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Capítulo 6 Lucía y Patricia

La semana iba llegando a su fin.

Daniela y Ana salieron de una clase y fueron directas a los baños. Pensaban que estaban solas cuando empezaron a hablar del fin de semana que les esperaba de trabajo en el club. No se percataron que había un servicio con la puerta cerrada. En él se encontraba Lucía. Había oído toda la conversación. No se podía creer que sus dos alumnas trabajaran en ese club. ¿Qué necesidad tenían de trabajar en un sitio como ese?¿Qué pintaba Daniela allí?¿Una futura arquitecta trabajando de stripper? No le pegaba nada. Ya descubriría porqué Daniela trabajaba en un antro así. Ana y Daniela hablaron algo de reservados y bailes privados. Así que a Lucía se le ocurrió la brillante idea de llamar por teléfono al club y reservar un baile privado con Daniela. ¡Cojonudo! por fin iba a poder intimar con la joven. Daniela no podría negarse. Esperaría con ansias que llegara el momento en que Daniela le bailara.

Llegó el dichoso viernes. Y de nuevo los dichosos bailes privados. Cada vez le costaba más bailar para esos asquerosos hombres.¡Si por lo menos fueran mujeres las clientas! Estaba claro que le gustaban más las mujeres que los hombres. Para empezar por lo general las mujeres no se sobrepasarían y respetarían las normas. Salvo alguna que fuera ya bebida. Eso creía ella, porque a decir verdad sólo le había hecho un baile a Patricia, y ni punto de comparación. Esa noche ella no sabía que iba a tener dos bailes privados para dos mujeres.

En el penúltimo baile privado que tenía, Daniela esperó paciente a que entrara el cliente. Hasta que de repente oyó unos tacones de mujer, ¡Joder!su cuerpo se tensó al oír esos tacones pisar el suelo de mármol del local. Cuando vio entrar a Patricia, casi le da un parraque ahí mismo. No se lo creía. ¿Qué hacía esa mujer ahí?¿Para repetir un baile que no le gustó nada?

Y Patricia llegó a dudar si estaba haciendo lo correcto o no. Pero una vez dentro del club, ya no era cuestión de echarse para atrás. Estaba de los nervios de sólo pensar en tener cerca a Daniela. Finalmente se armó de valor y entró confiadamente en el reservado.

-Hola Daniela,¿Cómo estás?- Patricia estaba muy nerviosa pero sabía dominar sus nervios y enmascararlos. Para algo tenía treinta y cinco años y la madurez suficiente como para lidiar con esa situación.

-Hola... Doctora...Bien...¿Y usted?-contestó Daniela muy nerviosa. No le salían las palabras. Estaba paralizada. Para ella fue toda una sorpresa que Patricia volviera al club, cuando la última vez que estuvo no quiso avanzar con Daniela.

-Vaya, relájate, no te voy a comer- aunque ganas no le faltaban, la joven estaba espectacular con esa lencería fina que llevaba, pero a la pobre se le veía que estaba hecha un manojo de nervios. La doctora le sonrió mostrándole esos magníficos hoyuelos que tanto le gustaban a la joven.

-Ya... Pensé que usted no volvería más por aquí, perdone - Le contestó Daniela tímidamente. De repente le costaba mirarla a sus preciosos ojos azules.

-¿Por qué pensaste eso?- A Patricia se le dio por pensar rápidamente que la forma en la que se fue del reservado la otra vez le hizo pensar a Daniela que no estaba interesada en ella. Pero ese pensamiento estaba muy lejos de la realidad. Daniela la tenía hipnotizada y si no tuviera diecinueve años por supuesto que se hubiera dejado hacer de todo por la joven. Es más, ella la hubiera tocado entera si se lo hubiera permitido.

-Por cómo se fue el día que vino... Está claro que no le gustó lo que le hice.- Daniela dirigió la mirada para el suelo. En ese momento se sintió más pequeña que la doctora. No se sentía capaz de mirarla a los ojos directamente.

-Vaya, ¿Eso es lo que piensas?¿Que no me gustó lo que me hiciste?, ¿Por qué no me miras a los ojos cuando te hablo?.

A Daniela no le quedó otra que dirigir su mirada a los preciosos ojos azules de la doctora.

-¿Por qué ha venido hoy, doctora?-A Daniela le daba miedo su repuesta.

-Porque es la única manera que tengo de verte. Quería saber cómo estabas. Y como no tengo ni tu número de teléfono ni sé dónde vives, he decidido pasarme por aquí-No tenía intención de decirle toda la verdad, así que optó por contarle lo más light de sus pensamientos.

A Daniela le dolieron esas palabras. En ningún momento la doctora confirmó que el baile que le hizo la otra noche, le hubiera gustado. Es más, le había dicho que había ido sólo para verla y para saber cómo estaba. Además en el hospital tenían sus datos. Sólo tenía que meterse en un ordenador del hospital y buscar en los datos de la paciente su número de teléfono o su dirección. Eso la desanimó mucho. Quería que la doctora se fuera de allí. Pero ella no la podía echar. Lo que no sabía era que la doctora ya tenía el teléfono de Daniela guardado en sus contactos.

-Bueno doctora, ya me ha visto y ya ve que estoy bien. Si quiere ya se puede ir. No tiene ninguna obligación aquí.

-No Daniela, no me iré hasta que me vuelvas a bailar como la otra vez, además mi tiempo no ha acabado y lo pienso aprovechar hasta que finalice, si a ti te parece bien, claro.-Le dijo Patricia con la voz ronca de deseo y lujuria. Se la estaba comiendo con la mirada. En esos momentos se olvidó que la joven tenía diecinueve años. Ahora solo podía ver un cuerpo de mujer perfecto, escultural y deslumbrante que la tenía sobreexcitada.

Esa noche Patricia se dejaría llevar por lo que sentía. Esa noche haría como su amiga Lola. Ya el día siguiente sería otro día. Pero esa noche no iba a desaprovechar la oportunidad de pasar un buen rato con Daniela. Además, se convenció que Daniela sólo hacía su trabajo, y mejor sería que le bailara a ella, que la respetaría en todo momento, a que le bailara a un borracho que acabara aprovechándose de ella.

Entonces, si la doctora quería repetir el baile, ¿Eso quería decir que le gustó lo que le hizo la última vez?. En ese momento Daniela no entendía nada, pero aún así le ofreció una preciosa sonrisa con la que Patricia casi se derritió. No cabía en sí de felicidad.

Daniela empezó a moverse muy sensualmente. Patricia ya con tenerla cerca estaba a punto de tener un orgasmo. Y eso que aún no la había rozado. Joder!El tener ese majestuoso cuerpo tan cerca al suyo, las sensaciones que despertaban en su propio cuerpo. Era algo mágico y totalmente nuevo para la doctora.

Daniela la quería hacer sufrir. Así que tardaría en ponerse encima de ella. Pero la doctora tenía unas ganas atroces de sentirla encima suya. Quería sentir su centro y su trasero apoyados en su entrepierna. Estaba más que segura que esa noche no se iría del club sin haberse corrido.

Patricia aprovechó a tener a Daniela bien cerca de ella para susurrarle al oído que se moría por tenerla encima de ella. Y Daniela ni corta ni perezosa le contestó:

-Doctora, sé perfectamente lo que usted quiere. Y en el hospital mandará usted, pero aquí mando yo. Me sentaré encima suya cuando yo quiera.

Patricia no se creía que Daniela quisiera tener el mando de la situación, pero eso la excitó muchísimo. Una diecinueveañera parándole los pies a ella y teniendo la sartén por el mango, nunca antes se lo hubiera podido imaginar, ya que nunca había adquirido la posición de sumisa, y menos con alguien tan joven como Daniela.

