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Capítulo 12. El casi beso

A la mañana siguiente, se despertó Daniela primero. Cuando abrió los ojos y se vio abrazada a Patricia, creyó morirse. Tenían las piernas entrelazadas, y su cabeza descansaba en el pecho de la doctora. Ésta dormía plácidamente. No quería moverse porque seguro que la despertaba. Y quería estar así toda la vida, entre los brazos de Patricia.

Estuvieron así una media hora más, hasta que Patricia abrió los ojos y se dio cuenta que tenía abrazada a la joven.

Ella también quería estar así lo que le quedaba de vida. Oliendo el cabello de Daniela, y pensando que estaba en el mismísimo paraíso. Pasó sus dedos por los brazos de Daniela, acariciando suavemente su piel y ésta erizandose con el tacto de la doctora. Pero ya era hora de levantarse así que tuvo que romper el momento tan especial que estaban viviendo las dos.

-Ummmm...Daniela...¿Estás despierta?

-Sí, doctora. Hace rato que estoy despierta- Sólo esperaba que la doctora no rompiera el mágico momento que estaba viviendo estando las dos tan juntas, y parte de su cuerpo encima del de la mujer.

-¿Y qué tal estás?¿Tienes resaca?¿Has podido dormir?- La mujer tampoco quería que Daniela se alejara de ella. No quería despertar del sueño que estaba viviendo.

-La verdad es que me encuentro en la misma gloria. ¿Y usted?¿Ha podido dormir?

-Si, tengo que reconocer que hacía tiempo que no dormía tan bien. Gracias. Bueno, ¿Quieres desayunar conmigo?-le preguntó Patricia.

-¿No trabaja hoy?

-Si, pero hoy tengo guardia de noche.

-Creo que lo mejor será irme. Necesito salir a correr, aún estoy atontada y necesito que me dé el aire. Y usted necesitará descansar más si está noche trabaja.

-Tengo todo el día para descansar, así que no te preocupes. Por cierto Daniela, ¿Te acuerdas de lo que pasó ayer?

-Sí, me acuerdo de todo. ¿Lo pregunta por el chico que me tuvo que quitar de encima?

-Bueno, lo pregunto por todo lo que pasó ayer.

-Yo, le dije que era consciente de hacer lo que estaba haciendo con ese chico. En realidad sabía que no iba a llegar más lejos de lo que sucedió. Cuando llegó usted ya me lo iba a quitar de encima.

-Vaya, parecía todo lo contrario. Ese chico estaba muy excitado.

-Sabe, no pienso intimar con cualquiera. Cuando llegue ese momento, lo haré con la persona más especial de mi vida- sólo le faltó decirle a Patricia que esa persona tan especial la tenía ahora mismo al lado suyo.

-Me alegro entonces. Te dije que eras una niña especial, y ahora lo corroboro- Le dolió en el alma no ser ella esa persona tan especial a la que se refería Daniela. Desde luego esa persona sería la persona con más suerte del mundo. Quién se llevara a esa joven, se llevaba una joya.

-Gracias doctora, pero no soy ninguna niña. Tengo ya diecinueve años y las cosas muy claras. Me gustaría que dejara de verme como tal- odiaba cuando la llamaba así. Eso quería decir que la veía solo como una niña. Que nunca la vería como algo más, y eso la dejó muy triste.

-Perdona Daniela, tienes toda la razón. Eres toda una mujer. Con la cabeza muy bien amueblada, y con un cuerpo que...-prefirió callarse. Estuvo a punto de meter la pata con la joven.

-¿Con un cuerpo?-Quiso saber Daniela.

-Mejor desayunemos, ¿Te parece?

Daniela no sabía si insistir o no. Quería saber qué opinaba la doctora de su cuerpo.

-Me gustaría saber qué piensa usted de mi cuerpo, doctora.

-¿Que qué pienso?pues verás, tienes un cuerpo que es mejor tenerlo muy lejos, ¿con eso te he contestado?- le dijo sutilmente la doctora.

Osea que ¿Le gustaba a la doctora su cuerpo?si prefería tenerlo lejos, ¿Sería porque era una tentación para ella?

-Por cierto Daniela...-Ahora vio el momento idóneo para preguntarle por lo que había pasado con su profesora en su despacho. Quería saber realmente qué había pasado- ayer me contaste que tu profesora te besó en la universidad...

-¿Qué?-Daniela no recordaba haberle dicho eso. ¡Mierda! Ahora no podía mentirle a la doctora. Tenía que decirle la verdad. - ¿Qué le dije exactamente?

-Me dijiste que ella no pierde el tiempo como lo pierdo yo. Que te llevó el otro día a su despacho, cerró la puerta, te empotró contra la pared y te metió la lengua en tu boca.

A Daniela le costaba mirarla a los ojos y más contestarle.

-Daniela, ¿Te ha comido la lengua el gato?¿Por qué no me miras a los ojos cuando te hablo?

-Lo siento doctora si dije eso. No lo tenía que haber dicho.

-Pero entonces, ¿es verdad?-Preguntó la doctora con la voz temblorosa.

A Daniela no le quedó otra que contestar.

-Si, fue verdad.  Siento haberla comparado con ella. No debí hacer eso.

Patricia estaba triste y enojada al mismo tiempo. De sólo pensar que esa mujer aprovechaba a llevarse a Daniela a su despacho para intentar algo con ella. Se ponía de mala leche.

-También me dijiste que te excitó mucho lo que te hizo.-A pesar de estar muy enfadada, pudo entender perfectamente que Daniela con diecinueve años se excitara si su profesora la besó de esa manera. Y eso le dolió en el alma. Quería ser ella la primera que la besara en los labios.

-Lo siento si dije eso.

-Entonces. ¿Ella ha sido la primera mujer que te ha besado?

-Sí, doctora...

-¿Y te gustó cómo te besó?

Daniela la miró a los ojos. Ese color azul tan claro la estaba paralizando.

-Hubiera preferido sentir los labios de otra mujer.

-Bueno, creo que lo mejor será que te vayas. Ya estás totalmente sobria y no quiero que pienses algo de mí que no es.

Patricia se iba a levantar de la cama cuando Daniela la agarró suavemente de la muñeca. Sabía que había dañado a Patricia con sus palabras y sabía que si no lo arreglaba en ese mismo momento, ya se podía ir olvidando de la doctora para siempre.

-Doctora, espere, por favor. Si dije eso, de verdad que lo siento. Sabe, puede que esa mujer me excitara en su despacho, pero me gustaría reconocerle que usted con una simple mirada me excita más que ese beso que me dio mi profesora. Igualmente no sé por qué le digo ésto si usted no quiere tener nada conmigo. Pero me veo en la obligación de serle totalmente sincera.

Daniela se fue acercando poco a poco a la doctora, ésta aún seguía sentada en la cama después de que Daniela la atrajera a la cama. Patricia se estaba poniendo muy nerviosa viendo como la joven se estaba acercando a ella. Hasta que finalmente la joven se sentó rápidamente a horcajadas sobre la doctora. A ésta no le dio tiempo a reaccionar.

-Daniela, ¿Qué estás haciendo?te dije que prefería tenerte lejos.-Pudo decir la doctora con la voz entrecortada.

-Sí, lo sé. Pero yo prefiero tenerla cerca. Así que si usted me dice que me levante, yo la respetaré y me levantaré.

-Ese es el problema, que me cuesta dios y ayuda mantenerte lejos- Le dijo Patricia sin dejar de mirarle a los labios. Tenía unas ganas desesperadas de morderle esos carnosos y húmedos labios. Era una pura tortura tenerla encima de ella y no poder tocarla. Si la profesora le vio los labios como se los estaba viendo ahora ella, no le extrañaba para nada lo que hizo la profesora con Daniela.

Daniela igualmente no quitaba sus ojos de los ojos de la mujer. Quería besarla suave y pausadamente. Quería perderse en ese beso tan esperado con la doctora. Quería que ésta la hiciera suya. La doctora era la persona idónea para compartir con ella su primera vez.

Patricia estaba de los nervios. Volvía a tener a la joven que le quitaba el sueño encima de sus piernas, y no en el club, sino en su propia casa. Pero no sabía qué hacer con ella. Estaba totalmente bloqueada. Los muslos de la joven la tenían aprisionada y sus pechos apoyados en los de ella. Su entrepierna estaba a punto de estallar. Esa joven tenía mucho peligro.

Como la doctora no hizo por rechazarla ni apartarla, Daniela acercó lentamente sus labios a los de Patricia mientras se mordió el labio inferior muy sensualmente. Unos rozando a los otros. Las dos parecían que estaban soñando. No se lo podían creer. Para Patricia los labios de Daniela eran los labios más suaves y apetecibles que había probado en su vida. Y para Daniela...Los primeros labios de mujer que se posaban en los suyos queriéndolos ella. Le resultó una experiencia espectacular. Y eso que sólo se estaban rozando, si se llegan a besar quizás las dos hubieran perdido la cordura. Cuando Daniela iba a introducir su lengua entre los labios de Patricia, tocaron al timbre.

A Patricia le costó volver a la realidad. Y cuando volvió, no quería que Daniela se levantara de sus piernas. Pero no le quedó otra que ir a abrir la puerta.

-Perdona Daniela. Iré a ver quién es- Le dijo la doctora jadeando.

-Si, claro...-contestó la joven extasiada. Poco a poco estaba recuperando la respiración que casi pierde por el roce de los labios de la doctora.

Cuando abrió la puerta se encontró a Laura, la vecina, con cara de pocos amigos. Tenía que reconocer que esa mujer era muy guapa. Muy parecida a Daniela, pero con unos ojos verdes muy bonitos y más mayor que Daniela. Podría sentirse atraída también por Laura porque encima con ella no tendría el problema de la edad, pero no, sólo tenía ojos para la de ojos negros, y su corazón sin ella saberlo, ya tenía dueña desde hace mucho tiempo atrás.

-Perdone, pero ¿está aquí Daniela?

A Patricia no le gustó nada que la vecina fuera a buscar a Daniela a su casa.

-Sí...está aquí. ¿Para que la buscas?

-Bueno, principalmente porque necesito saber que ella está bien. La vi salir ayer de la fiesta con usted.

-Sí, ella había bebido demasiado y cuando la vi en ese estado preferí llevármela. Como no tenía las llaves de su ático, no lo dudé y la traje a mi casa. 

Daniela, cuando escuchó la voz de su hermana, se puso rápidamente su vestido y se dirigió donde estaban las dos mujeres hablando.

-Hola Laura, ¿Qué tal?¿Cómo acabaste la fiesta?ya ves que estoy sana y salva...

-Si, veo que te ha sentado muy bien dormir en casa de la vecina- le contestó Laura de forma pícara.

Patricia no entendía nada. Esas dos chicas se llevaban de maravilla. Se notaba que había mucha química y confianza entre ellas, y eso le dolió.

-Bueno, Dani, te despides de la doctora, ¿y vamos a desayunar por ahí?- le preguntó Laura.

-Perdona Daniela, ¿Pero no desayunas al final conmigo?-La doctora no quería que Daniela se fuera a desayunar con Laura. Se ponía mala de sólo pensar que la dejaría a ella tirada por irse con la vecina.

-Doctora... Gracias por la invitación. Pero se me ocurre que podemos desayunar las tres juntas, así usted puede conocer mejor a mi hermana.

-¿Qué?¿Laura es tu hermana?Vaya, en realidad os parecéis bastante. Sólo que una tiene los ojos verdes y la otra negros. Y bueno, tú, Laura, eres mayor que Daniela. Tengo que reconocer que sois las dos guapísimas.

-Sí, tengo veintitrés. Y el plan de desayunar las tres me parece perfecto.

-A mí también, nunca antes he tenido la oportunidad de tener a unas hermanas tan guapas en mi casa. Así que pasa, Laura.

De repente Daniela sintió celos de su hermana. Sabía que Patricia no quería avanzar con ella por la diferencia de edad. Y sabía que si ella le gustaba a la doctora, le podía llegar a gustar mucho más Laura, porque además de guapísima, tenía cuatro años más que ella. Cojonudo, ahora sí la había cagado juntando a su hermana con la doctora.

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