
Capitulo VIII
1879
Querida Princesa: Pronto se cumplirá un año en el que estoy en esta academia, y la verdad es que aunque tengo intensas horas de entrenamiento, y algunos compañeros de cuarto que son unos inútiles, no puedo quejarme. Me gusta estar aquí, me gusta saber que soy bueno en esto. ¿Te acuerdas de la vez que te hable del general Taylor quien no le agrado y tu dijiste que al lo mejor nadie le agrada? Pues tengo que notificarte que especialmente yo no le agrado, lo comprobé hace unos días en los que mi compañero Beltran le tiro una bola de papel durante una de las clases y el general no dudo en acusarme y hacerme hacer cien abdominales.
¿Lo bueno de esto? Es que me crecieron unos abdominales muy buenos, intente dibujarlos para ti pero solo me salieron cuadrados, así que deberás conformarte con tu imaginación hasta que nos veamos en persona si quieres verlos.
Igual no todo es tan malo, el general Rogers esta feliz con mi progreso, supere mi propio record de velocidad en menos de un mes. ¿Y te acuerdas aquella vez que te conté sobre la actividad de fuerza de jalarnos una cuerda y tirar al contrincante al barro? ¡Logre derribar a Beltran! Bueno, mi equipo y yo, ¡pero yo principalmente!
No veo la hora de recibirme. Pero me han sido informado que aunque nos recibamos no seremos enviados directamente el castillo, seguro me darán una tarea para algunas de las casas nobles en alguna ciudad. Eso me desanima un poco, extraño a Brian. Y te extraño a ti, sobre todo te extraño a ti, tus cartas son un consuelo en los domingos mas aburridos de la semana cuando solo quiero ignorar a mis compañeros de cuarto.
Siempre tuyo, futuro guardia real L.
Querido L:
Me da alegría saber que pudiste derribar a Beltran y a su equipo, ese pretencioso se lo tenia bien merecido. Estoy demasiado segura de que serás el primero en tu clase en recibirte con honores como tu hermano mayor lo hizo.
Hablando de tu hermano, él también te extraña, pero a la vez esta tan orgulloso de ti que me da envidia que nadie tenga ni una pizca de orgullo por mi de la misma manera que tu hermano te tiene. Lo escucho hablar de vez en cuando con uno de sus amigos mientras patrullan, o me están custodiando cuando salgo por los alrededores, e incluso le habla a Camden de ti cuando entrena con mi hermano menor ya que este lo ha obligado. Pero Brian le agrada Camden, lo adopto como un hermanito mas estoy segura.
Era consciente de que no todos los guardias recibidos de la academia son enviados de nuevo al castillo, muchos de los recibidos van a casas nobles o les tocan patrullar en alrededores para estar a tanto de lo que sucede. Pero no te preocupes, seguramente encontraremos la forma de traerte de regreso.
Por otro lado, debo contarte que estaré en Amissa Stella estos días, la boda del príncipe Bellamy (hermano mayor de Ambrose) se celebrara la noche en la que seguramente esta carta llegue a tus manos, es una invitación algo misteriosa aun así, no se quien es la futura novia ¿puedes creerlo? Fui invitada a una boda donde no se quién es la novia, espero que le guste el regalo que compramos, aun así. Intente dibujar el vestido que usare, pero se ve más como una bolsa de papas, pero no, usare algo más elegante y lindo que eso.
PD: Puedo vivir libre de la imaginación de tus abdominales...
Lilith se quedo leyendo la carta, hace una mueca y la convierte en una bola de papel antes de tirarla a la basura. Cuando Levy se fue a la academia, habían pasado dos meses hasta que este empezó a mandarle cartas, al principio ella las ignoraba, solamente las leía pero no le contestaba, una parte suya estaba enojada con él. No fue hasta la novena carta donde fingió una lesión donde ella al fin le contesto sumamente preocupada, y luego él le confesó que era una mentira solo quería que le respondiera. Desde entonces, ese ha sido su medio de comunicación.
Sus cartas eran extensas, muchas de ellas relatando sus semanas, sus deberes, sus anécdotas. Las cartas eran aquello que los mantenían unidos a pesar de tan largas distancias. Y Lilith lo extrañaba a pesar de todo, a pesar de que una parte suya estuviera ligeramente enfadada con él, lo extrañaba, era su mejor amigo después de todo.
Se levanta de su escritorio acercándose a la bola de papel y la alisa lo mejor que puede, mete la carta en el sobre blanco y le coloca un sello de cera. Habían empezado a escribirse usando sus nombres claves, por si su madre o alguien confiscaba las cartas no sabrían a quien eran dirigidas, sería mucho más fácil mentir asi.
Se escuchan unos suaves golpes en la puerta, al acercarse se encuentra con su doncella de confianza. Constanza le hace una reverencia.
—Su familia esta lista para embarcar, alteza—habla ella, usualmente usaba ese lenguaje cuando no podían correr el riesgo de que alguien mas las estuviera escuchando. Lilith confiaba mucho en Constanza, su doncella le guardaba todos los secretos, la misma había empezado a trabajar demasiado joven al castillo, quizás por eso ambas se llevaban tan bien.
Lilith le extendió la carta que ella no se tardo en guardar en la manga de su uniforme.
—¿Cómo se encuentra mi madre? Según recuerdo, odia viajar en barcos.
—Y creo que los seguirá odiando.
Ambas se dieron una sonrisa, hasta que dos guardias aparecieron para llevarse el baúl de ropa de la princesa. Lilith salió a la superficie del barco siendo recibida por el aire salado del mar, a lo lejos podía verse el puerto de Amissa Stella esperando por ellos, las banderas de los diferentes reinos que fueron invitadas estaban alzadas en lo alto junto a la de Amissa Stella. Lilith se coloco junto a su padre, el rey vestía un traje de color azul con una camisa negra de fondo, la reina lucía un vestido amarillo aunque su piel lucía de un color enfermizo. Su madre se mareaba demasiado en los viajes de barcos, por eso no salían demasiado de su cómoda isla.
Parados en el puerto, se encontraban los reyes de Amissa Stella, junto a su hijo mayor Bellamy y la duquesa Berenice. Prima de ambos príncipes. Aunque Lilith pudo darse cuenta que Ambrose no se encontraba a la vista.
—Espero que el viaje halla sido lo mas cómodo posible—habla la reina.
—Estuvo muy bien, aunque mi esposa se a mareado un poco.
—No se preocupe reina Ariah, ya esta en tierra firme y tenemos los carruajes esperándolos para llevarlos a su residencia. Princesa Lilith, ha crecido demasiado joven alteza.
Lilith dio una reverencia.
—Gracias por la invitación.
—Nos disculpamos en nombre de mi hijo menor, se encontraba algo enfermo, pero esperamos que esta noche pueda acompañarnos.
Los reyes hablaron, escucho a su madre excusar a sus hermanos menores con la excusa de que eran muy jóvenes todavía para asistir a esos eventos. Aunque, a decir verdad, Ophelia estaba de lo más enojada con todos ellos por no dejarla ir a la boda.
Lilith hace una reverencia hacía el príncipe Bellamy, lucía demasiado mayor a diferencia de la última vez que lo había visto. Su cabello oscuro era espeso y lacio en su cabeza, tenia una nariz aguileña que resaltaba en sus pómulos marcados. De los dos, Lilith creía recordar que Ambrose siempre fue mas alto que su hermano.
—Felicidades por su boda, alteza real.
—Gracias princesa.
—¿Cuándo conoceré a la futura novia?—pregunta ella, había escuchado hablar varias cosas de la novia de Bellamy, de la futura reina del país cuando su padre le cediera el trono. Que era de una casa de lo mas noble con demasiadas influencias, y que poseía tantas riquezas como el mismo príncipe.
—La está viendo, su alteza, mi esposa Berenice.
Lilith se quedó de piedra mientras que sus ojos caían en la joven duquesa. Berenice y ella nunca llegaron a ser amigas, pero tenían un trato estrictamente correcto. Se veían en pocas fiestas como en cumpleaños o celebraciones especiales. Berenice y ella tenían la misma edad, ambas solo contaban con dieciséis años. La joven duquesa era menuda, demasiado pequeñita, de un espeso cabello color cobre y grandes ojos saltones de color verde, tenía una belleza exótica.
