Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. Ojo bizquito





Escriban "C mamó" si creen que me mamé con el título, háganlo ahí en el título xD. Y de nuevo enormemente agradecida por sus votos y comentarios. Llénenlo de comentarios ♥

En multimedia Earned It de The Weeknd.

Para Monii027 ¡Gracias por defender a Ivanna!

------


15. Ojo bizquito.

Luego de un tráfico agotador, conmigo adormitando en el asiento del copiloto, pasamos la garita de seguridad y llegamos a un complejo de apartamentos estándar en medio de una zona de clase media en Ontiva.

—¿Puedes bajar sola? —me pregunta Luca, cojo mi bolso y esbozo un gesto afirmativo. Aun así, al salir los dos del coche no puedo evitar bostezar.

—Podíamos haber ido a mi apartamento —protesto y no dice nada en respuesta.

«Hubiéramos llegado más rápido».

Espera a que termine de rodear el coche para ahora caminar junto a él hasta uno de los edificios.

«Aunque de ir al mío seguiría en las mismas y no sabría dónde vive», me regaño.

Debo pensar de forma estratégica.

El apartamento de Luca se halla en el tercer nivel y el elevador está en mantenimiento. Pero por fortuna hago Spinning y él está acostumbrado a subir.

Vuelvo a bostezar.

—¿En serio tanto pesan los treinta? —pregunta apoyando una mano en la parte baja de mi espalda y tomando impulso lo golpeo en el hombro con mi bolso.

Llegamos al descanso del segundo nivel y da un giro, riendo.

—Omi me agotó mucho —digo, sin afán de provocarlo. Es solo la verdad.

Pero Luca me coge de la cintura a modo de cargarme y como si no pesara más que una pluma me impulsa con precaución hacia la pared. Y allí, manteniéndome contra esta lo suficiente aparte para no lastimarme, aprieta con fuerza mis caderas al tiempo que, respirando hondo, vuelve a recorrer con besos sobre mi sien.

Me gusta cuando hace eso. Es como si besara mis pensamientos.

—Perdón, olvidé mencionar tu nombre —musito, echando mi cabeza hacia atrás para que del mismo modo lleguen a mi cuello sus besos.

Después alcanzo sus manos, y, colocándolas una sobre la otra en mi pecho, lo hago rodearme con estas como si me abrazara. Para mí eso es más estimulante que él empotrándome contra la pared. Disfruto de la sensación unos segundos y en adelante, consciente del calor que emana de los dos, acariciando su dorso las bajo lentamente hasta mi vientre, las dejo reposar allí y enseguida, con Luca agachando la cara para respirar despacio sobre mi mejilla, finalmente bajo sus manos hasta apretarlas contra el calor de mi sexo.

—Vamos, llévame a tu habitación y fóllame otra vez —demando, empujándolo con los codos y enseguida vuelvo a caminar hacia las gradas para continuar subiendo.

—Sí, exjefa —lo dice siguiéndome, tras frotar con una mano mi nalga.

Aprovechando eso, reacomodo en mi hombro mi bolso, apoyo el tacón de mi bota sobre el primer escalón hacia el tercer nivel y con velocidad me vuelvo hacia él para apartar su mano. Pero no la dejo caer: hago que entrelacemos nuestros dedos sin dejar de sonreírnos con malicia o mirarnos, y agachándome con las piernas cerradas tomo asiento en el primer escalón.

Luca no tiene idea de lo que voy a hacer, pero sabe que soy experta en preliminares y jadea antes la expectativa, y a mí me enciende provocar ese efecto en él.

Todavía provocar ese efecto en él.

«Ahora a jugar a ser un cangrejo».

De manera que, sin dejar de tirar de su mano, empiezo a subir las escaleras sentada de cara a él. Y no entiende el por qué hasta que me encuentro lejos tres escalones y recuerda que no traigo las bragas puestas.

Arqueo una ceja retadora.

—Dime «Jefa» de nuevo y seguiré subiendo, pero ahora con las piernas abiertas —propongo y tomando aire echa la cabeza hacia atrás, riendo.

Mueve su pierna con nerviosismo.

Es una pulseada.

Pero enseguida vuelve la vista a mis rodillas juntas y alerto la decisión en su semblante.

Ya no me «ama», pero aún me idolatra.

—Tranquilo, solo será mientras subimos las escaleras —lo apaciguo.

—Lo vale —lo dice con voz ronca y eso me hace lubricar.

»Jefa —empieza y con sus ojos llameando empiezo a separar las rodillas lentamente.

»Jefa —repite con voz ahogada. Ya la puede ver.

«Ma Petite Souris»

Levantando mi pecho sigo subiendo las escaleras sentada de espalda, ahora con las piernas entreabiertas.

—Jefa —repite Luca, agudizando su voz al pronunciar la «a», está excitado y eso solo me prende más.

Su mano en mi mano suda, pero con fuerza tiro de esta para que él también empiece a subir las escaleras: lo hace casi arrodillándose mientras vuelve a repetir:

—Jefa.

Ya tengo las piernas abiertas hasta coronar.

—¿Qué tal la vista? —pregunto.

No deja de contemplar todo bajo mi vestido.

—Ni París se ve tan bien.

Muevo mis hombros.

—Aunque este bien podría ser el arco del triunfo.

Luca jadea:

—Y yo Napoleón.

Los dos seguimos subiendo.

—O podría ser la guillotina de Luis XVI —bromeo excitada, volviendo a cerrar y abrir en segundos mis piernas.

—Mejor la de Luca Bonanni —dice Luca, soltando mi mano para terminar de subir él solo las gradas y alcanzar la punta de mi bota izquierda.

La acaricia con sus nudillos, viéndome.

Después hace lo mismo con el tacón, pantorrilla, rodilla y muslo. Pero en el último reemplaza los nudillos por sus dos manos hasta apretarlo, e, inclinándose hacia adelante, acerca su boca para empezar a besar.

Instintivamente abro más las piernas.

—¿Tus vecinos suben por estas escaleras? —alcanzo a preguntar con la voz a medias.

—Sí —lo dice trémulo, haciendo su camino hacia mi sexo, dejándome sentir al mismo tiempo su respiración.

Poco le importa que alguien venga.

—¿Y quieres que miren a tu exjefa de piernas abiertas?

Yo quiero ir a su cama.

Luca se aparta del límite que separa a mi muslo de mi sexo e incorporándose se impulsa hacia mí para encontrarse con mi boca y besarme.

El beso, además de sucio, es de lengua. Nuestros labios apenas se rozan: somos él y yo luchando por entrar en el otro. Lo dejo vencer y rodeándome con sus brazos me empuja hacia atrás para besarnos.

Lo tomo del cabello y la nuca. Y, jadeando La Marsellesa, manteniendo los dos mi vestido arriba, atrapo su cintura entre piernas para anclarme a él.

—Ahora te tengo —anuncio.

—Dame cadena perpetua.

De ese modo me carga y terminamos de subir las escaleras.

Respirando pesado golpeamos la pared junto a la que imagino es su puerta y Luca saca una llave de su bolsillo. Conmigo besándolo abre y entramos a su apartamento tropezando con la puerta, un portallaves en la pared y más adelante un sofá.

Busca con sus dedos un interruptor de luz, y creo que no es el correcto porque solo consigue iluminar el vestíbulo, pero, como sea, seguimos apartando con las manos todo a nuestro paso con tal de no dejar de besarnos.

Puedo sentir su erección en mi entrepierna.

Como no subí el cierre de mis botas es fácil volver a sacármelas. Luca me baja al piso, vuelve sobre sus pasos para esta vez sí presionar el interruptor de luz que es, y regresa para él mismo ayudarme con la tarea de sacarme las botas. Cuando lo conseguimos me guía hacia el sofá, y, al llegar, despacio nos deja caer sobre este quedando yo abajo.

Nuestras bocas pesan, el beso se ha prolongado y el deseo ha aumentado, y es hora de ir por más.

Luca apoya las manos sobre el sofá para todavía no dejar caer por completo su peso sobre mí. Sin embargo, necesitándolo ya dentro, levanto mi pierna derecha y enseguida la izquierda para volverlo a apresar.

Después tiro del cuello de su camisa para que se aproxime más. De nuevo estoy anclada a él en el aire, y, de esa forma, dejándome caer de espaldas de nueva cuenta al respaldo del sofá, busco con mis dedos el cierre de su pantalón para bajarlo.

Somos piernas y manos.

Él rompe el beso para buscar mis pechos. Desde que estábamos en el centro comercial tiene grandes planes para estos, pero, a falta de un escote prominente, cogiendo aire intenta descifrar cómo sacarme el vestido para encontrarles. Yo misma soy consciente de que al no tener mi vestido botones o un cierre, la única forma es tirar hacia arriba y simplemente desnudarme.

Simplemente desnudarme.

Aun así, como Luca no es apremiante en su cometido, me aprovecho y no se lo pongo fácil. No deja de acariciarme los hombros, la espalda y caderas para que ceda y me deje sacar el vestido, pero no lo dejo.

De ninguna manera quiero quedarme en el sofá. Si dejo que me saque el vestido aquí, no llegaremos a su cama y yo quiero estar con él en su cama. Pero tampoco quiero pedírselo. Y es que, si me quisiera allá me habría llevado ya. ¿Tiene alguna restricción? ¿No lleva allí a sus «acostones»? ¿Acaso solo exagero?

Decido confiar en su natural caballerosidad y atraigo sus ojos hacia los míos tirando con mis dedos de su barbilla.

—¿Puedes poner un par de cojines debajo de mí? Me duele la espalda —miento y Luca frunce el entrecejo

«¿Qué hará?»

Enseguida lo vuelvo a besar con la misma pasión que al entrar al apartamento, pero sus besos, en comparación, esta vez son más lentos. Es como si su tren de pensamiento y su boca fueran en diferentes direcciones. Hasta intenta sostenerme para que no me apoye por completo en el respaldo del sofá.

Al menos en ese sentido aún le preocupo. «Luca».

Conforme avanzan los segundos, mis besos, al igual que los de él, se vuelven más lentos hasta que finalmente nos miramos a los ojos otra vez.

—Vamos a mi cama —decide y es un pequeño triunfo para mí si es que no pretendía que pasáramos de la sala de estar.

Ivanna Rojo, vicepresidenta de Doble R y manipuladora experta.

Inclusive, a diferencia de lo acontecido en el coche, sus movimientos son cuidadosos cuando se separa de mí.

Porque yo puedo ser una perra manipuladora, pero él, en contraposición, sabe cómo enamorarme... y es así como gano y pierdo poder. Pero, aunque sea por un instante eché atrás al amante y traje de vuelta a mí al loable caballero.

—Dame un par de minutos —pide, asiento y lo veo ir hacia un pasillo.

Y aunque enseguida ya no lo puedo ver, escucho el abrir y cerrar de una puerta.

Por lo demás, desde mi posición apenas escucho; pero advierto que de igual forma abre y cierra cajones y portezuelas. «¿Qué intenta esconder?»; lo que, a su vez, me confirma que no tenía planeado llevarme a su habitación, porque en caso contrario se hubiera preparado.

«¿Si quiera tenía planeado traerme a su apartamento?»

Echo un vistazo al lugar en lo que espero. Es relativamente modesto. Esta la sala con un balcón con vista a la calle, una mesa de comedor y la cocina con su desayunador; las tres en un solo espacio. Y al fondo, por donde avanzó Luca, hay un pasillo que debe conducir a dos o tres habitaciones y el baño.

Luca regresa a la sala luciendo seguro.

—Vamos —pide con las manos en sus caderas, procurando en todo momento no perder el control de la situación y me pongo de pie.

Le dirijo una sonrisa cargada de expectativa y me encamino hacia el pasillo reacomodando en mi brazo mi bolso.

—Antes necesito entrar al baño —le advierto y, al inicio del pasillo, antes de llegar a la primera puerta, me señala otra que se encuentra en el fondo.

La abro y me deslizo dentro mientras lo veo recostarse de lado en la pared. Y, de ese modo, al igual que yo a él, me sonríe con expectativa al momento de cerrar la puerta.

—Me dedeaste tan bien que desde el estacionamiento tengo ganas de orinar —anuncio, preparándome para hacerlo.

—¿Es queja? —Hay humor en su tono.

—Desde luego que no.

Termino de orinar, cojo papel de un dispensador con estampado de superhéroes, lo mismo que la alfombra, la toalla y la cortina del baño, y antes de lavar mis manos abro la puerta.

—Bonito decorado.

Luca continúa recostado de lado en la pared.

—Lo eligió Alexa —asegura indiferente y le dejo ver que me sorprende—. Dice que es a mí al que no deberían gustarle los hombres musculosos en trajes ajustados.

—Concuerdo —digo, agarrando jabón de otro dispensador con dibujos de superhéroes.

Mientras tanto, Luca se acerca, tira de mi para abrazarme y vuelve a besar con afecto mi sien, mi mejilla y mi oreja en lo que saco espuma con mis manos.

Lo miro deseosa a través del espejo. De no conocer nuestra historia, cualquiera que nos viera pensaría que somos un adorable matrimonio de recién casados que hasta se canta en voz baja The Power Of Love de Celine Dion.

Sonrío.

Mon Amour —le digo, con el mismo afecto que incomprensiblemente me está demostrando él.

Seco mis manos con una toalla al lado y al terminar me vuelvo hacia él para de nuevo besarlo. Luego de unos picos él tira de mi mano, y después, haciéndome dar una vuelta como si bailáramos, sin dejar de sujetar mi mano me abraza por la espalda y de esa forma caminamos hacia la puerta.

En definitiva, Celine Dion, Mariah Carey y Barbra Streisand me quedarían cortas.

—¿Y Alexa? —pregunto, ya que la mencionó.

—No vendrá a dormir hoy. Larga historia. —Me sujeta más fuerte—. Pero te la contaré luego porque no quiero que nada más nos entretenga.

—De acuerdo.

Llena mi pecho que solo quiera pensar en nosotros.

Al entrar a la habitación esta parece avergonzarle un poco. Hay un televisor de al menos 70 pulgadas en la pared conectado a una consola de videojuego, frente a esta dos sillas giratorias con respaldo acolchonado, y a la par, en el piso, cuencos vacíos que sin ninguna duda hace poco tenían Snacks.

Luca se apresura a levantarlos para dejarlos sobre un mueble al lado.

—Roy vino ayer —explica— y deja su silla aquí —la empuja a un lado.

—¿Alexa no tiene una?

—Sí, y dice The Queen Bitch... Pero está en su habitación.

Luca se encoge de hombros.

—Y además no juega con Roy.

Abro mi boca para preguntar.

—Pero no hablemos de eso ahora —se apresura a decir suplicante, a su vez cogiendo aire y prontamente tira de mi para volver a abrazarnos.

Pero como quiero seguir viendo, mi atención se va a otro lado. En la habitación también hay una mesa de dibujo sospechosamente limpia, no tiene ningún papel encima, pero sí una lámpara, plumones y crayones a los lados.

—Que linda mesa —digo.

—Sí...

Otra vez no deja de besar mi cara para recuperar mi interés.

Próximo a la mesa hay un armario que a primera vista solo tiene dentro sacos, camisas y corbatas, enseguida una zapatera y al lado de esta una cama de tamaño estándar que arriba de la cabecera y a los lados tiene repisas con muñecos que Luca alguna vez llamó frente a mí «Funkos». Cada uno dentro de su caja.

—Son muñecos de colección —explica.

Una vez que nos situamos frente a la cama, Luca aparta lo que quede de desorden sobre esta y se instala detrás de mí para otra vez abrazarme por la espalda. No quiere que perdamos el enfoque. Y decido compensarlo por traerme del sofá aquí, de manera que sin volver a interrumpir me empiezo a levantar el vestido para sacármelo.

Él me ayuda y en segundos solo tengo puesto un sujetador negro y las medias con los ligueros.

Luca, como era de esperar, va directamente a mis pechos. Dejándonos caer sobre la cama los vuelve a amasar con sus manos por encima del sujetador y deslizándose sobre mí procede a dejar un camino de besos sobre estos. Posteriormente, mirándome directo a los ojos, lleva las manos bajo mi espalda, la arqueo y tira del broche para sacarme el sujetador.

Cuando consigue liberarlo aspira con tributo su olor y tirando hacia arriba me lo saca por los brazos sin dejar de mirar lo que hay debajo.

Ahora eso lo tiene hipnotizado.

Al principio, para mí la situación es excitante solo porque para él lo es. Me fascina verle embelesado como niño frente a un cesto repleto de caramelos... o Funkos. Pero, en adelante, del mismo modo es excitante para mí porque su boca sabe cómo proceder.

Primero recorre con su lengua mi pezón izquierdo. Al inicio lento, rodeándolo en escalada y posteriormente tira de este. Coge con su mano el derecho y con su calor lo continúa amasando.

Con su boca, Luca va de un pecho a otro. A los dos los humedece con su lengua y los junta y separa jugando, todo mientras yo comienzo a gemir.

A continuación, alcanza con sus dedos uno de los ligueros, tira de este hacia abajo y se escurre sobre mí con él. Hace lo mismo con el otro hasta sacarme las medias y ahora sí estoy por completo desnuda frente a él.

Abro otra vez mis piernas para su deleite y demuestra necesitar ir allí. Quiere su lengua en la guillotina.

—No me quito el vello de abajo desde... Déjame pensar cuándo... Nunca.

—Lo sé. No lo hagas —pide, sin dejar de ver.

—Qué salvaje —Lo digo con los dientes apretados e incorporándome para tirar de él.

Aún está vestido.

Le desprendo los botones de la camisa, le ayudo a sacársela, lo mismo la camiseta de algodón debajo de esta y cuando está liberado recorro con besos en su pecho. Después desabrocho su cinturón, el pantalón y tiro hacia debajo de este, el bóxer, zapatos y calcetines hasta, al igual que yo, dejarlo totalmente desnudo.

Y creo que estoy por enloquecer, esto es todo cuanto deseé por muchas noches, pero me contengo, y puedo ver en sus ojos que es lo mismo con él.

Nos deseábamos.

—Tu arriba —súplica, reacomodándose él solo sobre la cama mientras sus ojos no dejan de recorrerme.

«Avec plaisir»

Juguetona, me instalo a horcajadas encima de él a modo de casi tenderme sobre sus piernas y sin dejar de mirarnos comienzo a tirar de su pene erecto; primero con mis manos, despacio, de nuevo jugando, y después lo recorro con mi lengua.

—¿Extrañabas que tu exjefa te la chupara? —le pregunto con un tono sucio, y él, alzando la cabeza para verme jugar, jadea un «Sí».

Con cuidado lleno mi boca con él y lo saboreo a modo de humedecerlo con mi saliva por completo.

Ma vie —ronroneo en francés una vez lo libero y eso solo lo excita más.

En última instancia, antes de volver a escurrirme hacia adelante sobre él, hago que con su erección sienta la suavidad de mis pechos.

—Ivanna —gorjea, directamente desde su garganta.

«Sí Mon Amour, ninguna como Ivanna».

Impulsándome hacia adelante llego a su boca, otra vez lo beso de forma sucia utilizando solo mi lengua y, tal como me lo pidió, sin demora me echo de vuelta hacia atrás, yergo mi espalda e instalo cómodamente sobre él a modo de casi sentarme sobre su pelvis.

Alza los brazos para volver a amasar mis pechos.

Doy tres saltos rápidos y con ayuda de sus dedos y los míos vuelvo a ser llenada con agilidad. Es un dolor agudo, exquisito; y, en general, la apremiante sensación de expansión y escalada me encanta.

Luca me toma de las manos y, sin dejar de contemplar mis pechos, él mismo comienza a empujar hacia arriba para tomar ritmo.

Tengo que liberar mis manos para sujetarme a lo que sea.

Pero aun así quiero jugar más.

Sonríe al ver saltar mis pechos y eso solo me excita más. De manera que, para su deleite los apretujo uno contra otro, y después, reacomodándome sobre su pelvis, yo misma me acaricio el clítoris con los dedos.

—Ya no te duele tanto la espalda.

—Cállate.

Alza más la cara para poder ver la penetración y tira de mis piernas para igualmente acariciarlas. Todo sin dejar de movernos rápido o lento... No hay prisa.

Nos detenemos para besarnos, le digo en francés que lo deseo, y, soltando mis piernas, sin demora se impulsa hacia arriba para sentarse contra la cabecera de la cama, enterrar con más fuerza sus dedos en mis caderas y a continuación moverse con mayor urgencia. Con ascensos más profundos.

Pronto, sudor brota de su frente, cuello y pecho, empapándose de igual forma de mí entre más necesita.

Me inclino hacia adelante para afianzar mi frente sobre la suya, pero deja caer su cara en mis pechos, y, así, con un par de sacudidas más, penetrándome al punto de hacerme saltar más, llega. Se corre en mí sin soltar mis caderas. Pero no deja de moverse hasta que, moviendo con mayor intensificación mi clítoris, yo también llego.

Cuando lo hago, otra vez solo soy consciente de la humedad entre nosotros y el dolor sublime que recorre la parte baja de mi espalda.

Luca levanta la cara de mis pechos, nos besamos, y, sin dejar de sujetarnos, me libera impulsándome hacia arriba, para enseguida recostarnos los dos sobre la cama.

Busca con sus manos mi cara y pega su frente y nariz con la mía.

—Tienes un ojo bizquito —le digo sin dejar de exhalar alto.

Sonríe.

—Pues hace medio minuto tú tenías así los dos —ríe. Es una risa esplendida.

Bien sûr que oui.

Los dos reímos sin dejar de exhalar alto. Me acomodo junto a él, que en breve cierra los ojos demandando cansancio, y, enraizada a él, me duermo.

Cuando despierto estoy cubierta con un edredón. Reacomodo mi cabeza en la almohada, tardo unos segundos más en recordar dónde estoy y me siento. «Luca no está conmigo en la cama». Lo busco con la mirada y lo encuentro recostado en el piso sobre un inflable con forma de balsa. Él al igual que yo está cubierto con un edredón.

¿Por qué no se quedó conmigo? ¿Demasiado personal quizá?

Siento un picor en mi garganta seguida de una angustiosa sensación de abandono. De manera que, sujetando el edredón contra mi pecho bajo de la cama y procurando no despertarlo me deslizo junto él sobre el inflable.

—Dile a «Taburete» que este es mi yate —musita sin abrir los ojos y de nuevo sonríe.

Beso su nariz y reacomodo mi cara a modo de que mi nariz toque la de él.

—Ve a la cama —pide, pero ya cerré los ojos.

Suelta un suspiro largo, seguido de un doloroso «Ivanna» pronunciado nada más con su garganta y al menos yo pronto me vuelvo a quedar dormida. 


----

TSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Yo editando esto de última hora ↓


Twitter: TatianaMAlonzo (Ahí comento avances, mis impresiones -a veces mientras edito el capítulo- y doy spoilers y exclusivas durante toda la semana)

Instagram: TatianaMAlonzo (Comparto edits/gráficos/memes de La jefa y de mis demás historias)

Grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros (los lectores comparten memes y se arman buenos debates... ya me imagino los post luego de esto 7u7)

Cada voto es una vez que a Luca se le puso el ojo bizquito por lo feliz que está 7u7. ¡Gracias por apoyar mi trabajo votando! ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro