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Capítulo 15. El daño ya está hecho.

Esa noche Daniela no tenía ganas de nada. Hizo unos cuantos bailes privados y justo cuando pensaba que ya no tenía más, el jefe le dijo que tenía uno más para hacer. ¡Cojonudo!. Ella quería irse a su casa y tirarse en la cama y no hacer nada más que eso.

Daniela estaba asqueada. Sólo tenía ganas de llorar. Pero no era plan que los clientes la vieran llorando. Así que intentó no pensar más en la doctora. Esta mujer le estaba quitando las ganas de todo. En el trabajo debía ser profesional así que haría de tripas corazón y se aguantaría el dolor que llevaba dentro, intentado dar lo mejor de ella.

En un momento dado Ana se acercó al reservado para ver cómo se encontraba su amiga.

-¿Qué tal llevas la noche, guapa?¿muchos bailes?

-Sí, unos cuantos, tengo ya ganas de irme, la verdad. Y de meterme en la cama y no salir nunca.

-Dani, la culpa la tienes tú por ser tan guapa. Si fueras como las demás, bailarías como todas. Y tía, tienes que animarte. Es normal que esa mujer tenga pareja o lo que sea, tú y ella no tenéis nada. Y tal vez tú has visto cosas donde no las hay.

-Si, puede que tengas razón. Seguramente me hice ilusiones cuando no debí hacerlo. La doctora me ve como una niña. Normal que no quiera tener algo conmigo. Además es muy atractiva y debe tener mujeres con las que acostarse cuando a ella le de la santa gana.

-Pues eso Dani. Cuanto antes lo veas tal y cómo es, mejor. Además, esa mujer quizás sea muy mayor para ti. Como tú dices, ella ve que no tiene nada que hacer contigo. Es que en realidad estáis en diferentes etapas de la vida, ¿No crees?.

-Puede ser. No lo sé. Pero yo ya estaba enamorada de ella. Me tenía loca Ana. No dejo de pensar en ella ni un segundo. Sólo dejo de pensar en ella cuando estudio.

-Pues entonces céntrate en los estudios.-Dijo Ana riéndose porque sabía que su amiga no podía dar más de lo que daba en los estudios. Daniela era la alumna más brillante de toda la promoción.

-¿Más, Ana?tengo todo matrículas de honor.

-Es que eres la mejor. Y eres guapísima. Puedes tener a la persona que tú quieras.

-No, a la que yo quiero no la puedo tener.

Al momento entró Raúl para decirle a Daniela que se fuera preparando que iba a entrar el siguiente cliente.

Ana le preguntó en plan broma como era el cliente de Daniela y Raúl le dijo que era una mujer. Daniela se tensó al instante. Lo primero que hizo cuando se quedó sola en el reservado fue echarse perfume por su cuello, su escote y sus muñecas. Ella deseaba que fuera la doctora aunque por otra parte quería mandarla a la mierda, pero después de haberla visto con otra mujer, seguramente sería otra la que había hecho la reserva con ella. No podía ser ella.

En efecto, tenía motivos para estar tensa y muy nerviosa. Al reservado entró Patricia. Daniela no sabía ni dónde mirar. De repente, no la quería ver ni la quería tocar ni quería tenerla cerca. Sólo quería que se marchara por dónde había venido. De sólo pensar que se había acostado con esa morenaza y le habían dado exactamente igual sus sentimientos, el corazón se le salía del pecho y le costaba respirar.

Cuando se quedaron a solas, a las dos les iba a dar algo hasta que Patricia decidió romper el hielo.

-Daniela...¿Qué tal estás?- La doctora sabía perfectamente el daño que le había provocado a Daniela el haberla visto con Elisa. Y por eso había decidido ir al club a verla. Era el único sitio donde Daniela le haría caso y la escucharía. Sabía que si se encontraban en el rellano de su edificio o en otra parte, Daniela no querría saber nada de ella.

-¿Qué hace aquí?¿Por qué ha venido?Este sitio no le pega nada...-Dijo Daniela como pudo, intentando no mirar a la doctora a los ojos ni a su precioso cuerpo. Como siempre, la mujer estaba guapísima.

-He venido porque quería verte. Me da exactamente igual si me pega o no. Hoy saliste corriendo cuando me viste. Pensé que no estabas bien para haberte ido como te fuiste.

-Bueno, ¿Y a usted qué le importa como esté yo? Si tanto le hubiera importado, usted hubiera venido a hablar conmigo en ese mismo momento, ¿No cree?. Pero estaba muy ocupada con esa mujer. Usted lleva su vida, y yo tendré que hacer lo mismo.

-Esa mujer es sólo una amiga. ¿Y tú,Daniela, no haces tu vida?

-¿Una amiga sólo?¿Usted se acuesta con sus amigas? Y no, hasta ahora no la estaba haciendo. Pero a partir de ahora tengo que empezar a hacerla.

-¿A qué te refieres con eso?¿Qué quieres decir?-A la doctora le dio pavor a que se refiriera a ir acostándose con la primera que pillara. No quería que Daniela cambiase su forma de ser por su culpa. Daniela valía muchísimo por los valores que tenía y por nada del mundo quería que Daniela se acostara con alguien por acostar. De sólo pensar en ello, le daban ganas de vomitar.

-Nada doctora. Da igual lo que yo diga,piense o haga. Si quiere puede irse, no le cobraremos.

-No Daniela, no me voy a ir. Quiero que me hagas un baile.

-Puede elegir a otra chica. Hay muchas esperando.

-¿Te da igual que me baile otra? ¿Quieres que escoja a otra? Porque si quieres lo hago...

A Daniela se la apoderó la ira de sólo pensar en la doctora con otra chica metida en un reservado. Y parecía que Patricia se percató de que en realidad Daniela no quería que ella se fuera con otra chica. Así que intentó arreglar las cosas con Daniela dejándole claro que solo quería estar con ella.

-En realidad si te he elegido a ti es por algo. Y no me iré hasta que me bailes tú. No quiero a otra...

-Si quiere le puedo conseguir por el mismo precio que le bailen dos a la vez. Parece que le va mucho el sexo, así que imagínese montárselo con dos mujeres...-Daniela estaba llena de ira y no pensó ni siquiera en lo que dijo.

-Daniela...No quiero dos ni tres. Te quiero a ti...-Patricia no quería que Daniela tuviera ni una sola duda de lo que ella quería.

-¿Ahora me ve como a una mujer?¿Ahora no soy una niña, doctora?

-No digas tonterías, Daniela. Ya sabes cómo mis ojos te ven.

-No me mienta, doctora. Usted me dice una cosa y luego hace otra. Usted se lleva a mujeres maduras y bellas a su apartamento para acostarse con ellas. Y a mi me tiene al lado y ni siquiera me roza o me toca. Quizás le de pena u otra cosa peor.

-Daniela...¿Acaso te gusto?¿Sientes algo por mí? ¿Quieres ver lo que me provocas? Ven...siéntate encima mío. - La doctora la agarró suavemente de la mano y la hizo sentarse encima de ella. Acto seguido se bajó la cremallera de sus jeans, cogió la suave mano de Daniela y la metió en el interior de sus bragas. Daniela estaba que no se lo creía. Las bragas de la doctora estaban humedísimas. ¿Eso era lo que ella le provocaba?¿tanta humedad por ella?

-Daniela... Vamos, tócame...-le susurró al oído con una voz muy ronca por el deseo.

Daniela no sabía ni qué hacer. Estaba encima de la mujer a la que amaba y con su mano debajo de sus bragas. Pero estaba tan sumamente excitada que estaba hasta bloqueada. La mujer estaba empapada.

-Daniela...Entra en mí...No seas tímida ahora...¿No quieres ver lo que tú cuerpo o tu mano provoca en mí?

-Si...doctora...Claro que lo quiero ver. Me muero por verlo. Llevo tanto tiempo esperando este momento...Pero es la primera vez que hago ésto...

-Lo sé, siempre hay una primera vez para todo, ¿no crees?-Le dijo Patricia mientras pasaba su lengua por su labio inferior para luego morderlo con sus dientes. A Daniela le faltaba el aire al ver lo que hizo Patricia con sus labios, su lengua y sus dientes.

Daniela, dejándose llevar por la excitación que tenía encima, comenzó a acariciar el clítoris de la doctora. Muy suavemente y en círculos. Patricia comenzó a gemir. Los dedos de Daniela la estaban volviendo completamente loca. En la vida la habían tocado con tanta delicadeza. Daniela sacó esos dedos y se los llevó a su boca. Quería embriagarse con el olor de la doctora. Y quería tragarse todos los fluidos de la mujer. No quería dejar ni una gota. Y eso hizo que la doctora se corriera como nunca. Pero estaba tan excitadísima que le pidió más a Daniela. Ésta, mientras, con una mano le acariciaba los labios genitales, con la otra le metió suavemente dos dedos. Hasta que la notó tan sumamente mojada que decidió meterle un tercer dedo. Patricia creyó enloquecer. Daniela se percató que la doctora se había corrido por segunda vez cuando notó que las paredes vaginales se contraían atrapando sus dedos dentro de la vagina de la doctora. Daniela no quería sacar los dedos de su interior. Sabía que tenía cinco minutos más antes de que Raúl entrara para decirle que ya había acabado el tiempo, así que aprovechó para mantenerlos dentro de la doctora hasta que pasaran esos cinco minutos y tuviera que sacarlos muy a su pesar.

Patricia estaba ensimismada. Con Daniela encima de ella y con sus dedos aprisionados en su vagina. Acababa de hacer un sueño realidad. No quería que Daniela sacará los dedos de ahí por nada en el mundo.

Cuando pasaron los cinco minutos, Daniela se levantó de las piernas de Patricia, y ésta también se levantó, se abrochó los jeans de nuevo y antes de irse le dijo a Daniela:

-Espero que a partir de ahora no vuelvas a tener ninguna duda de lo que tu cuerpo provoca en mí. Adiós Daniela-Y salió del reservado sin echar la vista atrás.

Daniela no sabía si reír o llorar.¿Qué había sido eso?¿Porque la doctora había vuelto después de haber pasado la noche con otra mujer? ¿Qué quiso demostrarle a Daniela con lo que había pasado en el reservado? Y lo mejor de todo...A Daniela la había vuelto loca el hecho de tener sus dedos en la vagina de la doctora. Ni en sueños se lo podía haber imaginado. Esa mujer la iba a llevar a la perdición. Tenía clarísimo que más enamorada de ella no podía estar. Y ahora que la había probado, iba a necesitar tener sus dedos siempre dentro de ella.

Y para Patricia pasó lo mismo. Nunca antes la habían tocado con tanta pasión y tanto amor a la vez. Desde luego se había acostado con bastantes mujeres pero era la primera vez que sentía lo que había sentido con Daniela. Le había parecido la experiencia más dulce, exquisita y sensual de su vida. Y si sólo por meterle unos dedos en su interior, había sentido lo que había sentido, que sentiría cuando hicieran el amor las dos, desnudas, cuerpo con cuerpo? Con Elisa había sido sólo sexo. Y Patricia tenía claro que ella quería hacer el amor, no quería tener sexo por tener. Pero quería hacer el amor con una persona en particular. No le iba a servir cualquiera. Y sabía perfectamente quién era esa persona en particular.

Patricia se fue directamente a su casa. Se desvistió quedándose solo en bragas, se desmaquilló y se tiró en su cama. Lo único que quería era soñar con esa joven que la llevaba de calle. Sabía que le iba a costar pegar ojo pensando en lo que había pasado esa noche en el club con la joven de sus sueños. Quería soñar despierta con el cuerpo tan escultural que poseía Daniela, y con esos dedos tan majestuosos que le hicieron tocar el cielo cuando los tuvo dentro de ella. Toda ella era pura perfección.

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