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Baile

Jimin despertó con un sobresalto, molesto por el aroma empalagoso que provenía del pasillo. Las concubinas del rey León estaban preparándose para el gran evento de esa noche y las fragancias que se aplicaban en sus cuerpos eran demasiado intensas. Los cuchicheos y risas también le molestaban, lo que le causaba un dolor de cabeza. Para centrarse, decidió apagar sus sentidos y enfocarse en lo que sucedía en su habitación.

Se puso de pie, estirando sus piernas delgadas y tonificadas. Su cabello blanco y largo estaba revuelto y su mirada se fijó en el espejo grande frente a la cama. Jimin no podía negar su belleza, sabía lo que estaba viendo. Se sintió un poco incómodo al reconocer su atractivo, pero sabía que no podía negarse a sí mismo.

«¿Jungkook verá lo que yo veo?», se preguntó frente al espejo, su mente vagando hacia el interés que el rey había generado en él. Luego sacudió la cabeza, recordando la realidad de su situación. El rey León estaba rodeado únicamente de mujeres felinas, y su amabilidad hacia él era solo una estrategia para mantenerlo cerca, aprovechando su condición como híbrido de dragón.

Jimin sabía que no debía ser exigente, que debía dejar que todo fluyera con tranquilidad y calma. No quería arriesgarse a desencadenar conflictos o reacciones negativas. Así que decidió mantener su distancia emocional, protegiendo su corazón y su sentido de la realidad. No agitaría las alas y tampoco lanzaría fuego por los labios, no dejaría que sus emociones se desbocaran.

En ese momento alguien tocó la puerta de su habitación, Jimin se acercó abriéndola de inmediato y cuando Taehyung lo miró desnudo apartó la vista.

—¿Qué pasa, Oso? —cuestionó Jimin.

—Estás desnudo.

—Ah sí. ¿Pero a qué vienes?

—¿Puedes vestirte primero?

—No tengo mucha ropa, pero pasa... —dijo, dejando la puerta abierta e ingresando a la habitación. Taehyung lo acompañó—. Me cubriré con una sábana para que no te sientas incómodo. ¿Qué te trae a mi habitación?

—El rey Jungkook, quiere que vayas con el sastre para que selecciones alguna vestimenta para el baile. Él sabe que no tienes ropa, sabe que tienes nada más los trajes de caballero...

—¿Debo ir al baile con algo en especial?

—El rey siempre busca la extravagancia en sus fiestas, todos los invitados deben de ir bien vestidos o enfurece.

—¿Por qué se molestaría?

—Porque es su cumpleaños y en su cumpleaños todos debemos utilizar nuestras mejores prendas y llevarle un regalo. —Taehyung sonrió—. Pero descuida, tú no tienes manera de conseguirle un obsequio así que no te preocupes, él comprenderá si no lo haces.

—¿Quién dice que no le puedo dar un obsequio? —Jimin alzó las cejas—. Puedo darle un obsequio que superará a todos los demás.

—Ah sí, como digas. ¿Me acompañas con el sastre? Yo también iré a seleccionar un traje.

—Bueno, vamos.

—Pero antes cámbiate. —Jimin asintió.

El área de costura era enorme...

Jimin se sintió emocionado y sorprendido al entrar en la habitación llena de telas de distintas texturas y colores. La energía en el lugar era una locura, con costureras tejiendo con dedos ágiles y mujeres corriendo de un lado a otro, ajustando prendas y anotando medidas. El ruido de tijeras cortando y telas susurrando creaba un ambiente demasiado tenso.

Taehyung, lo llevó a un espacio tranquilo, alejado del caos, donde un anciano de unos sesenta años lo esperaba. Él era el sastre que con una sonrisa amable, comenzó a medir su cuerpo con precisión. Luego, le dijo que eligiera el traje que más le gustara de los que ya estaban terminados para ajustarlos a su medida más tarde.

Taehyung recibió las mismas instrucciones, después ambos se dirigieron a un enorme clóset lleno de ropas elegantes. Jimin se sintió abrumado por la variedad de opciones. Sin embargo, ninguna de las telas llamativas, como rojos, dorados o verdes, le atraía. Quería mantener un perfil bajo, evitar llamar la atención.

Su mirada recorrió las estanterías, hasta que se detuvo en un traje blanco con toques celestes y plateados. La prenda llamó su atención por su elegancia y sofisticación. Tenía piedras discretas en los botones y tejidos a mano muy delicados. Un cinturón definía su cintura, y el saco caía hacia atrás como una capa. Jimin se sintió atraído por la simplicidad y la elegancia de la prenda.

—Este —dijo finalmente, señalando el traje blanco.

El sastre, que los había estado observando, se acercó con una sonrisa.

—Excelente elección. Lo ajustaremos a medida para que te quede divino.

—Yo quiero este. —Taehyung por su parte seleccionó uno de tela verde con negro.

Esperó con paciencia a que el sastre terminara de ajustar, pero no paraba de moverse en la silla porque tenía hambre, Taehyung logró escuchar sus tripas rugir y sonrió.

—¿No comiste? Estaremos aquí bastante tiempo, creo que incluso saldremos hasta la hora de la cena.

—¡¿Qué dices?! No he comido nada, cuando llegaste acababa de despertarme.

—Vaya, dormiste hasta las dos de la tarde... Si que disfrutas tus días de descanso.

Jimin se puso de pie, acercándose al sastre que estaba ocupado con un par de costureras.

—¿Va a tardar mucho? Quisiera ir al menos por una manzana a la cocina.

—Vaya, pero vuelva pronto y no se ensucie porque le pondré el traje.

—Entonces debería bañarme. ¿No cree? Me desperté y no me he bañado.

Taehyung rodó los ojos, no podía creer que Jimin fuera peor que un niño.

—Claro, dúchese y vuelva.

—¡Gracias, no me tardo nadita!

Lo primero que hizo fue ducharse, se bañó muy rápido, tanto que no se talló bien algunas zonas y ni siquiera calentó el agua, a pesar de que odiaba el agua fría. Luego se secó el cabello con una toalla, se puso unos pantalones grises sencillos y una playera blanca. Corrió descalzo por los pasillos del castillo, llamando la atención de la servidumbre porque incluso con esa ropa simple, cabello húmedo y sin arreglar se veía hermoso.

Ingresó a la cocina, saludó a las personas que preparaban el banquete para la fiesta y resistiéndose a probar la comida que estaban preparando pidió una simple manzana, al salir de la cocina respiró aliviado y entró al gran comedor para dirigirse de nuevo al salón de costura, sin embargo la voz de Jungkook lo detuvo.

—¿Qué te trae tan apurado? Te miré correr hacia la cocina y ahora parece que quieres volver a correr.

—Oh. ¿Estás comiendo? —cuestionó Jimin, mirándolo sentado al pie de la mesa y con un montón de comida enfrente suya.

—¿No es obvio?

—¿Y comerás solo?

—Todos se preparan para mi festejo. ¿Por eso corres apresurado? ¿Te preparas para mi fiesta?

—Ash, tu fiesta me tiene sin cuidado —refunfuñó acercándose a la mesa y Jungkook frunció el ceño—. No es el hecho de que cumplas años, es que todos parecen estresados y emocionados por complacerte vistiendo ropas lujosas. Incluso me llevaron con el sastre para que eligiera uno de esos atuendos.

—Ah, yo ordené que hicieran eso.

—Eso me dijeron, pero no corría para vestirme. —La tripa de Jimin volvió a rugir y entonces le mostró la manzana a Jungkook—. No he comido y le pedí permiso al sastre para venir por, al menos una manzana.

—Come conmigo —dijo Jungkook, pero parecía más una orden que una invitación.

—¿Puedo hacerlo? El sastre me dijo que no me tardara en regresar, parece que está muy estresado porque tiene mucho trabajo.

—La fiesta es dentro de cuatro horas. ¿Crees soportar el hambre comiendo una sola manzana? Eres híbrido de dragón, siéntate, come y llena tu estómago. Tu alimentación es más importante que una prenda, supongo que te da hambre a cada rato.

—Ah... Sí, soy muy comilón... —Se acercó a donde estaba Jungkook, sentándose en una silla a su lado—. Pero mi sistema digestivo digiere todo rápido y no engordo.

—Me pasa igual, como demasiado, a veces me siento insaciable, insatisfecho.

—¿De verdad? Tienes manjares de todo tipo acá...

—Sí... —Señaló las milanesas de carne en la mesa—. Come, si quieres no uses cubiertos, nada más estamos tú y yo en el comedor. Nadie entra acá cuando pido comer solo, nadie excepto tú.

