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Lo repito por aquí en caso te saltaras la presentación: LA JEFA es la continuación de EL ASISTENTE. Novela también disponible aquí en mi perfil de Wattpad: TatianaMAlonzo (Es importante leerla para entender el contexto de esta) 

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De antemano GRACIAS por votar y comentar ♥

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Mayo de 2017.

HOJA DE VIDA

Nombre: Ivanna Lorraine Rojo Pinaud.

Fecha de nacimiento: 4 de mayo de 1987. Le dijeron a mi mamá que ya no podía tener hijos debido a su edad, que un embarazo sería riesgoso, pero a mí nadie me impide jamás nada.

Signo zodiacal: Tauro (signo solar), con ascendente en Géminis y Luna en Escorpio. Es importante recordar eso.

Edad: 30 años.

Estado civil: Soltera, pero me comprometí dos veces y casi me caso una vez (no hablo del tema sin una botella de whisky cerca).

Dirección: El Olimpo. Desterré de su lugar a Afrodita.

Teléfono: Conmigo solo preocúpate de recordar el 911.

Correo electrónico: TuPatronaTuDueña[email protected]

FORMACIÓN ACADEMICA

Licenciada en Coito.

Doctora en Penelogía.

EXPERIENCIA PROFESIONAL

Catadora de lefa.

Abolicionista del Penecentrismo.

Ponente experta en el tema "Aquí se hace lo que yo diga".

Principal impulsadora de compra de Post-its en la ciudad.

Defensora del poliamor.

Objetivo profesional: Que cualquier hombre vivo un día diga "¿Ivanna Rojo? Sí, yo sé quién es", y llore.

PREMIOS Y GALARDONES:

2do lugar en concurso de Tequilas en Ta-tacontento.

Mejor escena de celos frente a un Volkswagen Beetle color rosa.

Ganadora por treintavo año consecutivo de "A nadie le queda mejor el rojo".

Inspiración de Ricardo Arjona para escribir "Tu reputación" (versión extendida), de Maná para escribir "Mariposa traicionera" y de Juan Gabriel para escribir "Hasta que conocí".

Punto de referencia en los temas:

"No hijo, con esa mujer no"

"La maternidad no está hecha para mujeres como..."

"Eres perra, pero de ninguna manera muerdes tan fuerte como..."

"Ah, hablamos de falta de moral".

HABILIDADES

Alta resistencia al licor. En serio; muy alta resistencia al licor. 

Carácter de mierda; siempre (importante para los negocios)

Ahuyentar madres, amigas, esposas, novias o ex novias de manera creativa y efectiva.

Habilidades sexuales

Rutina de baile completa vistiendo solo lencería (de la costosa).

Decir cosas sucias en francés.

Experta en preliminares.

Otras habilidades

Hacer miserable la vida de quien sea (en serio, de quien sea)

Lengua ponzoñosa. 

REFERENCIAS PERSONALES/PROFESIONALES

Luca Bonanni (dará las referencias llorando)

Fillipo DuJardín "Pipo" (Mi madame)


Se abren las puertas y cuatro llamaradas de fuego saltan hacia el techo en cuanto entro al salón. Saludo con mi mano derecha a los invitados mientras continúo apoyada sobre la izquierda, plácidamente recostada encima del pedestal que alzan sobre sus hombros cuatro modelos masculinos vestidos de traje completo.

El número «30» destaca en color dorado sobre el escenario, combinando perfecto con mi vestido, medias y zapatos de tacón color negro; las luces LED van de este a mí en tanto los invitados me abren el paso como si la mismísima cleopatra entrara. No dejan de aplaudir al mismo tiempo que se escuchan bombas de confeti, silbatos y música electrónica.

Al llegar al escenario bajo del pedestal, bailo hacia el número «30» moviendo mis caderas, y allí me giro y alzo los brazos vencedora.

—¡IVANNA! ¡IVANNA! ¡IVANNA! —gritan al unísono las trecientas personas presentes, y con una enorme sonrisa en los labios los vuelvo a saludar con mi mano.

