La nueva protegida
Cuando Valya era más pequeña, siempre se preguntó por qué los demás niños tenían padres y ella no. En su cabeza entendía perfectamente el término "huérfana", pero la niña aun así veía como los demás, incluso los huérfanos que quedaron por la guerra, sabían los nombres de sus padres, algunos recordaban incluso como estos lucían antes de morir. Valya nunca había entendido por qué nadie sabía nada de sus padres.
Valya, siendo una niña, poseía una personalidad muy curiosa que la mayoría del tiempo debía esconder, para evitar que sus demás compañeros tomaran en cuenta su presencia en un lugar. La niña debía admitir, que se sentía bastante intimidada por sus compañeros, siempre le miraban de manera en la que le hacían sentir que no pertenecía ahí.
Cuando Valya conoció a la Valgt, teniéndola tan cerca de sí misma sentía que todo ella era irreal, y que de todos en el salón de entrenamiento decidiera acercarse a ella fue una ofensa a todos sus compañeros que seguro no le perdonarían.
La niña pudo sentir la presencia de un grupo de personas a sus espaldas, y no debía pensar mucho para adivinar que eran aquellos niños de su clase, junto a otros de clases mayores, que nuevamente venían a denigrarla, molestarla sin parar hasta verla llorar.
Pero ese día ella se sentía fuerte. Las anteriores ocasiones sabía lo que debía hacer para que las sesiones solo duraran unos pocos minutos, pero esa vez no estaba en el ánimo de mantenerse callada. Así que cuando Valya sintió su hombro ser empujado de forma brusca, esta vez no se dejó caer al suelo. Su encuentro con la Valgt la había inspirado a ser más fuerte.
Una de las niñas que pertenecían al grupo que siempre molestaba a Valya dio un paso al frente, con una pose engreída por la posición de su madre en el concejo, y con una sonrisa que el rostro que solo buscaba intimidar a su víctima. La hija de Vesta Ubach, Samay. Era solo una niña, pero a los Callh la guerra los había hecho crueles.
—Sé que crees que ahora que la Valgt te ha hablado te crees alguien, pero cuando ella comprenda que eres débil e inservible te dejará por alguien mejor, así como yo —retó la chica a Valya.
—A mí también me parece imposible que la Valgt me haya elegido a mí, un ser débil e inservible, por encima de ti. O tal vez no soy tan inservible como dices, tal vez no eres tan importante como dices ser —respondió Valya, sintiendo las palabras escapar de su boca a borbotones.
Los niños que rodeaban a Samay empezaron a murmurar a espaldas de esta, haciéndola enfurecer y manifestar parte de su elemento en la palma de su mano de forma amenazante. De forma inmediata, Valya miró a su alrededor en busca de algún adulto que pudiera recordarle las reglas de Blackhar y la sacara de ese aprieto, pero en la sala solo habían unos adultos que miraban la situación con miedo de meterse en problemas con la concejal Vesta.
—Quiero que repitas lo que dijiste, ahora recordando el nombre de mi madre y sabiendo lo que puedo hacer y tú no —Valya tragó en grueso, sintiendo sus manos temblar con fuerza mientras trataba de manifestar su elemento en forma de defensa.
—La Valgt me eligió para ser su aprendiz, desde ahora ella se encargará personalmente de mi entrenamiento ¿Qué supone eso para ti, hija de Vesta? Siempre buscas protección en el nombre de tu madre, porque por ti sola no eres nadie —La chica luego del comentario no dudó ni un solo en segundo el larzarle una bola de fuego a su brazo.
Valya gritó, cayendo al suelo y tomando su brazo, sintiendo el dolor en todo su brazo y el olor a piel quemada en su nariz. Samay se preparó para volver a atacar, formando en su mano una bola de mayor tamaño.
Valya cerró sus ojos esperando el impacto, pero eso nunca ocurrió, y las risas de los demás niños fueron acalladas por un silencio arrollador. Al abrir Valya sus ojos, su mirada se topó con un largo vestido que le cortaba la vista, pero ella sabía de quién se trataba.
Samay había sido atrapada en el acto, todos los demás niños se encontraban congelados, sin proferir palabra ante la presencia de la elegida. Estaban avergonzados.
—Conocen las reglas de Blackhar, no elementos fuera de las salas de entrenamiento, sobretodo, no atacar a sus compañeros —expresó Nyliare con voz dura, no creyendo lo que había presenciado. El odio, esa oscuridad que corroía las almas de todos esos niños al hacerle daño a alguien indefenso — Tú ¿Cuál es tu nombre?
La hija de Vesta dio un paso al frente, sin mostrar pena por ser atrapada por la Valgt —Mi nombre es Samay Ubach.
—Hija de Vesta Ubach —confirmó Nyliare, sintiendo la frialdad extenderse por sus palabras —Tu madre se sentirá muy decepcionada de ti al saber que has violado las reglas que el concejo ha impuesto. Mereces una sanción por tus acciones.
Samay pareció oír una broma, porque no dudó mofarse de las palabras de la elegida — ¿Sanción, algo así como un castigo? Mi madre nunca permitirá eso.
Nyliare sintió tanta pena de ella, su alma estaba perdida por tanta oscuridad. La elegida se acercó a paso ligero a Samay, y con un gesto compasivo acarició su cabello, trayendo en las puntas de sus dedos un haz de luz que poco a poco se iba disipando con el paso de la mano de la Valgt.
—Con tanta oscuridad dentro de ti no mereces tener el control de esos poderes que los dioses te han otorgado —la mirada de Samay demostró que estaba empezado a sentir miedo —Cuando aprendas tu lección, estaré más que feliz por devolverte tu elemento, por ahora, estará conmigo.
— ¡No puede hacer eso! Le diré a mi madre —la niña salió corriendo del salón, y así la siguieron sus compañeros.
Valya, aun en el suelo, miraba todo sorprendida. Nyliare al darse cuenta del estado de la niña la recogió del suelo y se encargó de encaminarse al sanatorío.
En esos momentos, Nyliare no creía lo que había hecho, pero mucho menos lo que había visto. No llevaba tanto tiempo en Blackhar, la elegida reconocía que no conocía a todos en el refugio, pero ahora estaba asustada. Aquella Callh tan llena de oscuridad apenas era una niña, y ahora no podía evitar preguntarse si otros Callh podrían estar tan manchados como ella. Le parecía una irresponsabilidad dejar a seres así con la libertad de llegar a ser tan peligrosos con aquellos poderes.
Al llegar al sanatorio, la nurs en recibir a la Valgt fue Valerie, quien con rapidez miró la herida de Valya como si viera miles de esas diariamente. Pero cuando Nyliare percibió que Valerie pretendía emplear sus poderes, esta la detuvo.
—Usa medicina tradicional, Valerie. Cuando llegue la guerra necesitaremos a todas las nurs en óptimo estado —la nurs dudó, pero luego decidió que no era correcto llevale la contraria a la Valgt,
—Usaré un poco de baba de salamandra, ayudará a que la piel se regenere y que el brazo se adormezca para que no sienta dolor —la elegida consideró la elección de Valerie como adecuada.
Hasta el momento Valya no decía palabra alguna, su mirada estaba perdida en el porte de la elegida y en su mente agradecía su repentina llegada. Nyliare tampoco esperaba que dijera nada, sabía que la niña seguía asustada por el ataque; el brazo de Valya lucía en un color rojizo, con algunas ronchas que se le empezaban a formar en el lugar donde la bola de fuego había impactado, dejando un claro hoyo de piel carcomida por el fuego.
Cuando Valerie empezó a aplicar la baba, Valya empezó a soltar gruesos lagrimones que le rompieron el corazón a Nyliare, así que decidió abrazarla hasta que el medicamento empezara a surtir efecto.
Valya se apretó contra el cuerpo de la elegida, agradeciendo su presencia a su lado como el de una madre a su hija, hasta que lentamente sintió el dolor calmarse y su brazo adormecerse.
—Pareces estar mucho mejor —sonrió cariñosa Nyliare. Valya asintió en respuesta, pero sabía que la Valgt querría hacerle más preguntas —Samay parece haberte herido a propósito, tienes alguna idea por qué.
Valya con pesar asintió —No les agradó que se acercara a mí durante el entrenamiento. Samay piensa que ella hubiera sido una mejor elección, tal vez sí lo es.
Nyliare negó — ¿Sabes porqué te elegí, Valya? Porque me recuerdas a mí, en tu interior hay una cantidad tan grande de poder y en tí hay tanta bondad que supe de inmediato que debía hacerme cargo de tí. Los demás estarán bien con sus otros entrenadores, pero tú necesitas un tipo diferente de entrenamiento. Por eso, te prometo, Valya, que yo te protegeré.
(...)
Nyliare antes de dejar el sanatorio se aseguró de dejar a Valya cómoda y descansando, Valerie le prometió que ella cuidaría de la pequeña sin ningún problema, y solo así se permitió dirigirse a sus aposentos.
Nyliare nunca pensó en contactar por sí misma a Galesha, aquella mujer la ponía nerviosa. Siempre estaba lista para darle una regañina, para recalcarle que no podía permitirse fallar ante los ojos de los dioses. Pero esa tarde, Nyliare necesitaba de sus conocimientos.
La elegida no sabía si funcionaría lo que estaba a punto de hacer, Kiar la miraba desde el otro lado de la habitación como si supiera lo que estaba a punto de hacer. Nyliare se posicionó en el centro de la habitación, relajando sus hombros que estaban llenos de tensión, en consecuencia, sus labios se fruncieron y empezaron a gesticular en antiguo Callh, la lengua de los dioses que no tenía una traducción clara a la lengua común y que ahora muy pocos practicaban.
De esa forma Nyliare empezó a sentir como su cuerpo entraba en trance, como si lentamente empezara a quedarse dormida, solo que su cuerpo se mantuvo en la misma posición para cuando por fin cerró los ojos.
Esa vez Galesha no era la que controlaba aquel espacio, Nyliare la había citado a sus propias condiciones, por lo que ambas se hallaban vistiendo esos ropajes comunes que tanto fastidiaban a la oráculo. Y Nyliare había decidido aprovechar el momento para volver a aquel lugar de su niñez que tanto había amado, el especial claro del bosque donde había crecido.
—No pensé que me citarías en algún momento, debe ser importante lo que estas por preguntar —dijo Galesha nada más llegar al lugar. Nyliare asintió, como queriendo afirmar que realmente era importante aquello que deseaba preguntar.
—Lo es. Necesito más información sobre una pequeña huérfana que ha captado mi atención, su nombre es Valya —Galesha se dio por desentendida a la pregunta.
— ¿Y qué es lo que tiene esta niña que la hace diferente a los demás Callh? —preguntó ella.
—Al principio noté que le costaba manejar su elemento mucho más que a sus demás compañeros, pero no porque fuera débil o no tuviera el suficiente poder, sino que su poder estaba enjaulado en el interior de la niña —la oráculo empezaba a interesarse más y más, como si quisiera saber hasta qué punto llegaban los conocimientos de Nyliare —Y cuando liberé su poder, este era un gigante incontrolable, así como eran mis poderes cuando apenas era una niña. Sé que me estás ocultando algo, necesito saber quién es esta niña.
Galesha tardó unos segundos en responder, la dirección de su rostro mostraba que debía estar mirando más allá de los árboles, pero con la venda a Nyliare se le hacía difícil identificarlo, así que con paciencia decidió esperar a la respuesta de la oráculo.
—Hace 5 inviernos atrás, la luna se ocultó por todo el tiempo en el que la nieve tomó posesión de Calluhn. El reino estaba en su mejor momento, la gente era feliz y entre todos los Callh resaltaba una mujer, su nombre era Iris, y era la mujer más hermosa de Calluhn. Los dioses se habían congraciado por ella por sus bondadosos actos que llenaban de luz las almas de los Callh.
«Pero siempre quedan retazos de oscuridad en las almas de los hombres, Iris no estuvo exenta de probar la oscuridad. La hermosa doncella, siendo tan agraciada, fue cortejada por cientos de Callh, y muchos de ellos fueron rechazados, porque el corazón de Iris le pertenecía a un humilde soldado del reino. Los pretendientes se enfurecieron, pero ninguno perpetró ninguna acción que pudiera dañar a la doncella, hasta que uno tocado profundamente por la oscuridad y al verla tan feliz junto a su amado, decidió raptarla para adueñarse de su belleza y su cuerpo. Aquel hombre exterminó cada estancia de luz que existía en Iris, arrebatandole más que su dignidad y su belleza, sino también su vida. Lo que nadie sabía, y solo los dioses han sabido por un largo tiempo, es que Isis murió con un feto creciendo en su vientre.»
— ¿Qué es lo que dices? —preguntó anonadada Nyliare. En su cabeza empezaban a unirse los puntos, creando un amplio panorama sobre lo que había pasado, pero no podía creerlo.
—Pensé que ya lo habría adivinado hasta ahora. El feto fue salvado por la diosa Freya, creció en el vientre de una Valkiria y perteneció junto a los dioses hasta que su vida se vio amenazada por la oscuridad, así que decidieron enviarla de vuelta a nuestra tierra, a Calluhn.
—La dejaron en el bosque, donde un explorador la encontró en el momento justo —la oráculo asintió.
—De Isis se suponía que debía nacer la próxima elegida, esa niña debió haber nacido para propagar luz en Calluhn. La muerte de su madre impidió su nacimiento en Calluhn, y así ocurrió la guerra de cromo. La oscuridad ganó esa vez, no dejes que vuelva a ganar.
Y así Nyliare comprendió el gran origen de aquella niña que tan curiosa le había parecido. Sin el título, la actual elegida sabía que Valya llegaría a ser tan poderosa como lo era ella, todo a su debido tiempo.
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