12. SE TE ACABO TU FIESTA
Katherine sabía que Heatclif podía hacerla feliz, sabía que era un parte de su vida, de su mundo, de una eternidad que quería conservar para todas las vidas que tuvieran. Su problema es que no sabía cómo. Y mientras lo descubría, más se daba cuenta de lo que todavía más le hacía falta. Ambos hicieron sus vidas sin siquiera poder verse durante mucho tiempo, y con el tiempo se llevaron un tanto de recuerdos que conservaron en su alma hasta ese día, aquel día en que por fin; volvieron a ser uno mismo.
Los ojos cafés de Angie ni siquiera han pestañeado. Siento a James darme un golpe haciéndome abrir la puerta para salir, su amiga susurra algo que no alcanzo ni presto atención a escuchar pero ella sigue inerte en el mismo lugar. Esta hermosa; está contenidamente perfecta.
Por un momento siento el alma fuera de mi cuerpo, entonces recuerdo a Brent volverme a decir que sabe sobre mi, sobre Lily. Lo sabe todo.
Las ganas de explicarme antes de que salga corriendo de mi me traban la lengua. Necesito decir algo antes de que me mande al diablo.
—¿Crees que podamos hablar?
Carraspeo en un intento por sonar normal y menos nervioso. Angie no dice nada mientras le da un vistazo a su compañera haciéndola señalar el edificio tomando la mochila de Angie.
—Iré por Johana para clase, pueden hablar en casa.
—dice antes de despedirse e irse.
James menciona que acomodará la camioneta pidiéndome las llaves. Se las entrego sin quitarle los ojos de encima a Angie. No esperaba que corriera a mis brazos cuando me viera, ni que se alegrara de que haya volado casi tres horas junto con los sonidos latosos de Peter, pero siendo honesto tampoco esperaba que fuera así.
Remoja sus labios con la lengua antes de enarcar las cejas dando una gran bocanada de aire y señalar el edificio como lo hizo su amiga hace unos instantes.
Asiento entendiendo sin palabras siguiéndola. De nuevo paso entre el jardín a paso lento a ritmo de Angie quien todavía sigue sin pronunciar ni media palabra más que las de hace un rato. Entonces entiendo que no me esperaba para nada, a pesar de que hablamos de que estaríamos bien si ella se venía aquí después de que termináramos, jamás creí que en realidad no esperara para nada volver a verme.
—¿Y cómo está la señora Macalister?
Pregunta por fin en cuanto subimos las escaleras.
—Mucho mejor—carraspeó—Ha viajado un poco en autobús estos días. Suele traer plantas de otras partes para el jardín.
Una sonrisa genuina sobre sale de entre sus labios. Me llena poderla ver que aún sonríe tan natural y perfecta cuando recuerda algo como lo anterior.
Una vez que llegamos al departamento saca una llave pintada de rosa abriendo la puerta de metal por completo y señalándome el interior para dejarme entrar. La siento entrar detrás de mí cerrando la puerta sin hacer ruido dejando las llaves sobre una mesita blanca al entrar.
—¿Quieres beber algo?— pregunta pero niego.
—Entonces siéntate, estás en tu casa.
Sonrió leve mientras lo hago, froto las manos sobre mis piernas mientras pienso en cómo empezar una plática que no quiero ni siquiera iniciar cuando la veo sentarse a un lado de mi en el sofá. Verla de cerca me pone nervioso y tenerla a centímetros no está ayudándome a nada.
Inhalo terminando por animarme.
—Ang...
—Es claro que me desconcierta que estés aquí—dice con una voz bastante intimidante—Y sé que sabes porque.
Un escalofrío me recorre la espalda.
—Déjame explicar...
—¿Por qué no te fuiste a despedir de mi ese día?
—en cuanto suelta me toma por sorpresa. Intento ver algún tipo de vacilamento en su mirada pero no lo encuentro—Pudiste hacerlo...
—Lo sé, perdóname—me pincho la nariz.
—Angie yo quería que te fuera bien, quería que empezaras de cero y que todo quedara como lo habíamos dejado días atrás. Sé que es egoísta de mi parte porque ahora estoy aquí y todo lo que hice entonces ya no tiene sentido pero...—le miro—De cierta forma sentía que sería más fácil así.
