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Siseo de serpiente

Tres lunas habían pasado y las preparaciones del festival de los dioses iban viento en popa. Los Callh habían preparado extensas guirnaldas repletas de flores, llenas de pequeños sobre con miles de peticiones, deseos e ilusiones. Aquella celebración era muy importante entre los Callh; antes de la guerra, en Calluhn se hacían esplendorosos bailes en los cuales se comía hasta reventar y se bailaba hasta que los tacos de las damas de desgastaban. Tal vez no se encontraran en Calluhn, pero la tradición había prevalecido allí donde los Callh habían ido, Blackhar.

Nyliare esa mañana paseaba por uno de los salones, admirando su primer festival con los ojos llenos de la misma ilusión de un niño, sintiendo el encanto del festival dominar el lugar. La heredera se encontraba ataviada de un bello vestido con la historia de los dioses bordada en él, que relataba la creación de las elegidas y su misión en Nylhella; la elegida se encontraba preparada a que la festividad iniciara para dar un discurso y recordarles a los Callh el camino que habían elegido al venerar a los dioses.

-Luce hermosa, Valgt -elogió Danko, acompañando de repente a Nyliare, quien se sorprendió ante la presencia del Callh, más que todo por la revelación que había tenido en sus sueños ante lo acontecido años atrás en Blackhar.

-Muchas gracias, Danko. Dime ¿Preparado para el festival? Me siento como una pequeña niña con tan solo ver los arreglos, debió haber sido maravilloso haberlo celebrado en Calluhn.

-Lo fue -respondió él, mostrando una sincera sonrisa al recordar los juegos y las luces -Todo Calluhn se vestía de fiesta para disfrutar del festival, venerabamos a los dioses y luego comíamos todo tipo de manjares, sobre todo me encantaban los juegos con mis amigos.

-Prometo que para el próximo invierno celebraremos el festival en Calluhn, en nuestros hogares -aseguró Nyliare, contemplando las figuras de los dioses en el salón. Así como la promesa fue para Danko, de igual forma fue para los dioses.

Danko agradeció la promesa de la Valgt, y pronto se alejó para volver a su posición de soldado, junto a su hermano y primo en un rincón del salón. Pronto los demás Callh de Blackhar llegaron al salón, los músicos empezaron a ambientar el salón y los platos empezaron a entrar, los bailes no tardaron en comenzar. Blackhar empezó a llenarse de luz, risas y emociones que llenaron de vida a Nyliare.

Nyliare miró embelesada la alegría, esperando que eso nunca terminara y todo permaneciera congelado en una pintura. Que las sonrisas no se extinguieran con el tiempo y el amor naciera en una nueva generación de Callh.

Notando al concejo disfrutando de la celebración, Nyliare decidió que el momento había llegado y pronto se posicionó en el centro del salón, preparada para dar un discurso que inspirara a los Callh, para terminar de llenar de vida y felicidad la velada. Pronto los músicos acompañaron el discurso de Nyliare con una suave tonada que armonizaba con su tono conciliador y firme.

-Ver tanta alegría y bienestar en Blackhar me llena de dicha, y el festival de los dioses se trata precisamente de eso: experimentar la energía, alimentarnos y renacer en el poder de los dioses, agradecidos de los dones que nos han otorgado desde nuestro nacimiento. Pero siempre hemos de recordar que este poder debe ser utilizado para el bien, tomando el camino de la luz y excluyendo la oscuridad de nuestras almas. Esta tarde les pedimos a los dioses por paz, por fortaleza y la familia, pero, sobre todo, rogamos por la victoria y recuperación de Calluhn, para que los próximos festivales podamos disfrutarlos bajo el manto de estrellas de nuestros territorios. Pero ahora, es hora de disfrutar -terminó de hablar Nyliare, alzando sus manos y exponiendo sus poderes junto a una sonrisa, siendo acompañada por los miles de Callh que en esos momentos estaban reunidos en ese salón, o regados por los pasillos o todo Blackhar.

