
Capitulo XLVI
1932
La reina se había detenido mientras miraba hacia afuera del invernadero, el sol de aquella tarde se estaba ocultando débilmente detrás del inmenso mar para darle bienvenida a Selene en aquel momento. Como empezó a notar Aurora, la reina a veces se agarraba de la frente o incluso tosía demasiado provocando que sus doncellas se preocuparan.
Sin duda había algo mas detrás de su mirada, las puertas a unos secretos que pronto serían reveladas. Con cuidado, Aurora empezó a guardar sus cosas, sin duda las historias habían terminado por esa noche. Tenía cientos de preguntas, cientos de comentarios que quería hacer, pero la reina se levantó antes de que ella pudiera hablar.
"Si me disculpas, iré a mi recamara, estoy muy agotada. Mañana no te quitare mucho tiempo"
Aurora había echo una reverencia antes de retirarse.
¿No le quitaría mucho tiempo? ¿Qué significaba aquello? ¡sin duda quedaba miles de historias de las cuales tenía que cubrir! Apenas había descubierto la verdad de la princesa Olivia, ¿hija de Levy? Eso sin duda sería demasiado shockeante para el resto de los habitantes del castillo.
—¿Cómo te fue hoy?
Sus pasos habían sido demasiado ciegos que no se dio cuenta que ya estaba frente al auto junto a Harry, se lo quedo mirando un buen rato, intentó imaginarlo en la infancia. Los ojos celestes, el cabello mas oscuro sin duda, la nariz levemente torcida, seguramente fue todo un encanto de niño.
Harry alzó la ceja al sentirse demasiado observado.
—¿No te fue bien?
—¿Por qué no me dijiste que fue Brian quien te adoptó?
—Ah—dijo él y soltó una leve risa abriéndole la puerta del auto—No iba a ser divertido, aparte, ¿Qué interesa mucho quien fue? Te dije que era un guardia real el que me cuido.
Aurora se sienta en el auto, y espera de manera impaciente a que Harry también se subiera, mueve el pie con demasiado nerviosismo hasta que el chico sube.
—Si, pero no me dijiste que Brian—comenta ella cuando Harry finalmente se sube, el chofer suelta el aire antes de empezar a conducir.—Con razón se te permitían tus caprichitos, como estar alrededor del castillo.
—Era bastante desobediente—comenta él—A Brian le molestaba un poco, pero a la vez no hacía algo para que me controlara honestamente, simplemente me dejaba. La princesa Olivia fue una gran amiga a pesar que nos llevábamos muchos años.
Aurora se apoyó en el asiento mientras lo miraba, Harry seguía conduciendo por la ciudad hasta la casa de la joven.
—¿Sabías que era hija de Levy? Nunca me lo hubiera imaginado, bueno, nadie en el reino se lo hubiera imaginado honestamente. Tu no pareces muy sorprendido, acabo de contarte algo grande.
Harry sonríe, pero decidió no contestar, lo que Aurora tomó como que su charla había terminado ahí.
En aquellas semanas, los dos chicos podían decir que empezaron lo mas parecido a una relación, se veían en sus tiempos libres, se daban uno que otro beso a escondidas y Harry cada tanto había sido invitado a almorzar o algo parecido. Pero Harry ocultaba cosas, al igual que Aurora sentía que todo el mundo ocultaba cosas a su alrededor, se había acostumbrado a sus silencios, a sus secretos que le permitía tener.
Pero quería saberlos todo, quería abrir finalmente la caja de pandora de una vez. Aunque no se imaginaba las desgracias que podía despertar.
—Por cierto, termine mi examen final, estoy esperando la nota.
—Eso es genial—comenta ella con una sonrisa—¿Y dejarás de ser chofer cuando tengas tu título?
—Era mas o menos la idea honestamente, se que siempre se me permitirá volver pero...la idea es hacer mi propio camino—dijo deteniéndose en la casa de Aurora, le dejo un beso en los labios y estaba a punto de bajarse cuando Harry hablo—¿Debes irte esta noche?
—Sería escandaloso irme a tu casa sin tener un anillo en el dedo—dijo ella con una sonrisa divertida en el rostro. Harry ríe un poco antes de suspirar.
—Algo me dice que no debo dejarte.
—Estaré bien—comenta ella dejándole un beso en los labios antes de sonreírle—¿Sabes? La reina me dijo que mañana solo me necesitara un rato en la mañana, podríamos hacer algo en la tarde entonces...si es que tu estas libre claro, aunque aun estamos en vacaciones, seguro no debes llevar a nadie a ningún lado.
—Bien. Si creo que puedo tomarme el día libre.
Aurora acaricia su mejilla y le deja otro beso en los labios, pero Harry no parecía demasiado satisfecho. La chica se baja del auto y se volteaba a verlo, mueve la mano hacía él que le responde, ingresa a su casa y fue recién que cerró la puerta cuando escuchó el motor del auto.
Sonrió para si misma negando con la cabeza mientras saludaba en voz alta, se detiene de golpe al llegar al comedor.
Su padre estaba ahí sentado cruzado de brazos, con una expresión de claro enojo en su rostro. En el comedor se respiraba un tenso ambiente, el florero de cristal con las flores ya muertas se encontraba como pisapapeles de un montón de hojas.
El montón de hojas de mas de la mitad de su manuscrito. Aurora trago saliva cuando los furiosos ojos de su padre se clavaron en ella.
—¿Qué es esto?
—Una historia—dijo ella tratando de no mostrar ningún tartamudeo.
—Una historia, ¿una historia que? ¿quieres te crea que es una historia ficticia? ¡Esto claramente es todo menos ficticio!—le grita su padre mientras la veía enojado—¿Estuviste yendo al castillo? ¿a nuestras espaldas?
—Y-yo, la reina...
—¿La vieja esa qué?—escupió su padre enojado—¡Todo nuestro esfuerzo para darte educación! ¡para dejar que te abras tu paso al mundo! ¿Vas a tirarlo por estas historias fantasiosas? Estas descuidando tu editorial por aquella vieja que no le importamos, a los reyes no le importamos. ¿Sabes lo que te pasara cuando lo publiques?
—La reina me dio toda autorización para publicarlo, ¡su majestad me contrato para publicarlo! Es su autobiografía, es después de que muera.
—Niña tonta—dijo su padre—¿Y tu quien crees que te protegerá una vez que ella muera? ¿Crees que el príncipe lo hará? ¿los descendientes? ¿Quién crees que protegerá a un don nadie que divulgo los secretos de la corona? Esto matara a tu madre, y todo por una vieja loca.
—Deja de faltar el respeto a su majestad.
—¡No es mi reina!
—¡Vives en el país que ella gobierna! ¡Claro que lo es! ¿aparte que te molesta lo que escribo o no? ¡es mi trabajo! ¡Se me paga muy bien por esto!
—Esto es mi culpa, debimos irnos cuando tuve la oportunidad, nunca debí llenarte la cabeza con estúpidas historias y estúpidos tratados. Nunca debí dejarte empezar a escribir en primer lugar, directamente debí casarte con el primer hombre que quiso tu mano o mandarte a un convento de monjas lejos de esta locura—dice su padre clavando sus ojos furiosos en ella, agarro un manojo de al menos cinco hojas—¡Esto es basura Aurora! ¡Esto es mierda y a la corona no le importara que pase contigo!
—¡No!—grito ella cuando su padre rasgo las cinco hojas en dos partes perfectas, las lágrimas empezaron a salir de sus ojos e intento salvar el resto de las hojas cuando en eso se abre la puerta de la casa de golpe.
Harry se acerca de golpe al hombre y lo agarra del cuello como si estuviera dispuesto a golpearlo.
—¡Harry basta! ¡Basta con esto!
—¿Qué pasa aquí?—pregunto la voz de su madre haciendo que todo el jaleo se termine. Aurora se muerde el labio nerviosa mientras se apresura a agarrar todas sus hojas del manuscrito incluidas las cinco que partió en dos, se las abraza al cuerpo mientras huía de la casa, su madre la llamo pero no se volteaba a verla.
Empezó a caminar a ciegas hasta que sintió la mano de Harry detenerla suavemente, la chica largo un sollozo apoyándose en el pecho del chofer quien la rodeo con los brazos.
El departamento mono ambiente de Harry no era demasiado lujoso, pero si bastante acogedor al decir verdad. Tenía un colchón de dos plazas perfectamente colocado en el rincón con mantas de un azul oscuro bien tendido, una pequeña mesa de madera con tres sillas frente a la ventana, el hogar bastante viejo y parecía no ser usado mientras que a su lado tenía un librero con interesantes títulos en el, el sillón de un cuerpo en el rincón cerca de la otra ventana ofreciéndole luz y la cocina era pequeñita, con demasiado almacenamiento entre cajones.
Había solamente dos puertas, lo que Aurora adivino que una era el baño y el otro era el armario. Olía a Harry, pino y menta.
—¿Quieres un té?—escuchó que preguntaba—Perdona, no tengo...mucho.
—Es perfecto para un soltero. Me gustaría uno así para mi.
Harry decide ir a preparar el té al pensar que Aurora no le había contestado. La chica se sienta en la sillita de madera, la vista sin duda era demasiado agradable, el departamento se encontraba en el centro de la ciudad, el piso mas alto era el tercero donde Harry vivía, frente a ellos estaba el teatro de la ciudad y podías ver la filas de personas, también el restaurante mas cercano tenía muchas mesas colocadas en la calle.
Aurora agarro su bolso donde saco las arrugadas hojas de su manuscrito. Entre ellas las rotas, sintió que podía largarse a llorar de nuevo, todo su trabajo casi se iba a la basura por culpa de su padre.
Una pequeña tacita de té se le es dejada al frente.
—¿Cuáles rompió?
—Parte del nacimiento de Olivia, y las anteriores a esas. Nunca lo ví tan furioso o demostrar su odio a la corona.
—No mucha gente es su fan o le rinden gran tributo.
—Lo se, pero no me lo vi venir...Mi mamá me enseñó mucho del reino, pero tuve que suponer que a papá no le agradaba, siempre callaba sus historias cuando él estaba cerca. Aun así es la primera vez que lo veo tan...tan furioso conmigo. Gracias por entrar, seguramente terminaba rompiendo todo.
—Te dije que sentía que no podía irme. ¿Tienes hambre?
—No, creo que iré a recostarme...
—Claro, ve, yo dormiré en el sillón.
Aurora se voltea al incomodo sillón individual en el rinconcito antes de ver a Harry.
—Tu cama es suficientemente...grande, para ambos.
—No sería muy correcto, creo.
La joven se ríe encogiéndose de hombros.
—Solo vamos a dormir. Aparte nosotros somos...bueno, nunca me lo preguntaste oficialmente pero si no lo somos debemos decir que ya manchaste mi buen nombre.
Harry se ríe acariciando su mano.
Un rato mas tarde, ambos jóvenes estaban recostados bajo las sabanas siendo solamente iluminados por las luces de la ciudad, la joven acaricio la mano cicatrizada de Harry soltando un suspiro mientras se veían, le acarició la mejilla con cuidado y beso sus labios. No llegaron demasiado lejos, unos besos y roces de cuerpo fueron todo lo que tuvieron, la joven se quedo dormida con su cabeza apoyada en el pecho del chofer.
Aquella mañana era lo mas lejano que Aurora estuvo dentro del castillo, sus ojos miraban de manera impresionada todo a su alrededor, desde las grandes arañas, hasta las altas columnas y los delicados objetos. No podía describir con palabras lo llamativo e impresionante que le resultaba todo, no se podía describir como su cuerpo tenía una reacción desconocida ante aquellas paredes cargadas de secretos e historias.
La doncella le repetía muchas veces "por aquí señorita", debido a que Aurora se distraía demasiado con cada cosita. Se quedaba embobada viendo las ventanas de un cristal tan transparente que veías el mar, o apreciando los espirales de las claras cortinas, se quedaba de piedra cada vez que veía un retrato de la familia real.
Y es que debieron cruzar el pasillo de los retratos donde Aurora se quedo completamente pasmada. El cuadro de la reina destacaba entre todos los reyes, su belleza había sido capturada y perduraría en el tiempo. Sin duda aquel cuadro fue días después de su coronación, o es creía.
Su mirada severa y sería se alzaba en alto, tenía un porte demasiado seguro e impresionante, sus ojos felinos y oscuros te miraban de manera desafiante. El artista había echo demasiado enfasis capturando su mirada, un vestido verde esmeralda con los hombros caídos donde se mostraba mas de su piel olivácea que desentonaban, los labios gruesos y rosados se levantaban en una pequeña punta como si quisiera sonreír. El cabello negro estaba largo hasta la cintura sin duda, y una enorme corona encima de su cabeza.