Sus ojos cafés no dejan de examinarme. Comienzo a sentirme todavía mas abrumado en cuanto la sala se queda en ruido sordo por segunda vez haciendo esto todavía más incómodo de lo que de por si ya lo era.
—Tu me mentiste Evan—escupe con indiferencia.
—Eras la persona que más quería y me mentiste.
Cierro los ojos.
—Ang...
—No, déjame hablar—interpone una mano entre ambos—No puedes solo regresar y decir que lo sientes y actuar como si no hubiese sucedido nada.
—Tienes que escucharme....
—¿Para que, para que vuelvas a mentirme?
No no no.
—Tienes que dejarme hablar a mi también; voy a explicártelo todo—junto las manos en señal de súplica—Por favor.
Guarda silencio. Pienso que es un pase libre para que hable y me explique lo más que pueda, pero entonces un suspiro profundo respinga desde su garganta.
—Debiste decirme la verdad desde antes—pestañea con sus ojos tristes—Debiste decirme que no ibas a tomar mis palabras en serio y qué seguirías trabajando con tu padre.
El calor me baja hasta la planta de los pies. Su expresión se ha relajado un poco con la pregunta, entonces comienzo a entender que Brent me engaño, ese hijo de perra me mintió. Angie no sabe nada aún.
Entonces reaccionó:
—¿Quién te dijo que sigo con mi padre?
Eleva los hombros.
—Me encontré a Lizzie en el aeropuerto cuando iba a venir a Seattle. Y entonces platicamos sobre varias cosas, y me lo dijo.
Y ahora Lizzie regresa a la ecuación.
—No quiero que pienses que no tome tu consejo en serio, solo que no es tan fácil—me pincho la nariz—No puedo solo mandar todo al carajo.
—Pero si puedes quedarte en donde mismo.
—No espero que lo entiendas.
—Ya lo sé—aplana los labios—Solo que esta vez tenía la idea de que ambos podríamos iniciar de cero—hace una mueca—Creía que ambos estábamos avanzando.
Asiento sabiendo a qué se refiere. No quiero decirle que ahora estoy de planta con mi padre y que exactamente es una de las personas que me animó a venir. Sin embargo ya no quiero tener más mentiras a parte de las que ya he dejado pasar.
—La relación con mi padre a mejorado un poco.
—carraspeó—No mucho, pero algo.
Una sonrisa se va formando enmarcando comillas a las orillas de sus gruesos labios.
—Me da gusto escuchar eso, creo que después de todo no todo sigue igual.
—Bueno, digamos que todavía necesito que mi abuela acepte mis perforaciones, pero si, algo a cambiado—bromeo haciéndola sonreír, entonces m incorporó.
—¿Y qué tal la universidad?
Arruga la nariz.
—Bueno, aún no estoy dentro. Hay clases particulares para hacer el examen en unas cuantas semanas y entonces podré saber si me quedaré.
—Yo no me preocuparía si fuera tu, confío en que eres más lista que esas clases.
—No lo suficiente—se mira las uñas mientras juega con su suéter de lana rosa—No siempre sabemos todo, todo el tiempo.
Aplanó los labios.
—Bueno, tú eres la excepción.
Entrecierra los ojos negando antes de relajarse en el sofá recargando la espalda detrás. Se me queda viendo unos instantes sin meditar nada, y yo por el contrario hago lo mismo. No puedo dejar de verla sin preguntarme cómo demonios pensé en dejarla ir, sé que suena egoísta, sé que soy un egoísta estando aquí. Sin embargo, estoy tan unido a Angie que me comienza a ser difícil imaginar un futuro sin siquiera poder verla. Y ahora que estoy frente a ella, estoy seguro.
—¿Y qué demonios hace James aquí? No creí que vinieran ambos juntos—se ríe— Aunque James es famoso por hacer que la gente acepte su compañía.
Ruedo los ojos.
—Ni que lo digas, parece un grano en el trasero.
Suelta una carcajada.
—Y vaya que uno grande.
—Estaba impaciente porque viniera a verte—le digo haciendo que poco a poco su sonrisa regrese a neutral—Al parecer no era el único que te extrañaba.
