
Capitulo XXII
1883
Al despertarse, la reina sentía que le dolía cada musculo de su cuerpo, sus piernas ardían de mil maneras que le resultaba un dolor sumamente enorme. Su cuerpo se quejaba en cada movimiento que daba, mientras que su cabeza daba un sinfín de vueltas.
Se obligo a sacarse las sabanas de su cuerpo antes de levantarse y caminar en paso vago hasta el espejo, se sostuvo la mirada un buen rato, era un completo desastre. El cabello negro completamente enmarañado, la ropa echa un desastre, sangre seca en sus tobillos, se saca el camisón con una mirada de repulsión mientras intentaba contenerse. Cada parte de su cuerpo tenía una marca de anoche, estaban ahí en todas partes, aunque fueran invisibles, y estaba tan vacía por dentro, quería sacarse la piel y huir de ser posible.
Camino hasta su escritorio donde agarro la daga, con su mirada fija en el espejo, agarra una buena cantidad de cabello y se lo corta sin detenerse a mirar. La parte más larga de su cabello negro cae en el suelo, mientras que el resto permanece un poco por encima de sus hombros.
—¡Su majestad! Oh, disculpe, no sabia que usted...perdón.
Lilith rehuyó la mirada de su mucama caminando desnuda al baño.
—Voy a prepararme un baño, bajare en un segundo.
—No majestad, por eso vine—habla Constanza y se detiene a verla, la mujer se encontraba sumamente nerviosa en ese momento—Es el rey, su majestad, y los guardias DeBlanc.
El corazón de Lilith se apretó con fuerza en su pecho, la idea de que Ambrose le estuviera haciendo daño a Levy le aterraba completamente. Fue corriendo a su armario y se colocó el vestido mas sencillo que encontró, sin tantos detalles, ni tirantes. Solo un simple vestido de color celeste que le permitía mas libre movimiento.
—¿Dijiste los?—pregunta comenzando a caminar obligando cada extremo de su cuerpo a moverse a pesar de que las piernas le estaban temblando. Se había olvidado ponerse los zapatos, y sus pies descalzos parecían estar caminando encima de clavos en esos momentos.
—A Levy y su hermano Brian. Ambos cometieron un error demasiado grave y Ambrose los castigo.
Lilith alzo la falda y echa a correr demasiado rápido mientras se movía por todos los pasillos del palacio hasta llegar afuera.
Había un enorme circulo de guardias, doncellas y demás personal que observaban la situación. Pero ninguno se atrevía a hacer nada, Ambrose estaba vestido con la camisa abierta mostrando su pecho y pantalones negros, Lilith alcanzaba a verle un corte de sangre en la altura de su cuello.
Levy estaba arrodillado en el suelo, siendo agarrado por los guardias de Ambrose, lo sostenían con fuerza mientras que el chico intentaba soltarse. Arrodillado dándole la espalda a Ambrose, en el suelo, estaba Brian quien ya no parecía tener fuerzas para gritar. Ambos hermanos estaban llenos de sangre en la espalda, golpeados, y Brian parecía a punto de dejar el mundo mientras que Ambrose le siguiera fustigando.
—Ambrose, ¡detente ya mismo!
—Ya casi termino—dice sin verla, cuando echa su mano hacia atrás para golpearlo de nuevo, Lilith lo agarra con fuerza de la muñeca para verlo.
—Te dije, que te detengas, ¿vas a desobedecerme de nuevo esta vez?
—Es el mínimo castigo que se merecen, yo diría que fui bastante bueno al no mandarlos a una horca. Porque sabes bien que pude hacerlo.
—¡No tienes ningún derecho en estos lados del país para hacerle eso a dos guardias reales!
—¡Dos guardias reales que cometieron una traición!—le grita su esposo viéndola fijamente—Dos guardias reales, donde ese de ahí —dice señalando a Levy con el latigo—Espero a esta mañana por querer cortarme la cabeza, y tras el primer golpe que le di, este otro—continua señalando a Brian cuya respiración era agitada—Me golpea para que lo suelte. Pude mandarlos a los dos a que los cuelguen sin ninguna pena.
—¿Qué ocurre aquí?—pregunta una voz impotente haciendo que todos se volteen. Lilith no, no quería ver a su madre. La ex reina se mueve entre los guardias y demás observando toda la escena, luego los ojos caen en su hija y su yerno—¿Nadie va a hablar ahora?
—Lleven a los guardias a la enfermería del castillo—ordena Lilith antes de mirar a su esposo—Hablare contigo después.
Ambrose le echo una mirada asesina antes de voltearse e irse dando grandes zancadas, un grupo de doncellas y otros guardias se acercaron a ayudar a ambos hermanos antes de retirarse. Lilith suspira volteándose a ver a su madre.
La ex reina se le acerca, aun a esa hora de la mañana estaba impecable. El cabello rubio lo llevaba suelto, con un vestido de color verde claro y su piel reluciente. Se la acerca a su hija y extiende la mano tocando los mechones cortados de su hija haciendo una mueca.
—¿Qué hiciste? ¿agarraste una daga y te lo pasaste en el cabello? —pregunta, la joven reina no contesta sin dejar de mirar a su madre—Planeaba venir de visita, pero esta claro que la situación es más grande...lávate hija, y encuéntrame en mi antigua sala.
La cabeza de la joven reina solo podía pensar en los dos hermanos, en Levy, tenía tantas ganas de verlo. Pero primero debía concentrarse en su madre. Le dieron un baño y luego le colocaron uno de sus vestidos que solía usar en eventos informales, de color azul oscuro con las mangas hasta los codos. Constanza le termino de emparejar mejor el cabello y se lo peino, le quedaba demasiado encima de los hombros, el viento le hacía cosquillas en el cuello desnudo mientras suspiraba.
Una vez lista, fue a la sala donde su madre la esperaba. Estaba sentada en un mullido sillón color crema y tenia demasiadas almohadas con bordados de flores, bebía un trago de su té en una delicada taza de porcelana blanca. Cuando su hija ingreso, ambas se vieron, la ex reina hace una mueca disgustada.
—El cabello largo te queda mejor.
Lilith suspira terminando de ingresar.
—Lamento aquella bienvenida, no sabía que vendrías de visita.
—No pensé que debería pedir permiso, ahora, ¿me explicas que se debía todo eso?
—Bueno...aún no se con exactitud, pero...creo que Levy...el guardia DeBlanc quiso...defenderme por asi decirlo.
—¿Y por qué es eso?
—Ambrose, él...él y yo, intimamos por asi decirlo. Yo no quería mucho, pero...lo hizo.
—¿Estas embarazada? —pregunta su madre abriendo los ojos completamente impresionada. Lilith sintió la lengua secarse de golpe mientras que de manera inconsciente sus manos se fueron al estómago.
—No lo se, es muy pronto para saber si estoy embarazada o no supongo.
—No entiendo porque tanto alboroto por eso, es parte de las tradiciones, le dije a Ambrose que tenía que hacerte convencer para que tuvieras un heredero—dice su madre dándole movimientos circulares a su té.
—¿Perdón?
—Así es el mundo de la reina, Lilith. Y más el tuyo, debes tener bebes, más de lo que quieres, y creme, a veces no querrás tener relaciones con tu esposo, pero así es la tradición. Casarse, tener hijos, Ambrose seguramente no quiso hacerte daño. Habrá algo que estuvo mal en todo lo que hiciste para que perdiera la paciencia contigo. A mí también me fue incomodo al principio tener ciertas intimidades con tu padre, pero lo hice.
—Entonces ¿me dices que lo acepte y ya?
—Eso es justo lo que estoy diciendo, ¿creías que la corona era solamente para lucirla? Pues no, preciosa mía, tienes mucho trabajo que hacer. Y cuando tengas a tu primer hijo, él o ella no será solamente tu hijo, será hijo de toda la nación, el próximo heredero, así que hazte la idea.
Harta de oír mas palabras, Lilith echo a caminar saliendo del salón mientras que su madre le gritaba de fondo "no te olvides de cerrar la puerta" antes que desaparezca.
Cuando dio unos suaves golpes en la puerta, Levy la abre impresionado de encontrársela ahí. Ambos se sostuvieron la mirada unos segundos antes que le permitiera ingresar a la pequeña casa que ambos hermanos habían adquirido. A muchos de los empleados se les concedían cuartos en el lugar de servicio, donde las mayoría de doncellas y mayordomos dormían.
Los guardias reales era otro tema, algunos de ellos tenían cuartos asignados en otra parte del servicio. Pero algunos podían tener sus propios hogares si así lo deseaban, Levy usualmente iba por su cuenta. A veces dormía en el castillo en un cuarto asignado junto a un compañero y a veces se quedaba en la casa que Brian logro comprarse.
Era una casa de tamaño pequeña, no muy lejana al castillo por si se lo necesitaban, donde la mayoría de los que vivian ahí eran guardias reales y algunos ya con familia. La casa era toda de madera y un viento helado entraba por una de las ventanas. No había demasiada decoración, pero el lugar estaba de lo mas limpio. Levy se mostraba incomodo mientras la veía, no tuvo que preguntar como supo de su hogar, sospechaba que cualquiera de sus compañeros se lo habían dicho.
En la pequeña mesa de madera había dos tazas sin lavar y una corteza de pan a lo que Levy se apresura a guardar, Lilith miro el lugar hasta detener sus ojos en el agradable fuego que estaba en la chimenea. Sin duda aquel día hacia demasiado frio, o quizás eran ellos que no encontraban la calidez.
—Deberías estar descansando—dice Lilith, Levy deja las cosas antes de verla.
—Mis golpes no son tan malos—responde el chico acariciándose las manos.
—¿Cómo esta?
—Esta bien, le dieron algo para dormir, su pareja esta...cuidándolo ahora—dice Levy.
—No sabía que Brian tenía novia.
Bueno era mas complicado que eso, pero tampoco quería darle los secretos de su hermano a Lilith en aquel momento. Su hermano estaba sumamente agotado, su cuerpo a rojo vivo, por suerte le habían salvado de infecciones. Y Michael no se había movido de su lado, se quedo junto a él sosteniendo su mano con unas silenciosas lagrimas cayéndole en el rostro. Michael se sentía culpable en el fondo, él pudo haber intervenido a que siguieran lastimando a su amor, pero las cosas hubieran sido solo peor.
—Es mi culpa que este así—dijo Levy—Yo solamente debí ser castigado, pero Brian...él debió meterse.
—Brian quería protegerte, como siempre lo hizo. ¿Aparte que pensabas?
—Anoche te dije que no me molestaba si querían bañar el mar con mi sangre, lo haría con gusto, y lo haría de nuevo por protegerte. Iba a matarlo en la noche, pero me detuvo...y a la mañana siguiente lo vi caminar tan despreocupado que...enloquecí, enloquecí y quise matarlo y casi lo logro hasta que me golpeo para que lo suelte. Y me agarraron, entonces me llevaron al patio donde empezó los golpes, Brian se abalanzo sobre él, y me agarraron a mi para que no me moviera y me obligaban a ver como lo golpeaban.
—¿Puedo ver?
Levy se quedo en silencio observando a la reina, luego de un suspiro con suaves movimientos termina por sacarse los botones de su camisa haciendo que la tela quede de un lado. Le da la espalda donde Lilith contiene la respiración.
Su espalda era ancha y musculosa, una gran franja roja le atravesaba del hombro hasta la parte de atrás junto a otros golpes mas pequeños. Ella pensaba que debía dolerle como los mil demonios, pero Levy estaba tan quieto recibiendo su castigo como creía merecer, y aguantando porque su hermano lo había recibido peor.
La reina lleva una mano temblorosa a las líneas rosadas tocándolas suavemente haciendo que el joven guardia se estremeciera por su tacto, deseaba curarlo. Deseaba que el roce de su mano fuera suficiente para curar y borrar cada una de ellas. El joven guardia se voltea a verla, sus narices se rozaron suavemente, extiende sus manos hacía los cortos cabellos de Lilith.
—¿Nuevo corte?
—No se en lo que pensaba honestamente.
—Te ves hermosa—dice Levy acariciando su mejilla.
Lilith puso las manos en su pecho, sintió los acelerados latidos del corazón de Levy bajo la palma de su mano. Y cuando ya no podían más, cuando los calores de sus cuerpos empezaron a crecer, cuando no tenían suficiente. Acabaron con la tortuosa lejanía y se besaron.
No sabían decir quien fue primero, si Lilith o Levy el que empezó, y eso no importaba mientras que sus labios se acariciaban y sus bocas se abrían paso. Ambos querían mas del otro, querían tocarse, besarse, curar las heridas que se le habían hecho por la misma persona. Levy la sostuvo de la cintura mientras que la reina intentaba no tocar cualquier lugar donde estuviera herido, llevo sus manos al cabello del muchacho tirando de este mientras que sus bocas se movían mas, sus lenguas se encontraron en un punto, y Lilith soltó un suspiro demasiado agitada. La boca de Levy sabía a metal y harina, pero en esos momentos no parecía importarles, solo se necesitaban.
Los corazones de ambos empezaron a latir con rapidez mientras que sus cuerpos se acercaban por mas, Levy le acaricio la cintura y sus dientes le mordieron del labio.
El ruido de algo metálico cayéndose al suelo fue lo que hizo que ambos se separaran, los ojos de Lilith van hacía el adulto que juntaba un plato de metal junto a un vaso y cubiertos. El mayordomo alza la mirada completamente avergonzado con el rostro rojo.
—Lo siento su alteza, no sabia que se encontraba aquí, lo lamento, no vi nada alteza, digo Lilith, digo...
Con un movimiento de mano de la reina, el muchacho guardo silencio.
—Asi que pareja—dice Lilith viendo a Levy acompañando de una sonrisa—Ya veo...mejor me retiro, tengo, tengo cosas que hacer.
—¿Quiere que la acompañe?
—No...no lo hagas, quédate a descansar. Y Brian también, ambos deberán descansar demasiado, hablare con el doctor para saber cuándo puedan volver a su labor.—dice antes de ver al mayordomo—Michael, ¿no?
—Si, su majestad. .
—Empezaste a ayudar a Camden hace unos años. ¿Y ahora qué haces?
—Lo que se me ordene señora, buscar ropa para el rey, limpiar zapatos, pulir la vajilla.
—Bien, quédate a cuidar a estos dos por el momento, cuando vuelvan a la labor tu también, de todas formas, Camden tardara en volver.
—Gracias, majestad.
Lilith se retira y por un largo rato, el silencio reino en esa casa. Levy se apresura a ponerse la camisa y abrochársela, como si el beso de hace unos minutos no hubiera pasado, percibió la sonrisa juguetona de Michael mientras el muchacho terminaba de limpiar.
—Cállate.
—No dije nada, pero sabes que tu hermano te matara si lo sabe.
—No lo sabrá...¿Cómo está?
—Cansado, se despertó un rato, hablo tonterías y volvió a dormirse. Tu también deberías descansar, Levy, no estar tanto tiempo parado ni moviéndote, vamos, ve a acostarte si pasa algo con Brian te lo diré.
Levy suspira y asiente antes de moverse hasta el cuarto que ya había asignado como suyo. Era una habitación pequeña, sin demasiadas cosas, tenía un viejo mueble que logro rescatar para que fuera su armario, una cama de dos plazas cuyas sabanas estaban todas desorganizadas, y una mesa de noche donde descansaba el anillo que Lilith le regalo en su cumpleaños.
El muchacho se acuesta boca abajo sintiendo que los músculos de su espalda se le desgarraban. Recordaba todo, recordaba como cada golpe se sentía como abrirle paso a su piel, pero cuando tocaron a su hermano, fue como si le estuvieran arrancando las extremidades. Cerro los ojos, obligándose a dormir, su cabeza tratando de no pensar en eso, entonces decidió pensar en ella.
Lilith llevaba un buen rato sentada detrás del escritorio tocándose suavemente los labios, y es que la presencia de la boca de Levy seguía sobre ella. La forma en las que sus labios se movían de manera decidida sobre la de ella, sus manos se aferraron a su cuerpo, los latidos sinceros de su corazón pidiendo por mas. Todo estaba ahí, su olor, su sabor, sus manos. ¿Cómo podía concentrarse en sus deberes cuando tenía a Levy en ese momento en su cabeza?
La puerta de su oficina se abre donde ingresa Ambrose, su esposo se había cambiado la ropa, lucía como si fuera otra persona y el rastro de aquel hombre de la mañana ya no existiera. Ella lo vio, y no sintió culpa por haberse besado a Levy, solo sentía rechazo hacia su esposo.
—¿Querías verme?
—Si—dice ella—La próxima vez que decidas flagelar a mis súbditos, espero que mínimamente me avises.
Ambrose suspira pesadamente.
—Era el castigo que se merecían, no hice nada para que casi quisieran matarme. Solamente hicimos parte de nuestro deber.
—¿Tan enojado estas conmigo y tu falta de poder que decides aplicarlo a las personas que si puedes? —pregunta acercándose a su esposo—Ellos me estaban protegiendo a mí.
—¿Qué mentira le habrás dicho?
—Nada que no fuera cierto.
Ambrose la mira de aquella manera molesta como si tuviera la guerra en sus ojos, se aproxima a ella y Lilith saca la daga que había ocultado en su portaligas haciendo que la punta de la daga toque el cuello.
—Vuelves a tocarme y estaré más que agradecida de clavarte esto en el cuello—dice molesta, Ambrose traga saliva antes de separarse unos pasos.
—Intente ser bueno contigo, Lilith, pero si quieres que nuestro matrimonio se sienta como vivir en el infierno bien, que así sea—dice saliendo de la habitación dejándola sola. Lilith suspira con pesar antes de dejar la daga en su escritorio mientras se acariciaba el cuello.
Inconscientemente lleva una mano a su vientre, y se trasladó a las palabras de su madre. Todo siempre se trataba de deber y tradiciones, a nadie le importas cuando eres la gobernante de un país.
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