Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

Aún tenía sangre.
La notaba cayéndole por la barbilla y manchandole la camisa.

Esa tal Petunia... le hacía algo. ¿Qué le hacía? El no lo sabía, ella había mencionado algo acerca de... ¿un español?
Desvariaba.

Jim se levantó de golpe y se apoyó en el marco de la puerta. Su mano... su mano estaba más delgada, sus dedos eran flacos y alargados y su brazo... estaba un poco más relleno.
Incluso tenía algo de músculo.

Jim. Jim.
Ese nombre le venía a la cabeza.

"Me llamo así" se dijo.

La luz era intensa, como en el desierto, pero el clima era más fresco. Cálido, en cierta manera.

Las personitas lo miraban mientras el andaba penosamente hacia... ningún lugar. Sólo andaba, sin la opinión del mundo, el solo andaba.

Alguien gritó algo ininteligible, o al menos, así lo oyó Jim.
O mejor dicho, así no lo oyó Jim.

El andaba tambaleándose, aferrándose al estómago como si su vida dependiera de ello.

Tal vez, hacia un par de horas, cuando padecía apendicitis y una terrible infección estomacal la presión le hubiera ayudado, pero en ese momento la presión solo hacia que las costuras que tenía en la carne se entreabrieran.

Costuras.

Alguien le había operado. Alguien.
¿Matt? Podía ser, el sabía mucho acerca de todo en general, a lo mejor sabía algo de medicina.

Pero... ¿Y esas personitas?

Enanos recordó que decía Petunia.

Jim se acarició el tabique nasal. Lo tenía... torcido.

—¡Ven aquí! —gritó la voz de esa tal Petunia.

Jim se giró hacia ella.

Como bien describía el nombre, la mujer era pequeña en estatura. Aún así, eso no le impidió hacercarse a zancadas hasta donde estaba Jim.

Antes de que pudiera articular palabra la enana le asestó un golpe en la nariz con un bastón de madera.

—Mejor así, parecías una copia descarada de la nariz de un enano —dijo Petunia con una sonrisa.

Jim se quedó perplejo (más que nada porque el golpe no le había dolido) y miró a la enana.

—¿Dónde estoy? —preguntó Jim.

—¿Si te dijera que estás en la comarca qué me contestarías?

—Que ésto es una copia descarada de la novela de Tolkien —dijo Matt un par de metros más atrás.

Jim no lo había reconocido.

Y tampoco sabía de que hablaban.

Jim bajó la vista hacia la zona de su riñón y vió con espanto que sus dos tortugas no estaban ahí.

—¿Dónde...?

—Las tengo yo, les he dado de comer y les he puesto agua —dijo Matt.

Tenía una pinta muy graciosa.
Parecía un espantapájaros.

Un sombrero negro de ala ancha, una camisa blanca que tenía los puños anormalmente anchos y unos pantalones de tela eran su indumentaria.

Los pies los tenía desnudos, mostrando unas uñas perfectas

Jim las tenía irregulares y torcidas de tantos pisotones y tantas veces que se las había arrancado sin querer.

—¿Dónde estamos? —repitió Jim.

—En el campamento Norte —dijo Matt—, un lugar tranquilo y perfecto para morir en la vejez. Sin ofender —dijo dirigiéndose a un anciano.

—No ofendes hijo... —contestó el anciano.

—¿Por qué habláis inglés? —preguntó Jim admirando los corrales y las casas de madera de dos pisos de altura.

—Como ya te he dicho pequeño pollo, he viajado mucho alrededor del mundo. Se muchas lenguas, desde el inglés —dijo Petunia haciendo un movimiento con los brazos— hasta el nepalí.

Jim se rascó la cabeza.

—¿Cuánto tiempo llevo dormido? —preguntó Jim.

—Desde que te vimos hasta que te operamos. Un par de horas —dijo Petunia.

Jim se tocó la zona del abdomen, donde un corte cerrado con hilo cicatricaba lentamente.

—Éste sitio está bien, ¿eh? —preguntó Matt.

Jim no respondió.
Sólo miraba el horizonte.

—¿Mi cerebro me ha engañado o era una chica la que me ha golpeado? —preguntó Jim.

—Ah si, la esclava que te ha golpeado —dijo Petunia.

Jim se enfadó un poco.

—¿Esclava?, ¿Tenéis esclavos? —preguntó Jim con la voz ronca y tosca.

—Jim, no es lo que... —empezó Matt.

Jim salió corriendo hacia la casa.
¿Por qué había empezado a correr?

Al llegar vió al lado de la casa una especie de montón de paja cubierto por una tabla de madera podrida.
Encima de la paja, una chica rubia lo miraba asustada.

Tenía una cadena puesta en el cuello, unida a este con un grillete.

Tenía también otra cosa... otro adorno.
¿Podía ser?

Eso no era posible.

—¿¡Os parece bonito!? —gritó Jim detrás suya con la esperanza de que Petunia le oyera.

—¡Jim! —oyó detrás suya.

Una voz femenina.

Jim se giró a tiempo de ver una pala chocándole contra la cara.

Cuantos golpes en un solo día.

—¡Maldito bruto de mierda! —gritó Annie dirigiéndose al que había golpeado a Jim.

—¡Jim! —oyó que gritaba Petunia.

Lo último que vió antes de perder el conocimiento fue como él intentaba alargar los dedos hacia la chica rubia.

¿Había sido cosa suya o la chica le había tocado la mano?

***

—Ésto es increíble —gritó Annie al mozo.

Annie le había mandado al mozo parar a Jim antes de que hiciera alguna estupidez, pero un golpe de pala en la cara... debía ser poco agradable.

Jim yacía en el suelo con el brazo alargado hacia la esclava.

—¡Jim! —gritó Matt al llegar corriendo—. ¿Está...?

—Vivo —dijo Annie.

—Pobre chico, se ha quedado inconsciente dos veces el mismo día —dijo Petunia mientras cargaba a Jim hasta la cama.

Los enanos tenían una fuerza increíble, parecida a la de las hormigas.
Podían levantar diez veces su peso, y la verdad era que comían demasiado.

—¿Qué le habrá pasado? —preguntó Annie extrañada.

—Creía que la iba a soltar —dijo Petunia.

—¿Y que tendría de malo? Solo es huérfana, no es una asesina ni nada por el estilo —dijo Matt.

—Es por eso justo. Jim hablaba en sueños mientras estaba en reposo y es... es... —dijo Petunia.

—¿Es?

—Huérfano —completó Petunia.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro