi ex, y es amiga de mi otra ex. Mientras yo convivo con el nuevo y futuro esposo de Lizzie, cuando también soy el ex.
—Yo iré a dormir.
Peter se pone de pie, pero todos le abucheamos.
—Güey, deja de ser tan responsable. Tomate otro trago y nos vamos todos juntos a dormir—James propone y Brent se entromete.
—Si, pero ni crean que en la misma puta cama.
Las risas vuelan. Tapo la mía dándole un sorbo al vaso de plástico entre mis dedos, sintiendo el celular tranquilo en mi bolsillo después de recibir miles de mensajes de Emma preguntando qué tal la fiesta, y no la he sacado de lo aburrido que está esto. Esta emocionada por venir a la boda, por si fuera poco, ahora también se une una más al club.
—Cinco minutos en el paraíso y cállense todos. Yo aquí pongo las jodidas reglas—James casi grita.
Ambas chicas que lo acompañan se sonrojan enseguida y Lizzie se ríe junto con Máximo, mientras, Angie teclea en su celular con una expresión confundía y me aguanto las ganas de preguntarle si todo esta marchando bien. Creo que es la costumbre.
No me ha dirigido la palabra desde que bajamos del tren. Y cada que cruzamos miradas es como si no me conociera y como si quisiera demostrarme que soy tan invisible como lo creo que soy. Y lo peor es que soy consiente de que debería de no importarme, pero con una mierda. Me importa mucho.
—Nunca he visto a dos hombres besarse. Sería interesante—una de las chicas dice, captando mi atención en segundos. Todos gruñen y por lo que parece, están hasta la puta madre de alcohol.
—¿Estas diciendo, que si dos hombres se besan, ustedes se besarán también?—James les pregunta a ambas chicas que venían con el, y rápido asienten.
—Perfecto, Peter y Brent, bésense.
La sonrisa de Lizzie se borra. Voltea a verme como si pidiera ayuda a esta noche que se ha puesto más que rara, pero no tengo nada que decir.
—Olvídalo, son hombres con masculinidad frágil.
—Angie entra a la ecuación.
Una ligera sonrisa me sacude al recordar lo valiente que se pone frente a todos, aun cuando conozco una de las partes más intimidantes de ella. Y es como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto.
—Yo no, podría besarlos a todos aquí, y ahora mismo. Pero no lo haré—la voz de James nos hace despertar, cuanto continua:—Así que en términos de juego, cinco minutos en el paraíso y soporten.
Lizzie niega—Yo y Máximo nos iremos a dormir de una vez. Mañana hay que cumplir con el itinerario de la semana.
—¿Habrá algo divertido que hacer por fin?
Brent pregunta, haciendo que Lizzie ruede los ojos.
—Si no se ponen ebrios hasta el ensayo, si.
Ambos se levantan del sofá y James vuelve a mencionar su juego, haciendo que Angie se levante por igual, y cuando pienso siquiera en que va a irse, James salva la campaña, pero no como lo esperaba.
—Angie y Evan tienen muchas cosas de que hablar.
Metanse al jodido baño y disfrútenlo.
Angie rapido niega tropezando con una mesa.
—Me largo a dormir.
—No puedes—James la detiene haciéndola verlo extrañada—Tengo sus celulares.
Al ver el mío, instintivamente me llevo la mano a los bolsillos. ¿Cómo carajo me lo quito del bolsillo?
Brent, grandísimo hijo de puta.
—Si, muy graciosos, devuélvelo.
—No estoy bromeando. Y si no lo hacen, cada minuto aumenta a diez—Ve su reloj con modestia.
—Ya van 15.
Chisto desde la esquina de la cocina.
—Basta. Devuelve los celulares.—y pienso que lo puedo volver todo bajo control. Pero no.
—Ya dije mi petición. Y van contando 35 minutos.
Angie parece palidecer pero no logro observarla mejor. Estoy borracho, y la luz de la cabaña es un asco, así que no tengo idea de si su expresión es real o únicamente está fingiendo para que James nos deje de una buena vez. Peter gruñe mencionando lo pendejo que se está poniendo esto, listo para salir de la cabaña a la nuestra. Mientras, Brent termina por carraspear en un intento de romper el hielo.
—Ya llevan como una hora, solo entren al puñetero cuarto, y si no quieren hablar; no lo hagan. Pero entren que quiero largarme a dormir ya—Brent gruñe como si tuviera inocencia en esto.
Los ojos marrones de Angie se voltean de fastidio pasando de mi, yendo hasta el baño. Pienso en que es broma pero al oír el portazo me doy cuenta que no, no lo es. Y que esta es una idea estupida que no debería de estar aceptando. Tengo novia, quiero a Emma y no creo que hacer esto sea lo correcto.
Aunque ya con todo esto, ¿que es lo correcto?
—Evan, entra ya—James me señala. Y sin ninguna oportunidad, lo hago.
Mi mano toca la parrilla abriendo la puerta.
El baño blanco huele a lavanda, la luz blanca me ciega al contacto mientras mis ojos se fijan a la chica de cabellos castaños recargada sobre el lava manos, con ambas manos cruzadas sobre los pechos.
Está molesta.
—Yo no tuve nada que ver—es lo único que seme ocurre soltar en cuanto cierro la puerta a mis espaldas. Esta finge no oírme. Pienso en dejarlo así, pero rápido recuerdo:—¿Porqué te comportas así?
Enseguida, voltea sin entender.
—¿Así como?
—Así, camino acá tenías la guardia baja.
Chista como si hubiera contado un chiste.
—Que me haya recargado en ti no significa que vayamos a ser amigos ahora. Si a eso te refieres.
—No lo decía por eso, no quiero ser tu amigo.
—en cuanto lo digo, me arrepiento al verla observarme con tal dureza que casi me golpea.
—¿Y que te hace creer que yo si?
—Yo no creo ni un carajo.
—Pareces un jodido Niño.
—Si, pues tú más—gruño—Siempre quieres dar órdenes, quieres que todos giren a tu al rededor y te veneren. Así que, olvídalo tú.
—Suficiente.
Trata de pasar por mi lado para irse. Pero me interpongo.
—Si sales por esa puerta, seguro que esos babosos de afuera no nos darán nuestros celulares, y perdón que te desconcierte, pero yo si necesito el mío.
Por su cara, tengo la gran sospecha de que todo lo que estoy soltando son mamadas. No, no es sospecha, si lo son. Y al parecer, me detesta.
—Claro, casi olvidó que tienes una relación que atender con tu poca responsabilidad afectiva.
—se recarga en la pared blanca, llamando mi atención.
—¿En serio quieres que hablemos de responsabilidades afectivas ahora?, porque puedo darte muchos ejemplos de que tú no la tienes.
Se ríe enseguida.
—Adelante, no soy yo quien saca un clavo con otro clavo. Pero al parecer, tú si.
Y como un balde de agua helada, me congelo. Quiero enojarme, decirle que deje de decir cosas de las cuales ni tiene nada que ver y que no conoce. Pero mi poca decencia me pide que cierre la boca recordando que conocí a Emma justo cuando venía a verla a ella. Y no solo la conocí de vista.
—Tu sales con Pablo—Carraspeo como si eso fuera a ayudar al gran ataque que me ha metido. Entonces me observa como si estuviera loco.
—Mi vida personal no te debería de importar.
—Lo mismo digo.
—Tu empezaste.
—Y tú continuaste, y te recuerdo que yo quise hablar contigo sobre eso en...—suspiro—En el funeral de mi abuela.
—Evan, ¡era el funeral de tu abuela! No iba a discutir contigo sobre a quien te estabas cogiendo—escupe, sus mejillas se incendian enseguida para después negar—Eso sonó repulsivo, pero sabes que tengo la razón.
—¡Y te la doy! Pero siempre terminas culpándome de cosas de las que yo siempre quise hablar.
Su expresión vuelve a cambiar a una más recia.
—¿De las que siempre quisiste hablar? Vete al infierno Evan, jamás hablas conmigo de nada.
—¡Porqué no me dejas!
—¡Claro que lo hago!
—¡¿Cuando?!
—¡Justo ahora!—me apunta—Y no puedo creer que solo quieras seguir sacándome en cara lo que no hice, ni deje que hicieras en el jodido pasado.
Niego tocándome el puente de la nariz.
—Estás mal.
—Tú estás mal—sus palabras salen atragantadas—Tú siempre crees qué haces lo correcto, crees que tú eres siempre quien sacrifica todo por todos, el que da más, el que merece más, el que quiere dar una última explicación. ¡Pero jamás te ganas ese privilegio!
—¡Yo me he ganado todo lo que tengo, me gane lo que tuvimos, me he ganado toda esta mierda!
—¡Pero ni siquiera tienes nada!—en cuanto sus palabras cobran sentido, ambos nos miramos. No solo nos miramos, nos observamos.
Pestañeo sin entender.
—¿Que?—estoy casi seguro de lo que dirá, pero quiero oírla decirlo. Necesito escucharla.
—Todo lo tienes, no es por ti—inhala—El haberme conocido, el haberme enamorado, el haberme tenido en su tiempo no te da el derecho de acreditarte nada.
—No era lo que yo...
—Yo me permití sentirme seducida por ti, y lo admito. Pero lo que tuvimos ya no existe, así que no te atrevas a meterlo en esta estupida conversación.
Pestañeo sin seguir entendiendo.
—¿Estupida conversación?—me rio negando.
—Contigo jamás se a podido hablar como la gente.
Pienso en terminar, pero cuando da un paso más hasta mi. Mi cuerpo por reflejo de tensa pegándose a la pared del pequeño y escurridizo baño.
—Te crees muy decente—sus ojos llenos de rabia me hacen desconocerla—Crees que eres mejor que los que están afuera. Mejor que yo.
Niego enseguida—Ang...
—¿Creías que no me iba a enterar que te cogiste a Emma mientras viniste a limar perezas conmigo, haciéndome creer que volviste a Seattle por mi?
—saca las palabras de la garganta como si le quemaran, como si le dolieran—Así que no, jamás serás mejor yo. Porqué en mentir, yo si soy mejor.
Y como un dejavú, en segundos, ya no está. Me ha dejado aquí, encerrado en un baño sin saber que mierda es lo que debo decir; si decirle que ya no estábamos juntos cuando paso todo con Emma, decirle que no he parado de pensar en ella todos los malditos jodidos días de mi vida, o salir y gritarle que se equivoca; y que el mayor mentiroso soy yo, porqué ahora estoy aquí cuando debería estar con mi novia, porque estoy aquí aún cuando no he encontrado los papeles que mi padre tanto ha buscado y que Lily sigue sin darme respuesta, o que simplemente, no quiere señalar. Podría decirle todo eso; aunque la gran mentira que siempre me carcome es; que en el pasado, tal vez ella también fue el clavo que sacó a otro clavo.
Brent.
—Vamos maripositas de barrio, junten su porquería de basura y deposítenla en la bolsa negra.
—les aliento a plena madrugada mientras James está que se cae de borracho y a mi se me ha bajado.
Acompañe a las chicas (sus amigas) al taxi, y le dimos veinte al conductor para que las dejara en casa. Peter no tardo ni un minuto más y se largo a dormir mientras decido entre irme a dormir por igual, o seguir obligado a James a que levante su trasero para irse a dormir el primero.
—Yo, me recostaré aquí—digo acurrucándome en el sofá. Este rápido asiente no sin antes acercarse, sentándose en la orilla del sofá.
—Está semana hay planes de boda. Siete días más, y seremos libres—se recarga en el respaldo—Necesito descansar, no sobreviviré a otra borrachera.
Sonrió con los ojos cerrados.
—Yo si podré, pronto ya no lo haré y mis sueños se verán truncados por Mia y sus incesantes reclamos.
Una risitas de su parte agrega otra mía. Y por primera vez, aunque esté borracho, pienso las cosas con más profundidad que antes.
—No seré un buen papá—digo. En cuanto lo hago James me da un golpe en el pecho ahogándome.
—Deja de decir mamadas. Lo harás genial.
Quiero creer que tiene razón. Pero se no que no es así. Jamás será así.
—Tengo 19 ¿que clase de padre seré?, no tengo ni una puñetera idea de qué hacer con un bebé.
—me tomo el puente de la nariz estresado.
—¿Y entonces porque lo tendrás?
—¡Porque se supone que soy un hombre responsable!—me siento de golpe—No puedo dejar a Mía con todo el cargo de algo que también me corresponde. Sería un pendejazo si la dejara.
El moreno rápido niega, junto con una sonrisa en los labios que enseguida se ven opacado por unos gritos en el baño. Sin émbargo, ya sabíamos que solo se podría lograr una de las dos cosas que queríamos; reconciliación, o pelea masiva.
—Estás nervioso, es normal bro.
Está dándome ánimos que no funcionan. Niego.
—Nunca tuve una figura paterna James—le veo, para después suspirar—No tengo una idea de cómo debo de ser con un mini yo, porque jamás he tenido un padre presente—me froto la cara—Mierda.
Mia dice que leyó en una revista para embarazadas, que los bochornos pueden ser para los hombres o las mujeres. Eso; después de que vomitara por dos veces seguidas después de ver mi plato favorito en la mesa.
Y ahora, me siento sentimental. Carajo.
—Oye, Tranquilo—James me da una palmada en el hombro, seguramente porque estoy apunto de llorar como un marica—Escucha, tienes que dejar de hacerte el Fuerte.
Sus palabras me hacen levantar la mirada otra vez, únicamente para tomar más atención a lo que seguro tiene que decirme, que se acaba de sacar de alguna novela que vio en el avión.
—Mira, tampoco tuve una madre presente, padres divorciados. Vidas separadas y llenas de privilegios donde solo por eso no puedes llorar—chista.
—Y menos si eres hombre.
Sonrió para no reír—No digas estupideces.
—No lo son, tan solo escucha aquellos gritos dentro del baño, ¿porque crees que son?
—Porqué seguro Evan ya la cago.
—Exacto. Pero también, porque ninguna de esas personas ahí adentro tienen las agallas de decir lo que realmente sienten y largarse al carajo.
—se empuja su bebida mientras lo veo mal—Debes de dejar de hacerte el macho con Mia, hay ocasiones que no podrás con todo. Y eso también está bien.
—Pero yo soy el hombre. Tengo que estar bien.
—¿Eres una doncella de los noventa, agredida por su esposo rico y famoso?—niego ante su absurdo ejemplo—Entonces, puedes estar mal. Y llorar si quieres, y decir que no puedes con todo, y tener miedo de no ser buen papá.
Todo suena más fácil cuando viene de otras personas. Me he pasado la mitad de estos meses pensando en lo malo que ha estado todo, y en cómo todo me cambio por un segundo. Por no decir, que fue de placer.
—Así que; dile a Mia lo que sientes, apuesto que ella se siente igual con toda esta mierda—me señala—Y, estoy seguro de que serás un buen padre—me da otro apretón en el hombro—Sabes, algunos soñamos con convertimos en los padres que no tuvimos.
Sonrió a sus palabras.
—Por dios, espero no echar a perder a ese Niño.
—Ya, lo llevaremos al parqué y será muy feliz con los tíos. Nada de alcohol frente al bebé.
Apenas voy a reírme de su mal chiste, pero el azote de la puerta nos espabila. Angie toma su bolsa para salir de la cabaña, ni siquiera pasa por nosotros en vernos saliendo a zancadas.
Segundos después, Evan sale con cara pálida del baño, y con un trago todavía en la mano.
—Adivina adivinador, la cagaste. Otra vez.
—James lo dice con tal recelo que ya parece más cansado que el mismo Evan.
Este eleva los hombros como si ya fuera todo lo que hubiera podido hacer. Y estoy tan harto de toda esta trifulca de mocosos, a Angie la entiendo, pero Evan ya está reventándome la cabeza.
—Ve tras ella—le ordenó. El rubio niega mientras se bebe el trago que le quedaba en la mano.
—¡Por amor de Dios Evan, deja de comportarte como un jodido cabron! Ve tras ella.
Niega como si fuera opción.
—No, peleamos y seguro no querrá verme...
—¡Eso vale madres!, siempre la dejas ir. Todo se vuelve difícil y te asustas y la cagas y la riegas más.
—James se mete—Brent tiene razón.
—¿Y ustedes que carajo van a saber?, tú, embarazaste a alguien que apenas cumplió los dieciocho—me apunta—Y tu, pasas de vagina en vagina sin quedarte con ninguna; todo con tu estupido libertinaje.
James se ofende. Y antes de que pueda responder de la manera más estupida posible, lo hago yo por el.
—Si, pero lo que nos diferencia a nosotros de ti, es que por lo menos somos responsables con los sentimientos que cáusanos en otras personas—gruño—Tú solo te quejas, lloras y te culpas, ¡Ya ten puta responsabilidad afectiva!
James asiente enseguida.
—Pagate un puto terapeuta para que te diga lo mismo que nosotros, y a él si lo escuches—voltea a verme—Me largo.
Se levanta enseguida, y está apunto de irse contra mi, pero de golpe me levanto listo para largarme de una buena vez antes de que me agarre como su manita de la suerte.
—Y tu también te vas, qué buenos amigos son.
Me quedo en seco a plena planta de la escalera de la puerta. El rubio se recarga en la barra tomándose la cara entre las manos, y conozco esa señal. Es la señal de hacerse la víctima para que le dé por su lado y así él pueda sentirse glorioso con todo su gran desmadre.
—Ya deja de hacerte el mártir—en cuanto suelto, sus ojos regresan a mi—Basta de todo esto.
Frunce el entrecejo—¿ahora de que hablas?
No lo digas.
—Oye, te hemos apoyado en todo lo que hemos podido. Si fue cuando Lily, me obligaste a cerrar el hocico—se queda quieto—Si fue para recuperar a Angie, venimos a Seattle solo por ti. Y ahora, hemos vuelto a este lugar, por ti. Fingiendo ser los padrinos de un güey que ni conocemos.
Al parecer sonó peor de lo que esperaba. Su expresión de enojo evoluciona, y da un paso para señalarme.
—Sabes que en lo de Lily ya era tarde para echarme para atrás. Lo sabes.
—¡Claro que lo sé! Pero carajo Evan, ¿no te has puesto a pensar qué; tal vez ella solo quiere una disculpa?
—¿Disculpa porqué?
Escupe más molesto, sacándome una risa.
—¡Vez! Sigues sin entenderlo, y en vez de enmendar tus mamadas, provocas más.
—¡Ya me he disculpado!
—¡Si, pero dos de cada diez cagadas qué haces!
—me rasco la frente negando—Te metimos a ese puto baño para que hablaran, pero se pusieron a pelear. Y tuviste la oportunidad de ir tras ella, pero por alguna razón, ¡sigues aquí!
—¡Lizzie hizo esto!
—Y sigues excusándote.
Niega con la cara roja.
—No entiendes nada.
—No, tu eres el idiota. Se supondría que tienes que hacer que esto deje de ser tan incomodo para Lizzie como para todos. Pero solo lo empeoras.
—¿Y quien carajo le dijo a ella que puede hacerse amiga de Angie?, eso es una mamada.
—Ella puede hacer lo que le plazca, tu no—se ofende pero ni me importa—Tu la cagaste.
Por fin se calla. Y pienso que he ganado la contienda a pesar de su absurda idea de pensar, el hecho de ser más grande no significa que sea el más listo. Evan es un gran pendejo que cree que es inocente de todas sus mamadas, en especial, esta.
—No puedo correr tras ella, porque sabe que me acoste con Emma.—aplana los labios—Por eso sigo aquí. Por eso no corrí tras ella.
Ya, que se vaya a la verga.
—No corriste tras ella porque sigues sin querer afrontar las consecuencias de tus actos—camino hacia afuera sintiéndome mareado—Y si la cagas ahora, mañana y los próximos días; serán insoportables.
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