26. ¿QUIERES UNA TAZA DE TÉ?
—¡Nos hiciste pasar la mayor vergüenza frente a la gente!—mi padre blasfema a los alrededores del cementerio. las personas han comenzado a retirarse pero eso no significa que no estén escuchando la mayor arte de esta conversación.
—¡¿En que estabas pensando?!
Sebastian me detiene llegando a interponerse entre ambos—Ya es suficiente por hoy.
—Porque no lo dejas que siga lanzando lo único que le importa hacer en este momento.
—¡Te haz convertido en todo una vergüenza!
Al decir eso Sebastian le riñe pero yo niego restándole importancia, ya nada que venga de él me puede sorprender lo suficiente como para hacerme ver como el malo de la historia tal y como le gusta echarlo en cara cada vez que tiene opción. Y tal parece que esta no será la acepción.
Niega riendo con sarcasmo antes de verle.
—¿Acaso te has puesto a pensar como diablos me he sentido este día? tienes tan solo una idea de lo difícil que es esto para mi, ¿Dónde estabas tu, donde estuviste cuando tuve que entregar el cuerpo sin vida de tu madre. ¡Claro!, cerrando un gran trato. pero adivina que; ¡yo estuve ahí! yo lo hice, ¡yo me hice cargo!
—escupo viéndolo quedarse estático—Yo tuve que consolar a mamá y a Maggie, tuve que explicarle a Katty que fue lo que paso con la abuela. tuve que firmar papeles, hacerme cargo de todo lo que ¡TU! debiste hacer solo porque no tuviste la decencia de parar con todo para poder despedir a tu madre.
se rasca la barbilla asintiendo—Tienes razón, debo darte las gracias
—No, no lo hice por ti—le miro recio antes de salir de entre Sebastian y el. camino sin un rumbo fijo entre la gente que camina a la dirección contraria, entre ellos Angie y su madre quien me observa por unos segundos antes de que desaparezca de su vista.
Al llegar al pie del hueco donde esta el ataúd blanco de mi abuela no hago mas que quedarme a la orilla mirándolo con flores esparcidas por encima. lo suficientes como para tapar casi la caja principal. siento un escalofrió recorrerme enseguida dándome cuenta que ahora si, todo es real.
—No te acerques tanto a la orilla—escucho a mi espalda encontrándome con Angie.
hago una mueca—No entiendo porque todos tienen la sensación de que puedo matarme en cualquier momento.
—Tal vez porque a simple vista no te vez para nada bien—queda casi a mi altura, el silencio nos ahoga y cuando volteo para verla ella tiene la mirada fundida en el fondo del pozo.
—Tu tampoco te vez nada bien—al decirlo me maldigo negando—Luces hermosa, pero no lo suficiente, diablo no, no quise que sonara así en realidad, yo solo...
—Tranquilo, se te olvida que ya te conozco—me toma el hombro soltando una ligera sonrisa—No he podido dejar de pensar y no dejar de pensar tampoco me deja dormir.
—Se siente como una mentira.
—Y una muy grande—suspira sin quitarle los ojos al ataúd dejándome admirarla viendo cómo acaricia el collar verde esmeralda en su cuello—Lo curioso es que no he podido llorar.
Arrugo el entrecejo—¿Lo dices en serio?
—Fue algo raro, me siento hecha pedazos pero por alguna razón no puedo hacerlo—entonces me ve con sus ojos cansados—Ya no volveré a verla jamás Evan. ni a fuera de mi casa al llegar de la escuela, ni en las tardes de tejer con sus amigas, no volverá a regar sus plantas ni a darme regalos que para nada merezco cada que le hacia algún favor. solo ya no...
—Ven aquí—la tomo entre mis brazos y esta se une a mi enseguida. mi pecho se infla al sentirla conmigo, al sentirla que la puedo proteger. que estoy para ella siempre que me necesite.
Le acaricio el cabello corto y sedoso. Inhalo su aroma a dulces, sus manos se aferran a mi camisa por dentro del saco. Y así nos quedamos suspendidos el tiempo que sea necesario junto con las personas que recogen todo lo de la ceremonia mientras bajan el ataúd de mi abuela hasta lo mas profundo y comienzan a echarle tierra encima. Unas cuentas lagrimas corren de mis mejillas sin escatimar, ser fuerte con Angie no me sale bien, ella y mi abuela son las únicas personas que me enseñaron que sentir no es una condena. ahora una esta entre mis brazos, pero la otra se ha ido.
—¿Te acuerdas cuando me dijiste que tu abuela era la única que te hacía despertar por las mañanas?
—pregunto haciéndola alegarse algo asombrada por recordarlo, asiente.—Solo espero tener tu misma valentía todas las mañanas.
—Vas a estar bien—sus grandes ojos cafés me observan con seguridad—Te lo prometo.
medio sonrió dándole un ligero rose en el brazo. al ver que nos estamos quedando solos a los alrededores decidimos caminar hacia el estacionamiento.
—Vi que tu padre llegó a media ceremonia.
niego en cuanto la escucho abrir el tema—Creo que hubiera sido mejor que no haya venido, pero claro que le gusta guardar las apariencias—me meto las manos a los bolsillos del pantalón. entonces le veo
—¿Qué tal esta tu madre.
vacila meneando la cabeza—No lo se, creo que algo desconcertada todavía.
—Era su mejor amiga—me ve y la veo—Y tu también.
—Estoy segura de eso, ella también era la mía. me enseño la mayor parte de las cosas que se desde que era una niña, jamás pude agradecerle por todo
—termina casi en un susurro.
—Mi abuela era lista, lograba ver el agradecimiento en otras acciones. tu mama y tu hicieron mucho por ella desde que enfermo. tal vez no le agradeciste de palabra pero con hechos hiciste mas que suficiente.
mira sus pies mientras camina con una ligera sonrisa—La ultima vez que hable con ella fue por medio de una videollamada que le hice a mi madre. le pregunte como se sentía, que había hecho, sobre su salud y ella solo me respondió, "me haces mucha falta hija"—se lleva la mano a la mejilla retirando una lagrima solitaria—Eso fue hace dos semanas.
—Los médicos dijeron que simplemente se quedó dormida y su corazón se detuvo—trago el nudo que esta formándose en mi garganta—Maggie se dio cuenta que algo no estaba bien porque tu madre le hablo para decirle que no habría la puerta para dejarle sus medicamentos. Ella fue la primera en enterarse de todo.
inhala profundo cuando nos detenemos en los arboles de la acera al estacionamiento—De haber sido tu no se como hubiera reaccionado.
—Bueno, corrí descalzo a casi dos manzanas pensando que alcanzaría verla—me rio triste y esta me ve con un brillo en los ojos. no son ojos de lastima, si no de algo parecido a la admiración.
—Evan
—Angie—digo en tono jocoso haciendo que todo se vuelva mas familiar al pasado.
Traga saliva girándose completamente a verme.
—En la madrugada cuando nos encontramos, me dijiste que no querías que hubiera mal entendidos. ¿porque habria de haberlos?
Inhalo profundo listo para decirle la verdad, pero entonces somos interrumpidos:
—¡Eh Angie! Aquí estás—Brent llega entonces y me señala—Por cierto, te están esperando.
Con la mirada se de que habla y no tardo en disculparme para irme. Le tomo el hombro a Angie en señal de que la veré pronto antes de caminar por el pequeño venderlo de césped y árboles. Enseguida observo a Emma recargada en la camioneta de mi padre con los brazos cruzados tiritando por el frío. Al verme está hace una ligera sonrisa y cuando me disculpo únicamente niega.
—Está bien, no te preocupes por mí ahora—me toma la cara entre las manos—¿Nos vamos?
Asiento sin más. Antes de irme vuelvo a dar un vistazo hacia la colina de la cual bajé hace un rato, una preocupación se agrega a la lista de cosas por las cuales tengo mucho que explicar y pocas ganas de hacerlo. Me pregunto si Brent le dirá algo sobre Emma y eso comienza a matarme la cabeza, por lo menos todo el trayecto hasta casa de la abuela.
Angie Solís.
—¿Estás bien?
Le pregunto a Brent mientras caminamos hacia el estacionamiento viéndole vacilar.
—Bueno, he estado mejor—entonces me ve—¿Que hay de ti? Vi que traes un guarda espaldas.
No entiendo hasta que me ve escéptico haciéndome darle un golpe entendiendo su referencia.
—Cállate.
—No, cállate tú. ¿En serio tengo que decírtelo?
—¿Decirme que?—le observo rodar los ojos.
—El no viene aquí para ser tu apoyo moral solamente, y tú lo sabes—carraspea. Abro la boca ofendida una vez que abre la puerta de su auto para que me adentre.
—Claro que lo sé, pero solo somos amigos.
—Tu si, pero él no—al decir esto siento un pequeño dejavú. Aún así le dejo pasar porque se que discutir sobre esto con Brent me llevará a una pelea.
—Que bonito saludo de tu parte—digo poniéndome el cinturón de seguridad.
—Tu sabes cómo soy.
—Diablos, te escuchaste como un tarado—gruñó pero este pone una mano sobre mi brazo en señal de paz. No mencionó más hasta que vamos a mitad de la calle siguiendo a autos que van a la misma dirección que nosotros.
La radio suena en un susurro mientras pandeo los dedos sobre mi pierna dejando un par de marcas de agua por el frío en mis pantalones.
—Evan me dijo algo extraño anoche.
Cuando digo este se gira para verme con el entrecejo arrugado como si tampoco me entendiera hacia donde voy con lo que estoy diciendo.
—Parecía que quería hablar con alguien, no pensé que fuera mala idea que pasara a mi casa a hablar...
—Carajo Angie ¿tuvieron sexo?!
Abro los ojos perplejos—¡¿Que?! No no, cielos Brent déjame terminar—esta suspira cuando yo inhalo des ruborizándome—El no acepto y prefirió regresar a casa de la señora Macalister.
—Ajá
—Pero antes de eso me dijo que no quería que hubiera malos entendidos entre ambos—chisto sobándome la frente—No entiendo de que habla,
—entonces le veo—¿Tu sabes a qué se refiere?
Eleva los hombros.
—No lo sé, Evan es muy raro con todo lo que dice, la mayor parte del tiempo no sé de qué está hablando.
Hago una mueca algo decepcionada. Entonces al intentar eliminar el silencio entre los dos repongo:
—¿Que tal todo en tu vida de casado?
—Ya se me hacía tarde para que preguntaras.
—Dice con sorna pero cuando le veo ofendida este se ríe—Bromeó, bien, hasta ahora.
—¿Y él bebé?
—Aún no nace.
Ruedo los ojos dándole un golpe—Eres un tonto, hablo de que si sabes que será.
—Mia no quiere saber hasta que nazca—suspira.
—El departamento está nadando en ropa de colores pastel mientras tanto, su madre no deja de llevarla de compras cada que puede.
Abro los ojos como platos enarcando las cejas.
—¿Su madre está aquí?
—Para nuestra puta suerte, si—Estamos a una calle de llegar cuando observo a mi madre desde lejos como habla con Daison y la madre de Evan.
Ya no pregunto nada, en especial porque hablar de Mia no es algo que me importe. Ambas ya dejamos de ser amigas y nuestras vidas ahora son diferentes, no negaré que me desconcierta que Brent siga con este royo sin pestañear siquiera pero estoy intentando no juzgar.
Al bajarme mi madre me ve y me señala la casa de la señora Macalister susurrando un "Ahora te veo" Asiento en entendido caminando junto con Brent quien no deja de textear soltando uno que otro quejido mientras lo hace. Le doy un golpecito en el brazo haciéndolo verme.
—¿Que?
—Deja de rebuznar como un animal perdido.
Gruño haciéndolo reír.
—Vaya, si que te extrañe—su abrazo rodea mis hombros dándome un beso en la cabeza. Y una vez que entramos este ve a los chicos y camina hacia estos prometiendo volver.
A lo lejos observo a la sobrina de Evan con una chica rubia quien le abraza consolándola. Maggie camina de un lado a otro con charolas desde la cocina. La casa está repleta de gente que platica de aquí y allá, y después de pensarlo un rato me decido a acercarme viendo batallar.
—¿Necesitas ayuda?
Al oírme se gira y una sonrisa amable se escapa de sus labios. Rápido se acerca dándole un ligero abrazo.
—Angie, qué gusto saber de ti—se aleja y me ve.
—Siento que no te he visto en años, Estás hermosa.
—También me da gusto verte—la veo sostener una charola que está apunto de caerse de la mesa.
—Déjame ayudarte, hay demasiada gente aquí.
—Muchas manos pero poca gente lista para ayudar.
Susurra a mi lado haciéndome reír discreta.
Encimó unos cuantos vasos de té y café sobre una charola de color marfil. Maggie me agradece mientras acomoda unos trastos con comida sobre la mesa de centro que a puesto antes de llegar a la sala.
Camino con los vasos tambaleantes sobre ambas manos, una Niño corriendo se me atraviesa haciéndome frenar de golpe casi derramando los vasos en el suelo.
—¡Te ayudó! —James llega tomando la charola del otro extremo defendiendo la catástrofe. Suspiro haciéndolo reír—Yo las llevaré a la mesa, si quieres ve por algunas más.
Asiento enseguida caminando de vuelta a la cocina. Pero esta vez una chica rubia está recargada entre la barra de la cocina mientras observa por la ventana hacia la poca luz de afuera. Maggie suspira terminando de sentarse por fin en la mesa, entonces me ve pero sus ojos van enseguida a la rubia y estos se abren de par en par lo suficientemente indiscretos para que pueda notar que se ha puesto muy incomoda. voy a preguntar si debo ayudar en algo mas pero enseguida Apolo aparece susurrándole algo al oído y esta rápido se pone de pie para salir disparada a la sala.
¿Que se supone que hago aquí?
Aplanó los labios en espera de que mama y pablo lleguen para sentirme menos fuera de lugar al ver a tanta gente que no conozco. creo que algunos son gente del vecindario que veía de vez en cuando, sus rostros me parecen algo conocidos.
—Por favor dime que estas igual de abrumada con tanta gente como yo—la rubia de mi lado me mira y entonces asiento sin meditar—¿Quieres una taza te?
—De café estaría mejor—me froto la cara cansada. esta asiente antes de pasar al otro lado de la cocina mientras pone la cafetera.
—Debes estar cansada, te vi desde la mañana ayudar a todos aquí—dice antes de volver a verme, entonces con sus grandes ojos verdes me observa—¿Eres algún familiar lejano?
vacilo a eso—Digamos que soy una amiga de la familia.
—¿De la parte buena o la parte mala?
siento su burla aflorar con ese comentario haciéndome medio reír—No sabia que había dos partes, pero quiero pensar que estoy dentro de la buena.
La comisura de sus labios se equilibra enseguida.
—Entonces eres de las mías—Me pasa una taza vacía en espera de el pitar de la cafetera—Por cierto, Soy Emma.
—Ang—Le doy mi mano cuando esta me pasa la suya en cortesía. De sus ojos destella un brillo, algo como si le gustara hacerse una conocida por este rumbo.
La tetera chifla y esta enseguida la trae sirviendo el cafe caliente sobre ls taza de color amarilla. Nos recargamos ambas sobre la barra soplándole a nuestro café viendo la gente platicar y reír en ocasiones.
Por la puerta entra Evan con una cara de pocos amigos y seguido Sebastián quien se arregla el traje antes de separase de este saludando a las personas.
—No imagino lo difícil que ha sido todo esto para Evan—dice la rubia a mi lado y concuerdo.
—Hacerse el fuerte es lo único que le queda.
Entonces me ve enarcando las cejas.
—Tu lo has de conocer mucho mejor de lo que yo le conozco, eres amiga de la familia.
—Al parecer desde niños—observó al hombre sonreír a fuerza mientras habló—Su abuela lo era todo para él al igual que el lo era para ella.
Le doy un gran trago a la taza quemándome la lengua. Entonces los ojos cafés de Evan me encuentran y enseguida encuentran a Emma. Camina hacia nosotras con algo de tensión e instintivamente veo a la chica de mi lado quien tiene una ligera sonrisa al verlo antes de verme.
—¿Te molesta si te dejo sola un rato?
Pregunta haciéndome reír negando.
—Adelante.
Me sonríe con la mirada dándome un ligero toque en el hombro antes de atravesar la sala. Pienso que va a darle el pésame a Evan pero esta al llegar a su lado le ofrece la taza de café en sus manos dándole un ligero beso en la comisura de los labios.
Mi cuerpo se tensa enseguida cuando esté la abraza de la cintura dándole un beso en la cien mientras platica todavía con una pareja mayor.
Emma platica con estos por igual y enseguida las ojos de Evan se cruzan con los míos. Como si sintiera mi mirada, como si supiera que estoy temblando en esta misma posición en intento de guardar la compostura. Un escalofrío me recorre al verle, con sus ojos intenta decirme algo pero no le presto atención porque enseguida James llega haciéndome espabilar.
—Mierda.
—Mierda por dos—le digo cuando toma mi taza de las manos para darle un trago. Suspiro recobrando la compostura quitándoles los ojos de encima para verle al moreno a mi costado—¿Tu lo sabias?
Aplana los labios dejando la taza en la barra.
—Algo así, no ha sido muy expresivo con su relación.
Asiento inhalando—Te regalo mi café, ahora vuelvo.
Este me guiña un ojo cuando camino por el mismo camino que Emma pero yo si salgo por la puerta. El aire frío me reconforta y sin pensarlo dos veces salgo del jardín hasta mi casa, si mi madre quiere ir, ahora tendrá que ser sin mi. Los ojos se me humedecen a medio comino. "No llores " me digo encajando las uñas en la palma de mi mano.
—¡Angie, espera!—su voz me paraliza. Inhalo viendo hacia el cielo nublado sin verle, no puedo hacerlo.
—Sé que debí decirte.
—Ya no somos nada Evan, no tienes darme explicaciones de nada.
Carraspea y puedo sentir su espera a que me gire a verlo, pero no puedo. Si lo hago voy a llorar.
—Sabes que sigues en mi vida Ang, siempre—un silencio nos ahoga, pero continúa—Estaba intentando protegernos, no quería que por esto seamos simples desconocidos de nuevo.
Chisto tragando saliva con las lágrimas corriendo por mis mejillas. Me limpio con el dorso de la mano inspirando hondo tragando el nudo en mi garganta.
—Pues tal vez ahora eso sea lo mejor.
Camino hasta la puerta sin oírlo detenerme y una vez que la cierro con la espalda pegada a ella, me dejo llorar por todo de una maldita vez.
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