Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8.5 La loba

Segunda parte del capítulo anterior c:

--------

8.5 La loba

TIEMPO ATRÁS

Desde la mañana que recibí la invitación para la boda de Rodwell y Linda Bonanni, estaba casi segura de que Luca no iba asistir; nunca estuvo de acuerdo con esa pareja, se sintió traicionado, pero siempre me quedó la esperanza.

Como es boda civil, solo hay una pequeña ceremonia y recepción en un lujoso hotel del centro. Asisto a las dos, pero con dolor tampoco veo por ningún lado a Luca. Ya sea por mí o por su desacuerdo con la relación, tal como supuse, rechazó la invitación.

De quien sí obtengo atención por primera vez, es de Linda Bonanni, a partir de ahora Linda Rodwell, y pese a que en un primer instante quiero ser amable, me repele con la mirada y hace sentir una intrusa. Sé que le pidió a Rodwell echarme de la ceremonia y de Doble R, qué mejor manera de humillarme, pero soy la ejecutiva con la mejor carpeta de clientes y un activo incalculable para la empresa.

Como esposa del presidente, Linda tendrá que acostumbrarse a mí y yo a ella.

El desprecio que si me duele es el de Clarissa. Cuando me acerco a saludarla es evasiva conmigo. Como confidente de Luca está al tanto de lo sucedido, lo demuestra y me disculpo.

—Prometiste alejarte de él —me echa en cara.

—Y lo estoy cumpliendo a la fuerza.

—Eso no le sirve.

—Solo te suplico que le entregues algo —le digo a Clarissa y en un primer momento se niega a continuar escuchando.

Saco un folder de mi bolso y me apresuro a aclarar qué es.

—Son los dibujos de tu padre. —Eso capta su atención de inmediato—. Más una carta poder para que Luca haga uso de los escritos de mi padre... como desee. Está firmada por mí.

Clarissa ve el folder con duda; sin embargo, consciente de la importancia que tiene, finalmente lo acepta.

—Él les dará un mejor uso que yo —recalco.

—Pero aléjate —me vuelve a advertir, yéndose.

—¿Tengo otra opción? —digo para mí, triste.

No sé si Luca utilizará lo escrito por mi padre. Me haría feliz que sí. Es la última esperanza para la mancuerna que alguna vez intentaron formar Basil Rojo y Josimar Bonanni.

Al salir del hotel cruzo la calle para llegar al centro comercial al otro lado. Ahí me espera Pipo en un Café. Le envié un mensaje luego de confirmar que Luca no se presentó.

—No digas «Te lo dije» —digo, cansada.

—¿Yo? —se señala a si mismo—. Yo estoy en silencio.

Salimos del Café para caminar por el Centro comercial y de ese modo distraerme.

—Dijiste que ya no me ayudarías a buscarlo.

—Pero eres necia. —Algo lejano parece captar el interés de Pipo—. ¿Qué me queda más que darte apoyo moral? —Duda de sus propias palabras.

Y como si un imán lo atrajera, Pipo apresura su paso hacia lo que llamó su atención.

—Es mi último intento —suspiro, siguiéndolo.

Pipo camina hasta una caja plástica colocada afuera de una veterinaria de la que de forma intermitente sobresale una bola de pelo blanco. Al acercarnos vemos que se trata de un Poodle cachorro y arriba de la caja hay un letrero que indica «Cachorra gratis».

«Es hembra»

La cachorra nos ladra.

—Pensé que estaba atrapada en la caja y no podía salir —me dice Pipo—. Por eso me acerqué. Como no leo de lejos sin mis lentes, no vi el letrero.

La cachorra no deja de ladrarnos y mover su colita.

—Pero seguramente alguien te llevará pronto, hermosa —la anima Pipo.

—Lo dudo —contesta el encargado de la veterinaria, asomándose desde la puerta—. Es hembra y tiene una oreja más grande que la otra. Lleva todo el día aquí. La han rechazado muchas veces. Nadie quiere una cachorro deforme.

La boca de Pipo cae abierta y lo veo apresurarse a coger a la perrita. A simple vista no se nota lo desigual de sus orejas, pero de cerca sí.

—Esa Poodle salió mal —insiste el encargado.

—Tus ojos no tienen buen tamaño si los comparamos con tu enorme nariz —devuelve Pipo—. Pero apuesto a que has tenido citas.

El encargado esboza un gesto de molestia.

—Me la voy a llevar —anuncia Pipo, sorprendiéndome—. Y le voy a dar una vida mucho mejor de la que tú jamás tendrás —le advierte al chico—. Tan solo ella gana en una semana lo que tú ganas en un año —agrega, señalándome, y, llevando a la perrita en sus manos, lo empiezo a empujar lejos para que deje de pelear.

Pero es inútil.

—¡No creas que no sé de dónde sacan a estos Poodles! —le grita Pipo al encargado que, sin importarle, volvió a entrar a la veterinaria—. ¡Tienen a sus madres en granjas, donde las obligan a parir una vez tras otra para comerciar con sus crías! ¡Las mantienen en condiciones deplorables! ¡Prohíban la venta de animales! —grita Pipo desde las escaleras eléctricas, con todo tipo de gente viéndonos, algunos inclusive le aplauden.

—No conocía tu lado activista —digo.

—Él me enojó —Pipo abraza protector a la perrita.

—Estoy contigo —Lo consuelo.

—Pues haces bien, porque cuando yo esté demasiado ocupado o de viaje tú la vas a cuidar —anuncia y abro mis ojos con sorpresa.

Desde niña no tengo perros.

—¿Y su compañía en qué me beneficia?

Pipo acaricia con ternura la oreja más pequeña de la perrita.

—Ya que yo ya no quiero, ella puede ayudarte a buscar a Luca. Su instinto te será útil.

—Ni que fuera Sherlock Holmes —me quejo.

—¿Ves? Ése es un gran nombre.

»Ahora llevémosla a otra veterinaria para que la desparasiten y vacunen —Molesto, Pipo vuelve a mirar el camino por donde vinimos—. ¡Una donde sí tengan ética!

—Ya. Vamos —lo vuelvo a empujar para que siga caminando en tanto la perrita no deja de mirarnos y mover su colita.


...


—Repite el tono que utilizó al preguntar si puede llevar una acompañante —dice Simoné, arqueando una ceja.

Cansada, Michelle deja caer hacia un lado su cabeza.

—«¿Puedo llevar una acompañante?» —dice con un tono que no nos dice nada.

Y ése es el problema.

Tanto Simoné como el resto de la perrera niegan con la cabeza.

—Chicas —Michelle, desde su recuadro en mi laptop, comprende la frustración—, les juro que con ese tono fue: plano... o tal vez, como no esperaba su llamada ni mucho menos esa pregunta, no le presté la atención suficiente. Le estaba dando instrucciones a la nueva masajista que contratamos cuando él llamó.

—¿Llama a tu número? —le pregunta Lina.

—Sí. Para hacerle la invitación lo llamé desde mi número. No podía hacerlo desde el teléfono del Centro de estética, ¿y si más tarde llamaba de vuelta? —explica Michelle, anticipando un posible desastre inminente.

—Hiciste bien —la tranquilizo.

A ellas y a Pipo les prohibí venir hoy al apartamento, y aunque tampoco quería hacer una videollamada grupal, para que no se preocuparan de más por mí con eso sí terminé cediendo.

Victoria, conectada en la videollamada desde la cocina de su casa, pide la palabra. El tema es el mismo desde hace quince minutos:

—Si su tono fue plano quiere decir que ella no es importante.

—¿«Ella»? —Simoné hace rodar sus ojos—. Llamémosla «Esa».

—Pero no nos ha hecho nada —le recuerda Michelle.

—¿Eres amiga de Ivanna o no, Michelle? —le recrimina Simoné e intento calmarlas.

—Chicas... —Solo quiero dormir y... olvidar.

—Cuando llegue a la reunión y diga «Hola» o «Mucho gusto», volteamos la cara hacia otro lado —propone Lina y Simoné señala de Michelle a ella, orgullosa.

—Si la vamos a aterrorizar, debemos ser discretas para no levantar las sospechas de Luca —dice Pipo con una copa de vino en la mano. Él está conectado desde su sala—, centrémonos en algo en específico: su cabello, sus uñas, su blusa o vestido... o sus zapatos, qué sé yo; y todas debemos mirar eso fijamente a ratos, hasta hacerla dudar de cómo se ve y entonces se sienta incómoda.

Michelle lleva una mano a su cara mostrándose inconforme y Victoria me evalúa fijamente a mí mientras Lina y Simoné le aplauden a Pipo.

—Y cuando Luca se la presente a Ivanna, todas debemos sonreír abiertamente para que le quede claro a quién apoyamos —propone Simoné.

—Chicas —tomo la palabra—, no vamos a hacer nada de eso.

Michelle deja caer su mano y me sonríe orgullosa.

—¡¿Cómo?!

Simoné y Lina dejan entrever su decepción, Victoria parece relajarse y Pipo me ve sorprendido.

—¡Pero somos la perrera!

Palmeo el borde de mi cama para que Sherlock salte del piso al colchón y de ese modo poder acariciarla.

—Dije que no.

—¿Y si su acompañante es Prudemencia? —pregunta con cautela Pipo y en el resto de la perrera alzan la cabeza con alarma.

—No, no es ella —digo, segura; acercado a Sherlock a la cámara de la laptop para que Pipo la salude—. Yo tengo información de Prudensa. Soy la tutora de Tyson, ¿recuerdas? —Pipo asiente—. Hace un mes obtuve documentación de primera mano sobre ella. No es un peligro por el momento.

—Aunque, por lo visto te hubiera caído mejor saber que es ella —dice Pipo y bajo la mirada.

A Prudemencia podía intentar sacarla del camino porque era una perra, una loca disfrazada de conejo; pero ahora, dada mi situación actual con Luca, ¿con qué cara le monto un teatrito? ¿Con qué cara le reclamo estar con alguien más... a ella... a él? Solo me vería ridícula.

Además... ya le hice suficiente daño.

—¿Por qué no mencionar a una acompañante el día de la invitación? —señala Lina—. Si se tratara de su pareja la habría tomado en cuenta desde el principio, ¿no? ¿De repente se acordó de ella? De esa.

—Tal vez cuando esa se enteró de la invitación le montó una escena de celos, tipo —Simoné intenta imitar la actitud de una novia celosa—: «Así que verás a tu ex... Llévame».

—Ivanna no es oficialmente una «ex» —dice Pipo—. A lo mucho es una «ex jefa».

Simoné no quita el dedo del renglón:

—Pero sí esa está al pendiente de él, si está en los detalles, seguro averiguó que 1. El nombre de la mujer que invitó a Luca es «Ivanna Rojo», porque el nombre iba en la invitación. 2. Recordó que el nombre de la protagonista de la novela de Luca es «Ivanna». Porque él tuvo que haber hablado de la novela con su pareja. Entonces, esa tendría que ser idiota para no darse cuenta de las cosas. Su hombre está volviendo al redil.

—Simoné, no quiero ser uno de tus ex —dice Pipo y Simoné alza su barbilla con orgullo.

—Luca pudo haberle hablado claro desde el principio, explicarle quién es Ivanna y ella no es insegura —opina Victoria.

—Claro, porque todos tenemos por costumbre ir a las fiestas de cumpleaños de nuestras ex suegras, ¿cierto? —insiste Simoné.

—No tienes idea —devuelve Victoria, consiguiendo mi atención un segundo «¿Qué no sé?», pero me vuelvo a distraer al ver a Sherlock lamer la pantalla de la laptop.

—Aquí está mamá, cariño —la saluda Pipo.

—Pero volviendo a lo de La loba —Michelle echa su cabeza hacia atrás, pensando—, ¿qué si es la agente de Luca, su editora o su publicista? Tal vez el chico, como ya lo hemos dicho miles de veces, solo quiere hablar de su novela gráfica.

—Y quiere evitar que lo demandes —dice Lina con preocupación.

—Jamás haría eso.

—Pero tal vez te dará a firmar algo —insiste Lina—. A lo mejor lo acompaña una abogada.

—Eso tiene sentido —concuerda Victoria.

—Es Clarissa —zanja Pipo—. Luca le dijo que irá y ella no querrá que haga una estupidez... otra —agrega, mirándome—. Quiere cuidar a su hermano.

—Ella haría algo así.

—Y es que, ¿una pareja? —Pipo parece meditarlo—: concuerdo con Simoné sobre que, siendo ese el caso, ella tuvo que pedirle ir para cuidar lo que es suyo. Ajá. Pero no llevas a tu pareja a una reunión en un centro psiquiátrico porque... sí. A menos que... —Ahora Pipo parece tener una revelación— ¿y si quiere darte celos?

—Sería infantil de su parte —opina Michelle, molesta.

Pipo llama su atención:

—Michelle, querida, Ivanna y Luca nunca se han caracterizado por intentar llevar una relación sana. En especial... —Me señala a mí con la mirada.

—Concuerdo con Pipo. Porque tampoco es la primera vez que evaluamos la posibilidad de que Luca busque vengarse —dice a todos Lina—. Y pasarle por delante una pareja a Ivanna es una buena oportunidad.

—¡Maldito desgraciado! —gruñe Simoné y les suplico que todavía no den por un hecho nada.

Aun así, dejándoles opinar a ellos, abro mi correo electrónico, busco en mi bandeja de entrada el que envió «alguien leal a la jefa», lo mando a imprimir y salgo de mi cama dejando la laptop allí para ir por una copia.

Regreso a mi cama pero releo dándole la espalda a la laptop para que ni la perrera o Pipo me miren. Ninguno sabe todavía del correo. No quiero... decírselos.

«El caballo de manera será puesto otra vez en la entrada». ¿De nuevo Rodwell está jugando a Troya? Sin embargo, ¿ahora quién es quién? Según este correo, Luca es una vez más el caballo.

«¿Sabía usted que desde hace un año Luca Bonanni mantiene comunicación con Lionel Rodwell?» Esto, superficialmente, podría no ser importante. Es decir, Rodwell ahora es padrastro de Luca, ¿por qué no habrían de comunicarse? No obstante, por lo menos en Doble R, todos sabemos que Luca no fue a la boda de su madre ni tenía interés en visitarles, ni a ella ni mucho menos a Lionel.

¿Qué cambió hace un año? A menos que la persona que envió el correo mienta.

«Señorita rojo, ¿cómo es posible que, como nada raro, todo Doble R sepa que usted le estuvo suplicando a Luca Bonanni que la perdonara y volvieran?» Y ciertamente esto es extraño. Ni siquiera Grisel sabe qué tanto busqué a Luca o le pedí que volviéramos. Eso solo lo saben Pipo, Marinaro, la perrera y el mismo Luca. A menos que Luca se lo haya platicado a alguien más, una persona de su confianza o esta haya escuchado algo.

Aunque la persona que escribió esto puede simplemente suponer.

Puede suponer.

«Ahora Lionel Rodwell pretende usar esto a su favor».

Sin duda alguna.

«Sabe que todavía le interesa Luca y este continúa resentido con usted...»

Saben cuánto me duele. Yo soy Aquiles y apuntan directo a mi talón.

«...este continúa resentido con usted...», releo y tampoco puedo culparlo.

No puedo culparlo.

«... por lo que, tras una provechosa negociación, Luca accedió a participar en una treta contra usted (en una nueva treta contra usted): Buscará acercarse, le hará creer que quiere volver; pero, a cambio, le pedirá demostrar que su amor por él ahora sí es más importante que Doble R, pidiéndole que acepte el 30% de las acciones que le ofrece Rodwell sin rechistar (ellos saben que usted quiere la mitad)».

Echo hacia atrás mi cabeza, pensando.

¿Luca ayudando a Rodwell?

Aunque ya aceptó trabajar para él una vez. Sin embargo, no pasó mucho cuando decidió estar de mi lado... Pero ya sabemos cómo terminó eso para él.

¿Se podría decir que esa primera vez no supo escoger lo que le convenía más?

Vuelvo a releer:

«Buscará acercarse, le hará creer que quiere volver...»

Por esta parte imprimí el correo.

«De lograrlo, una vez usted firme, Luca se reirá en su cara, la dejará y Rodwell le dará dos millones de dólares en compensación».

«Y es que ése es el problema de ir por la vida haciéndose de enemigos».

¿Por qué Luca llevaría una pareja a la reunión si su intención es volver conmigo? A no ser que, como dice Pipo, quiera darme celos.

Es consciente de lo que aún siento por él y lo utilizará a su favor para llevar a cabo lo que dice el correo.

¿Eso es una posibilidad?

—¿Ivanna, estás allí? —La voz de Simoné, procedente de la laptop, me saca de mis pensamientos.

Camino dos pasos lejos, aprieto en mi mano la hoja con el correo y con la otra cubro mi boca para ahogar cualquier ruido que quiera salir de esta.

Lloro y yo misma tiemblo como una hoja.

No dejo de... pensar.

—Está allí —escucho que dice con tristeza Michelle.

—Ivanna, gira hacia ti la laptop —me pide Lina.

«No».

Debería decirles del correo, como mínimo a Pipo y a Victoria, pero temo que me aconsejen evitar cualquier tipo de acercamiento con Luca.

Intentarán protegerme y... yo quiero verlo.

Quiero encontrar un sentido.

Esto es entre él y yo, al final.

—Ivanna...

Sin limpiarme las lágrimas regreso a mi lugar en la cama, Sherlock salta hacia mí para lamer mi mejilla mientras Pipo y la perrera guardan silencio.

—La destrozaremos en cuanto llegue, Ivanna, no te preocupes —me promete Simoné y río. Me siento triste, pero río.

—Ya es medianoche —dice Michelle, mirando su reloj—. Por lo que, a partir de hoy, es una semana hasta entonces. En una semana lo mirarás otra vez, Ivanna.

Y apenas puedo creerlo.

—Y levanta la cara —me dice Victoria—, todo va a salir bien. Ya encontraremos la forma de entretenerte mientras llega el viernes.

—Gracias.

—Ese día te verás espectacular y se arrepentirá de no haber contestado tus llamadas.

Soltando un ruido extraño vuelvo a reír con tristeza.

—Que Melissa la maquille —propone Simoné.

—¡Sí, es buena idea! —salta Lina, feliz.

—No hay problema, yo le pido que venga —concuerda Victoria— y buscaremos un vestido hermoso, y también la peinaremos. Ese día Ivanna se sentirá una reina.

—Y tendrá a toda su corte con ella —dice Pipo, volviendo a beber de su copa de vino.

Y yo solo puedo volver a pensar en qué tanto cambiaría su opinión de las cosas si supieran del correo.

Si yo misma no supiera del correo. 


----

Ustedes:

Esta es la segunda parte del capítulo anterior, de modo que en la siguiente, capítulo 9, si se cumple lo de que vamos a conocer a un personaje nuevo, ¿bueno? ¿malo? (: (: (:  Y tal como dije en Twitter, el capítulo se llama «La rubia».

Twitter: TatianaMAlonzo (Ahí comento avances, mis impresiones y doy spoilers y exclusivas durante toda la semana) 

Instagram: TatianaMAlonzo (Comparto edits/gráficos/memes de La jefa y de mis demás historias) 

Grupo de facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros (los lectores comparten memes y se arman buenos debates... ya hay un montón de teorías sobre lo que se viene )

Cada voto que dejen es una cachetada para el sujeto de la veterinaria que hizo de menos a Sherlock. Y Gracias por apoyar mi trabajo votando ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro