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Capitulo LIII



1932

—Por veintitrés años nunca más supe de Levy, Brian se fue al poco tiempo que él. Y luego mis hijos de a poco fueron retomando sus vidas a diferente manera—dice la reina mirando a Aurora quien se encontraba sumamente pasmada en el sillón.—Seguramente el resto de la historia no te interesara, lo que siguió años después, viniste a buscar respuestas y te las di. Cuando mi marido enfermo muchos años después, estuve a su lado, no se lo merecía, claro, pero era lo único que me quedaba. Ambrose comenzaba a delirar en sus fiebres, o quizás era la culpa hablando, me dijo de una chica joven a la que iban a matar, pero que el plan no salió como quiso entonces se enteró que tu padre te estaba criando. Compro su silencio, lo compro asustándolo, tu padre acepto ocultarte, a cambio de que toda su familia viviera.

La joven se quedo demasiado quieta, sentía las lágrimas abordar en sus ojos a la espera de ser derramados. Toda esa situación parecía tan irreal, parecía digna de un cuento, donde la princesa que no sabe que es princesa un día se entera. Donde había traiciones, y heridas.

Se imaginaba a su madre llamándola, el retrato de una joven chica se le apareció en la mente, de cabello castaño, con ojos de expresiones caídas. Una linda sonrisa de dientes perfectos que parecía casi envidiable. Quizás había unos rasgos similares, quizás en otra vida Olivia no tuvo el accidente y sus hermanos cumplieron su palabra, quizás en otra vida, todo sería diferente.

 Aurora se abrazó a si misma antes de levantarse, quería irse, ¿pero a donde se íria? No tenía hogar al que volver, no tenía una casa a la cual regresar.

Su casa se veía envuelta en mentiras, en secretos que la hacían sentir agobiada. Y claramente el castillo no era su hogar, aquel castillo donde se respiraba muerte y sangre. Se encaminó a la puerta dispuesta a irse.

—¿Ella me amaba? —pregunto Aurora antes de irse, la reina se levantó de su asiento para observarla. Fuerte y resiliente como una torre, así era Lilith después de todo, así siempre fue.

—Eras la razón por la que no murió de tristeza cuando le rompieron el corazón, anhelaba el futuro contigo, te cantaba todas las noches, hasta consideraba seriamente propuestas de matrimonio con prnicipes o duques para que tuvieras una vida segura a pesar de no amarlos, amarte a ti le era suficiente—dijo la reina mientras que Aurora se quedaba quieta y expectante ante sus palabras—Estoy segura de que tu madre adoptiva es una gran madre, Aurora, pero creo que mi hija hubiera sido igual de espectacular.

La joven asintió una vez, y luego se marchó.

*

—¡Aurora! No puedo creer que estés aquí—dijo Harry acercándose a ella, la estaba esperando a la salida del castillo, cuando la joven se acerca la rodea con sus brazos aproximándola a él. La joven se quedó en silencio un rato, hasta que finalmente rompió a llorar. Enormes lagrimas corrían por sus mejillas mientras se aferraba a la espalda del chofer, el joven acariciaba su cabello en silencio.

Un rato mas tarde, ambos estaban sentados en aquella linda colina donde Harry la llevo cuando ella tenía cientos de dudas. Podían ver la ciudad ser bañada por la luz dorada del atardecer, la gente vivía su vida como siempre, sin enormes cambios, haciendo las cosas que debían hacer todos los días. La joven se acurruco en el hombro del chofer tras terminar de contarle todas las cosas.

—¿Y tu sabías?

Harry suspiro pesadamente acariciando la mano de la joven.

—Supe hace solamente unas semanas que tu eras el bebe en el vientre de Livy...pero antes no lo sospeche ningún poco, no me lo habían dicho. Bueno, directamente nunca me lo dijeron, lo escuche una noche a Lilith hablando con Ender. "La encontré, es igual a tu hermana"

La joven hizo una mueca abrazada al chofer mientras suspiraba.

—Fue mi culpa—dijo Harry—No debí asustarme, debí pensar bien en los pasos que daba, donde doblar y...así nunca te hubieran apartado de tu madre. Y ella seguiría viva.

—No es tu culpa, Harry, eras un niño pequeño y el ser más inocente de todos ellos. Es culpa del...del rey. Él ordeno que me secuestraran, ordenó la muerte de Michael, y sin saberlo, mi papá y él fueron las razones del suicidio de Livy.

—¿Tu padre?

—Se rindió muy fácil, y por miedo...intento entenderlo, yo también me asustaría si el rey amenaza con mi familia. Pero había aliados, estaba Levy todavía, Brian quien buscaba a su novio, ¿ellos no lo hubieran ayudado? Si tan solo mi padre hubiera sido más valiente, ir directo a la gente de confianza, muchas cosas se hubieran evitado.

Ambos jóvenes se quedaron en silencio mirando la ciudad bajo sus pies, aquel día donde se sentaron por primera vez, parecía sumamente lejano.

A la mañana siguiente, Aurora se despertó sola. Harry y ella se habían acurrucado juntos en las sabanas, y durmieron abrazados, se besaron una que otra vez en la oscuridad, pero más que eso, se hicieron compañía.

La joven se levanta echando las sabanas hacía atrás y se mueve por el pequeño espacio, vio la nota garabateada de Harry y no pudo evitar sonreír, "me llamaron de la universidad y debí salir corriendo, traeré el desayuno"

Mientras esperaba, puso la pava a calentar y saco dos de las tazas más limpias que el muchacho tuviera a mano. Se preparó un té cuando el agua estuvo demasiado caliente y se sentó en la mesa, llevo su mirada a las calles, el día estaba nublado, no pareciera que fuera a llover, niños y niñas caminaban con sus padres o jugaban en la calle.

Ella fue una de esas niñas, jugando con sus mejores amigas en las calles de la ciudad, que diferente hubiera sido su vida. Su infancia no fue mala, la recordaba con cariño, estuvo rodeada de amor, juegos y rodillas lastimadas. Hubiera sido muy diferente como princesa, tal vez menos diversión, ¿o quien sabe? Ni ella podía imaginarse como hubiera sido su niñez. La niñez de sus tíos, que raro era decirles así, los príncipes, siempre estuvo rodeada de juegos y diversiones.

¿Por qué no había mas de ellos?

Aurora llevo la mirada al diario de tapas rojas e hizo una mueca bebiendo de su té. Podía leer la desesperación de su madre cada vez que garabateaba su nombre. Aurora, Aurora, Aurora.

Lilith se equivocaba. Aunque un lado de ella estuviera confundido, y perdida. Quería más, quería mas de la historia, se levantó olvidando su taza de té y agarro su manuscrito.


Harry ingresó al departamento sosteniendo en sus manos una bolsa cargada de masas para comer, cuando en eso vio que su piso estaba repleto de hojas sueltas perfectamente acomodadas, y Aurora sentada en el medio de todas esas hojas analizando con atención. El joven dejo la bolsa con las masas.

—¿Estas bien?

—Estoy...estoy procesando—murmuro ella enterrando sus dedos en su cabello masajeándose el cuero cabelludo, iba a perder la poca cordura que le quedaba, estaba segura de eso. 

—¿Te gustaría procesar con una factura?

Los ojos de la joven se alzaron al chofer y luego se levantó del suelo sacudiéndose la ropa, se aproximó a él agarrando la factura que le ofrecía y dejo un beso en sus labios saboreando el azúcar.

—Las hizo mamá...

—Si, nos encontramos en la calle, me lo dio gratis aun cuando insistí en pagar...está preocupada por ti. Le asegure que esta bien, pero...entiendo que estés enojada con tu padre, y no debes perdonarlo si no quieres, pero debes hablar con tu madre, aunque ella supiera la verdad, solo tenía buenas intenciones de cuidarte.

—Lo se—murmura ella comiendo la factura, Harry acaricia su espalda y pone nuevamente el agua a calentar para hacer el té—¿No tienes trabajo?

—No, me dijeron que me daban el día, y pronto renunciare, la universidad me dará el diploma.

—Son excelentes noticias—dijo ella acercándose y lo apremio con un beso sonriendo—Estoy feliz por ti.

Harry le sonríe y le acaricia la mejilla antes de acercarse a sus labios y volver a besarla. Ambos continuaron con el beso un buen rato, Harry coloca las manos en la cadera de ella y la sienta en la encimera, el beso fue aumentando de intensidad a medida que sus cuerpos iban acercándose.

De a poco, las ropas iban quedando en el olvido, la mano de Harry acariciaban sus pechos provocando gemidos de Aurora quien arañaba su espalda, sus labios se buscaban con desesperación mientras que el resto del vestuario iba terminando en el suelo, Harry la levanto y la llevo al colchón, pisando una que otra hoja en el camino. Ambos se terminaron cayendo en la cama, los labios del chofer recorrían el cuerpo desnudo de la joven quien acariciaba su cabello mientras lo veía, cuando beso su ingle se mordió el labio con demasiada fuerza y lo aproximo a ella.

