21. Hawái
Sé que la canción es reciente y que la historia se sitúa en 2017. De manera que, si algún día la publico en físico tengo dos opciones (si es que el editor me deja) 1. Cambiar la canción por alguna que saliera antes de 2017 ó 2. Poner una cita explicando que, aunque esta autora sabe que la canción no coincide con la época, fue importante para que se decidiera a escribir la historia y le debe el recordar cómo sonreír ♥. COMO SEA, al menos la quería poner en este borrador.
Tati c':
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Dedicado a AlejandraRLoredo por adivinar lo del Papel tapiz en el grupo de Facebook ♥
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21. Hawái
Lo primero que escucho es un sonido que a asemeja al de un ronquido seguido de un terrible olor a flatulencia.
Arrugo mi nariz con asco.
—¿Ese nivel de confianza tenemos ahora? —escucho que pregunta la voz somnolienta de Luca.
»¡Ivanna! —se queja al oír otra flatulencia que sale disparada como cohete del 4 de julio.
—¡Yo no me estoy pedorreando! —digo, molesta.
—Pues no soy yo —dice Luca y, cansados, mejor nos sentamos para ver qué sucede.
Y ahí está, a un metro de nosotros con sus dos patas traseras dobladas hasta casi estar sentada, viéndonos del uno al otro mientras otra vez se caga de lo lindo en mi piso.
Molesta por ser descubierta, la perra salta de un lado al otro en su lugar al terminar y comienza a ladrarnos.
—¡Si querías privacidad hubieras buscado otro lugar! —le hago ver.
Con apenas la luz de la luna filtrándose a través de las ventanas y ya solo una de las velas, Luca se pone de pie y mira la caca líquida con incredulidad.
—Pesa menos de cinco libras, eso no pudo salir de ella.
Alzo mi puño con enojo.
—¡Se supone que eres una perra refinada, ayer te hicieron un Grooming, te peinaron y te pusieron esos dos lazos rojos en las orejas, y hoy otra vez de puerca! —le grito a Sherlock mientras ella continúa ladrándome.
»¡¿Qué te dije de comer quesos?! —sigo sin bajar mi puño— ¡Si eres alérgica a la lactosa deberías controlarte!
Luca se instala entre las dos para mediar:
—Ya, ya... Sherlock, Ivanna te dijo que no comieras lácteos porque te podía hacer daño, yo soy testigo —regaña a Sherlock, que nos sigue ladrando.
»Y tú, Ivanna —me mira Luca a mí y después a su reloj de pulsera—, deja de pelear con un perro poodle a las cinco de la mañana.
—Dormimos menos de cuatro horas —digo, cansada, y los dos cogemos nuestras batas del piso.
...
Con la luz eléctrica reinstaurada, intento que Sherlock beba más agua en lo que Luca busca en Google, los dos sentados uno al lado del otro en mi sala, él con un jugo de naranja y yo con un té.
—Aquí solo dice que la mantengamos hidratada, posiblemente en ayunas o con una dieta blanda.
—¿Más blanda? —mascullo viendo de reojo las tres plastas de popó de perro en mi piso.
—Y debe beber electrolitos —termina de leer Luca.
—Sí, eso le dieron la última vez —recuerdo.
—¿Esto ya había pasado? —me pregunta él, indignado.
Señalo a la perra sentada sobre mi regazo.
—Y por lo mismo debió ser más consciente a la hora de escoger qué comer. Ahí tiene su comida Royal Canin Puppy en tres diferentes sabores.
—No recuerdo que se la dieras —dice Luca y viro sobre mi hombro buscando la bolsa con las cosas de Sherlock.
Esbozo una mueca y regreso a mi posición.
—Bueno, tampoco me la pidió.
Luca me vuelve a regañar con la mirada y coge de mi regazo a Sherlock para cargarla él.
—Aun así, no tenías que comer quesos —la regaña a ella.
Las velas de baño que puso Luca en la sala ya se consumieron, salvo una que aún oscila tenue, y todas dejaron una mancha de cera donde fueron colocadas. Debo amarlo mucho para no gritarle por eso. Además de que fue con buena intención, como muchas cosas que hizo antes y no valoré.
—¿Entras temprano a trabajar? —le pregunto preocupada de que llegue tarde.
—Tengo horario de centro comercial —me tranquiliza.
Me pongo de pie.
—De acuerdo, ¿entonces quieres recostarte un rato?
Parece dudar.
—Está la habitación de invitados... o la mía.
Le doy a escoger para que no se sienta presionado. Sin embargo, no espero respuesta, tomo a Sherlock y me la llevo conmigo a mi habitación.
Afuera de mi Walking Closet está tirado uno de mis tacones Miu Miu de cuero.
—Tuviste una madrugada interesante, ¿no? —gruño en dirección a Sherlock.
Enciendo mi lámpara de noche, saco la cama de Sherlock de debajo de mi cama, la recuesto allí y, aún vestida solo con mi bata, me recuesto en mi cama, apago la lámpara y trato de dormir un rato más.
...
No sé dónde durmió Luca, si volvió a los cojines tirados en el piso de la sala, fue a la habitación de invitados o precisamente vino a eso, porque cuando abro los ojos lo veo ya vestido con traje de pie en mi habitación, sujetando en sus manos el que fue hasta hace una semana el papel tapiz de mi habitación: las flores de Navidad que me dibujó antes de irse, salvo que ahora el papel se encuentra en pedazos rasgado en el piso, señal de que lo arranqué de la pared mas no lo he tirado.
¿Qué mensaje le daré con eso?
«Convertí el regalo que me diste en el papel con el que envolví toda mi habitación, así de importante fue para mí, pero casi lo arranqué antes de verte otra vez».
Esto es peor que el haber descubierto el Festival de la autocompasión.
Lo observo desde mi cama en silencio.
Deja el papel de vuelta en el piso y da otro vistazo rápido a mi habitación repasando una por una las fotos, poniendo especial atención a una que tengo de niña peinada con coletas a los lados y vestida de uniforme escolar. Luca la alcanza para verla de cerca, sonríe negando con la cabeza y la devuelve a su lugar.
Después busca mi reproductor de música, parece revisar lo que estaba escuchando y también lo devuelve a su lugar.
«Mira la pared a tu izquierda», pienso, si es que no la vio de primero, y tras ver un par más de fotos, por fin desvía la vista hacia allá.
Soy yo durmiendo boca abajo como si fuera parte de un cielo estrellado en otro dibujo hecho por él. Este en particular lo encontré bajo el colchón de la cama de invitados una vez que lo moví para aspirar debajo. Luca se acerca y lo contempla como si lo viera por primera vez, puede que hasta lo hubiera olvidado, pero yo lo mandé a ampliar, guardé el original y ese lo colgué detrás de una cubierta de vidrio templado aquí.
Vira hacia mí y cierro los ojos fingiendo dormir.
No los abro hasta que escucho que se marcha.
Me siento en mi cama al escuchar la puerta cerrarse.
«¿Se fue?»
Miro mi reloj y son las siete de la mañana, Sherlock duerme junto a mí luego de dejar otra plasta de popó en el piso de mi habitación y debo salir ya de la cama si quiero llegar a las nueve con la veterinaria de la otra vez; de manera que, todavía con sueño, camino a regañadientes hacia la ducha.
Cuando estoy lista salgo de mi habitación poniéndome los aretes con Sherlock siguiéndome, también ya me cepillé el cabello, vestí y maquillé.
Y creo que aún encontraré sucia la sala, pero no. Salvo por los arreglos de rosas rojas y las tailandesas que envió Omi, Luca lo recogió todo, incluidas las plastas de popó de perra.
Y me prometo que más tarde lo llamaré para agradecerle, pues no tenía que hacerlo, pero al instante escucho el sonido de platos en la cocina. Camino hacia allá y lo veo: Luca terminando de lavar las copas, bandejas y platos que utilizamos, y también devolvió a la nevera lo que ya no comimos o quedó afuera.
—Gracias —musito.
—Tu preparaste todo, yo limpio y recojo —dice restando importancia.
»¿Cómo sigue? —pregunta ahora, viendo de reojo a Sherlock detrás de mí.
—Disparando caca donde encuentre lugar, voy camino a la veterinaria, ¿te paso dejando a tu trabajo? —añado al recordar que no trajo coche.
—Avisé que llegaré tarde —dice, sorprendiéndome—, te voy a acompañar —limpia sus manos al terminar de acomodar los platos y se vuelve hacia mí—, porque en parte es mi culpa.
—No hace falta —digo por cortesía porque nada me hace más feliz que el hecho de que me acompañe. A mi apartamento, a una veterinaria, a donde sea.
—Iré —insiste.
Cojo mi bolso y teléfono del desayunador para poder irnos. Ahí los dejé anoche.
—Mi teléfono casi no tiene carga —digo al encenderlo—, voy a mi habitación por el cargador, regreso y nos vamos —prometo, girando sobre mis pies buscando otra cosa—. También necesito algo para poner debajo de Sherlock y así no ensucie el Audi.
—Tranquila, yo me encargo —dice Luca y voy rápido de regreso a mi habitación sintiéndome feliz de volver a tener un atisbo del viejo Luca.
...
Todo continúa tranquilo cuando al ingresar al elevador mi teléfono suena con una nueva videollamada de Omi, y miro con preocupación a Luca, pero tampoco tengo motivo para no contestar. De modo que lo hago.
—Hola mi amor —saluda Omi y Luca pone los ojos en blanco al oír que es él.
—Hola —saludo de vuelta —viendo que Omi parece estar recostado en una silla de playa junto a su piscina. Lleva puestos unas gafas de sol y no tiene camisa.
—Que hermosa te ves hoy —agrega—. Apuesto a que no te lo habían dicho.
No contesto, solo sonrío mientras Luca, con Sherlock en brazos, mantiene su gesto serio.
—Porque Llamaditas o Taburete dos sigue allí, ¿cierto? ¿O solo volvió a eyacular y se fue?
Giro mi teléfono en dirección a Luca y este saluda a Omi mostrándole el dedo medio.
—Hola Llamaditas dos —agrega— Oh no, espera, hola Videollamaditas —se corrige Luca—. Eso está mejor.
—¿Eso que veo sobresaliendo del pañal que tiene puesto el perro es una flor tailandesa? —pregunta Omi y no comprendo a qué se refiere hasta que bajo la vista a lo que utilizó Luca para colocar debajo de Sherlock y veo el papel gofrado en el que venían envueltas las flores de Omi, y sí, aún hay algunas dentro.
Luca ve del papel gofrado a Omi en el teléfono.
—Sí... Resulta que Sherlock tiene diarrea y había que ponerle algo para que no ensucie el coche de Ivanna.
—¿Y tenían que ser mis flores? —masculla Omi.
Luca finge limpiar de su saco pelo de Sherlock.
—Te juro que busqué por todos lados y no encontré otra cosa.
Sherlock también aprovecha el momento para lanzar otra plasta ruidosa.
Vuelvo a girar en mi dirección el teléfono para que Omi me mire a mí.
—De verdad lo lamento —digo, mirando con reproche a Luca que está felicitando a Sherlock.
—Tranquila, hay muchas más flores tailandesas y mucho más bellas en Tailandia —dice Omi—. Y precisamente por eso te llamo, mandaré por tu pasaporte para tramitar tu visa, el cónsul es mi amigo y estará lista mañana.
A tiempo, las puertas del elevador se abren en el estacionamiento y como caminamos fuera no puedo ver el gesto de Luca.
Sigo hablando con Omi.
—¿Mi pasaporte? Sí, este... lo tengo en mi oficina. Manda por él allá.
»Gracias por encargarte de todo.
—De verdad te quiero allá conmigo, Ivanna —dice Omi, acercando el teléfono a su cara—. Necesitas relajarte. Nuestro itinerario se asemejará al de una luna de miel: cama, sexo, cena, sexo, masajes, sexo, nadar desnudos en una piscina, sexo —Miro de Omi a Luca, pero, como caminamos en dirección al Audi, Luca aún me da la espalda. No obstante, como camina a un metro de mí y esta es una videollamada, es imposible que no escuche.
»sexo, dormimos, sexo de madrugada, justo cuando esté la puesta de sol; nos duchamos juntos y tenemos más sexo. Desayunamos, sexo...
—Omi, mi coño no es de hule —digo, realmente preocupada de ese itinerario.
—Yo sé cómo es, no te preocupes —dice, consiguiendo que me sonroje, ¡pero porque Luca sigue escuchando!
»Y no es tu coño —agrega—, eres tú en mis manos, las manos de un experto; un buen amante, uno considerado, un hombre de verdad...
Manteniendo una sonrisa socarrona en los labios mientras escucha a Omi, Luca me pide con un gesto de su mano las llaves del Audi. De nuevo quiere manejar. Las busco en mi bolso, se las entrego y él me entrega a Sherlock.
—Quedo en tus manos entonces —Es lo único que se me ocurre decirle a Omi.
—Será un fin de semana de ensueño —promete, le indico por quién debe preguntar su mensajero en Doble R y colgamos.
Me meto en el Audi con Luca y él arranca sin dirigirme la palabra. Aunque en su rostro aún vacila el fantasma de una sonrisa, la socarrona que vi al entregarle las llaves, está enfadado. ¿Por qué? Él mismo insiste en que esto es solo sexo.
—No sé por qué cambiaste a Marinaro —dice, rompiendo el hielo, una vez que le digo en qué dirección ir—. Él me caía mejor y hasta pensaban en casarse.
«¿Quiere hablar de Marinaro?», pienso, sonriendo. «Está bien, que sea de una vez».
—Lo nuestro ya no podía continuar.
—Supe que su esposa murió y, en aquel entonces, eso de todas formas no te importaba. No comprendo.
—Sí que lo haces —digo, valiente.
»Tú sabes el motivo por el que Marinaro y yo terminamos y ya no nos casamos.
Luca niega con la cabeza pero no parece seguro, su expresión es la de alguien que miente.
—Pipo aún se veía con Alex y Roy en Div-O cuando eso pasó y ellos le preguntaron.
Luca mantiene su gesto serio.
—Y días después de que me comprometí con Marinaro en Hawái —le «recuerdo»—, tú y yo intercambiamos indirectas en Instagram antes de que pusieras como privada tu cuenta.
»Allí fue cuando Pipo y yo terminamos de perderte el rastro.
Eso pasó semanas después de que se marchó, yo estaba desesperada y para intentar saber de Luca solo me quedaban los ensayos de Alex en Div-O. Pero con el tiempo ni siquiera eso, porque hasta ellos dos los dejamos de ver Pipo y yo.
Luca deja caer los hombros.
—Está bien. Por Alex supe que te comprometiste con Marinaro en Hawái, que terminaron y que ya no se casaron —reconoce y esbozo un gesto de «Al fin».
»Y las indirectas en Instagram no estaba seguro si fueron para mí —agrega con una sonrisa y esta vez soy yo la que pone los ojos en blanco. ¡Sí, claro!—. Pero las que yo puse si eran para ti... Fue lo último que puse por ti.
»Pero Pipo no les dijo a Alex y a Roy por qué terminaste con Marinaro.
—Es obvio, ¿no? —río. Lo quiere saber desde la noche que hablamos en la cafetería—... Por ti —lo miro—. ¿Eso es lo que querías escuchar?
—Yo ya no era un obstáculo —El gesto de Luca permanece serio.
—Marinaro se percató de que lo que publiqué en Instagram sobre nuestro compromiso fue para intentar darte celos, para traerte de vuelta con eso y también vio lo frustrada que me sentí por no conseguirlo. Nos sinceramos el uno con el otro y terminamos.
»También dejamos de vernos por completo.
»Solo me quedó Giacomo, al que si vi un par de veces más y después me enfoqué solo en el trabajo.
»Tengo mucho trabajo, más que cuando eras mi asistente —agrego a pesar de que aún no le hablo nada de eso.
»¿Al menos te afectó saber que me comprometí? —pregunto porque qué más da perder un poco más la dignidad.
Ahora él ríe.
—¿Es una pregunta seria? —dice con burla—. Fue una de las razones por las que me fui.
»Pero, ya qué importa —termina, cuando lo que yo quiero es escuchar más al respecto—. Eso fue hace dos años.
—Pero hay que hablarlo, Luca —insisto, doliéndome que él intente restarle importancia—. Ese día yo le dije a Lobo todo eso que escuchaste porque...
Luca cierra los ojos y los vuelve a abrir de inmediato para seguir viendo el camino.
—No quiero hablar de eso —zanja—. Ya quedamos en que esto es solo sexo, que el pasado ya no importa y que los dos estamos de acuerdo en que es mejor no involucrarse.
—Sí, en eso quedamos —digo, doliéndome todavía más, tras solo verlo en silencio.
—No vuelvas a mencionar a Lobo, Rodwell, Doble R y demás... o esto se acabó —masculla con un tono hiriente. Desecha cualquier cosa que tuviera que ver con nosotros.
—Está bien —digo porque, ¿qué otra opción tengo?
»Pero al menos aceptaste que te dolió y tal vez, solo tal vez, tuviste tu propio festival de la autocompasión —digo sonriente, aunque estoy segura de que es una sonrisa que no llega a mis ojos.
Luca vuelve a sonreír y esta vez parece algo genuino.
—Fui a beber con Max y Sam un par de veces, también seguí yendo a clases de guitarra con ellos.
—Cuando te busqué en su academia me dijeron que no volvieron a saber ti —digo y Luca no deja de sonreír, porque, es claro, fue mentira.
—Pero tener un «Festival de la autocompasión», no; claro que no —dice, otra vez serio, conectando su teléfono al Audi. Quiere poner música.
Y cuando pienso que buscará algo en el «Festival de la autocompasión de Ivanna Rojo», me sorprende de buena manera.
—Deja de mentirte —canta, conmigo sonriéndole—, la foto que subiste con él diciendo que era tu cielo, bebé yo te conozco tan bien sé que fue pa' darme celos, no te diré quién pero llorando por mi te vieron...
—¡Ay, cállate! —exclamo y eso lo hace reír.
—Déjame decirte, se ve que él te trata bien, que es todo un caballero, pero eso no cambiará que yo llegué primero —Lo miro con duda y señala el lado izquierdo de su pecho, «¡Oh!»—, sé que te va ir bien, pero no te quiere como yo te quiero —Lo último lo canta dudando, quizá para no dejármelo claro.
»Puede que no te haga falta na', aparentemente na', Hawái de vacaciones, mis felicitaciones. Muy lindo en Instagram lo que posteas pa' que yo vea cómo te va, pa' que yo vea...
Niego con la cabeza sin dejar de sonreír.
—¿Dónde encontraste esa canción?
Luca arruga su nariz al contestar:
—Más bien Alex y Roy se encargaron de que la canción me encontrara a mí.
Me suelto a reír.
—Y sé que The Winner Takes It All no empezó solo por Alexa —insisto, porque ya lo señalé una vez.
—Mi versión es la de Vicentico —acepta y vuelvo a decirme «¡Al fin!»—. Por eso la agregué a tu Playlist junto con las otras versiones.
—Al fin —digo en voz alta—. Era la única perdiendo dignidad con eso de las canciones y no es justo. Ahora tienes Hawái y The Winner Takes It All en la versión de Vicentico.
El gesto de Luca tras escuchar eso se vuelve a tornar serio.
—¿En serio, Ivanna? —ríe un segundo después al volver a hablar—. ¿Eres la única que sabe de perder dignidad?
«Oh, no». Pero no me da tiempo de responder.
—Pero mejor hablemos de otras cosas —cambia de tema, encargándose de volver a la actitud «despreocupada» que ahora puedo identificar como una barrera.
Y vuelve a repetir «Hawái», solo que, aprovechando un semáforo en rojo, ahora sujeta de las patitas delanteras a Sherlock para bailarla con ella.
—... la gente te lo va a creer, actúas bien ese papel, Baby. Pero no eres feliz con él.
»Puede que no te haga falta na', aparentemente na', Tailandia de vacaciones, mis felicitaciones... —canta esta vez y, dejando de reparar en lo anterior, entrecierro mis ojos en su dirección, lo que le hace reír.
Y tampoco ayuda que, al mover de las patas a Sherlock, las flores tailandesas se salgan del papel cubiertas con popó de perra.
Las regreso a su lugar para que no ensucien el Audi y le devuelvo mi atención a Luca. Porque, es quizá solo una suposición mía, pero me pregunto si el tono desafiante con el que canta esa canción realmente tiene que ver conmigo o... consigo mismo.
Tal vez también deberíamos poner The Winner Takes It All.
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https://youtu.be/5kHq6hqgROc
La visita a la veterinaria de Sherlock la publicaré como escena extra en mi siguiente actualización junto con el capítulo 22 ♥
Las indirectas que Ivanna y Luca mencionaron están en las stories fijas de sus respectivas cuentas de Instagram c:
Twitter: TatianaMAlonzo (Allá comparto adelantos)
Instagram: TatianaMAlonzo (Contenido extra de esta y todas mis historias)
Ivanna.rojo y LucaBonanni93 (cuentas en Instagram de Ivanna y Luca)
Grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros (Para el desmadre)
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