Capítulo 19. Lucía se insinúa a Daniela
Daniela, a pesar de lo nerviosa que se encontraba, salió de los dos exámenes muy contenta. Sabía que le habían ido muy bien aunque dudaba si sacaría matrícula. Ana no salió tan contenta, pero creía que por lo menos habría aprobado.
Estaban las dos en el pasillo cuando oyeron unos tacones acercarse a ellas. Era Lucía que necesitaba hablar con Daniela y no sabía cómo hacerlo. Además quería darle su teléfono porque quería avanzar con ella, pero tampoco sabía cómo hacerlo. Daniela la ponía muy nerviosa. Nunca había tenido problema para entrarle a otras mujeres, pero con Daniela era diferente. Le atraía demasiado como para comportarse como si fuera una chica cualquiera. Y cada día que pasaba, la joven le gustaba más y más. Ya no era simplemente un pasatiempo para ella. Era algo más intenso lo que buscaba en Daniela. Pero sabía que la joven no quería nada con ella. Se lo había dejado claro las veces que había intentado acercarse a Daniela.
Cuando Daniela alzó la vista y vio acercarse a la profesora, tuvo que reconocer que era una mujer muy atractiva. Daniela la miró a los ojos y Lucía le sonrió sin poder evitarlo. Esa chica siempre le sacaba una sonrisa.
-Chicas, ¿Cómo os han ido los exámenes de hoy?-Preguntó la profesora a Ana y Daniela para tener una excusa para acercarse a la joven.
-Nos ha ido bien, profesora- Dijo Ana. Intentó ser amable con la profesora mientras que Daniela se mostró distante. No quería darle pie a nada, y Lucía lo notó.
-Daniela, me gustaría hablar contigo un momento. ¿Puedes acompañarme?-Se armó de valor porque si quería hablar con ella a solas, era el momento idóneo para poder hacerlo.
-Sí, claro- Sabía que no podía negarse aunque ella no quisiera acompañarla. Tenía algo de miedo a quedarse a solas con Lucía. Conocía perfectamente sus intenciones y no sabía cómo quitársela de encima. Ana se despidió de Daniela y se fue en dirección contraria a ellas. No le gustaba nada el juego que se traía la profesora con su amiga.
Daniela la acompañó hasta su despacho. Durante el trayecto no le quitó la vista de sus preciosas piernas ya que la mujer llevaba una falda muy corta y ajustada. En realidad esa mujer era muy atractiva y le podía gustar a cualquiera. Lástima que Daniela tuviera a la doctora en la cabeza, sino seguro que podría haber tenido algo con la profesora.
Lucía dejó entrar primero a Daniela. Acto seguido cerró la puerta. La joven tragó saliva. Sabía que no tenía que haber acompañado a la profesora a su despacho, pero ¿qué podía hacer?. No le quedó otra que hacer lo que la mujer le pidió.
-Daniela, como ya sabes, eres la alumna más adelantada de mi asignatura y por lo que he hablado con otros profesores, de muchas otras asignaturas. Quería dejarte un libro que seguro te va a venir muy bien para ampliar conocimientos sobre mi materia. ¿Te importa sujetarme la silla?- El libro lo tenía en la estantería más elevada de todas y ni Lucía ni Daniela llegaban a cogerlo.
-Ah, gracias profesora. Y claro que se la sujeto.
Lucía subió a la silla, poniendo sus piernas a la altura del rostro de Daniela. Ésta no se creía lo que sus ojos estaban viendo. Unas piernas de mujer tan cerca de su cara. Enseguida le faltó el aire. Le costaba respirar y Lucía se dio cuenta de lo que provocó en la joven. Sólo pudo sonreír. Daniela quitó la vista de las piernas de la profesora. Estaba siendo muy descarada y la profesora se iba a dar cuenta. Además la joven ya estaba excitada.
-¿Me ayudas a bajar?- le preguntó coqueta Lucía.
-Sí...Claro-Y le tendió una mano a la profesora. Ésta se la cogió y consiguió bajar sin problema de la silla.
Quedaron las dos cogidas de la mano, así que Lucía aprovechó y se acercó todo lo que pudo a Daniela. Sus labios estaban muy pegados. Daniela notaba la respiración de la profesora, y ésta la de Daniela.
-Daniela ....¿Te han gustado mis piernas?- le preguntó Lucía muy coqueta. Era el momento de lanzarse con la joven.
-¿Qué? Bueno... Sí...Claro que me han gustado, ¿A quién no le gustarían sus piernas?
Lucía acabó posando sus labios sobre los de Daniela y enseguida le metió la lengua. No quería perder el tiempo y fue a degüello con la joven.
Le tenía muchas ganas a Daniela pero también mucho miedo a que la rechazara. No sería la primera vez que lo había hecho. Pero lejos de eso, el beso se volvió un beso consentido. Daniela se lo devolvió. Pensó en lo que le había hecho la doctora y se desquitó besando a la profesora con muchas ganas. Lucía no se lo podía creer. Acabó agarrándola suavemente del cabello para acercarla todavía más a ella. Y Daniela a esas alturas ya estaba más que excitada. Lucía posó sus manos en el trasero de Daniela, quería que su centro se rozara con el de la joven ya que más o menos eran de la misma altura llevando tacones Lucía. A ésta, Daniela la volvía loca. Y quería tener un orgasmo ahí mismo. A Daniela le faltaba poco para tenerlo, pero sabía que su primera vez no quería que fuera en un despacho, con Lucía y encima de cualquier manera. Quería que fuera con la persona especial que ya había elegido ella, quería hacerlo en una cama y en el momento adecuado. Así que finalmente se separó de Lucía y se disculpó.
-Perdone profesora, esto no debió de pasar- dijo Daniela mientras recuperaba la respiración.
-Daniela...Yo...Me vuelves loca. No lo puedo evitar. Desde el primer día que te vi. No he podido quitar mis ojos de tí. Me atraes muchísimo.
-Lo siento si la he confundido, no fue mi intención. Además, somos profesora-alumna. No podemos hacer estas cosas. De verdad, no sé qué me ha pasado para dejarme llevar así. Me tengo que ir.
-Entonces si quiero algo contigo ¿Tengo que ir a ese club en el que bailas?, porque ahí ya no eres mi alumna, ¿No?.
-Sí, lo siento, es lo que hay. No puedo darle más. -Daniela estaba que no se creía lo que acababa de pasar en el despacho de Lucía. ¿Cómo podía ser que su profesora le confesara que ella le gustaba mucho? Y encima desde el primer día que se vieron...
-Perfecto. Gracias Daniela- La profesora estaba muy enfadada con Daniela. Siendo tan joven y ya siendo ella la que tenía el control de la situación. Nunca antes le había pasado esto. Siempre era ella la que mandaba en las relaciones. Pero ahora Daniela la descolocaba por completo, y tenía que reconocer que le encantaba a la vez que la intrigaba.
Daniela se despidió de ella y salió corriendo. Tenía muchas ganas de llegar a casa y descansar. Esa noche tenía que trabajar y al día siguiente debía seguir estudiando. Pero lo que había pasado con la profesora la había dejado totalmente descolocada. Ella no quería tener nada con su profesora. Y eso lo tenía más que claro. La próxima vez tendría que ser más clara con Lucía y no darle pie a absolutamente nada.
Aún no había anochecido y Daniela necesitaba relajarse y dejar la mente en blanco antes de ir a trabajar. Y qué mejor que sumergir su cuerpo en el jacuzzi de su terraza. Se puso un precioso bikini negro, que le resaltaba su perfecto busto y su magnífica tez morena. Se preparó un café con hielo y se dirigió a la terraza.
Justo Patricia estaba fregando unos platos que le habían quedado del mediodía sin limpiar, y cuando su mirada se dirigió hacia la terraza de la vecina, mientras los limpiaba, no se podía creer lo que tenía delante de sus ojos. Su entrepierna se humedeció automáticamente y todo por la perfecta imagen que captaron sus ojos cuando Daniela se contoneaba por toda la terraza con un bikini negro que le quedaba perfectamente a su cuerpo. La parte de arriba le quedaba tan bien que parecía que tenía alguna talla más de pecho, y la parte de abajo le hacía un culo y unas piernas increíbles a la vista. Estaba hecho totalmente a su medida. ¿Cómo una mujer de tan solo diecinueve años podía tener un cuerpo tan perfecto? Patricia no lo pudo evitar. Supo en ese momento que algún día haría suya a esa joven y ese día sería el día más feliz de su puñetera vida.
Patricia dejó de hacer lo que estaba haciendo, y mientras apretaba sus piernas, una contra la otra, dirigió una mano hacia su entrepierna. Necesitaba estimular solo un poco su clítoris, ya que con nada iba a ser capaz de tener un maravilloso orgasmo viendo a Daniela como la estaba viendo. Joder si Daniela supiera lo que estaba haciendo... Pero justo cuando se iba a correr, Daniela miró en dirección a donde estaba ella, y con esa mirada puesta en ella acabó teniendo un orgasmo como pocos. Cojonudo. Al momento las dos quitaron la mirada una de la otra. Daniela finalmente se metió en el jacuzzi y Patricia, a pesar de que aún le palpitaba su entrepierna, salió deprisa de la cocina avergonzada.
Llegó la noche y Ana la fue a buscar en moto para ir juntas al trabajo. Estaban las dos cansadas y sabían que la noche iba a ser larga, sobre todo para Daniela. A veces tenía ganas de mandar el trabajo a la mierda. Si no fuera porque no quería vivir totalmente de sus padres...
Nada más entrar en el local, el jefe le dijo a Daniela que como siempre tenía todo el turno reservado de bailes privados, pero que había una persona que había hecho una reserva de una hora, cuando lo normal era media hora. A Daniela le sonó raro, porque no solían dejar hacer bailes de una hora ya que solía acabar mal para la bailarina. Además, esa reserva era la última de la noche.
Daniela estaba nerviosa de saber quién había reservado una hora para estar con ella. Y también le picaba la curiosidad de saber qué es lo que tendría que hacer durante una hora. ¡Joder! Tendría que echarle mucha imaginación para tener entretenido al cliente durante una larga hora.
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