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Capítulo 8. Vecinas...Y algo más.

Patricia acabó tarde de colocar más o menos todo en su sitio. Era de las personas que no le gustaba acumular porquería en su casa, por lo que tenía las cosas justas y esenciales. Era una mujer más bien práctica y ordenada.

Aún le quedaba un poco por colocar, pero lo haría con tranquilidad. No tenía prisa. Había acabado muy cansada. Necesitaba darse una ducha para relajarse. Cenaría algo rápido y se iría a dormir.

Aún no había digerido que fuera vecina de Daniela. En parte se alegraba porque ahora la vería más a menudo. Pero eso podía ser peligroso porque no quería tener nada con ella, ya que sus principios se lo prohibían. Esa niña era solo para ver, no para tocar. Y como mucho, si quería tocarla, tendría que ir al club donde ella trabaja. Ahí ella era una profesional que se dedicaba a bailar. Y Patricia sólo contrataría sus servicios. Nada más. Fuera del club, para ella, Daniela era intocable. Por más que ella quisiera y deseara con todas sus fuerzas hacerla suya. Era algo que nunca ocurriría. Y eso la desmoralizaba. Ojalá fuera como su amiga Lola. Ésta le daba exactamente igual lo que los demás pensaran, era muy abierta de mente y siempre hacía lo que a ella le daba la gana, sin hacer daño a nadie, eso sí. Y si Daniela le gustaba, no tenía ningún problema en hacérselo saber y en avanzar si Daniela quisiera algo con ella. Pero ella no era así. Y odiaba ser como era.

A la mañana siguiente, Daniela iba con algo de prisa. Iba a coger el ascensor cuando de repente vio salir a la doctora de su casa.

-¡Buenos días, doctora! ¿La espero?-Daniela no era aún consciente de que se iba a meter con la doctora en un habitáculo tan minúsculo como el ascensor.

-Ah, hola Daniela. Buenos días. Si porfa, cierro con llave y voy- Ésta tampoco se percató de que iba a tener a Daniela a escasos centímetros de ella. Además iba preciosa con un vestido veraniego que le llegaba por la mitad de los muslos,con unas sandalias a juego y el pelo recogido en una coleta. De eso sí se dio cuenta, porque la miró de la cabeza a los pies...¡Y qué piernas tenía!. Esas piernas eran un vicio mirarlas.

-Vaya, doctora, ¿parece que le gustan mis piernas?- preguntó coqueta Daniela.

-¿Qué?no...¡Qué va!, solo miraba lo bien que te queda ese vestido. Estás guapísima- contestó tímidamente la doctora. Joder, la había pillado con las manos en la masa. ¿Pero qué quería?si era imposible ser cuidadosa teniendo a esa joven en frente.

-Claro...-Daniela sonrió para sí misma. Y dejó entrar a la doctora al ascensor primero. Seguidamente entró ella. Ahora sí se habían dado cuenta las dos de dónde estaban y con quién estaban. Ahora sí que no sabían ni dónde mirar. Estaban las dos que les costaba respirar. Si lo hacían, iban a quedarse con el perfume de la otra para todo el día metido en sus fosas nasales y en su memoria.

-Y ahora Daniela, ¿Vas a la universidad?- por fin Patricia pudo articular palabra.

-Si, doctora. Tengo clase a primera hora y durante toda la mañana. Y usted ¿A trabajar?

-Si, me toca turno de mañana. Así que voy a estar más que ocupada. Por cierto, ¿Quieres que te lleve?- le vino de nuevo de repente a la cabeza aquella profesora del reservado y se puso celosa al momento. ¿Tendría clase con ella esa mañana?¿Cómo le había ido el baile con esa mujer?.¿Se había puesto tan guapa para ella?

-No, que va, muchas gracias . Viene Ana a buscarme. Solemos ir juntas.

-Ah, muy bien...Y te quería preguntar...¿Qué tal fue tu baile con tu profesora?- No sabía si hacía bien preguntándole eso a Daniela, pero finalmente los celos se volvieron a apoderar de ella y quería saber qué había hecho con esa mujer.El imaginarse algo que igual no era le estaba quitando el sueño.

-¿Qué? Pues... Sí, le hice el baile.- Como a la doctora parecía interesarle lo que pasó entre la profesora y ella, aunque a decir verdad no entendía por qué le interesaba tanto, quiso hacerla sufrir a la mujer. Después de cómo la trató era lo mínimo que podía hacer con ella...

-¿Y...?- Parecía que Daniela no quería soltar prenda. Eso la estaba haciendo perder la paciencia.

-¿Y? nada. Fue un baile más.

-¿No te tocó?- preguntó con miedo la doctora.

-Bueno... Sí, ella quería tocar... Así que...

Justo se abrieron las puertas del ascensor y Patricia quería salir corriendo de allí y alejarse todo lo más que podía de Daniela. No quería oír ni una palabra más sobre la maldita profesora esa.

Daniela cuando vio que la doctora salió apresuradamente del ascensor, la agarró de la mano para que la esperara. Aún no había acabado de hablar con ella.

-Doctora...No me ha dejado terminar.

-En realidad no me interesa saber qué te ha hecho esa mujer o qué es lo que tú le has hecho. Lo que hagas con ella es problema vuestro. Así que no es necesario que sigas contándome nada más.

-Doctora, ella quiso tocarme por todo mi cuerpo pero le dije que estaba prohibido que nos tocaramos. Así que no pasamos de ahí. Con ella respeté las normas... Cosa que con usted...No he podido respetarlas.

Patricia no se podía creer lo que Daniela estaba diciendo. No podía ser cierto. Seguro que se estaba riendo en su cara. ¿A ella sí le dejó tocarla y a la profesora le paró los pies?¿Acaso Daniela sentía algo por ella? Su corazón empezó a latir más rápido de lo normal, y Patricia se dio cuenta de ello.

-Ten buen día, Daniela...Y gracias por decirme lo que hicisteis- le contestó Patricia con una hermosa y sincera sonrisa-Ah, Daniela...Por cierto, quería disculparme por cómo me fui ayer del club. No estuve nada acertada con lo que te dije- pensaba disculparse pero no pensaba decirle que perdió los estribos por los malditos celos que sintió al ver que su profesora había reservado un baile con ella.

-Usted también. Y tranquila,a mi profesora no sería capaz de tocarla como la toqué a usted. Gracias por las disculpas Nos vemos.- le dijo Daniela devolviéndole la sonrisa. No se esperaba para nada que la doctora se disculpara con ella. Pero...¿Cuál fue el motivo de su enfado?¿El que Lucía hubiera reservado con ella un baile?¿Acaso la doctora estaba celosa entonces?Bueno, ella ya le había dejado claro que con su profesora no iba a tener nada. No quería que la doctora tuviera una mala impresión de ella. Quería dejarle claro sutilmente que solo se dejaba tocar por ella. No quería que ésta tuviera la menor duda de eso.

Mientras Patricia se dirigió a su coche, el cual estaba aparcado en la misma calle, Daniela se subió en la moto de Ana. Cuando ésta arrancó la moto y se puso en marcha, a Daniela se le subió un poco el vestido, y en ese momento Patricia sabía que esa imagen no se le iba a borrar de su memoria. Tenía las piernas más bonitas que había visto en su vida.

Cuando llegaron a la universidad y bajaron de la moto, Daniela ya no pudo más y le dijo a su amiga que la doctora iba a ser su vecina. Ana no se lo podía creer.

-¡Qué fuerte Dani! Vas a tener de vecina a la mujer que te gusta...jaja, ya te veo todos los días pidiéndole algo a "la vecina", doctora ¿tiene sal?, doctora, ¿Tiene azúcar?- Le dijo Ana riéndose imaginándose a su amiga yendo a casa de la doctora cada dos por tres.

-Claro, ¿Te olvidas que mi otra vecina es mi hermana?y espérate cuando la doctora vea lo fiestera que es Laura.

-Si, eso sí, igual hasta se suma a las fiestas. No la conoces en realidad. Y ya la has visto que sale a tomar copas por ahí.

-No creo, la doctora no es de esas. Parece una mujer muy tranquila. Pero vete tú a saber.

-Veremos. Pero vamos, que suerte la tuya tener de vecina a la mujer que te gusta. Ahora la verás más a menudo. Aunque también es verdad que puede ser peligroso para ti, porque si se lleva a alguna mujer a su casa para acostarse con ella...A ti te puede dar algo, Dani. ¿Te imaginas?.

Daniela no pudo desmentir las palabras de su amiga. Cada día que pasaba esa mujer le gustaba más y más. Y era algo que ni quería, ni podía evitar. La llevaba loca. Entre sus ojos azules, sus hoyuelos cuando sonreía, su perfecta dentadura, y eso por no hablar de su cuerpo... Pero también tenía razón cuando le soltó que le daría algo si Patricia se llevaba a alguna otra mujer para tener sexo con ella. ¡Joder! En eso no había pensado. Eso la podría dejar muy tocada.

Las dos amigas fueron directas a la primera clase. Sólo tenían ganas de que pasara pronto la clase para luego poder ir a tomar un café con croissants a la cafetería. Les gustaba mucho pasar tiempo en la cafetería hablando de sus cosas, además solían encontrarse con más compañeros y amigos de la facultad.

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