Capítulo 30- Enamoradas hasta las trancas
Daniela ya no sabía por qué le dolía tanto el estómago. Si era cosa del examen que le quedaba o tal vez eran nervios por haber visto a Patricia esa mañana. Lo que sí sabía era que necesitaba hablar con Ana urgentemente. Habían quedado con ella en la cafetería para comer.
-Dani, guapa, el examen lo tenemos a las 4pm, ¿Verdad?- Ana vio triste a su amiga así que no dudó en preguntarle si le pasaba algo o simplemente se encontraba así por el examen que les quedaba.-Por cierto,¿estás bien? Te noto como decaída y triste.
-Si Ana, lo tenemos a las 4. Nos queda menos de hora y media para hacerlo. Y la verdad, no estoy bien. Esta mañana estaba desayunando con Laura en una cafetería y justo entró Patricia con una compañera suya. Y cuando nos vio a Laura y a mí, nos presentó como sus vecinas.
-¿En serio,Dani?¿Estaba enfadada? porque después de lo que habéis hecho tú y ella,que te presente como una simple vecina...No lo entiendo.
- Estoy muy dolida Ana. Yo pensaba que era para ella especial. Pero me he equivocado. Igual se ha avergonzado de mí por la diferencia de edad. Y también es verdad que ella me dijo que quería darme mi espacio para estudiar los exámenes.
Justo llegaron a la cafetería Pedro y Raquel y sin dudarlo se unieron a Ana y a Daniela, así que las jóvenes tuvieron que cambiar de tema de conversación.
Antes de comer, Patricia pasó a casa de Laura con la excusa de pedirle algo y así aprovechar y preguntarle cuándo acababa Daniela los exámenes. Laura, que no tenía un pelo de tonta, enseguida se percató de la verdadera razón por la que la doctora había pasado a su casa. Necesitaba sacarle información sobre su hermana. Y ella muy gustosamente se la dio.
Laura sabía que Daniela se había comportado como una cría saliendo de la cafetería cómo salió. Y si ahora Patricia, después de cómo se había comportado su hermana en la cafetería, había ido a hablar con ella sobre Daniela, le estaba demostrando que su hermana sí le importaba. Eso era una buena señal. Así que Laura le soltó a Patricia que a su hermana le había dolido mucho que la presentara a su compañera como simplemente su vecina. Enseguida Patricia se dio cuenta que Laura tenía razón y que había metido la pata. Pero que quería Daniela ¿Qué la besara ahí mismo delante de su compañera y de Laura?.
Patricia tenía turno de tarde, así que
quince minutos antes de empezar el turno, ya se estaba cambiando en el vestuario. Desde que vio a Daniela en la cafetería, llevaba todo el día queriendo hablar con ella o escribirle por WhatsApp. Pero no sé atrevía a hacerlo. Le daba miedo que ella le escribiera y Daniela pasara de contestarle. Además había quedado con ella en que le daría espacio para que se dedicara tranquilamente a estudiar. Pero ahora Laura le había dicho que su hermana tenía el último examen a las 4pm, así que tenía una excusa para escribirle. Y aprovechando que se encontraba sola en el vestuario, se armó de valor y le escribió.
Mientras hablaban Pedro, Raquel y Ana, Daniela estaba pensando en Patricia. De repente su móvil vibró enérgicamente. Cuando Daniela vio quién era, su estómago comenzó a dolerle más y más. Hasta que abrió el mensaje del destinatario y conforme lo leía, sólo pudo sonreír y hasta una lágrima se le escapó.
"Hola Daniela. Espero no molestarte. Tu hermana me ha dicho que tu último examen lo tienes ahora a las 4pm. Quería desearte mucha suerte, aunque sé que no la vas a necesitar. Eres la mejor, y estoy segura que vas a sacar la mejor nota de todas. Eres un orgullo de mujer. Por cierto, esta mañana estabas preciosa en la cafetería. Patricia".
Daniela debió leer ese mensaje como veinte veces seguidas. No se creía que Patricia hubiera dado su brazo a torcer y le hubiera escrito. Y a decir verdad, había sido muy cariñosa con lo que le había puesto. Joder, eso le dio tal subidón que de repente dejó de dolerle el estómago y se sentía más feliz que nunca. Y claro que Patricia tenía razón, iba a sacar la mejor nota de todas.
Daniela finalmente se decidió a contestarle, pero como no sabía que ponerle, fue lo más escueta que pudo.
"Gracias Patricia".
Cuando Patricia ya se había puesto su pijama de trabajo, notó el móvil vibrar en su bolsillo y los nervios se apoderaron de ella porque sabía perfectamente de quién era el mensaje que le acababa de llegar. Cuando lo leyó con prisas, el alma se le cayó a los pies. Tenía razón Laura cuando le dijo que a Daniela le había dolido que a su compañera de trabajo le presentara a Daniela como a una simple vecina. Joder, volvió a meter el móvil en el bolsillo y se dirigió a su puesto de trabajo con un semblante serio y muy triste. Esa tarde, aún sin ver lo que se le avecinaba, sabía que el trabajo se le iba a hacer muy cuesta arriba.
Daniela por fin acabó los exámenes y necesitaba relajarse. En unos días sería la fiesta de la facultad. Ana sabía que su amiga se había quedado mal por haber visto esa mañana a la doctora, así que estando en la cafetería de la facultad, le animó a que le escribiera o fuera a verla.
-Daniela, ya hemos acabado de estudiar. Ahora tienes todo el tiempo libre del mundo. Escríbele a Patricia.
-¿Y si me manda a la mierda? Además ya le he contestado al mensaje que me ha mandado.
-Tú me dijiste que ella quería darte tiempo para que pudieras estudiar, y ya has acabado los exámenes. Venga hombre, te mueres por verla. Además, si a "Gracias Patricia" le llamas una contestación,vaya mierda de contestación. Ella te escribe muy cariñosa y tú solo atinas a decir eso... Tía...tienes mucho que aprender.
-Sí, si me muero por verla.¿Y qué hago?¿Le escribo?¿O voy a verla? Pero ya te dije que la otra vez que fui a verla, ella salía con una amiga a tomar una copa. Y esta mañana me ha dejado claro que soy sólo su vecina.
-Pues vas a verla antes de que acabe su turno. Y lo de esta mañana date cuenta que ella tampoco sabe cómo tratarte delante de Laura y encima delante de su compañera. Ponte en su lugar.
-Si…¿y si se avergüenza de que vaya a verla a su trabajo?
-Joder Daniela, no digas tonterías. Y ves.
-Está bien. Me voy a pasar por el hospital a ver si la veo. Deséame toda la suerte del mundo porque creo que la voy a necesitar.
-Deja de decir tonterías y ve. Verás que lo vais a arreglar. No sé por qué pero creo que a pesar de la diferencia de edad que hay entre vosotras, estáis hechas la una para la otra. Además hacéis una pareja preciosa.
-Gracias Ana. Eres la mejor amiga que se puede tener. Te quiero un montón.
Las dos se dieron un abrazo y Daniela salió de la universidad directamente al hospital.
Daniela estaba hecha un manojo de nervios. El corazón se le iba a salir del pecho. Joder que duro era estar locamente enamorada de alguien. ¿Y si Patricia no quería verla en su puesto de trabajo? Pero ella sí tenía muchas ganas de verla y no hacía nada malo por pasarse por el hospital. Así que finalmente decidió pasarse.
Llegó a urgencias y le preguntó a la mujer de recepción si sabía si estaba la doctora García. Ésta le dijo que sí. Que estaba de turno.
-¿Quieres que le diga algo?
-Pues... sí. Dígale que soy Daniela. A ver si puede salir un momento a hablar conmigo.
-Vale. Ahora la aviso. Toma asiento.
Daniela se sentó en la sala de espera. Ésta no estaba muy llena, al contrario. Había pocos pacientes esperando a que llegara su turno para ser atendidos.
La joven estaba distraída cuando de repente levantó sus ojos del suelo y vio a la mujer más guapa y sexy del mundo correr hacia ella. Daniela se levantó de la silla rápidamente.
-¡Daniela!,¿Te ocurre algo?¿estás bien?- Le preguntó la doctora preocupada- Cuando la vio sentada en la sala de espera le pareció la criatura más dulce, tierna e indefensa que había visto nunca.
Patricia estaba preciosa con su pijama, su bata blanca, sus zuecos y su fonendo en el cuello.
-Sí, perdona Patricia, no quería asustarte…- No podía quitar sus ojos negros de los ojos azules de la doctora. Ésta estaba nerviosa por la visita de Daniela. Se notaba que estaba preocupada por la joven y por el motivo de la visita.
-Entonces…¿Para qué has venido?
-Yo...Simplemente...Quería verte. Pero si te molesta, me iré. No te preocupes.
Patricia cogió de la mano a Daniela y entrelazó sus dedos con los de ella. Y con una sonrisa arrebatadora le contestó:
-¿Quién ha dicho que me haya molestado tu visita?¿Te puedo invitar a un café?-Patricia estaba eufórica por la visita de Daniela. Nunca se imaginó que la joven iría a verla al hospital. Además después de haberla visto esa mañana y no poder mostrarse cariñosa con ella, se moría de ganas de tenerla cerca.
-¿Qué? Sí claro. ¿Pero no te pillo en mal momento?.
-Contigo nunca es mal momento, Daniela. Por cierto, ¿Cómo te fue ese examen?.
-Me ha ido muy bien, la verdad. Gracias por preguntar. Patricia...Estamos en tu trabajo. No es necesario que me cojas de la mano.
-¿Qué? Perdona Daniela, pero esta mañana me equivoqué presentándote como mi vecina, así que ahora no voy a cometer el mismo error. De hecho quiero demostrarte lo que significas para mí. Y me da igual que sea en la calle, en el hospital o en un centro comercial. Por lo que te voy a pedir que ni se te ocurra soltarme de la mano. Y por cierto,¿Sabes qué es lo que más estoy deseando hacer en este momento?
-No... Patricia, no lo sé- Daniela se sentía la mujer más afortunada del mundo después de las palabras que le dedicó Patricia.
-Esto, Daniela - Se acercó a la joven y le dio un beso muy lento y suave en sus húmedos labios, introduciendo su lengua entre los labios de Daniela, mientras sacó la mano que tenía en el bolsillo de su pijama y puso las dos alrededor de la cintura de la joven para atraerla hacía ella. Ésta se quedó estática en el sitio cuando sintió los labios de la doctora pegados a los suyos, y su juguetona lengua queriendo abrirse hueco entre sus labios. Joder, Patricia le había dejado más que claro que era muy importante y especial para ella. La besó con esa pasión en su mismo puesto de trabajo. Eso no lo hacía cualquiera, y la doctora le demostró que no se avergonzaba de ella por la diferencia de edad que había entre ellas.
Cuando Patricia se dio por saciada con el beso que le dió a Daniela, se separó de la morena, le cogió de la mano y se dirigieron a la cafetería, y justo una enfermera paró a la doctora:
-Perdonde doctora García, pero ya tenemos los resultados de la analítica del paciente del box cuatro.
-Gracias Claudia, que los mire la doctora Serrano y si tengo que venir que me llame. Voy a tomarme un café rápido y regreso.
-Esta bien doctora - La enfermera no le quitaba ojo a Daniela y a la mano de la doctora con la de la joven, que seguían con los dedos entrelazados. Seguro que no tardaría ni un segundo en ir con el chisme de que la doctora salía con alguien a sus compañeras de trabajo. Pero a Patricia le daba exactamente igual lo que pudiera ir diciendo esa enfermera de ella.
Patricia se dio cuenta de esa mirada, ella misma le echó una mirada a Daniela y le sonrió. Sabía que Daniela llamaba la atención y ella estaba muy orgullosa de ella. Porque esa joven no sólo era un físico. Patricia no tenía ninguna intención de soltarle la mano a Daniela. Y ésta no cabía en sí de felicidad.
Llegaron a la cafetería y Patricia pidió dos cafés.
-¿Quieres algo de comer?
-No, gracias. Con el café basta.
-Perfecto.
Les sirvieron y se sentaron en una mesa próxima a un gran ventanal.
-Bueno Daniela...Me alegro mucho por tu visita. Pero a decir verdad, no la esperaba- le dijo la doctora con una sonrisa pícara. No se creía que la joven tuviera ganas de verla y se hubiera acercado a verla al hospital. Estaba muy feliz por tener a Daniela ahí solo para ella. Pensaba que la joven ya se estaba cansando de ella y la visita de hoy le había dado esperanzas.
-No sabía si venir, no sabía si te podía molestar que viniera a verte, pero al final me armé de valor...Y aquí estoy.
-Pues ya ves que es todo lo contrario. Me he alegrado mucho de verte. Hacía días que no nos veíamos, sin tener en cuenta lo de esta mañana. Y bueno... Yo...tenía muchas ganas de ver esos preciosos ojos negros. Te he echado mucho de menos, cariño.
-Yo también te he echado muchísimo de menos. Tanto que he tenido un gran nudo en el estómago y llevo días comiendo poco, durmiendo mal y estudiando menos de lo que quería.
-Vaya cariño...Creo que lo que te pasa es que estás locamente enamorada-Le dijo Patricia muy risueña.
-Pues sí, Patricia, estoy enamorada hasta las trancas. Tienes toda la razón, qué le voy a hacer. Como buena joven que soy, aún no sé gestionar adecuadamente mis sentimientos...
Las dos rieron por lo que dijo la joven. Sólo le faltó reconocer a Patricia que ella sentía exactamente lo mismo por Daniela, aunque ya fuera una mujer madura. En realidad, a ella le pasaba lo mismo en cuanto a la gestión de sus sentimientos y emociones que tenían que ver con la joven.
Patricia tenía una mano apoyada en la mesa. Daniela aprovechó para acercar su mano a la de la doctora. Cómo no quería incomodar a la doctora por estar donde estaban, simplemente acercó sus dedos a los de la mujer y los rozó mientras miraba alrededor de ellas por si alguien las estaba mirando. Necesitaba sentir a la doctora. Ésta la miró a los ojos y le sonrió, para después mirar la mano de Daniela y poner su mano sobre la de la joven, acariciándola como si de algo muy frágil se tratara. Daniela se iba a derretir ahí mismo.
Las dos se miraban embelesadas. Y si Patricia hubiera acabado ya el turno, le hubiera pedido a Daniela que se fuera con ella a su casa. Soñaba con hacerle el amor durante toda la noche, y luego caer rendidas y extasiadas una encima de la otra. Y siempre desnudas. Estaba muy feliz de que la joven hubiera decidido ir a verla al hospital. Ya se imaginaba a Daniela yendo a buscarla al hospital y saliendo las dos cogidas de la mano. Esa idea le encantó.
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