38. Veintidós y contando...
38. Veintidós y contando..
LUCA
Soy como un adicto revisando cada media hora el perfil en Instagram de Ivanna. Espero ocioso a que publique más fotografías que me lastiman, ¿soy un adicto al dolor?
Ha sido lo mismo desde hace una semana cuando avisó en sus historias que iba en un vuelo hacia Nueva Delhi.
Primero fui presuntuoso, albergué esperanza y asumí que el propósito era poner distancia entre nosotros. Pero más tarde ella misma aclaró que se trata de un viaje de negocios.
Sentado en la silla junto a la cama de Babette, pienso en lo orgulloso que me sentí cuando leí eso, seguido de un vídeo corto con el tráfico de la ciudad, todo formal, sin tiempo para visitar la Tumba de Humayun o el Taj Mahal...
Pero después se marchó a Tailandia.
A Tailandia.
Con él.
¿Por qué con él?
Cierro los ojos, vuelvo a aquel sábado por la tarde cuando nos reunimos por primera vez solos luego de casi dos años y la escucho otra vez en la cama con él.
Lo conoció casi al mismo tiempo que ocurrido nuestro reencuentro. Ahora, al hacerme a un lado de nuevo, ¿él es una opción?
¿Se darán una oportunidad?
¿Por qué no vuelve con Marinaro? ¿Por qué no con Giacomo? ¿Por qué Omi De Gea?
—Tailandia de vacaciones, mis felicitaciones —tarareo en voz baja para no despertar a Babette y vuelvo a echar otro vistazo a las fotografías publicadas.
Insinuó que, al igual que con India, fue allá por negocios. Pero, a diferencia de Nueva Delhi o Bombay, en Tailandia sí se quedó varios días y tiene fotografías en sitios turísticos, el mar, en piscinas y en un yate... con él.
¿Durmió en su cama?
Tiene que ser así porque Alexa stalkeó las redes sociales de Omi De Gea, y, pese a que están abandonadas, allí rastreó fotografías en las que lo etiquetaron y en las de una comida del pasado fin de semana lo felicitan por lo hermosa que es la mujer de negocios con la que está saliendo.
Y en la fotografía de la comida, reunida con otros tipos, solo aparece Ivanna. A la que además se refieren como «Loba».
¿Están saliendo?
¿Por qué, a diferencia de India, en Tailandia sí vacacionó?
La última publicación que compartió Ivanna en sus historias es una fotografía afuera del aeropuerto de Taiwán, anunciando que regresa a Ontiva.
En China tampoco salió a disfrutar, al igual que en India todo fue trabajo, Tailandia y su hijo pródigo, Omi De Gea, fueron la excepción.
¿Vuelve con él siendo su pareja oficial? ¿Su... prometida? ¿Ivanna, tal como la llamó Omi aquí mismo, es la futura señora De Gea?
La imagino en el avión de regreso a Ontiva platicando a todos lo espectacular que se la pasó, hablándoles de su novio tailandés que da paseo en yates a ella y a sus amigos. Porque, naturalmente, también había que presentárselo a Pipo.
Así de formal.
—Pero me quiere a mí —le digo a Babette, aún dormida y ajena a mi amargura—. Es lo mismo que cuando estaba con Marinaro, me quiere a mí...
»Pero lo nuestro no será —me duele decirlo—. No funcionaría y de nuevo terminaría lastimado y sintiéndome un imbécil.
»Así que espero que sea feliz con Omi. —No dejo de ver las fotos.
—Pero me quieres a mí —insisto, viendo en particular una fotografía en traje de baño, con ella posando en este sobre la arena blanca y enseguida imagino a Omi quitándoselo.
»Debo parar —me recrimino sintiendo que estoy perdiendo la cabeza.
Intento apretar el botón de «Dejar de seguir» para que las publicaciones de Ivanna ya no aparezcan en mi inicio, hasta pienso en bloquearla para volver a pasar página, pero no puedo.
Necesito ver si publica fotografías en una cena, bebiendo vino o recibiendo un anillo de compromiso.
Vivirán la mitad del año en Ontiva y la otra mitad, desde luego, en Tailandia.
Ella se hará amiga de los padres de él, con los que harán viajes en crucero, y, claro, en yates. Incluso pedirán permiso para llevar a Babette.
Pasearán en motos de agua, vela y en su habitación o la sala tendrán una fotografía practicando buceo.
Más tarde, en medio de alguna cena, que posiblemente igualmente será en un yate, oyendo de fondo una canción de Hombres G, se dirán que ya no pueden repartir su tiempo entre un lugar y el otro siendo solo una pareja y que lo mejor será formalizar.
Entonces empezarán los planes de boda: él le pedirá que se case con él, sin duda ahí mismo en el yate o para la ocasión él comprará uno más grande. Ella dirá que sí y la fotografía de los dos mostrando el anillo llegará a cien mil Me gusta en Instagram, Facebook y en Twitter, siendo el caso que él es una celebridad, y en todos lados la citarán añadiendo la etiqueta: #Goals
«Ivanna Rojo se casa con Omi De Gea #Goals»
Dos meses antes de la boda, comprarán una casa más grande porque el apartamento de Ivanna no será suficiente y la que él tiene en el lago es para atracar sus yates, el que ya tenía y el que va a comprar mucho más grande.
También se comprará su propio Maserati.
Y se pondrá de fondo la foto de ella en un iPhone última generación.
En la despedida de soltera las chicas de la Perrera se pondrán camisetas que digan «Squad de la novia». También invitarán a Alexa y ella aceptará porque es una traidora.
Él no tardará en empezar a decirle de apodo «Lobita» o alguna otra ridiculez en tailandés.
El día de la boda, que será en el mar de Tailandia, será perfecto, porque será en un yate, el tercero que se compró mucho más grande.
De souvenir podría regalarle uno a cada invitado.
Durante la recepción él no dejará de ofrecer bebidas y canapés de lujo, y después, una vez que se saque la camisa para mostrar su bronceado, los dos cantarán en Karaoke canciones cursis para todos. También de Hombres G o los Fabulosos Cadillacs.
... y llegará la noche de bodas. Él la entrará cargada al camarote... del yate, y no habrá nada nuevo porque ya hicieron de todo para entonces. Sin embargo, él se encargará de que sea especial: costosos pétalos de flores tailandesas, aceite de coco e incienso.
Él la pondrá en la cama y le sacará el vestido color rojo despacio, habrá risas e intercambio de anécdotas sobre la boda. En su mayoría de Alexa borracha.
Y empezarán a hacerlo con desesperación y con juegos de por medio. Tal como le gusta a Ivanna. Pero, al terminar, porque no solo se trata de sexo, ella le pedirá hacer algo romántico como dibujarla y él contestará que no sabe, porque lo suyo es hacer deporte, broncearse y comprar yates. Y es ahí cuando ella recordará a su exasistente Luca Bonanni, que, para ese momento, estará alcoholizado en cualquier bar que encuentre parecido a Ta-Tacontento.
Escucho pasos afuera, dirijo mi atención hacia la puerta y me siento derecho.
La perilla gira.
¿El avión ya llegó?
¿Es ella?
¿Ivanna?
¿Justo ella me sacó de mi ensoñación?
Pero no, es una enfermera y personal de limpieza.
«No sé cómo pude confundirme», pienso. De ser Ivanna hubiera escuchado la aguja de sus tacones.
—Venimos a limpiar la cama de la señora Pinaud —me dice la enfermera.
—Ya lo hice yo —digo, molesto, y enseguida señalo la torre de cobijas blancas a mi costado.
El pañal no es suficiente y no me gusta que dejen sucia durante mucho tiempo a Babette.
—Además de orina, había vómito —me quejo.
Pero, una vez dicho, intento calmarme. Babette no es la única paciente y, por el semblante del personal, ahora avergonzado, claramente no es un trabajo fácil.
—Lo sentimos. La hija dejó instrucciones de venir cada hora, pero la señora Pinaud estaba dormida, todavía lo está, y-y no creímos que...
—Está bien —digo, pasando ambas manos sobre mi rostro—. Pero trate de apegarse a esas instrucciones, ¿de acuerdo? —La enfermera asiente—. La hija ya está de regreso en la ciudad. Infórmele todo, incluso esto, ella sabrá qué hacer.
—Se queda casi todo el día con ella —me dice la enfermera y mis sentimientos encontrados sobre Ivanna, siendo un ángel y un diablo al mismo tiempo, regresan.
Me despido de Babette con un beso en la frente, tuve la mala suerte de encontrarla dormida y otra vez no podré venir seguido, pero es preferible que Ivanna esté aquí con ella.
—Le vamos a poner otro pañal —informa la enfermera, amablemente le vuelvo a recalcar las instrucciones que dejó Ivanna y me marcho para dejarles trabajar.
...
No voy directo a mi apartamento, es la noche del sábado y para distraerme conduzco por la ciudad. Lo hago hasta que me decido a aparcar frente a una licorería y compro una botella de whisky.
De regreso en mi coche, la abro y la empino sobre mi boca para beber.
—Sabe horrible —me quejo, tosiendo casi la mitad de lo que acabo de tragar.
»No sé por qué le gusta tanto a Ivanna.
De todos modos, a medida que continúo el eterno paseo sin rumbo, me deja de saber mal.
—Haré mi propio festival de la autocompasión —digo, buscando canciones en Spotify cuando aparco en un semáforo.
—¡Idiota! —escucho que me grita y bocina a lo lejos alguien, de manera que saco la cabeza por la ventana y reparo en que no aparqué como se debe y estoy obstruyendo el paso.
Aun así, sin importarme, antes de moverme busco la Playlist que ya había armado en Spotify Ivanna, le agrego más canciones, y, cantando, mientras más gente me insulta y bocina, esta vez sí prendo mi coche...
... ni me había dado cuenta de que se apagó.
—¡Aquí me tiene bien clavado, soltando las penas en un bar...! —canto al mismo que casi golpeo un coche, otro coche, y otro, y otro...
Es como si jugara a los Coches de choque bajo la regla de que solo me deben esquivar a mí.
—¡Aprende a conducir, imbécil! —me grita uno más.
Trato de enfocar la vista en mi camino, hacia el tráfico, pero ya no estoy frente al semáforo. «¿Por qué ya no estoy frente al semáforo?» De alguna manera terminé con las llantas delanteras sobre área ajardinada y las traseras en el camino, todavía obstruyendo el paso. «¿Cómo?»
Sacudo mi cabeza a modo de intentar reaccionar, no sé qué pasa (Sí sé), y ahora, encima, tengo sueño.
Con la música sonando consigo aparcar a un lado del área ajardinada mi coche, apoyo la cabeza sobre el respaldo de mi asiento para descansar un segundo mis ojos y...
Cuando despierto, aunque apenas escucho coches pasar, aún es de noche y la música sigue sonando. Por lo demás, pese aún sentirme aturdido, sigo vivo y con dos multas sobre el parabrisas de mi coche.
Dejo salir un bostezo y cojo mi teléfono para ver la hora. 2:23 A. M. No obstante, no es alarmante en comparación a la cantidad de mensajes y llamadas perdidas.
20 Mensajes y 3 llamadas perdidas de Alexa.
35 Mensajes y 6 llamadas perdidas de Roy.
15 Mensajes y 4 llamadas perdidas de Clarissa.
8 Mensajes y 2 llamadas perdidas de Laura.
4 Mensajes y 10 llamadas perdidas de mamá.
2 perdidas de Rodwell.
Y, un momento..., ¿22 llamadas perdidas de Ivanna?
Miro de mi teléfono a la botella de Whisky apoyada en el asiento del copiloto, le bajé la cuarta parte, ¿qué diablos hice o dije? Pero, por fortuna, al igual compruebo que no contesté ni hice ninguna llamada.
«Sigo ebrio».
Vuelvo a apoyar la cabeza en el respaldo de mi asiento a modo de descansar otro segundo los ojos, mi cabeza duele, pero esta vez no me quedo dormido.
Abro la puerta y bajo como puedo para tomar un poco de aire.
«Casi me mato hace un rato en el tráfico»
Apoyado en la puerta vuelvo a revisar mi teléfono para comprobar que no imaginé todo. Y no, sin son dos llamadas perdidas de Rodwell y veintidós de Ivanna.
Esas son las que no esperaba.
—¿No estuvo tan entretenida Tailandia? —mascullo, molesto, y no le regreso la llamada.
No tengo porqué hacerlo.
Por lo demás, con un mensaje que envío de manera general aviso a mis amigos, a Clarissa y a mamá que estoy bien. Luego, como aún me siento envalentonado, le regreso la llamada a Lionel Rodwell. A él sí se la regreso.
No me tiene porqué llamar.
—Luca —contesta, adormitado—. Tienes preocupadas a tu mamá y a Clarissa. Las llamó uno de tus amigos para decirle que saliste, no has vuelto y no contestas tu teléfono.
—Ya avisé que estoy bien —digo, volviendo a abrir y cerrar mis ojos para ahuyentar el sueño.
«Ni siquiera quiero ver las multas».
—Bueno, te llamé para eso —dice, pareciendo incorporarse, pues claramente estaba recostado—. Pero, aprovechando, no sé si también viste que te he estado llamando desde hace tres semanas. —Ahora se escucha molesto.
—No, no vi las llamadas —miento, y muy mal, ya que ni siquiera lo intento. Llamé para confrontar.
—Es eso o que no querías contestar —me echa en cara Rodwell y no respondo—. Teníamos un acuerdo, Luca. No es la hora ni el lugar correcto para hablarlo —Lo escucho moverse de un lugar a otro—, pero teníamos un acuerdo.
»Ivanna renunció a Doble R, no aceptó el trato del 30% y, por el contrario, asegura que ahora tiene su propia empresa. ¿Te dijo algo? ¿Sabes si ya tiene personal y oficinas?
Vuelvo abrir y cerrar dos veces mis ojos.
—No, no sé nada —miento.
—¡¿Entonces de qué sirvió el acuerdo?! —El tipo ahora está gritando.
Esbozo una sonrisa media.
—Señor Rodwell, Lionel —recuerdo tutearle—, creo que desde hace dos años quedó claro que yo no puedo controlar a Ivanna.
—Ni influir en ella por lo visto.
—Nop —me burlo, desviando la vista hacia el cielo, lo que es mala idea porque ahora puedo ver las estrellas.
Enseguida vuelvo a ver hacia el frente sintiéndome otra vez enfadado conmigo... con Rodwell... con Ivanna...
—Entonces no te importan los últimos rumores que acabo de escuchar —devuelve, sonando malicioso.
—No, supongo que no. —Tardo en contestar y ahí encontró una grieta.
—Fue a Asia, está trabajando con empresas en el extranjero, eso ella misma me lo dijo, pero lo que no sabía es que...
—Lionel, no quiero escuchar. —Ahora soy yo el que suena molesto.
—... uno de ellos es Omi De Gea —termina sin importarle y tuerzo mi boca en otra mueca.
»Dicen que publicó fotos con él.
Juego con mi cabello.
—¿Ah sí? No vi.
—Desde hace años intento firmar tratos con empresas que le pertenezcan a Omi De Gea. Por ser una personalidad con renombre es un buen pase para conocer gente importante, tanto en Ontiva como en el extranjero.
—Wuju —Ahora no dejo de moverme de un lado a otro.
—Es una pena que Ivanna ahora lo prefiera a él, ¿cierto? —«lamenta» Rodwell, escondiendo tras sus palabras la burla.
LA BURLA.
Pero yo no he terminado.
—Sí, señor Rodwell. Claramente es una pena que Ivanna lo prefiera a él. Una gran pena... Sobre todo para usted —devuelvo y cuelgo.
La llamada no salió como esperaba, se supone que era para confrontar, pero al menos ninguno de los dos podrá dormir bien lo que resta de la noche.
Golpeo con mi puño el capó de mi coche, estoy enfadado, pero al instante me percato de que fue mala idea.
Ahora, además de resaca, tengo una mano lastimada.
Un instante después, mi teléfono suena con una nueva llamada entrante de Ivanna... y con esta serían veintitrés. ¡Veintitrés!
Y a esta hora.
Debe tener Jet Lag.
Pero, por más que me duela, no voy a caer. Cuando me marché del desayuno le dije claro que no quiero hablar. Puse condiciones para estar juntos, su mismo juego de cero exclusividad y no las quiso. Y, a fin de cuentas, mi intención de acercarme a ella era ayudarla con lo del 30% y ya no es necesario.
Por el contrario, todo salió mal... para mí.
Pero de nuevo es suficiente.
Mi teléfono deja de sonar, pero, como si de una pesadilla se tratara, al instante entra otra llamada... y sí, de nuevo es Ivanna.
Veinticuatro llamadas perdidas.
—¿Cuál es la emergencia? —mascullo.
Y estoy tentado a bloquear el número. Sin embargo, de pie al lado de mi coche en un parque desierto, simplemente dejo mi teléfono sonar.
—Si no me marcho pronto me van a asaltar o matar por un teléfono del año pasado, que encima le pertenece a Chevalier y un viejo Corolla —digo, bostezando, y, cuando la llamada número veintisiete de Ivanna deja de sonar, aprovecho para hacer yo otra.
A Laura.
Contesta al tercer timbrazo y al igual que Rodwell suena adormitada.
—¿Lu-Lu... ca? Alexa, Roy y yo te estuvimos llamando... Espera, estoy viendo tu mensaje. Que bueno que estás bien.
Me subo a mi coche y me empino una vez más la botella de whisky antes de hablar.
—¿Puedo llegar a tu apartamento? —pregunto.
—¿A mi apartamento? ¿Alexa te dijo que no te va a dejar entrar o...?
—No. Solo quiero estar contigo.
—¿A esta hora?
—¿No quieres?
Ella no contesta.
—Y tal vez mañana podríamos salir —propongo y aún no dice nada—. ¿Laura?
—¿No estabas mal porque Ivanna ya sabe de la Loba? ¿Porque, según Clarissa, en Doble R están hablando de eso?
Prendo mi coche sintiendo como el whisky atenúa mis palabras.
—Ya no me importa Ivanna. Eso se acabó. No la he vuelvo a ver desde el cinco de junio.
—Porque está de viaje. Alexa me lo dijo.
—... Ni la volveré a ver más... Te lo prometo.
Laura no dice nada.
—Ya no hay absolutamente nada que hablar —explico—. Nada.
»Lo que tenía que ser, ya fue. Claramente un momento de debilidad... Pero no va a volver a pasar.
»De nuevo soy el mismo de antes de volver a verla a ella.
—¿Bebiste cierto?
Prendí el coche, también el parabrisas por alguna razón, pero aún no me muevo de donde estoy.
—Laura... estoy bien. ¿Entonces... llego?
—Mejor quédate allí. Iré yo.
—Sin Alexa. —Soy claro con eso.
—Luca, son casi las tres de la mañana y yo no tengo coche. Ya veremos qué hacer, ¿de acuerdo? Tú... solo quédate allí.
También la escucho salir de su cama a medida que habla. Y yo, mientras tanto, no dejo de ver el parabrisas.
—¿Está lloviendo? —quiero saber.
—No. —Su voz ahora suena divertida—. Pero si te hace sentir mejor, pon la gata bajo la lluvia. Miau —agrega, maullando.
—Já, já —digo, volviendo a recostar la cabeza en el respaldo de mi asiento, y sí, una vez le digo a Laura mi ubicación pongo música, pero no La gata bajo la lluvia, pongo The Winner Takes It All.
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Sé que ya quieren que Luca sepa...
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