Concubinas
Corría gritando de manera aguda e insoportable, su voz retumbaba en los pasillos del castillo, hasta que llegó a las puertas del salón de concubinato. Estando ahí, empujó las puertas con desesperación, cayendo de rodillas ante el rey que estaba sentado en su silla de terciopelo rojo, esperando a Jimin, pero en su lugar llegó una de sus concubinas aterrorizada y llorando.
—¡Córtele la cabeza, majestad! —lloraba la mujer desconsolada, su voz temblorosa de miedo y coraje—. Las ha matado, lo he visto con mis propios ojos.
Jungkook se puso de pie, preocupado y molesto por la actual situación. Su rostro se endureció, y su voz se volvió severa.
—Habla bien, Karina, y deja de llorar —dijo, intentando calmarla—. ¿Qué es exactamente lo que sucedió?
La hermosa concubina, Karina, alzó el rostro, mirando al rey León con ojos llenos de lágrimas.
—El albino con el que bailó el día de ayer, ha asesinado a tres concubinas —dijo, con voz temblorosa—. Yo escapé de milagro.
Jungkook se quedó en silencio, intentando procesar la información. Su mente se llenó de preguntas y dudas.
—¿Jimin? —cuestionó sin poder creerlo—. ¿Por qué hizo algo como eso? —Karina se encogió de hombros, llorando todavía más.
—No lo sé, nosotras íbamos caminando tranquilas y nos atacó —dijo, en un hilo de voz.
—Anoche usted me dijo que ese sucio albino no era peligroso, majestad —dijo Aritxa, su voz llena de resentimiento—. Debí hacerle caso a mis instintos y rugirle en cuanto lo miré.
Jungkook la miró con una expresión severa, pero no dijo nada. En su lugar, se dirigió a Karina.
—Karina —dijo, su voz profunda—. Guíame al lugar donde sucedió la atrocidad que acabas de contarme.
Karina se puso de pie, siguiendo al rey. El resto de concubinas caminaron atrás de ellos, ansiosas por ver lo que había sucedido. Pero Jungkook se detuvo antes de cruzar la puerta, alzando la mano.
—Irá conmigo, nada más Karina —dijo, con voz firme—. Ustedes, quédense aquí.
Las concubinas se quedaron mirando de manera celosa al rey, que se iba con Karina.
Mientras tanto, Jimin estaba siendo rodeado por los guardias reales que habían escuchado los gritos desgarradores de las concubinas. Dos de ellos, pertenecientes a los híbridos de lobos, se acercaron a él con cautela, sus ojos brillando con una ferocidad. Tomaron a Jimin por los brazos, sujetándolo con fuerza, y le colocaron una especie de esposas en las manos. Luego, lo obligaron a ponerse de rodillas, su cuerpo estaba temblando ligeramente bajo la presión.
Jimin no reaccionó para defenderse, aunque podía hacerlo. Estaba abrumado por el charco de sangre que había ocasionado con tanta facilidad. Sabía de lo que era capaz y se lamentaba por no haber podido controlar su temperamento. La imagen de las concubinas heridas y muertas se repetía en su mente, y se sentía responsable por su sufrimiento.
Pensó en Jungkook, en cómo reaccionaría al enterarse de lo que había sucedido. Lo echaría del castillo, lo metería a los calabozos o quizás ordenaría que fuera sentenciado a muerte. La posibilidad de perder a Jungkook, de perder su respeto, era demasiado para soportar.
Mientras Jimin se sumía en sus pensamientos, la mano del rey llegó al lugar. Namjoon, llamó al médico para que atendiera a las dos concubinas que quedaban con vida. Pronto llegaron distintos paramédicos que las estaban subiendo a las camillas y de esa manera transportarlas para que fueran hospitalizadas.
Hoseok y Taehyung aparecieron en el lugar, ambos mirando con asombro a Jimin y sus manos llenas de sangre. No podían creer que Jimin, el albino que siempre había sido tan calmado y racional, hubiera perdido el control de esa manera.
Y finalmente, llegó el rey, Jeon Jungkook. Acompañado por Karina, la concubina que había escapado del ataque de Jimin. Ella se paró atrás del rey, demostrando con su acción el miedo que le tenía a Jimin. Jungkook miró a Jimin con una expresión seria, pero su rostro no reflejaba desprecio, parecía calmado. Aun así, Jimin sabía que estaba en problemas, y que su futuro en el castillo estaba en juego.
—¿Están muertas? —le preguntó al médico por las dos concubinas que estaban siendo atendidas.
—Por suerte no, majestad. Ellas dos han sobrevivido al ataque.
—Déjenlas morir.
Todos se sorprendieron ante sus palabras y Karina lo miró aterrorizada cuando la sostuvo del brazo con fuerza obligándola a ponerse de rodillas en frente de todos.
—Majestad... ¿Qué...
—Mis concubinas te hicieron enojar. ¿Cierto? —le preguntó a Jimin y este lo miró con sus ojos azules y vidriosos porque quería llorar, porque esperaba de todo, menos esa reacción.
—Ah...
—¡Él nos atacó de la nada, majestad! —chilló Karina.
—Contéstame, Jimin. —La voz de Jungkook era más oscura de lo normal, sus ojos amarillos reflejaban una severidad impenetrable.
—Sí, me molestaron...
—Suéltenlo —Le ordenó a los guardias—. Y no vuelvan a tocarlo, si lo hacen les arrancaré las vísceras.
Los guardias soltaron a Jimin, le quitaron las esposas y el albino se puso de pie sin decir una sola palabra, respirando acelerado.
Todos a su alrededor se quedaron en silencio, mirando al albino sorprendidos ante las palabras del rey León.
—¿Cuál será el destino de esta concubina, Jimin? ¿Qué quieres hacer con ella? Aquí la tienes, de rodillas.
—Majestad. ¿Por qué hace esto? —Karina tragó saliva al preguntar.
—¿No escuchaste? —cuestionó al avanzar hacia Jimin, después pasó la lengua por su dedo pulgar y lo frotó en el rostro del albino para limpiarle la sangre que tenía salpicada en su rostro—. Jimin terminará lo que comenzó.
—¿Qué clase de propuesta es esta? —cuestionó Jimin frunciendo el ceño—. No acepto.
—¿No quieres matarla? —Jungkook lo miró con fastidio—. De todos modos morirá porque acaba de mentirme, ella ha dicho que las atacaste sin motivo.
—¡Así pasaron las cosas, majestad! —chilló Karina.
Jungkook se giró, mirando a la concubina que estaba de rodillas, después tomó la espada de uno de sus guardias y de manera feroz, rápida y certera, la ejecutó ahí enfrente de todos.
—Odio las mentiras porque cuando mienten creen que pueden hacerme tonto. —Le entregó la espada al guardia—. Incineren a estas cuatro y no hablen de lo que pasó, si esto se divulga morirán todos los presentes.
»Jimin, sígueme.
El albino estaba sorprendido por todo lo que había acontecido, sus manos seguían temblando y sus pasos que siempre eran ágiles y cautelosos parecían pesados. Jungkook lo notó, pero no dijo nada. Él siguió avanzando hacia la biblioteca real sin hablar, su silencio era pesado y opresivo. Jimin lo seguía, sintiendo algo de confusión y ansiedad. No sabía qué estaba pasando, ni por qué Jungkook estaba actuando de esa manera. Debería haberlo mandado a los calabozos como mínimo.
Cuando llegaron a la biblioteca real, Jungkook se dirigió a los anaqueles de libros, seleccionando uno dorado. El libro parecía antiguo y valioso, y Jimin se preguntó qué podría contener. Jungkook se lo entregó con brusquedad, y Jimin lo tomó entre sus manos, pegándolo a su pecho sin comprender por qué estaban ahí.
—Léelo —dijo Jungkook, con voz firme y autoritaria—. No encontrarás a ningún rey que se haya casado con uno de su mismo género.
Jimin se sintió confundido y ofendido. ¿Por qué Jungkook le estaba diciendo eso? ¿Qué tenía que ver con él?
—¿Por qué me dices esto? —preguntó Jimin, su voz algo dolida y Jungkook lo miró con una expresión seria.
—Para que se te quite el sueño de convertirte en rey consorte —contestó.
Jimin se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. No podía creer que Jungkook le hubiera dicho eso. ¿En qué momento le pidió ser rey consorte? Se sentía ofendido y molesto.
—¿Quién te dijo que ese es mi sueño? —preguntó Jimin, devolviéndole el libro con brusquedad, golpeándolo en el pecho. Jungkook lo tomó entre sus manos, su rostro impasible.