—Disculpa, no sabía que no debí entrar... —dijo al tomar una milanesa con la mano y morderla, mientras masticaba hacía gestos de gusto, era deliciosa.

—También estás descalzo, odio ver los pies expuestos.

—Odias bastantes cosas al parecer —dijo con comida en la boca—. ¿Ser rey te ha vuelto quisquilloso o eres así desde niño?

—A decir verdad, no recuerdo. —Admitió—. La mayoría de mi infancia ha quedado en el olvido.

—¡Oh, por cierto! Feliz cumpleaños —dijo con sinceridad—. ¿Cuántos años cumples?

—Treinta.

—Pareces de menos...

—Envejezco lento, se supone que el híbrido de León vive mil años y siempre luciré así de apuesto.

—Que dicha... —Siguió comiendo—. Me dijeron que te gustan los regalos y que te molestas si no te llevan uno, pero que a mí vas a perdonármelo porque no tengo nada para ofrecer...

—¿Quién te dijo eso?

—Taehyung, el oso.

—Mmm... Lengua suelta, pero sí, no te preocupes por un obsequio.

—Yo puedo darte un obsequio, Jungkook.

—¿Ah sí? —Alzó las cejas—. ¿Qué me vas a dar?

—Algo sorprendente que todavía no tienes y que tal vez creíste extinto.

—¿Y qué es eso? —preguntó invadido de curiosidad.

—Te lo daré en la fiesta. —Sonrió.

—Dámelo de una vez, no me gusta quedarme con la intriga.

—Creo que estás bastante acostumbrado a tomar lo que quieres cuando quieres, por eso te lo daré en tu fiesta. Por cierto, gracias por invitarme.

—Sería descortés no hacerlo, después de todo eres mi invitado en el castillo —dijo al terminar de comer y limpiándose los labios con una servilleta de tela.

—Sigo sin entender porqué todos te tienen miedo, entiendo el respeto, pero el miedo, eso es extremista.

—Es que no me conoces, Jimin.

—No mucho, pero oye. Dijiste que odiabas comer solo. ¿Por qué estabas comiendo solo?

—Porque todos se preparan para el evento de esta noche, en realidad el día de mi cumpleaños es el único día que como en aparente soledad.

—¿Aparente soledad? —preguntó ladeando la cabeza.

—Mi madre, sus cenizas están en la que solía ser su silla en el comedor.

—Ya veo... —Alzó el cuello buscando la caja con las cenizas y se asombró al ver casi al centro de la mesa una silla con un cofre de oro.

—Nadie tiene permitido entrar al comedor durante mi cumpleaños, pero tú no podrías saberlo, por eso no te mandé a castigar.

—¿Qué clase de castigo me hubieras dado?

—Mmm... Eres todo lo que detesto. —Sonrió, al mismo tiempo que le brillaban los ojos—. Cabello revuelto y despeinado, pies descalzos, ruidoso y corres bastante. Supongo que te mandaría a cortar los pies y afeitaría tu cabeza.

—¡No lo dices en serio!

—Lo digo en serio. —Sonrió—. Pero me agradas.

—Oye, cambiando de tema. —Jimin bebió un poco de agua—. Tus concubinas pensaban que soy mujer. ¿Sabes ese chisme?

—¿Que eras mujer?

—Ajá, pensaban, tontamente que la persona que trajiste en tu caballo y que llevaste a la habitación real el día que me trajiste era mujer. El rumor corrió por mi cabello largo. —Sonrió—. Otras decían que sería la nueva reina, o quizás una concubina más. Incluso alcancé a escuchar que querían conspirar para matarme.

Jungkook comenzó a reír, su voz profunda retumbando en las paredes del comedor.

—Supongo que el rumor se aclaró cuando todos vieron que lastimaste mi mejilla con tu espada...

—Eso creo. —Encorvó los hombros—. Aunque de todas maneras siempre reviso que la comida que como y el agua que bebo no tenga veneno, ya sabes, el arma de una mujer es el veneno.

—Sí... Descuida, hoy en la fiesta se aclarará quién eres cuando te vean llegar. Estarán mis cuarenta y nueve concubinas.

—Vaya que tienes muchas...

—Como te dije, soy insaciable. ¿Tú tienes algún interés en alguien del pueblo? ¿O alguien que hayas visto aquí en el castillo? —preguntó el rey, Jimin lo miró a los ojos, después se relamió los labios para morderlos con ligereza.

