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Espejismo de la realidad

Ese día, Nyliare no tenía mucho que hacer, en su habitación sus manos jugaban con el pelaje de su lobo, con la mirada perdida en los ojos oscuros del guardián de los dioses. Pero la tranquilidad que sentía en ese momento no le impedía reconocer la ansiedad que había dentro de ella respecto al comité que saldría dentro de unos días.

Nyliare había hecho personalmente la selección de las personas que se dirigirían a Calldesh, tan solo 7 en representación de los Callh, entre ellos Ashka, los gemelos y Akina. Como elegida y legítima heredera de Calluhn, sabía que necesitaba enviar personas en las que confiara como emisarios.

La elegida sabía que sería muy peligroso para ella dirigirse a Calldesh, las cosas podrían resultar mal y ella podría acabar muerta; para Nyliare eso no representaba algo de importancia, porque ella estaba dispuesta a darlo todo por su gente, incluso su vida. Pero como no podría hablar personalmente con la reina, Nyliare consideró prudente escribir una carta, en la cual hablaba sobre esa misión en común que entre reinos había, esa de la que nadie hablaba pero que entre los pasillos de los castillos se murmuraba.

Nyliare se levantó de su cama, dejando a Kiar descansar en los almohadones. Con esa misma acción, cambió sus ropas por unos pantalones de cuero marrón y una camisa de lino, decidida a salir para entrenar un rato con sus poderes. Pero justo cuando abrió su puerta, Nyliare consiguió a Ashka, con el puño levantado dispuesto a tocar.

—Buenos días, Ashka —le sonrió Nyliare, saliendo de la habitación y cerrando la puerta atrás de sí — ¿Venías por alguna razón?

—Bueno, sé que tu agenda está vacía, así que pensé en sacarte de Blackhar, podremos entrenar y luego comeremos tartaletas de fresa —Ashka se veía algo sonrosado, pero Nyliare estaba enternecida.

Sinceramente, tenía días sin sentir el sol en su rostro, ver un poco de nieve fresca no le haría nada mal. Pero además de eso, Nyliare debía admitir que le hacía algo de ilusión pasar algo de tiempo junto a Ashka, así como hacían en el pueblo y él le llamaba con tanta dulzura "pequeña Lorian". Ahora había tanta cortesía, eran tan correctos uno al lado del otro, todo era tan fácil cuando él era solo un soldado y ella una sirvienta.

—Me encantaría salir a entrenar junto a ti, serás un buen oponente —dijo Nyliare, robando una de las tartaletas de la canasta de Ashka y comiendola de a pequeños bocados mientras este la miraba con diversión.

Juntos se direccionaron a la salida de Blackhar, un túnel hecho por los Callh de tierra. Por lo que muchos podrían pensar, el túnel no era realmente hueco, pero la tierra de alguna forma reconocía el poder de los Callh y formaba el espacio suficiente como para que este ingresara o abandonara Blackhar. Cualquier Callh podría abrir ese túnel.

Ashka hizo el honor para que el cuerpo de Nyliare fuera el primero en atravesar la tierra, cuando esta se vio rodeada de las nevadas arboledas se sintió inmediatamente en casa. El lugar no era parecido al claro donde había crecido, pero era hermoso, familiar y tan frío como le gustaba.

Nyliare sintió el cuerpo atrás de ella cuando un gran suspiro salió de sus labios, sintiendo el peso de aire helado en sus pulmones y creando una pequeña nube de vaho que pronto se disipó en el aire.

—Cuando era pequeña crecí en un lugar así, tal vez unas horas al oeste. Los árboles siempre se mecían al ritmo del viento, siempre creí que delataban a todos lo que pasaban entre sus ramas —explicó Nyliare, nostálgica sobre su pequeño trozo de bosque —No muchas pasaban por ahí, por eso era un gran escondite.

—Bueno, yo crecí en el pueblo de Calluhn... todas las tardes mis primos y yo salíamos a jugar, nuestros padres pertenecían a la guardia del reino y siempre estaban trabajando, así que siempre escapabamos al bosque. Nunca nos alejabamos mucho, temiamos perdernos y no poder regresar; pasabamos toda la tarde trepando los árboles y saltando de una rama a otra, era bastante divertido —contó Ashka, sonriéndole abiertamente a Nyliare —El bosque siempre ha protegido a los Callh.

