Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11. La fiesta de Laura

A la mañana siguiente, cuando la doctora iba a salir a trabajar, vio salir a Daniela de casa de Laura. Iba con ropa deportiva y como la otra vez que la vio, tuvo que retirar la mirada de su cuerpo porque ésta ya se estaba volviendo lasciva. Y por nada del mundo quería importunar a la joven con su mirada.

-Eh doctora, espere. Bajaré con usted por el ascensor.

-Tengo prisa, Daniela, llego tarde- la doctora no quería meterse con Daniela en el ascensor. No podía tenerla tan cerca y encima estar enfadada con ella. Seguro que se lo había pasado de cine con Laura durante toda la noche, mientras ella no se la había podido quitar de la cabeza, otra noche más. Eso no era justo.

-Vaya, ¿Esta noche no ha descansado bien?porque parece que sigue con el mismo humor de ayer- Le dijo Daniela con sorna.

-Sí, sigo con el mismo humor. Aunque por lo menos me alegro de que tú si hayas dormido mejor que yo. Hasta luego Daniela, bajaré por las escaleras- le contestó secamente a Daniela.

Daniela no se lo podía creer. Lo dulce que podía ser esa mujer y cuando se le cruzaban los cables, lo borde que era a veces. Había rechazado ir con ella en el ascensor...Estaba claro que para la doctora, Daniela sólo había sido una paciente, luego la stripper a la que visitar de vez en cuando cuando tenía un apretón, y ahora la vecina. Pero no era nada especial ni importante para ella. Pensar en eso le dolió en el alma. Esa mujer nunca sentiría nada por una cría como ella. Encima la vería como una simple stripper. Quería desaparecer. Menos mal que se iba a ir a correr una hora. Le iba a venir de perlas para no pensar durante una hora en la maldita doctora.

Después de correr durante una hora, llegó a casa exhausta, pues había corrido más rápido de lo normal. El haber visto a la doctora y ésta haber rechazado bajar con ella en el ascensor, la había puesto a ella también de mal humor y lo había pagado corriendo más rápido de lo debido. Pero por lo menos aguantó una hora corriendo.

Llegó la noche y Laura iba a dar una fiesta con sus amigos de la carrera y de la selección de voleibol (jugaba desde hace varios años en la selección). Laura no perdía el tiempo y siempre estaba rodeada de gente. Era una chica muy sociable, al igual que Daniela.

Daniela había pasado un mal día pensando en lo que había pasado esa misma mañana con la doctora. El rechazo de la mujer la había dejado muy triste. Así que decidió unirse a la fiesta de su hermana y así poder emborracharse y no pensar más en Patricia.

Estando ya en la fiesta, no dudo en beber y beber hasta estar ebria. Más de un chico que había el la fiesta intentó sobrepasarse con la joven. Ella los rechazaba como bien podía.

Al rato llegó Patricia a su casa. Había trabajado otras doce horas y no tenía el cuerpo para nada así que cuando oyó todo el ruido que salía de casa de Laura no se lo podía ni creer. No sabía qué hacer, hasta que finalmente se decidió por ir a tocar a la puerta de la vecina y pedirle que por favor intentaran no hacer tanto ruido. Cuando una chica le abrió la puerta, Patricia se presentó como la vecina y le preguntó dónde estaba Laura. La chica la invitó a pasar y a que buscara ella misma a Laura.

Patricia se adentró en el ático de Laura. No la encontró, pero cuando iba a desistir en la búsqueda, sus ojos se quedaron quietos observando a un chico muy alto y fuerte, el cual estaba subiéndole el vestido a una chica para acto seguido comenzar a tocarle los muslos torpemente. La chica parecía muy borracha, hasta que se fijó bien en ella. ¡Joder, era Daniela!. Se dirigió sin pensarlo a los dos jóvenes. Lo cogió a él por el brazo y logró separarlo de ella.

-¿Qué piensas que estás haciendo con la chica?¿No te da vergüenza?

-¿Yo?quiero tirármela. Si usted me lo permite, así que déjeme tranquilo y lárguese.

Mientras Daniela no abrió la boca.

-No seas cabrón y déjala. Está ebria, y parece que te quieres aprovechar de ella.

-Oye, soy abogado y sé lo que estoy haciendo.

-Muy bien, yo soy doctora y esta chica se viene conmigo- Patricia la agarró suavemente por el brazo y la sacó del ático de Laura.

No sabía si llevarla a su ático o al de Daniela, pero no tenía las llaves del ático de la joven. Así que finalmente decidió llevársela a su casa.

Laura se dio cuenta de que la doctora se llevaba a su hermana, así que sonrió para sus adentros y se quedó más tranquila. Seguro que esa mujer cuidaría de ella perfectamente.

Patricia consiguió llevarla a su cama. No quería dejarla en el sofá. Y aún no había comprado una cama para la habitación de invitados. Quería que estuviera lo más cómoda posible.

-Doctora, perdone. Pero me voy a ir a mi casa.- le dijo Daniela como pudo. Con la borrachera que llevaba no sabía ni lo que decía. Pero se acordaba perfectamente de cómo la había tratado esa mañana la doctora.

-Daniela, hoy dormirás en mi casa. No estás para dormir sola. Prefiero tenerte controlada. Has tomado mucho alcohol esta noche.

-Doctora, no se preocupe por mí, puede hacer como hizo esta mañana cuando prefirió irse por las escaleras por no bajar conmigo en el ascensor. ¿Tanto asco le doy para no poder bajar conmigo por el ascensor? Si es así no se preocupe, que la próxima vez seré yo la que baje por las escaleras.

Patricia no se creía lo que había oído. ¿Cómo le iba a dar asco Daniela?¿Acaso no se había visto en el espejo? Claramente estaba muy borracha para llegar a decir lo que dijo.

-Daniela, ¿Cuánto alcohol has bebido hoy?

-El suficiente para intentar olvidarla.

Patricia hizo como que no oyó esa confesión de Daniela.

-Daniela, han estado a punto de abusar de tí por segunda vez.

-Perdone doctora pero hoy sabía perfectamente lo que estaba haciendo con ese chico. Era muy consciente de ello, se lo aseguro.

-A mi me parece que no lo eras, Daniela. Ese chico te estaba metiendo mano, te estaba tocando los muslos y estaba a punto de comerte la boca. Y conociéndote, sé que no eres de ese tipo de chicas. Así que lo mejor será que duermas, ya mañana será otro día.

-Y según usted, ¿Qué tipo de chica soy?

-Eres especial, Daniela. No eres como la gran mayoría.-Le contestó la doctora ya cansada y algo irritada.

-Y para usted, ¿Sería especial si quisiera que en vez de ser ese chico el que me tocara los muslos, fuera usted la que me los tocara y la que me comiera la boca?

Cuando Patricia le escuchó decir esas palabras, casi se desmaya. ¡Joder! Los borrachos siempre dicen la verdad, pero Daniela...¿sería cierto que la joven quería que ella fuera la que le metiera mano y la que le comiera la boca? ¿Cómo iba a poder dormir con esa confesión? Y también le había dicho que había bebido para olvidarla. ¡Cojonudo! Y para colmo esa noche iba a dormir en su cama.

-Daniela, necesitas dormir. Y yo también. Es tarde. Así que si te parece esta noche puedes dormir aquí y yo me iré al sofá.

-¿Y para qué me ha traído a su ático?Igual es usted la que quiere abusar de mi ahora que estoy ebria.

-¿Qué?¿Tú crees que yo haría eso, Daniela?

-No, no lo haría. A decir verdad no abusaría de mí porque no soy para nada su tipo. En el club ni me ha besado. Otra en su lugar no lo hubiera dudado.

-¿Otra?¿Como quién?¿Cómo tu profesora quizás?

-Sí, como ella. Esa zorra no pierde la oportunidad de intentar algo conmigo siempre que puede. El otro día en la universidad me llevó a su despacho, cerró la puerta, me empotró contra la pared y me besó metiéndome la lengua entre mis labios. Y sabe doctora, tengo que reconocer que me excitó muchísimo lo que hizo.-Daniela no sabía el daño que esas palabras hicieron a la doctora. Cuando estuviera sobria se arrepentiría de esas malditas palabras que soltó en ese momento por su boca.

-Daniela, estás muy borracha. Así que ven conmigo, te acompañaré a la cama- Patricia estaba tan enfadada con ella que no quería ni podía mirarla a los ojos.

-Doctora, ¿Sería mucho pedir que durmiera conmigo?

Patricia pensó que había oído mal. ¡Daniela quería dormir con ella!. Sí, definitivamente la joven debía estar muy borracha. Pero pensándolo bien, era una oportunidad de oro para poder dormir con Daniela. Sólo sería eso. Tenía claro que nunca se aprovecharía de ella. Sólo le daría calor y seguridad. Nada más. Al día siguiente cuando Daniela estuviera sobria, le preguntaría por lo que pasó con su profesora en el despacho. Veríamos si lo había dicho para hacerle daño por haberla rechazado o tal vez fuera verdad y lo soltó simplemente porque estaba ebria.

-Está bien, dormiré contigo. ¿Pero eres consciente de lo que me has pedido?

-Sí, doctora. No se preocupe que sé lo que le he pedido. Se perfectamente que usted no es como mi profesora.

-¿Ah, sí?¿Y como soy yo si se puede saber?- No le gustó que la joven la comparara con su profesora. Ahora tenía miedo a salir mal parada si la comparaba con esa maldita mujer.

-¿De verdad quiere saber lo que pienso de usted?, Pues verá, usted es la persona más jodidamente respetuosa que he conocido en mi vida. Y mejor no sigo, sabiendo que usted no quiere ni darme un beso, mejor me callo. Por cierto, en mi casa duermo sólo en bragas, pero como estoy en su casa, dormiré también con sujetador. ¿Le importa que duerma así? ¿Podría ayudarme a quitarme el vestido, por favor?

En buena hora se trajo a su casa a Daniela. ¿Cómo iba a dormir con esa chica al lado de ella y en ropa interior?¡Joder!¿Acaso pensaba que ella era de hielo?.

-Daniela, mejor te dejaré unos shorts cortos y una camiseta muy cortita que tengo. No quiero que cojas frío-Mentira, lo que no quería era verla y tenerla en ropa interior. Eso podía ser para ella una tortura muy dolorosa que si podía, la iba a evitar.

-Está bien, como usted quiera.

Le ayudó a quitarse las sandalias y el vestido ajustado que llevaba. Éste se amoldaba perfectamente a su precioso cuerpo. Y cuando se lo quitó, no pudo evitar oler a la joven al tenerla tan cerca de ella. Olía bastante a alcohol pero también su cuerpo desprendía un aroma que a ella la hacía enloquecer. Y entre esa visión y ese olor que despedía de su cuerpo, la doctora podía llegar a tener un orgasmo sin tocarse. Pero no quería aprovecharse de la situación. Así que hizo un esfuerzo sobrehumano e intentó no mirar más de la cuenta al cuerpo de Daniela. Patricia fue a buscar la ropa que le pensaba dejar para dormir y luego le ayudó a ponérsela intentando no tocar el cuerpo de la joven.

Una vez ya echadas las dos en la cama, Patricia intentó alejarse de la joven, porque el olor de Daniela era tan embriagador que le aterraba acabar encima de la chica. Ese olor la tenía cautivada y aunque estaba reventada de cansancio, sabía que esa noche no iba a poder pegar ojo.

-Doctora, ¿Qué lado usa usted de la cama?

-Ah, puedes echarte en el que tú quieras. A mi me da igual.

Daniela tuvo la suerte de elegir justo el lado donde dormía la doctora. La almohada desprendía el olor característico y embriagador que emanaba del cuerpo de la mujer. Ese olor, a Daniela la excitaba sobremanera. Aún estando borracha, el aroma de la mujer le llegaba perfectamente a sus fosas nasales y sabía que con ese olor acabaría durmiendo como un bebé.

La joven aún no sabía qué posición coger en la cama. No quería molestar ni importunar a la doctora, ni quería que ésta se arrepintiera por haberla dejado dormir con ella. Así que muy a su pesar, decidió darle la espalda. El tener a la mujer de sus sueños en la misma cama que ella, la tenía totalmente de los nervios. Su respiración era más profunda que de normal y Patricia se dio cuenta de ello.

Patricia esbozó una sonrisa cuando Daniela escogió el lado de la cama donde dormía ella. Cojonudo, así a la noche siguiente Daniela dejaría su olor impregnado en la almohada y en sus sábanas, y eso seguro que la ayudaría a dormir de tirón.

Cuando ya se cansó de mirar la hermosa espalda morena, el trasero firme y lleno, los muslos bien torneados y gruesos, y la larga y preciosa melena de Daniela, Patricia cerró los ojos. Quería soñar con el ángel que tenía delante de ella. Pero justo pasados unos minutos sintió como el perfecto trasero de Daniela se acoplaba perfectamente a su entrepierna. Daniela movió su cuerpo hacia atrás. Dejando su hermosa melena pegada a la nariz de Patricia. Entonces Patricia se dio cuenta que en ese mismo momento estaba en la mismísima gloria.

La respiración de la joven ya no era tan profunda y sí más pausada, lo que le indicó que por fin se había dormido.

Finalmente se animó a pasar su brazo por la cintura de Daniela, dejando su mano y sus dedos descansando en el terso abdomen de Daniela, dando círculos y acariciándolo muy suavemente con sus dedos. Y aunque Patricia pensaba que no iba a poder cerrar los ojos, durmió como hacía tiempo que no lo hacía. Y todo gracias a Daniela y a su escultural cuerpo pegado al suyo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro