Heridas
El rey, recorría las instalaciones del castillo con mirada severa, todos los súbditos hacían lo que les pedía sin rechistar. Nadie lo veía directamente a los ojos porque lo tenían prohibido, tampoco podían tocarlo, esa era una regla simple, pero vital que Jimin había llegado para romper, por eso las concubinas murmuraban entre ellas para conspirar y alejar al albino del rey, además querían intentar hacerlo. Querían tocarlo.
Por esa razón, enviaron a Lilia, una mujer de piel morena y ardiente, ella se acercó al rey, sosteniéndolo del brazo sin avisar para colgarse de él y caminar a su par. El acto de la mujer tomó por sorpresa al rey, por eso se apartó de inmediato sintiendo que un calor incontrolable lo abrazaba, soltando un rugido feroz que la hizo doblegarse y caer de rodillas ante él. Mientras que el resto de los súbditos agachaban la cabeza para no salir heridos por el rey.
—¡¿Por qué osas en tocarme?!
—Majestad lo siento, el albino lo ha tocado en el mentón durante el baile enfrente de todos y creí que yo al ser su concubina también podía hacerlo.
—El par de mucamas chismosas están a punto de ser ejecutadas, quiero que ejecuten a Lilia con ellas —dijo el rey y los guardias asintieron con la cabeza—. Así nadie se atreverá a querer tocarme de nuevo.
—¡Pero majestad!
—¡Sabías las putas reglas, Lilia! —gritó enrojecido del rostro—. Pero era más valioso tu deseo por demostrar que eres más que Jimin. —La señaló con el dedo—. Te importó más tu deseo que el mío y por eso morirás.
El rey continuó con su caminata, hasta llegar al salón real, en donde se encontraba su trono. Se sentó y recibió unos mapas que señalaban algunos lugares en donde habían encontrado ríos nuevos, ríos que anhelaba mirar con sus propios ojos porque decían que habían especies extrañas y hermosas.
—Majestad... —dijo Namjoon.
—Dime.
—Al ejecutar a esta concubina le quedarán cuarenta y tres. ¿Piensa disminuir las cantidades así de fácil? Todas ellas son sus mujeres.
—Las concubinas no me importan, Namjoon —contestó sin despegar la vista del mapa—. Ellas están conmigo por conveniencia, ni siquiera me aprecian.
»Me aprecias más tú que una de ellas, cuando las hice mis concubinas esperaba generar algún lazo, algo ridículamente romántico, pero ninguna lo logró.
—¿Qué me dice de Aritxa? Ella ha sido su favorita...
—Aritxa es salvaje y fuerte, pero hace todo lo que le ordeno.
—Porque es su rey, majestad. Todos nosotros somos sus súbditos
—¡Exacto! —Se puso de pie, entregándole el mapa—. Todos ustedes son mis súbditos, yo esperaba encontrar en alguna de esas mujeres un igual. Así que el nombre de concubinas es un mero titulo inservible.
—Comprendo...
—Además, le he dado permiso a Jimin de eliminarlas. —Suspiró—. En la realeza no ha habido ningún rey que se haya casado con uno de su mismo género y si Jimin logra convencerme, seré el primero.
Aritxa, se encontraba oculta atrás de las largas cortinas de terciopelo, ella sabía que había algo extraño con el rey y lo acababa de descubrir. Estaba enamorado de Jimin y la leona no se quedaría de brazos cruzados.
—Entonces los rumores entre las concubinas son ciertos, le gusta el albino, tiene sentimientos por él.
—No te equivoques, Namjoon. —Le sostuvo la mirada—. No tengo ningún sentimiento por el albino, simplemente me causa mucha intriga, es hermoso, fuerte y me hace reír.
»¿Recuerdas por qué fuimos a cazar el día que lo encontramos en las montañas?
—Porque estaba aburrido, majestad.
—Correcto —dijo con mirada cansada—. Estaba aburrido y desde que él apareció he dejado de estarlo, mi instinto cazador durmió porque ya no tengo más reinos por conquistar, tampoco estrategias de guerra por armar.
—Y despertó con Jimin —comentó Namjoon.
—Podría decirse, estar a su alrededor me es... Inquietante, hay una vibra rara y no es porque sea un omega, ni tampoco porque sea hermoso. Oculta algo y quiero saber qué es.
—Entiendo, majestad.
—¿Tengo más pendientes? Me duele bastante la cabeza y quiero ir a reposar.
—Hay pendientes, pero si tiene algún malestar podemos posponerlos. Primero está su salud.
—Pospón todo, quiero descansar.
Jungkook caminó con pasos notoriamente pesados, Namjoon al notarlo lo siguió. Al caminar por el gran salón y justo antes de cruzar la puerta para salir a los pasillos del castillo, el rey comenzó a ver manchas oscuras frente a él, su visión se tornó borrosa y ese sentimiento que había tratado de ignorar desde que Lilia lo tocó había llegado con fuerza. Sintió náuseas, sintió malestar en todo su cuerpo, se tambaleó, intentó sostenerse de la pared, pero le quedaba demasiado lejos y Namjoon no le ayudó para evitar que tocara el suelo porque el rey odiaba que lo tocaran. Así que cayó de sentón en el piso.
—¿Se encuentra bien, majestad? ¿Llamo al médico? —preguntó Namjoon, preocupado por el bienestar del rey.
—Estoy bien —respondió Jungkook, intentando levantarse del suelo. Colocó ambas manos en el frío mármol para ponerse de pie, se sentía muy mareado y furioso—. Asegúrate de que Lilia muera —dijo, con una voz llena de odio y resentimiento.
El rey se sostuvo de la pared y caminó hasta sus aposentos, sosteniéndose de ella. Namjoon lo seguía preocupado, sabía que Jungkook siempre que alguien lo tocaba tenía esa reacción, por eso lo detestaba, aunque no sabía la causa suponía que se trataba de algo grave.
—Llegamos, majestad —dijo Namjoon al llegar a la puerta de la habitación del rey.
—Dime algo que no sepa, Namjoon —contestó el rey al empujar la puerta para entrar—. Que nadie me moleste, dormiré —dijo, antes de cerrar la puerta detrás de él.
Dicho eso, se encerró en su habitación y al estar en soledad se desplomó en el suelo, apretando los puños con fuerzas, recordando aquellos días infernales. La memoria de su pasado le golpeaba con fuerza, no podía evitar sentirse abrumado por la emoción y el dolor.
Se quedó allí, en el suelo, durante un rato, intentando calmarse y recuperar la compostura. Pero la imagen de Lilia y su toque lo perseguían, no podía evitar sentirse furioso y resentido. Finalmente, se levantó del suelo y se dirigió a la cama, se acostó y se cubrió con las mantas, intentando dormir y olvidar por un rato su dolor y su sufrimiento.
Pero...
No pudo hacerlo, sus recuerdos tormentosos invadieron su mente, sumergiéndolo al inicio de aquellos terribles años que vivió junto a su padre.
Veinticinco años atrás...
Jungkook corría por el castillo en compañía de su hermano mayor, el legítimo heredero al trono, Jeon Singh, quien tenía quince años de edad. El más grande de ellos se fue a las caballerizas porque le tocaba clase de arco en caballo y el pequeño se regresó a su habitación. Sus garras de León todavía no aparecían y al ser un niño delgado todos creían que cuando llegara su presentación sería un omega. Cantaba mientras avanzaba por los pasillos y cuando llegó a su habitación tomó colores y comenzó a dibujar feliz.
La habitación de Jungkook era un espacio acogedor y lleno de vida, con paredes cubiertas de dibujos y juguetes esparcidos por todo el suelo. El pequeño príncipe se sentía cómodo y seguro en su habitación, podía pasar horas dibujando y jugando sin sentirse aburrido.
Sin embargo, esa felicidad se vio destrozada cuando su padre, Jeon Vishnu, apareció entrando sin tocar la puerta.
—Hola, papi —saludó Jungkook, sin dejar de dibujar.
Pero su padre no respondió con una sonrisa o un abrazo, como solía hacer. En su lugar, su rostro estaba serio y tenso, y sus ojos parecían brillar con una intensidad que hizo que Jungkook se sintiera incómodo.
—Niño... —El rey había entrado en su rut, su voz era baja y ronca—. Cerraré la puerta con llave —dijo al cerrarla y encerrarse con el pequeño.
La habitación se llenó de sus feromonas pesadas, provocando que el infante sintiera un repudio y quisiera salir huyendo de ahí, pero no le fue permitido, la puerta estaba bloqueada.
Jungkook se sintió atrapado y asustado, su corazón comenzó a latir con rapidez. No entendía qué estaba sucediendo, ni por qué su padre se estaba comportando de esa manera. Pero sabía que no le gustaba y que quería escapar.
—No puedo respirar, papi —dijo Jungkook, intentando encontrar aire en la habitación llena de feromonas.
—Yo tampoco, tengo que... Saciar mi rut —respondió el rey, su voz cada vez más baja y ronca.
Las feromonas de un alfa dominante ocasionaron un colapso en el sistema nervioso del cachorro y este cayó desmayado, perdiendo la conciencia.
La habitación se quedó en silencio, con el rey de pie en el centro, y Jungkook desmayado en el suelo.
Jungkook no recuerda lo que sucedió aquel día con exactitud, lo único que sabe es que la felicidad que irradiaba le había sido arrancada, que en lugar de correr por los pasillos como siempre junto a su hermano mayor, prefería quedarse encerrado en el cuarto. Además, en las comidas familiares prefería no hacer contacto visual con su padre, tenía miedo, mucho miedo.
Pronto comenzó a detestar el contacto físico y al cumplir quince años, cuando llegó su presentación, cuando ante todo el reino se presentó como un alfa de León se sintió más seguro, lo que no sabía era que su infierno apenas estaba comenzando porque aquel día luchó espada con espada en contra de su hermano mayor que ya tenía veinticinco años.
El príncipe león fue herido de gravedad por la espada de su hermano mayor, la servidumbre corrió a socorrerlo, su madre angustiada lloraba a medida que se acercaba, pero ante la vista de todos, su piel se regeneró y la herida en su abdomen desapareció.
—Se regenera —dijo el rey Vishnu sonriendo con malicia—. Jungkook, sígueme hijo.
Jungkook se puso de pie, avanzando hacia el castillo detrás de su padre, él sabía que algo estaba por suceder. Lo sabía, su alfa interno se lo decía a gritos, pero no podía ir en contra del mandato de su padre, no frente a todo el reino. El príncipe sentía un nudo en el estómago, un presentimiento que no podía ignorar. Pero su padre era el rey, y él era solo un príncipe, un hijo que debía obedecer.
Aquel día, el príncipe fue llevado por su padre a los calabozos, a una bóveda de metal en la que habían distintos instrumentos de tortura. El jovencito fue esposado y el rey experimentó con su cuerpo, cortando, quemando, mutilando y su piel se regeneraba al igual que sus extremidades. Jungkook gritaba de dolor, suplicaba para que su padre se detuviera, pero el rey quería seguir intentando, quería saber hasta donde era capaz el cuerpo de su hijo.
El príncipe sentía que su cuerpo estaba siendo desgarrado, que su alma estaba siendo destrozada. No entendía por qué su padre estaba haciendo eso, por qué estaba sometiéndolo a tanto dolor y sufrimiento.
Jungkook lloraba, gritaba, suplicaba, pero su padre no se detenía. El rey estaba obsesionado con descubrir los límites del cuerpo de su hijo, con saber hasta dónde podía empujarlo para explotarlo al máximo.
La bóveda de metal estaba llena de ecos de dolor y sufrimiento, el aire estaba cargado del olor a sangre y feromonas de angustia. El príncipe sentía que estaba siendo destruido, que su cuerpo y su alma estaban siendo destrozados por la crueldad y la obsesión de su padre.
La piel del león había quedado tan sensible que el tacto de las yemas de los dedos de su padre le dolían, le temblaba todo, quería escapar, quería ser libre.
—No lo entiendes, pero te estoy convirtiendo en alguien indestructible, Jungkook.
—Me duele... —dijo en un hilo de voz.
—Y te regeneras, tienes la bendición del clan Zmaj, tienes la bendición de su lágrima ancestral.
—Padre... Basta...
—¡Visnhu! —gritó la reina al encontrar, luego de varios meses a su hijo—. ¡¿Qué atrocidad estás haciendo?!
—No te metas, Aritnia. —Apretó la quijada.
—¡Es mi hijo! —Rugió furiosa—. ¡Suéltalo, ahora!
Jungkook despertó, las sábanas de su cama estaban humedecidas a causa de la sudoración y su corazón latía mucho más rápido de lo normal. Se sentó, mirando el techo de la habitación, sin poder olvidar la sangre escurriendo de su cuerpo en aquellos momentos de tortura por parte de su padre y reaccionando nuevamente ante el abuso que sufrió de infante. La imagen de su padre, con su rostro distorsionado por la crueldad y la obsesión, se grabó en su mente, era una cicatriz que no podía sanar.
—Maldito... —susurró apretando los dientes—. Era solo un niño. ¿Cómo pudo hacerme eso? ¿Cómo pudo someterme a tanto dolor y sufrimiento?
La rabia y la tristeza se mezclaban en su corazón, creando un torrente de emociones que no podía controlar. Jungkook se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, intentando encontrar una manera de calmar su mente y su corazón.
La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de su respiración agitada. Jungkook se sentó en la cama, intentando calmarse. Pero no podía escapar de los recuerdos, era un demonio que lo perseguía y que aparecía en su vida cuando alguien lo tocaba. ¿Por qué? Sintió que su estómago se revolvía y comenzó a vomitar, ahí en la habitación. Manchando el suelo, salpicando las sábanas, pero nunca lloró.
Estaba furioso.
Jungkook no lloraba porque sus lágrimas se habían agotado mucho tiempo atrás.
Se desnudó, después caminó a la ducha, limpiando su cuerpo con agua helada, se colocó una bata de seda oscura y caminó descalzo hacia el jardín exterior. Mientras avanzaba le ordenó a un par de guardias que enviaran a alguien de limpieza a su habitación, ellos obedecieron.
El rey caminó al exterior del castillo, hasta llegar al jardín. Estando ahí se quedó mirando las flores que brillaban hermosamente bajo la luz de la luna, avanzó hacia las bancas que estaban vacías y se sentó en silencio, inhalando el delicioso aroma a jazmín, después cerró los ojos para percibir mejor el aroma, el jazmín siempre lo tranquilizaba, por eso había mandado a sembrarlos.
—¿Me estás siguiendo? —preguntó con los ojos cerrados al sentir los pasos y percibir el aroma de Jimin.
—Te escuché vomitar...
—Eso pasó hace mucho tiempo —contestó con los ojos todavía cerrados.
—Ya sé, pero luces muy mal. ¿Estás enfermo? —Jungkook sintió la mano fría de Jimin tocarle la frente, pero por alguna razón, lejos de molestarle le daba calma—. No tienes temperatura.
—Estoy bien. —Tomó la muñeca de Jimin para apartarle la mano de la frente y al abrir los ojos, se encontró con el albino despeinado y en pijamas.
—Mientes...
—Estás despeinado.
—Estaba en la cama. —Sonrió.
—Vuelve a dormir, yo me quedaré aquí.
—La cosa es... —Se sentó en la banca junto a Jungkook—. Que no puedo dormir, tuve una especie de pesadilla.
—¿Los dragones tienen pesadillas?
—¿Los leones no? —cuestionó alzando las cejas.
—¿Cuál era tu pesadilla? —cuestionó con vista cansada.
—Hace muchos años atrás cazaban a los dragones —comentó Jimin—. Mis padres murieron en ese evento, yo quedé huérfano. He visto tanta sangre y destrucción, por eso a veces tengo pesadillas y recuerdos que me atormentan.
—Fue mi padre —dijo Jungkook—. Él organizó un golpe de estado para poseer el reino, los antiguos reyes eran como tú, híbridos de dragón.
—Lo sé... —Jimin sonrió con tristeza—. Yo tenía seis años cuando eso pasó.
—¿De verdad? ¿Eres tan viejo? —Alzó las cejas—. Creí que estabas en tus veintes.
—Tengo sesenta años, Jungkook.
—¡¿Me doblas la edad?! —cuestionó sorprendido—. ¿Me cogí a un anciano?
—Anudaste la garganta de un anciano —dijo en tono burlón.
—Bueno, no importa. Los dragones al igual que los leones envejecen lento, no me molesta que me dupliques la edad, pero me ha tomado por sorpresa.
—Estuve oculto en las montañas durante cincuenta y cuatro años. —Suspiró—. Me cuidaba un híbrido de búho, él estuvo conmigo hasta que cumplí doce años, desde esa edad he estado por mi cuenta.
—¿Murió? —preguntó el rey, Jimin asintió.
—Era muy viejo, cerca de mil años.
—¿Conociste a los reyes híbridos de dragón? Dicen que eran majestuosos, pero mi padre los derrotó en una guerra a espada limpia con magia leonida.
—¿De verdad crees esa historia? —Jimin sonrió—. Porque lo que yo escuché en las calles en aquellos tiempos fue que el rey Vishnu era un lacayo que traicionó a la corona, apoderándose del reino junto con sus seguidores.
—Tenías seis años, tal vez escuchaste mal.
—Tal vez... El punto es que el rey Vishnu ordenó que ejecutaran a todos los híbridos de dragones fueran o no de la realeza, eso para evitar una futura rebelión.
—Lo sé.
—Esa masacre me ha generado pesadillas durante años, por eso no puedo dormir.
—Yo... No voy a permitir que te lastimen por ser híbrido de dragón. —Jungkook apretó la quijada.
—Gracias Jungkook...
—Yo... También tuve pesadillas, por eso estoy aquí.
—¿De verdad? ¿Soñaste que te quedabas calvo?
—Mi padre descubrió que puedo regenerarme el día de mi presentación, después de eso me llevó a una habitación para experimentar con mi cuerpo, haciendo todo tipo de torturas, quería probar hasta qué punto era capaz de controlarme. —Tragó saliva—. Cuando alguien me toca puedo recordar aquellos días y noches, puedo sentir mi piel ser descarapelada, es una sensación horrible.
—Recuerdo a mis padres, era distante, pero me protegieron hasta el último momento, no imagino tener un padre así de cruel.
—Mi padre siempre fue salvaje, quería asegurarse de que yo fuera fuerte sin importarle mis sentimientos en aquella época, mi cuerpo puede soportar guerras y traiciones, pero no puedo evitar los efectos secundarios ante el toque a mi piel de manera delicada.
—Por eso mandaste a ejecutar a otra concubina... —susurró Jimin.
—Ella sabía que detesto que me toquen, pero lo hizo porque tú lo habías hecho antes, en el baile.
—Es verdad, lamento haberlo hecho. No sabía que te afectaba, no volveré a hacerlo.
Jungkook tomó la muñeca de Jimin con fuerza, acercándole la mano a su mejilla y haciendo contacto visual, los ojos amarillos del león centellearon.
—Por alguna razón, cuando tú me tocas yo... No tengo sensaciones negativas.
—¿De verdad? —Jimin estaba sorprendido, sus ojos azules mirando con intensidad los ojos del león.
—Sí, así que descuida. —Le soltó la mano—. Tienes permitido tocarme cuando quieras, pero que no se te suba a la cabeza.
—Tus concubinas van a odiarme más...
—¿Crees que me importa? Aquí se hace lo que yo ordene.
—Hablando de eso... Estuve pensando en una manera de deshacerme de ellas.
—¿De quiénes? ¿Mis concubinas?
—Sí.
—¿Qué planeas?
—Enfrentarte en un duelo a muerte.
—¡¿Qué?!
Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que les esté gustando la historia!❣️
Si te está gustando no olvides compartirla con algún amigo, eso me motiva mucho al escribir🥹
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