—Tú y tus actitudes. —Jimin apretó los labios sintiéndose ofendido—. No vas a leerlo? Para devolverlo a su lugar.
—No voy a leerlo. —Cruzó los brazos.
—Bueno. —Encorvó los hombros y devolvió el libro a su lugar.
—¿Para eso querías que fuera al salón de concubinato? ¿Para decirme frente a todas tus concubinas que no aspirara a nada contigo?
—No, tenía otros planes con eso. —Soltó un gruñido—. ¿Ibas para allá cuando atacaste a mis concubinas?
—Iba a mi habitación, no entraría al salón de concubinato aunque me costara la vida. —Alzó la barbilla.
—Entiendo.
—No hagas conjeturas acerca de mí, Jungkook. Estuve contigo anoche porque me apeteció, porque eres fuerte y atractivo. —Tragó saliva—. No tengo ningún sentimiento romántico hacia ti, tampoco aspiro a ser tu rey, y mucho menos tu esposo.
—Por supuesto, lo de anoche fue algo casual porque eres mi regalo de cumpleaños. —Sonrió.
—Lo que sucedió anoche no volverá a pasar. Me limitaré a hacer mis deberes, así que me voy a la cama porque mañana tengo entrenamiento con los caballeros.
»Y no te preocupes, no volveré a tocarte, respirarte y mucho menos mirar esos asquerosos ojos amarillos llenos de odio.
—¿No vas a agradecerme? —preguntó el rey, ignorando todo lo que Jimin le había dicho.
—¿Agradecerte?
—Te salvé la vida, nadie puede tocar a mis concubinas y tú las mataste —dijo Jungkook, su voz firme y autoritaria. Jimin lo miró con una expresión desafiante, su mentón alzado en un gesto de orgullo.
—Me salvas porque te soy útil, porque te he entregado un huevo de dragón y esperas que te entregue más —respondió Jimin, su voz llena de ironía. Jungkook sonrió, sus ojos felinos brillando con diversión.
—Te salvo porque anudé tu garganta, Jimin. Te salvo porque lo que hiciste fue por mí, por celos. —dijo con voz seductora y oscura.
—Descuida. —Jimin lo miró con firmeza—. No tendrás que salvarme de nuevo.
—¿Seguro?
—Mil por ciento y por cierto Kharju Taehyung sabe que soy un híbrido de dragón. Me descubrió hace un par de horas.
Dicho eso, se dio media vuelta, dejando a Jungkook con un montón de preguntas.
Para empezar, Jungkook quería saber qué había hablado Jimin con Taehyung en el comedor de la servidumbre. Pero no quería preguntarle, ya no quería hablar con él porque lo volvía loco. Jungkook sabía que Jimin le gustaba, le atraía bastante. Era por eso que le perdonó la vida luego de atacar a sus concubinas, era por eso que le permitía hablarle de tú, y le emocionaba que se sintiera celoso.
—¿No? —se preguntó Jungkook, sonriendo para sí mismo—. ¿No fue por celos que hizo lo que hizo? ¿No quería que yo fuera solo suyo? —La idea le resultaba divertida y emocionante. Jungkook se sentía atraído por la pasión y la intensidad de Jimin—. Dragoncito travieso —susurró al quedarse solo en la biblioteca—. Tendré que buscar la manera de hacer que ruegues por mis brazos, porque comienzo a divertirme. —La sonrisa de Jungkook se hizo más ancha.
Jungkook salió de la biblioteca, dirigiéndose al salón real, en donde estaba su trono. Una vez estando ahí, mandó a llamar a sus fieles seguidores, ellos llegaron de inmediato, haciéndole reverencia y parándose frente al trono.
—¿Incineraron a mis concubinas fallecidas?
—Están en proceso de cremación, majestad —contestó Hoseok.
—¿Quienes se enteraron de lo sucedido?
—Los médicos y algunos guardias —dijo Namjoon—. Ya los tengo ubicados para que la noticia no corra por los pasillos.
—Bien, pueden irse. Excepto Taehyung. Quiero hablar contigo.
Hoseok y Namjoon abandonaron el salón real, dejando a Jungkook a solas con Taehyung.
—¿En qué puedo servirle, majestad?
—Descubriste que Jimin es un híbrido de dragón.
—Oh, sí, fue por accidente. Usted me envió a buscarlo cuando abandonó el carnaval y al encontrarlo estaba alterado y transformándose.
