49. Bruja, víbora, suripanta... Mamá.
Siempre revisen la tabla de contenidos para no saltarse ningún capítulo, antes de este publiqué la segunda parte del Capítulo 48 c:
Dedicado a AxelE0302, ¡Gracias por impulsar el debate y siempre dejar comentarios!
Seguiré dedicando capítulos a los que más comenten c: Valoro mucho leer sus impresiones ♥
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49. Bruja, víbora, suripanta... Mamá.
IVANNA
He hecho el mismo recorrido durante años: bajar de mi coche en el estacionamiento, caminar en tacones hacia el elevador, a veces detenerme en el vestíbulo, a veces llegar directo a mi piso y abrirme paso hasta mi oficina. Cada cosa bajo la lupa de compañeros de trabajo que me odian y juzgan sin piedad todo el tiempo y hoy no es la excepción.
En una hoja de papel tirada en el piso del estacionamiento encuentro el primer indicio de lo que me espera. Es un montaje de mi cara sobre el cuerpo de una víbora con sus huevos.
Como era de esperarse, Rico, el chófer de Rodwell, ya les dijo a todos que estoy embarazada y Doble R nunca «decepciona» cuando se trata de desacreditarme.
Dejo la hoja de papel donde está y continúo avanzando. En las paredes del elevador hay más chistes gráficos pegados con cinta adhesiva a modo de formar un collage.
En uno mi cara está sobre una mantis religiosa, que, si mal no recuerdo, cuyo proceso de reproducción incluye arrancar la cabeza al macho luego de copular. Eso explica por qué la cabeza de Luca está en el piso mientras de mi boca sale una nube de diálogo que reza «Cruel, pero no inesperado».
Ingenioso a pesar de todo.
En el siguiente gráfico la cara de Luca está sobre el cuerpo de un torero que posa junto a un toro muerto, y, en la que le sigue a esa, sobre un jinete que sujeta con un lazo a una yegua.
En los demás «chistes» incluyen a Omi como el tercero en discordia, tanto como para atribuirle la paternidad de Positivo o llamarme tonta por preferir embarazarme de Luca.
El chófer de Rodwell les trajo el chisme completo.
Para terminar, colocando mi cara sobre el cuerpo de una mujer en extremo obesa, celebran que por fin me verán «gorda» y que eso será un duro golpe a mi ego.
Esbozo una sonrisa media.
En cada chiste gráfico ocupo un papel diferente, de nuevo demostrando que vivo en sus mentes sin necesidad de pagar renta.
Al llegar al vestíbulo, gente ingresa al elevador y, conscientes de mi presencia, algunos se ríen de los gráficos mientras otros los censuran en voz alta. Como es mi costumbre, demuestro no importarme. Y me va bien, me es indiferente que se metan conmigo y puedo soportar que también lo hagan con Luca, somos adultos y sabemos lo pesados que pueden ser en Doble R, pero al llegar al quinto piso y ver en la cartelera el fotomontaje de un bebé, aún en el vientre, con ojos color rojo, colmillos y cuernos, sí me hace fruncir los labios.
Y es, aún peor, cuando me acerco y en un Post-it pegado a la cartelera leo:
Ese bebé no va a nacer. Ivanna abortará.
Y abajo alguien contesta:
Sí va a nacer.
Y otro:
¿Organizamos otra apuesta?
¿«Otra... apuesta»?
No puedo evitar pensar en el día que Lobo me dejó plantada o hace dos años cuando Luca se marchó de Doble R.
Ahora también quieren convertir a Positivo en un juego y utilizarlo para reírse de mí y definirme.
«Mamá» es el nuevo apodo.
Cuando me vuelvo dispuesta a seguir mi camino, alguien se apresura a arrancar el gráfico y los Post-its al tiempo que masculla:
—Este no lo arrancamos.
—Y Conserjería volvió a pegar los del elevador —le responde alguien más, permaneciendo tras de mí.
¿Qué? ¿No era su intención que los viera? ¿A quién pretenden engañar?
Aprovechando que traje tacones Louboutin con su distintiva suela color rojo, mantengo firme mi paso y las miradas que se habían vuelto hacia mí regresan a su sitio.
«Yo no me desquito con palabras».
...
Grisel salta de su asiento al verme, al igual es a la única que me da gusto ver, sus ojos van de mi cara a mi vientre, lo que significa que también lo sabe.
No subestimaré a Rico, el chófer de Rodwell, a estas alturas todos lo saben.
—Bienvenida jefa —Me saluda.
—Sabes que vengo de paso. —Suspiro—. Quizá tres días hasta zanjar pendientes y entregar mi puesto. Luego te espero en Soluciones en Rojo.
Grisel se emociona al escuchar eso. Solo me la llevaré a ella y a Pol de Cómputo, que por fortuna ha resultado discreto. Al resto del personal no lo necesito, a menos que quiera mantener saltando mi ojo izquierdo.
Entro a vicepresidencia con Grisel siguiéndome mientras toma apuntes de lo que necesito. Quiero aprovechar mi tiempo y entregar mi puesto rápido para seguir trabajando en mi empresa.
Grisel no me defrauda como apoyo y durante el transcurso de la mañana sale y entra con informes, papeles para revisar y notas con pendientes.
Adelanté con lo que Rico me llevó el lunes, de modo que voy bien, incluso tengo tiempo para llamar a Luca, que anoche, sin ningún pretexto en particular, volvió a quedarse en casa de Omi, pero nos juntaremos más tarde para hacer una visita de «cortesía» a Prudensa.
Le dije a Luca que encontré su «dirección», pero será sorpresa llevarlo ahí y mostrarle cuál es su última ubicación de acuerdo con los reportes de Tyson.
Hago planes y continúo revisando papeles, hasta que soy interrumpida otra vez por Grisel, solo que ahora para anunciar que alguien quiere entrar a hablarme.
—Lo que sea que quieran, que te lo digan a ti —Me niego.
No ocuparé mi tiempo en hablar con nadie. A estas alturas Rodwell ya debería tener designado a su nuevo vicepresidente o vicepresidenta.
—Es Ángela de Recursos Humanos —insiste Grisel, siendo el caso de que fueron compañeras de trabajo.
—¿Ángela?
Ángela fue mi asistente antes de Luca. Pedí a Mago Perman su traslado a otro departamento cuando me dijo que estaba embarazada. No quería oír quejas sobre mareos o vómitos en cada reunión, sobre todo porque se empezaba a correr el rumor de que Aguilera, en ese entonces el vicepresidente de Doble R, se iba a retirar y Rodwell evaluaría uno a uno el trabajo de cada ejecutivo para elegir un sustituto.
No fue un castigo para Ángela. Sé que estuvo encantada con el cambio a Recursos Humanos, al punto de dedicarse a hablar mal de mí con todos hasta que la confronté y puse en su lugar el día que tomé la vicepresidencia.
—¿Viene a decirme algo de parte de su jefa? —le pregunto a Grisel.
—Dice que es personal.
Me inquieta esa afirmación, cada que me he topado con Ángela le he dejado en claro mi animadversión por unirse a la burla hacia mí, no tuvo ética, no fue una asistente leal, pero como siento curiosidad la dejo pasar.
Entra cauta, manteniendo los hombros caídos y con los ojos constantemente en el piso, su postura es de sumisión y no parece querer intentar hablar hasta que se lo autorice.
Giro el bolígrafo en mi mano antes de pronunciar palabra. Recursos Humanos nunca ha sido mi departamento favorito, ninguno en Doble R lo es, pero RRHH, en particular, parece esmerarse en reclutar y capacitar a gente predispuesta a odiarme.
—Dime.
Ángela asiente, como mi ex asistente sabe que me enfada esperar, pero insiste en ser cauta.
—En mi mente preparé un discurso y ahora no sé qué decir.
—No es algo importante entonces.
Vuelvo a mi trabajo.
—Lo es —insiste—. Quería decirte que... necesito este trabajo.
Frunzo mi ceño y la vuelvo a mirar. No deja de colocar una sobre otra sus manos.
—No será fácil conseguir otro igual, aquí ya soy personal de confianza.
—No mío —remarco.
—No. —Está de acuerdo a su pesar—. De Mago Perman. Pero en otro lugar tendría que volver a empezar.
—Como todos —resto importancia—. En mi caso también vuelvo a empezar. Mi empresa es nueva.
—Sabemos que llevas meses trabajando en ella, Ivanna —asegura.
Rodwell los puso al día. O bien, se lo dijo a Mago Perman y esta a su personal.
—Hasta hace muy poco le dedico todo mi tiempo. Aun así, sigo sin entender qué quieres. —Nos devuelvo al tema.
Ángela da un paso al frente conservando su postura de sumisión.
—Hemos visto al señor Rodwell nervioso, no quiere que las altas esferas se enteren de tu renuncia y ha desarrollado delirio de persecución. Está seguro de que tu empresa se volverá nuestra competencia e igualmente tiene claro lo que significa para ti esa palabra, competencia.
—Por supuesto que tiene claro lo que significa para mí la competencia —mascullo—. Sabe que tiro toda la carne al asador, que voy por todo; y por eso, hace dos años, me hizo creer que competía con Lobo, cuando en realidad solo me usó para conseguir las mejores cuentas.
—No lo dice, pero la mayoría estamos convencidos de que no augura un buen futuro para Doble R.
—¿Y qué gané con la vicepresidencia? —continúo, denotando enfado—. Sobrecarga de trabajo y la oportunidad de seguir ganando más dinero... para él.
—Delegó mucho en ti —continúa Ángela—, se desentendió de la empresa y ya no tiene las mismas ganas e ideas de antes... y está enfermo... y viejo.
—Tiene a Lobo.
Ángela niega con la cabeza. Sabe que me estoy burlando.
—Ivanna...
—En Doble R lo adoran.
—Es bueno parloteando, pero no es un buen ejecutivo.
—¿Y les llevó tanto tiempo darse cuenta?
—Creo que siempre lo supimos.
—Pero me tenían a mí. —Le hago ver—. La bruja, la víbora, la arpía, Maléfica... Pero, al fin y al cabo, la perra que sabe hacer su trabajo.
Ángela agacha la cara.
—Los ejecutivos no están trabajando bien. Hay miedo, la mayoría están más enfocados en conseguir otros empleos, será cuestión de meses para que...
Para que la empresa que fundó mi padre se vaya a la bancarrota. Pero yo con ella, no.
—Deberías reconsiderar tu salida. —Ángela es clara.
—¿Y seguir trabajando para ustedes en lugar de para mí misma?
—Mucha gente depende de esta empresa —Está a punto de llorar—. Muchas familias.
—Y el Presidente y, por tanto, el responsable de dar solución es Lionel Rodwell, no yo. Desde hace muchos años Doble R no le pertenece a la familia Rojo —Le recuerdo.
—Ivanna...
Ángela se apresura a buscar dentro del bolsillo de su blazer y me muestra la foto de un niño de aproximadamente dos años.
—En unos meses cumplirá dos —dice.
—Es por el que pediste tu traslado —afirmo, tomando la foto.
—Sí.
—El salario de mi novio no es suficiente para nosotros. Y pienso que, quizá, por tu nueva situación, pudieras ser más comprensiva.
En la foto, el niño, vestido con el disfraz de un león, está sentado en un coche de juguete mientras mira con una enorme sonrisa a la cámara.
—Hace dos años no lo fuiste —insiste Ángela.
—¿Hice que te despidieran? —le pregunto y se apresura a negar con la cabeza—. Hace dos años tu prioridad era tu hijo y la mía esta empresa. Hoy tu prioridad continúa siendo tu hijo, pero la mía ya no es esta empresa.
—Te lo ruego, Ivanna. —Llora y la situación se ha vuelto incómoda.
—Ángela, yo no te estoy despidiendo
—Pero pronto muchos estaremos desempleados.
Le devuelvo la foto de su hijo y no quiere aceptarla.
—Serás mamá —insiste en remarcar y cojo el puente de mi nariz entre mis dedos.
—Ni siquiera te puedo ofrecer trabajo conmigo porque no confío en ti. —Soy clara—. Pero sé lo que es necesitar de un empleo, independientemente del hecho de ser mamá, y no te prometo nada, más que si una empresa me llama para pedirme referencias tuyas no seré del todo honesta.
Ángela asiente, en apariencia consciente de que es inútil insistir y se devuelve sobre sus pasos dejando entrar a Grisel al salir.
No le iba a dar falsas esperanzas ni le iba a mentir. La realidad es que Doble R ya no depende de mí.
—Hay alguien más. —Me dice Grisel, apenada.
Por mi semblante debe anticipar lo estresante que fue mi conversación con Ángela. No obstante, antes de que pueda pedirle que ya no deje entrar a nadie, una mujer cercana a los cuarenta pasa de ella y entra.
No recuerdo reparar en ella antes, sé que trabaja aquí por su uniforme de conserje, y es todo.
—Solo le robaré un par de minutos —dice con voz temblorosa, es evidente que teme mi reacción, por lo que, teniendo en cuenta de que tampoco soy un monstro, me limito a pedirle a Grisel dejarnos a solas.
—Adelante.
Al igual que Ángela, teme hablar.
—Se-señora Rojo. Tengo cuatro hijos que mantener y hace mucho mi ex marido no me pasa pensión. Soy el único sostén de mi hogar.
»Ni siquiera podré contar con mi liquidación si esta empresa se va a la bancarrota.
—Eso es precipitado —le aseguro.
—Es lo que se habla en los pasillos.
»Rico, el chófer del señor Rodwell, no has dicho que él incluso ha considerado vender su parte de la empresa —llora—. Y no está seguro de que eso sea de beneficio. ¿Sería de beneficio para nosotros, señora Rojo?
—¿Hablas seguido con Rico, el chófer de Rodwell? —pregunto en su lugar.
—Sí. Un grupo de nosotros se reúne seguido alrededor del dispensador de agua, el que está cerca del elevador aquí en el quinto piso —Señala la puerta—. Entre ellos Rico, el chófer del señor Rodwell, Lee de Seguridad, Ruth de cafetería y Dian de fotocopias. Nos hacemos llamar los Invisibles porque nunca nos notan.
—¿Invisibles o Irrelevantes? —mascullo, segura de que, al menos yo, nunca vi procrastinar a nadie. No lo hacen frente a mí.
Por otro lado, en serio, ¿con esa explicación abogará por su puesto de trabajo?
La mujer agacha la cara y continúa llorando.
«Con ella no, Ivanna», me recrimino.
En este lugar estoy siempre a la defensiva. Doble R saca lo peor de mí.
—No sería igual de eficiente en mi trabajo si al llegar encontrara esta oficina sucia —digo con voz tranquilizadora—. Clientes potenciales que nos visitan tampoco se llevarían una buena imagen de la empresa de no encontrar todo limpio y en su lugar. Y, por lo mismo, eres lo más importante en esta empresa. Cuidas nuestra imagen.
La mujer, en cuyo carnet de identificación colgando de su cuello alcanzo a leer el nombre «Lila», estalla todavía más en llanto con un sonoro resoplido.
—G-gracias por decírmelo.
—Es la verdad, Lila —le aseguro, reconociendo de manera genuina que no soy la única que se esfuerza en mantener presentable mi oficina y la imagen ciertamente no es irrelevante.
—Y sabe mi nombre —continúa llorando Lila y estira su mano en mi dirección en agradecimiento.
No recuerdo la última vez que sujeté la mano de alguien en Doble R. Pero la acepto. Fue descaradamente honesta y también se lo agradezco.
—Ya no depende de mí, pero veré que puedo hacer —prometo.
—Gracias —No suelta mi mano—. De verdad gracias.
»¿Hay algo que pueda hacer mientras tanto?
—No procrastinar con el resto del personal.
—Le prometo que ya no lo haremos —Suelta mi mano para poder limpiarse las lágrimas—. Ni participaremos en el chismerío o apuestas.
No respondo nada a eso, no lo espero, pero, a diferencia de Ángela, a Lila no pude decirle que no. Es posible que sí me sintiera culpable de, por lo menos, no saber su nombre.
—No más —le digo tajante a Grisel cuando la veo asomarse por la puerta una vez que Lila se marcha.
Yo misma me levanto para decir a cualquier otra persona afuera que no es a mí a quien corresponde atenderles. Aun así, cuando salgo al pasillo, regreso dos pasos al ver una cola de quince personas, tanto hombres como mujeres, desde ejecutivos hasta más personal de Conserjería.
—Solo te pido un minuto de tu tiempo, Ivanna —ruegan.
Por igual me incomoda la angustia con la que me miran, usualmente lo harían con odio o desdén, no soy una mano amiga. No lo soy.
—No puedo atender a todas estas personas —le susurro a Grisel—. Eso es trabajo de Mago Perman, ella es la jefa de Recursos Humanos, llámala y pídele que venga —exijo, dando una última mirada a la cola.
—Ya mismo, jefa.
De vuelta en mi oficina, camino de un lado al otro pensando. «No solo ya tenía muchas cosas en qué pensar».
Admito que Lila me preocupó, no quiero tener fama de snob, pero, ¿el resto de Doble R?
No es mi responsabilidad ayudarles, no tengo por qué, ni siquiera me han tratado bien y tampoco dejaré que usen a Positivo para manipularme.
Se burlaron de mí al entrar, todo el tiempo lo han hecho, he sido yo sola contra ellos. En su momento, apoyada por Luca y recientemente por Grisel; pero, la mayor parte del tiempo, sola.
—Mago, ¿qué es eso? —demando al verla entrar.
La mujer con cabellera rubio cenizo suspira.
—Una locura, ¿no? Mi oficina ha sido lo mismo las últimas semanas.
Me cruzo de brazos.
—Contrastando con los chistes gráficos que vi al llegar.
Sabe bien de qué hablo.
—El personal está dividido —admite—. Más de la mitad hablan de querer convencerte para que te quedes, pero una cuarta parte sostienen que ya no hay nada que hacer, que es imposible tratar contigo y quieren hacerte sentir mal.
Me río.
—Oh, no quieren meterse en ese tipo de guerra conmigo —le aseguro—. Como sea, tu trabajo es ocuparte del personal.
—No, ya no —asegura—. Estos son mis últimos días en esta empresa.
Me detengo en seco.
—¿Cómo? —Nuestra mala relación se reproduce en mi mente como una película—. ¿Tú, Mago Perman, la intocable jefa de Recursos Humanos, irte de Doble R?
Sé que Ángela aún no lo sabe, seguro ni siquiera lo sospecha, pero Mago lo toma con humor.
—Lo mismo dije al saber de tu renuncia.
—Pero tú eres la... —No puedo decirlo.
—¿La amante de Rodwell? —termina por mí y le agradezco eso—. Sí, también renuncié a eso.
«Entonces, ya lo habló con Rodwell», concluyo. Otro motivo más para asumir que el mundo se le vino encima.
—¿Por qué?
—Por ti, de hecho —afirma Mago y la invito a tomar asiento.
—¿Por mí? Si yo ya me voy de aquí.
—Pero Rodwell está seguro de que volverás —continúa y sé que hice bien en sentarme.
—¿Perdón?
Ni siquiera me ha dicho el motivo y ya estoy molesta. Si bien, Mago está decidida a hablar, ya no tiene nada que perder, al igual que yo se irá.
—Durante un desayuno el martes, en una mesa en la que nos encontrábamos Lobo, otros ejecutivos y yo, dijo que la madre de Luca te está persuadiendo para que continúes tu embarazo y tengas al bebé —empieza—. Y él mismo está seguro de que si no lo quisieras no estarías dudando, por lo que garantiza que lo vas a tener y, en consecuencia, descuidarás la empresa que estás comenzando, y eso, eventualmente, te devolverá a Doble R. En dónde él promete darte facilidades para que puedas con tu trabajo y... el bebé.
—¿Cómo?
Mi ojo izquierdo empieza a saltar.
—Hace dos años aborté un hijo de él —continúa Mago Perman—. Lo hice para evitar habladurías y porque no quería un hijo con él. Fue mi decisión. Pero, ¿sabes qué me dijo? —Niego con la cabeza—. Que, sea como fuera, hice bien porque de lo contrario me tendría que haber despedido como Jefa de Recursos Humanos y Amante.
Me inclino hacia adelante sin poder creerlo.
—Cuando hizo ese último comentario sobre ti vi con nuevos ojos el que hizo sobre mí.
—Definitivamente. —Estoy gritando.
—Afirma que por ser una de esas mujeres que aborrece la maternidad, estás en donde estás. Pero que con un bebé no será lo mismo.
—¿Y tú crees eso? —pregunto con seriedad—. ¿Qué no puedo con todo?
—Pienso que él no es quien para decidir eso —zanja y eso me da tranquilidad.
Me interesa la opinión de alguien que estuvo en la misma situación que yo, no de Rodwell que me utiliza y ahora también me subestima. Pretende medir con el tamaño de su polla mis habilidades, como si no tuviera afuera de esta puerta a parte de su personal recordándome que el nombre de esta empresa no lleva solo una R y, por cómo lo perciben todos, ya no solo por mi padre.
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No hemos terminado (: (: (: No asuman, suelten teorías, pero no asuman. Lleguen al final. Planifiqué esta historia con cuidado ♥
Y mientras, y ya lo leyeron, váyanse preparando para el GRAN regreso de Pru.
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¡Gracias por apoyar mi trabajo votando, hoy CADA VOTO es una pulgada que pierde la polla de Lionel Rodwel JAJAJAJA xD
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