Las embestidas no tardaron en llegar, las manos en sus muslos y los labios mordisqueándole el cuello mientras que se aferraba al cuerpo desnudo de Harry. Soltaba un ruido de placer en medio de sus embestidas mientras se movía mas rápido, en cada estocada cerraba los ojos con fuerza y buscaba sus labios para callar los ruidos que salían.

Cuando terminaron, Harry la rodea con el brazo besando su hombro desnudo mientras que ella acariciaba su mano en silencio. Ninguno de los dos dijo algo, fue Aurora quien rompió primero el silencio.

—Ahora si deberás darme un anillo.

La risa ronca de Harry la hizo estremecer mientras se daba vuelta, el muchacho la agarro de la cintura y la coloco encima de él mientras la besaba nuevamente.

—Si eso significa tenerte conmigo, acepto.

Ambos se quedaron acostados toda la mañana, haciendo el amor y besándose hasta que sus cuerpos exigían que descansaran. Cerca del mediodía, Harry ya se encontraba nuevamente dormido, lo que tenía a Aurora sonriendo de manera enternecida mientras le dejaba un beso en la barbilla y bajaba por su cuello. Se levantó con cuidado, iba a hacer el almuerzo porque al menos ella estaba muriéndose de hambre, saco algo de pollo y cortó verduras intentando hacer el menor ruido posible, se tapo el cuerpo desnudo con una bata de Harry y de a poco fue agarrando las hojas, algunas estaban arrugadas, pero todas estaban ahí.

Se detuvo un rato leyendo el nombre de Levy...y volvió a aparecer su enorme curiosidad. Las últimas palabras de Levy a Lilith fueron que la odiaba, pero eso no podía ser cierto, ¿no? Se rehusaba a que su libro terminara con esas crueles palabras, se rehusaba a no decir nada mas.

Harry se despertó por el olor a comida, sonrió un poco viendo a Aurora acercarse con una bandeja que tenía los platos y vasos, dejo un beso en los labios del chico mientras que ambos agarraban sus platos correspondientes. Él la miraba, cuando Aurora hacía ese pequeño juego con su labio, y sus ojos brillaban, era porque había una nueva curiosidad naciendo en ella, muchas preguntas sin respuesta.

—Solo habla—dijo atrayendo la atención de la chica.

—Bueno...me preguntaba...¿Qué paso con Levy?—preguntó ella, Harry masticó lentamente su almuerzo como si estuviera saboreando la pregunta que se le fue lanzada. 

—¿De qué hablas?

Aurora se acomodó el cabello enmarañado antes de verlo.

—La duquesa Ophelia falleció casi un año después que Livy, tras dar a luz a su décima hija, el príncipe Camden murió hace tres años debido a una fea neumonía. Ambrose falleció por el síndrome Burlock, Michael fue asesinado el día de mi nacimiento, y se que Brian falleció hace cinco años tras dar clases en la academia, lo se porque frente a la misma academia esta su nombre grabado en la piedra como uno de los mejores guardias y destacable del reino. Se dónde están todos, y que paso con muchos...¿y que paso con Levy? Y no me creo que te distancies de él, algo me dice que Levy no sería capaz de dejar al hijo adoptivo de su hermano por su cuenta.

Los ojos celestes del muchacho la analizaban mientras que con su tenedor agarraba mas verdura, que ganas tenía de quitarle el plato para que hablara mas rápido y se dejara de tanto suspenso.. 

—No, tienes razón, nunca nos distanciamos de Levy. No lo veía con tanta frecuencia...pero no nos alejamos, usualmente voy a su casa cada fin de semana a comer.

—¿Sigue vivo?—preguntó ella y el muchacho asintió con la boca llena—¿Vive aquí cerca?

—Aurora...

—Debo conocerlo, no me hagas esa cara escúchame, él piensa que Livy nunca supo la verdad. Pero Livy murió sabiendo que Levy es su padre, y ella lo amaba tanto que estaba mas que feliz que fuera su padre realmente. Y Levy se fue odiando a Lilith, se fue pensando que yo estoy muerta, pero estoy aquí...debo conocerlo.

Harry se llevó una papa a la boca masticando lentamente.

—¿Qué pasa si te encuentras con algo que no te guste?

—¿Por qué piensas eso?

—No se, tal vez no es el hombre que imaginas...solo quiero protegerlos a ambos...

—Harry, hace menos de veinticuatro horas me enteré que soy una princesa, y hace dos meses no tenía ni idea y abría feliz mi editorial que por cierto últimamente no le doy atención. Creo que puedo soportar lo que me encontraré. Por favor, él debe saberlo. 

*

Los nervios de la chica se sentían en el ambiente mientras Harry conducía el auto, luego de almorzar, la joven se colocó la falda y la blusa que tenía. Agarro todas sus hojas y las guardo en el bolso de cuerina color marrón que le habían regalado hace años, se aferraba con fuerza a su bolso mientras miraba a su alrededor.

Salían de la ciudad de Shera y se encaminaron unos kilómetros a la ruta, antes de que Aurora pudiera preguntar, Harry giro a la derecha, a un extenso camino de tierra con árboles levantándose a lo alto que les daba la bienvenida.

—Cuando lleguemos, déjame prepararlo, no queremos causarle un infarto.

En cuestión de minutos desvió una casita de lo mas encantadora, con paredes de color madera, parecía pequeña por fuera, seguramente de dos plantas. El corazón de Aurora retumbó con fuerza al darse cuenta del color de las ventanas y de la puerta, eran de un color violeta oscuro, seguramente pintado a mano, al costado de la casa, había un cerco de forma cuadrada quien mantenía protegidas a unos lindos arbustos de rosas, había un perro durmiendo cerca de las rosas como si las estuviera protegiendo.

—Harry—murmuro ella—Es la casa a la que iban a huir, ventanas y puerta color violeta, un lugar para sus rosas...y es amplió. Demasiado campo para que niños y animales jueguen.

Harry le sonríe mientras estacionaba, el perro que custodiaba las rosas ladro y fue corriendo a Harry mientras movía la cola. El animalito tenía demasiadas canas en su hocico, y aunque sus pasos eran lentos, se notaba su entusiasmo mientras olisqueaba al muchacho.

—Hola amigo—dice Harry—¿Dónde esta Levy? ¿me lo buscas?

A pesar de las palabras de Harry, Aurora se había bajado del auto para mirar impresionada la casita. Todo era de madera, bastante acogedor, una linda casa de campo sin duda alguna. Un gato gris dormía en las escaleras del porche sin darle atención a nadie, la madera de la casa tenían pequeños detalles que Aurora no podía dejar de mirar, como una pequeña estrella o un pequeño sol en las columnas, las ventanas y puerta eran de un violeta oscuro, pero quedaba muy lindo con el contraste de la madera.

—Ahí viene.

Ante las palabras de Harry, Aurora se voltea para observar la pequeña mancha que cada vez en cada paso se hacía mas grande. Iba acompañado de dos perros que lo perseguían con la lengua hacia afuera, ella no sabía con que se esperaba encontrar, pero ni siquiera su imaginación la pudo haber ayudado para la realidad.

Frente a ella se iba acercando un hombre el cual se notaba que nunca dejo de entrenar, su cabello era completamente gris y caminaba con la espalda derecha. Dos brazos fuertes se veían bajo la camiseta azul que llevaba puesta, la barba perfectamente cortada encima de su mandíbula, su andar era lento, pero se notaba que estaba bien cuidado. En sus brazos sostenía dos troncos de leña para el invierno.

—¡Harry! Ya estaba preguntándome cuando vendrías a almorzar—dice dejando los troncos en un costado de la casa donde había más troncos apilados. Harry y Levy se dieron un abrazo con palmadas en la espalda.

Los ojos castaños del hombre cayeron en Aurora, tenía una que otra arruga pronunciada al costado de sus ojos, o en los bordes de sus labios. La joven se abrazaba con fuerza a su bolso simplemente porque necesitaba aferrarse a algo, uno de los perros de pelaje color chocolate y amables ojos oscuros se le acerco olfateándola y moviendo el rabo de manera alegre.

—¿Me vas a presentar a tu amiga? Debe ser bastante especial para que me presentes, nunca antes me has presentado una novia.

—Nunca antes tuve una que valiera la pena—bromeo el muchacho acercándose a Aurora, puso la mano en la parte baja de su espalda para ayudarla a moverse, cada paso que daba sentía sus rodillas temblar. Su cabeza se había olvidado que decir, o como reaccionar.

—H-hola—saludo ella—Me llamo Aurora.

Levy parpadeo impresionado ante esas palabras, pero aun así le sonríe y le ofrece una mano quien tenía uno que otro callo.

—Bueno, un gusto Aurora, soy Levy...¿quieren entrar? Tengo café recién echo esperando, ¿Qué opinan?

—De echo—lo freno Harry—Hay algo que Aurora quiere decirte antes de ingresar.

Levy la mira con atención.

—¿Nos conocemos?

—No...o bueno, si...yo aun ni nací cuando tu me conociste. Pero...yo...yo soy Aurora. Hija de Olivia, tu nieta.

Levy se echó hacía atrás impresionado por las palabras que le costó recuperar el equilibrio, ninguno de los tres habló, solo se escuchaba el ladrido de los perros jugando entre si un poco más alejado de ellos.

—¿Cómo es que...?¿como es que tu...?

—Es una larga historia, una larga historia que empieza con mi padre y termina conmigo. Pero soy yo...realmente lo soy...tu eres...es decir...

Levy se aproximó ante ella y lo siguiente que supo es que ya estaba en sus brazos. Levy olía a sudor y naturaleza, sus brazos se mantenían firme alrededor de la chica quien lo rodeaba y se apoya en su pecho. Ambos lloraron en silencio, aferrándose al otro sin poder creer los caminos que tomaba la vida en aquel momento.

Harry nunca vió a Levy tan nervioso, se apresuraba a acomodar cualquier cosa salida de lugar, se tropezaba con sus propios pies y más de una vez maldijo a Dexter, el gato quien se metía entre sus piernas exigiendo alimento. Saco unas lindas tazas que guardaba en su mueble, y preparo el café mientras que Aurora y él hablaban.

Se sentía como un espectador, pero no le importaba, había pasado mucho tiempo que no veía a Levy emocionado por algo, feliz o nervioso. Y por primera vez, había visto a Aurora mas callada, nerviosa ante sus palabras, cuidadosa como una niña pequeña.

—Luego de que Livy murió—comenzó Levy dejando las tazas de café frente a Aurora y otra frente a Harry. Agarra la suya y se sienta—Empecé a tener malas decisiones en mi vida, volví a ser un borracho como mi padre, prefería mas estar alcoholizado que despierto, y luego nos enteramos del asesinato de Michael, eso destruyó a mi hermano mayor.

Dexter, el gato, se sube a las piernas de Aurora y la chica sonríe dándole caricias al pequeño animalito antes de ver a Levy.

—Éramos dos hombres adultos más perdidos que niños pequeños en nuestras vidas, siempre admire a Brian y me molestaba no ser como él, siempre lograba salir del pozo negro. En su caso, fue enfocarse en ser general de la academia, educar nuevos soldados y criar de ese sinvergüenza a tu lado. Yo estaba demasiado perdido en mi propia piel.

<<Un día Brian se hartó de mi, lo que bueno, veía sano que se enojara conmigo me estaba comportando como todo un idiota. Me dijo que si quería hacer algo que buscara una forma de vivir, que siguiera adelante, que los muertos no renacen de sus tumbas y beber no apaciguaría mi dolor...Entonces...vi este terreno que estaban por demoler y lo compré con mi dinero...construí esta cabaña con mis manos y me enfoque en eso, en la casa...y en tener animales que cuidar. El pago de guardia real me dio mas dinero del que pude pedir. Pero...¿Cómo es que tu estas aquí? No logro entenderlo.

Las manos de Aurora sudaban notablemente, y no era por el calor o algo parecido, agarro su pequeño bolso mientras se disponía a sacar el montón de hojas.

—Hace menos de un año pude abrir mi editorial y publicar mi primer libro, es una historia de cuentos infantiles, no pensé que llamaría la atención. Y un día, Harry, vino a verme diciendo que la reina quería hablar conmigo.

Levy se puso demasiado tensó ante la mención de Lilith, pero no le saco los ojos de encima mientras escuchaba atentamente. La joven dejo el montón de hojas encima de la mesa que llamo la atención a los dos hombres que miraban con atención.

—La reina me contrató para escribir sus memorias, pero me di cuenta que era mas que eso. Veras, la historia empieza en su duodécimo cumpleaños, cuando se escapó del castillo y conoció a un niño cercano a su edad y se hicieron amigos. Es una historia de...segundas oportunidades, de amor, es una historia para conocer el linaje, y no solo de donde vengo si no que entendiera todo lo que tuvo que pasar para llegar a donde estoy. Tienes que ir a verla, Levy...ella no sabía nada de todo esto y Ambrose tardó mucho en decirle la verdad.

—Si...no estoy seguro, la última vez que nos vimos, no le dije cosas exactamente agradables. Le dije lo que sentía en el momento, y me odie cada día después de aquello.

Aurora trago saliva y empujo suavemente su manuscrito hacía él.

—Léelo, por favor, lee sus pensamientos y todo lo que paso. Léelo con el corazón abierto, y si no sientes nada, no insistiré solo...léelo, por favor.

Levy miro las interminables hojas, dejo escapar un poco el aire y se estiró al pequeño centro de mesa que consistía en una pequeña canasta con velas, de ahí extrajo un estuche con unos anteojos y se los coloco en el rostro antes de comenzar con la lectura. Harry y Aurora se miraron y compartieron una sonrisa.

Los dos jóvenes se quedaron ululando alrededor de la casa, pasaron el tiempo con los animales, Harry le mostró el resto del campo, comieron junto a Levy a quien siguió conociendo, escucharon música donde Harry y Aurora bailaban en la sala, y luego mas entrante a la noche, ambos se acurrucaron en el sillón con un libro en sus faldas y los animales alrededor de ellos durmiendo plácidamente.

Aurora despertó cuando escucho un ruido de algo caerse, abrió los ojos y vio el libro que estaba leyendo tirado en el suelo, se fregó los ojos soltando un bostezo mientras se estiraba. Tanto Harry como ella estaban tapados con una manta de color verde oscuro con dibujos de rombos, afuera estaba amaneciendo, podía verse el cielo tornarse de un color anaranjado, y vio la sombra de un hombre sentado en el porche.

No un hombre cualquiera, el dueño de aquella casita donde ambos se quedaron. Con cuidado de no despertar a Harry, se levantó y camino hacía afuera. Levy estaba sentado en uno de los escalones, tenía una manta de color rojo encima de sus hombros, miraba el cielo mientras sostenía una taza de café en las manos, y en uno de los escalones, uno de sus mascotas estaba acostada.

Aurora se sentó al lado de Levy, sin decir nada, el hombre le coloco parte de la manta en sus hombros y ambos vieron el cielo naranja.

—Siempre ame los amaneceres—dijo Levy al cabo de un rato—Es una paz increíble ver un amanecer en medio del campo.

—Cuando era niña, me despertaba antes que el sol para verlo, me gustaba cuando se ponía de colores tan maravillosos que apenas podías pintarlo, o describirlo.

Levy sonríe levemente y le acerca todas las hojas de su manuscrito. Lo había terminado en todo aquel día, se vio absorto por las palaras que estaban escritas que le fue imposible pensar en otra cosa, durmió y soño con ella. Soñó con la época en la que ambos eran jóvenes, eran rebeldes a su manera, escaparse del castillo, correr por el jardín, siendo niños pequeños que jugaban.

Aurora alcanzó a notar el anillo en su dedo.

—¿Aun lo tienes?

—Es una de las pocas cosas que no pude deshacerme—dice Levy sacándose el anillo antes de dárselo a Aurora quien lo miraba con atención, vio la palabra escrita y la rosa en el sello—Tarde demasiados años intentando entender a que se refería con copa de Ambrosia.

—¿Ya lo sabes?

—Es la comida de los dioses, si te lo daban te convertías en inmortal. De cierta forma, donde más lo mencionan fue en uno de los cuentos de Eros y Psique, un dios y una mortal enamorados, pero no pudiendo estar juntos a pesar de todo. Cuando tomo la ambrosia, se convirtió en inmortal para estar con él, en cierto sentido, es una forma de decir que nuestros mundos son diferentes, pero...

—Pero de cierta forma se pertenecen, ¿no?

Levy suspira pesadamente mirando hacia el cielo.

—No se si puedo verla, Aurora, no después de todo lo que le dije.

—Yo creo que a ella le encantaría verte, es la forma en la que habla de ti lo que me hace sentir segura. Te ama, y por como veo tu casa, o que tienes el anillo, aun sospecho que también la amas.

Levy se ríe levemente.

—Una casa cuyas ventanas y puerta fueran violeta...

—Y un cerco para sus rosas—murmuro Aurora. Levy la mira y le coloca una mano en su mejilla, la chica le sonríe amablemente colocando su mano encima de la de él.

—Te le pareces tanto...

—Gracias—murmuro—¿Puedo llamarte abuelo?

Levy sonríe y le deja un beso en su frente, la joven se acurruca en su hombro mientras ambos contemplaban el amanecer. Luego irían, irían en marcha al castillo. 

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