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«Capítulo II»

WinterFall, Tierras Hostiles.
Dominio de los lycans.

—No importa cuanto intentes excusarte, no entiendo porqué quieres desposar a un Park.

El rostro de JungKook de contrajo en una mueca que finalmente dejó ir una sonrisa. Él lycan se recostó en la silla y encogió de hombros con la diversión bailando en su mirada.

—¿Por qué no lo haría? —la mujer frente a él alzó una ceja, su cabello rubio se movió mientras negaba y los ojos grandes brillaron. Odiaba cuando JungKook se comportaba como un imbécil chulo y estúpido. Aunque estaba en su naturaleza, no había mucho que hacer.

—Lo bromista nunca ha sido tu fuerte, Jeon —reprochó la joven levantándose de la silla y caminando alrededor. La sala de reuniones tenía grandes ventanales, a través de los cuales la nieve caía suavemente. Pronto terminaría el crudo invierno y finalmente gozarían de un verano, que para muchos lejanos a sus tierras siguía siendo igual de frío.

—Por favor, Lissa —dijo JungKook apoyando los brazos en el escritorio. Su cuerpo apretándose deliciosamente en su traje de diario. Samisa suelta, pantalones sumamente ajustados y botas militares—. Es una buena oportunidad.

—Para Eblary, querrás de dicir —volteó a ver al rey. La exaltación en la voz de Lissa dejaba en claro que no estaba de acuerdo con ello. Si fuera otra persona JungKook la mandaría a la mierda. Muy, muy lejos, pero vamos, era Lissa—. Para nosotros no representa absolutamente nada.

Lissa alzó una ceja, mirando a JungKook con palpable acusación en su mirada.

—A menos que quieras follarte al heredero de los Park esto no tiene sentido.

JungKook rio como si Lissa estuviera loca. Se levantó y caminó alrededor del buró, sacando una cajetilla de cigarros de una gaveta. Prendiendo el adictivo, tomando una profunda calada.

—Esto va más allá de tener un buen culo, Lissa —el tono fue ecuánime y recto. El tono que JungKook usaba en tratados y discursos. Político, correcto y convincente. Lissa rodó los ojos.— Ahora, Eblary está en ruinas, pero con el cuidado necesario volverá a su antigua gloria —aspiró una bocanada de humo—. Son los únicos descendientes del gran primer Park. Tener a Park JiMin en mis manos me dará incluso más poder.

—No lo veo, JungKook —rezongó Lissa.— Ni siquiera has visto al heredero de Eblary—evidenció, teniendo total razón en ello—. Nadie ha visto nunca a ese chico, ni siquiera hay pruebas de que sea un hombre.

—No me importa, Lissa —soltó JungKook con una risa pequeña.— Si tiene una polla o un coño no es de mi interés. Si es hermoso o feo como el culo de un troll, tampoco es relevante —caminó con paso lento hasta Lissa, dejando caer las manos en sus delgados y femeninos hombros—. Quiero poder, quiero ser el dueño del último Park. Quiero ser quien muestre al mundo lo que tanto Park HeSoo se ha esforzado en ocultar.

Lissa observó a JungKook con una ceja alzada y claro desacuerdo en su semblante.

—Es cuestión de egos —concluyó. JungKook se alejó a paso feliz.

—Ademas —sonrió—. Es un elfo. Será bueno tener uno entre los miembros de mi harén.

Lissa abrió la boca totalmente impactada ante las palabras de JungKook. Él lobo acercándose a la salida.

—¡Eres un maldito hijo de perra, JungKook!

—Solo un poco, Lissa —la burla en su voz era palpable, perdiéndose en el pasillo con un ligero movimiento de hombros—. Soy un lobo, no puedo evitarlo.

Actualidad
Eblary, Dominios de Fuego.

JungKook alzó la vista hacia la ventana que daba al jardín y sonrió recordando la conversación mantenida con Lissa apenas una semana atrás, cuando finalmente había recibido una respuesta positiva por parte del rey Park. Ahora, allí, en las tierras de fuego, todo parecía más real.

Tan real como el infierno de calor que estaba pasando, incluso si apenas lleva puesta una camiseta, pantalones anchos y sandalias. Tan adaptado a las bajas temperaturas de WinterFall, sentía que en cualquier momento sería capaz de convertirse en un charco de baba.

En un charco de baba muy sexy.

—Eso fue rápido —dijo, con la mirada en el monarca Park, quien entraba a la habitación.— Al gual que los rumores, usted parece ser un hombre de pocas palabras, rey Park —el viejo elfo no sonrió. JungKook tomó eso como respuesta y cuadró los hombros, observando al elfo de cabellos oscuros tomar asiento.

—Ya todo está listo, mi hijo ha sido notficado. La unión será hecha mañana como ha sido acordado.

JungKook asintió, satisfecho con la información.

Estaban en una de las salas principales del castillo. Eblary parecía ser un verano cálido ligado a una floreciente primavera que hacia picar su nariz y arder su piel. JungKook respiró hondo y tomó un sorbo de agua en cuanto el vaso fue puesto frente él por un miembro de la servidumbre.

—¿Qué ha dicho él al respeto? —preguntó, observando al rey de reojo. Él elfo mantuvo la misma expresión cerrada y altiva.

—No mucho. JiMin entiende la importancia que implica esta unión, y tomará el reto con total placer.

JungKook no sabía si reír por tales palabras o funcir el ceño. Ssegún tenía entendido, el joven Park apenas tenía veintitrés años, quizás no muy joven para un ciudadano de WinterFall, donde eran lobos y la vida dura comenzaba más temprano. Pero para ellos, los elfos eran la viva y clara imagen de la más alta fineza. Junto con los magos, era unos cuerpos muertos y estirados a más no poder.

JungKook negó y tomó toda el agua de una vez, colocando el vaso en la mesa de cristal y madera oscura.

—Parece que hizo un gran trabajo como padre. Su hijo tiene excelentes valores y apego a su pueblo —la sonrisa en los labios de HeSoo le dejaron claro a JungKook que justo como él intuía, no era por ello que JiMin debía haber aceptado.

—Me alegra que lo crea así, rey Jeon —concluyó sin mucho entusiasmo—. Por cierto, si necesita conocer a JiMin antes de la boda, puedo hacer las preparaciones necesarias.

JungKook frunció el ceño, HeSoo se veía totalmente relajado, sin emitir importancia al tema, como si intercambiara un pedazo de papel sin valor o importancia.

—No se preocupe, esperaré a mañana.

—Recuerde que su velo no debe ser retirado hasta que esté fuera de los dominios de Eblary —HeSoo retomó la palabra. JungKook casi rueda los ojos ante lo dicho. Casi.

—¿Realmente cree que su hijo está maldito? —inquirió con diversión, dejando ir una sonrisa—. Los elfos son realmente divertidos.

—Si es real o no, no correré riesgos. Una vez se casen, JiMin es su problema.

JungKook asintió y puso en pie.

—¿No tiene curiosidad sobre mis intenciones con su hijo?

—¿Debería? —suspiró.— Tiene dos esposas y un esposo, imagino que le hará exactamente lo que hace con los otros. Cogerlo hasta morir—JungKook ni siquiera se inmutó ante la acusación—. Es un lobo, no espero más.

—Tiene razón. Soy un lobo, un lobo con el poder que usted, tan distinguido elfo, nunca tendrá —soltó orgulloso. Si las miradas matarán, la de Park HeSoo lo pondría mil metros bajo tierra. JungKook pasó por su lado listo para salir.

—Mañana el matrimonio será pactado, espero que no olvide cumplir con el acuerdo—recordó una vez más viendo al lobo salir de la sala.

—Pierda cuidado, los lobos difícilmente rompemos una promesa.

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—Ese hombre es un pedazo de mierda andante —soltó Lissa con desdén. Había escuchado toda la conversación desde afuera. Cosas de lobos. Tanto ella como los otros cinco guardias que acompañaban a JungKook en Eblary. Por la diosa.

—Lo sé, trata a su hijo como una bolsa inservible de la cual debe deshacerse lo antes posible. Todo por una supertisión —decirlo en voz alta lo hace sonar incluso más estúpido.

—Los elfos son extremadamente devotos a los dioses y creyentes de las supertisiones. No me sorprende —dejó en claro Lissa. JungKook negó, seguía siendo una completa estupidez.

—Sigue siendo su cachorro, Lissa.

—Lo sé, JungKook —La joven rubia dejó el tema por sentado y sonrió—. Mañana es el gran día.

JungKook se detuvo y volteo a ver a Lissa con una mirada de muy mal fingido temor.

—No puedo creer que vaya a casarme por cuarta vez.

Lissa rodó los ojos y JungKook sonrió retomando el paso, deteniendo él mismo a poco avance. JungKook alzó la cabeza y respiró hondo, frunciendo el ceño y pareciendo ligeramente perdido. Sus acompañantes lo miraron con duda, él negó y volvió a caminar, recordando el motivo de su visita.

Park JiMin, ¿qué secretos ocultarás bajo ese preciado velo?

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