Me vuelvo a girar para que me vean. Estoy vestida por completo de negro, salvo mis labios, esos siempre son color rojo.

—¡IVANNA! ¡IVANNA! ¡IVANNA!

—¡Que se escuchen más fuerte los aplausos para Ivanna —dice con micrófono en mano el animador, ahora, al igual que yo, de pie sobre el escenario—, la deslumbrante vicepresidenta de Doble R que hoy, 4 de mayo de 2017, cumple TREINTA AÑOS!

Vuelvo a bailar sin bajar los brazos, entretanto se escuchan más fuertes los aplausos y meseros también se abren paso entre la multitud sujetando bandejas repletas de copas de champán.

—¡Eso es! —continúa el animador— ¡Que no quede la menor duda de que todo Doble R está presente en el treintavo cumpleaños de su vicepresidenta!

Echo un vistazo a las caras de los presentes, y sí, está la mayoría acompañados por sus amigos o parejas, en absoluto todo Doble R está presente y disimulan las caras largas con sonrisas malhechas.

—¡Sííí, no cabe duda de que adoran a su jefa! —ríe el animador.

Riendo hipócritamente los dos a carcajadas, me aproximo a su oído para susurrar «Nos adoramos» y él lo repite a toda voz, consiguiendo que las sonrisas malhechas se ensanchen más, incluida la mía.

Cojo dos copas de champán de la bandeja de un mesero, me deshago de la primera bebiéndola de golpe y la segunda la conservo en mi mano en tanto continúo bailando.

Tan pronto como no tienen que seguir aplaudiéndome, el personal de Doble vuelve cada uno a lo suyo y parecen disfrutar la fiesta. También parecen olvidar que de todos modos es jueves y mañana deben ir a trabajar.

Los ejecutivos, del mismo modo, procuran pasarla bien, siendo Lobo el que más sobresale debido a su acostumbrado protagonismo.

Alza su copa de champán en mi dirección al percatarse de que mi atención está puesta en él, y como estoy de buen humor correspondo el gesto. Tomando en cuenta que la productividad de Doble R aumentó desde que soy vicepresidenta, y, por ende, la carga de trabajo al igual aumentó para todos; si Lobo me odia, es de los que lo disimula mejor. En especial por ser, entre los ejecutivos, a quien le exijo más. Pues pocas cosas hay más placenteras que tu ex rindiéndote cuentas y llamándote «jefa».

La entrada de Rodwell es ceremonial, aunque mucho menos estrafalaria que la mía. Una vez anunciado al público, sube al escenario con una copa de champán en la mano. Lo acompaña su esposa: Linda Rodwell, que hasta hace un año y medio se apellidaba «Bonanni»; quien, además, cada que tiene oportunidad, me lanza miradas de «Ojalá no llegues a los 31».

No me muevo del centro del escenario cuando Rodwell termina de subir, lo que termina de enfadar a Linda al verse obligada a pararse a mi lado y no al contrario. Rodwell, por el contrario, coge con tranquilidad el micrófono, pide que le bajen volumen a la música y entre aplausos comienza un aburrido discurso.

—Ivanna, hablo en nombre de todo Doble R cuando digo que es un placer celebrar a lo grande el treintavo cumpleaños de nuestra formidable vicepresidenta —dice y me vuelvo hacia los invitados para de nuevo ver caras largas mal disimuladas—. Haz hecho un gran trabajo y no mereces menos.

El discurso de Rodwell termina con más vítores, y, sin nada más para agregar, alza la copa y brindamos.

—¡POR IVANNA Y LA FAMILIA DOBLE R!

«Familia». Casi me atraganto.

Antes de bajar el escenario, Rodwell besa mis dos mejillas y me pide reunirnos mañana su oficina. Y a él le sigue Linda, que, negándose a mostrarme un ápice de respeto, solo me lanza otra mirada que esta vez manifiesta «Ojalá ni siquiera pases de hoy». La ignoro y doy un último trago a mi champán.

Lo siguiente es una dinámica en la que, para entretenerse, el «participativo» personal de Doble R hace llegar al animador un sinfín de pelucas, sombreros y diademas de broma que debo ponerme: el cabello de Cruella de Vil, las serpientes de medusa, el sombrero de una bruja, los cuernos de Maléfica, la corona de la bruja de Blancanieves y un par de cuernos de diabla; los que, para sorpresa de todos, me dejo puestos.

Ya no me pueden decirme a la cara los apodos, pero siempre encontramos la manera de retarnos.

Bajo del escenario para saludar hipócritamente a los ejecutivos y, al cabo de un rato, mesas con botanas son colocadas por todo el salón. De estas cojo arbitrariamente una aceituna.

—¡No sea que el resto esté envenenado! —«bromeo» con los invitados, volviendo a reír cada uno.

«Desde luego que nos adoramos».

Hacia el final de la noche, un pastel color rojo con forma de tacón es puesto en el centro. Por encima destacan treinta estrellitas que, tras ser prendidas unas tras otra, echan chispas simultáneamente; y entre más vítores de «¡IVANNA!, ¡IVANNA!, ¡IVANNA!» y la canción de «Feliz cumpleaños», mis pensamientos más profundos se pierden en estas.

...

Salgo de la discoteca aun cuando la fiesta no ha terminado. Ya solo resta bailar hasta que el encargado eche a todos con música romántica y aquí ninguno es mi amigo o amiga para que desee quedarme hasta que eso pase.

«Ya cumplí».

En el estacionamiento camino hacia mi Audi color negro; lo abro, dedico mi última sonrisa hipócrita de la noche a un empleado ebrio que desde su coche me grita «¡Feliz cumpleaños, jefita!», y me acomodo en mi asiento. Mantengo las ventanas arriba para poder prender la calefacción, dejo salir con pesadez un suspiro, acelero y avanzo hacia la salida.

Son las nueve y media de la noche, pero al menos estoy cerca de mi apartamento.

Conducir debería ser de ayuda para distraerme, pero hay tráfico y no fue un día fácil.

Busco en el asiento de atrás mi bolso, saco la dona que dejé sin comer por la mañana y me engullo la mitad de un solo bocado. Sin embargo, arrepentida escupo todo de vuelta a la bolsa y la lanzo lejos.

—Contrólate —me riño y menos mal el tráfico avanza.

Al llegar a mi edificio apago el coche pero me quedo dentro, pensando. No tengo prisa en subir. Desde que me prometí volver a dejar el cigarrillo y no tener atracones, no es fácil.

Respingo al escuchar sonar mi teléfono. Pero pongo los ojos en blanco al leer «Lobo» en la pantalla.

—¿Qué quieres? —contesto.

—¿Por qué te fuiste? —Se escucha música de fondo, también risas, lo que le obligar a hablar alto—. Aún estábamos comenzando.

Abro y cierro la puerta del coche sin saber qué más hacer con mi mano libre.

—Es... Es una estupidez de tu parte pensar que no tengo donde más celebrar —mascullo.

—Ay, Ivanna. —Lobo suelta una risita—. Ivanna, Ivanna, Iva...

—¡Muérete! —bramo y le cuelgo.

Como sea, decido bajar al recordar que Pipo llamará. No está en la ciudad, salió de viaje con su grupo de teatro, pero prometió llamar.

Por ello, mi asombro cuando al entrar a mi apartamento escucho a voces alegres gritar «¡SORPRESA!» y Pipo, Babette y la perrera corren hacia la puerta para abrazarme, uno por uno, encabezando el grupo mi mejor amiga: Victoria Peletier.

Cierro los ojos cuando sus brazos me rodean con fuerza.

—¡Treinta, Ivanna! —grita, haciéndome saltar con ella.

—Cállate estúpida, que tú los cumpliste hace un mes —río, separándonos para poder verla a los ojos.

Aun así, no me contengo y ahogo otro suspiro al dar un nuevo vistazo a todos. Y hago lo mismo con mis ganas de llorar.

—¿En serio creíste que estaría fuera de la ciudad hoy? —me recrimina Pipo.

Aprieto mis labios.

—¿Y que ninguna de nosotras iba a venir a verte? —agrega Victoria, estupefacta, y trato de alzar mi cara lo más digna posible—. ¡Ivanna! —vocifera Victoria y me vuelve a abrazar.

Y pronto, el resto de la perrera igualmente continúa haciendo fila para felicitarme. Mis amigas: Michelle, Lina y Simoné.

Si de algo me he arrepentido en los últimos dos años, es de no buscar antes a Victoria.

Dejamos de hablarnos cuando estábamos en secundaria, ni ella ni yo supimos cómo abordar la muerte de mi padre y ruina de mi familia, luego yo me fui a estudiar a otro lado, y, en adelante, asumimos que la otra no quería platicar. Nuestro grupo de amigas se quedó con ella, pero ahora las tengo de vuelta, y, al igual que hace dieciséis años, nos hacemos llamar «la perrera».

Pipo acerca gentilmente a Babette a mí para que también me salude.

—La dejaron salir —digo.

—Acompañada de una enfermera, y, del mismo modo que Cenicienta, debe volver antes de la medianoche —explica Pipo y enseguida de abrazar a mi madre lo estrecho a él.

—Dijiste que estarías fuera de la ciudad —le echo en cara, otra vez conteniendo las ganas de llorar. Pero me siento feliz.

Con un gesto de su mano Pipo nos indica a todas ir a la sala

—Jamás me perdería tu cumpleaños número treinta, Ivanna.

—Por cierto —agudizo mi tono y en lo que caminamos lo abrazo con más fuerza—, te dije «Dime qué opinas de mi hoja de vida», no «Modifícala».

Filippo no muestra culpa.

—Es lo más honesto que has leído sobre ti. Acéptalo —dice con voz seductora, para enseguida echarse a reír—. Además, ¡me divertí horrores escribiéndola!

Ahora se echa hacia adelante, aplaudiendo.

—«Licenciada en coito» —cita, orgulloso de si mismo.

— Me gustó más lo de «Catadora de lefa» —reconozco.

—Oh. Pero al adjuntar el archivo no olvides que mi versión se llama «Hoja de vida real» —Me guiña un ojo—. La buena es la otra.

Detenemos el secretismo para no tener que conversar algo tan bochornoso con la perrera y en la sala miro boquiabierta las paredes. La perrera las decoró con temática de cultura pop de los años 00' y mi pastel de cumpleaños son los Backstreet Boys sobre un escenario, los cinco alrededor de una réplica mía sentada sobre el número «30».

Victoria me coloca un gorro en el que también se lee «30».

—Y mira, es Red Velvet —dice Michelle, girando el pastel para que mire una parte que muestra el interior.

Recorro de nueva cuenta las paredes y, sin poder contenerme más, comienzo a llorar.

—Ivanna —corre a abrazarme otra vez Simoné—. No te íbamos a dejar sola hoy.

En la fiesta que Doble R me organizó por compromiso había trescientos invitados. Aquí somos ocho, contando a la enfermera de Babette, y es más que suficiente.

Asiento con la cabeza y le pido a Simoné ayudarme a preparar tragos.

Para comodidad de Babette la música suena baja y Michelle es la única que a veces baila, pero se nos va el tiempo platicando. A diferencia de la mía, que soy vicepresidenta en una empresa grande, las vidas de mis amigas son bastante «normales».

—Lo cuida por mí —cuenta Simoné—. Puedo dejarle a mi hijo todo el día y no se queja.

—Porque quiere llevarte a la cama —señala Lina.

—Ya me llevó a la cama —admite Simoné y dejamos caer nuestras quijadas—. De modo que, quiere repetir y eso hace bien a mi ego.

—Eres tan zorra como Ivanna —le recrimina Michelle y me vuelvo hacia ella.

—Pero a Ivanna solo le gustan si son algo menores que ella —opina Victoria, fingiendo seriedad, y Pipo comienza a destornillarse de la risa.

—Sí, Ivanna es de irlos a traer al Kinder —agrega Lina y niego con la cabeza.

—Y luego se preguntan por qué las llaman «la perrera» —opino.

—Por qué nos llaman «la perrera» —me corrige Victoria y me siento más derecha.

—Ivanna, mi esposo tiene un sobrino de veintiún años que te va a encantar —vuelve a intervenir Lina.

—Paso.

—Su temporada con niños ya terminó —sale a defenderme Pipo. ¡Por fin!—. Ahora solo aceptamos a mayores de cuarenta.

Salto de mi asiento esbozando una mueca.

—Cantemos ya «Feliz cumpleaños» porque Babette debe regresar a la clínica —interrumpo, atrayendo hacia mí el pastel.

«Cambiemos de tema».

—E Ivanna tiene que ir al colegio mañana —agrega Babette con preocupación y Victoria planta un beso en su mejilla.

Una vez que terminamos de cantar «Feliz cumpleaños», procedo a cortar el pastel en pedazos, quedándome con mi replica de fondant y con la de Kevin. Victoria pide a Nick, Michelle a Brian, Pipo a Howie y vemos a Simoné y a Lina pelear por AJ. Es lo mismo desde que íbamos al colegio.

—¿Qué harás después? —me pregunta Michelle.

—¿Cómo que qué hará después? —le contesta Victoria con un respingo—. Va a descansar.

—En realidad tengo una reunión de trabajo a la una de la mañana. Hablaremos por videollamada —digo, viendo mi reloj.

—¿A la una de la mañana? —Victoria no puede creerlo y Michelle se felicita a si misma por haber preguntado—. ¡Ivanna!

—Es con un empresario chino.

—Ni siquiera en tu cumpleaños dejas de trabajar.

—A la una de la mañana ya será 5 de mayo —me apresuro a justificar.

—Incluso trabaja fines de semana —le pasa queja Simoné a Pipo y este asiente indicando estar al tanto.

—Soy una mujer ocupada —defiendo, pero me hace feliz que se preocupen.

Vuelvo a cambiar de tema al animarlos a probar el pastel. El color rojo destaca bajo la capa de fondant y un nudo se forma en mi garganta al escuchar a Babette señalar:

—El Red Velvet es el pastel favorito de Ivanna.

—Lo sabemos, Babette —le contesta con cariño Lina.

No es del todo consciente de que, de hecho, está en el cumpleaños de Ivanna. Pero me conmueve que por lo menos todavía sepa cuál es mi pastel favorito.

Aún recuerda lo importante, lo que en su mente es oro, esos detallitos que la hacen feliz.

...

Me conecto a la videollamada media hora antes y saludo a la traductora que contraté para arbitrar.

Nǐ Hǎo.

—Veo que estuvo practicando —me felicita.

Asiento, orgullosa.

—Quiero saludar al empresario en su idioma.

—Me parece bien. La mayoría no pasa de solo aprender a decir
Wǒ ài nǐ —ríe—. ¿Sabe lo que significa?

Bajo la mirada sin dejar de sonreír y la vuelvo a alzar al recordar que no queda mucho tiempo.

—Sí... lo-lo sé.

Significa «Te amo».

—Perfecto. —A ella le gusta colaborar conmigo—. Entonces, ¿qué le parece si empecemos a preparar la reunión? —pregunta y vuelvo a asentir—. Wǒ ài nǐ —repite, sin embargo. Como si recordara una anécdota—. Muchos solo me contratan para escribirlo en una carta o un boceto para un tatuaje.

Trato de no volver a bajar la mirada.

Wǒ ài nǐ —vuelve a repetir con humor, demostrando que le gusta la palabra.

Sí...

«Wǒ ài nǐ».



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