Capítulo 7 ¿Vecinas?
Cuando Daniela entró al reservado, llorando, ya la estaba esperando Lucía con cara de muy pocos amigos. Pero cuando la vio llorando, se relajó y le preguntó qué le había pasado.
-¿Daniela?¿Estás bien?-Le preguntó Lucía preocupada. No entendía porque Daniela regresó llorando.Aunque empezaba a olerse que era por culpa de la mujer que acababa de marcharse.
-Hola profesora. No se preocupe. ¿Qué hace usted aquí?¿Y por qué quiere que le baile yo?-Daniela no estaba para tonterías ni quería seguir bailando, pero tenía que hacerlo si no quería que la despidieran.
-Bueno, lo primero de todo, quiero que estés bien. Y bueno, me enteré que trabajabas aquí, y quería ver si eras tan buena cómo dicen- Lucía agarró de la mano a la muchacha y la acercó a ella para abrazarla. Quería consolarla.
-Estoy bien. Bueno, ¿Vamos ya al grano? El tiempo pasa.
-¡Qué directa eres!, Pero me encanta- la profesora ya tenía claro que Daniela estaba llorando por culpa de la mujer que se había marchado. ¿Pero que tenía con ella?¿Eran pareja?, ¿Tal vez la mujer la había forzado?
-¿Llorabas por la mujer que se acaba de ir?
- ¿Qué? Lucía, en realidad no me apetece hablar. Siéntate y comencemos, ¿Vale?.
-Vale, pero...¿puedo tocarte?
-No está permitido. Lo siento- En ese momento no se encontraba de ánimos para que su profesora la tocara. No quería sobrepasarse con ella después de lo que había hecho con Patricia. Y tenía bien claro que sólo quería ser tocada por Patricia. No permitiría que Lucía pusiera un dedo sobre su cuerpo. Pero ni esa mujer ni ningún hombre. Sólo permitiría ser tocada por la doctora.
Mientras, Patricia se fue a otro local a tomar una o varias copas. En ese momento no podía irse a casa estando como estaba. Le hubiera venido muy bien estar con Lola y María, seguro que la animarían y le darían un buen consejo sobre lo que había pasado y sobre lo que tenía que hacer al respecto. Aunque ella ya sabía por qué estaba tan enfadada, los celos la estaban carcomiendo por dentro.
Necesitaba pensar en lo que había pasado con Daniela y necesitaba pensar en lo que iba a pasar entre la chica y su profesora. Lo que tenía claro es que si su profesora había ido a un club así, era porque sabía que ella trabajaba ahí, y que Daniela le gustaba. Sino no iba a que ésta le hiciera un baile. ¡Joder! No podía con eso. Seguramente ahora esa mujer haría como hizo ella, meterle mano por todas partes, y seguro que Daniela la haría correrse como hizo con ella. Desde luego tendría que olvidarse de Daniela porque ya veía que con ella iba a sufrir más de la cuenta. ¿Cómo podía sentir algo por una stripper?¿Por una joven a la que todos deseaban y querían tocarla como ella había hecho?y para colmo estaba la dichosa profesora. La doctora se maldijo por haber ido esa noche al club. Justo tuvo que ver a esa maldita mujer yendo al reservado. Ojalá no hubiera ido.
Lo que no se podía imaginar era que sí, que la profesora quería hacerle de todo a Daniela, pero ésta ya tenía a alguien en mente para que le hiciera de todo, y desde luego la profesora no era. Si Patricia hubiera sabido...
Llegó el sábado y Daniela aún después de haber trabajado la noche anterior, se levantó temprano porque no podía pegar ojo. Así que decidió salir a correr una hora y algo y así relajarse un poco. Necesitaba distraerse y no pensar más en la doctora. La cabeza le iba a estallar. Y aún no había tomado nada para el dolor. Seguro que con una hora de trotar por el parque y las calles al aire fresco, le vendrían muy bien para encontrarse algo mejor.
Patricia tampoco había conseguido dormir en toda la noche. No pudo quitarse de la cabeza a Daniela. Aunque sabía que debía quitársela cuanto antes. Lo que empezaba a sentir por la joven no tenía ni pies ni cabeza. Pero le vino de nuevo a la cabeza esa maldita mujer recordándole que había reservado ella con Daniela mientras ésta la acompañaba a la salida porque quería despedirse de ella. Pero...¿A la profesora también la acompañaría a la salida cuando acabara su baile?. Lo dudaba.
Justo por la mañana había quedado con las chicas para que la ayudaran con su mudanza. Éstas se presentaron en su casa. Fueron al bar de al lado a desayunar las tres juntas y luego empezaron a llenar los coches con las cajas que ya tenía Patricia organizadas.
En los tres coches consiguieron llevar todas las pertenencias de la doctora. Ésta se iba a mudar a un barrio más exclusivo y más cercano al hospital. Había elegido un apartamento de dos habitaciones, por si algún día tenía alguna visita, mejor que tuviera una habitación de más.
Llegaron las tres al nuevo edificio. A María y a Lola les encantó por fuera. Se le veía un buen edificio. Y con el gusto que Patricia tenía, seguro que el apartamento era precioso.
Empezaron a sacar cajas y subirlas en el ascensor. Pues el apartamento que se había comprado la doctora era un ático. Había dos áticos más.
Cuando llegó Daniela al edificio, estaba toda sudada de haber corrido durante más de una hora. Le había venido muy bien para dejar de pensar en la doctora. Estuvo esperando al ascensor un buen rato y como vio que seguía ocupado, decidió subir por las escaleras. Cuando llegó a la planta, respirando entrecortadamente, se dio cuenta que había muchas cajas en el rellano. Eso quería decir que había vecinos nuevos. Genial.
