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Capítulo 37










El revuelo de anoche debido a los pagaré me dejó con muchas dudas en mi cabeza, había dejado en claro lo que se debía de hacer pero seguro Rashta pensó en otras cosas.

—Debo explicarle bien todo. - Legalmente, no porque surja un problema para Rashta significa que esas instituciones también lo tendrán, pero un patrocinador no donara a una institución implicada en un escándalo.

No obstante… en lugar de señalar los posibles escenarios, decidí detenerme aquí.

Acabo de decirle cómo prevenir lo peor. Si entraba en detalles podría terminar disparándome a mi misma en el pie.

No tanto por el dinero que le di. Es sólo que Rashta ya ha culpado a otros por sus errores en diferentes oportunidades.

Si le diera más información, podría prepararse para volver a culpar a alguien más en caso de que surgiera un problema más adelante.

En ese momento, Rashta repentinamente se desplomó en el suelo y comenzó a gritar.

—¡Ah, mi vientre! -Luego, comenzó a quejarse de dolor. —¡Me duele el vientre! -gimoteo nuevamente. Miré hacia abajo tranquilamente a Rashta. No sé si era cierto o falso, pero Rashta continuó cubriéndose el vientre.

—¡Rashta! -Sovieshu se acercó apresuradamente, asombrado. Rashta agarró su brazo, sollozando.

—Su Majestad, ¡me duele mucho el vientre…!

Sovieshu dirigió su mirada hacia mí. Nos miramos mutuamente inexpresivamente.

Sus labios temblaban, pero en lugar de decir algo, simplemente levantó a Rashta en sus brazos.

Sin embargo, siguió mirándome a la cara.

Aunque se suponía que le había hecho daño a Rashta, su rostro no reflejaba tal pensamiento.

Literalmente, sólo me estaba mirando a la cara.

¿Por qué?

Acaso está recordando la vez en que estábamos bailando juntos, antes de que me dejara sola y se fuera con Rashta en sus brazos.

—Cielo Santo.

En ese punto, Heinley se me acercó, tomó mi mano y aconsejó a Sovieshu con una voz suave.

—Su Majestad, será mejor que llame pronto al médico del palacio. -Rashta se agitaba en el aire con sus manos pálidas.

Viendo que realmente estaba sudando frío, parecía cierto que le dolía el vientre.

Sovieshu finalmente se llevó a Rashta en sus brazos.

Los nobles miraron en mi dirección. Sentí sus ojos sobre mí, pero agarré despreocupadamente dos copas de champán de un sirviente que pasaba.

Le di una a Heinley, e inmediatamente tomé un sorbo de la mía.

Fue bueno haber hablado frente a los nobles. Incluso si realmente le dolía, Rashta definitivamente me culpará.

—Bien echo reina, si lo hacías en privado capaz y te acusaba de asesinato nuevamente  -dijo Misuk hacia mi dirección, ella tenía toda la razón.



















—¿Y bien?

Ante la fría pregunta de Sovieshu, el médico del palacio retiró su estetoscopio y respondió rápidamente.

—Sólo fue un susto, se encuentra bien.

—¿Qué le ocurrió?

—Parece ser debido al estrés.

—¿Estrés?

Sovieshu lo miró con cara de, ‘¿Qué estrés podría tener?’

El médico del palacio sonrió torpemente. Eso era algo que Sovieshu sabía mejor que él.

Finalmente, cuando el médico se retiró, Sovieshu se acercó al lado de Rashta, que estaba recostada en la cama, y le agarró la mano.

Rashta se aferró firmemente a la mano de Sovieshu.

—Su Majestad, ¿lo vio? La Emperatriz me chantajeó. Estoy asustada.

—No vi nada.

—La Emperatriz me chantajeó.

Sovieshu suspiró ante las palabras de Rashta.

—¿Con qué te estaba chantajeando la emperatriz?

—Me…

Rashta vaciló.

Para que alguien te chantajee, debe conocer una debilidad tuya con la cual poder presionarte. Ella lo sabía mejor que nadie porque había sido chantajeada por el propio Vizconde Roteschu.

Por lo tanto, era difícil maquillar sus palabras ante Sovieshu. Evidentemente, ni siquiera podía mencionar lo de los pagaré.

Rashta se cubrió con la manta, lágrimas brotaron de sus ojos. Sovieshu suspiró pesadamente al verla.

Parece estar bajo cierto estrés.

Desde el punto de vista de Sovieshu, la emperatriz no era alguien que se aprovecharía de las debilidades de los demás para chantajearlos.

Sin embargo, las intenciones del hablante y del oyente no siempre coincidían. Rashta podría haber tomado como un chantaje las palabras de la Emperatriz.

De cualquier manera, Rashta evidentemente estaba asustada en este momento.

—Descansa.

Sovieshu acarició su cabello ondulado, dio varias palmaditas a la manta y salió.

—Mi momento con Misuk se arruino -suspiro una vez salió de la habitación, el quería declarar nuevamente sus sentimientos, pero debido a Rashta no pudo.

—En otra ocasión será.




















Inconscientemente, ambos habían llamado a Navier— Emperatriz.

Rashta frunció el ceño cuando finalmente se dio cuenta de este hecho.

—¡Tonta! -Rashta culpó a su propia boca. La había llamado Emperatriz tantas veces que todavía salía de su boca involuntariamente.

La boda se celebró ayer, y ahora la Emperatriz del Imperio Oriental soy yo. No hay razón para llamar a la Reina Emperatriz.

—Además, ¡sigue siendo tan… arrogante como si fuera superior! Y esa estúpida princesa, ¿Cómo se atreve a coquear con su majestad delante de todos? ¡La mataré!

—¿Aquien? -dijo Ga-eun desde la puerta, Rashta se cruzo de brazos.

Ahora que era la emperatriz debía de tener cuidado con todos.

—Con nadie, Rashta desea dormir - Ga-eun asintió y salió para dejarla sola. —Oye tu -llamo a su criada Delice, la chica se acercó de inmediato —Trae al vizconde Lottechu.




Una hora despues el hombre ingreso a sus aposentos y se reverencio, Rashta sonrió y le dijo lo que debía de hacer, sin embargo el hombre cobro un alto precio por aquello así que no le quedó opción que pagar.



























—¿Lleva todo princesa? -dijo Hana acercándose, después de la boda y de ambas fiestas había decidido irse con Navier y Heinley, antes de partir asistirian al último banquete por protocolo y finalmente irían a casa.

—Creo, ¿Me veo bien? - Hana asintió y le acomodo la pequeña tiara, Misuk sonrió de lado. —Estoy cansada.

—Vamos, es el último día del circo, anímate  -diji Cheol ingresando por la puerta, una criada entró y les repartió el té antes de salir, Navier y Heinley llegaron minutos después y se sentaron para charlar sobre la fiesta de esa noche y el futuro viaje. —Bueno, no será lo último que verán de mi  -dijo cheol guiñandole un ojo a Misuk, esta rodo los ojos y llevó la taza a sus labios.


—Qué asco -susurro alejando la taza —Hana, ve y prepara tu el té este sabe horrible.

—Pero yo lo siento bien -dijo Heinley y Misuk volvió a probar el té.

Pero aquel fue su gran error y segundos después de dar el segundo sorbo cayó al suelo inconsciente.


Tal vez aquello había sido producto de la envidia y el odio injustificado.









































Suspenso señoritas suspenso.

¿Logrará Misuk irse con Navier y Heinley?

¿O Logrará Sovieshu tenerla más tiempo con el?

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