36. El sol es una estrella
Dedicado a Dogi_056, ¡Feliz cumpleaños atrasado y gracias por tus mensajes de apoyo ♥!
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36. El sol es una estrella
IVANNA
5 de junio
Percibo que mis amigos quieren decir algo. A pesar de verles a través de una pantalla, desde mi posición advierto las caras largas e incomodidad. En el caso de la perrera, ya sabían de lo sucedido con Luca, pero solo desde mi perspectiva. No obstante, en el caso de Omi, a medida que leímos sobre el «ratón» dejó de hacer bromas sobre «Llamaditas»... o por lo menos ya no tantas.
—Que final tan desesperanzador —se atreve a decir Lina para romper el hielo y el resto asiente.
—No me va a perdonar —digo—. Me lo dijo: solo quiere una relación física, nada de involucrarse, solo sexo.
—¿Eso quiere? —pregunta boquiabierto Omi y asiento.
Las únicas que sabían eran mis amigas.
—No quiere que Ivanna le vuelva a romper el corazón, pero quiere estar cerca de ella —señala Simoné.
—Es lo mismo que le hacía yo. Incluso le dije que jamás sería el único —lamento.
—Pero eso era antes.
—Pero él está allí ahora —intento explicarles—. Está donde yo ya estuve y hace lo que yo misma le enseñé.
—No es un niño —crítica Omi.
—Pues tampoco era un «hombre» cuando lo conocí —digo, nostálgica—. Lo de Prudemencia fue una estupidez, creció con ella y apenas cruzaron los límites, yo fui su primer amor. Yo.
»Lo seduje intencionalmente, con pleno conocimiento de causa y he seducido a hombres mucho más expertos... Y es que él, por el contrario, no era un experto. A Luca no lo habían lastimado. Era... ingenuo.
—No hables como si tuvieras la edad para ser su madre. Porque no, Ivanna.
—No. Pero yo, en contraste, ya había pasado por mucho —reflexiono.
«Cuando yo ya conducía coches él aún andaba en bicicleta», pienso, triste.
—Al principio no me importó lastimarlo —continúo—. Por ser un enviado de Rodwell hasta me divirtió. Pero no fue justo. Luca nunca le fue leal a Rodwell, no era nada de lo que yo pensaba, también me lo demostró y me sorprendió. Y ya lo dije: me esforcé en engatusarlo para tenerlo de mi lado, y, al final, la que acabó conmovida fui yo.
»Porque él nunca se rindió —digo a todos con dolor—. Siempre intentaba quedar bien conmigo, era persistente, estaba decidido a que le diera una oportunidad. Era leal. Era... alguien leal a la jefa.
»Pero yo tenía miedo y también estaba compitiendo —dejo salir una risa seca— Él se enamoraba mientras yo solo competía... y creí que competía por algo justo. Luchaba una batalla que era de mi padre, no mía, y Luca lo pagó. ¡Ay Luca!
—Estás cansada, Nana —me dice Victoria cuando hago otra pausa para llorar—. Ha sido un día largo y te castigaste mucho ya.
—Nunca lo suficiente —digo, dándole la razón en que me siento cansada, ha sido un 5 de junio largo, sobre todo luego de leer acerca del dolor de Luca.
»El viernes salgo de viaje y me distraeré —anuncio—. Toda la semana pasada que estuve trabajando solo en mi logré agendar una reunión en Bombay y mañana me confirman otra en Nueva Delhi.
—¿Irás a la India? —pregunta Michelle, feliz. Todos lucen felices ahora.
—Sí. Y después a Taiwán. Voy a reunirme con los empresarios chinos con los que ya estoy trabajando.
Los aplausos de mis amigas consiguen hacerme sonreír y, por ende, sentirme orgullosa de mi misma. Por todo lo sucedido hoy no les había platicado sobre lo bien que marcha Soluciones en rojo, y, por ende, es reconfortante de nuevo demostrar que soy algo más que un corazón roto.
—Un momento —Omi nos calla a todas con un gesto de su mano—. Tailandia está casi en medio de India y China y mi invitación sigue en pie para que vayas a disfrutar.
Miro de él a Victoria.
—Ve a distraerte, Nana —me insta ella. Lo mismo el resto de las chicas, incluida Michelle, pero no estoy convencida.
—Te puedo conseguir reuniones con amigos empresarios —agrega Omi como incentivo, y, es todo, al instante obtiene un «Sí».
Saco del bolso mi agenda y reviso fechas.
—Correré la reunión en Taiwán e iré allá después de ir a la India —decido.
—Retrasa la reunión con Taiwán al menos una semana —insiste Omi—. Quédate en Bangkok conmigo una semana.
—Veré qué tanto puedo retrasarla.
Victoria insiste en que finalice la videollamada, me dé una ducha con agua tibia y vaya a descansar. No puedo resistir más hoy y me muestro de acuerdo. Ella y Omi son los últimos en despedirse y salir de la videollamada. Él, en particular, pareciera esforzarse en estar lo más posible cerca de ella. Sobre todo porque, tal como dijo Victoria hoy por la mañana, por el bien de su matrimonio con Gary, con excepción del Centro de estética de nuevo evitará tener contacto con Omi.
Cuando la videollamada termina apago mi laptop, le sirvo más agua y comida a Sherlock y camino de regreso a mi habitación planeando mentalmente qué meteré en mis maletas.
El resto de la semana pasaré las mañanas con Babette y por las tardes iré a ver los avances de la remodelación para poder empezar a utilizar mi nueva oficina en julio.
Lo que no esperaba y es anunciada como agua de mayo mientras preparo mi baño, es una llamada de Pipo.
—Esto si que es una sorpresa —contesto.
—No esperabas que olvidara que hoy es 5 de junio —dice Pipo y emito un suspiro en agradecimiento—. Hoy le tenías que dar tu respuesta a Rodwell y se publicó La loba.
—Lionel aún no puede creer que renuncié —digo, torciendo mi boca en muecas—. Nadie en Doble R lo cree.
—Y espera a los clientes de Doble R se enteren. Lo que Rodwell tendría que hacer en este momento es vender, y, con todo y eso, es muy posible que el comprador le ponga como condición que continúes tú de presidenta.
»Arriesgó mucho permitiendo que el éxito de Doble R descansara en tu notoriedad.
—Se arriesgó mucho descansando —corrijo—. Su idea era retirarse mientras yo me quedaba haciendo todo el trabajo.
—Pedazo de holgazán.
»En lo que respecta a Doble R te escucho segura —continúa Pipo—. En cuanto a Luca tengo dudas.
Continuo preparando mi baño.
—Estoy llenando el jacuzzi, tal vez me ahogué ahí —contesto.
—De nuevo no salió bien lo de sexo sin involucrarse —concluye Pipo—. Y asumo que además aún no te dijo voluntariamente lo de La loba.
—Doble no. Y es que el problema es que yo ya estoy involucrada, y él también porque me ama, yo sé que me ama, pero...
—Le prometió a la loba que ahora solo saldrá de día para ya no ver las estrellas —me interrumpe Pipo dejando mi boca seca.
—¿Cómo sabes eso? —inquiero y enseguida espabilo—. ¡Leíste La loba!
—Y por lo visto tú también. ¿En serio creíste que iba a esperar? No, no, no. Con René la leímos en ePub hoy mismo.
Sigo preparando el jacuzzi.
—Yo la leí con la perrera y Omi, ¿no te enojas?
—Para nada. Me encanta que ya no sea solo yo. Por mí hazte amiga de toda la ciudad siempre y cuando no dejes de dar prioridad a mis llamadas. Recuerda que yo soy el mundo mientras los demás solo son satélites.
»No llores por mí Argentina, mi alma está contigo —empieza a cantar—. Algún día protagonizaré Evita, el musical —agrega con ensoñación—. Haciendo el papel de Evita, desde luego. ¿Has visto la obra? Se para en un balcón. Así que aprovecharé para igualmente fantasear que soy la Duquesa de Cambridge en pleno Trooping the Colour. Diría que la Reina Isabel pero aún soy muy joven y la duquesa usa mejores sombreros.
»Pero, como siempre, ya me salí del tema.
Imagino a Pipo posando frente a algún espejo con un sombrero puesto y me río.
—¿Qué opinas de La loba?
—Opino que por qué Luca no me incluyó —se queja Pipo—. Soy tu mejor amigo.
—¡Sabía que lo dirías! —vuelvo a reír, sacándome la bata para por fin meterme al jacuzzi.
—Pude ser un insecto que siempre acompaña a la loba y que habla en su oreja tipo Pepe grillo con Pinocho.
No dejo de reír escuchando a Pipo:
—O un guardián como el drangoncillo Mushu con Mulán; ya sabes, el consejero leal y alivio cómico gracias a su encanto natural. Pero no, me sacó totalmente cuando tenía que dibujarme rodeado de plumas y llevando puesta una tiara. Ya no lo llamaré «Cupcake» o «Galletita de avena».
—Hubieras robado atención —trato de calmarlo mientras juego con las burbujas.
—Lo sé. Debe ser por eso.
—Luca no sabe qué tanto participaste —suspiro, cambiando mi tono a uno más serio—. Además, al dejarte fuera me hizo enteramente responsable. Sea como sea, soy un adulto, ¿no? Nadie me obligó a utilizarlo.
»Y si te hace sentir mejor, te recuerdo que tampoco incluyó a Alexa y a Roy.
—Cierto.
—Éramos solo él y yo. —Alzo la cara hacia el techo y vuelvo a suspirar.
—Y las estrellas —suspira Pipo.
Mis ojos vuelven a picar.
—Sí... Justo eso estaba pensando.
»Hace un par de semanas me quejé de que quizá me odia hasta GN-z11con un alto corrimiento al rojo y resulta que ni siquiera quiere ver el cielo.
—¿Hasta...qué... dónde? —pregunta Pipo.
—GN-z11 con un alto corrimiento al rojo —repito—. El tipo de cómputo de Doble R me dijo que esa es la galaxia más distante en el universo.
—Siendo ese el caso, ahora pregúntale si hay estrellas que se pueden ver de día —propone Pipo.
—¿Qué? —Frunzo mi ceño.
—Que en la historia el ratón asegura que solo saldrá de día para que el cielo estrellado no le recuerde su amor por la loba —explica Pipo— y yo estoy seguro que alguna vez leí la noticia de que por algún movimiento planetario, o qué sé yo, en la tierra se podría ver una estrella de día.
»Eso arruinaría por completo el final de Luca, ¿no? —tras la voz de Pipo se oculta una sonrisa—. Porque entonces el ratón podría ver al menos una estrella. Esa estrella.
—Pipo eres un genio —digo, sentándome recta.
—No, soy actor y, por tanto, un gran aficionado de los Plot Twist y estaba pensando que ese sería estupendo, ideal para una segunda parte, y si funciona Luca me debe un cheque.
—Lo que tengo que hacer es decirle a Luca que investigué y hay estrellas que sí se pueden ver de día —digo—, o, mejor aún —empiezo a salir del jacuzzi—, que las estrellas no desaparecen al amanecer. Siguen allí aunque no las vemos.
—Eso también me gusta —chasquea Pipo.
—¡Pipo! —Termino de salir del jacuzzi dando de saltos, me pongo de vuelta la bata de baño y con Sherlock otra vez siguiéndome regreso a la cocina para prender una vez más mi laptop.
Ni siquiera la había quitado del desayunador, y ahora, pese a tener las manos mojadas, lo único que quiero es abrir Google.
—¿Qué haces? —pregunta Pipo al teléfono.
—Quiero entrar a Google. Aunque —salto al recordarlo—, el tipo de cómputo me dio un papel hoy con datos del espacio.
—¿Qué tipo? —insiste Pipo.