Finalmente y después de haber excitado como pocas veces a la doctora, Daniela se sentó a horcajadas sobre ella. Le encantó que siendo tan joven fuera tan autoritaria y decidida.

Patricia no se lo creía. Le daban ganas de llorar. Lo que ese cuerpo le podía provocar, nunca antes había deseado tanto a alguien como a esa chica. ¿Cómo podía ser posible que deseara tanto a una mujer de diecinueve años?¿Eso era normal?¿Estaba bien sentir algo así por alguien tan joven? En ese momento sabía que lo mejor sería dejarse llevar. Tenía que aprender a disfrutar del momento. Como haría Lola en su lugar. Y eso es lo que iba a hacer en ese instante. Disfrutar del momento, y de lo que la vida le estaba ofreciendo.

Las pupilas de la doctora estaban totalmente dilatadas por el deseo que estaba sintiendo en ese mismo instante. Comenzó a tocar suavemente las piernas de Daniela. Las arañó con sus largas y cuidadas uñas. A Daniela le encantó que la arañara. La excitó muchísimo. Pasó sus manos por el denso y largo cabello de la joven, era muy suave al tacto y le encantaba lo largo que lo llevaba. Tenía una melena que llamaba la atención. Luego sus manos fueron a parar a las anchas caderas de la joven, y luego las puso en la fina cintura de Daniela presionándolas para abajo, para hacer más fricción entre un sexo y el otro. Esta vez la doctora llevaba un vestido muy ajustado y fino para que el roce entre ambos sexos fuera más directo. Luego pasó sus manos a las nalgas de Daniela y las masajeó. Eran duras como piedras. Eso la puso a mil. Mientras Daniela acercó sus pechos a los de la doctora. La joven no quitaba sus ojos del escote de Patricia. Para ella ese escote era perfecto. Aún no se habían besado. Patricia no quitaba su mirada lasciva de los labios de Daniela. Y ésta aprovechó para pasar la lengua muy lentamente por sus labios, mientras de vez en cuando los mordía. Con esa visión a la doctora no le quedó otra más que tener el esperado y ansiado orgasmo. Sin duda fue el mejor que había tenido en su vida. Y Daniela sin que se diera cuenta la doctora, también acabó corriéndose. Para ella, el orgasmo que acababa de tener también fue espectacular. Acabaron abrazadas las dos. No querían soltarse una de la otra. Patricia no se creía aún lo que había pasado en ese reservado. Pero a decir verdad no sé sentía mal por lo que había hecho con la joven, al revés, le había encantado. Y no le importaría volver a repetir otra vez en ese mismo momento. Pero justo tocaron a la puerta indicando que ya había acabado el turno.

-Daniela...Muchas gracias...

-Doctora, ¿Por qué? Sólo hice mi trabajo...-Aunque sólo le faltó decir que sí, que hizo su trabajo pero que era la primera vez en su vida que llegaba tan lejos con un cliente, y encima haciéndolo con tantas ganas y tanta pasión.

-Por lo que me acabas de hacer sentir...

Daniela sólo pudo sonreír. Patricia no se quería ir. Y no quería que Daniela hiciera más bailes a hombres que estaban desesperados por hacer con ella de todo. Se ponía mal de sólo pensar en ello. Daniela, cuando se iba a despedir de ella, la notó distante así que intentó acompañarla un poco. La verdad que la euforia que sintió la doctora al haber pasado el mejor momento de su vida junto a otra persona se esfumó al momento de pensar que Daniela compartiría ese mismo momento con más personas o incluso Daniela les daría más de lo que le dio a ella... Hasta que de repente Daniela vio a Lucía, su profesora de la universidad. ¿Qué hacía esa mujer ahí?¿Acaso sabía que Daniela trabajaba ahí?¿La estaría buscando a ella? Joder, lo que le faltaba... Justo Raúl le dijo a Daniela que esa mujer era su siguiente cliente.

-Ey Daniela ¿A dónde vas? He reservado ahora contigo.

-Si profesora, deme un minuto, ahora mismo voy.

Lucía se percató que el anterior cliente de Daniela había sido otra mujer. Y se notaba a la legua que entre esa mujer y Daniela había algo.¿Pero qué cojones había entre esas dos mujeres? Se notaba que esa mujer era bastante más mayor que Daniela aunque tenía que reconocer que era una mujer muy interesante, guapa y femenina. Además era un poco más alta que Daniela. Se puso celosa al momento.

Pero para Patricia fue parecido. ¿Esa mujer era profesora de Daniela?¿Y que hacía una profesora en un sitio como aquel?estaba claro que esa mujer quería algo con Daniela. Así que a Patricia también le entraron unos celos que no la dejaban ni respirar. Nunca antes le había pasado. ¿Daniela le iba a hacer un baile a su profesora?¿Y qué le haría?¿Llegaría más lejos con la profesora de lo que había llegado con ella?¿Podría Daniela perder la virginidad con su profesora?. La doctora sabía perfectamente que sí, que en un momento dado si Daniela se excitaba con la profesora una cosa podría llevar a la otra...Y la joven podría entregarle lo más preciado que tenía a esa mujer hambrienta y deseosa de intimar con Daniela.

-Daniela, será mejor que te vayas. Tienes otro baile con tu profesora.

-Sí, lo sé. Pero antes me gustaría despedirme de usted...

-Daniela, lo mejor es que lo dejemos así. No es necesario que te despidas de mí. En realidad no sé por qué he venido aquí. No debería de haber venido-dijo molesta Patricia. Los celos que sentía por esa mujer no le dejaban pensar con claridad. Lo que ella no se dio cuenta es de que estaba dañando el corazón de Daniela. Y aunque el baile le había parecido espectacular, en ese mismo momento estaba llena de rabia de ver que Daniela le iba a hacer a su profesora lo mismo que había hecho con ella o incluso le haría algo más.

-¿Qué, doctora?¿Me lo está diciendo en serio?-Daniela no se podía creer las hirientes palabras que salieron de la boca de la doctora.

-Si, claro, ahora vas a coger y vas a hacer lo mismo que me has hecho a mí, con esa mujer, que encima es tu profesora. ¿Te vas a desvirgar con ella? pues nada mucha suerte y espero que lo disfrutes. Recuerda que sólo una vez en la vida pierdes la virginidad- le dijo eso porque sabía que esa mujer no era como ella, seguro que se aprovechaba y si Daniela quería, podían llegar a intimar completamente. Y Patricia no quería que Daniela compartiera ese momento tan especial con su profesora. Quería ser ella la que hiciera tocar el cielo a Daniela cuando llegara el momento de que la joven perdiera la virginidad.

Daniela estuvo a punto de abofetearla, pero por educación se contuvo. Tenía sus preciosos ojos negros llenos de ira. ¿Cómo la doctora había sido capaz de decirle eso a la cara? ¿Así se pensaba que era Daniela? ¿Creía que se iba a desvirgar con cualquiera? Estaba claro que la doctora no la conocía de nada. Así que al momento de decirle eso Patricia, Daniela le dijo:

-Tiene razón doctora, si usted piensa eso de mí, lo mejor es que se vaya. Usted no pinta nada en un lugar como éste.- dicho ésto se dio media vuelta y se fue con lágrimas en los ojos. Si la doctora tenía ese concepto de ella, poco más se podía hacer. Qué triste era que la doctora pensara que, después de haber hecho lo que había hecho con ella, sería capaz de entregar su virginidad a cualquiera. Lo que no sabía era que cada vez tenía más claro que ya tenía elegida a la persona a la que pensaba entregarle su virginidad. Pero esa persona no estaba por la labor de compartir con ella ese momento tan especial.

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