Capítulo 20. El primer beso.
Llegó la hora del baile de una hora. Daniela ya estaba algo exhausta con tanto baile privado. Y aún le quedaba el más largo. Y para colmo el anterior cliente se había intentado sobrepasar con ella y la había cogido fuerte de las muñecas dejándole unas buenas marcas en ellas. Pero el asunto no llegó a más y no fue necesario llamar a Raúl para que sacara al cliente del reservado porque finalmente se fue él solo sin armar más follón del que había montado.
¡Joder! Cuando vio a la doctora entrar, no sabía si ponerse a gritar, gritarle a la doctora, echarla o qué hacer. No tenía ninguna gana de hacerle un baile privado. Pero sabía que si se negaba, la podían echar. Y ella necesitaba el dinero. En realidad no sabía qué quería la doctora. Igual sólo quería hablar. Y seguro que le permitieron prolongar el baile a una hora porque era una mujer y encima se le veía que tenía dinero.
Daniela se quedó con los ojos fijos en los ojos azules de la doctora. Esa noche estaba más guapa que nunca. Se había dejado la melena suelta, se había puesto algo de maquillaje y se había pintado los labios de un rojo pasión. Esos labios pintados, la estaban invitando a que los lamiera, los besara lentamente, los mordiera y los poseyera. Los ojos le resaltaban y brillaban como nunca y encima la vestimenta que llevaba...Podía quitarle el sentido. Iba con una blusa de seda muy fina y bastante desabotonada, dejándole ver su generoso escote.Una falda negra de tubo con abertura a un lado y unas sandalias con tacón de aguja que le quedaban maravillosas. Además llevaba una perfecta manicura francesa en las uñas de las manos, pero también llevaba las uñas de los pies pintadas. En definitiva, la doctora estaba espectacular. Y Daniela se encontraba más aturdida que nunca.
Daniela estaba nerviosa perdida. Tener a esa diosa en el reservado, esperando a que ella le bailara, le estaba provocando ansiedad. De repente empezó a hiperventilar. ¿Cómo podía ser que esa mujer estuviera allí solo para ella?. Daniela quería salir corriendo de la vergüenza que tenía. La doctora iba vestida de tal manera que podía llamar la atención de cualquiera, mientras que ella llevaba un simple conjunto interior de encaje, eso sí, muy sensual y sexy. De repente Daniela empequeñeció al lado de esa mujer.
-Hola Daniela...Buenas noches-Le dijo la doctora buscando su mirada negra para que ésta se fijara en sus preciosos ojos azules.
-Hola doctora...Que...¿qué quiere?-Daniela no tenía en ese momento la confianza suficiente como para mantener una conversación normal con la mujer.
-¿Estás nerviosa, Daniela?-Ella sí que estaba nerviosa de sólo pensar que Daniela la iba a rechazar...
-¿Usted qué cree? Lo mejor será que me vaya...
Patricia la cogió del brazo. No iba a permitir a Daniela que se fuera. La pobre se le veía un manojo de nervios. Ella se había arreglado con la intención de deslumbrar a la joven y por lo que se ve, lo había conseguido de sobra. Tal vez se tenía que haber vestido de otra manera y no haber llamado tanto la atención de la joven. Y cuando la cogió suavemente del brazo, la doctora vio las marcas que le dejó el cliente en las muñecas.
-Daniela, ¿Quién te ha hecho ésto?-Patricia estaba que rabiaba.
-¿Qué más le da a usted?No es asunto suyo, yo simplemente soy una bailarina.
-¿Qué estás diciendo? Estás muy equivocada si piensas que no me importas y que me da exactamente igual que los clientes te dejen marcas y se sobrepasen contigo.
-Vaya, no sabía que le importara tanto. Pero no se preocupe que aunque usted me vea una cría, yo sé defenderme sola.
Patricia pasó sus dedos delicadamente por las marcas de la joven. Acarició la piel dañada con las yemas de sus dedos y Daniela creyó morirse con tales masajes en sus muñecas. La joven sólo pudo mirar embelesada los dedos de Patricia mientras éstos seguían acariciando cuidadosamente las marcas que tenía.
-Daniela...Me gustaría poder hablar contigo.
-Ya se lo dije doctora. No quiero hablar con usted. En realidad no tenemos nada de qué hablar. Es libre de hacer lo que quiera, pero deje de jugar con personas que sí tenemos sentimientos. Si se está acostando con su amiga porque es una mujer madura, me parece perfecto. Entiendo que con una joven como yo no quiera tener usted nada. Me ha costado entenderlo pero finalmente lo hice. Así que lo siento por cómo me comporté. No volverá a ocurrir- Por fin se armó de valor y escupió de golpe por su boca todo lo que le estaba rondando por su cabeza.
De repente Patricia se acordó de cuando la vio en bikini en su terraza esa misma tarde y lo que hizo posteriormente con semejante visión. Y Daniela aún pensaba que su cuerpo no le atraía nada a Patricia...Dios, que equivocada estaba esa niña si creía que no provocaba absolutamente nada en la doctora y que ésta prefería a mujeres maduras para satisfacer sus necesidades. Si Daniela supiera la verdad...
-Daniela...Lo siento si he herido tus sentimientos. No quise hacerlo. No fue mi intención. Pero estás equivocada en algo. Tengo un gran problema. Estoy enamorada de alguien a la que casi le doblo la edad, y para mí no es fácil tener a esa persona cerca de mí y yo tener que comportarme usando la cabeza y no el corazón, y ni siquiera poder tocarla, besarla o hacerle lo que a mí me plazca.
-Usted está mintiendo. Usted prefiere a su amiga porque es más mayor y le da más seguridad o estabilidad. No lo sé.
-Daniela, no te miento. No es que no quiera hacer nada contigo...Todo lo contrario. Pero tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano y bestial para mantenerte lejos de mí. Para mí aún eres una niña. Te saco muchos años y es como si estuviera pasándome la ley por el forro. Estoy luchando con lo que siento, Daniela...Tengo una lucha interna que ya no me deja ni vivir, y si te soy sincera, voy a acabar explotando sin poder hacer nada para evitarlo.
-Ese es el problema, que usted no puede elegir por mí. Yo tengo diecinueve años, sé perfectamente lo que quiero y siempre lucharé por ello. Sé que las barreras nos las ponemos nosotros mismos y lo único que conseguimos con ello es no ser felices.
-¿Y qué es lo que quieres tú, si se puede saber?-Preguntó incrédula la doctora.
-Yo la quiero a usted. Pero ahora mismo quiero que se vaya, no me gusta que se vaya besando o acostando con otras y luego venga aquí como si nada, porque parece que sólo busca un revolcón aquí en el club. Yo no soy sólo eso, un revolcón, pero ni para usted ni para nadie. Lo siento. Así que por favor, hágame un favor y váyase- ¿Pero le había dicho que estaba enamorada de ella? Esa palabra tan única y especial había salido de su boca?
-No quiero irme, Daniela. Y te equivocas si piensas que para mí eres sólo un revolcón o un polvo. Además soy totalmente consciente que tú no eres mujer de acostarte con la primera persona que pillas. Si con diecinueve años aún eres virgen, es porque eres una chica muy especial.
-Usted, ¿para qué quiere a las mujeres? Por lo que sé, las quiere sólo para acostarse con ellas.
-Tal vez no haya encontrado todavía a la mujer que me haga sentar la cabeza. Y por eso sólo busco lo que busco- Podía haberle dicho que creía que sí la había encontrado, pero eso sería abrirle totalmente su corazón y aún no estaba preparada para semejante confesión. Ya era suficiente con haberle dicho que estaba enamorada de ella.
-¿Lo ve?. No iba mal encaminada con lo que pienso de usted. Lo mejor es que se vaya. Si quiere un revolcón, seguro que con otra bailarina lo encuentra.
-No Daniela, no quiero acostarme con otra bailarina. Lo que quiero es aprovechar el tiempo que me queda de estar contigo para que me hagas sentir lo que me hiciste sentir la otra vez. Quiero demostrarte, como la última vez que estuve, lo que provocas en mí cuerpo y en mi corazón.
-Le repito que no pienso tocarla si se está dejando tocar por su amiga... Además sabe que las normas las tengo que cumplir.
-Daniela...Ven...Por favor. No volveré a acostarme con otra mujer si es lo que quieres. Y las normas, la última vez te las saltaste. A decir verdad, quiero que sólo te las saltes conmigo. No quiero que te las saltes con nadie más. Me da algo de sólo pensar en las manos de otra mujer en tu cuerpo.
Patricia se levantó de la silla y se acercó a Daniela, ya que ésta en un descuido de la doctora, se separó un poco de ella. La cogió muy suavemente de la mano y la acercó a ella de nuevo. No quería hacerle por nada del mundo daño. La quería tratar con la delicadeza que se merecía. No como la había tratado el bestia del cliente anterior. Para ella, Daniela era la chica más dulce y buena que había conocido en la vida. Pero a parte era guapísima y muy inteligente. Desde luego para ella, Daniela era perfecta.
Patricia se sentó en la silla. Abrió las piernas para que Daniela se pusiera entre ellas. Y la abrazó suavemente. Sus manos se posaron en sus caderas, luego en su cintura y por último en sus nalgas. Esas nalgas le encantaban, como sus preciosas y duras piernas. Se notaba al tacto que salía a correr muy a menudo y durante mucho tiempo. Empezó a acariciar sus muslos. Muy despacio. Y Daniela sólo se le ocurrió pensar que tal vez estuviera muerta y ya en el cielo porque no era nada normal lo que esa mujer le estaba haciendo vivir simplemente con acariciarla.
-Daniela...Me gustaría besarte...¿Puedo?no voy a hacerte daño... - le susurró al oído a la joven. Ésta por fin posó sus brazos sobre los hombros de la doctora.
Daniela no dijo nada, y no porque no quisiera, simplemente no podía articular palabra alguna. ¡Y había dicho que quería besarla!¿Pero la iba a besar finalmente?¿Y sus principios y su moral?¿Se los iba a pasar por el forro por ella?joder, no se podía creer lo que estaba viviendo en ese mismo instante en el reservado.
Patricia se tomó la libertad de apretar a Daniela contra ella, y de acercar sus labios a los de la joven. Primero los rozó...Y cuando sintió que los labios de Daniela se abrían, lo entendió como una invitación a su lengua para meterse entre ellos y poder buscar la lengua de Daniela. Ésta se iba a desmayar. Menos mal que la sujetaban los brazos de la doctora. Por fin iba a tener los labios de Patricia sólo para ella. Sus sueños más húmedos se iban a hacer realidad.
Las dos lenguas jugaron sensualmente una con la otra. Y ese juego era exquisito. Tanto Patricia como Daniela estuvieron a punto de tener un orgasmo. Pero querían disfrutar más del momento y lo alargaron todo lo que pudieron. Por fin llegó el beso tan ansiado entre ellas. El beso que le dio Lucía en su despacho no tuvo el mismo efecto que el beso que le estaba dando Patricia. Nada que ver. Con Patricia sentía que se estaba derritiendo. La joven sabía que ese beso no lo iba a superar nadie ni lo iba a olvidar en su vida. Era su primer beso consentido por ambas partes, deseado, y lleno de amor.
-Daniela, por favor...Mete tu mano debajo de mi falda.Quiero que me toques...
-Sí, doctora...-Daniela solo pudo hacerle caso a lo que la doctora le pidió.
Metió su mano suavemente por la abertura de la falda de la mujer, bajó y subió su mano por todo el muslo y joder, que suave era al tacto esa pierna. Luego lo apretó dejándole marca en el muslo y lo arañó. Pero a Patricia eso le dio igual. Aún le provocó que gimiera más.
Patricia, a pesar de tener el cerebro parado por lo que estaba haciendo con Daniela, no quiso tocar todavía a la joven. No se atrevía a hacerlo. Era un querer y no poder que la estaba matando lentamente. Además quería que fuera especial para Daniela la primera vez que la tocara por debajo de sus bragas. Y tenía claro que el club no era el sitio adecuado.
Daniela llevó la otra mano a los pechos de la doctora. Desabrochó hábilmente los botones que le quedaban y le apartó la blusa. Tenía unos pechos grandes y exuberantes para el gusto de Daniela. Quería comérselos. Eso era lo que le provocaba. Así que le sacó el sujetador y comenzó a chuparlos. Patricia no pudo aguantar más y se corrió. Pero sabía que aún se correría por lo menos una vez más.
Daniela dirigió su mano a la entrepierna de la doctora, y ésta le susurró al oído:
-Cariño...Entra en mí. Hazme tuya- y esas palabras acabaron por volver loca a Daniela. Se corrió como nunca. Pero al igual que Patricia, aún se correría una vez más.
Patricia abrió más las piernas para que Daniela pudiera tocarla como ella quisiera. La joven le corrió para un lado las bragas, y no pudo apartar su mirada del clítoris de la doctora. Joder, lo tenía todo depilado. Y en lo primero que pensó fue en agacharse y comerle esos labios vaginales y esa vagina tan maravillosos y únicos. Quería comerla entera.
Daniela le rozó primero el clítoris con sus dedos, para luego tocarlo directamente. Patricia se iba a volver a correr.
-Doctora,está usted muy mojada,¡joder que cachonda me está poniendo sentirla así!
-Lo sé,¿Cómo quieres que esté si tengo tus dedos acariciando mis partes íntimas?.
-Me encantaría poder lamerle todos los flujos que tiene usted ahí y meterle mi lengua en su vagina...ummm-Daniela estaba que iba a explotar.
-Cariño, ¿Tú quieres que me dé un síncope?eso ya lo haremos, no tenemos prisa para eso, pero ahora mismo no tenemos tiempo...Joder...
Daniela, después de acariciarle y rozarle el clítoris con sus dedos, acabó metiéndole tres dedos directamente, ya que estaba tan húmeda que necesitó los tres para hacer fricción con las paredes vaginales.
-Daniela...No quiero que saques tus dedos nunca de mi interior.
-Y yo no los quiero sacar. Podría estar así toda la vida...
Volvieron a besarse con calma, con pasión, con hambre, con necesidad... Hasta que finalmente la doctora se volvió a correr. Y Daniela al verla gemir tanto, no se quedó atrás.
-Daniela, ha sido espectacular. Me gustaría que te sentaras encima mío. Necesito abrazarte.
Daniela hizo caso y se sentó a horcajadas sobre la doctora.
-Para mí ha sido muy especial doctora. Creo que he tocado el cielo. En la vida he vivido algo parecido. Pero...
-¡Pero qué! guapísima, ¿Qué pasa?
-Me gustaría que usted me tocara a mí. Yo también quiero sentirla a usted.
-Cariño, eso es lo que más deseo yo. No sabes cuánto. Pero quiero que tu primera vez sea muy especial y la recuerdes como tal. No quiero tocarte aquí en el club. Quiero hacerlo en mi casa o en la tuya, si a ti te parece bien- Daniela estaba loca de contenta. Eso quería decir que pretendía seguir viéndola.
-Está bien doctora. Creo que tiene razón. Y por cierto, me encanta que me llame cariño.
-Y a mí llamártelo.
-Sabe...Usted ha sido muy dulce conmigo. Y eso me ha encantado.
-Daniela, cómo no serlo si eres lo que tú provocas. Contigo no puedo ser bruta.
-¿Y con otras es usted bruta?
-Bueno Daniela, depende de lo que la otra quiera. Pero ahora mismo no quiero hablar de otras, sino de nosotras. Y por cierto, me gustaría pedirte que me llames por mi nombre. Si me llamas doctora parece que me estás llamando vieja. Y me haces sentir mayor. Y no quiero.
-Por supuesto, Patricia. Entonces si te voy a tutear, me gustaría saber la edad que tienes.
-Me parece razonable. Tengo treinta y cinco recién cumplidos. ¿Te parezco vieja, Daniela?
-Me parece una vieja preciosa y muy interesante...No, es broma. Patricia, me pareces perfecta para mí.
Patricia se la quería comer a besos. Nunca antes había hecho algo parecido. Nunca antes la habían tocado con tanto cuidado y a la vez había disfrutado tantísimo. La doctora no quería perder por nada del mundo a la joven. Se moría por hacerla suya. Desde luego no haría como hizo con la cirujana. Con Daniela iba a necesitar mucha paciencia pero la iba a tener porque era lo que la joven le provocaba.
-Daniela...Me gustaría pedirte una cita- Patricia seguía tan excitada que no veía el momento de poder hacer el amor por primera vez con Daniela. Porque esa era la intención que tenía la doctora, cenar con ella y luego hacerle a Daniela tocar el cielo haciéndole el amor, y de paso tocarlo ella también con Daniela.
-¿Una cita?¿A mí?-Daniela no se creía las palabras que había oído.
-Sí,a ti. Me gustaría invitarte a cenar. En mi casa o por ahí. Piénsalo y me dices. Sé que estás de exámenes finales y sé lo responsable que eres. Así que cuando puedas. Tú me dices.
-Claro, doct...digo Patricia. Estaré esperando esa cita con ansías.
Patricia sólo pudo sonreírle y abrazarla. Era lo único que quería hacer en la vida. Estuvieron así hasta que llegó el momento de tener que abandonar Patricia el reservado. Aprovechó hasta el último segundo para estar con la joven, abrazadas. Todo lo demás, les daba exactamente igual a las dos.
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