—El de cómputo, no recuerdo su nombre —digo, buscando—. ¿Dónde diablos lo puse?
»Ten, habla con Sherlock mientras lo busco —agrego, agachándome para dejar mi móvil en el piso.
—¡Hola mi amor, princesa hermosa! —cuchichea en el teléfono Pipo, y Sherlock, reconociendo su voz, comienza a dar vueltas alrededor moviendo su colita—. ¿Cómo te ha tratado Ivanna, preciosa?
—Si tiene incontinencia es por los días que pasó con Michelle —digo, buscando dentro de mi bolso.
—¿Qué incontinencia? —escucho quejarse a Pipo.
Pero, sin tiempo que perder, al no encontrar la hoja en mi bolso corro de vuelta a mi habitación. «¡¿Dónde dejé ese papel?!», me pregunto dando vueltas. «¡¿Dónde?!». Sé que el tipo me la dio antes de subir al elevador.
—¡¿Dónde la dejé?! —mascullo, sacando del cesto de ropa sucia el vestido rojo terracota que usé hoy, pero nada, ni siquiera tiene bolsas.
»¡Lo usé para limpiar la champán del escritorio! —recuerdo y me maldigo por ello.
»¡Pero no lo eché en un cesto de basura —sigo haciendo memoria—, porque en mi oficina aún no hay cesto de basura, lo eché en una de las bolsas de papel con comida dentro que luego metí en la cajuela del Maserati para venir a tirar aquí!
Vuelvo a salir corriendo de mi habitación vistiendo solo la bata de baño, regreso a la cocina a coger de mi bolso las llaves del Maserati y retomo con prisa mi trayecto hacia la puerta.
—¡Sigue hablando con Sherlock! —le grito a Pipo al salir de la cocina.
Pero no hace falta, sigue entretenido cantándole a la perra más canciones de Evita, el musical, mientras ella ladra feliz.
Llego al elevador, este se cierra y trato de acomodar de mejor manera mi bata. Mi cabello también debe lucir alborotado y sin duda aún salpicaré agua. Ni siquiera pensé secarme de mejor manera o vestirme. No obstante, al llegar al estacionamiento poco me importa y vuelvo a correr como desquiciada para llegar rápido al Maserati.
Es como si de encontrar esa hoja dependiera mi futuro. Porque si el tipo de cómputo sabe que GN-z11 con alto corrimiento al rojo es la galaxia más lejana, del mismo modo debe saber si alguna estrella se puede ver de día o tener a dedo la explicación científica del porqué las estrellas continúan pendidas en el cielo aunque este se vea azul.
Lo sabré y se lo diré a Luca.
Abro la cajuela y revuelvo todo dentro de las bolsas de papel con restos de comida tailandesa, encuentro la hoja aún mojada con champán, cierro la cajuela y regreso sobre mis pasos intentando leer el contenido ahora dividido en dos pedazos. Debo ser un espectáculo andante.
Apenas se puede leer, la eché a perder, pero estrecho lo mejor posible mis ojos y lo resuelvo.
—«Treinta datos curiosos sobre el universo: 1. El amanecer en la Tierra dura un promedio de 2,13 minutos, mientras que el mismo evento en Mercurio tarda 16,13 horas» —parafraseo—. ¡No, dime de las estrellas! —musito, desconsolada, y de esa manera regreso al elevador.
Leo superficialmente la información hasta encontrar algo en el dato número 11.
—«La estrella polar Polaris (Alpha Ursae Minoris) ocupa el puesto número 48 como la estrella más brillante del cielo».
Casi salto.
—Pe-pero, ¿se ve de día? —pregunto en voz alta, pero no hay nadie para contestar—. Dime sí se ve día.
»Las estrellas, aunque no se puedan ver, allí están, no desaparecen, ¡dime eso!
»V Hydrae es una estrella de carbono y generalmente se considera la estrella más roja del cielo» —sigo leyendo—. Pero necesito algo mejor que esto —me quejo, llegando por fin a mi piso.
De regreso en la cocina, con Pipo aún cantándole a Sherlock, tomo asiento y sigo leyendo cada uno de los datos sin encontrar nada que me sirva.
—Aquí no dice nada —digo, interrumpiendo a Pipo—. Pero ese tipo sabe, yo sé que sabe.
—Llámalo —aconseja Pipo.
Miro la hora en mi teléfono.
—Son más de las once de la noche.
—Pero no dormirás si no lo haces.
—O puedo buscar en Google —digo, desviando mi atención hacia la pantalla de mi laptop—. ¡Pero él me puede resolver dudas en específico! ¡Me dijo lo de GN-z11!
—Lo peor que puede pasar es que no conteste —dice Pipo—. Ya sabes, esa gente normal que se duerme temprano y no como tú y yo que seguimos aquí frescos como lechuga —Pipo tose—. Bueno, tú sobre todo.
—Te llamo mañana si encuentro algo, ¿de acuerdo? —me empiezo a despedir.
—Dale. Ya le dije a René que de acuerdo a mis fantasías del día hoy iremos a la cama imaginado que yo soy Evita y él Juan Domingo Perón, o yo como la Duquesa de Cambridge llevando puesto otro hermoso sombrero y él el Príncipe William... o como el ratón y la loba. Sí, eso está mejor. Aunque... Dios, ¿cómo tienen sexo?
»Pregúntale a Simoné —me termino de despedir y cuelgo.
»Pero no tengo el número de ese tipo —me digo a mi misma al revisar mis contactos—. Grisel debe saber —concluyo tras unos segundos, pero vuelvo a revisar la hora y sigue sin ser justo interrumpir el sueño de ninguno.
»Lo peor que puede pasar es que no conteste —digo, repitiendo las palabras de Pipo y me prometo que solo intentaré llamar una vez.
«Es por algo urgente».
«Y si contesta dejará de ser mi secretaria y la convertiré en mi nueva asistente».
Contesta al segundo timbrazo.
—Grisel, sé que son las once y no debería llamarte tan tarde, pero...
—¡Jefa, el ratón! —me interrumpe, llorando—. ¡Ya leí La loba, ya la leí! —agrega emocionada y recuerdo que ella sabe, y que, de hecho, fue por ella que me enteré de la novela.
—Sí. Precisamente por eso te llamo —miento a medias, aunque, recordando que tiene el contexto de la situación, me relajo—. Hay cosas que necesito aclarar. ¿Tienes el número del tipo de cómputo?
—¿De Pol?
—Sí, ése es su nombre —recuerdo, aliviada—. ¿Lo-lo tienes?
—Sí jefa, tengo una lista de números de teléfono de Doble R en mi agenda. Deme un minuto.
La escucho correr de donde está a buscar su agenda.
—La propuesta de seguir trabajando conmigo está en pie, Grisel —prometo, siendo el caso que de eso ya hablamos por la tarde.
—Gracias, jefa.
—No. Gracias a ti... De verdad —Siento un nudo en la garganta al decirlo.
—Pero el ratón, los lobos..., ¡las estrellas!, ¡Me encantó! ¡Él la quiere, jefa! ¡En ninguna línea dijo que ya no!
—También muchas gracias por decirme eso —agrego, cerrando mis ojos.
—Hay esperanza.
—Sí. Justo eso busco —Vuelvo a abrir los ojos al mismo tiempo que cojo aire.
—Aquí tengo el número. Anote.
Lo hago y, prometiéndole a Grisel que al día siguiente la llamaré para también comentar con ella La loba, cuelgo y me apresuro a marcarle a Pol.
Él contesta después del cuarto timbrazo.
—¿Pol... de cómputo en Doble R? —me apresuro a decir—. Te-te habla Ivanna.
Juego con mi cabello al hablar.
—¡Ah, jefa! ¡La vicepresidenta! —Él parece incorporarse y dejar caer algo—. ¡Oh, Dios, este sí que es un honor!
—¡Pol, los Cheetos! —le grita alguien al fondo.
—¡Cállense, es la vicepresidenta! —les contesta Pol.
—¿Del país?
—¡De Doble R!
—Sí... E-estaba leyendo los datos que me diste.
—Interesantes, ¿no? —Él está feliz—. Recolecté los mejores.
—Este... sí.
—Me encantaría decir que me es indiferente, que incluso olvidé que hoy le entregué esa hoja, pero la realidad es que me cuesta encontrar gente interesada en Datos curiosos, en especial del universo, y me disculpo desde ya porque, po-por eso mismo, cuando pasa me pongo un poco intenso, pe-pero estoy a sus órdenes... jefa.
«Lo último que haré antes de entregar mi cargo es darle un aumento a este chico», decido sintiendo alivio.
—Sí. Pero, mira... en específico necesito más datos sobre las estrellas.
—Sí, sí claro. Tengo la información en mi cabeza. Sé mucho sobre muchas cosas. Inclusive tengo amigo YouTuber al que le doy datos para su canal.
—Deja de hablar de mí —escucho decir a alguien.
—Te escucho —me apresuro a decir para regresar al tema.
—Dato curioso número... —empieza Pol—. Dios, ¿qué número fue el último que le dije?
Llevo una mano a mi cara.
—Sin decirme números, solo dame la información por favor.
—De acuerdo. Bien... ¿Por dónde empiezo? —Lo escucho carraspear—. Se estima que hay 10 cuatrillones de estrellas en el cielo.
—¿10 cuatrillones? Sí, ese dato me sirve —suspiro, buscando en bolso un bolígrafo y mi agenda para anotar.
«Porque, por el contrario a lo que escribió Luca, quiere decir que el ratón y la loba tuvieron que haber pasado 10 cuatrillones de noches juntos para agotar la cantidad de estrellas para regalarle», pienso con una primera sonrisa triunfante.
—...y si se realiza una estimación optimista sobre los granos de arena en las playas de la Tierra, se llega aproximadamente a la misma cifra —agrega Pol y anoto todo pronto.
»Las estrellas se forman en las nubes interestelares.
—Espera —lo interrumpo y, pensándolo mejor, cierro mis ojos decidida a no escuchar la versión larga de esto. Además, aún me falta llamar a Luca—. ¿Pudieras decirme, en particular, si hay estrellas que se pueden ver de día a pesar de que el cielo esté azul?
—¿Estrellas que se pueden ver de día? —pregunta Pol.
—Sí —muevo mi cabello de un lado a otro—. Sé que tal vez es una pregunta tonta, pero...
—No hay preguntas tontas —contesta con voz amable Pol, mucho más amable que la que esperaría de alguien que fue interrumpido a las once de la noche.
—Gracias.
—Es que, en realidad, asumir que las estrellas no se pueden ver durante el día es un error —empieza a aclarar y escucho atenta al tiempo que anoto—. Porque sí que hay estrellas durante el día, las mismas que durante la noche —confirma de acuerdo a mi suposición y vuelvo a sonreír triunfante—. Sin embargo, lo que sucede es que no podemos verlas a simple vista debido al exceso de la luz del sol.
»Es decir, no es que las estrellas desaparecen cuando amanece. El Sol, como la estrella más grande de nuestra galaxia, con su intensidad hace que el brillo de las demás se opaque.
Respingo en mi lugar y mis palabras apenas salen.
—¿El sol... como la estrella más grande? —repito.
—Sí. El sol es una estrella —dice Pol—. La más brillante de todas.
»Y, de hecho, el cielo es azul porque su luz llega a la atmosfera y se dispersa por los gases y las partículas que se encuentran en el aire. Y la luz azul se esparce más que el resto de los colores porque viaja en olas más cortas —agrega mientras lo escucho boquiabierta.
»Y ese es el motivo por el cual casi siempre vemos el cielo color azul. Porque también lo vemos rojo.
—Rrrojo —repito.
—Sí. Al atardecer el cielo es rojo... No siempre es azul.
—Porque el sol es una estrella y su luz llega a la atmosfera —musito casi ida.
—Sí jefa, por eso.
—El sol es una estrella —No dejo de repetirlo mientras dejo caer mi bolígrafo.
»Gra-gracias por la noticia —Tampoco dejo de llorar—. Me-me diste esperanza. Es decir, ¡es algo que sé desde la primaria, pero...!
—Es fácil pasarlo por alto —contesta Pol con la misma voz amable—. Normalmente, cuando pensamos en las estrellas se nos viene a la mente una figura con cinco picos, de esas que ponen a los niños en la escuela por hacer algo bien, pero son mucho más que eso. Cada estrella es un motor de energía y la más brillante de nuestra galaxia es el sol.
—Que brilla de día —insisto, llorando.
—Sí. Brilla de día —Pero Pol aún es amable.
—Cuando el cielo se ve azul —Debo sonar ridícula.
—Sí, jefa.
—Gracias Pol. —Abanico mi cara para alejar las lágrimas—. Y otra vez perdón por interrumpirte.
—Estoy muy bien. Y cuando quiera la puedo llevar al museo de Historia natural de Ontiva. Hay un planetario hermoso. Los anillos de Saturno se mueven y sobre el techo de Júpiter colgaron diamantes.
Y cuando estoy a punto de decirle «No gracias».
—Hacer esa invitación es mi arma secreta para alejar chicas —agrega—. Ninguna nunca quiere ir. Pero con usted no estoy intentando nada, jefa. Tranquila.
—Dios, qué vergüenza —escucho decir a alguien más al fondo, seguido del sonido de un instrumento de cuerdas.
—¿Qué te parece si mejor hago algo por ti yo? —le vuelvo a cambiar de tema—. Las cosas no están bien en Doble R. Pero le pediré a Grisel que se ponga en contacto contigo para que le envíes tu hoja de vida.
—Es cierto —Pol lo dice con asombro—, los grupos de WhatsApp de Doble R en los que estoy metido desde la mañana son un caos.
—¿En serio? —Escuchar eso termina de alejar las lágrimas.
—Sí. El tema es su renuncia y una novela que hace un par de semanas me dijeron que es obligatorio comprar.
Rasco mi cuello con incomodidad.
—¿Y... ahora mismo están hablando de eso?
—Sí y mencionan: lobos, un ratón, estrell... ¡Oh, Dios! ¿Su pregunta tiene que ver con eso? —Pol otra vez se escucha feliz—. No mencionaré nada, lo prometo.
—Gracias.
—Dios, no puedo creerlo, y me dijeron que no me le acercara porque es una arpía —Eso parece decirlo más para sus amigos que para mí.
—Y lo soy —confirmo volviendo a captar su atención—. Pero hoy me salvaste.
—Fue un honor.
Al finalizar la llamada con Pol busco el número de teléfono de Luca dispuesta a llamarle cuanto antes, decirle que leí su novela y tirar abajo su triste final. Contrario a lo que escribió, cuando el ratón salga de día y mire el cielo aún verá su amor por la loba porque allí continúa la luz de la estrella más brillante de todas.
—El sol es una estrella, Luca —le digo a mi móvil con su número listo para llamar.
El sol es una Estrella.
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¿Contestará Luca?
El sol al ver que muchos suelen olvidar que también es una estrella:
Los que no me siguen en redes sociales aún no lo saben, pero desde el jueves advertí que el Capítulo 37 les volará los sesos. CONSEJO: Pídanle a alguien que les tome con fuerza la mano miestras leen D: Lo publico mañana. Mientras, síganme en redes para spoilers:
Twitter: TatianaMAlonzo (Allá siempre comparto adelantos)
Instagram: TatianaMAlonzo, LucaBonanni93 e Ivanna.Rojo , (Contenido extra de esta y todas mis historias)
TikTok: TatianaMAlonzo Vídeos cute con imágenes y frases de la novela.
Grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros (Para el desmadre)
¡Gracias por apoyar mi trabajo votando, hoy CADA VOTO es una vez que brilla el sol para el ratoncito ♥!
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