—¿Por qué se alteró? —Jungkook sabía que había sido por los fuegos artificiales, porque los alcanzo a escuchar, pero quería ver si Taehyung le decía algo más.
—Por los fuegos artificiales. Al parecer el estruendo le alteró los sentidos o algo parecido.
—Comprendo y confío en tu discreción. Si alguien se entera de la naturaleza de Jimin podría tomarlo para sí mismo y tratar de utilizarlo en mi contra para tratar de derrocarme.
—El secreto está a salvo conmigo, majestad.
—Vigílalo. —Señaló a Taehyung—. Quiero saber qué come, qué mira, incluso lo que piensa.
—Lo haré, majestad.
—Ya vete, quiero estar solo.
Jungkook se quedó sentado en su trono, su rostro iluminado por la luz de la sala. Su mente estaba llena de pensamientos y preguntas, pero también de emociones y deseos. La presencia de Jimin en su vida había cambiado todo, y Jungkook no sabía qué esperar del futuro. Pero estaba decidido a descubrirlo.
Jimin despertó agitado en medio de la noche, su cuerpo cubierto de sudor y su mente llena de imágenes terribles. Las pesadillas, recuerdos de su infancia, lo atormentaban una vez más. Los estruendos de los cañones y el sonido de las lanzas de acero leonida retumbaban en su mente, haciéndolo sentir como si estuviera de nuevo en ese lugar terrible.
Incluso podía sentir el aroma de la sangre de los de su especie, un olor que nunca podría olvidar. Se miró a sí mismo corriendo por los pasillos oscuros y subterráneos junto con su mentor, el único que había logrado salvarlo de la masacre. Tenía tan solo seis años de edad cuando la traición sucedió, y aunque habían pasado muchos años, las heridas todavía estaban frescas en su mente.
Se acordaba de la sensación de miedo y desamparo que había sentido al ver a su madre morir a manos de quién era su más fiel soldado. La imagen de su madre yaciendo en el suelo, con la sangre brotando de su cuerpo, era algo que nunca podría borrar de su mente. El dolor y la tristeza que había sentido en ese momento eran tan intensos que todavía podía sentirlos en su corazón.
—Vamos, majestad —dijo su mentor, un anciano híbrido de búho que estaba intentando abrir una alcantarilla—. Tenemos que salir de aquí.
—Valir... —susurró Jimin—. Déjame abrirla, tú eres muy débil.
—Y usted un niño, majestad.
—No me llames majestad, soy el príncipe —dijo el pequeño, sosteniendo el par de barrotes de la alcantarilla para romperlo con facilidad.
—Sus padres han muerto, por lo tanto usted es el nuevo rey.
—¿Rey de qué, Valir? —preguntó el pequeño albino al cruzar por la alcantarilla—. Nos han quitado el reino, nos escondemos de los cazadores y no tengo corona, tampoco un trono.
—Un verdadero rey no necesita corona y trono para gobernar. Porque con su simple presencia provoca el respeto del pueblo.
—Valir, puedo ver la luz por allá —dijo Jimin señalando hacia el túnel por el que estaban caminando.
—Entonces vamos, majestad.
Jimin abrió los ojos, limpiándose las lágrimas que habían aparecido sin avisar, luego se levantó de la cama y se dirigió a la ventana, mirando hacia la oscuridad de la noche. La luna estaba llena, y su luz iluminaba el jardín del castillo. Pero Jimin no podía apreciar la belleza de la escena, porque su mente estaba llena de recuerdos dolorosos.
Se preguntaba por qué todavía tenía esas pesadillas, por qué no podía olvidar el pasado. Pero sabía que era porque todavía no había encontrado la paz, todavía no había encontrado la justicia. La traición y la muerte de su clan todavía estaban sin castigo, eso era algo que Jimin no podía aceptar.
Se quedó mirando hacia la oscuridad, perdido en sus pensamientos y recuerdos. Sostuvo el cristal de la ventana, dejando su mano marcada a causa del calor que emanaba, sus ojos azules brillaron y entonces fue por su traje de caballero, se vistió, tomó su espada y salió de la habitación, corriendo con agilidad por los pasillos del castillo, dirigiéndose al campo de entrenamiento, estando ahí comenzó a imaginar que luchaba contra sus enemigos, saltando, girando, utilizando su magia, escuchó a los caballos relinchar y a su corazón pedirle que parara, pero su cerebro le insistía que debía prepararse porque estaba cerca de encontrar la verdad y vengar al clan de dragones Park.
Mientras entrenaba, escuchó unos pasos a su alrededor, guardó la espada, alzó la vista y observó a una mujer correr hacia el castillo desde las caballerizas. No le tomó importancia y siguió entrenando.
El sol se alzó en el cielo, los caballeros aparecieron en el campo y Jimin les dijo que había estado ahí desde la madrugada, les pidió que entrenaran con él, que lucharan en su contra. Ellos aceptaron y fueron desarmados por el albino con facilidad.
Jimin estaba sudado, su cabello trenzado empapado y su corazón a punto de salirse de su pecho, pero se sentía satisfecho con el entrenamiento.
—¿Quién te enseñó a pelear? —cuestionó el maestro caballero—. Desde que llegaste has mostrado habilidades en la lucha.
—Tuve un buen mentor, tan sabio como débil de cuerpo. —Sonrió con tristeza—. Pero murió antes de verme tomar una espada entre mis manos.
—Pues debe estar orgulloso de ti, donde quiera que esté.
—¡Maestro! —Era un caballero que iba corriendo hacia el maestro y Jimin—. ¡En las caballerizas! Orión está enfermo. Creo que fue envenenado.
—¿Orión? —cuestionó Jimin.
—El caballo del rey —dijo el maestro asustado—. ¡Llamen al veterinario!
Se hizo un gran alboroto en las caballerizas, Jimin se acercó para ver el estado del caballo, todos hablaban en voz alta aunque a nadie se le entendía lo que decía, pero algo era claro; el caballo moriría.
El ruido del lugar cesó, cuando anunciaron la llegada del rey. Jungkook apareció junto con su mano y Taehyung, su rostro inquebrantable pareció quebrarse un poco al mirar al caballo moribundo, estaba tumbado en la paja seca con ojos desorbitados y una lágrima marcada en su piel.
—¿Qué le ha sucedido a Orión? —cuestionó el rey.
—Es veneno, majestad. Está por todo su sistema.
—¿Qué clase de veneno? —cuestionó al ponerse de cuclillas para acariciar la frente del animal.
—Al parecer es veneno de serpiente.
—Aquí no hay serpientes, Lukas.
—Parece que fue envenenado a propósito, majestad —contestó el médico—. Llegamos tarde, no hay mucho que hacer, lo mejor que puedo hacer es darle un sedante para que descanse en paz
Jungkook se puso de pie, furioso.
—¡Quiero testigos! ¡¿Alguien ha visto algo extraño?!
—Ah... Jimin estuvo entrenando desde la madrugada, majestad. Tal vez él pueda decirle algo acerca de esto —dijo el maestro caballero.
Jimin se tensó, es que no había visto nada extraño, Jungkook giró el rostro buscándolo y cuando lo encontró dio un par de pasos hacia él.
—¡Yo lo he visto! —gritó la voz de una mujer, era una concubina del rey—. El albino, lo he visto salir de las caballerizas esta madrugada.
—¡¿Qué?! —cuestionó Jimin molesto—. Yo no...
—¿Es tu venganza por lo que te dije anoche en la biblioteca? —cuestionó Jungkook molesto y decepcionado.
—Yo no hice eso de lo que se me acusa.
—Sirá, sabes bien que no tolero las mentiras. ¿Has visto a Jimin esta madrugada hacer lo que me dices?
—Lo he visto, majestad y hay más testigos. El maestro caballero acaba de decir que estuvo entrenando desde la madrugada.
—Apártenlo de mi vista —dijo Jungkook refiriéndose a Jimin—. Pensaré qué hacer con él después.
Los guardias se llevaron a Jimin hacia los calabozos, al albino le parecía extraño que Jungkook actuara de esa manera por un caballo, cuando por sus concubinas le había perdonado la vida. ¿No era más valiosa la vida de sus concubinas que la de un animal? Además, a sus concubinas Jimin sí las atacó, pero al caballo no.
—¡Una mujer! —gritó Jimin—. ¡He visto a una mujer salir de las caballerizas en la madrugada! —añadió mientras era llevado.
Y Jungkook lo escuchó.
Es que el caballito es el favorito de Jungkook, pero concubinas tiene un chingo🤣
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