Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28. La profecía

Sheila

No salía de mi asombro. Aquella persona que se erguía frente a mí, que acababa de salvarme de algo mucho peor que la muerte y cuya máscara reposaba en el suelo a mis pies, era alguien a quien no había esperado encontrar.
—Me parece que he llegado justo a tiempo —dijo Haskh, el semiorco, con una sonrisa.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Una vez que el semiorco me liberó de mis ataduras, me abracé a él con lágrimas en los ojos. No me había dado cuenta de cuánto les había añorado—. ¿Dónde están los demás?
—No están conmigo, Sheila. Nos separamos hace algún tiempo.
—¿Os separasteis? ¿Ocurrió algo...?
—No. No tuve más remedio que hacerlo. Tenía un compromiso que me era imposible rechazar. Les dejé en la ciudad de Daàsh-Hulbark, estaban a punto de enfrentarse a Sherina, la diosa de la muerte y...
—¿Por qué iban a hacer tal cosa?
—Por ti, Sheila. Sargon... Tu padre —le miré extrañada de que lo supiese —. Sí lo sé, él me lo contó todo... Como decía, tu padre trataba de encontrar un objeto tan poderoso que con él podría intentar rescatarte de las garras de ese nigromante loco. Todos iban a arriesgar sus vidas por ti, Sheila, enfrentándose a la mismísima diosa de la muerte.
—¿Iban a hacer tal cosa por mí? —Pregunté con tristeza.
—Creíste que te habíamos abandonado, ¿verdad?
Bajé la vista al suelo y asentí. Las lágrimas amenazaban con derramarse de mis ojos.
—Sí, lo creí... Pero me equivocaba. ¿Lo consiguieron, encontraron lo que buscaban?
—No lo sé. Tuve que marcharme antes de que lo intentasen. No sé qué habrá sido de ellos. Les encontraremos, Sheila; tú y yo.

—Gracias, amigo mío —dije—. Déjame hacerte una pregunta: ¿Cómo has llegado hasta aquí?

—Es largo de contar, Sheila. En realidad venía siguiendo a esos dos tipos que te atacaron. El problema de mi amigo tenía que ver con ellos. Baste decir que mi deuda está saldada ahora que ya he despachado el asunto.

—¿Tu amigo se enredó con esas personas? —Pregunté.

—Así es. Al ver que no podían sacar nada de él le dieron una brutal paliza. Mi amigo murió en mis brazos, pero antes juré vengarle y eso he hecho. Me gustaría saber si Raqnor, su líder, tuvo algo que ver con ellos, pero ahora eso no es primordial. El destino ha hecho que nuestros caminos se crucen y eso significa algo. Nos pondremos en marcha. Iremos hasta esa ciudad: Daàsh-Hulbark, donde puede que nuestros amigos aún sigan estando y si ya no se encuentran allí, tal vez podamos averiguar hacia dónde se dirigían. Ahora soy yo quien está deseando escuchar tu historia, Sheila. ¿Cómo pudiste escapar de las garras de Dragnark?
Le expliqué parte de lo sucedido y tras ello, Haskh me miró con sorpresa.

—Estás hecha toda una heroína. Enfrentarte a un nigromante como Dragnark requiere mucho coraje.

—Más que coraje yo diría que era desesperación —aclaré—. Estaba muerta de miedo, pero salió bien. También tuve mucha ayuda. Esa joven, Sybill, arriesgó su vida para ayudarme. No sé qué habrá sido de ella. 

—Quizá logró huir —dijo Haskh.

—Tal vez.

—Estará bien, Sheila. Ahora es preciso que nos pongamos en marcha. Esos dos tipos dejaron sus monturas ocultas en el bosque. Iré a registrar sus pertenencias, tal vez lleven algo que pueda sernos útil. También traeré mi caballo. 

...

Partimos en cuanto Haskh estuvo listo. El camino se encontraba despejado y no nos cruzamos con nadie. Mi compañero me guío por sendas despejadas y atajos que tan solo él conocía. Nuestro destino se encontraba lejos y aún tardaríamos varias semanas en llegar hasta allí. Si nada entorpecía nuestra marcha llegaríamos relativamente pronto.
Nuestro camino nos llevó hasta una senda que era conocida en el reino de Kharos con el nombre del desfiladero de los dragones. Había sido allí donde se dio caza al último de estos grandes seres. Yo no conocía la historia y por lo tanto me sorprendió escucharla cuando Haskh me la relató.
—Dicen que antaño los dragones poblaban Kharos —dijo el semiorco—. Los había a millares. Rojos, negros, verdes; de todos los colores y tamaños inimaginables. Algunos eran buenos y otros, no tanto, ya me entiendes.

—¿Por qué todos desaparecieron?
—La inmensa mayoría fueron exterminados, asesinados sin piedad y sus huesos convertidos en polvo. La avaricia fue, en la mayoría de los casos el detonante. Los dragones atesoran grandes tesoros. De todos es sabido que gustan de rodearse de oro y joyas y eso es una gran tentación. Otros dragones, según cuenta la leyenda, lograron sobrevivir. Dicen que abandonaron este plano dimensional evitando así su muerte, aunque yo no sé si eso es cierto o no.
—Es muy posible que sea cierto. Yo invoqué a un dragón por error cuando trataba de transformarme en uno de ellos. El hechizo es muy complejo y...
—¿Me estás diciendo que lograste traer a uno de esos seres aquí?
—Así fue como pude escapar del castillo donde Dragnark me retenía. El dragón sirvió de distracción.
—¿Crees que serías capaz de hacerlo de nuevo? Viajar sobre las alas de un dragón nos facilitaría mucho las cosas.
—Creo que podría ser muy peligroso. Dragnark dijo que esos animales pueden ser impredecibles...
—Dragnark pudo decir muchas cosas. También pudo mentirte —dijo Haskh—. ¿Ese dragón te atacó?
—No, no lo hizo. Solo atacó a Dragnark cuando este, a su vez, se transformó en dragón.
—¿Recuerdas ese hechizo? ¿Crees que podrías recitarlo de nuevo?
—No me hace falta recitarlo de memoria —dije—. Tengo el libro donde está escrito ese hechizo. Sybill se encargó de guardarlo junto con otros pergaminos.
—Entonces, ¿a qué esperamos?
Se trataba de una apuesta arriesgada. Sin embargo nunca hay recompensa sin riesgo alguno, me dije. Iba a intentarlo y así saldría de dudas.
Aquella noche, tras acampar muy cerca del camino, saqué el libro que Sybill había robado de la biblioteca de mi tío, el nigromante. Lo ley minuciosamente y comprendí por qué la otra vez había fallado. La entonación dada a las palabras del hechizo debía ser rigurosa. Cualquier modificación imposibilitaba que el hechizo fuera tal y como se esperaba. Un cambio aún mayor podría resultar catastrófico.
—Lo entiendo —dije y Haskh tan solo asintió.
—Cuando estés preparada avísame.
—Creo que ya lo estoy —afirmé.
—Entonces es el momento, Sheila. Suceda lo que suceda, recuerda que yo estoy a tu lado. Prometí protegerte de cualquier mal y eso será lo que haré.
Estreché la mano de mi amigo y le di las gracias.
—Sé que lo harás, Haskh. Nunca confiaría mi vida a nadie como lo hago contigo. A tu lado siempre me siento segura.
—Es todo un honor para mí poder servirte, Sheila. Desde el instante en que te conocí supe de tu valía. Estoy seguro de que serás tú quien libre al mundo de alguien como Dragnark. Nunca he dicho por qué me uní a vuestro grupo, ¿verdad? Lo hice por ti, Sheila. Hay una antigua profecía entre los de mi raza que cuenta la historia de una joven tan poderosa que era capaz de volar por los cielos. Su nombre era Khalassa. Era una niña apenas, pero gracias a sus dones derrotó al maléfico Urkhunat, devolviendo la paz al mundo que se hallaba sumido en el caos.
—Es una bonita historia —dije—, pero no sé qué tiene que ver conmigo.
—La profecía cuenta que esa niña volverá a este mundo cuando el mal de nuevo esté presente —continuó Haskh—. Solo que su apariencia ya no será la de una niña, sino la de un fiero dragón rojo. El nombre de ese dragón será Sheryn.
—No creo ser la elegida para encarnar una antigua profecía, Haskh —negué.
—Aún no te he contado lo mejor. Sheryn significa: La niña dragón de cabellos de fuego.
—Eso tampoco significa nada.
—Y esa joven tendría una marca de nacimiento. Un símbolo rúnico grabado en su cuerpo. La leyenda no dice dónde.
—Siento defraudarte, pero yo no tengo ninguna marca de nacimiento, Haskh.
—Quizá ese detalle no tenga importancia...
—No puedes pretender adaptar una profecía a tu propio interés, amigo mío —aclaré—. Eso sería como hacer trampas.
—Tienes razón —reconoció el semiorco—. Cuando te conocí pensé que tú encarnabas a la perfección esa profecía. Una joven, casi una niña, de cabellos rojos como el fuego y con el poder de derrotar al mal. Era demasiado atractivo y yo ansiaba formar parte de ello. Mi mente se nubló y... Lo siento, Sheila.
—No tienes porqué sentirlo. Puede que no sea la heroína de esa profecía, pero en todo caso estamos aquí para salvar el mundo. Tú y yo, amigo mío y eso es lo que cuenta.
Haskh sonrió.
—Tienes razón. Tal vez alguna otra profecía hable de nosotros... Ahora lo importante es que invoques a ese dragón. Después, ya veremos.
Eso era fácil de decir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro