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11. «Esa» electricidad


CONSEJO: Den Play al vídeo en multimedia (ahí arribita) cuando aparezca un asterisco * y del mismo modo quítenlo cuando vuelva a aparecer. Les prometo que el efecto será doblemente placentero xD  Y si no les aparece el vídeo o leen sin internet, busquen la canción It's Raining Men - The Weather Girls. Ese es,  e igualmente ponganla c: ♥

Gracias de antemano por sus votos y comentarios c':

Dedicado a FranDeAndrad De los chicos que siguen esta historia. ¡Gracias por todo tu cariño y apoyo ♥; feliz cumpleaños!


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11. «Esa» electricidad. 

Luca no responde a mi saludo.

Manteniendo el gesto sereno; baja la mirada, repara dos segundos en mis labios y de nuevo me ve a los ojos en silencio mientras el tiempo parece haberse detenido alrededor de nosotros.

Y de mi boca no sale más, con tan solo tenerlo frente a mí me ha quitado el aliento; por lo que, con mi corazón palpitando fuerte, mantengo mi lengua cerca del paladar, con mis labios semi abiertos al igual que los de él, pero de estos no salen palabras. Es como si todo ya estuviera hubiera dicho, pero a la vez no.

Desde luego que no.

Quiero llorar.

Los ojos me pesan, siento que dolorosamente contengo un tsunami entre mis pupilas y mi garganta, pero me tiene paralizada el miedo.

Me tiene paralizada él.

Quiero que diga algo; pero no lo hará, sé que no lo hará.

—¡Éclair cubierto de chocolate! —salta Pipo desde su lugar sin poder contener más la emoción. Luca desvía su atención hacia él y con ello y nos regresa a la realidad—. ¡Tanto, tanto tiempo!

Y de ese modo vuelvo a ser consciente de dónde estamos: el cumpleaños de Babette.

Pipo se planta frente a Luca para abrazarlo y, tal como el día que lo «conoció», besa efusivo sus dos mejillas.

—Mírate, estás enorme —lo felicita.

Luca le sonríe.

—Hola, Pipo —saluda gentil.

Y tiene la consideración de escucharlo atentamente, sin reflejar resentimientos, en tanto Pipo parece la tía que viene de lejos y no te ha visto en mucho tiempo.

De manera simultánea, Luca vuelve a dirigir su atención hacia mí en lo que escucha a Pipo hablar sobre la importancia de saber lustrar zapatos Oxford. Sus ojos van y vienen.

Yo comprimo mi boca y vuelvo a tragar duro. Consciente de lo afectada que debo verme.

Ojalá no me importara mantener la calma y me soltara a hacer lo que quisiera libremente.

—¡Luca! —escucho a otra voz familiar acercarse.

Es Grisel, que, brincando hacia Luca, al igual que Pipo lo rodea con un abrazo sorpresivo.

—No esperaba verte aquí —le dice él, sonriente, y ella le explica que aún es mi secretaria, lo que sorprende a Luca.

Para concentrarme en otra cosa, dejo las pinturas sobre una mesa y finjo estar ocupada con estas. Una por una las ordeno en fila para un mimo que está cerca. Aun cuando, no tardo ni un minuto en volver la vista hacia Luca que, a pesar de que Grisel le está hablando, una vez más repara en mí.

Sin embargo, de allí en adelante, relamiendo con inquietud sus labios mira la puerta. Acaba de recordar algo... y yo sé qué.

Se disculpa con Pipo y con Grisel y de nuevo me da su atención a mí, aunque aproximándose para que solo yo pueda escucharle.

—No sé si te dijeron que vengo acompañado —musita.

Ocultando terriblemente mi esperanza de que se tratara de una broma, me vuelvo hacia él y mis labios tiemblan antes de responder.

—S-ssí —Lo digo balbuceando. «Dios, enserio debo verme ridícula». Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja para relajarme—. Autoricé que entraras con compañía.

Los ojos de Luca no se apartan de los míos.

Quiere decir algo, pero se contiene.

—Y... —También me detengo, pues tampoco sé qué más decir.

»Estaré encantada de conocerla —agrego solo para no quedarme callada y el ceño de Luca se frunce con duda.

Pero se recupera al instante, devolviendo su atención a la puerta.

Por mi parte, hago una seña a la Perrera para advertirles que llegó el momento. Ella, desde hace un rato reunidas a pocos metros de nosotros, parecen perplejas por el cómo se están desarrollando las cosas y yo misma intento asumirlo.

*

Como nadie se asoma aún a la puerta, Luca avanza hacia allá, pero se detiene al escuchar unos tacones de aguja resonar, al tiempo que una rubia de 1,80 entra sacudiendo su cabello.

Lleva puestos un par de tacones color amarillo pastel con plataforma, pantimedias y un vestido de tubo del mismo color, combinados con un bolso de mano dorado y gafas de sol estilo retro.

Su cabello sí es como el de Madonna en el vídeo de Hung Up, lo aparta con gracia y camina con la barbilla altiva, como si estuviera desfilando en una pasarela en Milán en lugar de llegar hora y media tarde a un centro de salud mental.

Se lo diría, ¡con un demonio que se lo diría!; pero Luca, feliz de verla aquí, no me lo perdonaría.

Con Luca siguiéndole los pasos, la rubia se detiene frente a mí con una pose de fotografía; apoyando una mano en su cintura mientras con la otra sujeta despreocupadamente su bolso, y, de esa forma, con la boca pintada de Glitter estirada en una línea, me ve de arriba abajo, retándome.

«¡Retándome!»

Miro de reojo a la Perrera, tampoco les gusta que pareciera intentar retarme; por lo que, encabezadas por Simoné, se apresuran a dar un adelante.

*

Luca deja salir aire que retiene y situándose a un lado de la rubia se vuelve a dirigir a mí.

—Ivanna —Hay una sonrisa en sus labios—, te presento a mi mejor amiga: Alexa —termina de decir y creo que se va un tacón hacia un lado.

Su sonrisa se ensancha.

—Alexa —Ahora se vuelve hacia la chica, en apariencia todavía no muy feliz de estar aquí—, ya conoces a Ivanna.

¿«Ya conoces a Ivanna»?

Respingo y lo sigo procesando.

Y, con asombro, en la misma medida miro de arriba abajo a la chica.

No me lo esperaba.

—¡¿Alex?! —grazno, sin esconder mi asombro.

La chica se saca con disgusto las gafas estilo retro.

—A l e x a —me corrige, indignada.

Y con justa razón. ¡Tiene razón!

Luca levanta las manos hacia ella como si intentara detener una avalancha.

—Tranquila, para ella es una sorpresa —le dice, defendiéndome.

«Defendiéndome».

Y yo suelto una risa, una risa de felicidad que desconcierta a Alexa y al mismo Luca.

Toda la semana imaginé un millón de escenarios, cada uno sin falta destrozando mi corazón. Por ello, sumida en la negatividad, no vi venir algo que me alegrase tanto.

—¡Alexa! —salto a abrazarla y ella se queda pasmada.

—Lo hizo —escucho decir a su vez con sorpresa a Pipo.

Cuando Alexa y yo soltamos el abrazo, que de mi parte fue más efusivo, es evidente que bajó la guardia. Y en sus ojos pintados con sombras color amarillo y café vuelvo a contemplar al chico que sintió miedo cuando lo maquillé por primera vez y con temblorosa convicción no dejaba de aclarar a todo el mundo que no es gay.

Y no es gay.

—Nos demoramos porque me retrasé unos minutos de más arreglándome —explica, tímida.

—Una hora con veintisiete minutos de más —masculla Luca.

—¡Cállate que tú no entiendes nada! —agita un puño en su dirección Alexa y otra vez se gira hacia mí sonriendo.

»Quería que tú, en especial, me vieras bonita —continúa—. «Salacadula Chalchicomula Bibidi Babidi Bu» —me canta, bajando el tono de su voz para que solo yo la escuche.

Y no comprendo a qué se refiere, hasta que recuerdo que eso le canté la noche que ella, Roy y Clarissa visitaron mi apartamento y le obsequié varios de mis vestidos.

—Este es uno de esos vestidos —prosigue con complicidad, mostrándomelo—. Creo que de arriba no me queda del todo bien, pero...

—Te queda estupendo —la interrumpo—. Mucho mejor que a mí —le repito, porque ahora sé que lo mismo le dije aquella noche.

Parpadeando muchas veces, Alexa vuelve la cara hacia Luca con orgullo, supongo que intentándole decir con la mirada «¿Ves?». Luca niega con la cabeza riendo.

—¿Qué? Yo te dije que le iba a dar gusto verte —le dice a Alexa y en silencio le agradezco que al menos en eso haya tenido una opinión buena de mí.

Cuando Alexa se gira otra vez hacia mí asiento para respaldar lo que dijo Luca, pues los dos ni de cerca advertirían el gusto que me da saber que Alexa es «Esa». No obstante, superada por los acontecimientos, vuelvo a tener presente dónde estoy cuando escucho a Victoria carraspear.

No he presentado a mis amigas.

Luca, atraído el carraspeo de Victoria, se vuelve hacia ellas y las mira con duda.

—Chicas, él es Luca —lo presento, colocando mi mano en la espalda de Luca para animarlo a acercarse.

Al instante siento electricidad, como si mi cuerpo estuviera a punto de hacer corto circuito y combustionar con solo tocarlo. El hormigueo va de mi mano a mi propia espalda baja. Cada parte de mí está reclamándolo. Abrumada, mi mano tiembla hasta casi resbalar y mi respiración se corta.

Pero como me fijo en la Perrera, en cómo nos rodean para que sea más fácil presentarlas, no veo la reacción de Luca. ¿Sintió lo mismo o fui solo yo?

»Y ella es su amiga Alexa —continúo, sin poder disimular que hablo en automático. «Tengo un incendio allá abajo».

»Y-y Luca, ellas son mis amigas —digo, como puedo. Y Luca, sin esconder su sorpresa, se gira en redondo para mirarme. «Sí, tengo amigas».

»Ella es Simoné —empiezo a presentar a las chicas.

Simoné, haciendo a un lado la actitud confrontativa, le ofrece su mano a Luca y él la estrecha.

—Ella es Linette, pero le decimos Lina —continúo y Lina también estrecha la mano de Luca.

»Ella es Michelle...

—Mucho gusto, Luca —dice Michelle.

—Contigo hablé por teléfono —la reconoce Luca.

—S-ssí —contesta Michelle, nerviosa—. Pero mi otro nombre solo utilizo para organizar eventos.

No dejo contestar a Luca.

Empujándolo, lo hago caminar hasta la última de las chicas.

—Y ella es Victoria —termino y Luca una vez más me ve con sorpresa. Lo dejé sin palabras—. Te hablé de ella —prosigo, todavía afectada—. Gracias por sugerirme que la buscara.

Procurando recuperar el temple, lo último lo digo con mi atención puesta en Victoria, a modo de recordarle qué tanto le debemos las dos a Luca a pesar de que Omi de Gea tenga un Lamborghini clásico, un apartamento en Tailandia y esté estupendamente bronceado.

El resultado es el esperado, Victoria ve con sincero agradecimiento a Luca y extiende su mano para saludarlo.

—Te lo debemos —dice.

Y aunque Luca no dice nada; ya que, creo, no sale del asombro, corresponde el saludo. Sin embargo, al soltar la mano de Victoria, me vuelve a ver a mí.

Aparto mi mano de él para darle espacio.

—Parecen el reparto de Sex and the City —opina Alexa respecto a mis amigas, interrumpiendo así nuestro nuevo intercambio de miradas, y recuperando la atención de todos.

—¿Eso fue un halago? —escucho preguntar a Lina.

Viniendo de Alexa, claramente amante de la moda, es halago.

—¡Pido ser Carrie! —se apresura a decir Victoria levando con entusiasmo su mano.

—Estoy de acuerdo —opina Michelle y me señala—. E Ivanna es Samantha.

Me inclino hacia ella boquiabierta.

—Ivanna en definitiva es Samantha —concuerda Simoné, carcajeándose; lo mismo Victoria y Lina—. Si bien, en lo que se refiere a Mr. Big... —Alza los brazos interrumpiéndose ella sola.

Estrecho los ojos en dirección de las cuatro con Luca otra vez escrutándome. Pero no atisbo a interpretar lo que sea que piense, su mirada es limpia. En general, luce impasible; con los pies bien puestos en sus zapatos y a simple vista nada fácil de leer, pero la dinámica con mi grupo de amigas indudablemente llama su atención.

—Tienes un Flow increíble —halaga Michelle a Alexa y esta agita con gracia su cabello estilo Farrah Fawcett.

La Perrera, una vez presentadas, se acercan a platicar con ella denotando curiosidad; y Alexa, feliz de ser el centro de atención del «reparto» de Sex and the City, sin pudor alguno les empieza a contar su historia. De cómo Ivanna «Jones» la animó a perder el miedo a sacar de las sombras a la mujer que siempre llevó dentro.

—¿Dónde está Roy? —le pregunto a Luca y es su turno de poner con apuro una mano en mi espalda.

La electricidad regresa y con ello me vuelvo a tambalear sobre mis tacones, pero hay algo más urgente para hablar.

—No menciones a Roy —musita, disimulando con una tos sus palabras. Su otra mano cubre su boca al explicar.

—¡¿Qué dijo?! —escucho preguntar a Alexa al instante, alzando su cabeza por encima de las de mis amigas, y sin duda luciendo tensa—. ¡¿Qué preguntó?! ¡¿Por quién?!

—Que si qué día es hoy —le contesta Luca, sin dejar de apoyar su mano en mi espalda.

«La electricidad».

Quisiera que bajara su mano un poco más.

—Sí. Ando un poco perdida —agrego, restándole importancia, con mi atención dividida entre Alexa y el inapropiado deseo de volver a tener a Luca entre mis piernas.

Alexa, escasamente conforme con la explicación, continúa platicando con la Perrera.

Ahora sin mirarme, Luca aparta su mano y acomoda con esta su cabello.

¿Trata de disimular? Yo no.

Sea lo que sea, durante medio minuto no mencionamos palabra. De pronto él señala el sitio donde está sentada Babette con un mimo, lo tomo como un aviso de que irá para allá y lo despido con asentimiento de cabeza.

El rostro de Babette se ilumina al verlo, salta de su silla para recibirlo y se lo presenta al mimo con infantil afecto. Luca, en respuesta, le sujeta con gentileza las dos manos y las lleva a su boca para depositar un beso sobre cada nudillo.

Observo la escena con un nudo en la garganta, sintiendo otra vez que mi cuerpo arderá en llamas, aunque no por el mismo motivo. Sin necesidad de traer una novia con él, con el hecho de ver la generosidad con la que trata a mi madre, Luca me demuestra lo que perdí.

Luca y Babette toman asiento uno frente al otro, como dos niños listos para iniciar su sesión de juegos, él busca dentro de un bolsillo de su saco y coge de este una caja plateada rodeada con un listón blanco que ocupa la mitad de la palma de su mano.

«Es un regalo para Babette».

Me giro hacia Pipo al recodar su comentario de que él le trajo el regalo más brillante a Babette; y mi amigo, al igual que yo atento a la enternecedora escena, me ve con humor.

Luca ayuda a Babette a quitarle el envoltorio al regalo, queda a la vista una cajita azul brillante y Luca saca de esta una bola de nieve que parece tener dentro una ciudad. Una mini ciudad. Y por la alegría en el rostro de Babette no es necesario preguntar cuál.

Con una sonrisa en los labios, orgulloso de haber hecho una buena elección como regalo, Luca agita la bola de nieve y Babette mira extasiada la nieve caer sobre la diminuta torre Eiffel.

Trago saliva.

Como Alexa ahora pilla la atención de Pipo, mis amigas se instalan de una en una a mis costados y ellas también contemplan la escena.

—Ivanna... —Es la voz de Michelle.

—Lo sé —digo, volviendo a tragar saliva y sin dejar de ver a Luca y a Babette.

Luca pone de cabeza la bola de nieve haciendo reír aún más a Babette.

—Ivanna —agrega Lina y asiento.

—Lo sé. —Lo digo con más tristeza.

—Ivanna Lorraine —Esta vez es Victoria y trata de disimular su decepción.

Llevo una mano a mi cara.

¡No me hagan llorar!

—Yo sí te lo diré claro —me dice Simoné al mismo tiempo que señala con un dedo fiscalizador a Luca—. ¿Qué demonios tenías en la cabeza hace dos años?

Porque notoriamente no le hice justicia al hablarles de cuán maravilloso es.

Dejo caer mi mano, repaso mi vida desde que soy vicepresidenta y agacho la cara.

La competencia te despierta, siempre lo ha hecho; eres de temer cuando se trata de disputar algo que te importa —dijo Rodwell aquel fatídico día que se descubrió todo—. No hay límites. Pasas sobre quien sea, Ivanna, y eso beneficia a Doble R.

«Eso beneficia a Doble R».

Una risa de Babette me regresa a la realidad, vuelvo una vez más la vista hacia ella y la observo aplaudir encantada cuando Luca devuelve a su lugar la bola de nieve. Él ahora la gira para que ella aprecie desde todos los ángulos Paris.

¿De qué tenía la cabeza llena hace dos años?

... de nada que ahora valga la pena.


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Complicado, ¿cierto? En cuanto a Ivanna y Luca. Pero el día no ha terminado.

¿Y qué tal Alexa? Felicidades a quienes acertaron con las teorías. Las pistas están desde el primer libro *les pone estrellita en la frente*

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Cada voto es electricidad que pasa entre Ivanna y Luca, o bien; se mete en el trasero de Rodwell . ¡Gracias por apoyar mi trabajo votando! ♥

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