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Capítulo 9 • El robo

Michael camino con normalidad hacía su casillero oxidado y guardo algunos libros dentro, pero Yan, hijo de Yzma lo empujo contra la pared y tiro al suelo todos sus cuadernos.

— ¿No te dije que necesitas permiso para usar este pasillo?

— Pero mi casillero esta en este pasillo

— Sigues necesitando mi permiso - lo tomo de la camisa y se preparo para golpearlo en la cara hasta que sintió una mano sosteniendolo del hombro y una mirada verde brillante atrás de él.

— Déjalo Yan - ordenó Mal con una expresión fría.

El chico hizo un gesto molesto, pero obedeció. Michael comenzó a sudar frío.

— Gracias Mal

La pelimorada ignoro no agradecimiento, pero ella tenía algunas palabras para él.

— ¿Sabes que día es hoy?

Tragó saliva con dificultad. Su garganta se cerró al tratar de hablar.

— ¿Viernes?

Mal sonrió contenta. Esa parecía ser la respuesta correcta a su pregunta.

— Sí, es viernes. Es viernes como hace tres meses atrás ¿verdad?

Hace tres meses, Michael había robado una bolsa que le pertenecía a Mal y ella al encontrarlo y discutirlo por un largo rato decidió perdonarlo durante tres meses si le devolvía la bolsa. Ese plazo de perdón caducaba esa misma noche.

— Mal, espera un segundo...

— Me gustaría quedarme junto a ti todo el día, para que cuando sea la media noche darte tu merecido, pero eres afortunado. Iré con mi madre a un paseo familiar durante el fin de semana, así que tendrás todo el fin de semana para disfrutar lo que te quede de vida, porque el lunes que te vea aquí mismo, en el palacio del dragón voy a desquitar los últimos tres meses que no pude divertirme.

Le dio unas suaves palmaditas en la espalda y se retiró. Michael sabía que estaba muerto y optó por una vía peligrosa.

(***)

Pasado el fin de semana, el timbre del inicio de clases sonó en todo el cementerio que daba la bienvenida a los alumnos, pero el director Facilier dio un anuncio que dejó confundidos a algunos.

— "Todos los alumnos y profesores deben presentarse inmediatamente en el gimnasio"

Fue aterrador oír el pánico en la voz de Facilier, pero más aterrador fue ver a Maléfica dirigirse a la entrada del palacio, seguida de una nube gris oscura con relámpagos y Mal a su lado.

Nadie estorbo en el camino de Maléfica, pero Jay tomó el brazo de Mal para preguntar que pasaba. Las únicas dos veces que Maléfica se presentó en el palacio del Dragón fue en la ceremonia de inauguración donde la emperatriz del mal llamó a todos "imbéciles". Y una vez cuando Mal obtuvo mala, muy mala calificación en una prueba y casi destruye una torre. En fin, significaba que algo no estaba bien.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué está Maléfica aquí? - susurro el moreno. A juzgar por la expresión igual de confusa de Mal, ella tampoco sabía.

Con todos los alumnos y maestros en el gimnasio, Facilier tomó un micrófono que le compró a Jafar hace algún tiempo y lo encendió.

— ¡Demosle una cálida bienvenida a la emperatriz del mal, la dueña de las tinieblas y reina de esta Isla! - suplico Facilier temblando. Los chicos aplaudieron y alabaron, aunque eso pareció mejorar el humor de Maléfica sabían que eso no bastaba para evitar la calamidad. Maléfica tomó el micrófono.

— Alguno de ustedes, mocosos inútiles, robo una fea bolsa morada que le pertenece a mi hija.

Todos se giraron a Mal. De nuevo le habían robado, pero ahora había metido a su mamá. Mal levantó las manos en modo de defensa. La bolsa era suya, pero el contenido le pertenecía a Maléfica y ese era el problema.

— No me interesa la asquerosa bolsa, pero el contenido es valioso para mí así que más vale que quien sea la sucia rata acepte ahora mismo su destino y me devuelva lo que me pertenece.

Se les congelo la sangre. Robarle a Maléfica era una genuina sentencia de muerte. Mal podía amenazar y maldecir todo lo que quisiera, pero Maléfica era creativa con sus torturas.

—Mal, bebé, ven aquí - la llamó Maléfica. La ojiverde tembló un instante pero fue corriendo con su madre —. No tengo todo el día para esperar al infeliz, así que declaró que mi hija Mal buscará al culpable y lo traerá hacía mí para darle su merecido castigo.

La tormenta llegó al palacio del dragón. La lluvia sofocaba cualquier ruido dentro y lleno toda la isla de lodo y por lo visto sería una tormenta muy larga.

(***)

Mal estaba desesperada buscando al culpable. No entró a ninguna clase por buscar su bolsa con las pertenencias de Maléfica. Con un viejo truco que Jay le enseñó siendo más jóvenes abrió todos los casilleros buscando al culpable, pero no encontró nada.

Los pasillos se cubrieron de agua y lodo, si la tormenta continuaba mucho más tiempo pronto se inundaria.

Michael se acercó de nuevo a Jay, con la bolsa en brazos. Evie y Carlos al verlo casi sintieron lastima por él.

— ¿Le robaste a Maléfica?

— ¡Y-yo no estaba listo para pelear con Mal! P-pensé que si...

— Estás muerto - dijo Mal entrando al salón topandose con la escena. No parecía molesta o cansada, se veía como si realmente lo lamentara.

— ¡Tienes que ayudarme! - le suplico de rodillas.

— No puedo... Si me hubieras robado a mí te habría golpeado o algo así, pero... Le robaste a mi madre. Ella no te perdonar nada. Ella no te va olvidar.

Michael lloró en el suelo. Algo dentro de Mal la hizo sentirse diferente por dentro.

— Tal vez... Tal vez podamos tirar la bolsa en el callejón, con la basura y el lodo podremos fingir que solo se quedó ahí olvidada.

Parecía ser esa la opción más fácil, por alguna razón era lo primero que pensaban al robar algo que no deberían haber robado.

La ira de Maléfica no sólo se desataría en el tonto Michael, o en la Isla, sino que también en Mal por haber sido tan tonta para permitir que le robaran dos veces (aunque Maléfica no sabía lo de la primera vez)

Corrieron al callejón con la esperanza de no ser vistos, pero Maléfica justo asomo su cabeza cuando Michael dejaba el bolso en el suelo para pretender que ahí fue olvidado.

— ¡Tú eres el mocoso que tuvo la osadía de robarme en mis propias narices! - grito Maléfica, que sin importarle si llenaba su capa de lodo y tierra bajo para darle su merecido.

Mal tomó la bolsa y empujo a Michael al suelo.

— ¡Yo olvide la bolsa! No la robaron, yo la olvide aquí - dijo, aunque realmente no entendía porque quiso defender a Michael.

La ira de Maléfica no se apasiguo, pero supo controlarse.

— ¿Es cierto lo que dices, Mal?

Con Maléfica nunca sabía que responder. Decir la verdad era malo, mentirle a su madre era peor. Mal asintió, lista para recibir su castigo.

— Entra a la casa ahora - le ordenó su madre, con los ojos ardiendo en verde brillante. Mal volvió a asentir. Maléfica con un simple gesto mando a todos a su casa. Con la tormenta silenciando cualquier sonido y el grosor de las paredes de cada hogar en la Isla de los Perdidos aún era posible escuchar los horribles gritos de Maléfica a su hija. La tormenta duró toda la noche y finalizó justo después de que los gritos cesaron.

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