—¿Señorita?—pregunto una voz sacándola de su trance.
—Oh, si perdón—dijo Aurora.
Llegaron a unas enormes puertas de madera y Aurora pudo comprender que ese era la oficina de la reina. De unas paredes color clara con enormes libreros de punta en punta, un globo terráqueo de color tierra descansaba en la esquina de la oficina junto a un hermoso florero con la Diosa Deméter y Perséfone grabada en el que tenía cientos de rosas.
—La reina ya la acompañara, ¿le gustaría té o café?
—Claro—dijo ella, la verdad no quería nada de esas cosas. Pero iba a servirle para explorar un poco sin sentir los ojos de la mujer perseguirla.
En el centro de la oficina descansaba el escritorio de madera blanco con un montón de hojas bien apiladas, en lo alto de la pared detrás del escritorio se encontraba un retrato real de la reina cuando era mas joven y todavía no era reina. Sin duda no pasaba mas de los once años, sus ojos felinos no eran tan desafiantes a esa edad, y se mantenía del lado izquierdo de su padre, ella tenía un vestido de color rosa suave y una pequeña tiara de color plata con formas de hojas de laurel, del lado derecho se encontraba la ex reina Ariah con un impresionante vestido voluptuoso de color amarillo fuerte, la mirada fría y severa, junto a ella de manera recta y tensa estaban los dos mas jóvenes de la casa real.
Los cabellos rubios de la duquesa Ophelia y el príncipe Camden destacaba al lado de su hermana. Ambos demasiados derechos, con los rasgos mas suaves y de cara mas redonda que su hermana mayor.
El rey era el único sentado en el trono, con un porte que exigía respeto y temor, sus facciones duras con las mismas cejas gruesas que le heredó a su primogénita y los ojos oscuros sin vida. No se atrevió a mirarlo demasiado.
Aurora se acerco al escritorio donde vio un portarretrato en blanco y negro, sin pensarlo mucho lo agarro para examinarlo. Lilith y el difunto Rey se encontraban ahí, ambos serios, ambos mirando a la cámara sin demasiada emoción. Él vestía un traje, y ella un suave vestido largo y demasiado sencillo a su parecer.
Los tres hijos de Lilith estaban a su alrededor, sin duda era adolescente. Distinguió al príncipe Ender con facilidad, de cabello demasiado oscuro parado junto a su padre, con la espalda recta, y la mirada indescifrable. Al lado de Lilith se encontraba Kaiser, unos rizos perfectamente armados se colocaban delante de su cabeza, tenía una mirada traviesa, como quien ocultaba la mas grande bromas. Y al lado de Kaiser, estaba la princesa Olivia.
Era bella, sin duda alguna. A pesar de estar blanco y negro, Aurora creía ver sus colores. Se imaginaba la piel olivácea igual a la de su madre, sus ojos castaños de expresión caída miraban la cámara y tenía una tímida sonrisa en sus labios, su cabello con rizos menos armados que su hermano descansaba en su espalda. Aurora se acercó la fotografía más al rostro.
¿Qué era...?
Cuando la puerta se abrió dejo de golpe la fotografía. Detrás de la reina se encontraba la doncella con dos tazas de café.
—Aurora, lamento la tardanza estaba buscando algo que quería mostrarte.
—No hay problema majestad, tiene una encantadora oficina.
—Espero que no te moleste que te traiga aquí, la verdad es que hoy nuestra mañana será demasiado corta—dijo la reina sentándose en uno de los sillones. Aurora se mueve con cuidado hasta sentarse al frente de ella.
La charola de plata fue colocada frente a ambas dejando las tazas caliente, había un pequeño plato con comida, pero del otro lado, lo que llamo la atención era un cuaderno. Era de tapas de un rojo vivo, y las hojas demasiado amarillentas, tenía un listón bastante delicado a su alrededor, y una flor seca de lavanda entre ellas.
—Perdona mi pregunta, ¿pero esta todo bien en tu casa?
—Si majestad, ¿Por qué?—pregunto Aurora, seguramente la reina reparó en que no se había cambiado de ropa. Seguía con el mismo conjunto, pues no se atrevía a ir a casa pensando que su padre estaba ahí. Iría a buscar sus cosas cuando supiera con seguridad que estaba sola.
—No es nada, cosas mias—dijo la reina bebiendo su café—La razón por la que nuestra visita será tan corta, es porque estuve inactiva como reina durante 1907 hasta 1911. Me enfermé gravemente, muchos creyeron que Ender sería rey en ese momento, y sin embargo me gustaría que escribieras los de esos años a pesar de mi enfermedad.
—Por supuesto.
—Verás, muchas cosas pasaron antes de 1907, no vi a Levy en esos años que quedaron. Los tratados se hacían con normalidad, las escuelas eran bien recibidas, estábamos creciendo. Pero mi sobrino, el príncipe Amir de Amissa Stella, falleció a finales de 1906 con tan solo ocho años. Te imaginaras como estaba mi cuñado, se puso...uf histérico no es la palabra suficiente para describirlo, Amissa Stella era un caos. Pero no intervine, era una guerra que sabía que no podría ganar y una que, por mi matrimonio, no podía meterme. Amissa Stella estaba sin duda condenada a mi esposo si Bellamy fallecía, y en caso de no ser así, pues a Ender.
—¿Pero no es que...?
—Queda mucho para esa historia y a mi no me conviene contarla, no creo que quieras escucharla de todas formas—la interrumpió la reina agarrando el cuaderno rojo—En el cumpleaños quince de mi hija, Levy volvió, le regalo este diario. Aquí puedes encontrar mucho de la historia pendiente de esos años, deje unas hojas sueltas con mi punto de vista si te sirven.
—¿El diario de la princesa? Pero...ella...
—Léelo, me gustaría que lo hagas. Y luego podremos hablar todo lo que quieras.—Contesto la reina antes de ofrecerle una sonrisa, la joven escritora agarro el cuaderno de tapas rojas y lo acarició suavemente.
—No mentías cuando dijiste que tu mañana era corta, ¿Qué es eso?
Cuando llego frente a Harry, Aurora alzo la vista y movió un poco el cuaderno.
—El diario de Olivia, la reina quiere que escriba un poco de la perspectiva de su hija, dijo que en esta época estaba muy enferma. ¿Sabías que escribía un diario?
—Tengo muy vagos recuerdos de eso, yo solo tenía seis en ese momento—dice Harry—Pero si, debe ser muy importante, ¿trabajaras ahora?
—No, prometiste una tarde conmigo.
Harry le sonríe antes de besarla intensamente.
Tal como sus palabras fueron prometidas, pasaron el resto de aquella mañana y tarde juntos. Caminaron por la ciudad, visitaron algún que otro museo e incluso fueron al prado para contemplar el atardecer mientras hablaban, antes de que oscureciera, Aurora fue a su casa donde saco un par de mudas de ropa y luego regresó con Harry quien la esperaba.
En la noche se reían y comían, se besaron tantas veces como quisieron, y se acariciaron por encima de la ropa hasta que el muchacho cayó dormido. Pero Aurora no quería dormir, no podía dormir.
El cuaderno rojo descansaba en la mesa de madera gritando su nombre. Con cuidado de no despertar a Harry, se levantó de la cama, estuvo rebuscando entre cajones hasta que encontró velas y cerillos para prenderla, una vez que lo logró, dejo la vela encima de la mesa y se acurrucó en la silla.
Abrió la primera pagina, la letra tenía una envidiable y muy bonita caligrafía demasiado sencilla para leer. Su corazón bombardeo con fuerza mientras acariciaba las letras negras que salían de aquellas hojas. La primera página empezaba.
"Querido Diario: Hoy 1 de Julio cumplí quince años y ya pasaron muchas cosas. Primero y principal, Levy ha vuelto, hacía tantos años que no lo veía. ¡Lo eche mucho de menos!, mi tío Camden lo trajo de su largo viaje por el mundo, él también me dio el mas adorable regalito que pude haber imaginado y ahora duerme conmigo, es una cachorra a la cual bautice Febe. Mi tío Camden dijo que es un Beagle, muy populares en Inglaterra. Todo fue tan maravilloso, excepto por algo, mamá se desmayo en mitad de mi cumpleaños, la verdad eso me preocupa demasiado, nunca la vi de esa forma. Algo me dice que este año será muy diferente"
Aurora no podía dejar de leer las palabras de Olivia en el diario, y se sumergió en ellas. Y finalmente la caja de Pandora fue abierta, no había forma de que fueran a cerrarla.
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