Justo entonces ambos se pusieron en una posición defensiva, Nyliare quiso estudiar la contextura de su oponente, el corpulento cuerpo de Ashka podría aplastarla y hacerle perder el aire, así como había pasado cuando la arrolló en el castillo. Sin embargo, Ashka no estaba subestimando el delgado y pequeño cuerpo de Nyliare, mucho menos sus ademanes delicados, pues en su rostro veía su fiereza.

El soldado fue el primero en moverse, tirando todo el peso de su cuerpo al frente tratando de intimidar a su oponente, no logrando más que perder el equilibrio cuando la heredera golpeó una de sus rodillas para sacarlo de balance. Ashka no esperó que la Valgt atacara tan apresuradamente, así que cuando este trató de defender sus puntos débiles, Nyliare ya le había acertado un golpe suave pero consistente en sus costillas.

La heredera solo estaba jugando, molestando al soldado con su mirada retadora y con sus movimientos inesperados que ninguno pudo parar. Quería hacerle perder los nervios, y para constancia de Nyliare, Ashka no era muy paciente.

Cansado de ser apaleado, Ashka acudió a afirmar una patada en uno de los muslos de Nyliare, sacándole un jadeo de sorpresa, aunque, más que apaciguar el juego, Nyliare estaba segura que ahora el soldado daría todo de sí para ganar, y no temería en lastimarla.

La elegida posicionó todo su peso en su pierna izquierda al determinar el próximo ataque de Ashka, y así ambos se enfrascaron en tratar de detener los ataques del otro y efectuar técnicas que siempre terminaban en fracaso al ser interceptadas. Hasta que Ashka acertó una pesada patada en el estómago de Nyliare, mandando su cuerpo de forma brusca al suelo, pero, ya completamente encogida, la heredera empezó a reír a carcajadas.

A Ashka se le desprendió la mandíbula del rostro al ver a su reina reír a carcajadas, pero luego él mismo se unió a las risas. y tomó asiento al costado de Nyliare.

—Quién pensaría que ese delgado cuerpo contiene tanta fuerza —dijo Ashka al aire, suspirando melancólicamente.

—Años de entrenamiento y de correr en el bosque —aclaró Nyliare, pero ella no pudo ignorar la repentino abatimiento de su compañero de lucha —Aún así noto en ti que no es por mi gran fuerza la razón de tu aflicción. Quisiera que confiaras en mí, y compartieras tu desconsuelo conmigo.

Nyliare reconoció le tomaría unos minutos a Ashka decidir si compartir aquello que le pesaba tanto, por lo que ella decidió en traer la canasta junto a ellos, abrir la manta sobre los hombros del soldado y ofrecerle una de las tartaletas que él había traído para ellos.

Ashka se sintió conmovido, y no pudo evitar volver a hacer la comparación. La forma en la que se expresaban, en cómo la mirada de la Valgt parecía ser tan similar a la de Lorian, como sus ojos brillaban de conocimiento e inocencia. En cambio, en su físico no se parecían en nada. Ni en los extensos rizos que Lorian poseía, ni en sus hermosos ojos jade, pero por alguna razón él seguía sintiendo que ella estaba ahí donde Nyliare estuviera.

Así que Ashka decidió hablar —Hace unas semanas conocí a una chica en el pueblo, su nombre es Lorian —comentó Ashka, enmudeciendo a Nyliare en el acto.

—Es pequeña, tanto así como usted, pero su cabello es pelirrojo y sus facciones redondas —susurró Ashka —No la he visto desde que volvimos a Blackhar, quisiera saber que está bien, si me extraña tanto como yo lo hago.

— ¿Por qué no volviste por ella? —preguntó Nyliare, sintiendo su pecho saltar conmocionado.

—No estoy seguro de que ella sea una Callh, no podría arriesgar a Blackhar de esa manera —dijo Ashka con los labios apretados, sabiendo que si fuera su decisión, Lorian estaría junto a él.

Nyliare quería hacer la pregunta, no quería seguir guardando secretos a aquel que desde el primer momento la había ayudado y protegido.

— ¿Te recuerdo mucho a ella? —cuestionó, sus manos tomando las de Ashka con delicadeza, y sus ojos tratando de buscar los de él. Cuando Ashka levantó su rostro para afrontar a Nyliare, y asintió, ella supo que era el momento de hacer el cambio.

Las manos de Nyliare apretaron las de Ashka para acercarlas a su pecho y apretarlas para darle seguridad. En ese momento, con una respiración entrecortada el cambio dio lugar en el aspecto de Nyliare, sus cabellos se recogieron en pronunciados rizos de un color rojo brillante, y sus ojos volvieron a aquel tinte jade que tanto parecía gustarle a Ashka.

Sus facciones cambiaron y se volvieron suaves, e incluso el tono de las mejillas de Nyliare cambió, tomando un ligero color rosa.

Nyliare pudo sentir como el aire salió de los pulmones de Ashka para no volver a entrar, sus facciones estaban contraídas y sus manos jalaban de las suyas en un intento de liberación. Pero Nyliare se lo impidió, y lo acercó más a ella, quería explicarle el porqué.

— ¿Por qué luces como ella, Nyliare? —preguntó Ashka con rudeza, con incredulidad pintada en sus facciones, incluso algo de rabia.

—Lorian es el nombre que me dio la oráculo que me cuidó durante mi niñez —expresó Nyliare con rapidez, tomando las manos del soldado con fuerza evitando que se levantara y se fuera lejos de ella antes de que terminara de explicar sus razones —Cuando fui al pueblo en busca de Blackhar, tenía miedo de que alguien supiera quien soy y tomé otra apariencia. Cambié todo lo que pudiera delatar el poder que hay en mí.

—Me mentiste, Nyliare —dijo él con dolor en su voz. Nyliare cerró sus ojos y negó.

— ¿Qué hubiera sido de mí si alguien hubiera descubierto mi verdadera identidad? Me hubieran asesinado, Ashka, lamento haberte mentido, pero no lamento haber cambiado mi aspecto —se disculpó Nyliare.

—No lo entiendes... estoy enamorado de alguien inalcanzable, prohibido. Nunca llegarás a amarme como yo lo hago, porque pronto conocerás a tu alma y yo quedaré olvidado, porque mi deber es servirte y no cuestionarte —Ashka logró soltarse de las manos de Nyliare, para luego tomar sus mejillas, sin besarla, sin realmente acercarse —Si te besara en estos momentos sería una ofensa a los dioses y aun así no me importaría, porque cumpliría un gran anhelo.

—Perdóname —susurró Nyliare con la voz rota, rozando ella misma los labios de Ashka.

Ashka tenía razón. Los dioses le habían regalado a Nyliare un alma, una pareja eterna el cual le va a entregar su corazón sin prejuicios y de forma completa, y así mismo lo haría ella, porque no podría evitar amarlo. Sin embargo, en ese momento, compartiendo respiraciones, a Nyliare no le importaba quién fuera su alma, porque ella estaba con Ashka, y su egoísmo le gritaba que no dejara que el soldado huyera.

—Si te beso en estos momentos, así como lo hice antes, debes prometerme que no mirarás al futuro temiendo que me iré, quiero que estés conmigo en el presente, y que lo disfrutes a mi lado de forma plena, sin inquietudes —susurró Nyliare en los labios de Ashka, esperando a su respuesta, la cual fue un asentimiento, antes de embargar los labios del soldado.

Ashka tomó control de la situación, rozando los labios de Nyliare con suavidad, había pasión que se regaba por la comisura de sus bocas y manos que se posaban en distintos lugares sin saber cómo continuar. Nyliare se dejaba llevar por fervor de los besos de Ashka, enredando sus manos en el cabello del soldado por puro instinto, disfrutando de lo que sería su efímero romance. Los roces indebidos que exaltaban a Nyliare, los suspiros de la misma que incitaban a Ashka, ambos sabían cierta cosa: sus actos tal vez serían ilícitos, pero entre ellos, todo era perfecto, y se sentía correcto.

Cuando ambos se separaron, Ashka pasó largos minutos acariciando el níveo rostro de Nyliare, y esta se permitió perderse en la mirada del hombre a su lado, que la miraba con tanta pasión y amor que sentía que podría ahogarse en la intensa mirada chocolate del soldado. En el momento en el que notaban que el sol empezaba a colorarse por su actos, decidieron que era hora de volver a Blackhar.

Tomados de las manos, con sentimientos encontrados y con la necesidad de tal vez nunca volver, perderse entre los árboles y a lo mejor terminar en Dehike, viviendo como nómadas en el desierto, juntos, así como lo estaban ahora. 

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