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Capítulo 32. El cumpleaños de Daniela

Pasaron los días y Daniela seguía trabajando en el club. A Patricia no le hacía ninguna gracia, pero sabía que Daniela sólo les bailaba a los clientes y de ahí no pasaba. Además no le molestaba tanto que fueran hombres y no mujeres los que pidieran que la joven les bailara. 

Patricia sabía que el viernes Daniela cumplía veinte años. Y se le ocurrió reservar un baile privado con ella, ya que a Daniela le tocaba trabajar, y conociéndola, no iba a pedir la noche libre para celebrar su cumpleaños. Ya tenía pensado lo que iba a hacer. Patricia tenía turno de doce horas, de 8am a 8pm, así que intentaría no escribirle a Daniela en todo el día. Luego se presentaría en el club con un ramo de rosas y le desearía feliz cumpleaños. Y cómo no, le pediría un baile erótico a poder ser con final feliz. Como guinda del pastel le pediría que durmieran juntas esa noche. Después del baile, se tomaría alguna copa mientras la joven acababa de trabajar. Además le tendría preparada una sorpresa en su ático, llenando su cama de pétalos formando un corazón como hizo la primera vez que la invitó a su casa para tener una cita con ella. Aparte de comprar un buen champán para celebrar con Daniela que ya tenía un año más. Con lo que Patricia no contaba es que Lucía tendría la misma idea que ella en cuanto al baile erótico y al ramo de rosas. 

Llegó el viernes y con él, el cumpleaños de Daniela. Ésta esperaba que Patricia fuera la primera en felicitarla. Pero no fue así. La felicitaron toda su familia y sus amigos, todos menos la persona que más deseaba que la felicitara. Le dolió mucho que Patricia olvidara qué día era. Pero Daniela sabía que a la doctora le tocaba trabajar durante todo el día y tal vez estaba muy liada en el trabajo. 

Daniela se fue a desayunar con sus amigos y luego se fue a comer con sus padres y su hermana a un restaurante muy exclusivo de la ciudad. Llegó la tarde y seguía sin tener noticias de la doctora. Eso la desesperó. ¿No había podido ni sacar un minuto para escribirle?.

Ya era hora de entrar al club. La fue a buscar Ana a su casa y fueron juntas a trabajar. Daniela tenía ganas de llorar y se lo hizo saber a Ana, pero ésta la animó diciéndole que seguro que Patricia estaba muy liada en el trabajo y se le habría pasado. 

A Daniela en el fondo no le vendría mal trabajar, así tendría la mente ocupada.

Empezó a tener bailes privados hasta que llegó el penúltimo baile. Daniela estaba mirando el móvil cuando Lucía entró al reservado. Daniela se quedó inmóvil cuando vio a su profesora.

-Hola profesora…¿Qué hace usted aquí?

-Pues verás, hoy es el cumpleaños de mi alumna preferida y se me ha ocurrido pasarme por su trabajo para felicitarla y de paso traerle un ramo de flores. 

Daniela estaba muy triste. Hasta su profesora se había acordado de su cumpleaños y le había traído un ramo. Joder, y Patricia nada de nada.

-Gracias, profesora. No sé qué más decirle. 

-No es necesario que digas nada. Pero sí me podrías hacer uno de tus mejores bailes…

Daniela no quería hacer nada que la perjudicara, pero tenía que reconocer que Lucía se merecía algo más que un simple baile. Por lo menos ya había hecho más por ella que Patricia. Así que quiso tener contenta a la profesora. 

Le empezó a bailar muy sensualmente y Lucía estaba muy excitada de ver a la joven moverse y contonearse delante de ella de esa manera. Hasta que Daniela le sonrió y decidió sentarse encima de ella. 

A Lucía le iba a dar algo. Por fin tenía encima de ella a la chica que le quitaba el sueño por las noches y ocupaba sus pensamientos durante el día. 

-Daniela…¿Y las normas? ,¿No me dijiste que no te podía tocar?-Lucía no se lo podía creer.

-Sí, así es, pero hoy es un día especial,¿No cree?

-Si... Claro que creo…-Lucía estaba loca de contenta. Estaba soñando despierta.

-Pero seré yo la que se mueva y la que toque. Usted quietecita. 

Lucía la miraba con mucha lujuria. No podía quitar la vista de todo el cuerpo de la joven. De sus pechos, su abdomen, sus preciosos muslos..Lo que daría por poder tocarla. 

Daniela frotó su sexo con el de Lucía. Ésta se iba a correr sin quererlo. Quería besar a Daniela pero sabía que ésta, si intentaba tocarla o besarla, seguro que la rechazaría. Así que se conformó con que Daniela fuera la que se moviera encima de ella. No podía pedir más. 

-Daniela…

Lucía comenzó a gemir. Y eso animó a Daniela a moverse con más frenesí. Finalmente la profesora tuvo un orgasmo como pocos. 

Lucía quería abrazarla pero no se atrevía a hacerlo. 

-Daniela... Gracias...Me ha encantado...

-Gracias a usted, por venir y por las flores.

-¿Irás a la fiesta?- preguntó Lucía cuando recuperó la respiración. Quería verla fuera del club y de la universidad.

-Sí, iré con mis amigos. ¿Usted irá?

-Si, ahí nos veremos- le dijo con una amplia sonrisa.

Lucía se despidió de Daniela dándole un beso en la mejilla. Y se fue mucho más contenta de lo que había venido. Salió directamente del local y sin ella darse cuenta, Patricia la vio. Su cuerpo se tensó al momento. ¿Qué hacía ahí esa mujer?joder, seguro que Daniela le había hecho un baile erótico privado. Sus celos no la dejaban pensar con claridad. De sólo pensar que Daniela había puesto su cuerpo sobre el cuerpo de esa mujer, o que mientras Daniela le bailaba, la otra la miraba con hambre y lujuria... Quería golpear a algo o a alguien. Se metió en el club y sin ella darse cuenta la agarró del brazo una bailarina. Tenía que reconocer que era muy atractiva y tenía un cuerpazo, pero ella tenía en mente ir directamente a ver a Daniela.

-Perdona guapa, ¿Quieres un baile privado?  podemos pasarlo muy bien juntas...

-Sí, quiero un baile, pero lo quiero con Daniela. Gracias. Y se soltó del agarre de esa mujer. 

Fue directamente al reservado donde se encontraba Daniela. 

Daniela estaba mirando el móvil cuando Patricia entró al reservado. Daniela no levantó la vista. Así que Patricia se sentó directamente. Aún llevaba en la mano el ramo de rosas que le quería regalar a Daniela. Y de repente vio en una cómoda que había otro ramo de flores. Seguro que se lo había regalado la maldita profesora.  Estaba por levantarse e irse, justo cuando Daniela levantó la mirada del móvil y la vio. Daniela se quedó helada.

-Patricia...Hola... No esperaba que vinieras…-Daniela palideció cuando la vio.

-Ya veo. Sólo quería desearte Feliz cumpleaños. 

-Gracias. 

-Y darte estas rosas. Aunque ya veo que alguien se me ha adelantado. 

Daniela quería que la tierra la tragara. Cogió las rosas de la mano de la doctora.

-Gracias por las rosas. Son preciosas.

-Bueno, creo que lo mejor será que me vaya. 

-¿Qué?¿Por qué?…¿Acaso no has venido para que te baile?-Joder, Patricia había venido para felicitarla y para traerle un ramo de rosas. ¡Mierda! Y ella se había excedido con la profesora como castigo a la doctora por no haberse acordado de su cumpleaños.

-Estoy cansada, Daniela, he trabajado todo el día y el turno ha sido muy movido. Así que mejor me voy. Espero que acabes bien la noche- Patricia sabía que si se quedaba más tiempo, podría acabar mal con Daniela. 

Daniela no quería que se fuera así. Se le notaba muy molesta y tal vez decepcionada. Así que la agarró del brazo y suavemente la hizo sentarse de nuevo. 