—Am... Sí, alguien ha llamado bastante mi atención —contestó y Jungkook se removió en su asiento.

—¿Quién?

—Es que no importa, porque esa persona nunca se fijaría en mí.

—Supongo que es bonita.

—No, no, no... —Jimin se puso de pie luego de terminar de comer—. No es una fémina.

—¿Un caballero?

—Uy, no sabía que eras tan chismocito. —Soltó una carcajada—. Nos vemos en tu fiesta, tengo que ir con el sastre o de lo contrario va a molestarse conmigo. —Jimin observó un plato vacío con ojos brillantes—. ¿Puedo llevarme algunos bocadillos?

—Hazlo y si el sastre se molesta contigo dile que estuviste conmigo. Nadie se molestaría si le dices que estuviste con tu rey.

—Oh, sí, claro.

Jimin tomó varios bocadillos en el plato hondo y vació, después caminó hacia la salida, no sin antes hacerle una reverencia a la urna con los restos de la madre de Jungkook.

Se movía de un lado para el otro, desesperado y aburrido porque el traje todavía no estaba listo. Comió tantos bocadillos que su estómago ya estaba saciado, Taehyung lo veía desesperado reojo todo el tiempo porque Jimin era tan bonito como infantil y curioso, vaya que se le acercaba al sastre cada cierto tiempo para preguntarle acerca de las telas y las medidas. No se quedaba quieto.

—Jimin ya siéntate, pareces una pulga inquieta en el lomo de un perro —dijo fastidiado.

—Los trajes están listos —dijo el sastre—. Amelia, entrégaselos para que vayan a cambiarse, ya han esperado bastante.

—¡Al fin! —Jimin festejó.

—¿Enviarás a alguien para que nos ayude a vestirnos? —preguntó Taehyung.

—Ah sí, tomen a alguna modista...

—Yo no necesito ayuda —dijo Jimin tomando su traje y el par de zapatos, después salió corriendo del salón.

—¡Llega puntual al baile! —gritó Taehyung—. ¡Te estaré esperando en la entrada del gran salón!

—¡De acuerdo! —contestó Jimin a medida que se alejaba.

Jimin se desvistió lentamente, liberándose de la presión de la habitación llena de telas y costureras. Finalmente, estaba solo en su habitación, rodeado de la tranquilidad y la serenidad que necesitaba. No podía creer el gran alboroto y la larga espera por un simple traje, pero cuando se vistió, sintió la suavidad de la tela en su piel. Por un momento, se sintió justificado por la espera.

Sin embargo, al mirarse en el espejo, notó que el traje le seguía quedando un poco flojo. Su habilidad única como híbrido de dragón le permitió utilizar su telequinesis para ajustarse el traje con precisión. Con un movimiento sutil de sus manos, la tela se ajustó perfectamente a su cuerpo, reflejando su elegancia y sofisticación.

Después de ajustar el traje, se puso los zapatos blancos, que complementaban perfectamente la tela. Luego, se dejó el cabello suelto, pero lo peinó con cuidado para crear un estilo elegante. Un gesto rápido de sus dedos y su cabello quedó perfectamente liso, sin un solo rizamiento.

Jimin decidió no utilizar perfumes, accesorios ni maquillaje, prefiriendo su belleza natural. Y, sin embargo, se veía hermoso. La luz del espejo reflejaba su belleza albina, destacando su piel pálida y su cabello blanco como la nieve. Su rostro, sereno y elegante, parecía esculpido por la naturaleza misma.

Avanzó hacia el salón preguntándole a los sirvientes la ubicación y al llegar ahí estaba Taehyung, luciendo su traje verde y extravagante. Ambos se saludaron haciendo un movimiento con la cabeza, después un par de guardias abrieron las puertas para ellos dándoles el paso al lugar.

Había muchísimas personas de la alta sociedad del reino, todos con sus mejores atuendos, con joyas costosas y perfumería de alta calidad. Al fondo de la pista de baile se encontraba el trono del rey, a su lado una silla más pequeña y a los costados muchas sillas de menor tamaño en las que estaban sentadas todas sus concubinas, esperando al rey.

Había en un extremo mesas elegantes totalmente vacías porque la mayoría de los invitados estaban de pie, bebiendo bebidas preparadas en espera del rey.

—¿Quieres un fuego helado? —preguntó Taehyung ofreciéndole a Jimin una bebida.

—No consumo alcohol... —contestó.

—Tú te lo pierdes.

—¡El rey ya viene! —dijo Hoseok ingresando al salón corriendo, todos los presentes dejaron de conversar, haciendo que el salón quedara en total silencio.

Jimin pudo notar el miedo y nerviosismo de todos. ¿No se suponía que era una fiesta? ¿Por qué estaban atemorizados? ¿Por Jungkook?

Las puertas se abrieron de par en par, y apareció Namjoon, la mano del rey de la casa de las Aguilas, su mirada era apacible y sus ojos parecían ver cada detalle dentro de la habitación. Se aclaró la garganta para luego decir:

—¡Damos la entrada a nuestro gran rey León soberano, Jeon Jungkook, el inquebrantable, conquistador de los doce reinos, el que no le teme a nada!

Todos se inclinaron cuando Jungkook ingresó al salón, Jimin también lo hizo apegándose al protocolo y mirando al rey pasar frente a él, lucia hermoso, grande, musculoso, su traje oscuro se cernía a su cuerpo y sus decoraciones doradas por todas partes hacían notar que era el rey. La corona en su cabeza parecía pertenecer ahí y sus labios rojos que permanecían sellados era apetecibles, Jimin inhaló el olor de sus feromonas. ¿Estaba el rey en celo? Seguramente sus concubinas disfrutarían esa noche al terminar el baile.

Cuando Jungkook llegó a su trono, todos levantaron la cabeza y entonces él aplaudió, dando inicio al banquete. Todos comían y a medida que lo hacían le llevaban regalos lujosos hasta su asiento. La música sonando entrañablemente desde un balcón y la pista de baile vacía porque nadie bailaría hasta que el rey terminara de comer, al menos eso le dijo Taehyung a Jimin.

—¿Y la silla vacía al lado de Jungkook, de quién es? —preguntó Jimin.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que lo llames majestad o rey? —preguntó Hoseok—. Te puede cortar la cabeza, ha sido indulgente contigo debido a tu estado. Pero no creo que soporte más faltas de respeto de tu parte, Jimin.

—Sí, sí, ardilla. Solo contesta mi pregunta.

—Es la silla para su reina —dijo Namjoon al sentarse junto a Taehyung—. El rey no permite que nadie se siente ahí, ni siquiera su concubina favorita.

—Supongo que la concubina favorita es la leona que está sentada a su izquierda, la de vestido rojo carmesí... —murmuró Jimin.

—Sí, es ella —dijo Taehyung.

—Que interesante, todas sus concubinas son híbrido de felinas.

—Supongo que si no fueran híbridos de felinos el nudo sería doloroso, quizás hasta podrían morir en el acto —comentó Namjoon.

—Creo que eso es muy impropio, Namjoon —dijo Hoseok pareciendo escandalizado.

—Jungkook parece aburrido —murmuró Jimin mirando su cara de fastidio al recibir obsequios.

—No tengo más remedio que aceptar que nunca vas a hablarle con respeto —se quejó Hoseok.

—Parece solitario... —añadió Jimin sin tomarle importancia a las palabras de Hoseok—. Iré a saludarlo. —Se puso de pie.

—¿No estás comiendo? —cuestionó Taehyung.

—Ya comí hace rato, comí bastante. —Sonrió—. Además quiero darle su regalo.

Con pasos elegantes y delicados, caminó hacia el trono, lanzando feromonas intimidantes para que los comensales no se pusieran de pie, para que le dejaran el camino libre hacia el rey y que no se amontonaran a su paso, para no hacer fila.

Todos ahí lo veían embelesados porque era delicado, hermoso e imponente, una belleza que no necesitaba ser forzada.

Jungkook sonrió al ver a Jimin parado frente a su trono y dijo alzando las cejas:

—¿Ya me vas a dar mi regalo? He estado pensando toda la tarde qué podría ser lo que un albino dueño de nada podría ofrecerme.

Las concubinas prestaban atención a la interacción del rey con Jimin, todas ellas ruborizadas por haber pensado que se trataba de una mujer, pero estaban confirmando con sus propios ojos que era un hombre, un hombre muy hermoso que parecía ser amigo del rey, eso significaba que no debían preocuparse por él.

Ingenuas.

HASTA AQUÍ EL CAPÍTULO DE HOY, ESPERO QUE LES ESTÉ GUSTANDO TANTO COMO A MÍ!!!!🫶🏻🤎

¡¡¡Muchas gracias por leerme!!!
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