En esos momentos los Callh eran uno. Todos sonrientes y exuberantes de energía hasta que los gritos empezaron a tomar control de Blackhar; la primera reacción de los presentes fue mirar a su alrededor con confusión, hasta que los Callh notaron cómo rápidamente como soldados no pertenecientes a Blackhar empezaron a regarse por los pasillos y los salones donde se estaban realizando las ofrendas. Pronto tanto como soldados de Shullak como Callh caían al suelo, manchando la piedra de sangre oscura.

De forma veloz, Ashka empezó a abrirse camino a una perturbada Nyliare, para ofrecerle su apoyo.

- ¿Ashka, qué está pasando? -preguntó Nyliare, tratando de hacerse escuchar entre los gritos, intentando no caer en el pánico por el creciente olor a sangre en el refugio.

Ashka no logró responder la pregunta cuando necesitó sacar de un jalón su espada para detener un ataque dirigido a Nyliare por parte de un soldado de Shullak. La hoja de cromo en la espada del soldado hizo apretar los dientes a Ashka, pero pronto la furia le hizo arremeter con fuerza para terminar con la miserable vida de aquel hombre. En ese momento la elegida no necesitó una respuesta, porque así mismo había salido de su estado de estupefacción para tomar una posición de ataque.

De forma telepática, Nyliare trató de unir las mentes de todos los soldados de Blackhar a un canal de comunicación, el cual no tardó en pasarle el poder a Ashka, quien empezó a direccionar órdenes sobre lugares en Blackhar que debían ser protegidos. Al ver los soldados movilizarse, Nyliare decidió partir a otra parte, con su cabeza enfocada en eliminar cuánto soldado de Shullak se posara frente a ella, y en salvar a tantos como pudiera.

Hubo un momento en el que el tiempo se ralentizó. Nyliare empezó a escuchar su nombre siendo gritado por una voz masculina; la elegida sintiendo un mal presentimiento crecer en su pecho decidió encontrar el origen de la voz, y mientras más avanzaba más cadáveres iban apareciendo en el camino que su pies recorrían. A su paso la furia crecía y más soldados caían en sus manos, pero muchos más llegaban para impedir que siguiera su camino.

Nyliare, en ese mismo momento, mientras observaba con impotencia madres ser asesinadas sin remordimientos, hombres ser masacrados ante sus ojos y a niños llorar por sus padre muertos en una guerra que acababa de empezar, ella entendió que Blackhar estaba perdido. Así que como última mandato, ordenó a cada soldado de Blackhar llevar a todos los que pudieran al bosque, en los límites donde las sombras los protegerían.

La elegida ordenó a todos los que estuvieran luchando a su alrededor retirarse de Blackhar mientras ella mantenía a raya a los soldados de Shullak, unos decidieron obedecer, pero otros se posicionaron a su lado para retener a aquellos hombres con armas de cromo que tanto los debilitaba. Esos soldados buscaban la salvación para sus familias, buscaban tiempo para dejarlos escapar, así como ella.

Con heridas punzantes en sus piernas y brazos, Nyliare empezaba a sentir la pérdida de sangre. Pero en ese segundo sus oídos volvieron a captar la voz de aquel hombre que la llamaba, y esta vez pudo verlo.

- ¡Elegida! Se lo suplico, salga a encararme. Sé perfectamente que sus intenciones no son ver a su gente morir, pero muchos más seguirán cayendo mientras siga escondiendose -gritó el hombre de la cicatriz en el rostro. Sosteniendo a una Callh del cabello con muestras de diversión en su rostro.

Nyliare quedó en el punto de vista de Cassiam y los ojos del general brillaron en reconocimiento ante su cabellera albina y sus ojos extraños. Él supo en ese momento que aquella niña a la que nunca pudo encontrar ahora era la elegida.

-No me escondo, peleo al lado de soldados que buscan proteger a sus familias, pero yo estoy aquí para proteger a toda mi gente y no permitiré que sigas matando a más Callh -dijo Nyliare, con voz clara. Pero Cassiam hizo caso omiso, pasando su daga por el cuello de la Callh que aprisionaba contra sí.

Los hombres al costado de la elegida estaban débiles, con sangre y moretones por todo el cuerpo, pero con expresiones fieras en sus rostros, llenos de ganas de luchar por lo que creían, pero Nyliare no permitiría que siguieran cayendo soldados de sus filas. Esta vez fue una orden que no pudieron refutar, la elegida les ordenó que dejaran su lado y corrieran por sus familias y que tomaran a todos aquellos que siguieran con vida.

Nyliare fue dejada sola, rodeada de cientos de soldados con el escudo de Shullak en sus pechos, y Cassiam, su general. Desde lo lejos el general la estudiaba, venía como las manos de la elegida eran empuñadas con tanta rabia que sus brazos temblaban.

-He venido aquí por orden de mi rey, quien solicita tu cabeza en una estaca -Nyliare rió con irónica, con las lágrimas de pena limpiando la sangre que había manchado su impoluto rostro durante su desastrosa marcha.

-No. Me alejaré y me dejarás ir antes de que decida acabar con todos tus soldados -dijo Nyliare, alzando sus manos y exteriorizando su elemento en sus manos, incluso cuando eso la terminaría por debilitar.

La elegida supo que el general querría responder, pero mucho antes Nyliare ya había enterrado vivo a un tercio de sus soldados, al dejar caer sus manos con violencia, como si estuviera golpeando el aire de forma incontrolada. Pero aun así Cassiam no se sintió intimidado, y ordenó con un gesto que todo soldado sacara sus armas de cromo y la apuntara a Nyliare.

El cromo hizo un efecto abrasador en Nyliare, como si el peso de toda la estructura de Blackhar hubiera caído sobre su espalda. Así que usando el fuego, lanzó un mar flameante en dirección a aquellos soldados que seguía a la defensiva contra ella.

- ¡No lo entiendes, mataría a cada uno de ustedes para salvar a mi gente, y sin embargo, les estoy ofreciendo la oportunidad de escapar! -gritó fúrica Nyliare, terminado de asesinar a más de la mitad de los soldados.

En esos instantes, cuando los soldados vieron a la elegida perder la compostura, finalmente sintieron miedo, y en grandes grupos fueron retirándose, corriendo como cobardes ante los ojos de su general. Cassiam empezaba a quedarse solo, pero parado sobre una pequeña montaña de cadáveres se sintió poderoso, así que enfundó su espada, dio la vuelta y con los ojos le sonrió a Nyliare.

Al salir el último soldado, Nyliare corrió a la salida de Blackhar, y no paró hasta encontrar al gran grupo que se había formado en el bosque. Cuando los ojos de la elegida finalmente se posaron en la mirada de Ashka, cayó inconsciente al suelo.

(...)

Nyliare pasó horas inconsciente, siendo su cuerpo custodiado por Kiar y los Callh sobrevivientes del atentado a Blackhar. Así mismo, el cuerpo de la elegida era tratado por Valerie, que con concentración trataba de trasmitir sus poderes de curación a las heridas más graves mientras dormía y se recuperaba de la ardua batalla.

En la oscuridad del bosque, bajo la luz de la luna, las sombras reptaban entre los árboles, manteniendo a los Callh a salvo de aquellos soldados de Shullak que quisieran volver a cazarlos. Los soldados que permanecían en el bosque muchos se encontraban heridos, recostados contra los árboles con respiraciones erráticas y miradas cansadas, uno de ellos era Didak, quien con una grave quemadura en su brazo se quejaba en voz baja para no alarmar a los demás.

Ashka y Danko, junto los concejales Akina y Clyte, intentaban mantener todo en orden hasta que la elegida recobrara la conciencia, concentrados en verificar que todos los niños estuvieran seguros y en abrigarlos lo suficiente como para que sobrevivieran aquella fría noche de invierno. Al contrario de la concejal Vesta, quien intentaba hacerse con el control de la situación, por otro lado, no había rastro ni de Antonio ni de su familia.

Todos estaban preocupados, manchados en sangre que hace horas se había secado y heridas de las cuales evitaban sentir el dolor; ahora los Callh volvía a sentirse perdidos, nuevamente habían perdido sus hogares a manos de los asesinos que cargaban en sus pechos el escudo de Shullak con orgullo.

Danko se acercó a su hermano, recostandose a su lado mientras miraba la herida que lucía en el brazo Didak.

-Espero que no pierdas el brazo, hermano -bromeó Danko, ocultando su preocupación a los ojos de su gemelo.

-No creo que una simple quemadura me derrote, Danko, pero sigue doliendo -dijo el Callh del aire, resoplando del dolor mientras sonreía por la broma de Danko.

Ambos hermanos se mantuvieron en silencio, y pronto sus mentes volvieron a revivir aquel invierno el cual se les fue arrebatado Calluhn, así como ahora Blackhar les había sido. Ante los recuerdos, el olor a muerte siguiendo a los Callh los hizo sentir lo helado del ambiente, así como la mudez del viento que seguía raspando en las mejillas de los Callh.

De forma consecutiva, Nyliare despertó con un profundo jadeo de dolor. Los Callh pronto rodearon a la elegida en busca de saber su estado, pero nunca esperaron ver las lágrimas corroer su frívola belleza. Nyliare se disculpaba mientras miraba los rostros cansados de sus seguidores, sintiéndose derrotada en su primera pelea. Ashka con velocidad abrió paso entre los Callh, para arropar el cuerpo de su amada entre sus brazos.

Nyliare se sintió rota y entre los brazos del soldado trató de ocultar las lágrimas que con rapidez se congelaban en sus mejillas.

- ¿Quién nos ha traicionado, Ashka? -susurró Nyliare, mientras ahogaba sus sollozos en el hombro del soldado.

Ashka no sabía la respuesta de aquella pregunta, y lo llenaba de angustia no poder aliviar a Nyliare. En esos momentos, el soldado veía una mujer que necesitaba de su ayuda y apoyo, no aquella figura a los que los dioses habían otorgado tanta autoridad.

Pero Clyte dio un paso al frente, agachando la cabeza mientras su corazón se batía como loco en su pecho. En pleno ataque había sido abandonado por sus compañeros, y al luchar por su salida de Blackhar vio las masacres que había jurado no tener que ver nunca más. Y parte de la culpa por aquel horrible acontecimiento era suya; Clyte aceptaría cualquier castigo que la Valgt considerara apropiado.

Nyliare al ver al concejal Clyte dar un paso al frente, salió del refugio que había tomado en Ashka, poniéndose de pie y limpiando sus mejillas de los rastros de su aflicción.

-Sé quién nos ha traicionado, Valgt -dijo Clyte -Sus intenciones eran posicionarse a la cabeza del poder en Blackhar, para ello debía matarla. Contactó al general Cassiam y apostó su cabeza por Blackhar, condenandonos a todos. Me temo que Vesta la ha traicionado, no solo a usted, sino a Blackhar. Pero también ha sido mi culpa, mis conocimientos sobre sus planes eran claros y no tuve el coraje para delatarla, pero ahora, luego de aquella masacre... Vesta está repleta de oscuridad, ahora puedo verlo, lo siento, Valgt.

Las manos de Nyliare empezaron a temblar de forma incontrolable, mientras veía como, sin tener que pronunciar una sola orden, soldados tomaban y la arrodillaban frente a ella, dejando expuesta su oscuridad al frente de todos los Callh presentes.

- Vesta Ubach, se le acusa de alta traición a Calluhn, el reino que por nacimiento nos corresponde a nosotros, los Callh; se le acusa de traición a Blackhar, el refugio que por décadas refugió a cientos de Callh; se le acusa de traición a los dioses, por intentar sublevarse a mi voluntad ¿Acepta los cargos? -el labio inferior de Nyliare temblaba al hablar, pero su voz sonaba implacable y de ultratumba.

-Hice lo que era necesario para proteger a Blackhar y a su gente. De lo único que me considero culpable es de haber podido matarla con mis propias manos -aclaró Vesta, con el odio palpable en sus palabras.

Los Callh contuvieron el aliento ante tal insulto, pero el rostro de Nyliare se mantuvo inmutable mientras profería sus últimas palabras.

-Yo, Nyliare Solé de Calluhn, condeno a Vesta Ubach, concejal de Blackhar y encargada de los Callh de fuego, a la pena máxima en Calluhn: la ejecución.

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