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11. NUMERO DE EMERGENCIA.

Estoy delante del edificio en el que dijo Mia que estaba quedándose. No parece el edificio de una fraternidad, al contrario se ve más como una casa acogedora; con el único problema de que para mi no se siente exactamente como se ve.

—Creo que me va a dar una SR.

James frunce el entrecejo.
—¿Una resurrección de tórax?

—No—volteó a verle—Una súper rabieta.
—este se ríe y enseguida vuelvo a verlo—Y la resurrección de tórax es RCP. Idiota.

Ánimo el ambiente tenso entre ambos pero este lanza una calada a su cigarrillo lanzándolo al suelo de un pisotón.

—Al menos a mi no me dará una súper rabieta como en la película de las rubias—se ríe y ruedo los ojos—Y no quiero molestarte pero se hace tarde, y no creo que tengamos tiempo para tu impaciencia.

—No puedo hacerlo.

—No me salgas con pendejadas, vinimos hasta aquí por ti. Así que claro que lo harás—se recarga en la mini van—Mira, todo esta a tu favor. Wesley está entretenido en el cine con Emma; Peter se quedo dormido y yo estoy aquí contigo, apoyándote a unos pasos de Angie—me da un apretón en el hombro viéndome con frescura—Puedes hacerlo.

Asiento por inercia. Los músculos se me tensan al ver a un par de chicas salir de las puertitas pero mi pecho descansa al ver que ninguna es Angie. Siento las piernas temblarme mientras camino al interior del edificio hacia las escaleras. Varios chicos están hablando entre estas mientras otros bajan cuadros y cajas repletas de libros. Siento un nudo en la garganta al cruzar el tercer pasillo y encontrarme con la única puerta hasta el final del corredor.

He practicado una y otra vez mi discurso para en cuanto estuviera frente a Angie pero hasta ahora que he intentado memorizarlo, lo he olvidado.
Mis nudillos tocan ligero sobre la puerta de metal con el número 18 en letras doradas. El aire de las ventanas del pasillo me causan un escalofrío mientas la espera me resulta eterna; entonces la puerta se abre, mis ojos se entornan y mi aceleración aumenta.

—Hola
Una chica de piel pálida me mira interrogante. Mi pecho se des infla al sentir alivio por un segundo, observo por entre su cuello la habitación pero parece solitaria, entonces enarca una ceja en espera.

Carraspeo.
—Hola—vacilo—Me dijeron que alguien vivía aquí, así que vine a ver si...

—Somos tres chicas en este apartamento ¿a quien te refieres exactamente?—Se recarga en el marco.—¿Johana, Cristal, o Angie?

Al oír su nombre siento una punzada en el estomago. Estaba apunto de pensar que Mia me había dado la dirección incorrecta a propósito pero por el contrario, veo que ni siquiera le interesó lo suficiente para hacerlo, desventajas de juntarse con Brent.

—Busco a Angie—carraspeo—Es una vieja amiga y quería visitarla.

Asiente mientras sus ojos rasgados me observan tajantes antes de terminar por suspirar.

—Pues si fuera tu amiga sabrías que no está en horario de estar en casa—ve su reloj—Pero como sea, está en horas de clase; ¿quieres pasar y esperarla?

Niego algo aliviado.
—Está bien, me daré una vuelta en un rato más.

Asiente golpeteando sus uñas contra el metal de la puerta para seguido menear la cabeza.
—¿Cuál es tu nombre? Digo, para decirle que viniste a preguntar por ella.

—No es necesario, regresare en un rato.
Fuerzo una sonrisa antes de salir del pasillo todavía sintiendo su mirada sobre mi. Bajo las escaleras más lento de lo que las subí y con más tranquilidad. Es tan extraño, es como si inconscientemente mi yo interior estuviera esperado a que no estuviera.

A metros de la puerta logró divisar a James caminando de un lado a otro con las manos en los bolsillos. Sonrió inconsciente antes de negar entre agradeciendo que por un lado me haya ayudado ha venir aquí aunque no era una opción al inicio.
Si de algo es famoso James es por hacer que la gente termine accediendo a varias de las muchas cosas que no quieres o estás de acuerdo al inicio. Y aunque sigo dudando si fue buena esta idea de venir hasta Seattle con todos los chicos, tan poco puedo decir que nos ha ido del todo mal.

Le hago una seña desde adentro cuando me ve esperando a que le grite desde la otra calle que no he obtenido  éxito alguno. El jardín parece un parque completo con todos caminando y recostados en los costados, les doy unos vistazos antes de terminar por llegar hasta donde James está exageradamente con los brazos alzados.

—¿Cómo volviste tan pronto? Dime que te cerro la puerta en la cara y te odia profundamente. aunque lo dice con una pizca de broma parece apurado.

Vaciló abriendo la puerta del chofer.
—No exactamente, pero no la culparía si lo hiciera.
—veo las calles—¿Cómo es qué hay tanta gente por aquí ?—murmuro—Es una mierda.

—A ver a ver, entonces ¿qué diablos pasó?

—No estaba, fue a clases—pasó el nudo en la garganta una vez que me subo al asiento y James suelta un bufido que se escucha hasta el otro lado mientras se sube al copiloto.

—Pero si vive ahí ¿cierto? A menos que Brent haya hecho de las suyas y se haya pasado la dirección que nos dio por el trasero—gruñe haciéndome reír.

—No, si estaba bien—volteó a verle.
—Pero no sé si tomar esto como una señal de que es mejor que no vuelva a venir.

El moreno rueda los ojos fastidiados.
—No empieces a convertirte en el chico reflexivo, estamos aquí por una razón y no nos largaremos hasta que la termines—me apunta—Y lo digo en serio.

No digo nada encendiendo el motor de la camioneta listo para irme. Doy un último vistazo al edificio poniéndole en marcha sintiendo la culpabilidad, James enciende la radio cantando en murmullos More than words poniéndole todavía más tristeza al gran aire que circula sobre mi.

—Hey, vas en sentido contrario, tienes que retornarte—me avisa haciéndome suspirar.

Me doy en reversa para poderme ir de aquí de una maldita vez. James sigue cantando pero entre lo hace me riñe por cada vez que la camioneta topa gracias a mi poca práctica en calles diminutas. Señala que me vaya por la calle continua una vez que ve que no puedo hacerlo pero la camioneta está prácticamente atravesada entre la calle y no puedo darme el lujo de hacer lo que se le pega la gana.

—Mete el freno y gira el volante.

—¡Eso es lo que estoy haciendo! tal vez funcionaría mejor si no hubieras escogido esta lancha de camioneta—me fastidio.

Este se toca el pecho ofendido.
—Es una camioneta cómoda.

—Si como no—ironizo—Bien, voy a girarme pero necesito que me ayudes, ve el espejo del lado derecho y dame luz verde.

—Hay demasiada gente caminando por aquí.

volteo los ojos.
—Es por eso que necesito que me ayudes.

—Yo no sé cómo hacerlo.

Le doy al acelerador girando todo el volante.
—Solo mira a la maldita derecha James.

—Y eso hago pero no puedo evitar hacer que pase tanta gente; parece un puto festín aquí —suspira—Bien, dale...

Hago lo que me dice mientras la canción vuelve a inundar la camioneta. James sigue cantando mientras me doy en reversa para poder girar de una buena vez, no lo oigo decirme nada mientras que doy paso libre viendo por el retrovisor personas caminar lejos de donde estoy, piso en reversa hasta donde llego y entonces más relajado acelero para enderezar...

—¡Alto!—James grita haciéndome frenar.

Un par de estudiantes se paran en seco. Miro mal a James quien le baja un poco a la radio mientras niego, las dos chicas se quedan inertes mientras se observan para saber si están bien; la morena asiente mientras la castaña niega y entonces levantan los ojos a mi haciéndome sentir culpable. James asoma la cabeza por la ventana disculpándose.

—Mi amigo no es bueno manejando mini van, hay demasiada gente por doquier y...

—¿James?

La pregunta de afuera me hace levantar la mirada a través del vidrio una vez mas. La sangre me baja a los talones en cuestión de segundos cuando entonces esa mirada se queda fija en la mía, trago saliva viendo su cabello castaño corto menearse contra el aire frío mientras su compañera le dice algo pero parece no escucharla. Entonces y aunque parece más como un susurro logro leer lo que sueltan sus labios sin dejar de verme:

—Tiene que ser una maldita broma.

Brent Young.

—¡Genial! Entonces sigue haciéndolo.

—¡Tu ni siquiera puedes entenderlo!

—¡¿Y que chingados tengo que entender, que estás masajeándote con Dylan?!—le señaló—Me esforcé ¡lo hice por ti! ¿Y qué es lo que obtengo? Esta mierda, de nuevo.

Me tomo la cara entre las manos sintiéndome a punto de estallar. Sus sollozos no me han dejado entender y menos cuando se niega a hablar sobre la verdad cuando es mas que obvio que ya la sé toda.

—Solo somos amigos. Debes entenderlo—llora mientras se sienta en la mesita frente a mi.
—Por favor, Brent

—No, basta—me limpio los ojos negando—Me mando los mensajes, me mando ¡TUS! Mensajes con él, no soy un idiota Mia. No voy a dejar que me manipules esta vez—me pongo de pie.

La oigo jadear todavía más. No quiero dejarla así, no quiero irme y dejarla pero no puedo tampoco quedarme y fingir que todo estará bien porque no sé ni siquiera que es lo que está pasando ahora. Tomo las llaves del auto y esta inmediatamente salta.

—¿A donde vas? ¡No tienes derecho a irte!

—¡¿Y tu si tienes derecho a hacer lo qué haces?!
—niego riendo—Si que eres doble moral; no pienso quedarme en un mismo lugar que tú.

Se limpia los ojos azules con el rímel regado.
—Por favor, podemos hablar.

Recargo la espalda en la puerta exhalando. Tengo grabados esos mensajes, todos y cada uno. Ojalá pudiera ignorarlos y seguir como antes, siento que mi esfuerzo no ha valido la pena. Siento que todo lo que estoy haciendo no está sirviendo de nada.

—De saber que te sentías en una pocilga, sin suerte, sin amor, y sin dinero, hubiera preferido dejarte ir.—digo con el nudo en la garganta—Yo no te obligue a venir aquí conmigo, y estoy consiente de que esto es cosa de ambos; dije que cualquiera que fuera tu decisión sobre el embarazo iba a apoyarte ¡te lo dije!—me froto la cara—Tu decidiste tenerlo y aquí estoy, ¡apoyándote!

—¡Y lo sé, y lo siento tanto!—se tapa la boca con las manos temblorosas—Yo te quiero Brent, estaba molesta contigo por la otra noche y....

—Ya no quiero oírte más—se sienta en el sofá a volver a llorar—Si necesitas algo que no sea hablar de esta mierda, llámame. Si no, ni siquiera lo intentes.

Rechinó los dientes abriendo la puerta y cerrándola de un portazo. No tengo idea que es lo que pueda hacer para eliminar la opresión que siento en el pecho; no quiero estar aquí pero ir a a la casa  solitaria de mis padres tampoco es una opción. Necesito pensar, necesito alejarme e intentar enfriar la mente.
pienso en algún lugar tranquilo u despejado al cual quisiera ir, y una vez que estoy dentro del auto las posibilidades parecen nulas. La única persona en la que puedo confiar, con la que puedo ser yo no esta aquí. Tomo el celular con las manos temblorosas para llamarle pero después de unos minutos intentando localizarla termino por cansarme y dejarle un maldito buzón de voz.

—Hola Ang, soy Brent—tomo aire sintiendo los ojos quemarme—¿Quieres llamarme cuando oigas esto? Necesito hablar con alguien.
—niego—No, no con alguien. Contigo. Necesito hablar contigo—me quedo viendo al frente del edificio con paredes enmohecidas—Mia me ha estado engañando con Dylan desde no sé cuánto tiempo, tu tenias razón—me pincho la nariz—Soy un completo idiota. Llámame por favor.

Cuelgo y enseguida recargo la cabeza en el asiento. Inhalo y exhalo en un intento de serenarme, y una vez que lo logro enciendo el auto y salgo del estacionamiento a cualquier otro sitio. Un mensaje de Wesley enciende mi pantalla mientras estoy en el semáforo; al abrirlo es una foto de él y una chica rubia con una sonrisa más como una mueca en los labios y debajo con el mensaje:
¿Crees que es linda? 
Vaciló un rato para contestar y entonces recuerdo que aún tengo un lugar al cual ir. le regreso un mensaje a Wesley pero al ver que no contesta me vuelvo impaciente y entonces le llamo.

—¿Todo bien hermano?

—No—vaciló—Necesito que me consigas un boleto de avión para hoy en la noche.

Se queda en silencio la línea.
—Bien, ¿hacia donde iras?

Veo el semáforo cambiar a verde y le piso al acelerador apretando el volante con fuerza antes de convencerme a mi mismo:
—Iré a Seattle, con ustedes.

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