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Capítulo 4: Apodyoposis

El acto de desvestir mentalmente a una persona.

–Sigo equivocándome en esa parte. –Se quejó Athan al finalizar la coreografía.

–Sólo estás siendo muy duro. ¿Qué dices si descansamos un poco?

–Uno más. –insistió.

–No. Descansemos.

TJ no dio tiempo para que Athan respondiera, salió de la habitación de Athan y se llevó el celular consigo.

Athan se recostó en el piso mirando el techo, cerró los ojos y sonrió. Creía que nunca podría volver a caer rendido por el ensayo de alguna coreografía, no después de su ataque.

TJ entró minutos más tarde y encontró a Athan durmiendo en el suelo. Se acercó y lo despertó col unas leves pataditas en su costado.

–Oye, te resfriarás si te duermes en el suelo. –Athan no respondió, se levantó en silencio. –Deberías ir a la ducha y dormir un poco luego.

–Mejor duermo un poco ahora y luego me ducho.

–Como quieras. –Athan se recostó sobre la cama y se tapó con una manta. –Saldré esta noche. ¿Estarás bien solo?

–¿A dónde irás?

–A Mystic, me pidieron que tocara esta noche, y quién sabe, tal vez logre hacer algo de dinero extra.

–Deberías buscar otro trabajo.

–Es fácil decirlo. En fin ¿Te puedo dejar solo?

–Sí. –volvió a cerrar los ojos. –Me quedaré en la habitación toda la noche.

TJ revolvió el pelo de su amigo con ternura, le gustaba tenerlo en su casa más que cualquier otra cosa en el mundo.

–No practiques sin mí.

TJ salió de la habitación, y casi de inmediato Athan se quedó dormido, para cuando despertó TJ ya se había ido. Athan se dio una ducha y regresó a su habitación. Durante un momento se sentó en silencio, se levantó y fue hacia el calendario que tenía colgado en la pared, la fecha de la audición estaba cerca, faltaban tres días, sintió cómo una corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo.

Se acercó al teclado que tenía contra la ventana, y comenzó a tocar algunas notas sueltas. Su padre se emocionó tanto con la idea de Merak que se lo envió desde Corea, pero Athan sintió como si le estuviera diciendo "hazlo bien en la audición y no regreses", aunque, claro que esa no era la intención de nadie.

Pero ¿realmente podría hacerlo? ¿Podría cantar en esa maldita audición?

TJ llegó casi en la madrugada, casi no podía caminar por culpa del alcohol y la chica que se colgaba de su cuello y no lo dejaba respirar. Con dificultad, se abrieron paso hasta la habitación donde continuaron con lo suyo.

–Espera... –dijo TJ entre besos y la chica se separó de él levemente. –Probablemente terminemos agotados, ¿por qué no me pagas antes?

La muchacha sonrió y sacó de su brasier unos cuantos billetes.

–¿Aceptas dólares?

–Serían 30... –La chica contó el dinero y lo lanzó detrás de ella, los billetes se esparcieron por todas partes, por un momento TJ se molestó, pero trató de no darle importancia.

La chica volvió a besarlo. El alcohol la volvía un poco torpe, pero él sabía cómo manejar esa situación. Le quitó el corto vestido mientras repartía por su cuerpo pequeños besos, el alcohol se encargaría de incrementar su sensibilidad. Se detuvo cuando llegó a su entrepierna.

–¿Qué... qué haces...? –le dijo completamente excitada.

–Pídelo...

La chica enrojeció por la orden del pelirrojo. Él sólo sonreía travieso, esa típica sonrisa que lo hacía tan atractivo convencería al Diablo de volverse cristiano.

–Tómame... –TJ levantó una ceja, no era suficiente. –Por favor, TJ... cógeme.

Sonrió triunfante, mientras le quitaba la ropa interior y procedía a jugar con su lengua, lo hacía lento, obligando a la pobre chica a suplicar cada vez que quería más. A TJ le gustaba jugar con los tiempos, seguía su propio ritmo y eso las enloquecía.

Luego de jugar un momento, TJ se limitaba a lo que ellas querían, se esforzaba por hacerlas sentir lo mejor posible y luego regresaba a lo suyo. Hacía lo que quería, era el "extra" que ellas llamaban, el "encore" que daba por finalizada la función.

Y, como dijo él, terminaron agotados.

A la mañana siguiente Athan se levantó temprano, como siempre, para preparar el desayuno. Estaba terminando de cortar las fresas cuando una chica salió de la habitación de TJ, tenía el pelo y el maquillaje desarreglados y vestía una camiseta vieja de TJ que difícilmente le cubría hasta los muslos. Ella estaba tan enfocada en cerrar con cuidado la puerta que no se percató de Athan.

–Deberías ponerte algo más. –dijo él, sorprendiéndola. Athan rio ante el pequeño salto que ella dio. –Tranquila, no soy un fantasma.

–Ah... buenos días. Perdona, no sabía que alguien más vivía aquí.

–Sí, él no suele comentarlo. ¿Tienes hambre? Hoy toca fresas, cereal, y yogurt, con algunas tostadas.

–Sólo café, gracias.

–Bien. –Athan le sirvió el café y ella se sentó a la mesa.

–Y ¿Cómo te llamas? -preguntó ella.

–Athan, ¿Segura que no tienes hambre? –ella negó con la cabeza y le dio un sorbo a su café.

–No, estoy a dieta. Soy Samanta, por cierto.

–Eres algo tímida Samanta.

–Es que estoy casi desnuda ante un desconocido. Y tengo resaca.

–Bueno, mejor si te vas antes de que él despierte, de lo contrario, no volverá a llamarte.

–Pero mi ropa está adentro y...

–Yo iré por ella, en el sofá hay un pantalón y un canguro algo viejo, póntelos. Te daré mi número para que me los devuelvas luego. – la chica le agradeció y apuró el café.

Athan entró a la habitación de su amigo, el aroma lo golpeó de pronto, así que con algo de esfuerzo recogió las cosas de la chica, o lo que pudo encontrar. Al ver a su amigo desnudo y con la mitad del cuerpo destapado le lanzó una maldición silenciosa y lo cubrió con la manta. Cuando salió la chica ya había terminado el café, no la encontró, supuso que había entrado al baño para cambiarse de ropa.

–Yo... –dijo ella al salir, tenía el pelo algo más decente y se había quitado todo el maquillaje. –te lo agradezco. De verdad.

–No hay problema, ¿quieres que te acompañe a la puerta?

–No, gracias, pero si tuvieras una gorra, te lo agradecería mucho.

Athan entró a su habitación y sacó lo que la chica le había pedido.

–Gracias. –dijo ella agarrando la gorra. –Dejé mi número sobre la mesa, llámame mañana para que te devuelva tus cosas. –Athan asintió. –Y.... me gustaría invitarte a salir para agradecerte.

–Con la ropa limpia está bien, tú tranquila.

Se escuchó un golpe seguido de un gruñido proveniente de la habitación de TJ.

–Ya debes irte. –La chica asintió y salió del departamento con su vestido en el bolsillo del canguro y los tacones en la mano.

Athan regresó a la cocina, lavó la taza de la chica y terminó de servir los platos del desayuno. TJ salió de su habitación tal y como vino al mundo, traía el pelo desordenado como un nido de pájaro, y tenía marcas de labial por todo el cuello y el pecho.

–Buenos días. –saludó.

–Buenos días... Vístete –respondió Athan aún de espaldas.

TJ se colocó una bata y regresó con su amigo.

–¿Noche intensa?

–Amigo, esa chica estaba loca. Me lanzó el dinero y tenía unas posturas que...

–¡Qué mal! –lo interrumpió. –Hay cosas de tu vida personal que no me interesa saber, ya sé lo suficiente.

–Gracias por el desayuno. –dijo metiendo una cucharada de cereal a su boca.

Ambos se sentaron en el sofá y TJ colocó sus habituales documentales de asesinos seriales que tanto le gustaban, Athan lo miraba, pero su mente estaba en otro lado.

–Athan...

–Hm...

–Come. El bajo peso no es bueno para tus medicamentos.

Su amigo obedeció con desgana, una cosa era entrenar, practicar, podía hacerlo, pero los malos hábitos inculcados en su país no lo dejarían tan fácil.

Y así el tan esperado día llegó, muy lento para TJ y Athan, demasiado pronto para Takashi y sin piedad para Luary.

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