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Capítulo 3

Matt no quería ir con su padre.

Se llevaba fatal con su padre, él quería que Matt heredase su empresa de transportes pero él quería estudiar paleontología o física experimental.

Por eso, al llegar el día de su cumpleaños el padre de Matt lo llevó a conocer el negocio.
Y por culpa de eso ahora tenía que ir con su padre en su carguero industrial.

Eran las cuatro de la mañana cuando su padre irrumpió en su habitación gritándole que se levantara.
Matt, desorientado y aturdido, se puso unos pantalones de franela y una camisa blanca con una chaqueta elegante encima.

Su padre al verlo así puso los ojos en blanco, lo agarró de los hombros y lo metió en el coche a rastras, según él no había tiempo.

Aún le dió tiempo a Matt de coger su bandolera antes de que su padre lo arrancara de la puerta de su habitación.

Ya en el coche, Matt pudo recuperarse del susto. La bandolera era para él un verdadero tesoro, estaba hecha de cuero, y contenía cosas muy importantes para él: su cuaderno de campo, varias docenas de lápizes y de bolígrafos, y unos pocos frascos de cristal que tenía por si encontraba algún insecto interesante o algún fósil.

Era aún de noche, las calles tenían encendidas aún las farolas con esa luz anaranjada que le resultaba tan soporífera a Matt...

—Ya hemos llegado Matt —le dijo su padre, despertándolo otra vez.

El barco era gigantesco.

Matt entonces olisqueó el aire y se tapó la nariz.
Estaban al lado de un vertedero. ¿A quién se le había ocurrido la brillante idea de construir un puerto al lado de un vertedero?

Su padre avanzó por la pasarela que unía el puerto y el barco y se colocó detrás de un salvavidas.

—Bienvenido al S. S. TITANIC  Matt.

¿Había oído bien?, ¿su padre había llamado a ese barco "titanic"?

Matt andó a lo largo de la cubierta. Estaba repleta se contenedores y de grúas amarillas. A lo lejos unas nubes oscuras se acercaban peligrosamente.

Cinco horas después, zarparon rumbo a España. A entregarles un cargamento que le habían dicho que era "alto secreto".

***

El tiempo había empeorado y Matt estaba en su habitación, durmiendo apaciblemente.

La tormenta los había alcanzado, así que tenían que maniobrar con cuidado.

Entonces y sin previo aviso una alarma empezó a sonar, por lo que Matt se despertó de un brinco.

—¡Matt, tienes que ir al bote! —gritó su padre entrando estrepitosamente por la puerta.

Matt se frotó los ojos y se colgó su bandolera.

—¿Qué?

Su padre bufó y agarró a Matt por los hombros, tirando de él hasta que llegaron a uno de los botes salvavidas.

—No salgas —le dijo tajantemente su padre.

Y dicho esto metió a Matt en el bote y se fué corriendo.

***

Todo lo que recordaba era una explosión.

¿Había sido la caldera?, ¿o tal vez el motor?, no lo sabía y se estaba poniendo de los nervios.

Su padre tardaba mucho, la tormenta balanceaba el barco de un lado a otro y inundaba el fondo del bote, así que las cuerdas estaban cediendo al peso.

Matt vió a su padre por última vez, destapando un bote a unos cien metros de él y siendo barrido por una ola

Lo más raro de todo era que se había paralizado al destapar el bote.

***

El sol, el agobiante sol le caía a plomo en todo el cuerpo.

Hacía rato que no asomaba la cabeza por encima de la barca. ¿Qué iba a encontrar?, ¿el cadáver de su padre?, ¿agua hasta donde alcanzaba la vista?

Un golpe seco lo devolvió a la realidad. Había chocado con algo.

Había encallado en una playa de arena.

Entonces, a lo lejos le pareció distinguir la figura de un chico.

—¡¿Hola?!

El chico levantó el brazo a modo de saludo.
Entonces Matt se dirigió hacia él.

La playa estaba desierta, no había nadie más aparte de ellos dos.

—¿Has visto a mi padre? —preguntó Matt—. Tiene barba y gafas.

—No he visto a nadie —dijo el chico mientras sostenía una caja de madera.

Ese chico era bastante andrajoso. Tenía una chaqueta de cuero apolillada con relleno de lana de oveja sobresaliendo de sus mangas y del cuello de la chaqueta.

Entonces un lagarto pequeño salió de entre dos árboles.

—Pero si parece... —musitó Matt.

—Una cría —dijo el chico—. Una cría de dinosaurio.

Matt puso los ojos en blanco y sacó su cuaderno de campo. Tenía que anotar a esa criatura.

De repente, de los árboles salió un lagarto enorme, de un metro de largo.

—¡Un raptor! —gritó Matt.

El lagarto volvió a la espesura seguido de su cría,  asustado por el ruido.

—Dime que estoy soñando —dijo el chico dándose unas palmadas en las mejillas.

—No.

Entonces, del bosque salió un ser con la cabeza piramidal y tentáculos, desplegando unas alas membranosas.

Entonces echó a volar y agarró a Matt de los hombros.

***

Le había dejado caer en una especie de nido de metal. A su lado había un chico moreno sin pierna que se reía maquiavélicamente.

—Todos condenados... estamos todos condenados.

Entonces, de un charco que había en el suelo, unos bulbos enormes se desplegaron.

Un segundo después el chico moreno murió desmembrado, emitiendo un alarido desgarrador.

***

Las novelas eran sólo novelas, fantasía pura, ¿no?

Entonces... ¿por qué esa cosa se parecía  tanto a un monstruo de H.P. Lovecraft?, ¿un primordial, se llamaba igual que en la novela?

Matt se peinó el pelo hacia atrás al ver por fin la playa. Con los dos botes y el chico incluidos.

—Lovecraft estaría orgulloso de mi —dijo Matt mientras se fijaba en que no saliera ningún perro de las esquinas del bote.

No sabía qué estaba pasando allí, pero le encantaba. ¿Dinosaurios vivos de carne y hueso y criaturas extrañas parecidas a las creadas por H.P. Lovecraft?

El paraíso de todo paleontologo.

Matt se acercó al bote, se sentó y empezó a bocetear a la criatura.

Menudo día de locos.

;)





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