
Capitulo XXXI
1886
—¿Entonces vas a ir a verla?—pregunto la reina mientras caminaban por el frondoso jardín aquella tarde, el aroma de las rosas llegaban a su nariz mientras que las hojas se balanceaban suavemente frente a ellos. Dando pasos cortos persiguiendo un saltamontes se encontraba Ender, el joven príncipe no dejaba de reír mientras intentaba atrapar al saltarín insecto.
Levy la voltea a ver, era muy común para todos que el guardia principal de la reina estuviera a su lado. Después de todo, era el que se aseguraba de que estuviera a salvo, pero para ellos era mas que una simple vigía, era un momento donde podían sacarse las cosas que le habían impuesto y ser solamente Lilith y Levy. La niñera de Ender los seguía junto a una de las doncellas los mas alejados del guardia y la reina.
—¿De quién hablas?—pregunto frunciendo levemente el ceño.
—¿Ahora pretendemos que el baile y tus escapadas a la noche no suceden? Sabes bien de que hablo—contesto ella, odiando que su tono de voz sonara mas cortante de lo que realmente pretendía, Levy chasqueo la lengua mirando al frente donde el niño se tiraba al suelo y se quejaba al no atrapar al insecto para luego seguir corriendo detrás de él.
—Mis escapadas, como bien dices, son luego de mi salida laboral.
—No estoy diciendo lo contrario—responde ella mirando al frente con un rastro de enojo en su tono. El joven príncipe se volteaba cada tanto a verlos, tras asegurarse que estaban ahí y un saludo con la mano que Lilith le daba a su hijo, el niño sonreía antes de continuar su tarea de atrapar al insecto.
Habían pasado varios días desde el baile, y cada tanto, Levy se iba a encontrar con la muchacha pelirroja. La acompañaba por su seguridad al hogar donde vivía con su padre, y ella hablaba de un montón de cosas, de los niños a los que les enseñaba, de libros que había estado leyendo y a veces se ponía a recitar poemas que le gustaban de la nada. Le agradaba su compañía, Genevive tenía un rostro demasiado dulce, con rasgos demasiados delicados, los labios parecían pétalos de flores de un suave color rosa, y a veces se perdía en el claro color de sus ojos.
Le agradaba la chica, demasiado, y él sospechaba que ella también le gustaba.
—Me ha invitado al teatro—confesó.
—¿Desde cuándo te gusta el teatro? —responde Lilith con un resoplido. El guardia la observa, pero ella tenía su mirada al frente, aun sería con la mandíbula apretada y las manos entrelazadas frente a su cuerpo.
—No sé, nunca tuve dinero para ir a uno, o tiempo.
—¿Estás diciendo que el trabajo te quita tiempo o qué?
—¿Por qué te estas comportando así?—pregunta Levy mientras se detenían en el centro del jardín—¿Estas celosa o algo, Lilith?
—¿Celosa yo de ella? —dice antes de reírse tapándose suavemente la boca—¿Te comiste al bufón de la corte que sabes hacer chistes ahora?
—¿Entonces que te molesta?—pregunto de manera sería— ¿No te agrada?
—No la conozco lo suficiente para saber si me agrada o no, solo te informo que su padre me ha comunicado la preocupación de con quien su hija está interesada.
—¿Entonces esto es por dinero?
—No se, Levy, no se de que se trata. Solo ten cuidado con esa chica, es lo único que voy a advertirte—dijo deteniéndose, ambos se sostuvieron la mirada un buen rato sintiendo una tensión demasiado fuerte creciendo entre ellos, son interrumpidos cuando se escucha una voz infantil hablando.
—Mami, Levy, miren, miren—dice el joven príncipe mientras se acercaba corriendo con sus dos pequeñas manos cerradas dejando un pequeño hueco abierto, la reina se agacha al igual que el guardia real para ver al insecto que Ender había atrapado.
Pero no era el saltamontes que tanto se empeñó en conseguir, era una mariposa, la más hermosa que Levy hubiera visto jamás. De alas de un brillante color naranja con finas líneas negras y pequeños puntos blancos. Ender miraba maravillado el insecto que había atrapado.
—Eso es una mariposa monarca cariño—dice Lilith acariciando la mejilla de su hijo—Es muy hermosa, pero necesita seguir paseando en el jardín, ¿Qué opinas si la dejamos seguir explorando y paseando en libertad?