Pero eran primos. Berenice era hija del duque de Amissa Stella, hermano del rey. Le vio la sonrisa a la joven duquesa y creyó verla temblar, pero Lilith solo atino a una reverencia.
—Discúlpeme, majestad.
—No hay problema, alteza, quizás luego podríamos tomar el té. Se que te gusta tomarlo en el jardín, otras princesas nos acompañaran.
—Por supuesto, será un placer.
Lilith les da una ultima reverencia cuando sus padres le indican que era momento de subir a la carroza. Los tres fueron escoltados hacía la misma donde se subieron en silencio, la joven princesa espero a que la carroza se pusiera en marcha cuando hablo.
—¡Va a casarse con su prima!
—¡Lilith! Hablar de asuntos de otras personas no es de tu incumbencia—responde su madre, su padre solo atina en moverse los anillos que tenían piedras preciosas.
—Pero eso es raro, es como si yo me casara con el primo Maximus.
—Eso es una ridiculez, tu primo tiene nueve años, estas siendo absurda.
—Berenice es nueve años menor que Bellamy.
—Ya no quiero escuchar ninguna otra palabra del asunto en todo el viaje, lo que hagan los reyes y con quien casan a su futuro rey no es asunto nuestro Lilith, ¿Qué te importa a ti? Al menos Berenice ya encontró un esposo. Sigue así y a la siguiente que casare con dieciséis años es a ti.
Se echo hacía atrás en silencio y apretó los labios. Su padre también parecía agotado de la conversación, pero la diferencia era que él no decía nada. Porque a su padre le importaba ser mas un gobernante que un padre, dejaba que Ariah se ocupara de la crianza de sus hijos.
La joven princesa intento concentrarse en el paisaje de la ciudad, pero ni eso la ayudaba. La arquitectura que predominaba en la capital eran todos edificios altos y calles asfaltadas, había poca naturaleza a diferencia de Shera que se destacaba por sus playas y bosques protegidos con grandes árboles. Amissa Stella era más desértico, con un aire mucho mas pesado que el frio ni se sentía.
Llegaron al castillo vario tiempo después una sede de lo mas lujosa donde podrían descansar, unos sirvientes y guardias ya estaban esperándolos para dirigirlos a sus habitaciones. El dormitorio donde Lilith se hospedaría era enorme, con una cama amplia cuyas sabanas eran azul oscuro, las doncellas dejaron su baúl donde la joven princesa se los ordeno antes de dejarla sola. La princesa se quedo ahí toda la tarde, y se excusó a la hora de la cena diciendo que se encontraba indispuesta en ese momento para comer.
Era de madrugada y Lilith se encontraba sentada en el escritorio junto a la ventana, una única vela le iluminaba el rostro mientras que ella escribía una detallada carta que le enviaría a Levy, cuando en eso el ruido de afuera capta su atención. Estira un poco su cuello y ve una figura caminando por el jardín, iba a gritar cuando la luna ilumino mejor al joven, agarrando la vela y colocándose un abrigo salió de la alcoba asignada para dirigirse al patio trasero intentando no llamar la atención.
El jardín no era tan frondoso como el suyo, ni tenía demasiadas plantas o hermosas flores que crecieran en todo el lugar. Por lo tanto estaban a la vista de cualquiera que extendiera el cuello y viera por la ventana. Lilith caminaba a paso seguro mientras miraba al joven observar a la fuente mientras se tocaba los anillos de oro de la mano derecha.
—Ambrose—habla ella, el joven príncipe se voltea a verla. Había crecido demasiado de la última vez que lo vio, sus hombros estaban mas anchos y tenía una barba oscura en su rostro, el cabello negro le hacían pequeños rizos en su cabeza y los pómulos estaban mas marcados. El chico hace una corta reverencia cuando Lilith se le acerca, pero ella no se molesta en corresponderle, la formalidad había dejado de ser algo recurrente entre ellos dos.
—Princesa, no debería estar afuera tan tarde.
—Lo mismo podría decirle.
—No podía dormir, y quería disculparme, y saludar. Lamento no ir a verla en el puerto.
—¿Vino a esta hora por un saludo y una disculpa? —pregunta ella, Ambrose suelta un suspiro relajando sus hombros, recién se daba cuenta de lo tenso que estaba. El joven príncipe se sienta en el borde de la fuente, ella se queda parada, en la fuente estaba retratada la escultura de una serpiente, en sus tierras esos animales eran conocidos como los protectores de sus hogares, la habían esculpido con rostro amable que caía en toda la piedra.
—Si soy honesto, mucha gente está viniendo para la boda, y creo que la única que podría considerar una amiga es usted.
—Un príncipe como usted debe tener muchos amigos.
—Tengo aliados, no amistades. Es diferente hablar con ellos, que hablar con usted, en sus cartas...usted es tan directa, tan poética que me gustaría escribir la mitad de bien que usted lo hace. Sus palabras me llevan a un lugar seguro.
Las mejillas de Lilith se sonrojaron, pero agradecía que la vela no alumbrara demasiado su rostro ni la luna la delatara, Ambrose lleva su mirada a el agua de la fuente mojándose los dedos jugando con la misma.
—¿Y de que quería hablar?
—De la boda.
—¿Le emociona la boda?
—Al contrario, me enferma la boda—dice viéndola—Me opuse ante el compromiso de ellos dos...no por lo que cree. Es nuestra prima, literalmente nos criamos con ella, que se casen...que tengan hijos...me da repulsión. No se aman, claro que no, pero nuestro padre y nuestro tío e incluso Bellamy no les importa eso, les importa el poder de las familias unidas, de lo que pudieran crear.
—Si soy honesta también me sorprendí demasiado al saber que Bellamy se casaria con Berenice. ¿Ella esta feliz con esto?
—Se lo pregunte, pero no me lo dira...por eso necesito un favor—dice viéndola—Mañana, cuando se junte a la hora del té, quiero que le pregunte.
—¿Y que le hace pensar que a mi va a decirme algo?
—Porque siempre la admiró, siempre quiso ser su amiga, quiere entrar a este mundo de princesas, pero no tiene muchos aliados, amo a mi prima, pero es muy inocente para muchas cosas. Confiara en usted. Si ella se lo confiesa, tal vez puedan anularle el matrimonio, quiero que mi prima y mi hermano encuentren el amor por su lado, y cancelen antes que pierdan el tiempo.
—No le garantizo nada, Ambrose, pero puedo intentarlo.
—Intentarlo es todo lo que puedo pedirle—dice levantándose mientras la miraba con sus ojos oscuros, la mirada de Ambrose la recorre a lo que Lilith atina taparse más con su abrigo.—Debes estar muriéndote de frio, lamento haberte sacado de tu cama.
—No estaba durmiendo, estaba...leyendo—miente ella, después de todo, las cartas hacía Levy eran un secreto que le gustaba guardar. Y algo que atesoraría para siempre, no necesitaba que nadie lo supiera.
—La acompañare hasta la puerta, vamos—dice Ambrose rodeándola con el brazo, Lilith comienza a caminar sintiendo un calor crecer en su cuerpo mientras se movían hacia la puerta de la entrada. Los guardias se habían percatado de ellos dos, pero ninguno hico ademán alguno de moverse, como si hubieran tenido alguna orden de quedarse donde estaban cuando los vieran juntos.
—¿Nuestra conversación lo ayudo a quedarse mas tranquilo?—pregunta ella dándose vuelta viendolo a los ojos, Ambrose le sonríe agarrando su mano.
—Debo confesar, que una parte de mi ansiaba demasiado volver a verla luego de tanto tiempo separados—contesta besando el dorso de su mano, Lilith se estremeció ante el contacto de sus labios pero sonríe.—La veré mañana.
—Ambrose—lo llama cuando antes que el joven príncipe se fuera—Si la boda se hace, espero que me guarde un baile.
—La boda se haga o no, todos mis bailes son reservados para usted—dice yéndose con una sonrisa mientras el corazón de Lilith se movía en su pecho.
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