En el otro ático vivía su hermana Laura. Sus padres querían que las hermanas vivieran una cerca de la otra por si en algún momento se necesitaban, así que compraron los dos áticos para ellas.
Daniela no sabía si acercarse o no a saludar y presentarse, pero estaba toda sudada, con su cabello recogido en una coleta alta, con unas mallas cortas y ajustadas que le marcaban todo el trasero, y un top deportivo arriba que le resaltaba los pechos. No sabía si estaba presentable para los nuevos vecinos.
Al instante escuchó unas voces que le resultaron familiares. ¡Joder! No podía ser...¿era María la que estaba oyendo hablar?y de repente escuchó a Patricia reírse...Lo que le faltaba. ¿Iba a tener de vecina a una de ellas? No se lo podía creer. De hecho se quedó estática en el sitio. No pudo moverse. Hasta que salió Patricia al rellano a coger más cajas, y la vio. Sus ojos se abrieron como platos. Otra que se quedó sin habla y sin poder moverse.
-Daniela...¿Qué haces aquí?¿Vives aquí?- pudo preguntar finalmente Patricia. Le costó articular palabra después de haber visto a Daniela. Esa ropa deportiva le quedaba espectacular a la joven. ¿Sería consciente ella de eso?la verdad que Daniela parecía una muchacha muy sencilla y con los pies sobre la tierra. Eso le gustaba mucho a la doctora. En realidad la volvía loca perdida. Y desde luego tenía que quitar la mirada de la joven sino quería acabar trastocada perdida.Además, le vino a la cabeza lo que pasó con Daniela y su profesora y sin querer la ira se le apoderó.
-Si, vivo aquí. Y usted...¿Se acaba de mudar?¿o la que se muda es María?
Parecía que Daniela se había olvidado de lo que había pasado la noche anterior.
-Soy yo la que se muda. María y Lola solo me están ayudando- Patricia se arrepintió de haberse mudado. No quería tener a Daniela de vecina porque cuando ésta se trajera a sus ligues, ella se los comería con patatas. Además, si acababa intimando con ellos, oírla gemir de placer la podría volver loca.
-Genial, parece que entonces seremos vecinas- Daniela, al contrario que Paticia, se alegró de pensar que iba a tener a la doctora al lado. Aún no podía creérselo. Pero de repente se acordó de lo que pasó ayer por la noche en el club. Patricia la trató como si fuera una cualquiera. Aún así, quiso ser educada con ella y se ofreció a ayudarla. Una cosa no tenía que ver con la otra.
-¿Quiere que les ayude?
-No, que va, parece que vienes de hacer ejercicio. Seguro que vienes cansada y quieres relajarte y darte una buena ducha- Patricia no quería tener tan cerca a la joven ni la quería ver con esa ropa deportiva que tanto la estaba excitando.
-No, tranquila, como vengo de correr ahora mismo estoy activa. Puedo ayudarles- Daniela no quería desaprovechar la oportunidad que tenía de estar cerca de la doctora. Cuando por la noche llegó a su casa después de trabajar, ya estando acostada en su cama, pensó que la doctora estaba celosa de haber visto a su profesora en el club y que por eso le había soltado todas las burradas que le soltó. No se le ocurría otra cosa de por qué la doctora se comportó con ella de esa manera cuando en el reservado había ido todo muy bien. Ese cambio tan brusco de comportamiento tenía que haber sido por la presencia de la profesora en el club. Pero entonces...¿La doctora podía sentir algo por ella? Porque si estaba celosa...estaba claro que era por algo.
-Pues gracias Daniela-¡Joder! Hasta con ropa deportiva estaba despampanante. No podía dejar de mirarla, y Daniela se avergonzó de que la doctora la mirara de arriba a abajo con esas pintas y toda sudada.
Justo cuando oyeron el nombre de Daniela en boca de Patricia, María y Lola salieron para ver con quién estaba hablando Patricia. Y se llevaron una grata sorpresa cuando vieron a la Daniela que ellas conocían.
-Daniela, no me digas que vas a ser vecina de Patricia, no me lo puedo creer-dijo con sorpresa Lola. Joder que bien, ahora sí podría ver más a menudo a esa preciosidad. Vaya suerte la suya.
-Si, eso parece, Lola.
-Genial, pues cuenta con nosotras si haces alguna fiesta- dijo riendo Lola.
-La verdad que no soy de hacer fiestas, soy más de estudiar. Pero la vecina sí sé que da alguna- se refería a su hermana mayor, Laura. No vio importante decirle a Patricia que la vecina de ellas era su hermana. Además, Laura era muy diferente a ella. Cada fin de semana tenía una nueva conquista que si podía se llevaba a su ático. La doctora ya la iría conociendo poco a poco.
Patricia enseguida pensó que tal vez Daniela se llevaba muy bien con la vecina. Tendría que conocerla ella también a ver cómo era. Y También se le dio por pensar en cómo se fue la noche anterior del club donde trabajaba Daniela. Ella sabía que por culpa de sus celos, había tratado a Daniela como a una cualquiera. Pero a decir verdad, aún no sabía qué había hecho la joven con su profesora. No sabía si quería saberlo o no, porque de saber que habían hecho algo, se llevaría una gran decepción con Daniela y no le faltarían ganas para estampar a la profesora contra lo primero que encontrara. Igualmente sabía que debía disculparse con Daniela, pero ahora con María y Lola delante de ellas, no era el momento adecuado para hacerlo. Ahora que iban a ser vecinas, seguro que encontraría el momento para pedirle perdón a la joven.
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