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18. ESTRELLAS DE LA FIESTA.

Cuando era un niño pasaba horas en el balcón de mi habitación mirando las estrellas. Solía convertirse en uno de mis hobbies favoritos, en aquellas noches tristes, en aquellos momentos complicados y ruidosos donde lo único que quería era silencio. Podía salir al tejado a escondidas de mis padres, sentarme, mirar al cielo y sentirme por primera vez, tranquilo.
La gente suele enlazar a las estrellas con sentimientos por alguna otra persona. Pero para mi era mucho más diferente. Para mi, significaban paz y tranquilidad, y había una sola persona que me había hecho sentir aquella paz que solo las noches desiertas podían darme, y ahora esa única persona ya no estaba.

—Oye Evan mueve tu culo de ahí y ven a ayudar.

Brent me gruñe desde la ventana. Volteo los ojos levantándome del tejado caminando hacia la ventana donde este está parado con bolsas de frituras en ambas manos.

—Me caga tener que ayudar—sopló.

—Y a mi me fascina hacerlo—dice sarcástico una vez que cierro la ventana a mis espaldas acompañándole abajo—James siempre con sus organizaciones pendejas.

Bajamos las escaleras.
—Deberías decirle que no invite más gente como la que fue en tu cumpleaños, oí de una oleada de contagios sobre una enfermedad extraña—digo con sorna pero sin burla—A parte, está casa es más pequeña, no quiero adolescentes en mi baño.

Cuando bajamos vemos a Peter mover los muebles mientras Wesley cambia la música de las bocinas una y otra vez sin dejar una canción puesta. Comienza a estresarme hasta que Peter le dice que pare de hacerlo, este simplemente rueda los ojos dejando el control en el sofá volviendo para ayudar a Peter con las mesitas de centro y el sofá.

—No olvidemos que no conocemos a nadie aquí.
—vuelve a decir Brent continuando con el tema—Así que no veo cuál sea la preocupación.

Aplanó los labios.
—Me preocuparía más de saber que en tu cumpleaños había medio jardín repleto de gente que no conocíamos—medio río recordando ese día
—Lastima que tengo que perderme media fiesta.

—No me digas que si vas a hacerle el favor a Emma de salir con ella.—Brent me ve aterrorizado pero antes de que pueda decir nada un bufido resuena entre nosotros. Wesley

—Yo le dije que podía a acompañarla pero se negó por completo, estupendo, otra de mis conquistas que se va a tus brazos.—dice pero antes de que pueda defenderme este vuelve a hablar—Y no te ofendas, pero tienes que dejar de salir con las mismas chicas que me gustan o termináremos en problemas.

—En mi defensa Emma fue quien me lo pidió, no lo hago para molestarte.

—Pues eso parece—escupe mientras sale de la habitación. Todos nos miramos a todos, entonces Wesley suelta una risita haciéndome verlo mal.

—¿Que es tan gracioso?

Al oírme niega vacilando.
—En que tiene razón.

Me quedo sin ganas de contradecir únicamente volteando los ojos caminando hacia la habitación de arriba. No pienso ayudar a nada, que les den.

2hrs después...

—¿Es normal que esté entrando en pánico?
Digo carraspeando la garganta arreglándome la corbata con nerviosismo.

Emma asiente restándole importancia mientras entramos al salón repleto de gente. Comienzo a sentir que entro en una especia de círculo de culto cuando todos me observan como si fuera la presa de la noche.

—¿Porque esto parece escenario como en la película de huye?—bromeó haciéndola soltar una sonora risotada.

—Trata de calmarte, solo es una cena de negocios de mi padre. Estarás bien, no van a asesinarte.

Paso el nudo en mi garganta—Eso es lo que crees.

Entre la gente que platica con vestimentas elegantes haciendo que mi camisa blanca se vuelva ma si formal todavía, me viene un dejavú como si fuera una de esas fiestas a las que solía acompañar a papá antes de que todo se fuera a la basura.
Por lo menos parecen más simpáticos cuando Emma salida a una señora de cabello obscuro y ojos verdes, trae puesto un vestido rojo haciendo que Emma se encoja cuando está le menciona que porque ha decidido traer ese vestido blanco sin chiste.

—Clare, eso no importa—su padre le mira sonriendo entonces—Luces hermosa.

—Lo sé—Emma sonríe relajando la espalda en cuanto le pongo la mano en esta. Entonces parece recordar haberme traído aquí—Papá, mamá, el es Evan, un amigo.

Les sonríe inmediato logrando que estos me regresen el gesto. Les extiendo mi mano con respeto y cuando su padre la estrecha contra la mía, un fuerte apretón hace que quiera retirarla.

—Un placer conocerte Evan, no hemos escuchado mucho de ti—su madre ve a Emma—¿Donde se conocieron?

—En una fiesta

—En la escuela—amos soltamos erróneamente llamando todavía más su atención, entonces Emma repone—En una fiesta escolar, Evan...—me observa.
—El me invitó a bailar.

Sus padres parecen no estar satisfechos con esa respuesta. Sin embargo fingen muy bien porqué enseguida nos invitan a su mesa, y como si no fuera suficiente el padre de Emma, que por lo que ahora sé su nombre es Federik, me señala a su hija.

—Bueno, porqué no la invitas a bailar ahora—enarca las cejas sin quitarme los ojos de encima. Enseguida asiento como si no hubiera sido idea suya y tendiéndole la mano a Emma en espera de que me siga, digo con una sonrisa.

—¿Bailas?

Esta se pone colorada antes de asentir.
—Con gusto.

Caminamos hasta la pista donde parejas bailan entre risas y sonrisas. La música es lenta, pero apaciguadora y casi puedo sentir el corazón en la garganta al sentir unos ojos sobre mi, no necesito voltear para saber de quien se trata.

—Tu padre me odia.
Le digo haciéndola reír.

—Para nada, le diste buena impresión—entonces se sonroja un poco cuando le tomó de las caderas para bailar—Lamento haberte hecho venir.

Chisto—Para nada, esta bien.

—¿Que tal salió todo con Angie?

—Bueno, prefiero no hablar de ello—inhalo pesado sintiéndome culpable cada que recuerdo. Pero Emma niega volviendo a abrir el tema.

—No te conozco lo suficiente, pero sé que ella no te odiará si al menos te disculpas—cuando dice arrugo el entrecejo sin entender—James me contó algo.

Ruedo los ojos—Pinche James.

—Pero oye, no está mal. Aunque sigo creyendo que tienes que disculparte y esta vez mejor que la anterior.

No digo nada sintiendo el celular vibra en mi bolsillo. Lo dejo pasar pero enseguida vuelve a sonar y disculpándome me alejo para ver el nombre de Apolo en la pantalla, Emma me pregunta si está todo bien y cuando me ve vacilar me alienta a que conteste.

—La música ya va a terminar, anda, ve.
Dice mientras me guiña un ojo cuando le agradezco.

Me encamino hacia el patio dejando el ruido a mis espaldas listo para tomar la llamada.

—Hola, qué pasa.

—Te tengo noticias.

El corazón comienza a bombearme fuerte.
—¿Encontraste los papeles?

—De hecho esa es la noticia—suspira quedando en silencio—No encontré nada. Lily no los tiene.

No no no.
—¿De que estás hablando? Estás mintiéndome ¿cierto?—me paso la mano por la cara cuando niega.

—Yo no juego con estas cosas, y lo sabes Evan. Lily no tiene nada, he movido cielo, mar y tierra y ni siquiera Wesley tiene algo—maldice.
—Lo siento Evan, pero este plan ya no funciona.

Y entonces, con el celular en la oreja, mirando a la fiesta frente a mi mientras me siento mareado; regreso a la realidad.

—Entonces, si Lily y Wesley no lo tienen...—me pincho la nariz—¿Quien carajo los tiene?

—No tengo idea Evan, pero si quieres un consejo. Es que regreses lo antes posible; algo no está del todo bien. Siento que alguien está mintiendo—suspira.
—Y creo que se trata de alguien entre nosotros.

Una corriente eléctrica me recorre el cuerpo.
—¿A que te refieres?

—Sabes a que me refiero. Esos papeles no pudieron desaparecer por arte de magia Evan, quien sea que los tenga, sabía donde los tenías, y si no, es porque tú les dijiste. Piensa en eso.

Cierro los ojos rascándome la frente.
—Lo haré.

—Y hazlo pronto Evan, necesitamos acabar con esto.

Asiento para después colgar. Esto tiene que ser una puta broma. Vuelvo los ojos a la noche oscura y un escalofrío parece correrme el cuerpo con las palabras de Apolo.
A alguien se lo dije, a alguien debí de haberle dicho que tenía los papeles y en donde los tenía. Haberlos dejado en la guantera de mi auto no fue una muy buena idea de escondite pero lejos de eso, ¿quien demonios tuvo acceso a mi auto para robarlos?

—¿Todo esta bien?
Emma re aparece de entre la puerta haciéndome guardar el celular en mi bolsillo de nuevo.

—Algo así—me rasco la barbilla—¿Tu cómo estás?

Le resta importancia elevando los hombros sin chiste—La verdad es que esta fiesta es demasiado aburrida, quiero ir a casa.

Me acerco viéndola tiritar por el aire frío. Vaciló a lo que ha dicho terminando por asentir, pero mientras ambos caminamos dentro en silencio, tengo que preguntar volviendo al tema.

—Tus padres van a odiarlo.

—No me importa—gruñe—Siempre quieren controlar todo lo que hago con sus estupidas reglas, esta noche no.

La comisura de mis labios se elevan.
—Eres algo rebelde.

—ajá, aunque no lo creas—me ve con chiste—Pero no lo suficiente, me gustaría serlo todavía más.

Le entiendo aplanándote los labios. Entonces la idea y la oportunidad se presentan.

—Bueno, ahora que odias las reglas, ¿porque en vez de ir a tu casa no vamos a la fiesta de James?

Propongo y en cuanto me mira no necesita decir más,  sé que estamos del otro lado.

Al llegar veo lo diferente que esta la casa. Aunque James sigue acomodando cosas afuera, no me ofrezco a ayudarle y Emma si. Se pone a colocar golosinas sobre la mesa de centro con tal sonrisa y amabilidad mientras se des amarra el cabello del recogido que traía en la fiesta.
No tuve oportunidad de ver a los padres de Emma cuando esta le dijo que nos iríamos por un percance, pero estoy seguro de que no les cayó para nada bien. Solo espero no tener que volver a verlos.

—Oye Evan, ¿te parece si vamos al súper?—James me da un golpecito—O te quedas y nos ayudas a poner las luces de colores afuera de la casa.

Arrugo la nariz con des interés.
—¿Son las únicas opciones?—asiente—Prefiero ir por más golosinas, me largo.

—Yo te acompaño—Peter se apunta desde la otra habitación lanzando las luces que parecen para árbol de navidad a un lado.

—Genial, yo me quedaré.
—James se queja mientras me da las llaves caminando ahora al lugar donde estaba Peter, este sale y le sigo mientras saco un cigarrillo encendiéndolo a pasos de treparme a la camioneta.

—Ha no, no quiero heder a humo.
Me señala cuando me subo bajando el vidrio, pero lo veo de mala gana.

—He tenido un día de mierda, lo único que quiero es fumar un cigarrillo en paz. Así que siempre puedes largarte—quito el seguro—O callarte.

No reniega, pero si deja su cara de fastidio pegada en la ventana mientras enciendo el motor. El camino del GPS parece ir bien aunque mi cabeza está en otra sintonía, se oye mal pero me siento más relajado de lo que venía, aún con eso el estrés no ha abandonado mi cuerpo desde que Apolo me llamó minutos atrás.

Doy la última calada antes de pagarlo contra el vidrio de la ventana y lanzar la colilla en un tarro con medio café del porta vaso.

—¿Que tal la cena con los padres de Emma?
Pregunta interesado haciéndome vacilar.

—Bueno, pude escapar antes de que me odiaran más.

Ambos reímos y enseguida se regresa el ruido del motor entre el silencio. No digo más volviéndolo a escuchar por segunda vez:

—¿Estas cómodo con todo esto?—Peter pregunta, entonces siento su mirada sobre mi—Me refiero a que si crees que puedes irte en dos días y estar bien con todo lo que ha pasado.

Aplanó los labios sintiéndome fibrilar.
—Aunque así no fuera, no tengo otra opción—veo las calles desiertas—Ya está hecho.

Brent Young.

—Voy a salir, pero volveré pronto.

Digo haciendo que James me vea con el entrecejo arrugado mientras intenta no maldecirme frente a Emma, pero no se niega mientras Wesley sigue moviendo cosas de la sala.

—Solo vuelve—me señala—Y por favor, no invites a más gente. Creo que ya vendrá suficiente.

Volteo los ojos tomando mi celular de la mesita.
—No siquiera conozco a nadie.

Salgo esperando un taxi mientras pandeo los dedos en la carátula del celular. Minutos después ya estoy camino a la puerta del edificio que me han indicado desde antes de venir a Seattle. No parece un lugar sutil para quedarse pero tampoco es tan malo. Al menos no es igual de desagradable que mi departamento con Mia.
Cuando la puerta se abre en mi espera, sus ojos se ruedan sin ganas recargándose en el marco de la puerta con brazos cruzados.

—¿Es en serio? Ahora que nueva sorpresa ya me traes ¿vienes a abogar? Porque si es así....

—Diablos, hablas demasiado—suspiro enfadado.
—Vengo a verte, a eso vengo.

Angie rueda los ojos por segunda vez sin ganas.
—Parece que no te bastó con verme esta mañana.

—Claro que no, en especial porque solo fuiste a lanzarme mierda—se hace a un lado para dejarme pasar cuando digo esto. Y cierro la puerta a mi espalda—Deberías saber que yo no merecía tu odio.

—Si claro, como sea.

—No, no como sea Angie—la hago verme una vez que se sienta en el sofá pero yo me quedo de pie.
—Nada de lo qué pasó esta mañana estuvo mal, nada tenía porque estar patas arriba, y menos porqué tú quieres que todo pase como TÚ quieras.

Abre la boca ofendida.
—¡Yo soy la víctima aquí!

—No, no lo eres.

—Deja de ponerte del lado de Evan ¡ya basta!
—se lleva las manos a la cara—No necesito esto.

—Y para tu suerte yo tampoco—le digo viéndola hacerse bolita. No voltea a verme, no dice nada más, solo se queda en la esquina del sofá.

Suspiro bajando la guardia caminando hasta ella.
No vine a pelear.
Cuando me siente intenta hacerse más a un lado pero la tomo por la cintura. La acercó a mi pecho sintiéndola acomodarse, me toma de la sudadera y segundos después la escucho sollozar.
Le peino el cabello sintiendo como poco a poco se relaja contra mis brazos y por fin quedamos en un silencio que aunque es cortante, también me da algo de paz al no saber qué debo decir.

Trago saliva.
—No estoy de lado de Evan—susurro recargando mi barbilla en su cabeza—Pero tampoco estoy del tuyo.

—Ya lo sé.

—Y debes dejar de pensar cosas que no son—la siento separase un poco, entonces con esos ojos cafés  y rojos me mira tierna—Hablo en serio.

Se limpia la cara.
—No es eso—se suena la nariz—Es que estoy tan harta de que me mientan.

Un pinchazo en el pecho me sobresalta. Intento descifrar alguna pizca de odio o rencor hacia mi pero no lo veo en su cara, al menos no hacia mi.
Le masajeo la espalda con la palma de mi mano.

—Angie nadie mintió sobra nada ahora, Evan ni siquiera sabía que yo vendría. Los chicos vinieron porque ellos organizaron esto para que él pudiera verte—carraspeo—Y yo también vine a verte a ti.

Sonrió pinchándole la nariz roja y fría haciéndola gruñir. No dice nada, se vuelve a pegar a mi.

—Esto es una mierda—dice y entonces se separa pasándose las manos por la cara—Se supone que yo debería estar estudiando para mi examen, el examen más importante para mi—niega entre riendo.
—Y estoy en un sofá, llorando—se ríe—Por un hombre.

Se ríe con ella misma mientras no le despego los ojos de encima. Se pone las manos entre la cara, entonces en segundos se pone de pie dando pasos entre el sofá y la pequeña mesa a juego en medio. Inhala un par de veces antes de verme.

—Bien—carraspea, toma el celular de la mesita y me señala—¿Te quedas a cenar?

Voy a asentir pero veo la hora en mi reloj. Solo tengo por lo bajo dos horas, pero no pienso irme de aquí sin haber disfrutado de Seattle y de Angie.

Sonrió con tenacidad relajándome en el sofá.
—Por supuesto que me quedaré.

—Buena idea, tal vez así puedas decirme que chingados fue el mensaje de la otra vez—pestañea dándome un vistazo—Mia es una terrorista emocional, eso ya lo se. el problema es que no tengo idea porque no me hiciste caso cuando te dije que tenias que asegurarte de que ella estuviera comprometida realmente contigo antes de que abandonaras todo por ella.

mierda, aquí vamos.

—Bueno es que no sabia que ella iba a traicionarme
—suelto con un tono mas sarcástico en defensa—No me gusta pensar que deje todo solo para que ella se queje de lo poco que puedo darle hasta ahora, pero...

—Ya lo hizo ¿no?—eleva la comisura de los labios cuando no contesto—Es claro que salió de su zona de confort y esperaba que tu no le cambiaras la expectativa.

—¿Y como embona el pendejo de Dylan en toda esta basura?—me inclino hacia delante—No se si sepa del embarazo de Mia...

—Ay claro que lo sabe.

Dice haciéndome suspirar resignado.
—Bien, supongamos que claro que lo sabe, pero si el bebe es mío ¿porque Dylan esta metiendo sus narices donde no le llaman?

Mi voz esta mas relajada de lo que me siento, pero enseguida la cara de Angie cambia a una de "dime que es una maldita broma" pero ni siquiera deja pase libre antes de verla sentarse en la mesa de en medio vacilante.

—Te dije que era importante que no te dejaras ir como gorda en tobogán Brent—se peina el cabello.
—Mia es claro que le platica a Dylan todo lo que puede para desacreditarte, y ahora es claro ejemplo que te esta poniendo todavía más en aprietos, debiste decirle que quieres una prueba de paternidad.

Ruedo ojos. no puede ser.
—Angie, no otra vez con eso.

—Solo estoy dándote la mejor posibilidad. dejaste todo por ella y ella no ha dejado absolutamente nada por ti mas que su casa de caramelo.
—eleva los hombros quitada de la pena—Solo digo.

Camina a la cocina dejándome en la misma posición,  las mismas dudas siguen en mi mente pero no sé qué es lo que esperaba, ahora comienzo a creer que haber venido a Seattle solo para platicarlo con Angie. Fue una terrible idea.

Evan Tikert.

—Y unos cigarrillos.

—Deberías dejar de fumar—Peter me dice cuando la cajera me pasa la cajetilla y nos da un vistazo a ambos, pero lo ignoro.

—Creo que estás confundido, son mis pulmones.
—digo haciéndolo rodar los ojos.

Tomo el par de bolsas sobre la mesita después de empacar y Peter toma las que quedan llenas de porquerías que el mismo eligió.
Son casi las ocho, solo nos da tiempo de llegar y empezar la noche. James no ha dicho nada pero quiere que esta fiesta sea importante e inolvidable,  tiene un trato que cerrar esta noche con uno de los inversionistas de su padre y aprovechó para decirle que lo vería en la fiesta de esta noche. Así que para acabarla, tenemos que aparentar ser más distinguidos de lo que parecemos.

—Las carnes frías son asquerosas, no debimos de comprar tantas—hace una mueca lanzando las bolsas atrás. Vaciló.

—James dijo que trajéramos eso, nosotros no comeremos de ahí. Por eso compré pizza congelada.

Peter me señala.
—Buen instinto.

—Está noche todo tiene que salir bien—suspiro y una vez que nos montamos sobre la camioneta me pongo el cinturón—Solo es esta noche, y mañana.

—Y con la cruda que espero nos pegue, solo se resumirá a un día de descanso emocional.

—Estoy de acuerdo.

Aplanó los labios todavía tratando de no salirme de mi papel. Me han llegado mensajes de Emma preguntando si estaré en la fiesta de esta noche, pero no tengo ganas de contestar. Y no creo que las vaya a tener en algún momento, menos ahora.

3hrs después...

Las luces del jardín trasero adornan toda la casa. La gente se menea contra la música sin hacer demasiada bulla, James esta en la mesa del fondo hablando con un par de personas mientras Wesley pone canciones desde su celular estresado.
Peter no ha bajado, Brent tampoco y mientras tanto yo estoy de pie recargado en la pared del jardín con una bebida parecida a un ponche que preparo Peter, que por cierto es demasiado malo.

A una esquina veo el cabello rubio de Emma menearse contra el frío. Mueve la cabeza hacia un lado mientras se acerca con ese vestido blanco largo, luce sexi para estar en una fiesta de negocios con un atuendo de fiesta de negocios.

—Así que en efecto, aquí estás.
—Llega a mi altura medio elevando el vaso en sus manos—Ni siquiera creí que siguieras aquí, pensé que estaría pidiendo disculpas.

Elevó la comisura.
—Me largo en un día, no hay mucha diferencia.

—¿Y no volverás?—su mirada cambia a unos ojos esmeralda esperanzados. Y es que la respuesta es la única que se me ocurre ahora. Que no.

Me muerdo la lengua viendo al patio.
—Bueno, aún no lo sé.

—Claro, ese es un no—se ríe para si mientras da un trago al vaso color gris—Como sea, solo era una duda.

Reprimo una risa. Desvió la mirada haciéndole una seña a Wesley de que le cambie a la música, y este asiente volviendo a conectar el celular a la bocina.

—Solo una duda he—me pincho la nariz, entonces la veo—¿O no será que vas a extrañarme?

Se mofa haciéndome sonreír.
—Para nada, iuhg.

—Claro.

—Oye no te adules—me apunta—Tu me rechazaste varias veces, en menos de cinco días. Es mi ego herido quien va a extrañarte no yo.

Elevó los hombros quitando de la pena.
—Una muy mala idea, por cierto.

—Eres horrible—me da un golpecito en el hombro, entonces señala su vaso—Iré por algo más de beber.

Asiento viéndola irse entre el pasillo del jardín hasta dentro de la casa, se topa con Peter quien se disculpa y enseguida sale hecho un torbellino hasta el patio.
Llega a mi lado agitado mientras se acomoda las muñequeras de la camisa.

—Apenas baje y ya me aburrí—chista.

Enarcó una ceja.
—Y espera a que escuches la música que pone Wesley—aplanó los labios para no reír cuando mofa.

—Mierda, ¿era él?—arruga la nariz—Alguien debe decirle que se quite de ahí.

—Seguro que ya lo hicieron—le doy un trago a mi vaso sintiendo el licor quemarme la garganta.
—Deberíamos de buscar algo que hacer.

Digo viéndolo verme vacilante.
—Bueno, a parte de ponernos hasta la madre de borrachos. ¿No?

—Hay suficiente alcohol, pero no suficiente diversión.

—Al diablo.
Peter niega caminando hacia Wesley. Me rio negando cuando esté llega haciéndolo desconectar su celular, y entonces comienzan a pelear.

Me rio viéndolos batallar. James les hace una señal y enseguida se me acerca soltando un resoplo.

—Escucha, cerré el trato—me da un apretón en el hombro—Pero ahora los invitados se están yendo...

—Que sorpresa—juego haciéndolo darme un golpe.

—Esto es en serio, ayúdame a poner esto en ambiente—da un vistazo alrededor—¿Puedes?

Aplanó los labios asintiendo.
—Creo que es hora de sacar el licor barato de la cajuela.

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