Patricia estaba muy guapa. Llevaba unos vaqueros ajustados y raídos por las rodillas, con unas sandalias con tacón y una blusa ajustada que le resaltaban sus exuberantes pechos. Y además el perfume que llevaba podía dejar tonta a Daniela. 

-Patricia...Espera, por favor. Es mi cumpleaños y quiero pasar un rato contigo. No te he visto en todo el día.

-¿Estás segura que quieres pasar un rato conmigo?- Le dijo con un tono irónico. 

-Patricia,¿A qué viene esa pregunta? Me muero por estar contigo. Ya no contaba con verte hoy, pensaba que te habías olvidado de mí cumpleaños. 

-Está bien. Me quedaré un rato, y me iré- Ella también se quería quedar con Daniela. Quería abrazarla, besarla, amarla, pero también quería mandarla a la mierda. Estaba muy enfadada con ella.  Pero sabía que se iba a echar a llorar y no quería hacerlo delante de la joven. 

Daniela se sentó a horcajadas sobre la doctora. La joven cogió delicadamente el rostro de Patricia con las dos manos, lo alzó para poder mirarla a los ojos, y comenzó a besarla con delicadeza. Primero le chupó los labios suavemente, para después pedir paso con su lengua a los labios de Patricia. Ésta se dejó hacer. Estaba tan excitada que con un poco más podría correrse. Sus bragas estaban muy húmedas, como siempre que tenía a la joven cerca o encima de ella. 

Daniela, mientras besaba a la doctora,fue desatando con mucha destreza los botones de la fina blusa de Patricia. Ésta comenzó a gemir. No llevaba sujetador y ver esos pechos tan grandes para ella sola la excitaban como pocas cosas lo hacían. Con sus dedos acarició los pezones sutilmente y luego los apretó. Éstos se pusieron tiesos al momento. Jugó con ellos unos segundos más, acariciándolos, apretándolos y rozándolos. 

Patricia aún no había puesto sus manos en el cuerpo de la joven. No quería tocarla. No podía, si la acababa de tocar la profesora. Y Daniela se dio cuenta de eso. 

-Patricia…¿Por qué no me tocas?¿Ya no te gusto?-Le susurró al oído Daniela. 

Patricia no contestó. Daniela decidió moverse lo más sensualmente que sabía sobre Patricia, mientras frotaba su clítoris con el de la doctora. De repente los vaqueros de Patricia se tornaron húmedos también. Y esa humedad no le pasó desapercibida a Daniela. Ésta estaba como una moto de excitada. 

Patricia seguía sin tocarla. Así que Daniela pasó al siguiente paso. Se levantó de las piernas de la doctora, le desabrochó el botón de los vaqueros y se los bajó, como también las bragas. Se puso de rodillas y le abrió las piernas todo lo que pudo. 

Daniela se quedó mirando la vagina de la doctora. Podía quedarse con esa visión toda la vida. Patricia se dejó hacer. En ningún momento cerró las piernas, al contrario, las abrió todo lo que pudo. 

Daniela acercó su nariz a la humedad de Patricia, pasando la nariz por toda la entrepierna, de un lado a otro y de arriba a abajo. De repente sacó la lengua y chupó sus labios vaginales, luego con los dedos los abrió, y metió la lengua todo lo profundo que pudo. Con la otra mano le acarició el ano porque sabía que eso excitaba mucho a la doctora. Y como ya sabía Daniela, Patricia no tardó ni un segundo en correrse como pocas veces había hecho. 

Después de haber tenido un maravilloso orgasmo, a Patricia se le escapó alguna lágrima que otra. Y Daniela se dio cuenta de ello. Con sus dedos le secó el rostro a la doctora.

-Patricia, ¿Estás bien?¿Qué ocurre?- Le preguntó preocupada la joven. 

La doctora ni quiso ni pudo contestarle.

-Patricia, por favor,quiero que me penetres, quiero correrme con tus dedos.

Patricia la hizo levantarse del suelo y la sentó encima de ella. Comenzó a besarle en los labios bruscamente. Cómo nunca la había besado. Entonces le corrió la braga de encaje que llevaba y se dispuso a acariciarle el clítoris. 

-Gracias Patricia, era justo lo que necesitaba…

Cuando vio que Daniela estaba muy mojada, le introdujo dos dedos primero suavemente y después como la joven estaba tan lubricada, los metió y sacó sin delicadeza. 

-Daniela, me encanta lo estrecha que eres,me vuelve loca tu estrechez, ¡Qué rica estás!

Mientras Daniela le puso los pechos en la cara a la doctora, y ésta no paraba de meterle y sacarle los dos dedos, se corrieron las dos al unísono. 

Después de haber llegado al orgasmo, quedaron las dos sin respiración. Daniela abrazó a la doctora pero ésta no le devolvió el abrazo. 

-Patricia, ¿Qué pasa?¿Por qué estás así conmigo?

-Daniela, creo que lo mejor es que me vaya.

-No, necesito hablar contigo y que me digas que te pasa -Daniela estaba desesperada por saber qué le pasaba a la doctora. 

-Está bien, ¿Te gustan las flores que te han traído?- Patricia estaba decidida a sacar toda la artillería pesada.

-¿Por qué lo preguntas? No me disgustan, la verdad. Pero me gustan más las tuyas. 

-¿Y qué tal con tu profesora?¿Qué le has hecho?¿Qué te ha pedido ella que le hicieras?

O sea que era eso. Por eso estaba así Patricia. Seguramente la habría visto salir del local o se la habría encontrado por la salida. A Daniela le iba a dar un ataque de nervios. No quería mentirle a Patricia pero sabía que si le decía la verdad, ésta podría decirle que no la quería ver más en su vida. Y se decantó por decirle la verdad. La palabra mentira no estaba en su vocabulario.

-Patricia, ella vino a felicitarme, igual que tú. Y bueno, me trajo también estas flores. 

-¿Y qué tal fue el baile?, ¿Le hiciste algo especial, como a mí?

-A decir verdad...Esta vez sí me sobrepasé un poco. Le dije a ella que a mí no me tocara, pero yo estaba muy enfadada contigo porque creía que no te habías acordado de mi cumpleaños, y yo si la toqué. Me puse encima de ella y me rocé. 

-Ah, qué bien. ¿Estás segura que no te ha tocado?

-No, Patricia. No me ha tocado- Daniela se iba a poner a llorar de un momento a otro.

-¿Y le gustó lo que le hiciste?¿ Ella se corrió?

Daniela tenía miedo de contestar. Sabía que cuando dijera la verdad, Patricia se iba a ir de local.  

-Si...Patricia. Ella se corrió…-Daniela no sabía dónde mirar. 

-Está bien. Me alegro que hayas tenido un cumpleaños tan especial. Te lo mereces Daniela. 

-Por favor, Patricia…

-Tranquila Daniela, la culpa no es tuya. Es mía por pensar que con diecinueve años me podías dar lo que yo estaba buscando. Pero me equivoqué por completo. Bueno, yo me tengo que ir a descansar, ya nos veremos, y lo dicho, espero que acabes bien tu día. Hasta luego. 

Las palabras de Patricia la acabaron por rematar dejándola totalmente hundida. Lo peor de todo es que la doctora tenía toda la razón. A Daniela no le quedó otra que dejarla ir. La había cagado con ella. Patricia había venido para felicitarla y ella se había dejado llevar con Lucía. Cojonudo. Sólo pudo echarse a llorar. Sólo quería desaparecer del mapa y desde luego ese cumpleaños no lo olvidaría nunca.

Patricia salió del local y nada más giró la esquina, se puso a llorar sin poder evitarlo. ¡Joder! Ella quería darle una sorpresa a Daniela por su cumpleaños y la que se llevó la sorpresa fue ella. Daniela le había demostrado que no la quería como decía quererla. Y que era capaz de dejarse llevar con otra mujer a la mínima de cambio. Entonces no era tan madura como ella pensaba. Daniela le había dicho por activa y por pasiva que solo quería estar con ella, pero sus hechos decían lo contrario. Lo que sí sabía era que había salido de ese local con el corazón roto.

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