Ender mira hacía Levy para observar si esta estaba de acuerdo, cuando el guardia da un asentimiento de cabeza el niño forma un pequeño puchero entre sus labios antes de acercarse a las flores y la deposita con sumo cuidado en una de las rosas. Su expresión deprimida se borra cuando la pequeña mariposa alza vuelo y se posa en su hombro unos segundos antes de echar a volar. Los tres se quedaron viendo al insecto un buen rato antes de que Lilith suspire.
—Bueno, es tarde, debes darte tu baño antes de la cena.
—No, un rato más—responde el niño—Levy, vamos a jugar—pide acercándose al guardia tirando de su mano.
—Levy tiene que irse o llegara tarde a su cita, Melisa ¿llevas a Ender a su baño?
La niñera asiente y se acerca al joven príncipe tomándolo en los brazos. Ender comienza a tener una rabieta automáticamente mientras se alejaban, furiosas lagrimas brotaban de sus ojos azules mientras extendía los brazos a su mamá y al guardia de quien era inevitable hacerse amigo cuando pasaban varios días juntos.
El guardia y la reina se quedaron a solas, con Constanza a pocos pasos de ellos dándoles algo de privacidad. El guardia estudio su sería expresión pero ella no se volteo a verlo.
—Lilith...
—¿Genevive no te espera? Se te hará tarde, a los actores no se le hacen esperar ni menos a las damas—dice ella mientras seguía su camino. Automáticamente la doncella se mueve detrás de Lilith, Levy se la queda viendo, y con un suspiro se retira.
La joven reina se voltea a verlo irse, y hace una meuca antes de continuar su camino.
Levy había mentido, si hubo una vez que fue al teatro, pero no fue una experiencia agradable. Él no tenía más de siete años, y unos actores reconocidos de Europa hacían una gira por todos los países, era un show para niños, trataba de algún cuento o algo parecido. Su madre había ahorrado dinero que se ganaba limpiando casas para comprar tres entradas para ella, Brian y Levy. Cuando se había acercado el estreno, se pasó noches en vela cociendo su ropa para que estuvieran lo más presentable posible y salieron. Estaba sumamente emocionado, nunca había visto a gente actuar y habían prometido dragones, hechiceros y mucho más. Pero apenas pusieron un pie en el lugar, un hombre alto de pronunciado bigote les prohibió el paso, Levy no había entendido ni la mitad de las palabras que le habían dicho, pero si hubo una frase que se le quedo en la cabeza "no se aceptan gente de las calles, vuelvan por donde vinieron" recordaba a su mamá mostrando las tres entradas y al hombre partirlas a la mitad frente a la cara de ellos como si todo el trabajo que su madre hizo fuera para nada. Y solo a unos metros de ellos, ingresando por otra puerta junto a la alta sociedad, pudo percibir el movimiento de una niña de cabello oscuro que lo observaba, y él a ella.
Su madre y los niños habían vuelto a la casa desanimados. Y Levy estaba profundamente triste. Lo único bueno de todo eso, es que, al llegar a la casa, su madre hizo que los dos niños se sentaran en las banquetas de madera, puso el mantel fino de color blanco, el cual usaban en ocasiones especiales, encima de la mesa, agarro un par de medias y pego rápidamente botones sueltos, para así comenzar con su propia obra de títeres.
Tal vez ese era uno de los recuerdos más felices y tristes a la vez de Levy, desde niño comprendió cuál era su lugar. Donde pertenecía, pero ahora no estaba del todo seguro. Una parte de él seguía siendo aquel niñito del barrio obrero, ahora solo era guardia de mayor rango en la corona, ¿pero que sucedía cuando le sacaban el uniforme?
Esos eran todos los pensamientos que tuvo mientras se encaminaba a reunirse con Genevive, de golpe se sentía incómodo con la ropa que tenía puesta. Una camisa ajustada de color blanco con uno de los sacos que Mike le había prestado y sus mejores pantalones.
Se sentía incómodo en su propia piel en aquel momento. Quiso irse, huir, no era tarde. Aun no lo habían visto.
—Levy, aquí—escuchaba que lo llamaban. Genevive sonreía moviendo su mano delicadamente, tenía unos guantes largos hasta el codo con un vestido de color rosa suave demasiado largo, el cabello naranja estaba en un delicado peinado, un collar de piedras que le caían en el pecho y suave maquillaje en su rostro.
Viendo que era muy tarde para correr, decide acercarse con una sonrisa entumecida en sus labios. Genevive rodea su brazo suavemente alrededor de su bíceps para guiarlo junto a las personas que la habían acompañado.
—Quiero presentarte a dos buenos amigos míos, Diana y su hermano mayor, Gunther. Diana es profesora en la misma escuela que yo. Gunther es abogado.
Ambos hermanos tenían un espeso cabello de color negro y ojos redondos. Los de Diana eran azules mientras que los de su hermano eran de color castaño. Diana sonreía también de manera amable, el cabello negro tenía una trenza que le caía por el hombro y un vestido azul claro con anchas hombreras, a diferencia de Genevive, ella no llevaba guantes.
Gunther era otro caso, llevaba un pulcro traje negro con el cabello bien peinado. Si Levy se sentía incómodo y estúpido ahora se sentía peor.
—Genevive nos habló mucho de ti—dice Diana tras la inclinación de cabeza.
—Espero que cosas buenas.
—Luego tendremos mas oportunidad para hablar—dijo Gunther mientras que la fila de personas iba moviéndose—Debemos ingresar.
El teatro "Les Muse" se levantaba majestuosamente delante de ellos, tenía unas enormes vigas de color blanco. La puerta de vidrio mostrando su interior de paredes blancas con pinturas demasiados artísticas, y alfombras rojas en todas partes.
Levy se movió a la par que el resto de los invitados yendo a la puerta para ingresar. Los recibía un hombre, estaba mas viejo, pero Levy estaba seguro que era el mismo. Recibió sus tickets, y con una sonrisa les dijo.
—Adelante, caballero.
Se preguntaba si lo reconocería, pero la respuesta era que claramente no.
—¿Estas bien?
Levy agacho la mirada para ver a Genevive, la pelirroja aun tenía entrelazado su brazo con el de él.
—Si, lo estoy.
Ambos se sonríen y continúan caminando por el enorme teatro. El salón al que ingresaron tenía butacas de color rojo oscuro, la luz estaba tenue ante el ingreso, y en las paredes del teatro colgaban enormes cuadros de producciones anteriores que pasaron por aquel lugar, el techo estaba dibujado un retrato de Dionisio, tenía una corona de laureles de brillantes colores verdes y levantaba lo más parecido a un jarro.
Levy se situó al lado de Genevive, dejando a Diana de su otro extremo y por último el muchacho que no sacaba la mirada de los brazos enlazados de los dos jóvenes. Las luces se apagaron, y el telón se abrió dando comienzo a la obra.
Pasaron varios minutos cuando Levy se dio cuenta de que no iba a haber dragones, ni brujas o cosas que le prometieron de niños. Era una obra de Shakespeare, Romeo y Julieta. Nunca leyó el libro, pero recordaba las primeras veces que iba al jardín a jugar con Lilith, había tardes en los que ella recitaba los versos de memoria y los actuaba para él. Pensar en Lilith le hizo dar una punzada en su pecho, parecía demasiado molesta esta tarde antes que se fuera, ¿debería volver al castillo? Aunque ya era tarde, seguramente estaría dormida luego de tanto trabajo más estar con Ender.
—¿Quieres salir un rato?—pregunta Genevive en su oído.
—Por favor.
—Ya venimos—susurra Genevive a sus amigos. Los ojos azules de Diana la miran con confusión, "¿Dónde van?" se escuchó que preguntaron en la oscuridad, pero Genevive agarro con su mano enguantada la de Levy y la jalo para irse.
La luz del pasillo casi lastima los ojos de Levy al recibirla de golpe, la habitación era sumamente clara, sin demasiada decoración, las vigas se alzaban en lo alto y tenían dibujos de coronas de laureles en las paredes.
—Lamento sacarte—dice ella—Pero no lucías a que te la estabas pasando bien.
—No es eso, simplemente fue...diferente, a lo que creí.
—Romeo y Julieta ni siquiera es mi obra favorita, pero Gunther compro las entradas y no podía negarme—dice ella comenzando a caminar por el pasillo. Levy se le une. Ninguno tenía ningún punto donde dirigirse, el teatro era inmenso, con demasiadas puertas de color blanco y perilla de oro.
Había mas salones, una especial para banquetes, otra especial para otra obra que se tuviera que dar en el mismo lugar si la principal estaba ocupada. Y un salón de música, ahí es donde ambos jóvenes terminaron cuando Genevive empujo la puerta creyendo que era la salida de emergencia para no tener que salir al frente.
El salón de música era tranquilo, un enorme piano de cola negro descansaba en el centro de la habitación llamando la atención. En el rincón Levy alcanzo a ver un arpa y una lira juntas, entre otras cosas que deberían estar guardadas. Una escultura de Las Musas se encontraba en la pared, todas reunidas y mirando al frente con sus perfectos rostros esculpidos.
—Entonces, ¿Gunther te invito a ti?
Genevive suspira jugando con sus guantes.
—Diana y yo nos convertimos automáticamente en amigas cuando empezamos a trabajar, tenemos tanto en común. Amo estar en su casa, hay demasiado silencio, aunque en la mia solo seamos papá, mi madrastra y yo nunca hay silencio. En la suya si, es tranquilizante. Viven juntos, sus padres murieron en la guerra de hace unos años antes que Lilith fuera reina...su hermano se me ha declarado muchas veces, lo rechacé tan amablemente como pude, pero es tan difícil cuando sigue insistiendo. Me invito al teatro, y le dije que sería lindo invitar a Diana, luego dijo algo que seria horrible ver a su hermana sola entonces...
—¿Me invitaste a mi como una cita para ella? —pregunta el chico. Las mejillas de Genevive se sonrojaron levemente.
—Si y no. Te invite porque creo que Gunther así iba a entender el mensaje de que no estoy para nada interesada en él. También porque quería pasar mas tiempo contigo, ¿eso suena estúpido?
Ambos se observaron en silencio. El corazón de Levy da unos pequeños aleteos en su pecho esperando ansioso por una reacción. La joven pelirroja agacho la mirada algo avergonzada, sintiéndose estúpida como una niñita que pide un poco de amor.
—¿Me acompañas a casa?
Levy dio un asentimiento con su cabeza, la joven pelirroja pasa por su lado dispuesta a huir de aquella sala de música dejando todo su palabrerío en esa habitación. Levy le sostiene de la muñeca suavemente antes de que se fuera, ambos se observan en silencio.
—Solo acepte a venir a esto porque tu me lo pediste, pasar el tiempo contigo se me hace de lo mejor en mis tardes.
Su corazón dio un golpe de protesta, eso no era del todo cierto. Si bien, disfrutaba sus noches acompañando a Genevive, hablando de todo y de nada a la vez. Había alguien mas rondando por su mente todo el tiempo.
La respiración de Genevive se ralentizó mientras que las manos del guardia iban a su cintura para acercarla mas a él, las manos de la joven se movieron suavemente por sus brazos hasta ubicarlas detrás del cuello del guardia, se inclino ante ella acabando con cualquier distancia, sentía el corazón latirle con demasiada fuerza en su pecho. La boca de Genevive termino la lejanía acercándose mas a él donde abrieron paso a un beso que iba subiendo su intensidad, las manos del chico se colocaron detrás de su espalda mientras se lo profundizaba saboreando sus labios.
Su cuerpo fue empujándola suavemente mientras se guiaban a ciegas mientras que su bocas se movían sobre el otro, sus lenguas se encontraron, y los dedos enguantados de la joven acariciaron su cabello. Se separaron cuando por accidente tiraron un conjunto de instrumentos musicales provocando demasiado ruido.
Ambos respiraban de manera agitada, con los labios hinchados y el corazón latiéndoles por mil. Se observaron, los ojos de ellas brillaban como las mas brillantes estrellas del universo, quería volver a besarla, pero algo le decía que si no se iban de ahí y llegaban a descubrirlos, la reputación de Genevive podría verse perjudicada. Acaricio su mejilla mientras la veía.
—¿Tienes hambre?—pregunta él, cuando asiente le sonríe un poco—Te invito la cena.
—¿Qué hay de Diana y Gunther?—pregunto ella mientras que el guardia caminaba a la puerta, se voltea a verla con una mano en el picaporte y hace una pequeña mueca.
—¿Crees que le importe?—pregunta, los labios de Genevive de a poco se iban curvando en una sonrisa.
—No, la verdad no—dijo ella agarrando su mano y ambos salieron del lugar, dejando el beso en la sala de música como un secreto entre ellos, y Las Musas que lo observaban desde la piedra en la que estaban esculpidas.
El corazón de Lilith estaba encendido en llamas mientras pensaba en Levy, desde que se había ido no dejaba de pensar en él y en que estaría haciendo con aquella chica. La había estudiado en el baile, la había investigado.
De clase alta, estudió en un internado desde temprana edad y al lado de muchas familias de la alta sociedad, se profesionalizó en una carrera. Era linda, con rasgos delicados, parecía sacada de un cuento de hadas. De enormes ojos verde agua con mejillas sonrosadas.
Y eso la enfermaba gravemente.
Había intentado distraerse, con trabajo, con su hijo y con otras cosas. Pero aunque estuviera cerca de la hora de irse a dormir, no podía conciliar el sueño. ¿La estaría pasando bien? ¿se estarían besando? ¿sus brazos rodearían su pequeña cintura pegándola a su cuerpo? Como odiaba pensar en eso, como odiaba saber que seguramente lo estaría haciendo.
Eran amigos después de todo, claro solo se habían besado una que otra vez y su corazón daba mil brincos, y su piel añoraba su tacto. Pero eran amigos, eso había establecido y así debía quedarse, nada bueno podía salir de todo eso.
Demasiado molesta, y cansada de seguir pensando, se saco las sabanas de su cuerpo donde comenzó a caminar por los pasillos exigiendo que la dejaran sola. Bajo las escaleras a la cocina y abrió la bodega para sacar una de las botellas de vino, su copa se convirtió en más copas, pero al ver que el resto de la bodega estaba cerrada soltó un chasquido.
Seguramente su esposo tenía vino escondido. Sin esperar, salió del castillo.
Ambrose estaba durmiendo cómodamente en su habitación cuando escucho unos golpes en su puerta, se friega los ojos demasiado agotado y bosteza antes de levantarse. Se coloca su bata de seda roja antes de caminar a la puerta donde la abre encontrándose a un guardia, era joven, nuevo estaba seguro.
—¿Si? —pregunta el rey alzando una ceja.
—S-señor, vi a la reina Lilith caminar sola por el jardín. Intente hacerla ingresar, pero ella solo quiso seguir caminando. P-parecía borracha, señor—dijo el guardia temblando como una hoja como si dar aquel comunicado le diera pánico. Ambrose suspira fregándose la frente.
—Esto es increíble, ¿Dónde se dirigió?
—Al salón de las fiestas—dijo el joven guardia.
—Bien, iré a buscarla, no le digas a nadie y espera al frente.
El guardia asiente mientras que Ambrose sale del castillo dando grandes zancadas. Cruzo todo el jardín hasta llegar al rectángulo donde él solía organizar fiestas y encontrarse con sus amantes, la puerta estaba abierta de par en par, y se escuchaba movimiento.
El rey ingresa al salón, todo estaba ubicado como siempre. Desde el sillón de terciopelo negro con una manta, hasta los cuadros decorativos de pintores famosos, usualmente nadie utilizaba aquel salón. Ambrose sospechaba que Ender podría hacerlo cuando fuera lo suficientemente mayor.
Si es que no le salía demasiado defectuoso como el hermano de la reina.
—Lilith, ¿Qué estas haciendo?
La joven reina lo mira con desinterés mientras su cuerpo estaba recostado en otro de los sillones, su cabello negro bañaba las almohadas dejándolo caer en todas partes, y solo llevaba puesto un camisón blanco que se le pegaba al cuerpo. La reina le dio un trago a la botella.
—Quería mas vino, pero el resto de las botellas estaban cerradas bajo llave, y si le decía al jefe de la cocina, William, que quería mas vino iba a negarse por más que se lo ordenara. Ese hombre nunca tuvo miedo de decirme que no, se tiene mucha confianza con que no lo despediré para negarme cosas—dice ella y continua bebiendo—Pero supuse que tu aquí tendrías tu pequeño tesoro, no me equivoque.
—Deberías estar durmiendo.
Una risa escandalosa escapo de los labios de su esposa mientras se levantaba, su andar era demasiado torpe, y sus oscuros ojos brillaban por el alcohol. Se acerco a él mientras movía suavemente las caderas sin despegar los ojos de él.
—Claro, porque yo dejo que tu hagas fiestas, como esa noche que estaba pariendo y tu estabas cogiéndote a una amante. Pero yo solo quiero beber un trago de vino y se me castiga por eso, no me parece justo, ¿verdad?
—Tienes una responsabilidad...
La reina se fregó la frente, apenas tenía veintitrés años, pero se sentía demasiado mayor en aquel momento.
—Tengo cientos de responsabilidades, dos tierras que proteger, amenazas a diario, dinero que hacer, gente que satisfacer y un niño que criar para que luego no piense que fui una mala madre cuando crezca y me tenga rencor. Al menos yo paso tiempo con él, ¿Cuál es tu excusa, señor?
—¿A que te refieres con amenazas?—preguntó frunciendo el ceño, la reina murmuro algo entre dientes bebiendo el líquido oscuro antes de mirar a su esposo sin demasiado interés.
—El imperio de oriente esta muy interesado en Las Islas del Sur por su petróleo y esas cosas. Estoy arreglándolo.
—¿Y no me dijiste?—preguntó intentando calmar el enojo creciente. La reina se masajea la frente como si esas palabras le hubieran producido un nuevo dolor de cabeza.
—Dame un respiro Ambrose, no estoy haciendo un buen trabajo, ya lo se, pero dame un respiro para beber al menos—comenta ella dándole un trago a la botella. Lo que Lilith no contaba es que también bebía porque su corazón estaba destruido y un fuego de ira crecía en su interior al pensar en Levy con aquella chica.
—Eres imposible—responde el rey fregándose el rostro. Una risa sin ganas se escapó de la garganta de ella, Lilith intento beber de su botella, pero bufo al ver que se había acabado hasta la última gota. Deja la botella de lado antes de volverse a acercar a su esposo.
—Hare que tus días a mi lado sean los más llevaderos—recita ella—Eso fue lo que me dijiste, días antes de nuestra boda. Y créeme cariño, tampoco me la has hecho fácil. Se podría decir que te odio, y eres patético, y me jodiste desde que nos conocemos.
Ambrose la agarra del rostro con fuerza tomándola por sorpresa. Pero la reina no le saca los ojos de encima, sus labios se unieron en un beso agresivo y urgente. Ya no podían lastimarse, estar juntos era ya suficiente dolor para ellos, la boca de Lilith sabía a las suaves uvas del vino, y todos sus sentidos estaban alcoholizados.
Ambrose tal vez no la amara. Pero si la deseaba, y eso para él era suficiente.
Las ropas de ambos terminaron en el suelo arrugadas en una pequeña montaña, y sus cuerpos desnudos fueron al sillón donde no esperaron ningún segundo para embestirla. La reina soltaba gemidos mientras se aferraba al cuerpo de su marido, su sistema alcoholizado la hacía disfrutar, la hacia pensar que era agradable. Pero su cabeza transformaba a su esposo en otra persona, y por los Dioses, cuanto deseaba que así fuera.
Cerro los ojos con fuerza mientras que Ambrose la embestía una y otra vez.
En el otro lado de la ciudad, Levy y Genevive disfrutaban de su velada. Hasta que se hizo demasiado tarde y el joven guardia la acompaño a la casa. Se dieron un suave besos en los labios y se sonrieron antes de que él se fuera.
A la mañana siguiente. La cabeza de Lilith dolía horrores, y el cuerpo desnudo de su marido estaba dormido a su lado, la joven reina suelta un suspiro levantándose, su mano acaricia su cuello donde recordaba los labios de Ambrose, y todo su cuerpo sobre el de ella.
Cuanto asco se daba a sí misma.
Se colocó el camisón y tapó el cuerpo desnudo de su marido con la manta dejándole la ropa a su alcance antes de retirarse. Se peina el cabello enmarañado con los dedos mientras que el dolor de su cabeza no hacía más que crecer. Tal vez no recordara demasiado de anoche, pero si se acordaba que fue más de una vez que Ambrose estuvo encima de ella tocándola y marcándola nuevamente.
Necesitaba un baño antes de tener que enfrentar su día.
Al ingresar al salón que conectaba con el jardín, sus ojos hicieron contacto con el guardia ya vestido en su uniforme. Ambos se vieron en silencio unos segundos sosteniéndose la mirada, Levy la recorría con la mirada, seguramente su cabeza haciendo miles de preguntas. "¿Fue como la primera vez, Lilith?"
La joven reina iba a hablar cuando en eso la tierra comienza a moverse bajo sus pies y se escucho el ruido de una explosión. Sin perder tiempo, la reina empieza a correr escaleras arriba mientras que Levy gritaba su nombre siguiéndola, la joven reina ingresa al cuarto de su hijo quien lloraba al sentirse asustado y desorientado, tras el segundo movimiento de la tierra Lilith toma a su hijo en brazos y lo abraza con fuerza protegiéndolo con su cuerpo cuando las ventanas temblaron a su alrededor.
—¿Qué sucede? ¿Qué es eso? —pregunta Levy mientras veía a las doncellas y guardias correr. Lilith abraza a su hijo con fuerza mientras que el niño se aferraba a su cuerpo.
—El imperio de Oriente se cansó de esperar, y nos están declarando la guerra por nuestras tierras.
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