35. La historia de la loba es también la historia de un ratón
Tampoco están listos para esto :')
Recuerden llevar el orden del correlativo o revisar la tabla de contenido para no perderse ningún capítulo ♥
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35. La historia de la loba es también la historia de un ratón.
IVANNA
5 de junio
Cuando metieron dentro de esta oficina mi escritorio y silla nuevos, pedí que aún no les retiren el plástico que los protege. Sin embargo, tomándolo como un momento terapéutico, me siento en ellos mientras los obreros que contraté para remodelar comienzan a trabajar afuera.
De pronto resulta tranquilizante oír martillazos, sierras y escaleras. El lugar estará listo en un par de semanas y, mientras eso sucede, como he hecho hasta ahora, atenderé cada pendiente desde mi teléfono y laptop al mismo tiempo que acompaño a mi mamá.
Deslizo mi mano sobre el escritorio y pienso en el tiempo perdido.
«¿Qué si hubiera comenzado hace mucho mi propia empresa?
¿Soy tonta por haberme dado cuenta hasta ahora que Lionel solo me utilizó?
¿Qué desaproveché por no reaccionar antes?
No hubiera ganado experiencia.
Me preguntaría si debí intentar más por papá.
No estaría tan segura de mi propio valor», reconozco. «Pero, por, sobre todo, no hubiera conocido a Luca».
No hubiera conocido a Luca.
Dejo salir un suspiro largo pensando en eso.
«Valió la pena aunque lo pierda».
Me amaron, lo arruiné, pero me amaron de verdad. Me... lo demostraron.
«Pero tanto odio no me dejó ver tanto amor», pienso y me lo repito encontrando por fin una respuesta.
Porque eso hago ahora: buscar respuestas.
Pienso en los días que pasamos solos en Playa Paraíso y aparto una lágrima que comienza a rodar sola sobre mi cara. Después río tontamente. Es «increíble» que no suelte ninguna lágrima por Doble R, ni una sola por tantos años mandados hoy por la mañana al carajo, pero broten como cascada en cuanto vuelvo a tener presente que perdí, quizá para siempre, a Luca.
Eso sí duele.
¿Quién te dibuja sobre estrellas?
¿Quién ve a otro tipo contigo y en lugar de montarte una escena de celos le pide que te trate bien?
¿Quién te hace su musa?
Ese era Luca.
«ESE era Luca», vuelvo a repetir a mis adentros, doliéndome.
«El Luca que amaba con inexperiencia».
—Lo lamento, Luca —musito en solitario en vista de que no me dejó decírselo hoy por la mañana.
—Yo voy a regalarte la placa que vas a colocar sobre ese escritorio, la que dirá «Presidenta» grabado sobre acero inoxidable o madera —escucho decir Omi y levanto la cara verlo sonreír de oreja a oreja desde la puerta.
—En madera, por favor —digo, también sonriendo, pero avergonzada de que me vea llorar.
Deja caer sobre el escritorio dos bolsas de papel que traen dentro champán y comida y luego pilla de fuera una cubeta de pintura para poder sentarse, lo que me recuerda que aún no pido sillas para mis visitas.
—Déjame adivinar —dice, viéndome intentar ocultar mis lágrimas—. Está difícil —simula pensarlo—. ¿Qué será? —Eso lo repite tres veces—. Tal vez... no sé... —chasquea la lengua fingiendo recordar—: ¡Llamaditas!
»Sí, ¿qué más podría ser? —agrega Omi, molesto.
—¿Que hoy renuncié a Doble R? —le recuerdo.
—No. Cuando me dijiste que renunciarías te escuchabas segura, esto es por Llamaditas —insiste y termino dándole la razón—. Que hijo de puta.
—Hoy intenté hablar con él y se fue.
—Así de maduro.
—Está reaccionando al daño que yo le hice, se está defendiendo.
—No. Te lo está devolviendo.
—Sí, básicamente así funciona —digo, también pensando en ello.
«Me lo está devolviendo».
Aunque en lugar de enfadarme lo lamento aún más. Debí pensar en esto antes.
—La idea era invitarlo a ver el comienzo de la remodelación —digo, desviando mi atención a los obreros que trabajan afuera.
—Estamos los que debemos estar —asegura Omi, sacando la botella de champán de la bolsa junto con dos copas de plástico—. Aun cuando, es claro que era tu segunda opción para estar aquí hoy, o quizá la tercera o cuarta —se lo toma con humor.
—Sí, la primera opción era Luca —reconozco—. Luego pensé en Pipo, después en la perrera, y sí, por último en ti. Pero Pipo sigue de viaje, las chicas trabajan y...
—Yo soy mucho más divertido.
—Sí —confirmo para agradecerle hacerme sentir mejor y lo miro descorchar la botella de champán dejando caer a propósito parte de la espuma sobre el escritorio.
»Se firmarán acuerdos muy importantes aquí —decreta.
Me obligo a ya no de llorar, busco en mi bolso con qué limpiar la espuma del champán y hallo la hoja con los datos sobre el especio que me entregó el tipo de cómputo. A falta de un cesto de basura, echo los restos de la hoja dentro de la bolsa de papel y ayudo a Omi a sacar de la segunda bolsa la comida.
En cuanto me sentí lejos de Doble R compré en línea el escritorio y la silla, más tarde llamé a Victoria para platicarle cómo salió todo, vine a la oficina a esperar mi pedido y aquí llamé a Omi para pedirle almorzar juntos. Le pareció buena idea, sobre todo por saber de antemano que hoy hablaría con Victoria, a pesar de que, y se lo digo desde el inicio, lo que tengo para decirle no es alentador.
—Entonces no quiere terminar con él —repite sin todavía tocar su plato de comida thai.
Le hemos dado vuelta al asunto dos horas.
—Lo ama.
—No, no lo ama. —Me asombra la seguridad con la que Omi repite eso—. Está asustada... y también es caprichosa.
—Pero no debes presionarla.
No parece convencido.
—No me hagas cumplirte la apuesta —vuelve a rogarme, y ahora no soy la única cuyos ojos se ablandan a punto de las lágrimas—, no me hagas venderte el Centro de estética.
—Omi...
—Victoria quiere que lo hagas —deduce y asiento—. Ivanna, por favor —súplica.
—Solo te torturas —intento convencerlo.
—¿Con cuánta desesperación has intentado estar cerca de Luca? —intenta convencerme.
—Victoria es mi mejor amiga.
—Y yo tu persona favorita —rebate y, pese a lo difícil de la situación y que él casi llora, los dos volvemos a sonreír—. No digas que no, por favor.
—Tengo que pensarlo... No es fácil estar del lado de los dos.
—Yo solo estoy de tu lado.
—Porque no te agrada Luca.
—Ivanna, solo me ve y hace esta cara... —Omi esboza un gesto de fastidio.
—Porque tú lo provocas —acuso.
—Pero si lo único que hago es fingir que te quiero llevar a la cama por el resto de la eternidad —asegura y hago rodar mis ojos a pesar de que todavía estoy sonriendo.
»Finjo a medias.
—No es mi culpa que Llamaditas sea tan celoso.
—No era así de celoso —reflexiono—. O por lo menos no tan agresivo.
—Es como si le pusieras un chaleco con púas a un perrito Yorkshire Terrier.
Vuelvo a estrechar mis ojos en dirección a Omi a pesar de que sí me causa gracia el comentario.
—No subestimes a Luca.
Omi estira hacia arriba los brazos, está tenso, pero no por estar aquí, lo que parece ponerle nervioso es pensar; y por eso, en mi experiencia, lo único que puedo hacer por él es dejarle hablar.
—Al terminar de comer vamos por licor de verdad, esto no me sirve —dice, haciendo a un lado el champán.
—Estoy intentando no beber demasiado. Por salud —aclaro—. Tengo levantar esto.
Omi deja salir un suspiro largo.
—Pero puedo acompañarte con una copa o dos —lo tranquilizo y así le levanto el ánimo.
Salimos del edificio a buscar una licorería, vamos caminando, no hay prisa, dejé encargada a Babette con una enfermera y si se trata del tema «Victoria» Omi siempre está libre.
Regresamos al edificio con donas y café para los obreros, nos volvemos a encerrar en mi oficina y charlamos sobre su carrera como deportista y mis planes a futuro como presidenta de mi propia empresa. Esta vez hablamos de todo, con excepción de Victoria y Luca, o por lo menos lo que resta de la tarde procuramos no mencionarlos para no beber por decepción, muy a pesar de que por ese motivo comenzamos.
Y tenemos éxito, no volvemos allí hasta que una llamada de Simoné nos devuelve a la realidad. Al otro lado de la línea la escucho forcejear con Michelle en tanto la una a la otra no dejan de decirse «Le tengo que decir» y «¡No!».
«Ya qué importa».
Pongo la llamada en altavoz para que Omi escuche.
—¿Qué me tienes que decir, Simoné? —pregunto.
—¡Ya leí La loba! —grita en el teléfono Simoné y con eso la deja en paz Michelle, que, es claro, no quería que sepa, lo que enfada a Omi.
No me acostumbro a que no se caigan bien.
—Estaré bien, Michelle —tranquilizo a mi amiga.
—Todas compramos La loba en físico y esperaríamos a que viniera por correo para leerla —empieza Simoné—, pero como está disponible desde la medianoche yo ya la leí en mi Kindle... durante mi hora de almuerzo, claro —se apresura a agregar, pero por las palabras de enfado al fondo sospecho que lo que menos hizo hoy Simoné es trabajar.
—¿Y qué dice? —Mi voz tiembla al preguntar.
—Nada malo. —Simoné lo dice con voz tranquilizadora—. Al contrario. Te elogia mucho. Naturalmente hay críticas, pero oye esto «... sin embargo, el ratón que acompaña a la Loba se siente acobardado y teme pedirle que no vuelva a la ciudad al ponerse la luna, y que, por el contrario, se quede bajo las estrellas con él».
—¿Hay un ratón en la historia? —Me pongo de pie.
—Sí, y se llama «Luca» —ríe Simoné.
—Entonces, básicamente, Luca hizo un Copiar y Pegar de la vida real a la novela —escucho opinar a Lina.
—No exactamente —defiende Simoné—. Porque en la novela Ivanna es parte de una mafia de hombres lobo que aterroriza a la ciudad y está peleando por el puesto de Sottocapo o Underboss. Algo así como el primer oficial o segundo a bordo.
«La competencia por la vicepresidencia», pienso.
—Y su oponente principal es un lobo de nombre Marcelo —continúa explicando Simoné.
—Ése es el nombre del ex de Ivanna, el que todavía trabaja en Doble R y compitió por la vicepresidencia con ella —escucho que le aclara Victoria.
—Oh —Simoné termina dándole la razón a Lina—. Pero es una historia romántica —defiende.
»La loba cada noche le regala una estrella al ratón —continúa explicando y trago duro.
—¿Una... estrella?
—Sí. Se recuestan sobre la cueva, miran el cielo y ella le regala una estrella en agradecimiento por su lealtad.
«Lealtad».
Omi no estaba enterado de La loba, escucha la llamada sin pillar nada, pero basta que le diga que Luca publicó una novela gráfica para comprender.
—Necesito leer eso —le digo a Simoné.
—Te puedo enviar mi Kindle o el de mi hijo —propone y acepto.
—Yo también tengo un Kindle —dice Omi, buscando la novela en Amazon.
—Compra cien —lo amenazo.
—Contigo amenazando a cualquiera con comprar o morir, Luca terminará siendo Longseller —bromea al otro lado de la línea Victoria y escuchar su voz relaja los hombros de Omi—. Oye, mi vecina tiene un dispositivo Kindle —parece recordar.
—Hagamos una lectura conjunta hoy en la noche —propone Lina y se lo agradezco. Por lo que acordamos que Simoné me enviará el Kindle de su hijo, le prestará el suyo a Michelle, Victoria a su vecina y Lina le pedirá prestado otro a su primo. De modo que todas podamos leer hoy mismo.
...
«El mito del hombre lobo es tan antiguo como la humanidad misma, por lo que la loba es parte de una manada primitiva. Habitan los bosques desde hace miles de años. Sin embargo, maldito sea el día en el que la civilización los alcanzó y cometieron el error de acercarse al hombre por comida, perdiendo así su honor...»
En la soledad de mi apartamento, de nuevo solo acompañada por Sherlock, me preparo un té y sentada en mi cocina continúo leyendo.
«Beber agua de la misma corriente de un río que utilizaba el hombre originó la maldición que los convirtió en licántropos...».
Reviso la hora en mi teléfono y, tal como acordamos apenas hace un par de horas, busco mi laptop, regreso a la cocina, la prendo e inicio una videollamada grupal por Skype.
En la pantalla de mi laptop ahora puedo a ver a Victoria, Michelle, Lina, Simoné y Omi.
—No sabía que iba a participar Omi —masculla Michelle.
—Ya dejamos en claro que a mí también me fascina verte, Michelle —contesta con sarcasmo Omi sin ver en dirección a la cámara. Aunque la tiene prendida, con gafas de leer puestas mantiene frente él su dispositivo Kindle, leyendo.
Cansada, Victoria desliza una mano sobre su cara e ignorando a Michelle y a Omi empieza a opinar:
—Entonces, estos no son hombres que se convierten en lobos sino lobos que se convierten en hombres.
—Así es —confirma Simoné, que ya leyó completa la novela.
—Se arriesgó Llamaditas —opina Omi.
—Él es muy talentoso —dejo en claro y Victoria esboza una sonrisa boba en mi dirección.
—«... El jefe de la manada, un lobo de nombre Basil, no estuvo de acuerdo y aseguró que para volver a estar limpios de la maldición lo que debían hacer es alejarse del hombre, pero fue emboscado y asesinado por un grupo interno liderado por otro lobo de nombre Lion».
—También utilizó el nombre de mi padre y apenas cambió el de Lionel —digo a los demás a medida que avanzamos leyendo.
—Pero Lionel Rodwell no asesinó a tu padre —señala Lina.
—Según el informe de los peritos: No —reflexiono—. Pero Luca, claramente, se tomó libertades creativas... Me gustaría preguntarle por qué.
«La sangre de Basil cayó al río y, por tributo, de este bebió una loba de la manada previamente embarazada de él».
—¿Una loba de nombre Babette? —pregunto.
—No dice el nombre —confirma Victoria.
«Luca no quiso involucrar a Babette», pienso, esbozando una sonrisa.
«... y esta parió a una licántropa a la que llamó "Ivanna", porque significa "Regalo de Dios", su dios, y porque esta, por ser estéril, no la esperaba».
—Babette me tuvo después de los cuarenta, pero le habían dicho que no podría debido a su edad y otros problemas con la matriz —digo a todos—. Si bien, con el tiempo lo consiguió. Pero eso Luca no lo sabe... A menos que...
—Babette se lo dijo —termina por mí Michelle y asiento.
«La loba nació durante un eclipse de luna roja, pero, por ser hija de quien es y ser, entre todas, la única licántropa, es aborrecida».
—¿O sea que ninguna otra loba se puede convertir en humana? —pregunta Lina.
—No —confirma Simoné—. A Ivanna se lo permitió la sangre de su padre que bebió del río su madre.
—Que sangriento Llamaditas —opina Omi.
—¡Y lo que te falta! —bufa Simoné.
«La manada sabe que la loba quiere vengar a su padre. Además, es hembra, la única hembra licántropa. Por eso no era parte principal de la mafia. Temían una traición y solo la utilizan para salir a cazar y así alimentar al resto de las hembras y a las crías, y también para cuidar. De modo que, por mucho tiempo, se sintió sola y acumuló rencor...»
—De que te conoce, te conoce —opina Victoria y con mis ojos picando vuelvo a beber de mi té.
«Pero el poder de la loba viene del cielo y se incrementa con cada luna de sangre; y, como el resto, ya sea que esté convertida en loba o mujer, es gobernada por sus instintos».
La manada de lobos está cada vez más cerca de los humanos, pasan menos tiempo en el bosque y, a medida que avanza el tiempo, son continuamente más hombres que lobos. En la historia eso no es bien visto porque se corrompen y renuncian a su naturaleza por ambición al dinero.
Los lobos están corrompidos y se convirtieron en una mafia que aterroriza a la ciudad. Van en busca de negocios, extorsionan a los dueños para que semanalmente les den plata y con ello amplían el poder de la manada.
—Esto es diferente a lo que hace Doble R —opino.
—«Libertad creativa» —me recuerda Victoria—. Es más entretenida una mafia criminal que una empresa.
—Y la idea es tener el control total de la ciudad —dice Simoné.
—¿Y cuál es el papel de Ivanna?
Leemos que con el tiempo los lobos se dieron cuenta de lo que podía aportar Ivanna como licántropa. Podía seducir a tipos a los que fuese difícil llegar y así conseguir que también aporten contactos y dinero. Pero a la larga también se percataron de que la loba hace el trabajo mucho mejor que ellos, y, temen que, tal como anticiparon, debido a su costumbre de manejarse sola, porque, de hecho, la habían hecho de lado y dejaron sola, decida trabajar por su cuenta, tomar para ella la ciudad y así recuperar el liderazgo de la manada y vengar a su padre.
—No soy una heroína entonces —digo con un suspiro—. Soy tan vil como el resto. Solo quiero poder y dinero.
—Hasta aquí vas camino a convertirte en una justiciera —opina Omi.
Los dibujos de la novela son otro deleite, uno que a decir verdad me da esperanza, pues al resto de los lobos Luca los dibuja con ojos fijos y se centra en mostrar su ferocidad destacando los dientes de sus hocicos; pero mis ojos, esté convertida en loba o humana, sí tienen expresión. Pueden verse astutos, enojados... e incluso tristes.
Desde muy joven, a pesar de que no le pedían acompañarlos, al convertirse en humana Ivanna persistentemente salía del bosque a conocer la ciudad. De ese modo se fue familiarizando con los lugares y alimentó sus ansias de venganza. Como era de esperarse, con los años se volvió una mujer segura de si misma, abordada por todos por su belleza y, por eso mismo, subestimada hasta que fue tarde y se convirtió en una amenaza.
La loba es audaz, astuta y una gran conversadora y negociadora. Además de excelente con las armas y peleas cuerpo a cuerpo como buena mafiosa.
—De verdad te halaga —dice Michelle y asiento ocultando mal mis sonrisas.
Un ratón de nombre Luca es perseguido en la espesura del bosque por Lion y obligado a espiar a Ivanna.
Ella no es tonta y lo sospecha desde el inicio, por lo que no le hace gracia tener tras ella al roedor, pero decide utilizarlo para enviar pistas falsas a Lion.
—Ivanna... —escucho que me llama Victoria. Pero es tarde, ya estoy de pie apoyada en el desayunador de mi cocina, con mis dos manos puestas en mi boca, llorando.
—Ya no quiero leer —digo, con mis amigos del mismo modo haciendo a un lado sus dispositivos como muestra de apoyo. Sin embargo, por piedad le pido a Simoné que nos termine de platicar lo que sucede.
El ratón intenta conseguir la información valiosa que le pidieron, persigue a Ivanna atento a cada uno de sus movimientos, tanto los de loba como los de mujer, lo que solo contribuye a que termine admirándola.
Escucha sus razones para ser cómo es y, hechizado por ella, por su belleza, la ayuda dando información falsa a Lion.
Pero Ivanna no lo sabe y aún no confía. Luca fue puesto ahí por su peor enemigo, no tiene por qué confiar en él. De modo que para asegurar su lealtad le miente y hace creer que se siente conmovida por él. El ratón piensa «¿Yo, atraer a una loba?», pero ella sabe envolverle y cada noche, luego andar juntos por la ciudad, ella convertida en mujer y él como roedor, en cuanto recupera su forma lobezna regresan al bosque y lo invita a pasar la noche con ella en su cueva.
—No tienen sexo convertidos en loba y ratón, ¿cierto? —pregunta Omi y todas nos volvemos hacia él—. No me miren así, todas se lo preguntaban —reprocha, centrando en particular su atención en las risas de Victoria. Es claro que, pese a todo, ella está acostumbrada a su forma de ser y le gusta.
—No, no tienen sexo como tal —nos aclara Simoné—. Es más algo cosmológico. Pero en la historia el ratón tiene la esperanza de algún día beber del río y también poder transformarse en humano.
—No le importa estar maldito con tal de poder estar con ella —concluyo y Simoné asiente, lo que me hace sentir peor.
Cada noche es especial para ellos Antes de echarse el uno junto al otro a pernoctar, salen a ver el cielo y ella lo premia obsequiándole una estrella, la que él quiera; y así pasan muchas noches con el amor del ratón creciendo hasta llegar, en sus propias palabras, al tamaño de una galaxia.
Me vuelvo a sentar, pero, como es evidente, aunque así lo intente no puedo dejar de llorar.
Al ratón le gustaría que la loba renunciara a la manada y escapara con él a otras montañas lejanas de esa ciudad. Aun cuando, al mismo tiempo, quisiera reunir valor e ir a beber del río prohibido con la esperanza de convertirse en hombre... por ella. Porque si la loba aspira a conservar la forma de una mujer una vez tomada por completo la ciudad, él... no se quiere quedar atrás.
En las últimas páginas de la historia, el ratón asume la misión personal de intentar convencer a la loba de renunciar a su venganza en nombre de su amor del tamaño de una galaxia. El ratón siente dentro de su diminuto corazón que la conexión entre los dos es real y que solo eso basta.
Sin embargo, son parte de una emboscada por parte de la manada y allí Marcelo confiesa al ratón que solo fue utilizado y la misma Loba se lo confirma por miedo a reconocer frente a sus pares que ama al ratón... lo que, también en palabras del ratón, por igual quiere decir que nunca lo amó, o por lo menos no lo suficiente.
El ratón huye dentro del bosque, advirtiendo por último a la loba que a partir de ahora solo saldrá de día para no ver más estrellas, porque su cielo ahora no es estrellado, es solo azul, y de esa manera se niega a reafirmar el enorme amor que alguna vez dijo sentir por ella.
A la loba no le importa y, en cambio, se muestra extasiada porque la manada al fin reconoce su valor y le dan el puesto de Sottocapo.
—Ivanna —escucho que me vuelve a llamar Victoria, pero no puedo dejar de mirar el último dibujo de la novela gráfica...
Es el ratón pillado en el bosque por una tormenta, acurrucado bajo una hoja con su pequeño ojo llorando.
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YO LLORÉ.
Y no saben la que les espera...
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