—Bueno, tal vez extrañaba que hiciera todas las tareas por él, pero también me dio gusto verlo.—sube los pies al sofá abrazándolos a su pecho. Una ligera sonrisa aparece—Aunque me gustó más verte a ti.
El corazón comienza a bombearme tan rápido que siento que me falta el aire. Sus mejillas enrojecidas por el frío viento de Seattle se enrojecen todavía más en cuanto le miró con un aire de esperanza, se inclina un poco hacia mí acortando un poco del metro entre ambos, instintivamente me reclino hacia delante por igual intentando estar más cerca.
Mis ojos caen a sus calcetas de franjas de colores y una risita me hace negar, la siento darme un golpe dándose cuenta enseguida de mi burla.
—Basta, cállate—me empuja risueña.
—Lo siento, es que te vez demasiado linda. Como una combinación del sombrerero loco con una estudiante de administración—aplano los labios viéndola rodar los ojos.
—Pues hace un frío del infierno aquí.
Suspiro serenándome.
—Y vaya que te queda muy bien el frio de Seattle.
Me da un manotazo haciéndome gruñir.
—Ya cierra la boca o voy a echarte de mi apartamento—me empuja un poco con sus pies.
—¡Oye! Hablo en serio—trago saliva ahora quedando un poco más cerca—Te vez increíble.
La comisura de sus labios se eleva.
—Pues gracias, me teñí de castaña—menea su cabello corto—Sigo esperando a que crezca.
—Me encanta como te queda así.
Alzó una mano poniéndole un mechón detrás de la oreja. Sus facciones se ven más alzadas, sus gruesas cejas resaltan en contraste con sus pestañas y sus pómulos. Dios; es malditamente hermosa.
Nuestros alientos comienzan a mezclarse. Siento los labios palpitarme al verla remojarse los suyos, se recorre un poco para quedar más cerca cuando ve que me inclino, su mano fría me toma la mejilla mordiéndose el labio. Me abalanzó para besarla pero entonces la puerta se abre de golpe, el sonido me distrae en cuanto los pies de Angie me patean al otro extremo alejándome de ella.
—Diablos, mal momento—la chica pelirroja nos ve a ambos mientras el chico de su espalda se queda igual detrás de ella. Intenta decir algo pero vuelve a cerrar la boca, entonces Angie se pone de pie.
—¿Venias por algo?
Carraspea acomodándose el suéter debajo de las mayas oscuras. No evito pasar mi mirada por sus torneadas piernas sintiéndome sin aliento.
—He...si, si solo venía por mi cartera de la universidad. Deje los apuntes de clase de contabilidad—pasa incomoda entre Angie reparando en mi y seguido yendo hasta el fondo del departamento.
—Que hay Brad—Angie saluda al chico. Este le sonríe amable y después me saluda con la mano a distancia, asiento en respuesta—¿Quieres pasar...?
—No, estoy bien; esperaré a Cristal aquí afuera.
—menea las manos nervioso viendo por el pasillo—O bueno, creo que si.
Angie asiente con una sonrisa incómoda en su cara pero cuando esté va a medio pasillo, la pelirroja aparece girando su dedo para que regrese a la puerta. Este entiende volviéndose sobre los pies ahora con una sonrisa todavía más tensa que la de Angie. Cristal pasa por segunda vez frente a ambos, me da una sonrisa genuina y enseguida le susurra algo a Angie haciéndola rodar los ojos antes de verlos salir. Imagino que le ha dicho que ya había venido hace un buen rato, pero cuando los ojos tranquilos de Angie regresan a mi, me atrevo a pensar que lo dejo pasar.
El aire tenso de antes se ha quedado en la habitación pero finjo no saber que acaba de pasar volviendo a acomodándome en el sofá, sintiéndola girar abrupta a donde estoy.
—¿Quieres ir a conocer Seattle?—vacila—Bueno, tal vez a comer algo, ver gente pasar. Niños lloriqueando en los parques con padres estresados.
—Suena divertido.
Digo con sorna poniéndome de pie, entonces me señala.
—Pero yo manejo.
Toma las llaves de la mesita y enseguida gruño oyéndola reír ligeramente. Voy a protestar pero cuando menciona que al menos ella sabe manejar una mini van, prefiero cerrar la boca.
2hrs después...
—Tengo el trasero congelado por tu culpa.
Gruño sacudiendo la tierra de mis pantalones oyéndola reír. Van dos veces que me resbalo intentando bajar la colina del parque; claramente había unas escaleras por el lateral pero por alguna razón Angie prefirió no comentármelo.
Su risa resuena por el lugar mientras intento dejar de ser su burla, pero cada que intento levantarme vuelvo a reírme y a caer de nuevo. Me da la mano como si eso fuera a ayudar, entonces me incorporo resoplando por el ardor en la nariz.
—Ya deja de reírte—lanzo cuando sonríe—Genial, vine desde California solo para que te rieras de las estupideces que siempre me pasan.
—En efecto—agarra aire serenándose—Me hizo recordar nuestra salida al parque de diversiones.
Arrugo el entrecejo cuando comenzamos a caminar.
—¿En donde? ¿Dónde te la pasaste gritando en el ultimo juego o luego donde te arrastraste por toda la casa del terror mientras intentaba recogerte?
—¡Oye!—me da un golpe—En mi defensa estaban siguiéndome.
—Y en la mía había escaleras—señaló el otro extremo y luego a ella—Y tú lo sabías.
Aplana los labios pero ya no niega ni asiente. Caminamos el uno junto con el otro apenas rozándonos el brazo, Angie parece más tranquila que cuando me vio hace unas horas atrás. La noche está comenzando a caer y ahora vamos a su departamento, tal parece que las chicas han dicho que estudiarán juntas esta noche. Quisiera decirle que no quiero irme todavía pero también tengo que saber cómo demonios va todo con los chicos; en especial con Wesley y James. Mi celular no ha parado de vibrar en mi bolsillo pero he decidido que no pienso desperdiciar ni un solo minuto con Angie, Así que lo demás parece que puede esperar.
Las parejas caminan por las aceras de las calles, el parque comienza a quedar solitario de niños en bicicletas y jóvenes enamorados. Las chicas comienzan a tomar sus cosas para irse de su descanso y mientras todo pasa, Angie y yo lo hacemos por igual.
Inhalo el aire frío de Seattle tragándome un par de recuerdos. Desde hacía años que no estaba aquí; tanto que me parece un dejavú.
—No estaba seguro de cómo reaccionarías cuando me vieras—inicio la conversación mientras fija la mirada al frente. Pasa un segundo antes de oírla.
—No me llamaste ni me mandaste un solo mensaje desde que llegue a Seattle, así que estaba enojada por eso, y porque no me dijiste sobre tu padre y mucho menos fuiste a despedirte.
—posa sus ojos sobre mi—Aunque en parte yo tampoco lo hice; estaba decepcionada.
—Y te entiendo, fue una estupidez. A último momento planeaba ir a despedirme, y si fui a hacerlo—digo y me ve sorprendida—Pero cuando llegue ya te habías ido.
Asiente mientras los cabellos le golpetea la cara.
—Gracias de todos modos.
—Fui un completo pendejo.
—Eso no lo voy a discutir—chista. Llegamos a la puerta del edificio y entonces se para en seco.
Sé que debo despedirme ahora; pero necesito saber que podré verla una vez más. Si me deja, soy capaz de quedarme todo el tiempo que sea necesario y posponer esta mamada de viaje.
—Te ofrecería a pasar pero las chicas están estudiando y no creo que podamos hablar mucho.
Le resto importancia cuando sus ojos preocupados me abrazan.
—Está bien, lo entiendo—le doy un vistazo al ahora jardín solitario—¿Crees que pueda verte mañana?—intenta no sonreír—Bueno, digo, si no tienes clase.
—No tengo clase hasta el viernes—aplana los labios.
—¿Eso significa que puedo venir?
—¿Es en serio que lo estás preguntando? Has aparecido por todas partes la mitad de mi vida ¿y ahora pides permiso?—enarca una ceja haciéndome sonreír nervioso rascándome la frente.
—En realidad quisieras o no iba a venir, pero preferí parecer menos un psicópata—juego viéndola sonreír tranquila—Descansa Ang.
Se muerde el labio inferior causándome un escalofrío. Pestañea entre molesta cuando el aire le sopla en la cara, mientras se acerca a donde estoy.
—Descansa Evan.
Susurra mientras su nariz casi rosa con la mía, mis labios casi se encuentran con los suyos sintiéndola depositarme un ligero beso en la comisura da la boca.
Se separa guiñándome un ojo. Le señalo como advertencia haciéndola reír alto; se despide con la mano empujando la puerta y metiéndose enseguida. Me quedo por unos minutos plantado ahí como un idiota todavía sintiendo su olor pegando en mi.
En cuanto la veo irse por el elevador, me giro y por inercia celebro elevando las manos sintiéndome completo. Entonces un claxon suena haciéndome brincar al ver a James trepado en la mini van con cara de pocos amigos. Hace una seña para irnos y antes de correr a donde está le doy otro vistazo al rededor para ver que nadie me haya visto festejar, y entonces corro hasta la camioneta.
—Espero que estuvieras pidiéndole algo a Dios porque lo vamos a necesitar—gruñe en cuanto cierro la puerta. Le veo sin entender.
—¿De que estás hablando?
—No siquiera has checado los mensajes ¿verdad?
—brama haciéndome caer en cuenta. Saco el celular viendo un par de llamadas y escritos que no entiendo.
—¿Qué pasó?
Me ve incrédulo.
—Pasa que tenemos un problema—mira al edificio.
—Brent está aquí—me tenso—Y no viene de vacaciones; viene a ver a Angie.
Cierro los ojos recargando la cabeza en el asiento.
—Mierda.
—¿Qué diablos tiene esta chica, pezones de colores?
Se indigna pero enseguida le atravieso con la mirada haciéndolo disculpar.—Lo lamentó pero ha venido medio ejército solo para ver a Angie y esto no está saliendo bien Evan.
—Yo te dije que no era buena idea.
—¡Pero si lo era! El problema ahora no eres tú. Ahora ya la viste y ya puedes irte—suspira relajado pero no le respondo nada y este arruga en entrecejo.
—Porque ya acabaste con esto ¿verdad?
Me tomo el puente de la nariz terminando por negar haciéndolo dar un golpe al volante.
—¡Chingado Evan!
—¡¿Que esperabas que hiciera?! Ella no lo sabe aún
—me ve sin creerlo—Lo que escuchaste, iba a disculparme por todo lo que se suponía que había pasado pero ella no lo mencionó. Ni siquiera me hecho en cara más que no le hice caso a su consejo de seguir con mi vida, y de no haberme despedido de ella. Solo eso.
James se frota la cara desesperado.
—Quieres decir que venimos a nada exactamente.
—Yo no lo sabía—me quedo con la mirada al frente.
—Vámonos a casa.
—Evan no podemos dejar esto así...
—Ya lo arreglaremos; ahora vámonos a casa—veo el edificio—Tengo un asunto que arreglar.
No vuelve a Interponerse poniendo el motor en marcha. Pasamos por lo menos quince minutos en el camino hasta que llegamos y veo a los chicos en el jardín junto con las chicas. Siento la rabia hundirme en cuanto veo a Brent de espaldas junto con su maleta a un extremo, Emma se ríe junto con sus amigas pero enseguida fija sus ojos en mi.
—Hola Evan.
Me saluda pero no me inmuto. Brent se gira para saludarme en cuanto oye mi nombre pero en cuanto lo tengo enfrente le estrecho mi puño en la cara.
—¡Evan no!
James me toma de la camisa cuando esté cae no por completo al césped. Se toca la cara viéndome desde el suelo sin entender.
—¡Eres un cabrón mentiroso!—le señaló cuando me sigue viendo desconcertado—Pero no voy a caer de nuevo, tú no vas a volver a ganar—James me susurra que me calme cuando termino de señalarlo—Se te acabo tu fiesta cabron.
Paso por su lado casi pisándolo metiéndome a la casa de un portazo. Oigo murmullos a fuera seguido de la voz de Emma llamarme, tomo mi celular subiendo las escaleras y encerrándome en la habitación oyendo los toquidos de Emma, y una vez que me contesta en la línea escupo:
—Apolo necesito que te des prisa con el plan; tengo que mandar a varios a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro