1. TRATO HECHO.
"No he dejado de pensar en ti, me gustaría decírtelo. Me gustaría escribirte que me gustaría volver, y que te extraño y lo pienso, pero no te busco. Ni siquiera te escribo, no sé dónde estás Y extraño saberlo. ¿Tienes planes? ¿Has sonreído hoy? ¿Qué soñaste? ¿A dónde vas? ¿Tienes sueños? ¿Has comido? Me gustaría poder encontrarte, pero no tengo la fuerza y tú tampoco. Entonces nos quedamos esperando en vano y pensando en ello y recuérdame. Recuerda que pienso en ti, que no lo sabes, pero te vivo todos los días. que escribo sobre ti y recuerda que buscar y pensar son dos cosas diferentes y yo te pienso, pero no te busco"
Charles Bukowski.
Mi cabeza repite y repite otra vez el mismo párrafo del libro de hojas gastadas. Siento los parpados pesarme como si algo estuviera aplastándome al mismo tiempo en que intento levantarme, aunque por conformista que suene, ni siquiera recuerdo haber intentado querer hacerlo.
Han pasado seis días desde que nos dijimos adiós, hoy se irá, pero no tengo la fuerza para despedirme de nuevo de ella. En lugar de eso preferí quedarme encerrado contando los minutos e imaginado y convenciéndome a mí mismo de que ya se ha ido para que así las ganas de salir corriendo tras ella sonaran en vano dentro de mi cabeza. La extraño, la extraño como el demonio, pero no la busco. No puedo hacerlo, me hice esa promesa una vez que se fuera; no iba a seguirla por más que mis sentimientos me engañaran, no lo haría. Y aquí estoy, tirado en el sofá frente a la ventana esperando que a cada parpadeo todo esto se haya acabado.
El vodka ha dejado de ser satisfactorio desde hace media botella, ya los tragos que doy me arañan la garganta pero finjo que no siento más dolor que ese, finjo que no estoy solo y que no he regresado a la vida de mierda que tenía hace tiempo que luche por olvidar. Dicen que uno siempre vuelve al pasado por dos razones: por los recuerdos felices o por el asco que nos hacía sentir que estábamos vivos. Yo ahora soy exactamente la segunda. A veces logro imaginar lo que Angie pensaría de mí de verme ahora, o si tan siquiera piensa en mi.
La imagino riendo, meneando ahora ese corto cabello naranja contra el frio aire de Seattle mientras arruga la nariz cada que algún comentario esta fuera de lugar soltando comentarios sarcásticos disfrazados de amables respuestas.
No hay minuto que no piense en la primera vez que la vi, el miedo que implantaba en mi cada que intentaba acercarme. Las veces que llegaba a casa pensando y deseando haberla conocido por mí y no por Lily. Las veces que le dije que no podía seguir con ese plan estúpido de mudarse a Seattle y cuantas veces intenté alejarme hasta que ya no pude hacerlo.
Imagino como se sentiría si supiera la verdad, como aquella vez en casa de su madre cuando le dije que no podría estar con ella si se iba lejos de mí.
Estaba mintiendo, yo sabía que no me importaría tomar un puñetero avión cada semana si era posible solo para poder verla, pero tenía que alejarla. tenía que dejarla que viera que era un idiota que no estaba dispuesto a apoyarla en lo que ella quería aun cuando ella si intentaba ayudarme. Esa era la única opción para que me odiara y me dejara y para que todo ese cuento terminara, pero entonces cuando la mire esa noche ebrio en el bar karaoke, preocupada por mi después de haber mandado todo a la mierda por mi cuenta., supe que la quería, la quería conmigo y tenía que hacer un nuevo plan si eso quería.
Lizzie lo sabía, esa noche estaba dispuesto a decirle la maldita verdad pero fui un puto egoísta y decidí que las cámaras que Lily me había dicho que guardara después de pintar su auto en el estacionamiento del gimnasio, tendrían que ser de ella. Le había mentido a Angie por casi tres meses, era claro que podría mentirle a Lily haciéndole creer que había perdido las cintas en casa de mi padre.
Y aquella noche en la boda del padre de Angie, esa noche fuimos estrellas, mi corazón palpitaba con fuerza al verla reír, al tocarla, al bailar. Pensé que podríamos seguir después de eso, pero cuando Mia hablo esa misma noche, decidí que tal vez era parte de mi destino y debía aprovecharlo. No fue justo, por supuesto que no lo fue, pero ¿Qué podía hacer? no era bueno para ella, fui un cobarde, tomé la salida rápida en vez de decirle que yo también le había mentido estos meses, pero no pude hacerlo. Era mejor así. La había perdido, nos habíamos perdido y por más que no quisiera quizá, era lo mejor.
Ella pensaba que la odiaba, pero lo que odiaba era a mí mismo. Lily se sentía victoriosa pavoneándose por dondequiera y yo como un pendejo. Pensé que estaba ayudando, Wesley me había ayudado cuando más se lo pedí y lo necesitaba antes de irme a Canadá. Me ayudo a re inventarme, me aleje de las malas amistades, estuvo para mi cuando mi padre me obligo a dejar la escuela de música y yo se lo debía. Una chica le había roto el corazón y yo se lo debía. No lo pensé demasiado cuando Lily me lo dijo. Pensé que estaba ayudando, pero por el contrario estaba destruyendo a una persona que apenas estaba armándose de toda aquella mierda y que por supuesto, no lo merecía.
—¿Todavía sigues aquí?
Maggie llega hasta donde estoy instalándose frente a mí. Ni siquiera estoy seguro de haberla escuchado entrar. No digo nada encogiéndome en mi lugar, su mirada esta furiosa, pero al menos intenta no sonar tan grotesca.
—Evan, estoy hablándote. No puedes pasarte toda una semana así, mi madre comienza a preocuparse.
—habla cruzando los brazos, pero niego.
—Le llamare, le diré que estoy bien.
—¡Eso no es suficiente!, tienes que darte una ducha, tu departamento está hecho un asco y huele a alcohol por toda la habitación—pestañea y sus ojos se dirigen a la botella en mis manos—No irás a despedirte así de ella, apestas.
Y quizá tenga razón, yo soy quien apesta pero es demasiado buena como para entender que en realidad no iré a despedirme. No le doy respuesta simplemente me acerco la botella a los labios como si no estuviese aquí, no la necesito cuidándome como una niñera. No quiero que nadie este aquí, o bueno, tal vez si Angie lo estuviera todo giraría en un entorno diferente. Siempre que estoy cerca de ella es como si me obligara a hacer cosas que jamás creí hacer o necesitar. Y ahora estoy aquí, liado entre lo único que necesito y lo único que no puedo tener.
—Katy quiere verte, pregunta por ti todos los días y no puedo traerla a verte si estas así—habla de mi sobrina haciendo que un pinchazo me devuelva la cordura—Evan...
—Tráela mañana, recogeré esta mierda. lo prometo
—le digo y le miro aun con la expresión preocupada—Hablo en serio Maggie.
—¡Es que yo ya no sé cuándo es que hablas en serio Evan!, Angie se ira hoy y tu sigues aquí desde hace cinco días, no puedes seguir así.
—Déjame en paz.
Digo empinándome un trago de vodka corriente a la garganta.
—Yo solo digo...
—Pues no lo hagas, déjalo así.
—Evan...
—¡Que lo dejes así maldición! —lanzo el celular contra la pared estrellándolo sintiendo la mano arderme. Mi respiración sube y baja entrecortada mientras me tomo el puente de la nariz agachando la cabeza. El silencio reina por primera vez en un largo rato hasta que siento los ojos quemarme, y no lo entiendo hasta que las lagrimas tibias descienden de mis mejillas hasta el mentón.
El lado libre del sofá a mi lado se hunde y su mano se posa en mi espalda dándome un ligero golpecito. se recarga en mi hombro y entonces me permito de nuevo sentirme perdido. Las lágrimas dejan ligeras marcas en mi pantalón resbalándose desde el filo de mi nariz a pesar que me he pasado ambas manos sobre la cara para que se vayan.
—Perdón—le susurro apenado levantando la cara para verla. Es idéntica a papá, tiene sus ojos pero la expresión suave de mamá, tiene su calma.
Niega sonriéndome plantándome un beso en le mejilla—Está bien—me frota lo hombros en un intento por reconfortarme—Lily es una idiota.
—No fue toda su culpa.
—Y tú eres un tonto—me da un golpe en la nuca haciéndome quejar—Jamás debiste ayudarla a semejante tontería, Por eso la abuela odiaba que estuvieras cerca de ellos.
—No necesito tus regaños ahora.
—Si, si los necesitas porque Angie va a irse en menos de un a hora y tu sigues aquí oliendo a un jodido vagabundo, así que levanta tu trasero y date una ducha fría—ordena, pero no me muevo.
—¡Muévete carajo!
Niego—No voy a buscarla, no lo haré.
—¿Y la dejarás ir solo así?
Cuando lo dice siento el pecho apretujarse pero me permito sentirme así solo porqué lo merezco.
—No será la primera vez que lo haga.
Y dicho esto me re acomodo en el sofá volviendo a tomar la botella entre las manos haciéndola bufar a regañadientes. Lejos de lo que esperaba esta toma sus cosas para caminar fuera de aquí pero antes de salir se detiene a verme de nuevo:
—Espero que te haga feliz perder a la única persona que soporta tu carácter de mierda—suelta haciéndome elevar la comisura de mis labios de forma inconsciente—Y por si te interesa, No creo que merezcas estar así, aunque evidentemente haya sido en parte culpa tuya.
La puerta se cierra seguido y la habitación recobra un aire frío y distante de nuevo. Miro el celular con la pantalla estrellada prendiendo junto con el sonido en vibrar contra la alfombra gris. Las ganas de patearlo pasar por mi cabeza pero en cuanto lo tomo para lanzarlo de nuevo, el nombre de Brent atraviesa la pantalla haciendo que me tambalee hasta recargarme en la pared recobrando la compostura.
—¿Si...?
—Evan, ¡¿Donde verga estás?! ¿Es en serio que no vendrás a despedirte de ella?—Su voz suena molesta y irritada—Trae tú puto trasero aquí ahora mismo.
Voy a litigar soltando palabrotas contra la bocina para defenderme pero entonces mi mente capta lo que acaba de decir. Hijo de la gran puta.
—¿Que vaya ahí ahora mismo? ¡¿Tú estás ahí?!
—me exalto oyendo la línea en silencio. Tiene que ser una jodida broma—¡Eres un puto cabrón!
Presionó el celular contra mi oído sintiendo los cristales cortados picarme contra la piel pero ni siquiera eso me importa, no me importa mas ni una jodida mierda que no sea saber que es lo que está haciendo ahí.
—Antes que nada, escucha...
—¡Teníamos un trato! ¡Tú lo hiciste, dijiste que sería por ella! Tú....—me froto la cara frustrado—¡Eres un verdadero cabrón!
—¡Ya lo se, lo arruine! Pero entiende que hemos sido amigos desde toda la vida, no podía solo decirle todo y perdería también.
Me río de lo irónico que resulta su respuesta aunque pronto esa risa se borra. Yo la dejé ir, la perdí porque quería hacer las cosas tal y como estaba pensado. Quería que ella fuera feliz, que estuviera bien y no buscarla era el trato. Pero ahora la he perdido y he quedado como un idiota. Maggie tenía razón, esto no es sólo mi culpa, no será solo mía.
—Escucha Evan...
—No, escúchame tú; se acabó.
Cuelgo la línea lanzando el celular por segunda vez al carajo oyéndolo resquebrajarse por completo contra el suelo. Me tambaleo con dificultad hasta la mesita de noche antes de sentir la bilis recorriendo mi garganta pero me digo que no es momento para esto; tengo que alcanzarla. Tengo que verla.
De un momento a otro noto que ya estoy abajo con las llaves entre los dedos listo para irme. Pienso en tantas cosas en lo que me subo al auto que enseguida me detengo en seco a casi nada de llegar a la siguiente esquina. No no no. No puedo ir a verla, no debo hacerlo. Si lo hago, si siquiera lo hago voy a acabar con lo que habíamos dejado bien días atrás, no puedo arriesgarme a perder eso.
No tengo idea de cuanto tiempo pasó pasado en el semáforo hasta que la luz roja me golpea la cara. Tal vez es la adrenalina que me hace sentir que estoy a un parpadeo de su casa, pero por el contrario. En realidad si lo estoy.
Mis ojos recorren la avenida por la que he pasado la mitad de mi vida, ahora con esperanza de ver a Angie. pero lejos de encontrarla, solo alcanzó a ver a Brent despidiéndose de sus padres con una enorme sonrisa pegada a la cara.
Salgo del auto de inmediato dirigiéndome a este una vez que está a punto de subir a su camioneta. Al verme palidece cerrando la puerta interponiendo una mano entre ambos justo antes de que llegue.
—Evan, este no es momento para...
—¿Para que saque tus chingaderas?—siento un nudo en la garganta—Dijiste que debíamos hacerlo por ella, tú dijiste...
—¡Ya se lo que dije ¿si? Pero no pude hacerlo Evan! Esto...,esto es diferente para nosotros, tú solo apareciste hace tres meses y le mentiste.
El cuerpo me tiembla enseguida. La rabia comienza a revolotearme y me pide a gritos acabar con esto al verlo tan sereno.
—¡Eres un jodido pendejo!
Le doy un golpe al lado de la cara tumbándolo.
Un grito a un extremo me sobresalta viendo a Mia correr rápido a este pero enseguida le tomó de la camisa haciéndolo maldecir adolorido. Unas voces me murmullan y enseguida siento una mano tirar de mi brazo de una forma grotesca.
—¡Ya déjalo!—Mia me gruñe cuando intento pegarle de nuevo. Me distraigo al verla y seguido siento un golpe la mejilla nublarme la vista.
Me tocó esta por inercia mirando sangre entre mis dedos. sonrío negando y entonces me lanzo a este de nuevo. Mia intenta jalarme por segunda vez en un milagro de poder de separarme pero me retengo hasta que otras voces me hacen apartarme.
—¡Suéltalo Evan! ¡¿qué haces?!—Barbara llega justo cuando intento pegarle por tercera vez.
—¡Dejalo, basta!—tira de mi brazo.
Brent se hace a un lado junto con Mia sin despegarme la mirada En cuanto se ve libre. Siento un líquido bajarme por la mejilla pero hago caso omiso todavía con la respiración entre rápida. Encajó las uñas en las palmas de mi mano contendiendo las ganas de volver a golpearlo cuando me señala antes de hablar.
—Esto es tu culpa, la perdiste porqué es tu culpa.
—suelta—Y yo no tengo tratos contigo, se acabó.
Todas al rededor miran sin entender pero eso solo me hace molestarme todavía más.
—Bien, entonces atente a las consecuencias.
Me giro en mis talones sacándome del agarre de Barbara de un tirón pero entonces vuelve a hablarme:
—Atente a las consecuencias tú—me hace parar en seco—Imagina lo que sentirá cuando se entere que una de las personas que tanto quiere es un puto mentiroso y que ademas jugó con ella.
Al oírlo no evito reír dando suspiro disfrazado cuanto me preocupa que lo sepa y que no sea por mi. Camino más cerca de éste hasta quedar a su altura, mi mirada penetrante lo hace dar un paso atrás y entonces chisto fingiendo que no me interesa en lo más mínimo su amenaza.
—Ahora te toca a ti imaginar que sentirá cuando se entere que su amigo de la infancia contribuyó a su separación con Wesley, solo porque estaba enamorado—suelto haciéndolo rabiar—Tal vez a mi me odie, pero a ti te aborrecerá.
—¡No te atreverías!
Me apunta nervioso. Pero por el contrario le regreso una leve sonrisa santurrona.
—Piensa en que cara pondrá cuando se entere de que tú también sabías todo el plan y se lo ocultaste. Y hasta nos ayudaste—le digo enseguida borrando mi sonrisa—Así que no te metas conmigo.
—Teníamos un trato—rápido salta pero reparo.
—Cierto pero tú lo dijiste—le miro—Tú no haces tratos conmigo y que crees; que ahora yo tampoco.
Me giro para largarme oyéndolo maldecirme entre cada paso que avanzo. Las voces de las demás detrás de mi no cesan en busca de explicaciones a lo que yo solo tengo una en cuanto estoy fuera de ahí. Esto no se va a quedar así.
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